Capítulo Tres
Me encuentro tumbado en mi cama, siendo tapado por las mantas color beige. Todos duermen, solo estoy yo. Eso es lo que gano por ser madrugador, y tal vez comience a hacerlo seguido, porque éste silencio es realmente acogedor.
No me atrevo a salir de la cama, ya que temo despertar a alguno de mis hermanos en el trayecto, tal vez pueda leer, pero prefiero hacerlo con las risas de fondo. Una pequeña costumbre inculcada a través de los años, tal vez. —- ... Ray, ¿Estás despierto? — La voz de Emma me saca de mis pensamientos. Se asomaba desde la puerta de la habitación con una sonrisa. Eran recién las 5:36AM, me sorprende que esté despierta.
— ¿Emma? ¿Qué haces aquí? — Ella me sonríe entusiasmada, y me hace un ademán de mano. Quiere que la siga, me observa con sus ojos verdes paciente. Me arreglo lo mejor que puedo, y con cuidado, avanzo evitando hacer crujir el piso bajo nuestro. Aún me pregunto que hace aquí a estas horas. Viene, e interrumpe mi momento de paz.
Pensé en un inicio el decirle que no, y que vuelva a la cama, pero 63194 es terca, muy terca, y testaruda. Sé que si le doy un "no" por respuesta, seguirá molestando, y en el proceso, levantará a nuestros hermanos.
Así que tras llegar a donde ella está, cierro la puerta detrás nuestro silenciosamente, para poder hablar más calmado. — Vete, tengo sueño. — Ella hace un puchero, como si tuviese cinco años, y tira de la manga de mi camisa. Prefiero no reclamar, está entusiasmada, y por alguna razón, no ha levantado a Norman para llevarlo conmigo. Lo cual, de por sí, ya es raro.
Ambos bajamos las escaleras silenciosos, con cuidado de no hacer bulla, para que Isabella no nos encuentre. Sabemos que nos mandará a hacer algún deber, aprovechando nuestra "energía".
Llegamos al comedor, Gilda y Don estaban despiertos, haciendo el desayuno, como les correspondía. Y en la mesa, una rebanada de pastel. — ¿Qué es esto?
— ¡Lo hice para ti, Ray! En realidad, también hay para Norman, pero tú eres el exigente. — Ella empuja desde el otro extremo de la mesa, el plato de cerámica, hasta llegar a mi, y trae con sigo, unos cubiertos.
Observó el pastel, no se ve "mal", pero sé que algo ha fallado. La observó de reojo, ella me sonríe, y yo con el dorso de mi mano, alejo el pastel. — No, gracias.
— Ni siquiera lo has probado, ¡Vamos! Gilda me ayudó a hacerlo. — La peliverde asiente, pero aún no me fío.
Don me observaba con una sonrisa, parece que él también ha estado involucrado. Suspiro.
— Bien, en ese caso, lo probaré si uno de ustedes lo hace primero. — Emma asiente, desde mi posición puedo ver las gotas de sudor que resbalan por las mejillas de mis hermanos menores. Lo sabía, a pesar de que lo han hecho juntos, no saben si quedó bien. Y sé que es por la participación de Emma.
— ¡Gilda, provemoslo juntas!
— ¿¡Eh!?
— Tú me ayudaste a hacerlo, confío en ti. — Gilda asiente, la noto nerviosa, a pesar de que la luz del sol refleja en sus lentes, y no me permite ver sus ojos, sé que está temerosa de lo que pueda pasar.
Ambas toman una cuchara, la mano de Gilda temblaba, Don miraba a lo lejos abrazándose a sí mismo. — Uno, dos, tres. — Y ambas escupieron el supuesto pastel.
Sonrío, altanero. — Lo sabía, si Emma está involucrada, termina en desastre.
— ¡Eso no-
— ¡Está salado! ¡Muy, muy salado! — No puedo evitar soltar una suave carcajada, Emma me ve con un suave puchero, Gilda tomaba agua apresurada, Emma parecía tan irritada que ignoraba el mal sabor de boca que tenía.
Su ceño levemente fruncido hace que mis risas cesen. — ¿Qué?
— Es sólo que... — Ambos menores la observan. — Me esforcé por no arruinarlo. Le pedí ayuda a Gilda y a Don, ambos dejaron de hacer el desayuno por mi. Y aún así lo hice mal... — La observo por unos segundos. Parece decaída.
El pastel es un fracaso, su esfuerzo se fue por la borda. Sé cómo se siente.
Y no me gusta. No me gusta que Emma se sienta así, porque no me gustó su pastel, apesar de no haberlo probado. Pero tampoco puedo mentirle. Seguramente Norman hubiera dado lo mejor de si para hacerla sentir mejor. — ... Vamos, hagamos uno nuevo, en lo que Gilda y Don hacen el desayuno.
— ¿Eh? Pero, a ti no te gusta cocinar conmigo. Siempre peleamos porque eres muy mandón. — ¿Mandón?
No, no es momento de pelear. Suspiro. — Intentaré no ser tan "Mandón", si tú intentas no ser tan "rebelde".
— ¿Seguro? — No, realmente no.
— Intentemoslo antes de que Norman despierte, y démosle una sorpresa.
— ¡Sí!
Era cuando el pastel estaba en el horno, los chiquillos bajaron las escaleras campantes, algunos entre lágrimas por no poder atar sus cordones. Norman baja las escaleras, quiero llamarlo, para decirle que le tenemos una sorpresa. Lo mismo con Emma, ella da un paso, antes de que la tomé del antebrazo. — Digamosle en la hora libre.
— ¿Eh? ¿Por qué no ahora?
— El pastel es para todo. Los pequeños se van a desesperar. No quiero que me pregunten cada cinco minutos; ¿Ya está listo? — Ella carcajada suavemente, y me da una palmadita en el hombro antes de ir corriendo a ayudar a los niños. Yo, en cambio, me acerco a Gilda para ayudarle a poner la mesa.
— Aquí. — El me observa con sus ojos azules antes de bajar la mirada a la rebanada de pastel. Sonríe suavemente antes de tomarla. Junto con el cubierto.
— ¿Lo hiciste tú?
— Emma, y yo. — Su boca se abre en una "o", se nota sorprendido. Y lo entiendo, porque siempre peleamos antes de siquiera sacar los ingredientes.
— ¿Juntos? — Asiento. Él tantea con el cubierto la rebanada, buscando algún defecto. ¿Cree que dejaré que Emma haga algo en el pastel? ¿Qué tan poca fe me tiene?
— Yo la supervise. No hay nada malo en el. — Nuevamente me observa unos segundos, antes de sonreírme y asentir.
— Entiendo, en ese caso, lo comeré gustoso. — Comienzo a ponerme nervioso. ¿Qué tal si descuidé a Emma, y arruinó todo? O peor aún, ¿Y si fui yo quien lo arruinó? — ¡Está delicioso! — Sus palabras me alivian, fueron lo suficientemente claras y directas como para hacerlo.
Escuchó exclamaciones provenientes de adentro, los pocos que logró entender, dicen lo mismo que Norman. Que el pastel está delicioso.
Observo la sonrisa de Isabella, estábamos en la entrada, yo y Norman, así que no era difícil. Asiente con la cabeza, dándole la razón a los niños. Diciendo también, que nos ha la quedado sabroso.
Siento mis mejillas arder. — ¡Raay! Me gusto mucho cocinar contigo esta vez, hagámoslo más seguido. No seré rebelde, y tú no serás un mandón, ¿Sí? — Me encogí de hombros irritado y avergonzado al escuchar la ligera risa de Norman.
¿Porqué no? Una nueva actividad para pasar tiempo con mi mejor amiga, y hermana.
Y para que negarlo, me divertí mucho. Suspiro y sonrio levemente alzando la mirada — Claro, hagámoslo en alguna otra ocasión.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro