4. Perdóname
Volvió en sí y se dio cuenta de lo que había hecho, o mejor dicho, se dio cuenta de lo que alguien que no era él había hecho, en sus brazos tenía aún el cuerpo moribundo del patriarca, de aquel hombre que había sido para él como el padre que siempre deseo, tenía entre sus brazos al hombre más amable y cariñoso que había conocido en su vida y quien le abrazaba cuando a sus tiernos 5 años se asustaba, quien a pesar de ser un guerrero siempre le demostró a él y al inquieto muchacho que tenía por hermano, una sonrisa reconfortante... la misma que en esos momentos podía ver tenuemente.
Lo apegó a su pecho, como queriendo darme un soplo más de vida, uno que sabía que jamás llegaría, uno que se iba yendo a medida que los segundos pasaban, de la comisura de sus labios salía un hilo de sangre, mismo que recorría su mentón hasta perderse en la hermosa joyería en su cuello... si tan solo hubiese sido más fuerte... pero él hubiera no existe, había herido a quien juró nunca lastimar y ahora yacía casi sin vida.
Sus lágrimas amargas corrían por sus mejillas sin que pudiese hacer algo para detenerlas, caían sutilmente en el rostro del anciano Shion que le veía con profundo cariño, a pesar de todo, a pesar de lo que había hecho, puesto que no había sido él, Saga no había desobedecido las ordenes, el Saga que él conocía, jamás lo hubiese mirado con altanería, su pequeño Saga ahora estaba destrozado por lo que aquel ser le había hecho hacer, ya no había vuelta atrás, en cualquier momento sabía que moriría, y los sollozos de su niño solo le partían el corazón.
—Patriarca — un susurro apenas acallado por su respiración — perdóneme... yo... no quise...
—Saga — aquella voz, aquella que ahora estaba apagándose, le llamó, con la misma delicadeza de antaño, con la ternura con la que se le habla a un hijo, porque eso era Saga para él, un hijo, uno que había visto crecer y aprender a controlar su inmenso poder, uno que vio reír y llorar, justo como lo estaba haciendo ahora, uno que alzó en sus brazos más de una vez.
—Por favor... — volvió a decir — perdóneme...
—Saga... — de nuevo esa voz — to...do está... bi... bien — con un poco más de dificultad articulaba las palabras — se... que... n...no eras... tu... así...qué... de...deja... d...de... llo... llorar.
—Maestro — su voz se quebraba a medida que veía como los ojos de Shion se iban cerrando
—Es... — continuó con, lo que parecía, su último aliento — es... in... inútil ha...cerlo... por un... a... anciano... que... ha... vi...vido... lo... su...fi...cien...te.
Por fin, sus ojos se cerraron por completo, Shion había muerto con una sonrisa reconfortante para su pequeño gran caballero de géminis, lo estrujo contra su pecho y solo ahí se permitió gritar cuanta cosa quería, le gritó a los dioses y les reclamó por lo injustos que habían sido, maldijo a ese ser, se maldijo así mismo por no ser más fuerte, maldijo la hora en la que no supo controlarse, maldijo su vida y su destino, maldijo todo cuanto conocía excepto el perdón otorgado por el anciano que ahora yace inerte entre sus brazos.
🐏😈
Hoy es un buen día para llorar, con su permiso, me voy al rincón emo.
culpen al fan-art de la multimedia y a mi poca estabilidad emocional de estos días.
Dan R
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