Era la primera vez que iba a la casa de Yuri, estaba algo nervioso, y no era para menos. El ruso vivía solo con su abuelo, el cual era un ex militar de la Unión Soviética y, por lo que Yuri le había contado era una persona bastante alegre pero estricta.

Otabek era todo lo que un militar de la época odiaba, de familia militante contra la URSS, de aspecto rebelde y pensamiento definido. Yuri sabía que, mientras no hablaran de política, las dos personas más importante podrían entablar una buena relación.

Claro, que no esperaba que todo se fuera a la mierda por un pequeñisimo accidente.

Otabek estaba revisando algo en el celular, Yuri a su lado buscaba algo en la televisión y el mayor fue a la cocina en busca de unos snacks.

Yuri y Otabek tenía una buena amistad hacé un par de meses, tenían gustos en común y a pesar de la diferencia de edad podían entenderse muy bien, Nikolái valoraba aquello pues su nieto solía ser alguien asocial.

Pero volviendo al accidente. Nikolái casi deja caer la bandeja que tenía entre manos al ver a su nieto besarse en el sofá con el kazajo.

— Hay una explicación lógica para eso, en verdad. Fue sólo un accidente, un roce de labios, no tiene importancia... —intentó explicar el ruso menor deteniendo a su abuelo que fulminaba con la mirada al kazajo  quien mantenía el silencio.

— ¿Cómo que no tiene importancia? Él quiero profanar a mi nieto con ideas extrañas y esas estupideces de las que proclama gente como él.

— Abuelo no... Por favor, deja explicarlo...

— ¡Que se vaya de mi casa! ¡Que no vuelva a verte!

Sin embargo, Nikolái no contaba que su nieto por mucho que lo amara no haría caso a sus órdenes. Y que comenzará a hacerle clases exprés sobre lo que era la homosexualidad y todo eso que él desde niño rechazaba.

Para, después de un año, cuando ya estaba menos reacio a todo eso, Yuri le avisara con gran alegría que había comenzado a una relación con Otabek.

Hoy en día, el único problema que existía entre su abuelo y su novio era la ideología política.