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» Capítulo XXXIX

TaeHyung permanece quieto en su lugar viendo a YoonGi llegar con todos esos dulces. Joshua toma uno al instante, aunque TaeHyung se toma su tiempo y ve a cada uno de los caramelos, buscando al indicado que será digno de ser devorado, aunque finalmente no se le antoja ninguno. Tiene el corazón intranquilo, los últimos días ha sido así. No ve a JungKook por ninguna parte y eso solo logra que su interior se revuelva y tenga más ansiedad.

     Cierta parte de él desea buscarlo, verlo, aunque sea para culparlo de todo el dolor que carga.

     — Vamos, Tae, come algo. No has estado comiendo bien.

     — Claro que he estado comiendo bien. Ayer ustedes me dieron dos botes de helado, y me los comí yo solo. Hoy no tengo ganas de...

     Los ojos de TaeHyung capturan una imagen nueva: Jeon JungKook entra por las puertas de la cafetería con una bolsa entre sus manos; vestido diferente de lo usual, pues no lleva su gabardina a pesar de hacer un frío infernal. También porta un suéter que adorna su cuerpo —un suéter celeste—, un pantalón de mezclilla clara y sus botas que jamás lo abandonarían.

     TaeHyung mantiene la vista en él, a la vez que se repite en la cabeza "es un chico malo, un chico muy malo... y cruel", en un intento estúpido de dejar de prestarle atención, cuando es lo que más incrementa a cada segundo.

     — TaeHyung —la voz de Jimin le saca de sus pensamientos—. Eso no es sano.

     Joshua interviene en ese instante, poniéndole una mano en el hombro a TaeHyung. Es fácil percibir que aquel pelinegro nervioso siempre está intentando hacer reír a quien sea. Aunque es muy tímido, si conoces bien a Hong Joshua te hará reír tanto como lo desees.

     — Deja que TaeHyung haga eso, Jimin hyung. Si le dices que no lo haga, pronto se convertirá en un dolor más fuerte.

     Jimin, JiSoo y YoonGi se meten en una conversación que no es lo suficientemente interesante para que TaeHyung se detenga y deje de ver al pelinegro. Las advertencias, avisos y palabras de sus amigos simplemente resultan en importarle poco: no hay forma en la que de un día a otro deje de brindarle su atención a JungKook.

     En cambio se hace tantas preguntas sobre él.

     No logra entender cómo es posible que Jeon JungKook sea un actor de primera... ¿Es que en realidad lo es? Las palabras que salieron de su boca fueron total y completamente creíbles. No parecía el típico mentiroso hablador al que se le ve desde lejos que no dice la verdad. Si estaba mintiendo, nadie pudo darse cuenta, y si decía la verdad... Bueno, si decía la verdad, entonces qué lástima que creyera que el amor es detestable.

     Cierta parte de su alma, a pesar de no saber qué creer, se inclina más por pensar que JungKook mintió. El chico mentía, pero no entiende sobre qué. ¿Sobre el amor o sobre jamás salir con "alguien como él"? De todas maneras, es inútil cuantas veces se preguntara eso... La versión oficial nunca será escuchada, pues el único que la sabe es Jeon JungKook.

     Con la mirada siguiendo cada paso del pelinegro, exhala inconforme con sus conclusiones... Pero sucede algo que lo hace temblar de pies a cabeza. En un momento donde sus ojos se concentran en el pelinegro, el corazón se le acelera cuando aquellos orbes oscuros con ojeras remarcadas se conectan con los de él.

     TaeHyung al ser dueño de los ojos de JungKook, por medio segundo, siente su mundo caer. De un instante a otro quiere llorar, aunque sigue sorprendido por el surreal momento que vive. Antes de durar más tiempo con esa conexión extraña que lo hace sentir ansioso, se da la vuelta hacia sus amigos.

     — ¡Tae! ¿Estás bien? —YoonGi suelta preocupado a su mejor amigo antes de zarandearlo—. Estás pálido.

     — Sí —responde el castaño—. Es solo que de repente JungKook... Chocamos miradas.

     Joshua suelta uno de esos suspiros que dan más a entender que una mirada. Claro que está un poco más que nervioso y preocupado por TaeHyung... De hecho todos lo están. Guardan silencio en la mesa, con la incomodidad creciendo como una planta bien cuidada y sin lograr entender el difícil proceso de un corazón roto. Mientras Jimin se pregunta por qué TaeHyung está sufriendo y le presta atención a la vez, TaeHyung busca el cómo no hacerlo.

     Constantemente se pregunta si ese dolor es necesario. Si todo lo que pasó, desde el primer día, valió la pena.

     Siempre termina diciéndose a sí mismo que sí... Conocer a JungKook fue raro y doloroso... Y también revolucionario. Él, de alguna manera, le enseñó cosas mínimas que en algún momento podrían ser útiles. También le dio momentos inolvidables, momentos que atesoraría... Momentos felices.

     Sí. No desea no haber conocido a Jeon JungKook.

[...]

Como el tiempo avanza rápido, entre más días pasan, TaeHyung está solo un poquito mejor. Poquito, porque ver a JungKook todos los días sigue siendo tan doloroso como la primera mañana cuando, una vez más, lo encontró en la escuela. Después de su distanciamiento, nadie más volvió a acercarse a JungKook con el propósito de salir con él.

     Es que JungKook seguía rechazándolos. Le gustara la idea o no. Los primeros valientes que se acercaron fueron ignorados enfrente de toda la escuela, los demás sencillamente recibieron palabras que carecían de valor y una mirada gélida que los dejó en el suelo. Hasta corre un rumor: se dice que le dijo a una chica que dejara de molestar, porque, realmente, no volvería a salir con nadie... Nunca más.

     TaeHyung fue atacado con preguntas de pronto. Ahora es conocido por haber roto al único "chico irrompible", al "joven helado JungKook", a "JungKook el imposible"; todos adoran a Tae por ser ese que hizo lo que nunca más...: detener a Jeon JungKook. No obstante TaeHyung no se deja llevar por esos comentarios y siempre les responde que molestar a cualquiera de esa manera es cruel.

     — ¡Ya se acerca tu cumpleaños, TaeHyung! —exclama YoonGi, pasando un brazo por encima de los hombros de TaeHyung —. ¿Qué quieres de regalo?

     TaeHyung, casi a punto de responder que quiere una bufanda, se queda callado pensando en su respuesta y negando rápidamente ante su opción. No tiene el mismo sentido, no es igual y tampoco es algo sencillo de superar. Ese pensamiento casi le hace llorar de nuevo. Por cierto, no quiere admitirlo, pero a leguas es fácil darse cuenta de que está un tanto deprimido. Es incapaz de solucionar ese problema en su corazón y las dudas en su mente siguen inconclusas.

     Cuando por fin va a responder que quiere salir a comer pizza y helado de limón, los gritos impacientes de Jimin y Joshua los llaman.

     — ¡TAEHYUNG, YOONGI HYUNG!

     — ¡TaeHyung, YoonGi, vengan ya! ¡Vengan, vengan!

     YoonGi mira a los dos chicos agitar sus manos unos metros más adelante. Es más que obvio que algo sucede, no por nada Jimin se sostiene de los hombros de Joshua para dar de saltos mientras sigue gritando el nombre de ambos, a la vez que JiSoo patalea en su lugar, desesperado por la reacción tardía. Después de un segundo sus ojos se dirigen hasta Tae, quien les observa con una ceja alzada.

     El mayor no entiende de dónde tanta emoción. La escena le es extrañamente conocida, aunque no logra encontrarla entre sus recuerdos.

     — ¿Crees que sea importante? —pregunta TaeHyung a YoonGi.

     Los dos miran de nuevo a Joshua y a Jimin saltando como pequeños canguros. Agitan sus manos con una expresión sorpresiva, desesperados y rogando a gritos que se apuraran, tal cual dos niños emocionados por fuegos artificiales.

     — Bueno, por algo están saltando, así que supongo que debe serlo.

     Ambos, YoonGi y TaeHyung, se ponen de pie y caminan tranquilos hasta JiSoo y Jimin. No pasa menos de un segundo para que estos dos chicos chismosos los tomen de las manos, guiándolos apresuradamente mientras dicen cosas sin sentido. El camino no es tan desastroso como la velocidad en la que van; es tranquilo, no hay muchos estudiantes. Se escuchan varias porras a lo lejos, pero nada a lo que en realidad quieran prestarle atención. TaeHyung, en vez de concentrarse en sus amigos, observa los árboles y sus ramas sin hojas, que son hermosas. El clima comienza a ser frío, dando un aspecto solitario al cielo.

     Cuando Jimin dejó de arrastrarlo, TaeHyung sale de su trance, quitando la vista del cielo y el paisaje. De inmediato, se ve obligado a llevar los ojos hasta el centro de la cancha.

     De un segundo a otro, siente el corazón subirle a la garganta y una ola de nervios recorrer cada parte de su cuerpo. Su mente se nubla, su racionalidad desaparece y lo único que puede hacer es observar asustado la escena.

     — ¡WooSeok, WooSeok, WooSeok!

     — ¡JungKook, JungKook, JungKook!

     Esos nombres se oyen al unísono a lo largo del recinto, en gritos desesperados que pretenden animar la situación y calentar a los participantes. Los dos chicos, pertenecientes al mismo club de la escuela, se encuentran en medio de un círculo formado por gente, siendo apoyados por distintos integrantes de la comunidad escolar. Aparentemente es una pelea. ¡Y Dios! Cómo no va a serla, si WooSeok tiene una expresión que es visiblemente de enojo, y a JungKook se le ve que poco a poco la paciencia se le termina.

     TaeHyung abre la boca en grande antes de taparla con ambas manos debido al impacto de la situación. Deja caer sus ojos en Jimin, quien tiene una emoción espeluznante en los ojos y no puede dejar de moverse de lado a lado al mismo tiempo que muerde sus uñas. Por otro lado, YoonGi se mantiene en silencio, incrédulo ante la situación.

     — Qué demonios.

     La voz de TaeHyung se ve ligeramente ahogada por el susurro de los demás. Hasta que el silencio azota de un segundo a otro cuando WooSeok dice algo al oído de JungKook. Ninguno de los presentes escucha aquellas palabras. Ni TaeHyung, que quiere hacerlo. A pesar de todo no puede evitar preocuparse por cosas que no deben interesarle. Es incapaz de no preocuparse por Jeon JungKook, menos cuando ve en él una expresión jamás vista: el pelinegro está a nada de lanzarse encima del otro, por más calmado que es.

     Los gritos apasionados de los estudiantes se escuchan un poco más fuerte en el momento en que esos dos solo se miran sin dar un paso en falso. JungKook permanece quieto en su lugar, hablándole con tranquilidad WooSeok.

     — Jimin, alguien tiene que detenerlos... ¡Ellos se van a pelear! —dice Joshua al borde del colapso.

     TaeHyung, en silencio, observa cuidadosamente a JungKook hablar en un intento inútil de leer sus labios y traducir sus palabras. Por detrás suyo, Jimin, Joshua y YoonGi acuerdan efusivamente avisar a las autoridades escolares, no solo por la gravedad del problema y lo enojados que lucen ambos candidatos, sino por TaeHyung, quien aunque no lo admite está más que nervioso y es posible verlo con su movimiento de lado a lado.

     De pronto un sonido seco genera un silencio inmediato en todo el lugar, dejando a los demás con la respiración entrecortada y la sorpresa en sus rostros. Cuando TaeHyung es consciente de la situación y los gritos se alzan emocionados para comenzar con lo bueno, cae en cuenta de que WooSeok ha soltado el primer golpe directamente al pómulo izquierdo de JungKook. Es así cómo la pelea se abre paso en medio de la cancha. Jeon JungKook con los ojos rojos del enojo lanza su puño al rostro del otro. Todos observan atentamente los golpes al aire y alientan la situación, tratándolos como un show.

     Tratándolos como siempre han tratado a JungKook: como una atracción.

     — ¡Llamen a alguien! —grita TaeHyung preocupado.

     La impaciencia del momento hace que Jimin salga como un rayo en busca de la enfermera Min, quien de seguro estaría más que preocupada porque su JungKook estuviese lanzando golpes en medio de la cancha. De la misma manera, JiSoo usa su rapidez y todas sus fuerzas para avisar a los maestros y directivos, preocupado en misma cantidad por JungKook.

     YoonGi se queda en su lugar, confundido por la situación y pensando formas en las que podría separar a esos dos jóvenes; aunque también pendiente de TaeHyung pues se lo ve demasiado alterado y dentro de poco estaría paranoico. Esto no solo porque odia por completo la violencia, sino porque el involucrado es JungKook. El castaño una vez más presta atención a los golpes del centro, haciéndose espacio entre los alumnos que le empujan.

     JungKook limpia el fino hilo rojo que viaja lentamente por la comisura de sus labios para tomar del cuello a WooSeok, propinándole golpe tras golpe mientras le es posible. Ambos cegados por el arduo momento son incapaces de detenerse, incluso cuando hay quienes les piden que lo hagan. Lamentablemente, hay más de los que siguen avivando la llama.

     — ¡Vamos JungKook!

     — ¡WooSeok, dale un golpe en la nariz!

     Dos golpes bien dados de forma inoportuna hacen que se separen, tomando sus distancias y recuperando fuerzas para continuar el encuentro. En WooSeok es posible notar una mirada altanera que lo caracteriza la mayor parte del tiempo. Por otro lado, JungKook desea transmitir seguridad con su cuerpo, pero sus ojos lo delatan y hacen ver que está tan alterado que no puede respirar correctamente. Pasados unos segundos, sus miradas se conectan, y el juego inicia la siguiente ronda cuando el de mayor estatura se mueve hasta JungKook alzando su puño. Entonces el otro hace exactamente lo mismo.

     En un ataque de nervios, TaeHyung decide no ser partícipe de los que presencian esa discusión sin hacer absolutamente nada. Analizando su alrededor y tanteando el espacio entre los presentes, empuja con fuerza a los que están delante suyo.

     — ¡Muévanse, por favor! ¡Muévanse, muévanse! —grita golpeando a todo el que se le ponga enfrente.

     Así, en menos de un segundo, TaeHyung se aleja de YoonGi, quien al darse cuenta toma del brazo al chico que se niega a quedarse en su lugar.

     — TaeHyung, ¡no! ¡Quédate! —pide antes de que él se zafe de su agarre.

     Cuando TaeHyung pone un pie en el círculo gigante, las miradas se posan en él dejando a todos con la boca abierta y recibiendo gritos de YoonGi, que no puede abrirse paso entre los demás para sacar al castaño de ahí. Jeon JungKook se queda sorprendido y con los ojos puestos él. Estáticos, se miran a tan solo unos pocos metros por primera vez después de tanto tiempo.

     En ese instante efímero JungKook se hace unas mil preguntas: ¿por qué TaeHyung hace esa clase de cosas? ¿Por qué no puede mantenerse a salvo? ¿Qué necesidad tiene de ponerse en peligro?

     Y ese instante es suficiente para que WooSeok gane ventaja y le propone un golpe fuerte a la mandíbula de JungKook. De esta manera logra que el chico se tambalee y lleve la mano a su rostro, quejándose por el dolor que le provoca. Una vez más, perdido en sus sentidos enfurecidos, JungKook no puede evitar continuar la pelea con dureza y furia, ahora incluso con una razón más para continuar sin dar parámetros de perder.

     TaeHyung, incluso más preocupado que antes, hace todo lo posible por llegar rápidamente al centro. Sin saber cómo, toma con fuerza del brazo a JungKook, apegándole a su propio cuerpo. Se pone en medio de ambos, con la respiración entrecortada y el miedo subiendo en toda su anatomía al estar frente a los ojos furiosos de WooSeok.

     — ¡Detente! —le grita a WooSeok, von fi—. ¡Para! ¡No se golpeen más!

     Aunque JungKook no quiere ser defendido de esa manera, comprende por qué TaeHyung hace una petición tan débil mientras lo sostiene del brazo como si fuese a escapar.

     No es como si estuviera rogando por que se separen. Y realmente no es como que le importe tener que meterse a separar a dos monos que no piensan correctamente.

     Si la pelea continua tan desenfrenada, debido a la estatura de WooSeok, quien saldrá más herido y golpeado es JungKook. Por muy, tan, o demasiado intimidante que luzca, lo cierto es que su tamaño no es el suficiente en ese momento.

     — Muévete, TaeHyung. Esto es entre él y yo —suelta WooSeok cansado, apuntando hasta JungKook—. No me gustaría golpearte, Poochie.

     Importándole poco si fuese a ganar o no, JungKook se zafa del agarre de TaeHyung para tirarse encima del otro. Nuestro pelinegro tiene más cosas en la cabeza que una simple discusión comenzada por estupideces. ¿Por qué se esmeran en hacerlo enojar usando ese apodo? ¿Por qué lo utilizan en vano? Después de que Woo se tropieza, ambos caen el suelo. Una vez encima de WooSeok, JungKook lo sostiene fuerte de la camisa, propinándole golpe, tras golpe, tras golpe.

     El castaño una vez más toma del brazo a JungKook para levantarlo del suelo, por más que el chico se remueve con la intención de seguir con su labor y dejar al otro derrotado. Sin embargo, JungKook no tarda en ponerse de pie, dando unos pasos hacia donde TaeHyung lo guía del brazo. Ve que a WooSeok lo sujetan Min YoonGi y Jung HoSeok, aunque se lo ve un tanto cansado y débil.

     — Suéltame —dice JungKook a TaeHyung, con respiración entrecortada—. Es un maldito estúpido.

     — Deja de ser tan idiota y de comportarte así —le dice al pelinegro en un tono severo.

     YoonGi y HoSeok mantienen quieto a WooSeok, la mirada intensa del chico combinada con una sonrisa cínica hace que JungKook quiera pegarle una vez más para quitarle esa sonrisa de idiota que no pide más que otro puñetazo en su cara.

     — Suéltame.

     — No si vas a pegarle —le responde TaeHyung a JungKook.

     Rendido, JungKook niega varias veces con su labio sangrando, sus mejillas hechas un lío y su cabello revuelto.

     — No lo haré. Ya suéltame, TaeHyung.

     El ruido de los tacones de una maestra, los quejidos de la señora Min y el zapato firme del director hace que todos huyan de la escena, abandonando a los peleadores y a los valientes que los separaron. Aunque TaeHyung se aferra un segundo a JungKook con temor, pero justo después de recibir una mirada de YoonGi lo suelta. Los directivos analizan atentos a todos los que están ahí, por si alguno quiere huir del lugar, abandonando sus castigos. TaeHyung mira a Joshua y Jimin, quienes comen sus uñas impacientes a causa de la preocupación.

     — Ustedes siete —apunta el director con voz gruesa—. Vengan conmigo.

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