» Capítulo XXXIV
JungKook odia con toda, toda, pero de verdad toda su alma a TaeHyung. Si tan solo fuese así de fácil decir "lo tomo y lo dejo".
Mmm... No es en serio. JungKook realmente no odia a TaeHyung. Pensar eso es un poco hipócrita de su parte. Por otro lado, sin embargo, tiene ganas de decirle que no por "gustarse" está obligado a hacer cosas que no quiere hacer, y que tomar eso como excusa es jugar pesado a sabiendas de que difícilmente se negaría a hacer ese algo.
— ¿Iremos a la fiesta de SooYoung?
JungKook dirige su mirada a TaeHyung, viéndole caminar con tranquilidad. Es la tarde del 31 de octubre, o Halloween, para aquellos a quienes les importa. El menor espera decirle a TaeHyung que sí para ir juntos, aunque se había arrepentido minutos antes después de meditar por quinta vez lo que sucedería si va. No cree que salir con TaeHyung a ese tipo de eventos sea tan sencillo como lo quiere hacer ver. Principalmente porque el chico terminaría siendo una molestia: Vamos a bailar. JungKook, vamos a beber eso. Mira ahí, están dando esto. Y lo otro. Y bla, bla, bla, bla.
Sí. Eso último es un gran punto a su favor para no mencionar el tema e insistirle a TaeHyung de que fuese con sus demás amigos. Sin embargo, la mente lista de TaeHyung se adelantó y terminó sacando la conversación antes de tiempo.
El menor deja de ver al castaño, quien lo toma fuerte del brazo, y habla.
— No me agrada la idea —admite—. No me gustan los disfraces.
Una excusa inútil, tratándose de Kim TaeHyung.
— No tienes que disfrazarte, podemos ir sin disfraz.
Decir que TaeHyung "tiene una manera peculiar de llamar su atención" hace referencia a ese tipo de comentarios.
Es contradictorio que JungKook piense las muchas cosas que TaeHyung le "obliga" a hacer (y es entre comillas, porque al final nadie puede obligarlo a hacer las cosas que hace) y cómo dice ese tipo de cosas, expresando que nada es "una obligación". Además, a pesar de que muchos de esos actos son dignos de un noviazgo común, JungKook no quiere hacerlo. Es incluso más contradictorio que no sean un noviazgo común... Peor aún, ni siquiera son novios oficiales.
De todas maneras y a pesar de amar Halloween por todos los dulces ácidos que regalan, JungKook no se ve muy seguro de querer ir, a diferencia del castaño que casi salta en su lugar de la emoción.
— ¿Tienes tantas ganas de ir?
— Sí, aunque me gustaría que fueras. —El hablar del chico es tranquilo y normal—. Si no vas, no será igual de divertido.
Después de un segundo de pensarlo, el menor rueda los ojos, echándose hacia atrás.
— Entonces, voy a ir —decide JungKook en ese mismo instante. Las condiciones se le vienen encima como un globo con agua fría y se apura a decirlas—. Pero no me gusta bailar, ni beber, ni esa clase de cosas, así que no lo haré. Y tampoco me pondré ningún disfraz.
El castaño no espera menos ni más. JungKook no es de los tipos que bailan, o beben hasta caer ebrio; tampoco de los que se disfrazan. Eso, claramente, no es ninguna molestia... De hecho, para él, es una seña de avance el saber que JungKook irá porque se lo está pidiendo, cuando el menor suele tomar decisiones y mantener su postura según su opinión.
La personalidad de JungKook logra hacerlo cuestionarse ciertas cosas, actitudes y romanticismos preestablecidos por el mundo entero... Alguna vez se preguntó si podría soportar al pelinegro y su postura hacia las cosas que le desagradan de las parejas; JungKook es voluble en el catálogo extenso de posibilidades que hay para un novio ideal, es una esfera de cambios que se mueve de un lado a otro, variando la temperatura a su gusto: a veces frío, otras término medio, otras cálido.
Básicamente no sabe qué esperar de JungKook, así que, para evitar dolores de cabeza y preguntas, confía en él ciegamente, confía en él sus sentimientos y su corazón; lo deja de ser a su manera en espera de que él haga lo mismo y se complementen entre sí. Sabe que eso significa estar enamorado de una persona... En este caso, por más cambiante, gélido o cálido que Jeon JungKook sea según su estado de ánimo, lo quiere y aprecia su forma de ser.
TaeHyung comprendió, solo después de conocer al chico, la frase: "Se enamoró de sus espinas". Porque eso es lo que sucede con JungKook. Incluso lo que los demás ven como defectos, TaeHyung los adora como características únicas.
— Entonces ¿pasas por mí en tu genial auto, JungKook?
— Espero que estés hablando de ir a pie, porque mi genial auto son mis piernas.
[...]
El ambiente es ligero. Parece extraño saber que no hay hasta el momento algún alma cayendo a causa del alcohol, porque claro que hay alcohol, y mucho. La mayoría de los estudiantes, a los que difícilmente reconocen, van disfrazados. Es bastante entretenido observarlos uno a uno con la creatividad al máximo punto en su ropaje exagerado por las fechas festivas.
JungKook, quien optó por ponerse una playera negra y unos pantalones a juego con sus típicas botas, entra con TaeHyung a la casa. No les es complicado ver cada parte del lugar.
— Parece ser divertido, Kookie.
Lo primero que nota el pelinegro es el olor a alcohol, un olor que no le trae buenos recuerdos y que, en cambio, lo hace odiar la situación. La mesa de dulces no tiene nada de sabores ácidos, las luces de la sala son bajas y apenas se puede ver dentro del lugar. Además la música retumba en sus oídos, provocándole una molestia incómoda. JungKook se siente un tanto molesto por lo que le rodea, y sin poder evitarlo, una mueca de disgusto se dibuja en su rostro para después suspirar arrepentido.
¿Qué demonios está haciendo ahí?
— Esto no es divertido, es molesto —sentencia.
Por su izquierda llegan cuatro conocidos chicos —YoonGi, Joshua, HoSeok y Jimin—, vestidos con distintos disfraces que lo fastidian, aunque después de examinarlos por un segundo piensa que son bastantes interesantes y que definen a la perfección cada una de las personalidades de los conocidos amigos de TaeHyung. El castaño les sonríe, saludándolos con un movimiento rápido de manos.
— ¿Ustedes dos en una fiesta? —pregunta YoonGi en voz alta.
La música marea a JungKook, probablemente porque está demasiado fuerte y no está acostumbrado a esa clase de ambiente.
— ¿De qué hablas? —dice TaeHyung—. ¡JungKook adora Halloween!
La conversación de aquellos cinco sigue el clásico rumbo normal; sin embargo, a su lado JungKook está más que abrumado. La música lo consume, ni siquiera es de su agrado. Culpa a su padre por hacerlo oír música de viejos y acostumbrarlo a un tono tan bajo de volumen. El olor a alcohol cada vez se hace más notorio, lo que fácilmente debilita el aroma a madera de casa vieja. Los gritos comienzan a cobrar protagonismo, los disfraces cada vez se vuelven más extraños.
Aunque TaeHyung lo tiene tomado del brazo y parece conversar feliz sin soltarlo, se siente fuera de lugar. Preferiría sentarse... O irse, pero no se lo permite aún sujeto del brazo del chico. Siente de nuevo uno de esos estados tontos que constantemente lo invaden. No le duele el estómago, no quiere vomitar ni su mundo se pinta de azul... Simplemente hay un mal sentimiento instalándose en el borde de su corazón y quitándole la atención de los sucesos a su alrededor.
Transcurren así quince minutos de fiesta, donde todos los chicos conversan, se escucha la música pesada de fondo y se mantienen de pie en el mismo lugar. En la mente de JungKook no hay más que un constante deseo de irse, alejarse de la música y respirar un poco de aire fresco. No obstante, es cuando comienza a aburrirse que se voltea hacia los chicos y les habla en voz alta.
— ¿Podemos ir a sentarnos a algún lado?
Puede sentir en su corazón esa emoción... Una emoción que se mantiene estática.
Por otro lado, TaeHyung está más que consciente de que ese tipo de atmósfera no es ni medianamente cercana a la que JungKook suele frecuentar. De cierta manera, quiere intentar que haga algo nuevo, que pruebe otra clase de diversión... Si al final del intento JungKook quiere irse porque no está cómodo, entonces se irían. No es como si pudiera obligarlo a sentir cosas que no quiere.
Después de esa petición todos se mueven hacia unas mesas acomodadas al fondo del lugar, cercanos a la tabla repleta de dulces. El pelinegro por fin se sienta, aliviado, y presta atención a la conversación, teniendo un poco más de seguridad y comodidad, procurando no tener su clásica expresión de amargado y no echar a perder la fiesta.
— ¿Ya supiste quién te dejaba todos esos regalos?
La pregunta hace que JungKook se recargue hacia delante, queriendo escuchar más.
— No —responde TaeHyung—. Pero es raro. Incluso deja obsequios caros.
— Estuve intentando averiguar —dice Joshua—. Pero todos cubren a quien lo hizo.
Y como no hablan más del tema, dejan creciendo en el interior de TaeHyung y JungKook una duda que difícilmente podrían resolver pronto.
El pelinegro no tiene molestia alguna en su lugar, en cambio está concentrado en las pláticas que apenas comprende donde TaeHyung y los demás comparten diversas opiniones. O es así hasta que un fuerte olor a humo invade sus fosas nasales. A poca distancia suya, alguien fuma un cigarro con tranquilidad, como si fuese un espacio abierto. Después de un segundo intentando soportarlo, termina hartándose del intenso olor que, sorprendentemente, a los demás les da igual. Decide hablarle a TaeHyung.
— Voy a salir un momento.
— ¿Qué tienes? ¿Pasa algo? —pregunta TaeHyung, acercándose a él con una expresión preocupada.
— No me siento bien.
De inmediato, TaeHyung toma a JungKook de la mano, parándose del lugar y caminando hasta el jardín, donde JungKook podría tomar algo de aire fresco y calmarse. Es un poco difícil llegar pues los integrantes de la fiesta ya comienzan a bailar al centro de la gran casa de Joy. Los cuerpos moviéndose hacen que el menor meta el codo para evitar choques y errores en medio del tumulto, a la vez que se aferra un poco más a TaeHyung porque el castaño es capaz de perderse.
El jardín es una salida del caos para él. Aún algo mareado, se recarga en el barandal cercano, sujetándose del borde para evitar moverse de más y hacer que su mareo empeore.
— ¿Estás bien?
— Todo ese olor, el ruido y las personas me hartan. Estoy un poco mareado.
Tae no puede evitar preocuparse por él, de hecho hasta se plantea el irse de una vez y no seguir con el plan de la fiesta; no sabe qué tan mal está JungKook y qué siente. No obstante, antes de proponerle eso tiene que tranquilizarlo, por eso pone una mano sobre la espalda de JungKook, moviéndola de arriba abajo en un intento (patético, como piensa JungKook, aunque después lo aprecia) de hacerlo sentir mejor.
— Iré por un vaso de agua, aguarda aquí.
— Ve con cuidado —pide JungKook—. Observa bien qué traes, que no sea alcohol.
Mira a TaeHyung asentirle con una sonrisa, para después desaparecer entre la gente. Sus ojos caen en su entorno y exhala, dejando salir la frustración en su frustración. Eso que siente sabe que no es común. No es un dolor específico en su pecho, o algo que sea fácil de identificar. Más bien, es de esos dolores que llegan de maneras repentinas; tardas en darte cuenta de que están ahí y tan solo los ignoras hasta que un recuerdo o un pensamiento lo trae de nuevo al presente.
Recuerda sentir eso antes. Un montón de memorias viniendo y yendo, como una película dentro de tu cabeza que se alarga a cada segundo sin importar el momento o la situación en que te encuentres. Por ejemplo, recuerda la vez en la que le preguntó a su padre qué sucedió con su madre y todo lo que estuvo a su alrededor: el olor a alcohol, el tipo de música ochentera, las flores, los chocolates, las sonrisas, los regalos. Tiene en su memoria esa admiración al ver a dos personas siendo tan felices, como si uno completara al otro.
Ya tuvo eso antes frente a sus ojos. ¿Qué falta? ¿Qué recuerdo es el perdido en su cabeza? ¿Qué es eso que lo tiene en un estado de incertidumbre cuando presta atención a esa película interminable de memorias?
— Creí que estarías aquí con TaeHyung.
JungKook mira a su derecha, irguiéndose en su lugar para ver ese cabello negro, la estatura y la sonrisa intacta del chico enfrente suyo. Rápidamente, sin siquiera reflexionar sobre el momento, su sangre hierve y quiere soltar un golpe.
— ChangGu, ¿no has aprendido a no molestar?
La sonrisa del chico se ensancha. JungKook, fingiendo estar completamente bien, fija sus ojos en él.
— Tranquilo, KookiePookie. —El tono burlón hace que el pelinegro se sorprenda—. ¿A tu Poochie le gustaron los regalos que le envié?
JungKook muestra un rostro confundido por la incredulidad de aquella frase y la naturalidad con la que la dice, pero no tarda nada en cambiar su expresión a una enojada. ¿Por qué? La respuesta es más que obvia, se siente enojado, tanto así que quiere darle un golpe a ChangGu por decir y hacer ese tipo de estupideces, por llamarle "KookiePookie" y usar el apodo de TaeHyung en vano.
Sin embargo, piensa en otra cosa. Hay cabos sueltos en el embrollo aquel. Claramente no entiende cuál es el punto de ChangGu al hacer eso. ¿Por qué? ¿Cómo sabe de esos apodos? ¿Qué tiene en la cabeza?
— ¿Gastaste tanto dinero enviándole regalos a TaeHyung? —cuestiona JungKook, intentando retener su enojo—. ¿Y puedo saber por qué?
La gente loca sigue existiendo, y ChangGu es otro nivel por completo. Es lo que sabe Kook al instante, sabe que existen en el mundo cierto tipo de personas con los que no hay que meterse. Yeo ChangGu es definitivamente uno de ellos.
— Verás, creí que enviándole todo eso a TaeHyung, y sabiendo cómo eres, iba a lograr que él se diera cuenta de que nunca cumplirías sus expectativas.
Hace no mucho que JungKook pensó en esas expectativas... Aunque, de alguna forma, dejó de tenerlo en su cabeza tan constantemente como antes.
— Eres patético —respondió.
— Puede ser —admite ChangGu, moviendo la cabeza de arriba abajo—. Sin embargo y lamentablemente, Poochie está tan ciego que no se ha dado cuenta de cómo eres.
Jeon se siente cada vez más mareado, pero eso no le impide de ninguna forma tener la extrema necesidad de discutir a gritos con el chico enfrente de él. No es un seguidor de la violencia, confía en que los problemas se pueden acabar ignorando a alguien más o hablando tranquilamente... Oh, no obstante, en ese momento quiere darle un golpe de nuevo en la cara a ChangGu, solo para que termine pronto y por fin pueda irse.
Ahora bien, las palabras del pelinegro loco, sin quererlo, comienzan a calar en su cabeza. "Ser insuficiente, no cumplir las expectativas". Él tiene en cuenta que no es exactamente lo que cualquiera esperaría de una relación. Falla en muchas cosas, no es el mejor hablando ni expresándose, además de que no le agrada hacerlo. Aunque una parte de él confía ciegamente en que TaeHyung está bien así, que él espera en la medida de sus posibilidades, porque así es Kim TaeHyung; porque TaeHyung lo comprende por completo.
— Deja de llamarlo así, ChangGu.
"Poochie". Cuando era pequeño, cuando su madre aún vivía, ella le decía así a su papá. No sabe la razón especial por la que ese apodo fue utilizado, no sabe si en realidad hay una razón de su existencia. Lo único que sabe es que es lindo decirle a alguien así, y tiene esta idea porque durante el corto tiempo en el que estuvo con su madre percibió un enorme aura de felicidad entre sus papás, tanto así que el apodo quedó grabado en su cabeza. JungKook odia haber nombrado así a TaeHyung, y lo odia con todo su ser.
— ¿Debería? JungKook, tú, yo y todos sabemos que no quieres realmente a TaeHyung, ¿no es así? —La voz de ChangGu es cada vez más irritante—. Te ha hecho permanecer a su lado por un tiempo bastante largo. Ah, pero como me dijiste a mí y a todos los que han estado contigo, el amor es lo más... ¿Qué? ¿Inútil y estúpido del mundo? ¿O qué? ¿Vas a mentir ahora?
Sí, es cierto.
Es totalmente cierto que el amor es lo más estúpido del mundo. Y es tan inútil que no comprende por qué todo el mundo habla de él como si fuese la gran cosa, como si curara, como si hiciera bien.
La rabia, combinada con la enfermedad que poco a poco derretía todo su cuerpo, son un factor importante para hacerlo estallar.
— No —dice JungKook en un tono irritado. Hay seriedad y enojo en su voz—. El amor es lo más estúpido de este mundo, una idiotez. Es inútil, y pensar que lo pueda sentir es repugnante. Jamás me enamoraría de alguien como Kim TaeHyung, no debo hacerlo. Ni de ninguna otra persona. Lo que hago es irracional, es cuestión de tiempo para que se termine. Ahora, deja de joderme y lárgate.
El descargue de emociones no causa nada de él, incluso llegando a irritarlo más de lo que ya está. Pero, ahí lo tiene, es su respuesta.
ChangGu esboza una sonrisa, mirando fijamente al chico. El pelinegro, quien se siente mal, simplemente le dedica una mirada que le ruega con recelo y furia irse de una buena vez. Yeo se inclina un poco hacia su derecha y dirige los ojos hacia un tercero.
— TaeHyung, ¡me alegra que hayas escuchado lo que tu amado JungKook acaba de decir! —Chang mira a TaeHyung.
TaeHyung está quieto, con la expresión hecha un lío. ¿Cómo alguien puede decepcionarte tan fácilmente? ¿Cómo tu corazón se rompe en cuestión de segundos cuando se supone es tan resistente a esa clase de golpes? Es posible que el lío en su corazón se hiciera más grande al pensar que acaba de darse cuenta de que está más que enamorado de JungKook... Y que este acaba de decir que no se enamoraría de "alguien como él".
ChangGu da unos pasos hasta TaeHyung, con las manos ocultas detrás de su espalda, y se inclina para decirle algo al oído, solo para rematar la situación.
— Te lo dije —susurra burlesco—. Nunca le vas a gustar.
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