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» Capítulo XXXII

Esa mañana de 29 de octubre, dos días antes de la fiesta de disfraces organizada por Park SooYoung, TaeHyung entra a su aula después de que JungKook le haya acompañado todo el camino, costumbre que adquirió conforme pasaron los días. Parte de él data más que emocionado, y es posible notarlo con observar sus facciones alegres: demuestran felicidad pura... Las festividades son su parte favorita del año, siempre lo fueron y siempre lo serán. No obstante, por más que siente ganas de gritar y animar a los demás a amar las festividades tanto como él lo hace, lo único que hace al llegar es sentarse 9

     Algo capta su atención, algo que jamás había visto. Entonces, TaeHyung toma un ramo de flores en sus manos, sorprendido y confundido. Pero la confusión no es suficiente para evitar aquella sonrisa agigantada que da a notar su extrema alegría.

     Mientras, del otro lado de la escuela, Hong JiSoo apresura el paso, casi corriendo con todas sus fuerzas, hasta llegar a Park JiMin y Min YoonGi. Los dos chicos entran tranquilamente por las puertas de la escuela, conversando de tonterías y planes para las próximas celebraciones pues hay tiempo de sobra. No obstante, al prestarle atención al pelinegro, no saben describir la expresión de JiSoo cuando se pone enfrente de ellos y empieza a mover las manos con locura.

     A sus lados los demás estudiantes corren impacientes, chismeando entre ellos y hablando en alto para alertar a los demás de alguna situación que acontece. YoonGi, sorprendido, presta atención a Joshua, quien parece no tener palabras para describir el momento. Jimin, en un intento de hacerlo hablar, pretende tranquilizarlo.

     — Joshua, tranquilo. Dinos qué sucede con calma.

     — No, no. Es que... ¡Él...! ¡Ah! —grita Joshua, alzando sus manos. Luce emocionado, pero esa emoción es un obstáculo, pues ni YoonGi ni Jimin lo entienden—. ¡Flores!

     Los tres comparten miradas... Pero dos de ellos no han llegado al punto que impacientemente JiSoo quiere dar a entender. Harto de no poder explicarse, toma la mano de los dos, arrastrándolos con fuerza.

     — Vengan y véanlo con sus ojos.

     Jimin y YoonGi aceleran el paso, corriendo a la par de otros alumnos, pero no de toda la comunidad escolar, pues existen muchos que ni siquiera están interesados en chismes estudiantiles. Tras una vista rápida a su alrededor, los alumnos lucen completa y totalmente emocionados. Joshua casi quiere correr dejando a los dos chicos atrás, pensando en que no alcanzará lugar para ver el espectáculo del cual habla. Los susurros se oyen más alto y no pasan desapercibidos por nadie. El mismo YoonGi desea escuchar, saber qué pasa, entender hacia dónde corren con tanto fervor. Jimin también siente eso; al mismo tiempo que siente una corriente recorrer su cuerpo.

     Al poco tiempo, aquel recorrido los lleva a un aula. Ni Jimin ni YoonGi pueden ver nada, debido a su altura y a los que están frente a ellos. Joshua ve ligeramente; sin embargo, no ha alcanzado el lugar que quería.

     De poco en poco se hacen espacio entre todos, hasta dar con el rostro de Kim TaeHyung, quien es el centro de atención.

     — ¡TaeHyung recibió flores! —exclama Joshua.

     Ciertamente, a unos pasos de ellos, TaeHyung está admirando un ramo de diversas flores, perfeccionado con un lirio blanco en medio y colores chillones de otras flores. Él ama los lirios, y sí que son un gusto caro: los lirios son conocidos por su precio elevado y su delicadeza.

     A primera vista, todos saben quién ha enviado esas flores: Jeon JungKook.

     — Vaya, TaeHyung, ¡qué lindas flores! ¿JungKook te las envío?

     La pregunta pasa inadvertida ante las miles más que le caen encima. TaeHyung ni siquiera responde, está ahí de pie, observando las flores, embobado. ¿Cada cuánto pasan esas cosas? Cuando le repitió unas mil veces al pelinegro su gusto por esas flores, ¿realmente lo escuchó? ¿Es cierto que JungKook incluso en ese entonces ya le daba un poco de su atención?

     Está casi seguro de que ese ramo es un premio del mismo cielo, ¡demonios! TaeHyung busca en su cabeza los actos puros y buenos que hizo en la semana para tomarlos como excusa ante ese acto tan especial. JungKook no hace esa clase de cosas, menos sin avisar.

     Como puede, entre empujones y golpes, además de algunas palabras inofensivas, YoonGi, Joshua y Jimin se acercan a TaeHyung. El tumulto de personas es abrumador, así que se ven obligados a pedir un poco de privacidad (la cual, muy a fuerzas, los demás tienen que darles). Los estudiantes curiosos se van de a poco, a medida que avanza el reloj y se hace tarde para llegar al horario indicado a las clases.

     YoonGi observa la tarjeta del ramo, y lee en voz alta.

     — Para Poochie. —La voltea unas veces para mirar si tiene contenido en la parte de atrás y dice—: Sé que te gustan los lirios.

     Joshua se quiere morir de un infarto y una sonrisa tímida se escapa de los labios de Park Jimin. Todos están más que sorprendidos y no dudan ni un segundo en que la relación avanza conforme lo adecuado; además, ver a TaeHyung sonriendo como si quisiera gritar resulta en una satisfacción incomprensible en el fondo de sus corazones. Es interesante ver cómo la atracción, la costumbre, el cariño o hasta el amor, hacen que una persona "evolucione". Tratándose de Jeon JungKook, todo parece mejorar. TaeHyung toma una vez más el ramo y suspira.

     — Me encanta este lirio —admite Tae, aunque ya ha quedado más que claro.

     El pelinegro Joshua da unos saltos y le da un golpe amistoso a Jimin, quien le mira con una ceja alzada y apunta hacia TaeHyung, preguntándole con duda:

     — ¿Qué no acaso TaeHyung es tu crush, JiSoo? Luces más emocionado que él.

     — Sí, lo sé. —Mueve la mano, restándole importancia—. Pero JungKook también es mi crush.

     La campana que marca los horarios da un estruendo en los oídos de todos, así que las pocas personas que están ahí admirando el regalo de Jeon JungKook desaparecen. YoonGi mira a TaeHyung ser feliz, así que también se siente feliz. Jimin, por otro lado, admira cómo TaeHyung observa el ramo, como si fuera el propio JungKook: en sus ojos se refleja un brillo que solo lo hace ver más enamorado. A la vez, JiSoo baila de la emoción en su lugar. Todos experimentan la perfección de la felicidad, en diferentes medidas y diferentes razones.

     Pero TaeHyung, de un momento a otro, va más allá y se queda en las nubes, y es de esperarse. Jamás hubiese imaginado un regalo de ese tamaño, con esa importancia y esa sorpresa. ¿Es lo mejor que pudo recibir nunca? Sí, es más que lo mejor... ¡Lo mejor de lo mejor! Le gustaría mantener la escena una y otra en su cabeza; así, para guardar el momento en otro lugar aparte de sus recuerdos, saca su celular y toma una foto de las flores, dejando ver también la tarjeta.

     Hong JiSoo, quien se sienta, desde hace un tiempo, al lado de TaeHyung, observa al castaño sonreír con grandeza y estar en la misma luna. El tiempo pasa rápidamente y no sale del trance hasta que la clase de historia ha comenzado.

     — TaeHyung, ¿de verdad esperabas esto de JungKook?

     — Lo hacía, pero no creí que fuese posible —responde el castaño—. Era una fantasía imposible.

     Ah... TaeHyung y su lirio, posicionado en un lugar estratégico. Es lo mejor que pudiese existir en este mundo. Ese ramo es la perfecta demostración de que el alma cautivada e insistente de un humano puede romper la más firme barrera de sentimientos gélidos en alguien más.

[...]

JungKook está sentado en la banca de siempre, esperando por TaeHyung con paciencia. No ha tenido práctica de básquetbol los últimos días, así que se encuentra bastante calmado y poco cansado.

     Las fiestas de octubre se acercan y por más que le gustara el Halloween, sabe que no irá a la fiesta de Park SooYoung; en esa clase de fiestas a todos les gusta llenar su cuerpo de alcohol, y no es que le parezca algo del demonio, pero tampoco es que le agrade esa clase de ambiente asfixiante. Sin pensar mucho en eso, JungKook observa a los demás con detenimiento, reconociendo algunos.

     Unos toqueteos en su hombro le hacen girar la cabeza, encontrándose con TaeHyung. El castaño lo mira con una sonrisa más grande de lo normal, con ojos extraños y un inusual sonrojo en sus mejillas. No pasa desapercibido ante los ojos de JungKook, así que de inmediato abre la boca para preguntar.

     — ¿Qué te sucede?

     El castaño no puede creer lo que aconteció, y cómo JungKook está jugando con el momento solo para crear más expectativas. TaeHyung ha mantenido los lirios escondidos detrás de su espalda; y después de unos segundos de mirarse mutuamente, saca el ramo sonriente, extendiéndoselo a JungKook.

     Sus ojos confusos son más que suficientes para hacer dudar al mayor, quien no hace más que mantenerse quieto ante el silencio que abruma a ambos. JungKook mira el ramo, fijándose en el lirio blanco que lo adorna y lo hace ver solo un poco más bonito, para después apuntar hacia ellos y mirar a TaeHyung fijamente.

     — ¿De dónde sacaste eso, Poochie?

     Las palabras son para TaeHyung un golpe con guante o algo estallando en su corazón. Después de un segundo cuestionándose a sí mismo la situación, baja el ramo al igual que sus cejas. Cree que JungKook está bromeando, pero su expresión confusa y la seriedad en sus palabras no son más que indicadores para descartar una broma de mal gusto. Los ojos de TaeHyung se pasean indecisos en todas las direcciones posibles, incluso en el ramo que decide admirar un poco más; sin embargo, nunca se detienen en el rostro de JungKook.

     Vaya, eso sí que es otro nivel de desilusión.

     — ¿No las enviaste tú?

     — No.

     Poochie mira atentamente al suelo, con el dedo índice en su barbilla, intentando hacer memoria de la serie de cosas que pasaron durante la mañana. De pronto recuerda la tarjeta y la saca del bolsillo de su gabardina beige, tendiéndosela a JungKook para que la pueda observar con sus propios ojos. JungKook, quien no puede descifrar la clase de expresión que TaeHyung tiene, la toma con paciencia y lentitud.

     — Pero dice "Para Poochie" —dice TaeHyung.

     Aquel tono de voz es notablemente decaído, y no es para menos. Eso es sentir las ilusiones al tope y venirse hacia abajo en un solo segundo, de nuevo. ¿Está regresando al inicio? No... Ni siquiera Jeon JungKook puede ser tan cruel.

     Lo curioso es que no tiene ni una sospecha de nadie más, porque no muchas personas saben que él es Poochie.

     — No las envié yo —repite JungKook—. No me agrada que las corten. Mueren y después son un desperdicio de dinero.

     El castaño asiente incómodo y tomando la tarjeta entre sus manos y guardándola en su mochila con cuidado... Al menos ese será un recuerdo ligeramente agradable. Quiere tomarle poca importancia y lamentablemente se le hace imposible; el pensamiento de que su fantasía regresó a lo que en un inicio fue: una fantasía imposible. No es malo que JungKook sea tan sincero con sus palabras, probablemente no debe de tener expectativas de cierto tipo de cosas cuando sabe que son un tanto improbables.

     De hecho, casi no tiene expectativas. Solo las imagina de vez en cuando. Pero ahora lo que come su ser es que alguien más sabe que él es Poochie.

     JungKook no parece estar tan abrumado con la situación, o es lo que aparenta, pues no tarda en preguntar con curiosidad:

     — ¿No sabes quién te las dio?

     — No. Creí que habías sido tú, por eso no me puse a averiguar más. —TaeHyung toma el ramo con cuidado—. De todas maneras, qué importa.

     Pero JungKook sabe que el tipo de respuesta que TaeHyung suelta viene después de una ola de melancolía, tristeza y desilusión. De vez en cuando Tae es fácil de descubrir, fácil de entender; cosa que se le dificulta con otras personas. El menor se toma un tiempo prolongado para observarlo e intentar entender más de lo que cruza por su mente. Sin siquiera darse cuenta o con la intención de hacerlo, JungKook aprendió de TaeHyung más de lo que le hubiera gustado.

     El pelinegro mira la mueca triste de TaeHyung y suelta un suspiro pesado que sale del fondo de su estómago. De pronto se siente frustrado.

     — Sí importa —dice el pelinegro con su tono típico—. Alguien más te está diciendo "Poochie".

     De cierta manera a Tae le incomoda ese pensamiento. ¿Por qué alguien más lo está molestando con algo que le gusta mucho? Sin embargo, se encuentra un poco más concentrado en las flores, sintiéndose un poco más desilusionado a cada segundo al saber que JungKook no le dio esas flores. Es algo duro... y seco.

     — Sí, bueno. Debe ser alguien jugando pesado.

     El menor guarda silencio un momento, mordiendo su labio con un poco de nervios. Seguido de esto, sus ojos permanecen en TaeHyung, analizando expresión.

     — Poochie —llama al chico. El castaño le mira—. ¿Estás decepcionado?

     Cosas que odia y odiaría eternamente de enamorarse:

     1. La etapa de vómito, o mariposas o como cualquiera le llamara en esos tiempos.

     2. La etapa de salir, pasar tiempo, jurar y prometer cosas que no pasarían.

     3. La etapa de las ilusiones y, consecuentemente, las decepciones.

     Si a JungKook le preguntaran qué es lo que más odia en todo el mundo, no lo pensaría mucho. JungKook odia el "enamorarse" (la propia palabra es espantosa). Odia que las personas dependan de otra persona y del amor que poseen entre sí, que la gente muera por la misma razón. Que todo, todo, todo es amor, y ser románticos, y que el mundo gire alrededor de las relaciones. Que la gente, los medios, el corazón digan que el amor es necesario en la vida de cualquier ser humano. Su madre también le hizo creer que el amar y enamorarse es parte de todo y todos.

     El menor tiene una conclusión: ese es el estado más estúpido del ser humano. ¿Por qué la gente se enamora?

     TaeHyung mira a JungKook, dudando en si decirle lo que está sintiendo. No quiere sonar demasiado duro con sus palabras y tampoco quiere dejar todo en el limbo para que el otro saque conclusiones incorrectas.

     — De ti, no —dice TaeHyung—. Mmm, estoy desilusionado, de verdad creí que eran tuyas. Pero no es tu culpa... Es decir, no sabías que eso pasaría.

     Ante esas palabras, JungKook no sabe qué sentir con exactitud. Lo único que tiene por seguro es que no lo toma a mal... Comprende a TaeHyung a la perfección.

     — ¿Te las vas a quedar?

     Enamorarse lleva consigo muchos problemas. Enamorarse implica: mariposas (estado que odia), celos (estado que odia más que nada), ilusiones, decepciones, el eterno recuento de todas... Y volver a iniciar. Morir. Morir de amor, morir de ilusión, morir de emoción. Después vienen las ganas de vomitar, más ganas de hacer feliz al otro, ganas de esto, de todo. Así comienzas a amar. Amas. Regresas al inicio. Recomienzas. Experimentas todo, una y otra y otra vez.

     — Sí —dice TaeHyung—. Sería un desperdicio, están bonitas.

     Y cada uno de esos sentimientos lleva consigo algo peor.

     — Está bien. Vamos, iré a dejarte a tu casa.

     Porque al final, cada uno de los estúpidos estados resultan ser inútiles. Ninguno se queda al final.

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