» Capítulo XXX
Si JungKook tuviera que describir a TaeHyung en una palabra, sin duda alguna usaría "molesto".
— ¡JungKook! ¡JungKook! ¡Vamos a comer helado!
Si alguien le dijera que podrían ser dos palabras, serían molesto y optimista.
— No —contesta el pelinegro, viendo a TaeHyung delante suyo. Los ojos del castaño giran, luego regresan a JungKook—. Ya vienen los exámenes. Tienes que estudiar.
Tal vez es su personalidad animada y que no se rinde la que llama su atención, la insistencia que fluye con sus expresiones y te dice lo que piensa; tal vez es todo en TaeHyung lo que le parece "optimista". Sea lo que sea, JungKook está un poco más que impresionado por eso.
TaeHyung se mantiene de pie enfrente de él, observándolo. ¿Por qué JungKook siempre busca la manera de evadir ese tipo de propuestas? El castaño fija los ojos en el pelinegro, analizando su expresión aburrida; JungKook también lo está viendo fijamente, casi sin parpadear. Los dos tienen un montón de pensamientos sobre el otro, cosas buenas y cosas malas, gustos y disgustos. Eso solo logra reforzar su extraña relación, haciéndola un poco más duradera.
En pocos segundos, TaeHyung empieza a reírse y le da una palmada amistosa a JungKook.
— Ya. Hablo en serio, Pookie —dice en voz alta, observando a JungKook rodar los ojos al escuchar su apodo—. Ni siquiera estudio para los exámenes.
La respuesta no es una sorpresa para JungKook, menos conociendo a TaeHyung, quien tiene un talento aparte de ser insistente y determinado: pasar el año reprobando los exámenes. ES un talento que no comprende y que tampoco se atrevería a cuestionar. El pelinegro asiente repetidas veces y lleva su mano izquierda a los cabellos de TaeHyung, para después abrir sus piernas en compás y tener cara a cara al chico, hablándole así.
— Lo sé —burla obvio—. Por eso repruebas.
JungKook se irgue en su lugar, mirando desde arriba a Tae, pero no mueve la mano de su cabeza. El castaño se queda callado, bromeando con haberse molestado por lo que ha dicho el pelinegro. Igual, TaeHyung no está tan mal de calificaciones... Excepto en matemáticas, y en historia... Uh, y está reprobando inglés también... Y educación física ni hablar. Es más, ¿por qué demonios hay educación física? Ni siquiera es importante. Es decir, solo lo hacen correr. ¡Marcha para que quiten educación física! No es una propuesta muy apoyada. Lo propuso muchas veces al presidente estudiantil y no funcionó (aunque el de los años pasados, su primo el inteligente, lo propuso, pero no pudo).
El menor, con los ojos puestos en TaeHyung, observa su expresión y le revuelve el cabello cuando cree que es suficiente por el momento, provocando que Tae se tome sus mechones y los acomode para que su peinado permanezca bonito.
— Siempre que haces eso me despeinas —se queja de broma antes de sonreírle al chico—. ¿Sabes cuánto tardo peinándome para verme guapo solo para ti?
Cualquier persona hubiera sonreído, o se hubiera sonrojado, tal vez regresado algún halago. A veces, cuando las personas crean relaciones entre sí, suelen hacerse expectativas fuera de la realidad... Entonces, hay decepción. Sin embargo, cuando haces expectativas dentro de la realidad... los resultados son... extrañamente satisfactorios.
JungKook, muy a diferencia de cualquier otra persona, dice:
— ¿Te peinas?
Gracioso, tanto que TaeHyung abre su boca en una "O" gigante y se ríe, notando los ojos burlones del pelinegro.
— Oh, ¿crees que es gracioso, Jeon JungPookie? —El nombre sale rápidamente, antes de acercarse unos pasos al pelinegro.
El menor está sonriendo... ligeramente. Solo ligeramente, lo normal, como suele hacerlo cuando algo le causa un ligero sentimiento de gracia. Como en ese instante, en que TaeHyung quiere verse como un chico enojado que lo golpearía, pero es totalmente lo contrario. Tae no mataría ni a una mosca.
Las sonrisas en él no son comunes, ni grandes ni pequeñas, aunque sabe que JungKook se divierte estando a su lado (porque se le ve, o lo percibe de alguna manera). Aunque sigue siendo raro que fuera tan espontáneo con él de vez en cuando. Si bien es cierto que no es la primera vez que sonríe por su causa, a TaeHyung le entusiasma mucho, así que sonríe con él.
— Todas las mañanas te ves igual, así que importa poco.
— O sea, ¿todas las mañanas soy el mismo simple y feo TaeHyung?
— No dije que fueras simple —agrega JungKook, ladeando la boca con algo de disgusto—, tampoco que eres feo. Me refiero a que tu cabello siempre se ve igual.
Aunque el pelinegro no está preocupado porque sus palabras se puedan malinterpretar, tiene la necesidad de corregir y aclarar lo que ha dicho. Es suficiente cuando TaeHyung le sonríe, rodando los ojos y comprendiendo a lo que se refiere.
El mayor asiente y se pone su lado para seguir caminando por la acostumbrada ruta. Al llevar la mochila, está algo cansado; eso quizá se le nota. A causa de este cansancio (el cual solo es una estúpida excusa para estar más cerca de JungKook), su mirada cae en Jeon, con ojitos de perrito triste y toquetea unas cuantas veces su hombro. Está usando una vez más aquella mágica estrategia llamada "Causar ternura"... Todos saben que ese truco es tan viejo y simple como efectivo.
JungKook baja la mirada y lo que ve es la cara más ridícula que nunca ha visto. Dios, ¡incluso él sigue sorprendiéndose con ese chico! TaeHyung es tan infantil.
—¿Y ahora qué quieres? —JungKook le pregunta, sabiendo qué significan esos ojos.
Lleva un tiempo haciendo eso... El truco de los ojitos mágicos. Ha conseguido mucho con esos ojitos de perrito, desde peticiones imposibles hasta los más mínimos deseos. Unas veinte frases utilizadas fueron más que suficiente para satisfacer a TaeHyung. "JungKook, déjame ir unos pasos más cerca de ti", "JungKook, por favor, ¿puedo ir a tu practica?", "¿Me dejas sentarme contigo todos los días?", son ejemplos de algunas.
Lo peor de todo es que no puede responder algo tan sencillo, JungKook no puede decirle "No" a la cara. Está limitado, por primera vez en sus diecisiete años de vida.
— Es que estoy cansado... Quiero tomar tu brazo e ir recargado en él. —TaeHyung apunta unas veces el brazo del chico y suelta una risa nerviosa.
Más que una risa nerviosa, es una risa que demuestra sus más puras intenciones. "Cansado", "Triste", "Desanimado". Jeon ya tiene memorizadas todas esas palabras.
— ¿Qué? No —responde incómodo. La cercanía, especialmente con TaeHyung, le da ganas de vomitar—. ¿Por qué estás cansado?
TaeHyung ha perfeccionado su método para pedir cosas. No solo utiliza su rostro, sus acciones o sus ojos mágicos (los cuales no quita en ningún momento), sino que se ha atrevido a utilizar cosas de su alrededor, cosas cotidianas que, según él, le dan más credibilidad.
— Mi mochila pesa mucho.
— Entonces dame tu mochila, yo la llevo.
JungKook intenta tomar la mochila del castaño, con deseos de evitar situaciones incómodas, pero TaeHyung se mueve para que no lo haga. El pelinegro alza la mirada y sus ojos captan a TaeHyung sonriendo nervioso, porque sabe lo que está haciendo y no piensa detenerse. En un intento nuevamente desesperado pretende tomarla entre sus manos... TaeHyung no lo deja hacerlo... Es que tiene muy buenas razones para no permitirle hacer eso.
— Dame la mochila —pide JungKook mirando el objeto.
El castaño se niega a entregarla. Con algo de nerviosismo, sosteniéndola más fuerte.
— No —contesta negando con su cabeza—. Quiero tomar tu brazo y recargar mi cabeza.
No es la gran cosa. De hecho, comparado con muchas otras acciones, tomar el brazo de JungKook no es nada relevante. No obstante, el pelinegro no quiere. Es demasiada cercanía, más de la que naturalmente está acostumbrado a tomar, y resulta estresante y doloroso a la vez. Se sentirá mal todo el camino si permite algo como eso. Parece que le da un ataque de taquicardia cuando tiene contacto con él, es por ello que eventualmente se vuelve incómodo esa clase de contacto físico. TaeHyung, en cambio, está acostumbrado a acciones semejantes.
JungKook experimenta cosas nuevas conforme la marcha de una lenta relación (aunque TaeHyung dice que no ha tenido novio antes, resulta no estar tan nervioso, o no lo demuestra). El pelinegro odia eso, odia sentirse como si su pecho fuera a estallar y todo se pinte, automáticamente, de su color favorito. Es un asco, al grado de darle pavor y ganas de sentarse a cerrar los ojos, imaginándose en su lugar tranquilo. No está acostumbrado. Nada acostumbrado.
Y por eso evita que TaeHyung haga movimientos tan toscos y repentinos.
— Yo no quiero. Dame la mochila, por favor.
Cuando JungKook va de nuevo a tomar la mochila, TaeHyung la saca de su agarre una vez más, regalándole una expresión confusa.
Decir que JungKook está entrando en pánico es poco, sus facciones combinan preocupación y desespero. Sabe que aquella petición no es la gran cosa... ¿Qué es tomar la mano o el brazo del otro? En realidad nada, quizá la más mínima prueba de una relación, de cariño o algo que los uniera de forma distinta a las amistades o a los compañeros. Aun así, odia hacer esas cosas, añadiéndole a sus pobres costumbres que le parece un tanto absurdo. Kook sigue pensado que es como exhibir que tiene novio, que son pareja y un montón de cosas más.
El mayor sabe que tiene que ir lento con él, que hacer esas cosas solo hacen que su casi novio se presione.
— Está bien, ya no te molestaré. Solo dime por qué no quieres.
— Me pones nervioso, realmente nervioso —admite JungKook—. Ya dame la mochila.
TaeHyung le tiende el objeto con una sonrisita, y JungKook se la cuelga en el hombro rápidamente. Suelta un suspiro, tranquilizándose porque ha pasado el momento más incómodo de toda su vida después de confesar semejante cosa. Lo que hace uno por estar cómodo... Dándose media vuelta sobre su propio eje, comienza a caminar con Tae a su lado.
El castaño lo mira de reojo. Parece que JungKook está incómodo, totalmente incómodo. Se pregunta si JungKook odia esas cosas, si es cierto que su propia personalidad es tan odiosa como él dice. Por un momento se siente mal por ser insistente... Aunque después recuerda que su insistencia le dejó vivir ese mismo momento... Si TaeHyung fuese de los que se rinden fácil, no estarían ahí.
— Lamento juguetear la mochila y no dejar que la agarraras... Y ser tan insistente.
JungKook observa por el rabillo del ojo a TaeHyung, después fija sus ojos al camino. No está molesto... Está avergonzado. Lo está desde el instante en el que la frase "Me pones nervioso" salió de su boca... Es más, está avergonzado desde que le dijo a TaeHyung que le gustaba..
Él odia decir esas cosas... Muy a contraste de TaeHyung, quien parece amarlas.
— Lamento no querer que agarres mi brazo, o que recargues tu cabeza en él.
— ¿Te pongo nervioso?
Esa pregunta sí sale como una diminuta burla, pues TaeHyung no puede mantener su naturaleza insistente para sí mismo. El pelinegro se queda quieto, girando todo el cuerpo hasta quedar frente a frente, a cierta distancia, de TaeHyung. Pensando cuidadosamente lo que ha de hacer, JungKook observa con sigilo al chico para después abrir las piernas en compás con el propósito de hablarle cara a cara a Tae. Está tan avergonzado con sus palabras, sus acciones y su actitud infantil, que no sabe qué más hacer; su única idea es hacer una petición.
— No repitas eso en toda tu vida —pide JungKook—. Es más, olvida que lo dije.
Quiere sonar intimidante. Jura hacer su mayor esfuerzo y sacar todo el coraje de su interior. En los ojos de TaeHyung distingue un nuevo sentimiento y cree tener la victoria cuando le mira serio. No obstante, todo el plan y el show de la intimidación falla cuando él le sonríe y pone el dedo meñique enfrente de su rostro.
— Te prometo que no lo repetiré más, si tú me prometes que no se lo vas a volver a decir a nadie.
Ah... Lo único que piensa JungKook es en la clase de persona que, después de un intento de intimidación, suelta ese tipo de palabras... Solo Kim TaeHyung hace algo como eso y tiene la valentía de seguir con lo suyo.
El dedo meñique de Tae se mantiene en alto, frente a los ojos de JungKook. El pelinegro dedica toda su atención a la mano que espera pacientemente que algo suceda... ¿Por qué TaeHyung se empeña en hacer ese tipo de cosas? Y, además, ¿esa es una promesa? JungKook no se mueve, pensando y dudando sobre lo que significa esa inocente seña.
Parándose correctamente en su lugar, prefiere no pensarlo más y enrolla su dedo meñique con el de TaeHyung.
— Hecho, Poochie.
— ¿Te puedo pedir algo más?
JungKook no suelta el meñique de TaeHyung, pues el otro parece estar embelesado con la unión de sus manos, y asiente unas dos veces antes de escucharlo hablar.
— Caminemos con los meñiques así, ¿bien?
Por un segundo no cree lo que escucha... Sigo insistiendo, ¿qué más esperar de alguien como TaeHyung? Está harto, muy harto. Harto de la cercanía, harto del dolor en el pecho. Por más que quiera hacer esa clase de cosas, ¿porqué todo es tan difícil? Incluso si JungKook está determinado a seguir con cosas normales y relativamente comunes, tiende a detenerse cuando su estómago le duele tanto que le cuesta respirar. JungKook suspira... Bien. Es TaeHyung, es lo único positivo en el asunto... Por TaeHyung se tiene que acostumbrar.
— Como sea. Solo por hoy.
Cuando JungKook baja la mano, Poochie también lo hace. TaeHyung no puede creer que ha logrado su cometido y simplemente atónito sonríe en grande al pelinegro, que a duras penas hace de sus labios una fina línea mientras suspira.
Con los meñiques enrollados comienzan a caminar. TaeHyung demasiado feliz; el otro, con dolor de estómago pero lo suficientemente bien para caminar sin quejas ni reproches...
Aunque no puede engañar a nadie, JungKook también está feliz.
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