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» Capítulo XXVIII

Las cosas tienen una manera rara de ser. Ahora, aunque TaeHyung quiera avanzar, y avanzar y avanzar, parece que JungKook está muriéndose por retroceder cada vez más; siente que TaeHyung está apresurándose, y esa necesidad le afecta la percepción de su relación.

     — Salgamos en una cita.

     JungKook está siendo de nuevo un tanto reservado con sus opiniones; esta actitud es producto de sus deseos por avanzar lentamente. Caía el tenue clima de las fechas de octubre, y el aire fresco tocaba las mejillas de todos, a la vez haciendo que las ramas de los árboles choquen entre sí, cuando JungKook, al igual que aquel clima, comenzó a enfriarse.

     — No —dice JungKook algo confundido—. ¿Por qué quieres salir en una cita?

     Claro que no, o sea, no... No es como si quisiera hacer las cosas oficiales de una vez, convertirse en novios de la noche a la mañana y obtenerlas recompensas necesarias. Quién sabe, quizá hasta acercarse más a JungKook; por fin llevarlo al arcade a jugar, o invitarlo a comer, al cine; hacer que se tomaran una foto juntos. Quién sabe, ¿pero TaeHyung tiene intenciones escondidas? ¡Claro que no! Qué va, nunca. Quiero decir, ¿cómo pueden pensar que Tae tendría otras intenciones? Él sólo quiere estar con su novio no oficializado, Jeon JungKook.

     La verdad es que TaeHyung quiere pasar más tiempo con él. Si bien JungKook ha estado actuando como siempre, también cree que si pasan más tiempo juntos, eventualmente la relación mejoraría al grado de escuchar la voz de pelinegro con más frecuencia.

     Sin embargo, sus deseos se ven retenidos por la respuesta cortante y evidentemente evasiva del chico, la cual rápidamente lo hizo bajar al suelo.

     — ¿Eh? ¿Ahora ya no quieres estar conmigo?

     — Deja de decir tonterías —suelta JungKook poniendo la mano sobre el cabello del chico—. Has estado pegado a mí las últimas dos semanas.

     TaeHyung suelta una risita boba, balanceándose en su mismo lugar antes de sonreírle a JungKook dulcemente. El pelinegro le mira por unos segundos, como es costumbre; pero evade sus ojos en cuanto siente que el tiempo ha transcurrido demasiado. Le presta atención a algo más, mientras esperan sentados a que se haga un poco más tarde, pues sus clases habían terminado unas cuantas horas antes y quieren perder tiempo (o ganar) antes de que TaeHyung se fuera a casa.

     — Es que me gusta estar contigo.

     Como siempre, la sinceridad del castaño es suficiente para que a JungKook le gane su propio nerviosismo.

     — Sí, entiendo eso —responde—. Pero eres tan empalagoso.

     Es hora de usar el arma secreta. TaeHyung se sienta en su lugar, pone carita de cachorro triste y junta sus manos para ver a su casi-novio con mucha atención. Esa carita siempre funciona. No, no es chantaje, ni una escapatoria; de hecho, ni siquiera es el arma más poderosa. La expresión de cachorro funciona lo suficiente para hacer que JungKook caiga en sus peticiones y las acepte gustoso. Es fácil usarla y además le da puntos extra en la relación.

     TaeHyung ama molestar a JungKook. Aunque no siempre lo logra, puesto que JungKook comienza a especializarse en ser toda una roca, capaz de evadir aquellas miradas bonitas que TaeHyung hace para convencerlo.

     — ¿Cómo puedes decirle eso a quien te gus...?

     JungKook de inmediato lleva una mano a TaeHyung y le cubre la boca. También le conoce las manías a aquel castaño de ojos incesantes; el recordarle a cada instante que la atracción y gusto es mutuo se ha convertido en su acción favorita. Pudo entender en poco tiempo que él tomaría esa confesión como su frase preferida y la usaría como una de sus mejores armas. Quizá un tiempo atrás, JungKook no lo había notado. Sin embargo, seguido de repetidas, y repetidas, y repetidas veces en las que JungKook escuchó la frase "Te gusto" o "Quien te gusta" después de alguna oración que TaeHyung usaría exclusivamente pasa convencerlo sobre algún tema, comprendió que solamente disfruta el verlo pasar vergüenza y sentirse mal.

     — No me chantajees con eso. —JungKook le mira fijamente—. No te funcionará hoy.

     TaeHyung se recarga hacia atrás y suelta un sonido de fastidio. No tiene sentido si JungKook ya sabe que lo va a molestar de aquella manera, pues hasta él puede predecir lo que el pelinegro dirá y pensará. No resulta divertido. Dejando de lado el tema, se vuelve a poner recto, cercano a JungKook y le sonríe.

     — ¿Tienes algo más que hacer?

     — No —responde JungKook—. Hoy no me apetece estar fuera. Hay demasiada gente, ¿recuerdas? Ya viene la temporada de Halloween.

     TaeHyung asiente repetidas veces antes de sacar algo de su mochila, mirarlo y volverlo a meter. No sabe qué más hacer, o de qué hablar, así que se pone a pensar en qué podrían hacer para perder la tarde. Además, quiere pasar más un poco más de tiempo con JungKook para recobrar la cita que le negó hacía un tiempo.

     Pensando en muchas actividades y centrando la mente en algunas cuántas cosas de la escuela, cae en cuenta de que no sabe mucho de JungKook. Es decir, solo las cosas que de vez en cuando le preguntaba, quizá sin sentido, quizá un poco irrelevantes, nada que describiera a la perfección al pelinegro en caso de que alguien le preguntara quién es Jeon JungKook. Nunca fue, exactamente, muy conversador sobre lo que le pasaba, o lo que le gusta, o cómo es su vida y esas cosas.

     Incómodo, mira a JungKook, quien está tranquilamente esperando que la hora de salida de los demás llegue. No está pensando nada en especial, en nada más que el rumbo que ha tomado su vida. Hace algo de frío y su linda gabardina está sobre él; además, lleva su nuevo maletín, el regalo de TaeHyung, el cual ha estado usando con sumo cuidado, pues le gustó demasiado. Aunque no volvió a mencionar nada de eso después de aquel día.

     JungKook mira de reojo a TaeHyung y lo encuentra observándolo.

     — Siempre te digo que no me mires así, y lo sigues haciendo.

     El chico a su lado suelta una risa boba antes de acortar la distancia que había. Es poca de por sí, más corta de lo usual. TaeHyung comenzaba a tomarse esa clase de libertades, el hablar, el acercarse o el decirle cosas vergonzosas. Hace a JungKook sentir incómodo; el pelinegro no suele tener tan cerca a las personas.

     — JungKook...

     — ¿Qué?

     — ¿Cuál es tu color favorito?

     Se queda un segundo en silencio. Hacía tiempo que alguien no le pregunta sobre eso. Sinceramente, hubiese preferido quedarse callado y no hablarlo, pero con TaeHyung ahí, mirándolo con sus ojos cafés esperando respuestas, es totalmente imposible de ignorar.

     — El azul —responde con desdén.

     TaeHyung creía que era el negro. Al parecer estaba equivocado. Puede que le gustara mucho ese color, pero no es su favorito. Además, nunca lo había visto usar algo azul. ¿Eso es posible? Bueno, lo está presenciando.

     — ¿Y por qué?

     Una vez más, el silencio se apodera de JungKook. No obstante, fue menosde un segundo, ya que JungKook, sin titubear, alza la voz

     — Era el color favorito de mi mamá.

     TaeHyung siempre tuvo dudas sobre eso. ¿Qué le pasó a su mamá? Sabe que está muerta; sonara o no demasiado duro, pero más allá de eso, no tiene ni la más mínima idea de lo que la señora Jeon sufrió, cómo murió o cuándo lo hizo. No lo mal entiendan, no es nada de morbo. Es solo que JungKook no suele hablar mucho de ella; casi nada, y menos de su padre.

     El castaño quiere saber si aquella actitud tan gélida y despreocupada es producto de su pérdida; si ella, la mamá de JungKook, tiene algo que ver con cosas relacionadas en su vida. Por ejemplo, como el color azul. Bien, al menos ahora sabe que ese es su favorito.

     — ¿Recuerdas a tu mamá? —TaeHyung se atreve a preguntar.

     No sabe si ha tocado algún punto débil o un nervio que hace que JungKook permanezca callado y pensativo. Se lo ve incómodo. TaeHyung teme haber revivido un momento que de seguro JungKook no desea recordar. A sabiendas de que la señora Jeon no está, se hace una vaga idea de lo que el pelinegro está pensando; TaeHyung no puede imaginar la vida sin su mamá, o su papá, y por el contrario JungKook le dijo una vez que no le dolía, que el recuerdo de su mamá es vago y mínimo. Pero la cuestión es, ¿en realidad a JungKook no le duele el haber perdido a su madre?

     Al no recibir respuesta, Tae se cohíbe en su lugar, viendo cómo todos se pasean por la escuela sin tener percepción de lo que sucede entre esos dos. El ambiente es incómodo, al grado de poderse cortar con la punta de los dedos.

     — No la recuerdo bien —responde JungKook con confusión.

     Entonces TaeHyung le mira desde su lugar, con las cejas fruncidas. Fácilmente se da cuenta de que el pelinegro tiene los ojos fijos en un punto perdido del suelo. Tal vez intenta recordarla. Tal vez el pelinegro busca entre sus memorias algo que le hiciera saber cómo era su personalidad y la forma en la que sonreía.

     JungKook no tiene idea de cómo era su madre comúnmente, solo posee momentos esporádicos revueltos en su cabeza. Lugares específicos, momentos que son obvios de recordar, algún regaño, cosas que tenía que recordar porque eran necesarias. Sin embargo, no tiene idea de cómo hablaba o cuál era el tono de su voz, su forma de caminar o de bailar. Mil veces deseó preguntarle a su padre, saber si tenía algún video de ella, una foto que no fuese el cuadro de la sala o la foto donde están en su cumpleaños y apenas se le distingue la sonrisa. Quería saber si su cabello era negro o castaño, el color exacto; si era de baja estatura, para compararla con la suya; si su actitud era tan radiante e insistente como contaba su papá de vez en cuando.

     — Solo recuerdo que cuando llegaba del trabajo me revolvía el cabello.

     TaeHyung quiere decir algo pero mejor se queda callado, esperando así que JungKook continuara hablando del tema. Pero JungKook no lo hace. Solo se queda callado intentando recordar aquel momento: su mamá entrando, diciendo algo, y revolviendo su cabello con todo su cariño puesto en la palma de su mano.

     El castaño suspira, esperanzado en no interrumpir un instante de debilidad en su "novio".

     — ¿Y tu papá? ¿Cómo es tu papá? —termina rompiendo el silencio, viendo a JungKook.

     La primera imagen que tiene JungKook al describir a su padre es su propio reflejo. Ambos son, prácticamente, lo mismo. Desde la apariencia hasta la actitud.

     — Es como yo —responde.

     Tae asiente unas cuantas veces, imaginándose al señor Jeon. Le causa gracia que no es tan complicado como creía, de hecho piensa que el señor Jeon es la copia exacta de JungKook, con diminutas diferencias y tal vez una expresión más seria y terrorífica. Nada alejado de la realidad. Dejando el tema de lado, TaeHyung decide adentrarse un poco más en el pelinegro a su lado y con valentía sigue cuestionando al chico.

     — ¿Puedo hacerte preguntas sobre ti?

     A pesar de que JungKook no siempre se siente cómodo recibiendo preguntas, accede a la propuesta asintiendo, pues no le parece que TaeHyung esté siendo molesto. Deja de un lado su maletín, cruzándose de brazos para recargar la espalda en la banca y poner los ojos en TaeHyung, mirándolo fijamente.

     — Ajá.

     Pero no pudo estar más equivocado, ¿cuándo aprenderá? Kim TaeHyung no puede dejar de ser "un molesto chico".

     — ¿Cuánto te gusto? —cuestiona TaeHyung con una sonrisa tímida.

     "Soñar a veces es bueno", se repite internamente el castaño, sabiendo que lo más probable es que JungKook no le responda.

     Y sí. Como a JungKook le molesta todo, esa pregunta también lo hace. ¿Cuánta es la necesidad de sacar ese tema tan seguido? Como si una confesión no bastara. Rueda los ojos, tediado ante lo que cuestiona el chico. De todas maneras, solo porque ésta de bien humor, decide responder.

     — No lo sé —dice.

     Perplejo, TaeHyung no puede creer que tenga esa manera tan extraña de evadir una pregunta importante. Aunque lo comprende; sabe que JungKook difícilmente respondería a algo así. En forma de protesta, y molestándolo un poco, también le rueda los ojos para después continuar con la siguiente pregunta.

     — ¿Cuántos novios o novias has tenido? —habla decidido.

     JungKook ríe cínico, algo gracioso por la forma en la que el castaño habla, no sin antes dejar de cruzar sus brazos y acomodarse bien en la banca.

     — Quizá unos treinta... y dos.

     — Eso es jugar pesado —admite TaeHyung—. Me refiero a novios de verdad.

     JungKook se queda callado un momento, y pone la mano en su mentón. Tiene la cabeza en dos cosas: la pregunta y la forma en la que el tono de TaeHyung refleja perfectamente sus sentimientos. Si lo piensa bien... Entonces la respuesta sería...

     — Entonces ninguno.

     — ¡¿Y yo qué?!

     — Estamos en proceso. No te emociones.

     El castaño le suelta un golpe suave en el brazo antes de rodar los ojos. No quiere mentir, pero sí se ha emocionado. ¡Y cómo no hacerlo! JungKook es serio. Todo lo que dice y hace es con la misma estúpida cara de siempre. Usa su voz inexpresiva hasta más no poder, y por lo tanto es difícil identificar el tono de lo que quiere decir. ¿Feliz? ¿Emocionado? ¿Serio? ¿Todo o nada? Eso le agrada a TaeHyung de cierta manera. Lo que no entiende es cómo sabe con exactitud cuándo JungKook está enojado, por ejemplo el día que peleó con ChangGu. Es raro, principalmente porque JungKook no se enoja seguido.

     Bueno, hasta donde él sabe.

     — Descríbeme en una palabra, Kookie.

     — Molesto. De verdad odio que me digas así —admite JungKook.

     A TaeHyung a veces le molesta que JungKook diga esa clase de cosas; sin embargo es válido. La única forma de continuar con esa clase de apodos, es convencerlo.

     — ¿Sabes? Llamarte así es la única manera en la que puedo demostrarte cuánto te quiero.

     El pelinegro lo mira solo un segundo, rodando los ojos.

     — Está bien, entonces sigue llamándome así —responde desinteresado.

     Es de esperarse que TaeHyung se emocione y comience a zarandear a JungKook del brazo. Quiere gritar, porque siente una presión en su pecho, un sentimiento tan nuevo y poco experimentado que alimenta sus propias esperanzas y expectativas. No obstante, JungKook simplemente se queja en voz alta.

     — Deja de moverme así. Harás que me duela la cabeza.

     — ¡Entonces...! ¡Entonces te gusta que yo te de car-...!

     JungKook le lleva una mano a la cara, pidiéndole de una forma poco común que guarde silencio y detenga sus gritos de niño.

     — No. Si te digo que dejes de hacerlo, vas a hacer otras cosas para "demostrarme cuánto me quieres". No me voy a arriesgar.

     TaeHyung suelta una risa, pues eso es lo que siente más que estar abatido o triste por aquella respuesta. JungKook es inteligente, y tiene razón. El castaño solo busca la excusa perfecta para hacer sus movimientos. Le arrebató la oportunidad de, por primera vez, al menos, tomarle la mano.

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