» Capítulo XXVII
Es una mañana nueva. TaeHyung mira desde su lugar en la cafetería la mesa donde JungKook está sentado, en la misma zona de siempre. Es curioso que, con su insistencia y la capacidad de convencimiento que tiene, TaeHyung no se haya sentado ni una sola vez a desayunar o pasar el rato con JungKook. Además, siendo sinceros, el tiempo después de la escuela y por las mañanas parece ser insuficiente; quiere pasar más tiempo con él y fortalecer su relación.
La mesa de Jeon JungKook está rodeada por muchos individuos: algunos jugadores del equipo (que no conoce bien), chicas del club de canto (que quieren convencer a JungKook de cantar); también chicos del club de matemáticas, algunos otros coquetos que están ahí intentando saber de él, y... Básicamente cualquiera que consiguiera sentarse en esa mesa, lo cual resulta bastante extraño y difícil de entender. Las personas seguían como un rebaño a aquellos que creían eran dioses, ¿pero quién es Jeon JungKook entre ellos? Nadie, no es absolutamente nadie; solo un chico que se hizo una mala fama por sus acciones y relaciones obligadas al ojo de la presión que todos ejercían cuando se le confesaban públicamente.
Pero la culpa no solo cae en los demás, sino también en él mismo, por no tener voz y voto cuando carga con una personalidad tan particular como la suya.
TaeHyung revolotea los ojos, harto de su particular forma de ver las cosas, y suelta un manotazo en la mesa, asustando a JiSoo, a YoonGi y a Jimin, quienes desayunan tranquilamente.
— Quiero ir a desayunar con JungKook —exclama animado, viendo a los otros con ojos determinados.
Los tres en la mesa ruedan los ojos y miran a TaeHyung confundidos. Es gracioso escucharlo decir cosas como esas, dudando de sus acciones, pues el castaño es un experto en interrumpir la vida de los demás. No suele acercarse tranquilamente a hablarte, o siquiera con vergüenza; te conocía e inmediatamente después conversaba contigo, al grado de llenarte de su propia alegría. Tiene el don de la decisión en su voz y su mente... Pero, extrañamente, está ahí sin moverse cuando quiere desayunar con JungKook, con su "novio".
— Pues ve.
— Sí, qué importa. Es tu novio, ¿no? —recalca Jimin—. A este punto, y conociéndote, no entiendo por qué no lo has hecho.
TaeHyung se queda un momento callado pensando en la palabra "novios". En realidad, él y JungKook no son novios oficiales porque no aclararon esa parte aquel día del cumpleaños. De hecho, no volvieron a hablar del tema, ni siquiera una palabra. Ha pasado una semana desde eso, y para ese instante no hay señal de los avances agigantados que YoonGi y Jimin imaginan y esperan. Sin embargo, TaeHyung está feliz con JungKook, eso es lo que importa.
Por otra parte, TaeHyung no sabe cómo reaccionaría JungKook si se sentaba en la misma mesa.
— Bueno... ¿Y si le desagrada? —cuestiona al aire, intentando obtener respuestas concretas.
— ¿Desagradarle? Solo vas a ir a sentarte con él.
Quiere darle el regalo de cumpleaños al que tanto esfuerzo dedicó. Después de unos días (muchos en realidad) de pensar qué iba a darle, decidió que un maletín sería un buen obsequio. Una vez escuchó a JungKook decir que quería comprarse uno porque la mochila lo hacía sentir pesado e incómodo. El regalo en sus manos fue una inversión elevada; ese maletín costó caro, muy, muy caro, pero al final de cuentas es para JungKook. Valió la pena limpiar toda su casa para que su mamá le diera dinero.
— Bien. Deséenme suerte.
Seguido de esas palabras, Kim TaeHyung se pone de pie y comienza a caminar hasta la famosa mesa de su "novio". Las miradas se posan en él; rara vez veían a TaeHyung con tanta seguridad caminando hasta donde el tumulto de gente hacía que el receso de JungKook fuera un momento de incomodidad e inseguridad. Puede escuchar el bullicio de todos, y mira también que JungKook solamente tiene recargada la mandíbula en su puño; quizá deseando morirse porque todos lo están abrumando con conversaciones sin sentido y propuestas estúpidas. Nunca entendió por qué permitía esa clase de cosas. ¿Por qué no se iba y ya? Su actitud es realmente dura como para aguantar a todos aquellos. Resulta hasta sorprendente verlo tan tranquilo.
TaeHyung da unos pasos, acercándose más a la mesa, mas no puede entrar entre todos los presentes pues son demasiados. Hasta parece que lo están aislando.
— Eh —dice el chico castaño en voz baja—. Disculpen...
Nadie le mira, la atención de todos permanece en el mundo que se han creado, donde JungKook es la atracción principal, preguntándole si ya hizo la tarea, si no quiere alguien que se las hiciera; preguntando qué le regalaron en su cumpleaños, que si no quiere algo para comer, que dónde está su acompañante, si esa playera tan linda que lleva puesta es su favorita. También insistiendo en las materias; si se quiere unir en el grupo de música... O matemáticas... O gimnasia... O fútbol... O voleibol... O... Aunque eso es improbable, pues JungKook regresó al equipo de básquet. No le dijo a nadie por qué salió ni por qué decidió regresar.
En fin, cualquier excusa, pregunta y propuesta es suficiente para hablarle al pelinegro.
TaeHyung les toca el hombro a algunos, esperanzado en obtener atención.
— Disculpen, yo... —Le cierran el paso, con la atención en JungKook. TaeHyung suelta un suspiro, infla sus pulmones y hace sus manos puños para gritar—: ¡DISCULPEN! —Todos en la mesa, incluido JungKook, miran a TaeHyung con su expresión recelosa y un poco de enojo. Inmediatamente, el castaño les dedica una sonrisa y suspira—. ¿Podrían, por favor, permitirme sentarme al lado de JungKook? —TaeHyung habla apuntando al asiento al lado del pelinegro, donde, a cierta distancia, Park SooYoung se encuentra—. Después de eso, pueden seguir conversando con él todo lo que quieran.
Como es de esperarse, todos miran con incredulidad a TaeHyung y después a JungKook. Esperan que el pelinegro lo rechace, se ría o lo ignore; no obstante, JungKook está serio, viendo hacia la nada y tomando de su botella de agua. Nadie se mueve, pues JungKook está serio y no emite ni una sola respuesta ni dirige la mirada, es decir, no acepta o deshecha aquella petición... ¿Quizá le daba igual? TaeHyung no se extraña por eso, solo se cruza de brazos esperando a que la gente circule para poder sentarse al lado de su novio.
Está bien, está bien. Su casi-novio.
— Si JungKook no dice nada es porque-
— No sean un dolor de cabeza y al menos dejen que TaeHyung se siente —dice JungKook en voz alta. Recibe ojos impresionados que no creen lo que oyen, así que, de igual forma, él los mira—. ¿Y bien? ¿Se van a mover para que se siente conmigo?
Cuando JungKook decía que odia desayunar solo es porque, aunque todas esas personas están ahí, ninguno se interesa en realidad sobre lo que estaba pasándole. No hay ni una pregunta o voz que suene sincera. Odia que todos le vean como un premio supuestamente inalcanzable y por eso los rechaza con la mirada y la mente. Los tiene cerca, pero sus vacías almas son insignificantes para él.
Todos le abren paso a TaeHyung y él avanza un poco, con media sonrisa en sus labios y sintiéndose algo altanero, para cruzar las piernas por la banca y sentarse al lado de Jeon.
— Hola —saluda al pelinegro.
Algunos sueltan risas, pensando en lo idiota que se verá TaeHyung en cuanto se dé cuenta de que ni siquiera para las decenas de novios de JungKook fue fácil hablar con él. ¿Por qué se creía la gran cosa?
Sin embargo JungKook abre la boca para responderle.
— ¿Qué tal? —pregunta a TaeHyung—. ¿Por qué estás aquí hoy?
— Ya sabes. Cosas que se me ocurren de vez en cuando.
En el instante que escuchan ese mínimo indico de conversación, abren la boca grande y, sin pensarlo dos veces, algunos se van de ahí. La mayoría, de hecho. Piensan que es mejor darle alguna privacidad al chico que logró hacerlo hablar en el desayuno, ya que en su vida alguien se sentó de esa manera tan libre a conversar con Jeon JungKook. La mesa se desocupa, hasta que solo quedan dos chicas: SooYoung y Eunha.
JungKook permanece callado al notar la presencia de las jóvenes, quienes tienen esa característica mirada de cazadoras que detesta. TaeHyung las mira algo confundido y les sonríe sincero.
— TaeHyung oppa, ¿crees que es justo tener a JungKook solo para ti?
— Sí... Ahora él no voltea a ver a nadie. ¡Eres muy injusto!
— ¡Sí! ¿Por qué no puedes compartir? Él antes era novio de todos. ¿Acaso lo chantajeas?
TaeHyung abre la boca para protestar, pero se ve interrumpido por la voz del pelinegro, la cual suena lo suficiente tediada como para ir en contra de ella.
— Dejen de molestar a TaeHyung. ¿Podrían irse? Realmente no me agrada tenerlas cerca.
Esas palabras son exactamente lo que todos debían escuchar para comprender que JungKook no se siente cómodo con su presencia interesada. Logra hacer efecto en aquellas chicas que, con expresiones ofendidas y casi a punto de llorar, los dejan solos.
JungKook comienza a picar su fruta sin muchas ganas, en espera de las palabras del castaño que tiene a su lado. TaeHyung tiene hambre, su estómago gruñe; quiere comer y las frutas se ven muy ricas, apetecibles y brillantes. Eso es lo que piensa mientras sostiene en su mano el regalo y la gran bolsa de empaque que eligió especialmente para JungKook. El pelinegro permanece su lado pensando en algo que era, o no, importante, pero no presta atención a que, por una vez en todos sus años de escuela adolescente, se siente cómodo comiendo con una sola persona. No hay nadie a su alrededor que le molestara.
Bueno, solo TaeHyung. Pero él no cuenta del todo.
El menor mira a TaeHyung, quien se ha mantenido callado todo el rato, muy al contrario de lo que suele ser. Así distingue que está observando el cóctel de frutas que a duras penas quería comer, y el cual casi puede jurar que está siendo devorado por los ojos del castaño. JungKook mira su desayuno, y lo empuja hasta llevarlo a enfrente de TaeHyung.
— No quiero. Come si quieres.
— ¿De verdad? —TaeHyung pregunta ilusionado antes de ver a JungKook asentir tranquilamente. Toma el tenedor y lleva un bocado a sus labios, mirando de reojo a JungKook, quien tiene los ojos en algún punto de la habitación, con la mandíbula recargada en su puño.
Divertido por la situación y emocionándose con su propósito del día, Tae deja un momento el cóctel y alza el regalo que le tiene a JungKook. Aunque no logra atraer su atención, pues pelinegro está distraído y no nota la gran bolsa hasta que TaeHyung le pone una mano en la nuca.
— Estás demasiado cerca. —JungKook se estremece al sentir la mano en su nuca.
— Te traje un regalo.
Cuando JungKook mira la gran bolsa de color azul, sus ojos se abren sorprendidos; después regresa a su expresión normal. Toma la bolsa entre sus manos y la pone enfrente de ambos. De inmediato examina con cuidado cada pequeño detalle, cada mancha y cada pensamiento. No se emociona ni nada, tampoco emite algún sonido que reflejase sus sentimientos. Tan solo la mira directamente en silencio mientras respira en un ritmo normal.
Eso es más que suficiente para TaeHyung, quien no espera ni un gracias; con que él lo reciba es feliz. Sigue comiendo su cóctel, con algo de ansiedad, hasta que escucha a JungKook.
— ¿Por qué es tan grande? —cuestiona el pelinegro dudoso.
La bolsa azul es bastante bonita, tiene que admitirlo. Le gusta mucho que es azul, un azul tan brillante y acaramelado; el contenido también será impresionante o eso supone. Sin embargo, a primera vista, la bolsa es genial.
TaeHyung sigue masticando con nervios, hallando su consuelo en la comida, cuando le responde:
— Ábrela para que lo sepas. —Apunta con el tenedor a la bolsa.
JungKook odia también abrir los regalos, rasgar la envoltura, más si es una qué le gustaba. JungKook odia todo, y nos hemos dado cuenta de eso. Todo le desagrada, todo es tedioso cuando te hace sentir bien. De todas maneras suelta un suspiro pesado, y yendo en contra de su pequeño disgusto decide abrir la dichosa bolsa que a su parecer tiene muy emocionado y nervioso al chico a su lado. Con cuidado, sin dañar la envoltura azul que tanto le gusta, comienza a quitar las grapas.
Sus ojos se abren un poquito más debido a la sorpresa, pues tiene en frente a él aquel maletín que tiempo atrás comentó que quería. Lo saca con cuidado y lo pone sobre la mesa, algo emocionado pero sin demostrar el sentimiento que recorre su cuerpo.
— Esto es demasiado caro —es lo primero que dice.
Estremeciéndose al escuchar la risita de TaeHyung a un lado suyo, lo observa de reojo y nota que sigue comiendo felizmente su cóctel de frutas. Le provoca un poco de curiosidad saber qué cruza por su mente para estar tan alegre en un momento como ese, cuando él no está recibiendo nada. Tae lo mira con duda cuando los ojos de JungKook no se quitan de inmediato de encima suyo, cuando eso es lo común.
— ¿Qué?
— No creo que una bufanda pueda compararse a esto —JungKook le dice vagando entre preocupado y serio, alzando un poco el maletín.
— ¿Te gusta?
El pelinegro guarda silencio, echando ojo una vez más al maletín y palpándolo con sus manos. Unos segundos después, mira nuevamente a TaeHyung.
— Sí. Gracias.
TaeHyung se siente soñado y en el aire, feliz porque a le gusta el regalo que tanto tardó en conseguir... Además, ese "Gracias" fue la cereza del pastel. Así que por todas estas emociones positivas, se toma del brazo de JungKook y lo zarandea, teniendo en mente que eso no le gusta a JungKook, pero aun así haciéndolo. Después, recarga su mejilla en su mano y mira a JungKook fijamente, analizando su expresión, sonriéndole sin mostrarle los dientes. El pelinegro nota eso y deja sus ojos en él.
— Me molesta que me mires así. —JungKook pone una mano encima de su cara—. Me haces sentir incómodo.
TaeHyung quita su mano y se acerca un poco más para molestarlo, como le gusta hacerlo. Desea seguir viéndolo para poder notar, al menos como milagro, algo más que una simple mirada seria. Pero también sabe que él refleja todo a través de sus ojos, los cuales comienzan a dejarlo entrar un poco en aquella mente sigilosa e interesante que el pelinegro tiene.
JungKook, aturdido, posa los ojos en algún otro lado, sintiendo de todas maneras los orbes expectantes de TaeHyung.
— ¿Mm? ¿Kookie? ¿Pookie? ¡Vamos, mírame! ¡Mírame una sola vez!
— Detente —pide JungKook intranquilo—. Eres molesto.
Lleno de alegría por aquel tono de voz, TaeHyung suelta una risa que refleja a la perfección la clase de relación que creía tener con el pelinegro. Está feliz porque siente que hay un gran avance, que él comienza a ser menos retraído a pesar de que mantiene su personalidad intacta. El mayor se dedica a seguir comiendo su cóctel con eso en la cabeza, sin quitar los ojos de encima del chico. Entonces JungKook por fin lo mira, soltándole una pequeña sonrisa, casi inexistente, sin mostrar los dientes, al mismo tiempo que niega con la cabeza y rueda los ojos como muestra de su incredulidad.
Para sus adentros, JungKook se pregunta... ¿Cuándo decidió meterse en ese embrollo?
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