» Capítulo XXVI
— Irene —dice JungKook, entrando por la puerta de su apartamento—. Llegué.
La presencia de unas maletas en la entrada le hacen sentirse nervioso. El olor a comida grasosa llega hasta sus fosas nasales, y suelta un suspiro al caer en cuenta de que la televisión está encendida en el canal de noticias. Ese canal que repite una y otra vez todas las noticias que hay a lo largo del mundo. Canal, que sabe que está contratado en el departamento solo porque su padre así lo quería.
Significaba que papá está en casa.
Deja su mochila al lado del perchero y, quitándose de encima la gabardina, camina hasta la cocina. Escucha el tintinear de los platos y vasos y la voz gruesa del señor Jeon. Su padre nunca fue una persona agradable para todos; es un tanto serio y a veces hostil, pero es bueno.
— Ya estás en casa —dice el señor Jeon viéndole entrar. JungKook asiente, un poco incómodo—. Es tarde, ¿qué haces después de la escuela? Ten cuidado, es peligroso.
La actitud de su padre siempre fue áspera, incluso antes de que su madre muriera. Siempre lo vio como alguien fuerte, con inteligencia, un líder que es digno de seguir. El señor Jeon es jefe de una empresa, a veces tiene que estar fuera de la ciudad o del país. No pasa tanto tiempo en casa y con suerte ve a JungKook unos días al mes. Si es que llega, claro. Durante esos días se podría decir que para JungKook son los momentos más desastrosos. Los dos Jeon, padre e hijo, comparten la actitud gélida, pero son muy distintos entre sí. Y se quieren, se quieren muchísimo, es solo que su convivencia no da para la típica relación cercana.
— Lo sé —responde sin muchos rodeos—. Tenía algo que hacer.
Irene, por otro lado, siendo prima de JungKook por parte de su madre, casi siempre intenta que esos dos se llevaran un poco mejor, que fuesen más cercanos, como casi cualquier padre e hijo. Bae JooHyun es la única de la familia de la señora Jeon que habla con el padre de JungKook.
La familia Bae nunca tuvo mucho agrado por el padre de JungKook. Todos concuerdan con que esa personalidad incesante, áspera y fría terminaría por amargar la vida de la madre del chico, aunque fue todo lo contrario. Mientras ella estuvo viva, fue feliz, fue feliz hasta el límite.
— Bueno, tío JungKook. —Irene quiere liberar el ambiente incómodo que se ha creado en esos momentos. Deja en la mesa la carne que han preparado su tío y ella, y pasa unos cubiertos—. El cumpleaños de JungKook...
— Sí. Lo sé. Feliz cumpleaños, hijo.
JungKook asiente dándole poca importancia. La verdad es que esperaba menos, su padre no suele recordar fechas importantes. Solamente recuerda la fecha de la muerte de su madre, y su cumpleaños. Por esas fechas, el señor Jeon se toma el tiempo de ir a casa y estar con JungKook unos días. Solo estar, no hacen nada productivo, o interesante. Obliga a JungKook a quedarse en casa. Una vez, dos años después del fallecimiento, fueron al cementerio a dejarle flores. Pero después de eso, nunca más.
JungKook se sienta con nada más que un vaso de agua a la mesa. A su padre le molesta comer solo. Lo entiende, también heredó eso. Odia comer solo porque no puede conversar con nadie. Su casa siempre está sola. Incluso cuando ellos se ven, y a pesar de sus formas de ser, cuando es la hora de la comida no hay ni una sola excusa para no estar presente. Incluso si solo cruzan dos palabras, hablan del clima o conversan de lo salada que les salió la comida, tendría que quedarse ahí hasta la hora de lavar los trastes.
— ¿Y qué hacías después de la escuela? —pregunta el señor Jeon—. ¿Tanto tiempo te quita?
Ambos tienen muchas diferencias. Su padre habla con un tono interesado pero camuflado con algo de frialdad. Él habla con desinterés pero con verdaderas intenciones.
— Nada importante.
JooHyun está en silencio, de pie recargada en el borde del mueble, pensando en que juntar a esos dos cada mes es difícil. En todo el tiempo que ha estado ahí, es la única vez que los ve conversar de algo que no fuese el clima. Ninguno de los dos es fácil de tratar. Tienes que ser demasiado duro o persistente para hacerlo, muy persistente. Quizá eso es lo complicado en ambos: ni siquiera pareciéndose tanto pueden llevarse súper bien.
— ¿Es que acaso ya tienes novio?
— No. —JungKook quiere sonar serio y seguro; sin embargo, le sale como una pregunta—. Papá, no quiero hablar de eso ahora.
— ¿Cómo se llama?
Es curioso que no recodara su cumpleaños pero sí quisiera saber quién es "su novio". JungKook mira a Irene con algo de inseguridad y ella solo le hace unas señas de "anda, ve". Nadie entiende por qué esa relación es tan mala. No. Mala no es la palabra. Solamente sus personalidades no se pueden llevar entre sí. JungKook no quiere hablar, el señor Jeon sí quiere, pero a su manera.
El silencio tan característico de la casa hace acto de presencia. De fondo solo se escucha el canal de noticias repetir las nuevas de la mañana.
— Bueno, si no es nada oficial, supongo que no quieres decirme —su padre habla, restándole importancia al tema—. ¿Es eso? ¿No es oficial, igual que todos los demás?
A veces salen esos temas de conversación, o cuando llega a casa y ve a JungKook con algo entre sus manos y le pregunta quién se lo ha dado. Entonces el responde que "su novio" se lo ha dado. Muchas veces intentó advertirle —a su manera, todo a su manera— que eso no era buena idea, que solo provocaría un problema y entonces se sentiría culpable... Su hijo parecía no entender.
JungKook tensa la mandíbula y muerde su lengua. Su padre es un cabeza dura.
— Simplemente no quiero hablar de eso ahora.
En algún momento, Irene ha desparecido. Estar ahí cuando ellos dos comienzan a estresarse no es buena idea. En una ocasión se vieron envueltos en un tipo de discusión intelectual completamente llena de sarcasmos, risas cínicas y esas cosas. Los dos se retaban con la mirada y resultaba ser muy, muy, muy de miedo. Por eso se fue de ahí sin decir ni una sola palabra, aunque eso no significa que no los espiara de repente.
Por otro lado, el padre quiere simplemente enterarse de lo que pasa en casa mientras está fuera, trabajando.
— Bien... No es oficial.
— Se llama TaeHyung —menciona JungKook, cansado de que su padre repitiera lo mismo una y otra vez.
Es insistente. Sabe cómo hacer que su hijo hablara; lo conoce. Entiende sus mañas, las cosas que le gustan y las que no. Sabe que JungKook ama la leche de banana, que odia celebrar su cumpleaños; que su color favorito es el azul, no le gusta el color celeste. Su número favorito es el 27, le gusta Halloween, pero no disfrazarse ni las fiestas. No usa nada más que botas, su gabardina favorita es la negra con botones. Sus pantalones son de colores oscuros y solo tiene una playera roja que fue la que le regaló su madre. Es su favorita aunque nunca la ha usado.
Nunca estuvo tan lejos de JungKook como parece. Está al pendiente de sus cosas, por muy ocupado que estuviera. Lo quiere, y mucho. Pero la manera de demostrarlo es distinta, un poco distante y extraña.
— ¿Y es lindo? —se atreve a cuestionar con algo de incredulidad. Mastica la carne que está a punto de terminarse—. ¿Cómo es?
JungKook odia hablar de esas cosas. Pero que su padre le pregunte es algo que no se repite. Probablemente nunca vea a TaeHyung y tiene que explicarlo al menos; su físico o su forma de ser repleta de felicidad.
— Ajá —dice, medio aturdido—. Él es... No sé. Tiene cabello castaño, y cejas gruesas. Supongo que es tedioso, insistente, medio risueño y optimista. Habla mucho, es demasiado insistente. Creo que ya dije eso.
El señor Jeon suelta una risita que extraña a JungKook.
— Se parece a tu mamá.
Sí. Podría ser. Pero JungKook nunca tuvo una imagen clara de su mamá. Solo sabe que ella llegaba a las tres de la tarde a la casa; solía esperarla sentado en el sofá, y cuando llegaba, ella lo saludaba y le acariciaba la cabeza. Revolvía su cabello. Él la abrazaba y se pasaban lo que restaba del día pintando, o haciendo cualquier cosa. Su padre llegaba un poco más tarde, y después de eso los tres veían televisión, con la cabeza encima de la barriga de su padre.
Aunque recuerda aquello, no podría describir con exactitud la actitud de su madre.
— No lo sé, no lo recuerdo —admite JungKook después de intentar relacionar a su mamá con TaeHyung.
— ¿Tienes fotos de TaeHyung?
— No.
Irene, quien va entrando de causalidad en ese momento, recuerda algo y regresa a la sala por su celular. Rebusca la foto de un día atrás y sonríe acercándose al papá de su primo.
— Yo sí —habla Bae JooHyun—. Es de ayer. Mira, tío Jeon. Es el chico que está al lado de JungKook.
Después de ver la foto y hablar de cosas que no tienen mucha importancia, su padre le dijo que regresaría la mañana siguiente a su trabajo. No hablaron nada más durante el día.
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