Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

» Capítulo XXIX

— JungKook, JungKook, JungKook —la voz de TaeHyung entra por los oídos del pelinegro.

     Sin pensarlo mucho, JungKook mira a TaeHyung entrar corriendo a la cancha con media sonrisa. Lleva en sus manos dos malteadas: una de vainilla y la otra de chocolate. Además, uno de esos sándwiches de helado con tapas de galleta oscura que dan la apariencia de caerse en cualquier momento. El castaño luce una chamarra de color caqui, mientras que su cabello castaño brilloso salta de arriba abajo. Va feliz, con la sonrisa haciéndose cada vez más grande, expresando con tan solo sus ojos aquella emoción interna.

     JungKook lo mira extrañado, y cuando llega hasta él le observa impaciente.

     — Dime.

     TaeHyung esboza una sonrisa y alza en el aire todo lo que lleva. Quiere pasar tiempo con JungKook, ese es su propósito desde hace días, así que pensó que todo eso sería bastante bueno. Hasta donde entiende y ha averiguado, a JungKook le gusta comer. Se hace una ligera idea desde que en el partido de básquetbol JungKook llevó su mochila repleta de aperitivos. TaeHyung fue quien los devoró, pero aun así tiene en cuenta eso.

     — ¡Traje esto para que comamos! —dice feliz—. ¿Vas a salir pronto?

     A JungKook no le gusta que TaeHyung gaste dinero en él. Ni en "complacerlo", o cualquier derivado de lo económico. Piensa que es un tanto difícil, y complicado, y después se siente culpable si el castaño se queja de su mesada. Si fuese otra persona, y no Kim TaeHyung, pensaría que lo hace por quedar bien, por impresionar, o ganárselo. Sin embargo, el pelinegro sabe que no habla de alguien más. Sabe que está hablando de Kim TaeHyung, el chico de sonrisa cuadrada que se pasa medio día a su lado, pegado como un chicle, que hace preguntas estúpidas y bobas con la mera intención de fastidiarlo. Y quien, por cierto, tiene un grave problema con querer abrazarlo. Sí, tiene muy en cuenta que TaeHyung es TaeHyung, que es el chico que dice "me gustas" cada dos segundos, que es quien colma su paciencia.

     Sabe que hace las cosas de todo corazón.

     — Deja de gastar en mí —dice JungKook, llevando consigo a TaeHyung por detrás. El pelinegro fue a tomar su mochila de la banca y su toalla—. Aguarda aquí, iré a cambiarme y regreso.

     Cuando TaeHyung toma asiento, piensa en la mejoría constante de las cosas e inevitablemente su sonrisa se vuelve mil veces más grande y expresiva que en un inicio. JungKook tiene, últimamente, una personalidad distinta... Pero no en el mal sentido, más bien, JungKook tiene una personalidad más amable y accesible. Tal vez no es un chico sonriente, o que siempre se la pasa riendo y haciendo bromas. Sin embargo, estar con él es muy, muy agradable. Siente que hablar no es pesado si habla con JungKook; principalmente porque JungKook se queda callado y escucha y escucha. Te da la oportunidad de expresarte de la manera en la que te sientas cómodo y, si tienes suerte como la de él, entonces JungKook participa contigo y conversa tranquilamente. Si te da consejos estos son concisos; sin rodeos. Si no dice nada, no te afecta.

     El castaño fácilmente les toma cariño a ciertas actitudes, y la timidez de JungKook, que antes era una fría capa de hielo, ahora resulta ser extraña y desconocida pero linda. Una característica suya que solo él puede comprender, y que jamás quiere cambiar; pues ese es JungKook, esa es su verdadera personalidad.

     Suelta un suspiro, fijándose en cada objeto del lugar donde se encuentra. Sorprendido al notar que un grupo de chicos del mismo grupo de básquet está observándolo, TaeHyung se cohíbe tímido en su lugar. Nunca ha sido tan "reconocido" hasta el momento en el que comenzó a salir con JungKook, aunque eso no es tan bueno considerando las cosas que pasaron. No obstante, cuando los demás lo saludan y se despiden de él, también cuando lo invitan a fiestas, TaeHyung casi siempre les regala una sonrisa.

     Esa vez no es la excepción. Alza su mano al grupo de chicos y les sonríe, agitándola de lado a lado, animado como siempre lo es. De pronto, uno de esos chicos camina hasta él, con cara seria y una presencia espeluznante, demasiado alto, delgado pero no más que JungKook, con unos ojos grandes y profundos. Gran parte de su cabello cae a un costado y el resto hacia el otro.

     — Hola, tú debes ser TaeHyung, ¿no? —pregunta el chico. La voz grave hace que TaeHyung se estremezca.

     Aun así, el chico luce menos intimidante en cuanto le suelta una sonrisa, la cual deja ver una personalidad completamente distinta a la que pensó tenía. TaeHyung le devuelve el gesto, dispuesto a responder.

     — Sí. —Asiente varias veces. Luego apunta a los demás chicos—. Perdona que los saludara así, pero me estaban viendo y es lo que hago.

     El chico no hace más que permanecer quieto, tronándose los dedos uno a uno, sin quitar aquella sonrisita de niño grande.

     — ¿Qué haces aquí solo? Pensé que tú y JungKook seguían saliendo.

     — Él fue a cambiarse, lo estoy esperando —contesta TaeHyung.

     El pelinegro suelta una risita diminuta, la cual le parece extraña a TaeHyung, que observa con cuidado al joven. Es una de esas risas incómodas que hacen que los demás también se rían de tanta presión ejercida. Tae prefiere no prestarle atención a eso y decide centrarse en su propia expresión, puesto que le causa gracia cómo se mueven los mechones del chico pero no quiere dar señales de eso.

     — ¿Y qué tal las cosas entre los dos? —pregunta de nuevo, como un entrometido. Para TaeHyung solo es un chico curioso, como todos los que hacen la misma clase de preguntas—. Parecen llevarse bien.

     El castaño se pone de pie. Hablar de esa manera con el chico siendo tan alto resulta ser tedioso y cansado, como si estuviesen a metros de distancia separados; sin una buena dinámica. Nota, por cierto, que aunque está de pie, la diferencia de estaturas es tal, al grado de tener que alzar un poco la cabeza para no verlo directamente al cuello. También puede distinguir mejor que tiene una de esas narices que puedes recordar tras verlas una sola vez.

     TaeHyung, después de observar al chico, no puede evitar sentir una emoción crecer en su estómago y las mil y un cosas que quiere decir en la punta de su lengua. Adora que le pregunten sobre JungKook, ya que le da el permiso para presumir todo lo que quiera.

     — Sí, bueno... La verdad es que las cosas van mejo-... —Los ojos de TaeHyung captan algo interesante en la mochila que carga el chico.

     Sobre ella hay una serie de pines con pinturas que él reconoce, pinturas preciosas que caracterizan a distintos pintores y artistas destacados en la industria del arte. A TaeHyung le brillan los ojos, y sus pensamientos rápidamente se transforman al ver los colores amarillentos y azulados que conforman los pines. Está tan emocionado que le resulta completamente inevitable no dar un salto de la emoción.

     — ¡Wow! ¿Te gusta la pintura? ¿Dónde los conseguiste? ¿Has visto otras obras? Dios, están geniales, quiero uno —exclama TaeHyung con júbilo.

     — ¿Qué? —pregunta el pelinegro, tomando su mochila—. Oh, los pines. ¡Ah! ¡Los pines! ¿Conoces estas cosas? ¡Jamás me han preguntado de esto!

     La conversación fluye rápidamente. TaeHyung nunca conoció personas interesadas en la pintura, por lo tanto, no tiene con quien discutir cosas que para la mayoría de sus amigos suenan como a un idioma extranjero. Sin embargo, mientras más habla y habla con el pelinegro delante de él, más emocionado está. Los dos platican cómodos, variando en algunos temas y compartiendo sus puntos de vista. Sin darse cuenta de que la voz de JungKook suena desde atrás, los dos siguen hablando sin prestar ni un gramo de atención. Aunque TaeHyung no sabe aún mucho del chico con el que conversa, es agradable.

     Por otro lado, el pelinegro al que nosotros queremos, JungKook, sigue intentado llamar su atención, pero no logra.

     — ¿Y has tenido la oportunidad de pintar? ¡Yo no! Amaría hacerlo.

     — Es genial encontrarse a alguien como tú —dice el alto—. La mayoría no tiene idea de qué son estas cosas. ¡Eres genial!

     TaeHyung va a decir algo más, con la felicidad saliendo de sus poros. Pero no puede, pues en ese mismo instante siente la mano de JungKook pasarse desde uno de sus hombros hasta el otro, envolviéndolo en un abrazo donde su espalda pega con el pecho del otro. Esto, por obvias razones, lo deja tan atónito que le es imposible moverse y responder.

     — Hola WooSeok —suelta JungKook en un tono neutral, sin molestia. En cambio hasta parece un poco cercano al otro chico.

     Eso de inmediato le resulta extraño a TaeHyung, quien no está para nada acostumbrado a ver a JungKook hablar con tanta naturalidad a personas que no conoce. Tae mira a WooSeok por un segundo, y lo nota diferente... Pero en serio muy diferente. Ahora parece uno de esos chicos malos que golpean narices y roban desayunos.

     — Sí, como sea, tengo que irme —dice WooSeok antes de dirigir sus ojos a TaeHyung y agitarle la mano—. Nos vemos luego, TaeTae.

     Cuando WooSeok sale del lugar, TaeHyung se extraña por aquel apodo que el chico ha usado. Aunque no es lo único que lo tiene perplejo, pues el brazo de JungKook sigue aprisionando sus hombros con toda seguridad. Mirando el suelo, se mueve en cuanto JungKook lo hace, caminando a la par. El pelinegro no suelta su agarre incluso cuando toma una de las malteadas y se la da a TaeHyung para después agarrar la suya también. El corazón de Tae late rápidamente al sentir la cercanía y el brazo de JungKook abrazándole. ¿Por qué? ¿Está en el cielo? ¿Ha muerto? ¿JungKook de nuevo enfermó? Con estas preguntas, la situación sigue su rumbo normal. JungKook toma la mochila de TaeHyung como puede, sin tirar su malteada y suspira.

     — Bien, camina.

     — ¿Vamos a ir así todo el camino?

     Inmediatamente, el pelinegro suelta a TaeHyung, con una expresión neutra y colgándose bien la mochila para evitar accidentes. El mayor, confundido, observa a JungKook, quien no hace más que revisar lo que lleva en las manos. No puede evitar lamentarse a sí mismo y odiarse.

     — No, no, ¡pero sí quiero que me abraces! ¡JungKook! ¡Espera! —TaeHyung cuida su malteada y se pone al lado de JungKook, recargando la cabeza en su hombro y lloriqueando falsamente.

     JungKook no hace más que rodar los ojos, exaltado ante el drama que TaeHyung está haciendo por la acción.

     — Esas cosas no pasan dos veces en la vida.

     — Anda, abrázame —pide una vez más.

     La cercanía hace que JungKook se sienta algo presionado, no solo mental sino físicamente. Un sentimiento extraño lo revuelve, como cuando las olas te golpean contra la arena en el mar. Es extraño, es horrible. El sentimiento es tan similar a ahogarse que en su pecho le falta aire y respirar le cuesta.

     Igual, no va a cumplir su capricho.

     — No.

     TaeHyung deja de pedírselo, caminando a su lado en silencio, planeando varias cosas a la vez que bebe de su malteada. Preparándose mentalmente, piensa: Bien, si él no lo hace, entonces yo lo haré. Entonces es cuando TaeHyung se arma de valor, y sin preguntar se toma del torso de JungKook con una mano. Logra su cometido casi exitosamente. En menos de un segundo JungKook se queda quieto y tenso en su lugar, pues la repentina acción lo hace perder todo sentido de la dirección. Ahora en serio está nervioso.

     — Aléjate, Poochie —dice JungKook.

     TaeHyung no le hace caso, y tampoco es que quiera hacerlo. Él se mantiene quieto, bien agarrado de JungKook, con toda su fuerza y tomando de su malteada con tranquilidad.

     — Oblígame.

     — No me dejas caminar bien. Aléjate.

     Ni esa excusa es impedimento para TaeHyung, quien se apega más.

     — Olvídalo, nunca más me dejarás abrazarte —se niega.

     Claramente el nuevo apodo debe ser "Chicle" y no "Poochie", o es lo que piensa el menor cada vez que TaeHyung insiste en tenerlo cerca suyo como si estuviesen pegados. JungKook rueda los ojos, tediado y buscando la forma de librarse del problema. Se detiene en su lugar, y hace que TaeHyung le suelte tomándolo de los brazos. Esto sorprende al castaño; TaeHyung abre sus ojos, examinando a JungKook y le dedica una mirada triste y repleta de decepción.

     Esa mirada solo hace que Jeon le ruede los ojos, impresionado por la capacidad que el chico tiene de insistencia y convencimiento. Para evitar problemas mayores y quejas, simplemente pasa un brazo por encima de sus hombros, sacudiéndolo un poco con la intención de hacerlo quitar aquella mueca triste que lo hace sentir un poco de culpa. Observa de reojo a TaeHyung, notando aquellas mejillas rojizas y la sonrisa contenta que comienza a aparecer en su rostro.

     Ya que parece que va a explotar de la emoción, se adelanta a hablar.

     — No digas nada y sigue caminando, Poochie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro