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» Capítulo XXIII

¿No es divertido? Los rumores vuelan como pájaros, pasan de boca en boca y son creídos por todos, cuando los que saben la verdad se dedican a observar. Mientras Eunha, una pequeña pelinegra de cabellos lacios y largos se lamenta por haberse confesado, los demás se preocupan por una sola cosa:

     — ¡TaeHyung hyung! ¿Qué hiciste con JungKook? ¡Lo has roto!

     — Kim TaeHyung, ¿nos dices tu secreto?

     — ¡Tae! ¿Qué demonios? ¿Eres un castigo divino?

     YoonGi se pone enfrente del castaño, a modo de defensa, y se cruza de brazos, viendo a los compañeros que esperan respuestas de TaeHyung. Puede que YoonGi no fuese el tipo más intimidante; sin embargo, tiene una forma tan suya de hablar que todos temían un simple comentario sarcástico y realista que doliera. Por su parte, Tae permanece cohibido en su lugar, preguntándose por qué lo estaban metiendo en cosas donde no estaba involucrado y por las cuales no debía interesarse. Tomarse a bien o a mal que Jeon JungKook rechazara a alguien es estúpido, pero ya llevan días así, cuestionando, gritando y pidiendo respuestas cuando no pasan cosas más importantes donde meter sus narices. Toda la semana TaeHyung pareció ser la estrella del momento, el punto de reunión de personas que en su vida creyó que iban a hablarle, siendo abruptamente foco de preguntas de algo que, a su parecer, ni siquiera hizo a propósito, pues él ni siquiera hubiese querido terminar su relación. Le adulan, por decirlo así, como si fuera un Dios, lanzándole cumplidos y dándole cosas que carecen de relevancia en su vida cotidiana. Admiran que logró cambiar algo que, desde que conocían al pelinegro, nunca se modificó.

     TaeHyung no cree que fuera así. Él piensa, abiertamente, que JungKook se está tomando su tiempo porque logró hartarlo lo suficiente. Es decir, fue tanto el tiempo que se mantuvo insistiendo que logró que el chico llegara a su límite.

     — Um... No se callan. —Park Jimin rueda los ojos, recargando la mandíbula en su mano—. ¿Por qué eres tan tranquilo? Si fuera tú, ya les hubiera dado un golpe. Se creen con el maldito derecho de hablar.

     Tae mira desganado a Jimin con una sonrisa, medio fingida pero bastante divertido en su interior por la clase de comentarios esporádicos que el chico suelta en situaciones de ese tipo. Después de unos segundos, regresa la vista hacia la mesa, apenado por verse en los chismes, cosa que jamás imaginó que estaría involucrado. ¿Por qué ahora parece ser el centro de atención? Que se consiguieran a otro para experimentar con Jeon JungKook, que todos se jodan por meterse en asuntos que no les conciernen. Después de todo, el que está aguantando que le preguntaran ese tipo de cosas es TaeHyung. Por toda esa semana, hasta aquel viernes, y duda que se terminara pronto, pues si los rechazos continuaban, entonces de verdad dirían que lanzó un hechizo, como algunos conspiraron.

     — ¡TaeHyung! —JiSoo exclama. Se acerca corriendo al chico de cabellos castaños y le toma del brazo—. ¡Tienes que venir a ver esto!

     Cuando TaeHyung cae en cuenta de lo que dice Joshua, nota que él le está jalando con fuerza para que se ponga de pie y lo mira confundido, porque es tal la potencia del chico que teme caer al suelo.

     — ¿Qué? ¿Qué pasa Joshua? ¿A dónde...? ¡Aguarda! Ya voy, ya voy. —El castaño se pone de pie, siendo jalado por JiSoo fácilmente.

     Por detrás, YoonGi y Jimin se apresuran a caminar con los chicos. Lo primero que notan, es que, nuevamente, un tumulto de gente está formándose en el patio delantero de la escuela. Ya nada queda a la imaginación. TaeHyung entrecierra los ojos un poco, queriendo hallar el causante de aquel incidente, queriendo encontrar a alguien más. Sin embargo, no se nota sorprendido cuando JungKook está de pie frente a tres chicas que llevan consigo unos regalos.

     TaeHyung, desganado, mira a JiSoo con cara de pocos amigos y le suelta:

     — Joshua, ¿qué he venido a ver?

     — ¡Aguarda un momento! —suelta el pelinegro. Se voltea hacia TaeHyung y apunta un poco hacia su lado izquierdo, donde está Eunha de pie, viendo la escena también—. Si sucede igual hoy, te contaré lo que escuché.

     Jimin revuelve el cabello de JiSoo antes de decirle con algo de humor, pero un poco de enojo combinado:

     — Tú, deja de meterte en esas cosas, JiSoo. No queremos ver mal a TaeHyung, ¿o sí?

     — No soy un niño.

     — Presten atención —susurra YoonGi, recargado en el pilar del edificio.

     TaeHyung, de mala gana, se queda de pie de nuevo. Aunque no se siente obligado a quedarse, y sabe que no lo está, cierta parte de sí mismo quiere ver lo que acontece. Odia ser espectador de esas cosas, pero el morbo de ver cómo las demás y los demás se confiesan es suficiente para tacharse de chismoso por unos minutos. ¿Qué caso tiene estar ahí? Solo existirían dos posibles respuestas: sí o no. Aunque fueran tres chicas, con regalos, si Jeon JungKook dice que no, es no; si alguien más estuviera en el lugar del pelinegro, no también sería no.

     Todos presencian cuando las tres chicas dicen algo, lo suficientemente alto para escuchar un sonido, pero no para entender con exactitud qué les está diciendo, ya que nadie se atreve a acercarse por completo a los cuatro que se mantienen en el centro con caras diferentes y un tanto nerviosas. Kim JiSoo, Park SooYoung y Cho Miyeon están confesándole sus sentimientos —sí, al mismo tiempo— a Jeon JungKook. Callados, los alumnos observan el momento en el que ellas le entregan los regalos a JungKook: un suéter, chocolates hechos a mano y una carta que de seguro profundiza sus sentimientos. Pero el chico no los toma, tan solo observa fijamente cada uno de ellos, como intentando elegir uno; aunque no lo hace y se dedica por último a mirar a las valientes delante suyo. Luego se acerca unos pasos a ellas y les dice algo, hasta que al alejarse un paso hacia atrás, y disculpándose con una ligera inclinación, da media vuelta con la mochila en el hombro. Las tres chicas parecen estar decepcionadas, y los murmullos se hacen presentes una vez más.

     — ¡De nuevo! —exclama alguien cercano a los chicos—. Las rechazó a la vez.

     TaeHyung rueda los ojos antes de mirar a Joshua, solo para dejarle en claro que ya no es divertido ser parte de los socialités que se dedican a ver esas escenas; no obstante, JiSoo tiene los orbes pegados al tremendo show enfrente. ¿Qué clase de expresión tiene en ese instante JiSoo? Sus ojos curiosos son cosas que TaeHyung no logra descifrar. Jimin suelta un suspiro y mira directamente hacia el amigo que los ha arrastrado al lugar, quien sigue mirando a un punto fijo.

     Las tres chicas, SooYoung, JiSoo y Miyeon se acercan lentamente a su amiga Eunha antes de que se echaran a lagrimear, a excepción de SooYoung, que se mantiene con expresión desinteresada mientras acomoda su cabello de lado y observa a todas, con los brazos cruzados.

     — Oye, Joshua, ¿ya podemos irnos?
 
     — Sí.

     Cuando los cuatro comienzan a caminar, Jimin se queda un momento en su lugar, pensando en la situación y preguntándose si puede permitirse actuar estúpidamente al menos una vez en su vida. Así, sin querer, escucha por causalidad la conversación de aquellas chicas.

     — ¿Les dijo lo mismo que a mí? —pregunta Eunha con algo de aires tristes.

     — Sí... ¡Es una lástima, Eunha!

[...]

Lunes primero de septiembre. Probablemente el día más problemático en la vida de Kim TaeHyung, ya que desde muy temprano todo fue un desastre. Se levantó tarde, cuando se puso su uniforme cayó en cuenta de que lo hizo mal, su peinado se arruinó a causa de la brisa del día, y, por si fuera poco, se topa con JungKook al llegar a la escuela. La característica mirada de JungKook conecta con la suya; como si estuvieran peleando, ninguno se atreve a moverse. Antes solía sentirse extrañamente cautivado por esos orbes oscuros, pero en ese instante solo logra percibirlos intimidantes y de un segundo a otro eso le molesta. El pelinegro se queda de pie, justo enfrente de él, pero TaeHyung, harto de tener que verlo, hace una reverencia y habla muy confiado, dejando ver su simulación del "poco interés que ya le tenía".

     — Lo lamento. Buen día.

     Increíblemente, las clases continuaron tan pesadas que el día cada vez se hizo cada vez peor. El ruido es mucho más que de costumbre, pero nadie habla de la causa. Al parecer nadie es tan chismoso como para explicar un rumor si no lo cuestionas.

     Por otro lado, Park Jimin inició el día lleno de curiosidad. El hecho de tener a cuatro chicas confesándose en menos de una semana resulta tedioso. Sus clases, a diferencia de las de TaeHyung, fueron ligeras y casuales; sintió todo pasar rápidamente y terminaron antes de lo que imaginó. Aprovechó todo ese tiempo para aclarar algunas dudas. Camina tranquilamente con la mochila en sus hombros, buscando con la mirada a la linda Eunha. Todos la conocen; es tierna, atractiva y una gran cantante de la clase de música. Eunha es un buen partido para cualquiera. Sin embargo, y en contra de todo pronóstico, fue rechazada. Cuando sus ojos dan con la chica, él se acerca a hablarle.

     — ¡Eunha!

     La pelinegra se da vuelta y le dedica una sonrisa tierna al chico de cabellos rubios. Jimin se acerca unos pasos y le sonríe también.

     — Jimin oppa, ¿qué sucede?

     — ¿Puedo hacerte una pregunta? —cuestiona Park con media sonrisa. La azabache asiente y él suspira aliviado—. ¿Me podrías decir qué fue lo que te dijo JungKook aquel día?

[...]

TaeHyung está harto de la escuela. Preguntas, preguntas y más preguntas, pocas respuestas; además sus actividades y tareas académicas siguen incrementado y su estabilidad apenas está dando el ancho. Demasiada información que tiene que entrarle en la cabeza, pero nada se le queda. Sumando a la gente que es insoportable en esos momentos. Todos se acercan a preguntar cosas de Jeon JungKook, pero por más que le gustara el chico, ¿qué iba a decir de él? No responde; no quiere verse en más problemas.

     Para su buena, o mala, suerte, el horario lo dejó tan cansado que lo primero que hace al escuchar el toque es irse a sentar a una banca. Es la misma banca donde solía esperar a JungKook, cuando sus oportunidades aún no se veían escarchadas por la actitud tan propia del pelinegro. Siente que se le olvida algo, y esa sensación lo acompañó todo el día; no obstante prefiere dejarlo ir y quedarse con una preocupación menos.

     — ¡KIM TAEHYUNG! ¡KIM TAEHYUNG! —Park Jimin grita mientras corre hacia él.

     TaeHyung permanece inquieto, sentado en la banca viendo los cabellos rubios revolverse. La impaciencia de Jimin lo alarma, junto con esa sonrisa ensanchada de dientes cerrados y sus pómulos pronunciados, y la forma en la que intenta agrandar sus ojos; así que, cuando está cerca, pregunta:

     — ¿Qué sucede?

     — ¡Ven conmigo! ¡Rápido! ¡Rápidooooooooo!

     Antes de protestar, Jimin lo tiene corriendo con la mochila golpeando su espalda, extendiendo el cansancio por todo su cuerpo. No entiende qué pasa, pero hace lo que puede para seguirle el paso al atlético Jimin, quien dedica su tiempo a bailar en el auditorio. Todos tienen la manía de hacer eso, de jalarlo con paso apresurado, sin explicaciones de por medio. ¿Acaso se ve tan rápido como para seguirles? De todas maneras, cuando Jimin acorta el paso, Tae distingue la bonita cara de Eunha.

     — Eunha, Eunha, Eunha —habla Park cansado, con el aliento acelerado y su respiración agitada. La chica alza los ojos y mira a Tae por un momento—. ¿P-puedes repetir...? Uh, qué cansado estoy. Ah. ¿Puedes repetir lo que te dijo JungKook?

     — Ah... —La chica detiene sus ojos en TaeHyung, mirándolo con algo de temor, pero él se dedica a suspirar y alzar los hombros—. Seguro, Jimin oppa.

     TaeHyung piensa en cómo, incluso cuando Jimin dice que debe mantener lejos de sus pensamientos a JungKook, lo tiene esperando una respuesta de la cual duda sentirse interesado. Le decían que no debía de ser débil, y en ese momento, todos parecen querer acercarlo a él y colocarlo en el centro de sus pensamientos. ¿Cuál es el punto? ¿Saber que lo odia? ¿Entender que jamás le gustará?

     — JungKook dijo —habla Eunha, con la mirada apegada al cielo—: Lo lamento, Eunha, pero ya tengo a un chico que me gusta.

     Jimin mira a TaeHyung. Pero este está perdido con la boca abierta, perplejo y sin nada concreto en su cabeza. Sin embargo, eso es por un segundo, pues de un instante a otro, muchas preguntas le invaden, sintiéndose ilusionado pero lleno de confusión, y hasta un poco de enojo por esos repentinos cambios que, en realidad, no sabe si son su responsabilidad o hay alguien más en la extraña vida de JungKook. Aún si no quiere hacerse ilusiones. ¿Podría ser él? ¿Acaso podría gustarle a Jeon JungKook?

     — N-no, yo no...

     — Y, hoy les dijo a mis amigas —Eunha sigue hablando, obviando que TaeHyung tiene media frase atascada—... "Lo lamento, pero a mí me gusta Poochie".

     Park Jimin mira a TaeHyung, dándole gracias a Eunha, dejándola ir por el pasillo y diciéndole que hablarían después. El castaño se queda de pie, anonadado, sintiendo un dolor en su pecho y con un dolor de cabeza que claro es por la información en exceso del día. ¿Acaso debería...? No debía. Porque JungKook no piensa antes de hablar, y nunca es claro.

     — ¿Qué esperas?

     — No. Él me dijo algo totalmente distinto hace unos días.

     — No lo sé, no te diré qué hacer. De por sí el tipo se ve demasiado perdido y extraño, no creo que entienda bien qué es gustar de alguien —Jimin habla, y cierta parte de TaeHyung le cree—. Solo creo que es... interesante dejar algo que jamás se detuvo, por nadie más que por ti. Además, siento que él no es capaz de mentir con algo así. Por otro lado, sigo un poco resentido.

     Entiende un poco, porque JungKook no es un chico casual que dice lo que siente y que tal vez está embelesado con la vida en el ojo público al grado de no entenderse a sí mismo. Tal vez no entiende las cosas de la misma manera o se niega a aceptar que alguien ha cautivado su corazón, y siempre quiso alejar al responsable de tantas confusiones. O simplemente dijo eso para salvarse a sí mismo de caer.

     ¿Cada cuánto se le da una oportunidad a alguien? ¿Valdría la pena, una vez más, caminar ciegamente hacia él? La única diferencia son sus nuevos temores, además de su nueva percepción sobre el chico. ¿Debería... acaso...? ¿Lo mejor sería hablarlo con él?

     — TaeHyung oppa. —La voz de Eunha se hace escuchar. Los dos chicos, preocupados por la situación, la ven regresar. Ella le entrega a Tae un regalo en sus manos—. ¿Le puedes dar esto a JungKook por su cumpleaños?

     Kim de repente tiene en su memoria unas palabras muy... preciadas: ¿Mi cumpleaños? Primero de septiembre... No me gustan los regalos, ni el pastel. Así que no lo celebro.

     Oh, no. La culpa es como un método extraño de reflexión, que te hace dejar de vez en cuando tus ideales de lado... ¿Por qué tiene que sentirse tan mal incluso cuando el otro lo hirió?

     — Sí.

     Dicho esto, da media vuelta para apresurar el paso. Hablaría con JungKook ese día, costase lo que costase, con seguridad y las esperanzas hasta arriba. Después de todo, no por nada TaeHyung es un revolucionario.

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