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» Capítulo XVI

JungKook permanece con las manos dentro de los bolsillos de su gabardina, antes de entrar junto con TaeHyung a la heladería. Solitario, puesto que el frío cae con suavidad, el lugar deja ver al instante los treinta sabores de helados que tienen. JungKook mira de reojo a TaeHyung, rodando los ojos por la mirada emocionada del chico a su lado. Es tan fácil complacer a TaeHyung, y hay buenos y malos puntos sobre eso. Al final de cuentas se propone a sí mismo no hacer un gran show de esa casual "cita" (o lo que sea que fuese, que realmente no le importa). Comerían helado, irían al cine y nada más.

     — ¿Te gusta mucho el helado, JungKookie?

     — Hey, ¿desde cuándo tanta confianza? —dice JungKook intentando bajarle los ánimos al castaño. TaeHyung se mantiene inerte a las palabras del chico.

     La mente del chico repasa una y otra vez la lista buscando el sabor de chocolate, preocupado en si va a encontrarlo o no. Conforme avanza, menos optimista se ve. El sabor limón es su favorito desde pequeño, principalmente por la sensación dulce y entumecedora que experimenta su lengua en cuestión de segundos, o quizá porque sus papás solo compran ese sabor. No suele elegir otros sabores de helado, porque el de limón es de excelencia. Aunque también le gusta la vainilla, el de fresa y hasta de oreo. Pero de ahí en más, si chocolate está ahí, ese escogería.

     Para JungKook la cosa es un poco más complicada. No le gustan las cosas dulces. Todo es empalagoso y le darían muchas ganas de tomar agua. Es lo que odia de lo dulce; puede sentir cómo se adentra en él y recorre su garganta. Es de lo peor. La mayoría de las veces termina eligiendo chocolate amargo, limón, y una vez que comió de maní y pistache estuvo bien. Limón es de sus preferidos, sobre todo porque lo acostumbraron a comer lo que hubiese, y su padre al tener gustos poco comunes terminaba comprando los sabores menos indicados para un niño como lo era JungKook en ese entonces. Para nada como la vez en que su madre le obligó a comer de fresa. Ese día fue uno de los peores. Aunque añoraba el instante en que su madre le dijo que para ella el mejor sabor era vainilla.

     — No vas a lograr que me desanime con tu tono de chico malo —dice TaeHyung al aire, repasando una vez más la lista. Por fin sus ojos se cansan y no halla el sabor que quería.

     El chico del mostrador recarga la mandíbula en su puño antes de soltar un suspiro conmovido. Los ojos de JungKook van directamente al pelirrojo con ojos ilusionados que atiende en la caja, y seguido de verlo, su mirada recae una vez más en TaeHyung.

     — Oye, Poochie. —JungKook alza la voz suavemente, llamando la atención del castaño, mientras camina lento hacia donde se encuentra. Pica algunas veces su hombro con algo de fastidio hasta que TaeHyung le mira—. Tienes un admirador por allá.

     El susurro de JungKook, que suena como un aviso realmente inocente y casual, hace que TaeHyung se incline un poco hasta poder dar con el pelirrojo en el mostrador. Cuando el chico de cabellos rojizos cae en cuenta que TaeHyung también le mira, el castaño alza la mano y lo saluda con una sonrisa. Segundos después, deja de inclinarse para seguir hablando con JungKook.

     — Sí, es cierto.

     — ¿Por qué lo saludas? —cuestiona JungKook gracioso—. Podría ser un secuestrador.

     — Se ve más bien como un chico agradable.

     JungKook mira de reojo al pelirrojo que, por cierto, se ve realmente avergonzado, y suelta una risita. Es tan gracioso ver a los demás entrando en pánico en ese tipo de situaciones. Mantiene los ojos pegados al cajero, que no hace nada más que evitar los ojos de ambos clientes, hasta que JungKook rueda los ojos y se voltea hacia TaeHyung.

     — ¿Por qué no le preguntas su nombre? —le cuestiona al castaño, cruzándose de brazos y soltando una risa—. ¿No quieres un novio?

     TaeHyung le mira con ojos sarcásticos y suspira a la vez que le da una palmada en el hombro a JungKook; mientras que el pelinegro yace divirtiéndose en su lugar, con pensamientos entrecruzados en su cabeza. Las actitudes cercanas que de la nada TaeHyung empieza a tener, dejan al pelinegro algo confundido, pensando: ¿Desde cuándo eres tan cercano a mí? Pero no le dice nada y, en cambio, mantiene su típica y característica mirada medio gélida y serena. Por otro lado, la actitud despreocupada de TaeHyung le hace sentir nervioso. No tiene suficientes razones como para aclarar ese pensamiento, y eso solo hace que le suden las manos.

     El mayor sabe que JungKook está jugando, solo porque se ríe al mismo tiempo que le habla. Aprendió que en momentos como ese, cuando JungKook no se siente presionado, puede ser mucho más agradable estar con él.

     — Qué pesado —menciona TaeHyung—. Ya te tengo como novio.

     — Sí, bueno... Me refiero a uno al que le gustes.

     — ¿Puedo tener dos novios acaso?

     JungKook le rueda los ojos a TaeHyung y se agacha hasta estar a su estatura. Con ojos serios pero graciosos suelta un sonido de rechiste.

     — Termina conmigo antes de irle a hablar —pone como condición JungKook antes de tomar los cabellos de Tae y revolverlos—. No soy fan de las relaciones abiertas.

     Deja a TaeHyung sin habla, avergonzado por la cercanía y por ese tono desinteresado que se combinaba con un poco de gracia. Es increíble ver cómo JungKook no es congruente con su propia actitud, cuando casi siempre es serio, pero en situaciones como esa puede bromear con él. Los dos eligen un sabor de helado y cuando los reciben se encaminan directamente a la caja para pagar. TaeHyung saca su cartera, pero de inmediato JungKook también saca la suya. Ambos se miran por un segundo, estáticos, esperando que el otro diga las palabras mágicas. Nada sale.

     — Y, bien... ¿Quién va a pagar?

     JungKook mira al pelirrojo y sonríe amable, con ese tipo de sonrisa falsa que Tae comienza a odiar, después entrega el pago rápidamente, con afanes de empezar a comer su helado sin remordimiento alguno. La caja suena sus botones, mientras el pelirrojo mantiene una cara de pocos amigos, o, más que eso, de tedio. TaeHyung recarga su mandíbula en el puño, observando directamente al pelirrojo de la caja registradora.

     Está seguro de haberlo visto en algún lado.

     — Disculpa, soy algo malo recordando, pero... —habla TaeHyung en voz alta. El chico de la caja le observa con una ceja alzada antes de entregarle la nota a JungKook—. ¿Te conozco de algún lado?

     Cuando JungKook escucha eso, comienza a lamer impaciente su helado, dejando de lado por supuesto que TaeHyung estuviera hablando con el lindo pelirrojo. Es, claramente, algo insensato que cualquier novio que no piense de la forma correcta (es decir, un idiota) hubiese resentido; sin embargo, a JungKook realmente no le interesaba lo que TaeHyung hiciese o no. No es su dueño, empezando por eso. Además, ni siquiera están saliendo de manera oficial o sentimental. Si bien JungKook se acostumbró a su presencia, tiene en mente que, en cualquier momento, Tae se hartaría y —por fin— terminarían esa "relación". En la cabeza de JungKook se generan hipótesis del cómo podría finalizar esa relación, pero termina por restarle importancia y concentrarse en el sabor de su helado.

     TaeHyung no está pensando en "el fin del romance" en aquel momento, y en ninguno otro. Se prometió que dejaría que las cosas siguieran su propio rumbo. Pero, muy dentro de él, piensa que algo de verdad podría florecer

     — Hum, sí —responde nervioso el chico antes de soltar una sonrisa nerviosa—. Soy Hong JiSoo... De tu clase.

     — ¡Cierto! ¡También cumples años en diciembre! —exclama TaeHyung feliz, intentando hacerse un nuevo amigo—. ¿Trabajas aquí? ¿Es divertido?

     Joshua, o Hong JiSoo, como los maestros le dicen, ha estado interesado en Kim TaeHyung desde que iniciaron las clases. Es una pena que, en ese momento, él tuviese pareja. De todas maneras jamás le ha hablado. Joshua lo piensa por un segundo, llevando los ojos hasta el chico de cabellos negros que no se muestra interesado en lo absoluto.

     — Sí... —dice nervioso el pelirrojo antes de recargarse con algo de ligereza sobre el mostrador—. Eh...Por cierto, aquella vez que ChangGu te estaba molestando... Quería decirle algo pero soy un poco tímido. Lamento no haberte defendido.

     JungKook da media vuelta sobre su propio eje y comienza a caminar fuera de la tienda, porque el ambiente se está volviendo íntimo y es bastante incómodo. TaeHyung pasa tal cosa desapercibida y mira a JiSoo con una sonrisa.

     — No hay problema.

     — Tu novio... Se... Uhm, se ha ido.

     — ¡¿Eh?! —TaeHyung mira a su alrededor, peligrando su helado y hace una mueca inconforme al ver a JungKook fuera de la heladería. Suelta un suspiro, guardando su cartera—. Sí, tengo que irme. ¿Nos vemos en la escuela?

     Cuando TaeHyung sale de la tienda, JungKook casi se ha terminado su helado. Observa sigilosamente a TaeHyung de reojo, y suelta una risa cínica y graciosa, casi malvada, cuando Kim mira su helado casi derretido a causa de la temperatura modulada que tenía el local. Diablos, los jóvenes no entienden la importancia del helado.

     — No me esperaste.

    — No —dice JungKook, mordiendo el cono, cuando está a punto de tragarlo, dice—: Estabas tardando mucho con tu conquista. Se derretía mi helado.

     — ¿No estás celoso?

     JungKook suelta una risa más, bastante sincera a los oídos del mayor, que ya ha comenzado a consumir su helado. El constante sonido de la risa del pelinegro deja a TaeHyung anonadado. Pero le agrada escucharla, aunque la mayoría del tiempo son de burla, o de cinismo, y muy pocas veces de gracia. Le resultan interesante esas pequeñas cosas, palabras o acciones de las que no solía tener noción, sino hasta que, recostado en su cama, analizaba el día.

     — No —responde JungKook—. En fin, ¿nos vamos al cine?

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