» Capítulo XLIII
— ¿A dónde vamos?
TaeHyung termina de ponerse bien la chamarra puesto que cae una ligera capa de nieve que adorna la ciudad. JungKook se pone guantes y un gorro negro, antes de cargar su maletín favorito... De hecho, su único maletín. Observa a TaeHyung con la ceja alzada y regresa los ojos al camino.
— A la estación de trenes —responde, haciendo fila detrás de unas cuantas personas.
— ¿Uh? ¿Vamos tan lejos?
— No es tan lejos, pero no creo que quieras ir caminando.
— No tengo suficiente dinero para mi boleto, debiste decirme antes.
JungKook rueda los ojos. Es obvio que el otro solamente intenta trazar una delgada línea y hacerle saber que aún no está perdonado. Voltea hasta TaeHyung, quien rebusca en sus bolsillos dinero hasta que alza la vista y conectan sus ojos por un segundo. JungKook no ve más en él que una simple inocencia característica, así que termina por ver el camino y continuar en él.
— No sé por qué dices eso. Yo voy a pagar tu boleto.
Aliviado por eso, el mayor admira su alrededor prestando atención a las personas cargando sus maletas, a quienes esperan, a los que están enojados porque su tren se ha ido; disfruta el bullicio de los pasajeros, la caja registradora y su sonido. También aprecia el tren al que van a subirse, las ventanas de este siendo ocupadas por personas que miran hacia afuera como si estuviesen encerrados. La estación es bella. Nunca había estado ahí antes, pues no tuvo la necesidad de viajar en tren hasta ese instante.
Regresa la mirada hasta JungKook, que le toma del brazo después de tenderle su boleto en la mano.
— ¿Te puedo hacer algunas preguntas? —se atreve a pedir TaeHyung.
Son las seis en punto y su tren sale en no menos de diez minutos. No van tan lejos a como se puede pensar a causa de la magnitud de la estación y el gran tren al que van a subir; de hecho es hasta posible llegar en taxi, pero es más aburrido, más incómodo e incluso más tardado. En tren no tardarían más de cuarenta y cinco minutos.
Aunque al pelinegro se lo ve tan inexpresivo como suele ser, lo cierto es que dentro de sí mismo siente una ligera capa de nerviosismo expandirse y agrandarse. Sus manos sudan, muerde sus labios inconscientemente y se tambalea de lado a lado. En su cabeza, por otro lado, no pasa mucho; siente que su mente repite infomerciales estúpidos para evitar que se arrepienta de sus acciones.
— Depende de qué tipo de preguntas sean.
— Bien —accede TaeHyung. Esas preguntas son ejercicio para matar los diez minutos restantes—. Cuando dijiste que te gustaba...
El menor no puede evitar golpear su propia frente cuando escucha eso, soltando un suspiro seguido de ver directamente a TaeHyung, quien también lo mira curioso. JungKook realmente no quiere hablar de eso en ese momento, incluso intenta pedirle a TaeHyung con los ojos que aguarde un momento. No obstante, TaeHyung se mantiene firme con un rostro serio.
Es un poco vergonzoso.
— ¿No puedes esperar un poco? Hablaremos de eso más tarde.
— ¿Decías la verdad? —TaeHyung termina la pregunta, con ojos tristes y melancólicos—. Esperaré.
Para JungKook, TaeHyung a veces es un completo misterio que no puede entender. Es decir, sí lo hace, pero no puede captar exactamente a qué se refiere cuando hace esa clase de pregunta, cuáles son sus verdaderos sentimientos hacia él. A momentos luce enojado, y luego cambia su expresión, como un remolino de emociones que lo confunden. De por sí no es un experto en eso. Hasta hace unos pocos días no siquiera prestaba atención a sus propios sentimientos como para comprender los de Tae. El JungKook de años atrás no estaría ahí de pie, esperando un tren hacia un lugar poco visitado.
Por otro lado, el mayor observa por un segundo al pelinegro notando su incomodidad y corre los ojos hasta los trenes.
— Claro que dije la verdad —responde JungKook después de un silencio prolongado. Ven que su tren abre las puertas y antes de que TaeHyung reaccione, lo toma del brazo—. Nos tenemos que ir en ese, vamos.
Los dos dan sus boletos a quien los recibe, esa persona que se encarga de gritar las paradas del tren para los despistados que no se dan cuenta que está a nada de partir. Así, TaeHyung y JungKook se suben al vagón sentándose en el lugar que TaeHyung ha escogido, uno frente al otro, en espera de los demás pasajeros. No transcurren más diez minutos para cuando el tren parte.
Una vez comenzado el camino, el silencio descomunal los invade. Los dos están sumergidos en sus pensamientos. Mientras JungKook checa una a una sus palabras, su discurso y sus objetivos; TaeHyung piensa en lo débil que se ve; cierta parte de él se siente culpable por no ser fuerte ante JungKook y permitirle que le dé su explicación, incluso después de tanto tiempo del problema por el que se separaron. Aunque otra parte de sí mismo se convence de que hace lo correcto. Un gritito de su corazón le insiste en que JungKook está dando todo su esfuerzo por excusarse.
Decide continuar con las preguntas porque el silencio no es realmente lo suyo.
— ¿Qué traes en el maletín?
JungKook baja la vista hacia su maletín, regalo de TaeHyung, y la vuelve a alzar hasta el chico. De la nada, suelta un quejido mientras cruza los brazos, dejando incómodo su acompañante.
— Cosas —responde.
— ¿Qué clase de cosas?
— ¿Por qué me haces tantas preguntas, TaeHyung? Cosas de casa, un suéter y mi celular.
[...]
Cuando JungKook abre los ojos, TaeHyung está viéndole fijamente. Ha transcurrido media hora desde que salieron de la ciudad. Su vista entonces cae directamente en el paisaje, ya que lo que menos quiere es ver a TaeHyung a la cara. Así admira las flores que se encuentra al ver al exterior. Faltan quince minutos de viaje, es lo que aproxima el chico. El tiempo va pasando poco a poco, sin conversación o palabras entre los dos. No es incómodo, solo es un silencio estático que no le permite a ninguno pensar libremente.
De pronto el tren se detiene, provocando que el pelinegro mire la ventanilla y revise el la estación en la que se han detenido. Cuando se da cuenta de que es su parada, toma su maletín y se pone de pie junto con Tae. Justo después de bajarse, JungKook observa su alrededor con un poco de nostalgia y, perdiéndose en el momento, le da una mirada fugaz al castaño que rasca su nuca sin decir una sola palabra.
— Bien. A partir de ahora vamos a estar en silencio, ¿bueno?
— ¿Por qué? ¿A dónde vamos?
Indispuesto a responder eso, JungKook se da media vuelta, verificando que TaeHyung se ponga a caminar con él. Lo cierto es que el silencio es para permitirle pensar; no es suficiente el tener palabras exactas y un montón de ideas en su cabeza, lo que JungKook necesita es estar claro porque de lo contrario todo ese esfuerzo y emoción se vería aplastada por sus errores. Camina apresurado, con la tensión acrecentándose cuando el castaño está cerca suyo y en silencio, tal como se lo pidió.
Es cierto que podrían ir en bus una vez estando ahí, pero prefiere tener a TaeHyung caminando a su lado, callado. Disfruta esa cercanía y también lo toma como una última oportunidad si las cosas salían mal.
Y aunque TaeHyung es un experto comprendiendo a los demás y teniéndoles empatía, no tarda mucho para que comience a desesperarse. Esto es producto del resentimiento en su corazón cada vez que se da cuenta de que revive una escena conocida desde el inicio de su relación: los dos caminando juntos, sin hablar pero cómodos el uno con el otro. Está confiando ciegamente yendo a un lugar que no conoce y con el chico que le mintió dos veces. Por un segundo se pregunta si es un masoquista, ¿por qué está confiando en él?
— Ya casi llegamos —dice JungKook intentando calmar a su impaciente acompañante.
Cuando JungKook divisa el lugar, no le resulta agradable ver el sol del día pegando con la barda y la reja gigante. Da un aspecto melancólico y crea una escena que evoca un sentimiento capaz de hacerte llorar. El pelinegro da unos pasos más con TaeHyung a su lado; el mayor se ve bastante nervioso, tan nervioso que comienza a tambalearse de lado a lado. JungKook se detiene en un punto específico, fijándose en el estado del lugar y suspirando. Después se voltea hasta el ser verdoso enfrente suyo.
— Llegamos —anuncia JungKook.
Los ojos de TaeHyung caen en el rosal enfrente suyo, después a su alrededor. Las rosas están en medio de un parque angelical. En todo el lugar hay flores, árboles y las personas pasean felices. No entiende lo que hacen ahí por más que desea hacerlo, así que intentando saber qué hace enfrente de un montón de flores, le pregunta a JungKook:
— Y... ¿en dónde estamos? —Su tono es intranquilo—. ¿Por qué me traes hasta estas flores?
JungKook pensó durante todo el trayecto la manera de explicar cosas que ni él suele entender. Es decir, las entiende pero no del todo. Buscó las palabras necesarias, las que más se apegan a su sentimiento, y las repasó hasta que se las aprendió. Lo realmente difícil, el reto para él y a donde está cayendo todo su esfuerzo es en el explicar esas palabras con seguridad. Mira a TaeHyung, después al rosal y, usando el mismo tono que siempre tendría, habla.
— Es mi mamá.
Un confundido TaeHyung siente en su interior el movimiento extraño de su pecho y abre los ojos para observar mejor las flores, dejando de tocarlas de inmediato.
— ¿Qué?
— Cuando mi mamá murió, nos dijo que plantáramos semillas de rosas aquí y que después esparciéramos sus cenizas en el mismo lugar —suelta JungKook sin dejar de ver el rosal.
TaeHyung pronto siente un golpe imaginario en el estómago, un golpe que le hace querer retorcerse. Sus ojos comienzan a picar a la vez que su corazón late rápidamente, acelerando con constancia. De repente, posa los orbes en JungKook quien sonríe tímido en su lugar viendo las flores. Una vez más, presta atención a aquellas rosas cuidadas y altas que, por alguna razón, se ven más hermosas que la primera vez.
No sabe qué clase de sentimiento es ese. Le es imposible descifrar si es emoción, melancolía, tristeza o empatía.
— ¿Me estás presentando a tu madre?
Aunque la pregunta toma desprevenido al otro, no tarda mucho en responder.
— Estas flores están vivas... Así que, sí. —Le mira confundido—. Dije que te iba a explicar algunas cosas.
El mayor no hace más que permanecer callado, con el corazón pesándole más a cada segundo por las palabras de Jeon. No puede creer qué clase de cosas está diciendo, exactamente las que no esperas de él. Es surreal ver a una persona como JungKook darle tanta importancia a las palabras de su madre, al deseo de una persona que ha fallecido. Aparentemente, lo cumplieron... Cumplieron su anhelo, hicieron lo que ella pidió y ahora ese rosal es un lugar preciado.
Incluso para TaeHyung, que jamás la conoció.
— Necesito que guardes silencio y esperes a que te diga todo. Si después de eso aún sigues odiándome, entonces... —El pelinegro se alza de hombros, resignado a aceptar la decisión de TaeHyung.
Ciertamente va a sincerarse de una manera tan suya que sería difícil volver a oír algo como eso de nuevo; no obstante, si para TaeHyung eso no es suficiente, entonces no podría obligarlo a perdonarlo. Al final de cuentas, la decisión que tomase el castaño sería la definitiva y tendría que respetarla.
Continuando con sus palabras, JungKook exhala, dejándose llevar.
— Si te preguntas la razón por la que te traje... es que necesito algo que te haga creer que seré sincero. Supongo que entiendes por qué aquí... No puedo mentir estando enfrente de mi mamá.
Las palabras quedan grabadas en su mente como si las hubiese tallado. TaeHyung siente unas ganas de llorar que lo consumen. Solo sabe que es la primera vez que ve a JungKook en ese estado; por primera vez puede ver detrás de esos ojos serios y gélidos a un alma que es más que eso; ve una personalidad pura, una forma de ser única de él, real y sincera, la cual JungKook parece no querer cambiar. En el fondo es como todos, siente al igual que tú y que yo, ama y odia, grita y falla... Demuestra sus sentimientos... Muy a su manera.
El menor tiene un mar de verdades impactantes, una de esas es la siguiente idea que se repite una y otra vez dentro de su cabeza: Ya sé que sonaré ridículo, pero solo una vez y ya. Está más que claro a este punto que no es de su agrado ser un tipo cursi, no lo es ni lo sería, no quiere decir algo tan bochornoso como lo que está a punto de decir. Así que, yendo en contra de su propio instinto, suelta aire antes de empezar.
— Tuve una lección cuando murió mi madre: el amor duele, porque se termina.
Una vez iniciada la explicación, TaeHyung se queda quieto con sus ojos examinando la expresión de JungKook. Se lo ve nervioso, lo nota por la forma en la que mueve sus manos y su respiración se corta.
— Vi a mi padre sufrir. Lo vi estar borracho, lo vi llorar, gritarle a mamá que regresara cuando ella ya ni siquiera podía oírlo. Lo único entendí es que el amor era... —Se detiene un momento, alzando los ojos hasta TaeHyung—... un desperdicio.
Incluso cuando siente un nudo en la garganta, ni siquiera dudando de lo difícil que es hablar de ese tema, JungKook no se detiene. Tampoco lo hace cuando siente que le hace falta el aire y en su estómago comienza a formarse un hueco. Nunca habló de su mamá con nadie, ni de lo que vio cuando era un niño que no comprendía el significado de la muerte. Para él, hablar de su madre es como dejar su alma al descubierto... La extrañaba tanto, aun teniendo en cuenta que no la conoció tan bien como lo hizo su padre. El pelinegro cada día de su vida deseaba tener a su mamá a su lado, quería un abrazo, quería sus consejos, su ayuda y sus ojos encima de él. Es por eso que resulta tan doloroso sacar el recuerdo de su padre sufriendo, es por eso que le es complicado encontrar las palabras correctas para explicar el desgarro que siente en su corazón.
Es incómodo decirle esa clase de cosas cuando jamás ha hecho algo similar. Hasta se siente inseguro por no demostrar sentimiento alguno, ya que tiene conocimiento de que su tono de voz no suele transmitir lo que en realidad tiene dentro de su pecho.
Por un segundo posa sus ojos en Tae, quien se mantiene atento con sus cabellos castaños cayendo por su frente... Entonces sabe que él sí está sintiendo lo que él quiere dar a entender.
— A mis ojos el amor fue inútil... Sigue siéndolo —continúa el pelinegro—. No importa cuánto trabajes por tener todo en buen estado, por hacer al otro feliz y dar lo mejor de ti... El amor se termina. Antes de morir o después de hacerlo. Yo no quería amar a alguien y de repente verme sin esa persona perdido en el mundo. Porque vi a mi padre sufrir, me prometí que evitaría eso a toda costa.
Ese sentimiento de ser liberado... es completamente espeluznante. Cuando una capa de electricidad te envuelve y crees que eres potente, que podrás con todo y que tienes la energía suficiente para expresar tus sentimientos con desenvolvimiento, entonces tienes todo el poder de hacer que los demás te entiendan y te hagan caso. JungKook se siente así, con el corazón dando a mil por hora, pensando en todo y liberando sus más profundos secretos.
Solo con TaeHyung... Con nadie más que TaeHyung.
— Mi papá... Lo peor de todo es que no pude hacer nada para ayudarlo. Sufrí con él, odiaba verlo así de mal. —JungKook lleva los ojos al suelo—. Y como no quería que alguien más sufriera por mí, nunca busqué enamorarme. Siempre supe que todos los que se acercaban querían atención pero no a mí, y era un alivio. Llegué a pensar que eras igual, así que te acepté.
El mayor mira a JungKook, quien alza la cabeza al mismo tiempo. TaeHyung se pregunta qué es lo que sigue a continuación de aquellas palabras.
— No lo eres, TaeHyung. Fue difícil aceptar que me gustas —suelta eso como si lo llevase cargando desde hace tiempo—. Sabía lo que seguía después de eso: el dolor en el pecho, las ilusiones, los sentimientos... Y aunque pienses que intenté alejarte en algún momento, no fue así.
La estática del momento, el sonido a su alrededor y los orbes intensos del pelinegro... Es una situación melancólica y deprimente, que hace a TaeHyung latir su corazón con fuerza.
— Lo que dije ese día con ChangGu fue... ¿sincero? —Duda de sus palabras, pero confía en que se dará a entender—. No debo enamorarme de ti, pero no porque seas tú. Confía en mí cuando te digo que a cualquiera le gustaría estar contigo. Es solo que yo no debo permitirme enamorarme de nadie.
TaeHyung está escuchando a JungKook hablar más que ninguna otra vez. En ese momento no tiene vergüenza, no se detiene por nada y tampoco deja al aire sus frases sin terminarlas. JungKook habla seguro de sí mismo, seguro de lo que quiere dar a entender y no se da espacio de pausar, quizá por temor a no poder continuar después. Probablemente eso no volvería a pasar en mil años.
Es cierto que el amor cambia a algunas personas; sin embargo lo único que logra en ese instante es hacer que JungKook exprese su más íntimo pensamiento por un segundo. Aunque el pelinegro desea que la tierra se lo trague y jamás lo ponga enfrente de TaeHyung de nuevo. Si las cosas resultan bien, después de ese día TaeHyung se volvería mil veces más molesto que antes. Sí. Ese tipo molestoso de siempre que se pasa agarrado a su brazo o enrollado a su torso. El mismo chico que derrochaba una clase cariño doloroso que se convirtió en más que eso. Si todo sale bien, sería difícil.
Quererlo sería difícil. Sería una guerra constante que podría terminar en cualquier momento o seguir hasta un final que dolería mil veces más... Como su madre y su padre, como las otras millones de parejas existentes en el mundo.
Ese pensamiento hace que JungKook se contraiga en su lugar, tome sus manos nervioso y desee no decir más. Entonces sus ojos se encuentran con los de él. Cuando JungKook se topa con los ojos de él, no puede evitar pensar que de todas las cosas que le han pasado en la vida, TaeHyung es... la única que vale la pena.
No importa si las cosas salen mal. No importa si el dolor perfora su alma y el llanto lo consume. Ya no importa. No importa si es por y con TaeHyung.
Es un círculo vicioso que no se puede cerrar... Es adictivo. Necesario.
Debe de aprender a querer los momentos felices y desechar los tristes. Así como su padre hizo. Los malos momentos se disipan, los felices perduran. El amor cambia a las personas de una u otra manera, y eso es terrible, detestable.
Jodido. JungKook está jodido.
— Hace unas semanas fue el aniversario de la muerte de mamá. Entendí que por más que mi papá haya sufrido, los momentos buenos se quedaron y esa felicidad superó la tristeza que la partida dejó.
TaeHyung de verdad va a llorar, no le falta nada para que sus ojos suelten las lágrimas que ha estado soportando por minutos. Un remolino de emociones combinado con el sonido de los pájaros, con el ruido de las personas paseando y el olor de las rosas cercanas a ambos. Es raro que ellas sigan tan brillantes y hermosas. Tan lindas. Tan raro como JungKook hablando de tal manera tan libre, creándole el deseo de abrazarlo con todas sus fuerzas.
— ¿Sabes, TaeHyung? Hasta la fecha sigo pensando que es un desperdicio amar a alguien. —Él pasea los ojos por todos lados hasta detenerse en el rostro del castaño, sonriéndole un poco—. Pero te veo aquí y... no sé. Tal vez es inútil, pero igual es algo... que necesito.
Las primeras lágrimas han empezado a salir de los ojos de TaeHyung, quien no puede evitar poner una expresión comprensiva. Llevándose las manos al rostro, limpia algunas de estas.
Lo que ha dicho JungKook ha entrado hasta el fondo de su alma... Lo comprende. TaeHyung es un humano tan empático y bello, que comprende lo que ha dicho el pelinegro. Es capaz de examinar la actitud de JungKook, ver directamente a sus ojos y perdonarlo porque sabe que está sacando todo su dolor en unas pocas palabras esperando ser entendido. Quiere abrazarlo, quiere decirle que todo estará bien y que se sienta confiado en entregarle su corazón, porque lo cuidaría mejor que nada en este mundo. Quiere ser su lugar seguro, la persona a la que puede confiarle sus más pequeños secretos, sus sentimientos.
Estar a su lado incluso cuando JungKook se sienta tan mal consigo mismo que no quiera a nadie cerca.
Amarlo por siempre.
— Si quieres decir algo, puedes hacerlo.
— ¿Por qué no me dijiste esto antes?
El tono es delicado, cariñoso y triste por la situación en la que se ve envuelto. Todo su enojo se ha desvanecido; lo único que queda es el resentimiento por no haber escuchado eso antes. Cierta parte de él está avergonzada porque están enfrente de la mamá del chico. Puede sonar estúpido, tonto y un tanto ilógico. No es así... Realmente están enfrente de la madre de JungKook... Y eso solo hace que las palabras cobren otro sentido.
El menor abre la boca, buscando una respuesta a eso, pero no puede sino hasta un minuto después.
— No es fácil hablar de algo que te hirió demasiado —habla tímido—. Pero ahora te lo digo con sinceridad. Estos son mis sentimientos hacia ti.
Pero Tae lo observa un poco confundido, limpiándose efusivo las lágrimas y dudando por lo poco claro que es el pelinegro.
— Eso significa que... —dice TaeHyung entrecortado por las lágrimas.
JungKook ha tenido suficiente, así que rueda los ojos, como siempre, y mira a TaeHyung con seriedad, esperando que Tae pueda comprender lo que está a nada de decir, que entienda lo que su corazón desea transmitir pero es incapaz de decirlo con libertad... Sus labios rojizos se abren para decir algo que se quedará grabado en la memoria de ambos.
— No tengo que decir "te amo" para hacerte entender que lo hago.
No sabe si la palabra que utilizó es la correcta, pero habría tiempo de arrepentirse después. Nuevamente, TaeHyung comienza a llorar con más fuerza por la verdad de esas palabras y el impacto que tiene en su mente, cuerpo y alma. Los corazones de ambos laten con fuerza, casi saliéndose de sus propios pechos para unirse y hacerse uno solo.
— Seamos novios —propone TaeHyung en voz alta. JungKook alza las cejas sorprendido—. Pero novios de verdad.
El pelinegro está un poco más que impresionado por la propuesta que sale de la nada, así que se queda callado por un minuto. Examina a TaeHyung, su rostro rojizo por las lágrimas y la pequeña sonrisa que apenas se le puede notar... Bueno... Es que TaeHyung es TaeHyung; de hecho, ni siquiera le sorprende la forma en la que le ha propuesto eso. Termina asintiendo al castaño, quien alza el dedo meñique.
— ¿Promesa, KookiePookie?
JungKook baja los ojos hasta el meñique de TaeHyung, que espera tan paciente como la primera vez que le hizo una promesa de ese estilo. No puede evitar sonreír en grande, enrollando su meñique y cerrando la promesa... Novios.
— ¿Ya somos novios?
— Mm... —duda por un segundo, aunque termina sonriendo—. ¿Sí?
Después de una gran bocanada de aire, JungKook asiente unas cuantas veces y da unos pasos hacia TaeHyung. La distancia es vergonzosa y poco confortable, sus manos se extienden hasta tomar ambas manos del castaño. Luego, sin previo aviso, se acerca a TaeHyung hasta quedar pecho con pecho y rápidamente para no echarse hacia atrás junta sus labios con los de él.
Es un beso fugaz, y se siente tan bien. Los corazones acelerados, nervios y sus manos temblando. Con miedo, sorpresa y todas las emociones posibles juntas en su pecho pues jamás han besado a alguien. Cuando se separan, JungKook da un paso hacia atrás sin cambiar su expresión para no parecer tan emocionado cuando en realidad sí lo está. TaeHyung se cubre el rostro con vergüenza, pues lo que menos esperó era un beso.
— Tenía un tiempo que quería hacer eso.
El mayor suelta una risa boba que es típica en él. Ya que las cosas han resultado bien, una felicidad enorme embarga su cuerpo y lo hace soltar un suspiro tranquilizador. Antes de irse, mira el rosal y se inclina.
— Cuidaré bien de su hijo, señora Jeon.
TaeHyung se aproxima al lado del pelinegro, cargando su mochila aunque JungKook se la quita unos segundos después. Las cosas sí salieron mejor de lo que pensaron. De hecho, JungKook lo consideraría un rotundo éxito.
— ¿Significa que puedo tomar tu mano cuando quiera?
Cuando JungKook posa los ojos en él, percibe la cercanía del rostro de Tae, así que, como se siente incómodo por la cantidad de tonterías que acaba de decir, le pone una mano en la cara y lo aleja
— Pasos pequeños, Poochie. Pasos pequeños —dice mientras comienzan a caminar.
Sin embargo, nota el ceño cansado del otro y se detiene un momento junto con TaeHyung. Observándose fijamente, juzgando al otro, JungKook se tiende y alza el meñique para que el castaño se tome de él. Con una sonrisa gigante y el ego creciendo, Tae enrolla su dedo con el de JungKook.
Definitivamente es mejor de lo que esperaban.
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