» Capítulo XIII
TaeHyung se sienta al borde de la banca y con una sonrisa acomoda la bufanda azul en su cuello. Mantiene la mochila a su lado mientras observa a su alrededor, alternando la izquierda y derecha entre sí. Espera pacientemente al gruñón de JungKook, es cierto. Pero, bueno, quizá está demasiado emocionado, o quizá la mañana es demasiado bonita y eufórica como para que alguien no pueda sentirse feliz.
Lamentablemente, su buen humor no dura mucho tiempo: Yeo ChangGu mantiene un paso firme hacia él. A lo lejos se ve como un príncipe de rostro furioso y lleno de malos sentimientos, de esos que odias en vez de amarlos. Cuando este príncipe de ojos furtivos está justo enfrente, se puede escuchar el suspiro fuerte de TaeHyung. Suficiente lloriqueo, es hora de explotar.
— Parece ser que no te cansas, ChangGu —dice TaeHyung con los ojos como dagas, mirando detenidamente al pelinegro.
La sonrisa de Yeo hace en una curva perfecta (casi como su peinado) que logra sacar a TaeHyung de quicio. Comprensible por completo, las cosas se ponen difíciles cuando la gente se molesta entre sí. El odio de las personas es un arma mortífera inútil.
— JungKook se fue ayer temprano de la práctica de básquet —habla el chico de cabellos negros—. Al parecer ya abandonó a su perrito. ¿Ya tiene otro novio por quien salir temprano?
La sonrisa de TaeHyung se amplía en una gran forma de corazón, mostrando aquellos dientes blancos y bien lindos que tiene, a sabiendas de que, la tarde pasada, en realidad JungKook salió a verlo a él. Aunque respondió "Sí. ¿Y qué?", tiene muy en cuenta que salió temprano para resolver los problemas que el chico delante suyo había estado causando los últimos días, (y también por su cita).
— Sé que salió temprano. Me acompañó a casa.
La sonrisa de ChangGu se elimina en menos de un segundo. Sus ojos se tornan rojos, listos para asesinar a alguien, y quizá suena algo exagerado, pero esa es la impresión que da. Está enojado. Seguramente porque él nunca logró que JungKook hiciera algo así. ¿Por qué? Quién sabe. Tal vez la actitud matutina que tenía, o su terrible insistencia que sacaba de quicio a todos.
Sin embargo, viéndolo de otra manera, la insistencia últimamente es algo que a JungKook no le desagrada del todo.
— Seguro. Seguir cuidando de su mascota —habla Yeo entre dientes. Se tranquiliza un poco y suspira. Lleva una mano hacia la frente de TaeHyung y la empuja—. Pobre e iluso cachorro, tan tonto... Y estúpido.
Antes de que TaeHyung pudiera responder algo, enojado y casi al borde de ponerse de pie para comenzar a defenderse a gritos, la mano de alguien cae directamente sobre la muñeca de Yeo ChangGu, quitándola de la frente de TaeHyung con algo de fuerza. Los ojos de todos se abren impresionados en un instante y se dirigen directamente hasta Jeon JungKook, quien sostiene firmemente la muñeca de ChangGu.
— ¿Quién te crees para llamarle así a TaeHyung? —espeta Jeon, mirando fijamente a ChangGu.
Todos quedan perplejos. Hasta el mismo TaeHyung, quien abraza su mochila al escuchar el tono fuerte de JungKook. Es cierto que algunas veces pudo oírlo hablar tan seriamente, pero jamás así. Está entre enojado e interesado. Es un timbre extraño, pues rara vez se le escucha discutir o pelear. ChangGu está inquieto, sintiendo la presión de JungKook. Ha imaginado alguna vez sentir el tacto de Jeon JungKook, pero no de esa manera, no con todos viéndole fijamente al borde de la burla por montar un circo donde él termina siendo el payaso.
Nadie se explica por qué demonios Jeon está haciendo todo eso, ni siquiera el mismo JungKook, quien actuó por simple inercia de su mente, sin pensar mucho las cosas. Las escenas de ese tipo por parte del pelinegro son escasas, si no es en el club de deportes o cuando alguien le pedía salir. Él nunca ha defendido a nadie, ni siquiera provocado disturbios, peleas o algo así.
Pero en ese momento, sujeta a ChangGu de la muñeca, con una expresión bastante profunda.
— ¿Por qué demonios lo defiendes? —pregunta Yeo en voz alta, soltándose del agarre del chico. Sus ojos se transforman con un enojo inminente, y su corazón late con furia—. ¡Aun así el terminará odiándote!
— Ese no es tu problema —responde JungKook—. Así que deja de tratarlo tan mal. Y peor aún, crear rumores.
ChangGu tiene una vena saliendo de su cuello. Sí, el enojo es de tal tamaño. Siente rabia emergiendo de su corazón y, aparte de eso, que el mismo Jeon JungKook lo estuviera tratando así es desgarrador. Una planta de enojo y tristeza crece en su corazón, con muchas ganas de cortarla de raíz. De todas maneras, Yeo no demostraría eso.
TaeHyung se mantiene callado. Está encerrado en su cabeza. ¿Cómo demonios han llegado hasta ese punto? Parte de sí se siente ligeramente bien. Aunque odia las peleas (y por cosas tan absurdas como esa), JungKook lo está defendiendo. Es lo más sincero y bello que JungKook ha hecho por él.
— Ja, claro, rumores. Tu novio se comporta como lo tratas: como un perro.
Poco a poco, las personas se ponen alrededor de ellos. TaeHyung se cohíbe cada vez un poco más, JungKook se siente abrumado por el alboroto. Es cierto que la mayor parte de su vida se basa en la atención mal merecida de los demás; sin embargo no es posible soportar esa atención cuando está a dos segundos de pegarle a alguien. ChangGu, más que acostumbrado, siente que echan carbón al fuego de su corazón.
— ¿Por qué piensas que lo trato como a un perro? —cuestiona JungKook en voz alta, ganándose la risita del otro, lo que le provoca curiosidad—. Que a ti te haya tratado así no significa que a él también.
La risita de TaeHyung se escucha, bien merecida porque al fin alguien le está dando de su propia medicina, y aunque intenta reír bajito, llega hasta los oídos de ChangGu. El de cabellos lacios observa directamente al castaño que espera el desenlace como quien aguarda con sus palomitas a media película.
— ¿De qué te ríes, idiota?
— Que dejes de tratarle así, ¿no entiendes, Yeo ChangGu? —vuelve a hacer la petición, fastidiado.
De un momento a otro, por entre la multitud, dos seguidores del ex co-capitán aparecen. Un chico de cabellos rubios y otro alto, bastante menor que ambos. HyeongGu sonríe y posa un brazo en el hombro de ChangGu.
— Oye, JungKook —llama HyeongGu, con una sonrisa cínica. El ambiente está más tenso, esos tres de ahí habían sido amoríos (pasajeros y sin importancia, como todos) de JungKook—. ¿Por qué estás tan apegado a esa mascota?
JungKook revolotea los ojos y se cruza de brazos, ya no quiere continuar con una pelea sin sentido. El problema se ha alargado, ya duraron ahí ocho minutos.
— ¿También tú, Kino? ¿Y tú, SoonYoung? Su excusa es que... Claro, también los traté como a ChangGu. ¿Quieren dejar de molestar ya? Hacen que me duela la cabeza —habla JungKook con ironía—. ¿Cuánto tiempo más vamos a tardar? Tengo que llevarlo a su clase.
Las risas se extienden. TaeHyung escucha ese comentario también como una burla compleja y sonríe algo satisfecho por esa natural forma de responder, como si fuese un sabiondo. Para aquellos tres, exparejas, el peor problema que podía existir es que el mismo chico que los hundió se estuviera burlando de ellos. JungKook nunca ha sido tan cruel públicamente: está admitiendo que trataba ligeramente mal a quienes salían con él. Todos están estupefactos, pero siguen riéndose, porque es gracioso ver a idiotas (la ironía de la sociedad, burlándose de aquellos a quienes creyeron) como ChangGu queriendo hacer menos a los demás. No le quiere hacer daño a JungKook, quiere hacerle daño a quienes estaban con él. Al igual que los otros dos.
Kino y SoonYoung están igual que ChangGu. Odian a corazón abierto que alguien más pudiera gozar de ese tipo de acciones, esas que Jeon JungKook nunca tuvo con ellos.
Odian que alguien tuviera lo que ellos no. Seres humanos codiciosos que no entienden cómo funciona el mundo, que a veces las cosas que le funcionan a unos, a otros no. Que algunos se ganan acciones como aquellas, que otros simplemente son irrelevantes.
— Entonces, JungKook... ¿Lo quieres porque es una mascota obediente? —cuestiona en voz alta ChangGu.
Los ojos de JungKook se posan en él, bastante neutral desde el punto de vista de muchos, respirando tranquilamente, tal vez meditando sus palabras. Después, sigue la voz de SoonYoung.
— Quizá porque es más fácil de manipular que nosotros.
De nuevo, los orbes de Jeon se van hasta SoonYoung, a quien conocen más como Hoshi; sus ojos lo observan con algo de curiosidad, no recuerda haber dado órdenes a nadie. Con él tan solo duró tres días en esa relación. La excusa fue que la frialdad de sus palabras y sus malos tratos eran totalmente raros, que no aguantaba a alguien así y que, si no lo quería, que terminarían. JungKook le dijo: ni siquiera recuerdo bien tu nombre.
Por último, una de las voces que comenzó a ser de las más detestables para Kim TaeHyung se alza en alto, captando perfectamente la atención de todos.
— ¡Ya sé! —exclama Kino en voz alta, levantando un dedo como un niño. Sus ojos se tornan oscuros y una sonrisa va directamente hasta JungKook—. ¿Tan bueno es en la cama?
El corazón de TaeHyung se acelera en un segundo, pero cuando todos abren los ojos, JungKook estampa el puño en la mandíbula de HyeongGu.
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