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» Capítulo X

Min YoonGi es una de las pocas personas que entienden a TaeHyung. Sabe que su amigo es alegre, positivo, que intenta verle el lado bueno a las cosas y que siempre carga consigo una sonrisa que contagia a cualquiera. Por ello, aquella mañana, la presencia de TaeHyung, y sobre todo esa cara larga que tiene mientras está sentado a su lado, le hacen pensar en miles de razones por las que algo así podría suceder.

     — Oye... ¿No vas a esperar a JungKook hoy? —pregunta sutilmente YoonGi, viendo atento a TaeHyung.

     Los ojos del chico sueltan un destello por medio segundo y de inmediato TaeHyung voltea a verle, acomodando a la vez su mochila sobre el hombro, sin expresión que mostrara su característica felicidad y gentileza. Más bien, TaeHyung lo mira con una mueca disgustada, casi ahogándose en su propio cinismo. El monótono silencio de TaeHyung es complicado de entender, junto con su extraña presencia, en vez estar en las bancas, donde suele esperar a JungKook.

     — No.

     YoonGi sabe que meterse en ese terreno, con TaeHyung tan exasperado y frágil, es peligroso. El chico conoce perfectamente cada cosa que puede llegar a pasar si es que Tae no se encuentra del humor ideal.

     — Ustedes... ¿pelearon o algo? —La voz de YoonGi entra suavemente por los oídos de TaeHyung, quien niega viendo el suelo—. ¿O terminó contigo?... Vamos, habla ya.

     Hubiese sido mucho más fácil que Jeon JungKook diera por terminada aquella relación de enemistad y noviazgo falso con TaeHyung. Rompería su corazón, de seguro, porque de verdad se está esforzando; y aunque la idea es una pérdida de tiempo, realmente no sería tan hiriente como la situación actual. Sin embargo, y para su mala suerte, JungKook ni siquiera le dijo algo que significara una ruptura total, sino que se dedicó a hacerlo sentir un poco más miserable; recordándole sutilmente que no sentía absolutamente nada por él.

     TaeHyung pasó el resto de la tarde imaginando una vida, al lado o lejos de su novio, en un deseo profundo y estúpido de poder llevar las cosas a un extremo o al otro. Odiaba los puntos medios y se le es difícil acostumbrarse a tirar y soltar en ese juego en el que se metió. Aunque la mayor parte de su cabeza se imaginaba, más bien, superando aquel encaprichamiento para alejarse de ese chico de una buena vez por todas. Pero la cosa es que, entre más conoce a JungKook, más siente que le gusta. El sentimiento crece de manera incesable.

     — Él... Yo no le gusto —dice por fin TaeHyung, algo adolorido—. Ni siquiera como amigo. Para él yo solo soy... Supongo que nada, quizá un conocido y ya, YoonGi.

     Tampoco es que YoonGi tuviera la gran habilidad de poder recuperar la felicidad en una persona. Es decir, lo intentaría. Después de todo Tae es su mejor amigo y odia verlo triste. Más por Jeon JungKook, y peor se hace todo mientas recuerda uno a uno los rumores que corren de él y el cómo TaeHyung prefirió ignorar eso y sobreponer sus sentimientos colegiales.

     Pero qué hacerle; ese es Kim TaeHyung, tan espontáneo y directo como el aire.

     — Lo siento, Tae. Sé que querías que funcionara con él, pero... sabes que es así.

     — No sé qué estoy haciendo mal. Quiero gustarle, ese tipo se hace el difícil. —La voz de TaeHyung decae de poco en poco, variando también en diversos tonos—. ¿Debo hacer algo?

     YoonGi mira a Tae fijamente y distingue aquellos ojos enojados y desilusionados que difícilmente podrías ver en aquel chico, pues claro, TaeHyung rara vez es tan negativo con sus acciones y con sus propuestas mentales. Verlo sentirse decaído solo significa que su propia meta se venía abajo, y ese es el punto más hondo al que lo ha visto llegar. Como su amigo, YoonGi tiene el objetivo de decirle que tan solo es un patán, que no vale la pena, que realmente está equivocado. En parte es cierto.

     No obstante, desde el otro punto de vista, JungKook es el tipo de persona que difícilmente gustaría de alguien más tan de pronto; YoonGi entiende eso, y que TaeHyung se acercara a él de la nada pidiendo ser novios, más aun teniendo en cuenta todos y cada uno de los rumores (que terminaron siendo ciertos), fue un grave error con consecuencias. Entiende también que JungKook pudo aceptar debido a muchas razones: la presión de las decenas de ojos encima suyo, su desinterés en las parejas y la última, aunque no la favorita, por mera compasión.

     La mano del mayor cae directamente en el hombro de TaeHyung, y un suspiro desesperado sale desde el fondo de sus pulmones.

     — No lo creo —admite YoonGi—. Si te soy sincero, creo que deberías dejar que él decida, tú ya hiciste tu mejor esfuerzo. Eres un chico genial, TaeTae. —La voz de YoonGi es amistosa, con una sonrisa claramente agradable.

     TaeHyung mira a su mejor amigo y suelta un suspiro tranquilo, aliviado por oír que se está esforzando y por saber que alguien verdaderamente lo valora y lo menciona sin miedo alguno. Le sonríe de vuelta a YoonGi, como si supiera que nunca dejaría de decir las cosas correctas en el momento indicado.

     — Gracias, YoonGi —dice TaeHyung suavemente.

     Los amigos son por siempre y para siempre, en las buenas y en las malas. Dejar a TaeHyung varado a la mitad de un problema así, sería imperdonable. Ellos tienen muy en cuenta ese tipo de códigos implícitos, que sabes que tienes que seguir. Y aunque sonara como una idiotez, sienten la obligación de darle todo su apoyo al otro.

     — Entonces... ¿no vas a ir con él?

     TaeHyung ladea la boca en gesto de asco y desagrado, negando varias veces.

     — Si te soy sincero, lo que menos quiero hacer ahora es verlo —dice TaeHyung dando vuelta por sobre sus talones—. Solo me darán ganas de reclamarle cosas.

     YoonGi suelta una sonrisa para después pasar el brazo rápidamente por el hombro de TaeHyung y comenzar a caminar juntos. Tienen aquella hora de las mañanas en clases separadas; regularmente, y antes de que don JungKook apareciera en la historia, YoonGi acompañaba a TaeHyung hasta su salón o viceversa. Depende de qué tan cerca estuvieran el uno del otro. YoonGi y TaeHyung son amigos desde los diez años; sus madres se conocían, sus padres eran compañeros de trabajo inseparables. Era obvio que ellos terminaron llevándose bien después de tantos años de estar juntos, de convivir entre ellos, verse en las fiestas de cumpleaños e ir a la casa del otro. A pesar de que TaeHyung no se mostraba interesado en YoonGi en un principio, y de que le parecía un niño demasiado tonto, YoonGi, siempre buscaba hacer amigos por muy callado y tímido que fuera. La personalidad de TaeHyung le hizo cambiar a su gusto, y en esos momentos, se encuentra en un punto medio entre introvertido y extrovertido.

     En cuanto llegan al aula, el brazo de YoonGi cae del hombro de TaeHyung.

     — Oye, saliendo de la escuela vamos al karaoke o algo —propone para desestresar al cansado TaeHyung—. Y vamos a comer... esas cosas dulces que te gustan. ¿Crepas?

     Sabe qué cosas le hacen sentirse mejor cuando tiene esa actitud explosiva y malhumorada, la cual apenas y es distinguible. Por más que desea que las cosas entre él y JungKook se arreglaran, tiene que mantenerlo contento en lo que eso sucedía.

     — Bien, ¡nos vemos, YoonGi hyung!

     En el momento en el que TaeHyung pone un pie dentro del salón, puede sentir las miradas de todos sobre él, las risitas escondidas y todo el sentimiento de odio cayendo sobre él. Un aura interesante se siente a su alrededor. Piensa de inmediato: ¿Tengo roto mi pantalón? ¿Tengo algo en los dientes? ¿YoonGi me pegó algo a la espalda?

     Los ojos de TaeHyung recorren todo el salón. No hay ni una sola mirada que no esté puesta en él. Todos tienen al menos una señal, le prestan atención, una atención a la que jamás se expuso y que comienza a calarle hasta el alma. Sus orbes vagan de lado a lado hasta que se topa con la mirada de Park Jimin, preocupada pero sin ser explícita. TaeHyung quita rápidamente la mirada de él y la regresa hasta otro alumno de su clase. Éste se pone de pie y a pasos cortos se acerca a TaeHyung con una sonrisa cínica, haciéndolo sentir como un bicho pegado sobre el cristal con cinta adhesiva. En el momento en que el castaño alza la vista, se topa con unos ojos avellanos, y mira bien al chico, quien abre la boca antes de decir:

     — No te costó nada conseguirte a alguien más, ¿eh? —Las palabras salen con algo de sarcasmo y un tanto de gracia, desconcertando a TaeHyung en cuestión de segundos—. ¿Se te es fácil engañar a JungKook?

     TaeHyung se queda estupefacto con lo que escucha, y en el instante que desea abrir la boca para defenderse, las risas de los demás se hacen presentes. Yeo ChangGu observa con una sonrisa completamente cínica, burlona, a TaeHyung.

    — ¿Qué? —logra balbucear TaeHyung ante tal falsa exposición.

     ChangGu ríe, y pone un dedo en la frente de TaeHyung, empujándolo hacia atrás.

     — Ya había oído que te trataba como a un perro —dice el pelinegro con aires de grandeza. Se agacha un poco hasta quedar frente a frente TaeHyung, mirándole a los ojos—. Pero no creí que en realidad fueras uno.

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