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» Capítulo III

A los ojos de todos, la nueva pareja es perfecta. Tras una semana de relación "estable" (es decir, como todos querían ver), Kim TaeHyung y Jeon JungKook han conocido un poco más del otro. Bueno... Podríamos decir eso. Aunque en realidad el único que se ha saturado de información ha sido JungKook. Y, siendo sinceros, todo aquello le tiene hecho un fiasco. Está harto, no solo porque rara vez ha tratado con personas iguales a TaeHyung; más bien, él no es alguien que escuchara a los demás con gusto eterno

   — ¡Oh sí! ¿Y ya has visto de esos girasoles? Bueno, a mí me gustan bastante, pero no es como si fueran mis favoritos. Creo que prefiero los lirios. Tienen un color tan bonito, el violeta es ta... ¡CIERTO! ¿Ya te conté que me quiero pintar el cabello de violeta?

      La paciencia del chico está llegando al punto máximo. Rendido ante el perseverante entusiasmo de TaeHyung día a día, se ve obligado a prestarle un poco de su miserable atención; y digo miserable ya que JungKook realmente no es fan de hacerlo. Resulta algo molesto, porque, aunque la mayoría del tiempo sus cuerdas vocales solo dejan oír monosílabos y frases que quizá no tienen mucha importancia, el hecho de tener que gastar —malgastar— su preciado tiempo escuchando al chiquillo es simplemente desastroso.

     Y contraproducente.

   — Sí. Ya me lo dijiste.

     JungKook no supo en lo que se metía cuando esa propuesta, poco llamativa, le cayó en la cara un día cualquiera después de su entrenamiento. Si retrocedían unos pasos, el error fue de ambos. Por otro lado, su ego es suficiente para creerse inocente en ese achaque de emociones.

     — El violeta se me vería bien, aunque pienso que todos los col... —habla TaeHyung, pero se ve interrumpido.

    La mano de JungKook cae en su frente con suavidad, incitándole a callarse por un momento. Se detienen en la marcha de regreso a la casa de TaeHyung. Se ha hecho costumbre aquello de callarlo con una insignificante puesta de mano sobre la frente. A JungKook le harta escucharlo hablar, TaeHyung es demasiado para un ser humano común y corriente, siempre hablando con ánimos, exagerando en cada palabra y resaltando lo obvio. Sin embargo, parece que eso era más cómodo que simplemente decirle: "Guarda silencio un momento, TaeHyung".

     — ¿Te han dicho que hablas demasiado?

     — ¿Por qué eres tan grosero conmigo? —La voz de TaeHyung lleva encima un tono decaído, pero cómico a la vez.

     Esa pregunta había rondado por su cabeza los últimos dos días. Poco a poco se dio cuenta que en realidad actuaba más como esos amigos fríos (si es que se podían llamar así) que la mayoría del tiempo se pasaban haciéndote imposible el vivir tranquilo. JungKook piensa casi lo mismo de él, en realidad él cree que TaeHyung era como esos amigos "demasiado cálidos" que te hacían la vida algo extraña. Interesante choque extremo de personalidades, ninguno en un estado ligeramente neutro.

    JungKook es la "leyenda" que todos cuentan (aparentemente): buen novio en el sentido de llevarte a casa, escucharte (la mayoría del tiempo) y hasta en preguntarte si estabas bien. ¿Pero de ahí en más? Solo hay un vacío, un ligeramente desinteresado novio.

    Y aunque TaeHyung intente verle el lado bueno y entender, sobre todo, que nunca en su vida había tratado con él antes de una semana hacia atrás, la mayoría de su cabeza le pedía respuestas.

    — ¿Grosero? No soy grosero contigo —dice JungKook cerrando los ojos y cruzando los brazos, justo en frente de TaeHyung—. Muy diferente es que no captes mi tono.

    ¿A caso le cambió la mirada? JungKook parece observarlo con algo de gracia en sus ojos y suelta una sonrisita que abarca apenas la mitad de su mejilla. Parece que se burla de algo, pero no es así. Le causa un poco de risa que, naturalmente, las cosas tomaran el curso que, hasta esa fecha, es un paso inevitable en cada una de las relaciones (falsas relaciones) por las que pasó. Pero TaeHyung no lo nota del todo. Sus manos se van directo a juntarse y mira hacia abajo.  

     — Realmente, no entiendo. La mayor parte del tiempo me la paso hablando de mí, no sé nada sobre ti.

    JungKook hace más pequeños los ojos y cambia la posición de su cuerpo.

    — Eso ha sido un cambio muy drástico de conversación —dice. TaeHyung alza la vista y se encuentra con sus orbes oscuros—. Estábamos hablando de que yo soy grosero, o lo que sea.

      — Oh, claro. Eres "grosero" — dice alzando sus manos, haciendo las comillas—. No entiendo. Eres mi novio y...

     JungKook rueda los ojos, porque es justo el tipo de cosas que esperaba escuchar. No hacía a propósito eso de ser tan exasperante; después de un tiempo pasando por lo mismo, aprendes todo eso en automático.

     — Me pediste ser tu novio, y te dije que sí. Jamás habíamos hablado antes. ¿Entiendes el error?

    TaeHyung abre la boca pero la vuelve a cerrar. En aquella semana, la voz de JungKook no había sonado tan seria como en ese momento. Regularmente mantuvo un tono combinado entre lo neutro y lo tranquilo. Y tampoco es que la posición en la que su cuerpo está acomodada fuera tan natural, tan común. Si alguien pudiera describir con exactitud el sentimiento que TaeHyung tenía en aquel instante, sería una combinación de angustia y confusión.

     Cierta parte de él entiende el punto, el punto al que JungKook quiere llegar. De hecho, hasta haciendo cuentas se da una gran idea de cómo son las relaciones con Jeon, y es que todos se lo dijeron. Frío, grosero, un tanto egocéntrico y burlón, y si duras más de una semana probablemente empiece lo "peor". Aunque nunca nadie lo ha logrado, pero dicen que tal vez ni llegues al tercer día.

    Las cuentas no fallaban, y cumpliendo la primer semana, es probable que la "Regla de Oro" tuviera esa extrema necesidad de cumplirse. Se siente de pronto como un niño pequeño al que amenazan con quitarle su juguete favorito, aunque ese pensamiento se esfumó en un segundo.

     — ¿Entonces no es en serio? —la pregunta de TaeHyung sale desde el fondo de su estómago.

    El aire frío que recorre los lugares a causa de la llegada de la brisa, combinado con la roja nariz de ambos, da un efecto melancólico, lo que le parece patético al menor. TaeHyung está estático ante él, y JungKook simplemente igual. Al rato, justo después de un segundo, la sonrisa de JungKook se amplía.

    — Tú dime —dice fríamente—. Hablamos como por dos minutos aquella vez. Además de eso, jamás nos habíamos cruzado. Yo no sabía de tu existencia, tú sí de la mía. Nos hicimos novios, para la suerte, y después de ese día tan solo hablamos cada día por... ¿Qué? ¿Veinte minutos? Hasta que llegamos a tu casa.

      Algo dentro de TaeHyung se escucha romperse, un poco de desilusión al reconocer que tenía algo de razón, pero sin sentirse culpable porque no es el único que está participando en ese intento de relación. Sus oídos de pronto perciben un zumbido, y aunque sus ojos parecen querer llenarse de lágrimas, como todas las veces en las que algo le molesta, la capacidad de aguante de su corazón logra ser mayor.

      Si bien quiere decirle algunas cosas, tendría que esperar a verlo terminar. El arte de su rostro le mantiene medio al tanto de la situación en la que se encuentra. ¡Demonios! Quién pudo pensar que alguien como Jeon JungKook, el chico más deseado en toda la escuela, con una cara de ensueño y actitud inusual, se fijaría en alguien tan "poco relevante" como Kim TaeHyung. Su rostro no cambia, Tae está inexpresivo, con una pizca de realidad recorriendo sus ojos.

    — Ya veo, no significa nada.

    JungKook suelta una risita ante la ya común escena. Mira hacia un lado y pasa la lengua por sus labios antes de volver a observar a TaeHyung.

    — No significa nada, estás en lo correcto.

    Esas palabras hacen que TaeHyung de media vuelta en su lugar, dándole la espalda con la intención de irse. De pronto baja la cabeza y mira sus pies. Muerde sus labios en un intento de calmar aquella extraña sensación que quiere escapar de su cuerpo.

    Muchas cosas pasan por su cabeza. ¿Qué demonios era lo que debía hacer? Porque corazón suficiente para terminar a alguien que, especialmente, casi "adoraba", no tiene. Algo en sí mismo le hace querer intentar, solo porque rendirse es caer en lo que todos los demás hicieron. Quizá JungKook necesita más esfuerzo que el promedio.

    Por otro lado, JungKook piensa en que al fin se liberaría de otro chico más de su gran lista de decepciones. Uno menos de la gran cola de espera, todos iguales, pensando en ellos mismos e idealizando a alguien que, literalmente, no conocían. Mete las manos a los bolsillos y espera a que el otro le reclame. Siempre es la misma historia: hacerse novios, venir e ir; "romperlos", verlos llorar, que ellos le terminen y adiós, insistiendo siempre en lo mismo.

    Pero quiero que tengan en cuenta algo: TaeHyung siempre ha sido revolucionario en el corazón de cualquier persona. Es tan insistente, confiado, y perseverante, que detenerlo...

     — Bien —dice TaeHyung en voz alta, dándose la vuelta, con sus ojos medio confundidos—. Entonces nos vemos mañana.

     Detenerlo era imposible.

    — ¿Qué dices?

     Aquella respuesta le cae como un golpe en el estómago a Jeon JungKook. Observa anonadado a TaeHyung, que toma entre sus manos la correa de su mochila. El otro chico, a diferencia de sí mismo, parece estar bastante tranquilo; como ya mencioné, confiado y muy positivo. Característico del castaño que desea tener en sus manos lo que quiere. Y eso le molesta a alguna parte de su ego y de sus planes. Nunca nadie reaccionaba así.

    TaeHyung no le dejaría ganar. Ni a él, ni a nadie

     — Que nos vemos mañana, novio —vuelve a decir TaeHyung, recalcando aquella última palabra—. Me refiero a... No me voy a dar por vencido tan fácil.

     Revolucionario, siempre bien hecho. Hay una diferencia extraña entre ser perseverante y obligar a las cosas a suceder. Bueno, TaeHyung sabía exactamente cómo esperar, y esperar, y esperar.

     JungKook se queda quieto un segundo, callado, anonadado y con la expresión más severa que nunca nadie había visto, porque nadie lo había hecho sentir tan confundido y asombrado al mismo tiempo; combinando demás sentimientos que, por más malos que sonaran, eran imposibles de conseguir como reacción en él.

     — Este iba a ser el momento en el que tú ibas a terminarme. —JungKook quiere agregar que él nunca termina a nadie, pero no lo hace.

    TaeHyung le sonríe, ligeramente, y da un paso hacia él, provocando que el pelinegro lo mirase fijamente con los ojos entrecerrados y una expresión confusa.

     — Me llamo Kim TaeHyung, segunda clase —menciona irónicamente—. Me gusta el color celeste, y los videojuegos... Nunca es tarde para conocer a alguien.

     Y, lo más importante, nunca es tarde para iniciar bien las cosas.

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