» Capítulo II
— ¡¿Qué?! ¡Solo dijo que sí y ya!
YoonGi le avienta a TaeHyung una papita en la cara a la vez que se pone de rodillas sobre la banca para ver mejor a su amigo castaño, que refleja una felicidad digna de él. TaeHyung sonríe ampliamente y le lanza la papita de regreso.
— ¡Lo sé! ¡¿PUEDES CREER QUE TENGO NOVIO?!
— Para nada. Eres patético, creí que nunca viviría para ver esto —admite YoonGi. Se toma ambas mejillas y suspira—. Estoy tan orgulloso de ti.
La tarde anterior TaeHyung se pasó el resto del día gritando "sí" durante todo el trayecto de su escuela a la casa. Bailaba en medio de la calle, lanzaba sus hojas por los aires. Todo era una sincronía perfecta. ¡Es novio de su crush! Definir éxito es poco. De vez en cuando piensa en las mil cosas que ya podría hacer, porque JungKook es su novio. ¿Acaso le dejaría agarrarle la mano? ¿Saldrían a comer? ¿Se tomarían fotos? ¿Conocería a sus padres? De pronto la imagen mental le provoca que la nariz le sangre. Demasiado para su imaginación.
Sin embargo, aquella mañana, no se había topado en ninguna instancia con el pelinegro. Le causó algo de intriga pero decidió dejarlo de lado. En el momento en el que se encontró a YoonGi decidió contarle todo, palabra a palabra lo que sucedió y el interesante trayecto en el que las cosas giraron.
— ¡De qué hablas! Era obvio que en algún momento tendría un novio, ¿no? —La pregunta de TaeHyung no obtiene respuesta inmediata.
Jura poder escuchar los grillos, porque YoonGi mantiene una línea fina de sus labios como expresión, negando varias veces. ¿Acaso es tan imposible? TaeHyung no es el tipo de chico que coquetea cuando le gusta alguien, más bien sus confesiones son directas y observar desde lejos es su especialidad. Justamente por eso es sorpresiva su valentía repentina con Jeon JungKook.
— No lo sé. Lo veía difícil... Pero, ¡hey! Ahora tienes novio y eso es lo que cuenta. —Le da unas cuantas palmadas en la espalda. YoonGi dirige la mirada hasta un pelinegro, que camina a lentamente hasta ellos—. Hablando del rey de Roma...
En cuanto ambos se voltean, Jeon JungKook va en su dirección. Como siempre lleva su gabardina negra, pantalones del mismo color y una playera blanca que hace juego. Las botas oscuras se mantienen en sus pies, como de costumbre. JungKook no cambia su estilo, eso es seguro. No importa cuántas veces intentaras verle con otra ropa que no fuera negra, o blanca, o azul marino; nunca lo lograrías. Sin embargo, a TaeHyung le gusta tanto verle así, que resultaría una gran falta de respeto verle con otro color. No lo conoce, aunque cierta parte de él cree que forma parte de la intrigante personalidad del pelinegro.
TaeHyung cae en cuenta que JungKook —su novio— camina hacia ellos y una punzada y el sentimiento de presión se instalan de nuevo en su pecho. Puede comprender cómo la incomodidad le recorre la espina dorsal, y a pesar de esto no se mueve. De hecho, se queda estático. Ni siquiera YoonGi está así, claro, porque no le interesa en absoluto.
— TaeHyung, es hora de irnos.
YoonGi alza la ceja y mira atentamente a TaeHyung. Él está petrificado, sus ojos como alabando a un ser mágico de luz que solo existe en aquella parte del mundo. YoonGi nota que esa mirada significa que Tae cayó enamorado (o eso parece) a los pies de ese mocoso de cabellos negros. Le alegra por un momento, claro. Pero después decide que TaeHyung es un tonto porque ni siquiera podía estar a menos de un metro de JungKook (como en ese momento) sin quedarse petrificado como un idiota.
A su vez, TaeHyung sigue quieto. ¿Cómo debía actuar enfrente de él? ¿Como si fuera un amigo? Es difícil de decidir, especialmente porque jamás trató con el pelinegro, ni siquiera eran del mismo salón por la mínima diferencia de edad. No conoce a sus amigos y no se deja guiar del todo por lo que los demás decían.
— Oye. —Siente un pequeño toque en su frente. No le duele, pero le alarma. Alza la vista, viendo a JungKook con esos ojos serios oscuros puestos en él—. Es tarde, tenemos que irnos ya.
¡¿QUÉ?! ¿EN QUÉ MOMENTO JUNGKOOK DIJO QUE SE IRÍAN JUNTOS? ¿ACASO LO LLEVARÍA A SU CASA? ¿QUÉ LE PASABA AL MUNDO? Tae agita varias veces la cabeza y, escuchando la risita de YoonGi, se acerca un poco más a JungKook para poder oírle.
— ¿Qué dices, JungKook?
Jeon JungKook no es una persona exactamente paciente. Eso lo saben todos. Entrega todo en tiempo y forma. Nunca un minuto antes ni un minuto menos. El tiempo para él es preciado, en todos los sentidos. Y que un tonto (su "novio") le estuviera haciendo perder el tiempo, solamente logra hacerlo tediar. Por otro lado, toma la responsabilidad que adquirió; eso es parte de su personalidad. Después de todo, es su "novio".
Toma del brazo al castaño con cuidado y sin lastimarlo, y lo pone de pie. La sorpresa del otro también le abruma, pero hace lo posible por darle una sonrisa amplia y cínica, más falsa que linda. No es como si tomar del brazo de alguien más tuviera un significado especial.
— Estoy diciendo que ya tenemos que irnos, te iré a dejar a casa. ¿Lo entiendes? —habla lentamente.
En su cabeza, TaeHyung le quiere decir que no hable de esa manera, que se ve extraño y que parece que le está hablando a un niño pequeño. Pero, como es el tonto más tonto, se encuentra concentrado en la cercanía entre ambos. Sus mejillas se ponen rojas de manera escandalizadora, y, cuando JungKook le suelta delicadamente, se lleva las manos a los cachetes. Consigue que JungKook lo mire confundido, porque TaeHyung de verdad está casi saltando de alegría. Provoca un chillido exasperante en el menor pelinegro, que lo observa con cuidado.
— ¡Estábamos tan cerca! ¿Lo puedes creer, JungKook? —exclama emocionado con las manos en las mejillas—. Tan cerca.
YoonGi puede distinguir a perfección la confusión y molestia que alberga la cara del pelinegro. Eso le hace reír, pero sigue observando la escena. YoonGi es uno de los pocos que sabe cómo es TaeHyung: siempre cargando una sonrisa, abrazando a todos, totalmente positivo. En cierto sentido es una persona que recargaba su lado extrovertido al mil, tan transparente y legible.
— No puede ser cierto —menciona JungKook en voz alta, llevándose la mano a la frente.
TaeHyung salta en su lugar como si fuese un pequeño niño. Está tan emocionado que puede sentir su corazón latir rápidamente. Ni siquiera se puede creer que JungKook le fuera a dejar a su casa. ¡Tan caballeroso! Además, Dios, que había estado tan cerca. No pudo hacer nada al respecto, la cercanía fue lo más genial que sucedió.
— ¡Tan cerca, tan cerca, tan cerca, tan cerca! —canturrea, aplaudiendo dulcemente—. ¡Súper cerca, síp, súper...! ¿¡Eh!? ¡YoonGi! ¡¿A dónde se fue?!
TaeHyung da vuelta sobre su propio eje, mirando a todos lados. No logra dar con la espalda de JungKook. ¡Se había ido!
— Por allá —apunta YoonGi—. Sinceramente, también me hubiera ido. Estuvo esperando mucho tiempo y...
TaeHyung ni siquiera le escuchó terminar de hablar, porque en cuanto toma su mochila entre sus manos y la cuelga sobre su hombro, sus piernas comienzan a trabajar más rápidamente. Tiene la esperanza de alcanzar al chico antes de que se fuera. Las mueve intercaladas, sintiendo a la vez cómo sus mejillas se tornan rojas por completo, porque se está esforzando... y por la vergüenza que le invade en segundos. Odia ser tan distraído cuando las cosas le importan, se emociona de más y no es la primera vez que las oportunidades se le van de las manos.
Siempre actuó así. Tiene la manía de acordarse de las cosas después del tiempo en el que debería. Por lo regular, TaeHyung es un desastre.
Cuando distingue la mochila negra y aquella gabardina a juego, suspira tranquilo y acelera un poco el paso. Casi al llegar a JungKook, jadea cansado y cambia el paso a una caminata apresurada. Al estar justo por detrás del chico, deja caer su brazo sobre el hombro de JungKook. El pelinegro se detiene al instante, poniéndose rígido por completo por el tacto repentino; entonces, aprovechando el momento, TaeHyung recarga la frente en la espalda del menor.
¿Se estaba tomando lo de novios demasiado en serio? Sí.
— No me... No me —Le cuesta hablar porque está demasiado cansado—... No me esperaste.
JungKook se alza de hombros y se mueve, quitándole el soporte en el brazo y su frente. El menor le dirige una mirada seria, directa y un tanto fría.
— Te hablé muchas veces. En todas ellas estabas hablando de cosas como que estábamos muy cerca —admite JungKook, dándose media vuelta.
TaeHyung cae en cuenta de sus palabras, algo confundido por la repentina y seria respuesta, pero no se preocupa tanto caminando a su lado.
— ¿Eres así siempre? —vuelve a hablar JungKook en cuanto sus pasos van coordinados. Están en camino a donde sea que sea la casa de TaeHyung—. Ya sabes, eso de emocionarte porque alguien está muy cerca tuyo.
Las mejillas de TaeHyung se tornan de nuevo en un carmesí intenso que lo deja al descubierto, pues claro que está un tanto nervioso por la repentina presencia de JungKook. Aunque sabe que él lo ha notado, no descifra si realmente eso le ha causado gracia al otro; le resulta un tanto complicado saber lo que el pelinegro piensa. Parte de TaeHyung se siente alegre porque no ha quedado en total vergüenza. La otra parte sabe que, para sus adentros, Jeon se está carcajeando... Sí, claro.
Se distrajo, un pensamiento lo hace detener su mente. ¿Cómo sería escuchar carcajear a JungKook?
— Es la primera vez que tengo novio —dice al aire TaeHyung.
Escucha la risa del pelinegro, una risa más jocosa que molesta.
— Pff, no me digas —vuelve a hablar JungKook.
TaeHyung no toma eso como una ofensa; más bien, como un simple comentario bromista. Para JungKook fue remarcar lo obvio. El silencio los abruma; uno no tiene ganas de hablar, como siempre. El otro está lo suficientemente avergonzado como para hablar. Así que optan por caminar en silencio al menos hasta que llegan a la parada de autobuses. Se sientan sobre las bancas, los únicos ruidos que se oyen son los árboles y los pocos carros que pasan.
JungKook es el primero en romper el silencio.
— A partir de hoy, y hasta que dure esto, nos iremos juntos todos los días a tu casa.
Los ojos de TaeHyung se iluminan como dos bolas brillantes de disco. Siente su corazón latir rápidamente y cae un poquito más en aquel chico. Pocas veces tuvo la oportunidad de sentirse así, por su introvertida manera de gustar de alguien. La situación es relevante para su corazón primerizo y difícilmente acomoda sus sentimientos.
Mentalmente, Tae tiene un quiebre con JungKook: ES TAN LINDO, TAN AMABLE. ¿POR QUÉ DEMONIOS TODOS DECÍAN QUE ES UN FRÍO? MALDITA SOCIEDAD MENTIROSA.
— ¿De verdad? ¿Todos los días?
JungKook observa a TaeHyung y en cuanto nota aquella expresión (la de "eres un amor, Jeon JungKook") rueda los ojos ante la mirada que todos solían hacer los primeros dos días. La punta de sus dedos llega hasta la mejilla de TaeHyung, con calma y tranquilidad, impulsándolo despacio hacia otro lado. Así evita esa mirada ya muy conocida.
— No hagas esa cara, es molesta y me pones nervioso —admite tranquilamente—. Además, sí, en serio. Eso es lo que hacen los novios. ¿No?
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