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Capítulo XXXIX

Luna

— Guárdate una chaqueta — le recomiendo a Derek. — He leído que en el Teide puedes encontrar las cuatro estaciones del año.

— ¿En serio?

— Sí. No sé si será verdad o no, pero por si acaso mejor nos guardamos una cada uno.

Guardamos las chaquetas en las mochilas, nos ponemos las playeras y bajamos a desayunar.

Hoy escogemos chocolate caliente y churros. No me puedo resistir a comerlos, es lo mejor que hay en el buffet.

— ¿Vamos a hacer alguna ruta? — Pregunto mojando el churro en el chocolate.

— No tenemos contratada ninguna — dice Tom.

— Podemos mirar en internet si hay alguna ruta disponible cuando estemos arriba — interviene Melissa. — Es una zona muy grande y seguro que alguna podemos hacer.

— ¿Y si simplemente paseamos y ya está? — Dice Sam. — Si es tan grande podemos pasear, admirar las vistas, hacernos fotos y disfrutar del ambiente.

— Tienes razón amor — Sammy besa su mejilla y Sam sonríe. — ¡Es un volcán! Dejémonos de rutas y disfrutemos de las vistas. Vamos a estar a mucha altura.

— Deberíamos irnos ya — dice Derek. — He leído que suele haber muchísima gente esperando en el teleférico para subir. Si queremos aprovechar el día debemos irnos ya.

— Venga vamos.

Terminamos rápido de desayunar y vamos al coche. Lo bueno de ir por libre es que no tenemos horarios. Sólo debemos mirar las horas en las que sale el teleférico y listo.

Derek tenía razón. Hay mucha gente, pero bueno, no hay más remedio que esperar.

— Cuando bajemos quiero pasar a la tienda de regalos — digo.

— Ve ahora — me dice Tom. — Id todas, nosotros nos quedamos en la cola.

— Pero no tardéis tres horas — Sam nos mira levantando una ceja y nos reímos.

— Volvemos enseguida — me despido de Derek con un beso y caminamos hasta llegar a la tienda. — ¿Sigue siendo tan cascarrabias? — Pregunto riéndome.

— ¿Sam? — Pregunta Sammy y se ríe. — No, no lo es. Cuando le conocí sí, pero era entendible, estaba muy estresado. Empezar un negocio es muy difícil. Con el paso del tiempo se fue relajando y ahora es un amor.

La miro y la veo sonreír como una colegiala. Sí que debe gustarle. Tiene razón en que ha cambiado pero nunca le he visto con una chica y no sé cómo se comporta. Tom sé que es un caballero pero Sam... no le veo con novia. Por cómo sonríe Sammy sé que la trata bien.

En la tienda hay gente, pero no tanta como en la cola. Como está al lado de la salida del teleférico imagino que la gente espera a bajar para entrar en la tienda.

Paseo mirando los estantes y hay una figurita que llama mi atención, es una figura de un loro rojo con plumas de colores. Voy a cogerla pero me choco sin querer con una chica.

— Lo siento mucho — me disculpo apurada.

— No te preocupes, no es nada — responde sonriendo.

Es una chica muy guapa.

Cojo seis figuritas de loro, una para cada uno de nosotros. Voy a la caja y Sammy y Melissa vienen también cargadas con regalos.

La fila avanza y a la chica que tengo delante le suena el móvil. Es la misma con la que me he chocado antes.

— Hola amor — responde al teléfono. — ¿Ya? Sí que se han dado prisa. Pago y salgo.

Paga su compra y sale corriendo de la tienda. Pagamos nosotras y cuando vamos a salir suenan nuestros móviles, eso sólo significa una cosa. ¡Tenemos que correr!

Llegamos a tiempo, nuestro grupo va a entrar en el siguiente teleférico. Me apresuro a entrar y consigo ponerme en un lateral para admirar las vistas. Intentamos mantenernos juntos pero es un poco difícil con toda la gente que hay. Derek se coloca a mi lado, coge mi mano y el teleférico se pone en marcha. Da un poco de miedo porque va cogiendo altura y cada vez se mueve más.

— Menudas vistas — dice Derek cuando estamos a bastante altura.

— Sí, es un paisaje espectacular.

Diez minutos después llegamos al final y con cuidado bajamos de la cabina. Veo a mis hermanos y a mis cuñadas alzando los brazos. Vamos a su encuentro y nos hacemos una foto.

Caminamos admirando las vistas y nos hacemos muchas fotos. No hemos llegado a la cima del volcán, ojalá, para subir se necesitan unos permisos especiales que no hemos pedido. Recomiendan coger un guía o tener algo de experiencia ya que es un terreno bastante malo, no deja de ser un volcán. Sólo espero que no entre en erupción.

— Sé que habíamos dicho que no haríamos ninguna ruta pero he visto en internet que hay especies únicas que viven aquí, podríamos buscarlas mientras paseamos — dice Sammy.

— ¿Qué especies? — Pregunta Derek.

— Pues pone que podemos encontrar el lagarto tizón, aunque es difícil porque se camufla muy bien, la mosca del Teide y el cernícalo vulgar, es un ave rapaz — explica Sammy.

— Seguro que el ave es más fácil de ver — dice Tom. — Venga, vamos a pasear.

— ¿Qué habéis comprado? — Pregunta Derek.

— Muchas cosas — respondo sonriente. — Mira.

Enseño la bolsa y aprovecho para darles los loritos. A todos les encantan. Cada uno se guarda el suyo en la mochila y Melissa nos da unos llaveros de colores en forma de lagarto y pone Tenerife y Sammy nos da unos imanes para la nevera con forma de volcán. Está claro que todos hemos pensado en hacernos regalos.

Cojo a Derek de la mano y caminamos por el paseo de piedra.

— Tenías razón — dice rato después. — Hace un poco de frío.

— Podría decirse que es la temperatura de otoño — comenta Tom.

Continuamos andando y tenemos que ponernos las chaquetas porque hace bastante fresco.

Minutos después nos asamos de calor, parece que hemos pasado de estación.

Seguimos caminando y vemos varias flores: hay espigas rojas que son casi más altas que yo, violetas y una preciosa que tiñe el paisaje de color blanco.

Nos hacemos fotos con cada una y empiezo a pasear mirando al suelo.

— Quiero encontrar ese lagarto — susurro.

— Lo encontraremos, y sino, no pasa nada. Ya ha dicho Sammy que se camufla muy bien.

— Ya, pero quiero verlo.

Seguimos andando y no hay ni rastro de él.

Pasadas dos horas decidimos que es hora de volver, hemos recorrido casi todo el camino y estamos de acuerdo en regresar ya, así llegamos al hotel para la hora de comer.

— ¡Mira Em! — Una voz grave y masculina hace que me gire. — ¡Lo he encontrado! ¡Es el lagarto!

— No puede ser — me suelto de la mano de Derek y voy corriendo.

Una chica pasa por mi lado y sin querer me empuja.

— ¡Lo siento! ¡No te he visto!

Nos miramos y nos reímos.

— Estamos en paz — me río.

— Mira cariño, lo he encontrado — dice un chico enseñando una foto.

— ¿Dónde está? — Pregunto y me señala unas rocas.

Voy corriendo pero ya se ha ido. Qué decepción.

— Se fue, gracias de todas formas.

— Si quieres te paso la foto — se ofrece y sonrío.

— Vale, muchas gracias.

— De verdad siento mucho haberme chocado contigo, no sé dónde tengo la cabeza para no haberte visto — se disculpa y parece bastante apurada.

— No te preocupes de verdad, estamos en paz. Además estos caminos son un poco estrechos.

— Sí, como los pasillos de la tienda — dice sonriendo tímidamente. — Soy Emma.

— Luna, encantada.

— Yo soy Jamie, su novio — dice tendiéndome la mano.

— Un placer.

Conecto el bluetooth para que me pase la foto y mi grupo llega a nuestro encuentro.

— Chicos, os presento a Emma y Jamie, les acabo de conocer — sonrío. — Ellos son Derek, mi novio, mis hermanos Tom y Sam y sus chicas Melissa y Sammy.

— Un placer conoceros — dicen al unísono.

— Igualmente — responden nuestros nuevos amigos.

— Ya me ha llegado, gracias de nuevo por la foto.

— No es nada.

— Es muy difícil ver al lagarto, es su hábitat natural y se sabe esconder muy bien. Además aprovecha las sombras que dan las plantas para descansar y ocultarse de las aves que viven aquí — explica Emma.

— Has estudiado bien antes de venir — dice Derek sonriendo.

— Podría decirse que sí — responde — en realidad Tenerife es mi isla natal, pero vivimos en el extranjero.

— ¡Eres española! — Digo en castellano y Emma sonríe.

— Sí, ¿tú también? — Pregunta.

— No, pero he vivido en Madrid unos años con mis hermanos.

— Ejem — carraspean Jamie y Derek.

— No entiende — decimos Emma y yo a la vez y nos miramos a los ojos. Una pequeña sonrisa se asoma en sus labios y se la devuelvo.

— Nosotros nos vamos ya, ¿vosotros seguís caminando o ya volvéis? — Pregunto volviendo a nuestro idioma.

— Nos vamos ya, además he quedado en llamar a mi mejor amiga y si no lo hago me va a matar — comenta Emma.

— ¿La echas de menos?

— Sí, todos los días.

— Yo a la mía también. Es la hermana de Derek. Hemos vivido prácticamente juntas el último año de instituto y separarnos para ir a la universidad ha sido duro.

— Te entiendo perfectamente — dice melancólica y puedo ver lo triste que se ha puesto de repente.

Guardo silencio, no quiero decir nada que la incomode ni la ponga más triste así que caminamos en silencio.

— ¿Qué estudias? — Pregunta de repente.

— Paleontología.

— Vaya, no es una carrera que escoja mucha gente.

— No soy como los demás, siempre me han gustado los dinosaurios y si no sale bien siempre tengo tiempo de estudiar otra cosa.

— Haces muy bien, siempre hay que tirar por nuestra vocación — responde un poco más alegre.

— ¿Tú qué estudias? — Pregunto.

— Yo trabajo, soy maestra.

— ¿De mayores o pequeños?

— Pequeños.

— Me encantan los niños, aunque a veces pueden sacar un poco de quicio.

— Y tan a veces, pero merece la pena cuando consiguen algo, cuando cumplen sus metas y verles crecer aunque ya no sea su profe me da mucha satisfacción — hablar de su trabajo le saca una sonrisa verdadera. Seguro que ha vivido cosas increíbles y tiene muy buenos recuerdos.

— Me ha encantado conoceros — digo cuando llegamos al teleférico. — Me habéis caído muy bien.

— Vosotros también nos habéis caído bien — dice Jamie abrazando a Emma por la cintura.

Ahora que me acuerdo.

— Tom, ¿a qué hora tenemos mañana el paseo nocturno por aquí?

— A las diez — responde.

— Ah vale entonces nos da tiempo a cenar antes.

— ¿Mañana volvéis? — Pregunta Emma.

— Sí — respondo. — Hemos contratado un paseo nocturno por las cañadas del Teide.

Emma y Jamie se miran y hablan con sus ojos. Jamie asiente y Emma nos mira.

— Nosotros también venimos mañana, lo tenemos a la misma hora que vosotros. Si queréis podemos quedar abajo en el teleférico y paseamos juntos.

— Me encantaría — respondo y Melissa y Sammy asienten contentas.

— Pues nos vemos mañana — dice Emma.

Nos despedimos de ellos y, aunque entramos juntos en el teleférico para bajar, no hablamos, ya nos separamos porque total, con tanto jaleo es imposible mantener una conversación.

Llegamos abajo y vamos hacia nuestro coche. No han aparcado lejos de nosotros así que les decimos adiós con la mano.

— Es la primera vez que hago amigos en un viaje — digo contenta.

— También es la primera vez que viajas sin tus amigos — dice Melissa. — Es normal que conozcas más gente.

— Además, cuando te has ido de vacaciones siempre ha sido a casas perdidas por el monte con piscina, jacuzzi, barbacoa... — dice Sam — con esas comodidades no te hacía falta salir de casa.

— Tienes razón — dice Derek y todos nos reímos.



Estoy un poco nerviosa porque quedan unos pocos minutos para que sea nuestro turno de subir en el teleférico y Emma y Jamie no han llegado. No debería importarme porque les acabo de conocer, pero me hace ilusión pasear con ellos.

— Por allí vienen — anuncia Sammy.

¡Sí! Aquí están. Nos saludamos y veo que Emma no tiene muy buena cara. ¿Habrá pasado algo? Quiero preguntar pero no debo, no sé por qué me da que no se encuentra muy bien, pero no físicamente. Vamos a intentar pasarlo bien esta noche.

— ¿Y en qué consiste esta actividad? — Pregunto.

— Ver estrellas y constelaciones — explica Emma — hay un guía que nos va contando curiosidades sobre la zona, nos enseña dónde están las constelaciones y si habéis cogido la actividad con telescopio, os enseñará exactamente dónde se encuentra y lo podréis ver.

Miro a Tom y asiente, lo hemos cogido con telescopio.

— ¿Vosotros lo tenéis? — Pregunta Derek.

— No, sólo veníamos a pasear — responde Jamie.

— Podéis mirar por los nuestros. Ahora somos un grupo — Sam les guiña un ojo y se gana una sonrisa por parte de Jamie.

Subimos en el teleférico y estamos más cómodos ya que no hay mucha gente.

Cuando llegamos, el guía se presenta y empieza a hablarnos sobre la zona.

Derek coge mi mano y mis hermanos hacen lo mismo con sus chicas. Observo a nuestros amigos. Emma lleva los brazos cruzados sobre su pecho y Jamie la rodea la cintura con su brazo, a cada pocos pasos besa su cabeza y veo que le susurra cosas. Me inspira mucha ternura ver cómo cuida de ella.

— Desde aquí — comenta el guía — podemos observar las primeras constelaciones. Si miráis por los telescopios podréis ver justo ahí — señala el cielo con el dedo — la Osa Mayor. Tiene forma de cazo o gran carro. Sus estrellas principales son Dubhe, Merak, Phecda, Megrez, Alioth, Mizar y Alkaid.

Según las ha ido nombrando se me han ido olvidando. Son nombres un poco raros pero si te fascina la astrología debe ser brutal poder estudiarlas. Uno a uno vamos mirando por los telescopios y cuando ya he admirado la belleza de la Osa Mayor miro a Emma.

— Tu turno.

— No es necesario, no quiero molestaros — dice un poco insegura.

— No es molestia, venga — cojo su mano y la animo.

— Puedes mirar por aquí Jamie — Derek le deja el suyo y ambos la contemplan.

— Ahora, si orientáis los telescopios hacia allí — señala otra parte del cielo, podréis ver la Osa Menor — nos indica el guía.

— Oriéntalo tú — animo a Emma. — Así nos vamos turnando — asiente y veo un atisbo de sonrisa. Sus ojos empiezan a brillar bajo la luz de la luna.

— Es fácil de encontrar porque contiene la Estrella Polar, o Polaris, es la estrella que más brilla y la que se usa como referencia para encontrar el norte. Sus otras estrellas principales son Kochab y Pherkad.

— Te toca — ahora es Emma quien coge mi mano y me hace mirar la constelación.

Joder, es preciosa. Siento mariposas en el estómago al ver todas estas estrellas. Pensar que están ahí con nosotros cada noche, acompañándonos, viéndonos... es increíble.

— Por desgracia no hay muchas más constelaciones visibles — se lamenta el guía. — La que podemos ver en época de verano, de junio a agosto son Escorpio y Sagitario.

— Anda mi signo — aplaudo. — Escorpio — digo cuando me mira.

— Buen signo. Mujer fuerte y empoderada — asiente Emma.

— Y cabezona — dice Derek riendo.

— Oye — refunfuño.

— Con cariño — dice levantando las manos y le fulmino con la mirada, pero no aguanto más y me río.

Emma y Jamie se miran entre ellos y luego nos miran a nosotros.

Seguro que parecemos un par de tontos, en el buen sentido.

Observamos la constelación Escorpio, es fácil encontrarla porque tiene forma de escorpión y en ella se encuentra la estrella roja Antares. Por último observamos Sagitario. Esta me cuenta más encontrarla pero con ayuda de Emma lo consigo. Tiene forma de arquero y es conocida por el cúmulo estelar M8 (Nebulosa de La Laguna) y M20 (Nebulosa Trífida)

— Y sus estrellas principales son Kaus, Australis y Nunki — concluye el guía y le aplaudimos. — Gracias por su atención. Espero que lo hayan pasado bien y vuelvan pronto a visitarnos.

Nos acercamos para darle las gracias y la enhorabuena por saber tanto sobre estrellas y constelaciones, le damos dinero como agradecimiento y nos alejamos.

— ¿Paseamos un poco? — Pregunta Jamie y Emma acepta. — ¿Nos acompañáis?

— Claro — responde Melissa. — No quiero perder ni un minuto más, este cielo es precioso.

Coge a Tom de la mano y se alejan un poco, Sammy y Sam hacen lo mismo. Nosotros vamos al ritmo de Emma y Jamie.

— ¿Dónde os alojáis? — Pregunta Emma.

— En el hotel Best Tenerife.

— En el sur, ¿verdad?

— Sí, ¿vosotros? — Pregunta Derek.

— Tengo casa en la isla — responde Emma.

— Qué suerte. Me encantaría vivir cerca del mar — comento y noto cómo me mira Derek.

No aguanto las ganas y le doy un beso. Jamie besa la cabeza de Emma y ella apoya la cabeza en su pecho.

— ¿Hasta cuándo os quedáis? — Pregunta Jamie.

— Nos quedan cuatro días — digo con pena.

— Podemos quedar un día de estos y pasamos el día en la playa — dice Jamie.

— Y también podríamos ir a cenar, me habéis caído bien y quiero que tengáis una buena despedida para que tengáis ganas de volver a mi isla — comenta Emma un poco más animada que cuando llegó.

Derek y yo nos miramos y sonreímos.

— Nos encantaría — digo por los dos.

— Vamos a estar un poco liados, mañana vamos a ir al Siam Park y pasado mañana tenemos el bautismo de buceo — explica Derek.

— Hagamos una cosa — dice Jamie sacando su móvil. — Nos intercambiamos los teléfonos y hablamos para ver cuándo nos viene bien quedar a todos. ¿Os parece? — Propone.

— Me parece una idea estupenda — dice Emma sacando su teléfono.

Intercambiamos los números y nos mandamos unos whatsapp para guardarlos.

Seguimos caminando y disfrutando de la paz que dan las estrellas.

Cuando bajamos del teleférico nos despedimos de ellos.

— Pasadlo bien mañana en Siam Park. Eso sí, tened paciencia con las filas de gente, suele estar lleno — nos aconseja Emma.

— Tenemos pulseras VIP pero aún así habrá gente — dice Tom.

— Sí, la gente de la isla para evitar las aglomeraciones por turistas se sacan abonos para los parques e incluyen pases VIP, así que tendréis que esperar igualmente — nos explica. — Ya nos contaréis que tal.

— ¡Sí!

Nos despedimos y entramos al coche.

— Nos han propuesto pasar un día en la playa — le comento los demás.

— Genial, me han caído muy bien — dice Tom.

— Parecen muy majos aunque a ella la veo un poco decaída — dice Melissa.

— No estará pasando por su mejor momento — comenta Sammy, — pero se ve que su novio la cuida y la quiere mucho.

— Es una chica con mucha suerte, como nosotras — digo mirando a Derek y le beso en los labios.



— ¿No querías ver leones marinos? — Pregunta Tom riendo.

Me coge de la mano y me lleva corriendo cuando pasamos la entrada.

— ¡No me lo puedo creer! — Grito, salto y aplaudo como una niña.

Lo primero que encontramos cuando entramos a Siam Park es un recinto donde nadan leones marinos. Saltan, juegan e incluso salpican a la gente que pasa a su alrededor. Me pongo para hacerme una foto yo sola, luego con las chicas, con Derek y por último con mis hermanos. También nos hacemos un selfie todos juntos con los leones marinos de fondo. Uno se acerca y puedo tocarle durante un par de segundos. Ya soy feliz, es todo lo que quería.

— Antes de irnos tenemos que pasar por aquí — señala Melissa cuando pasamos delante del Mercado Flotante.

— Aquí tenemos nuestra primera atracción — anuncia Sam. — Según pone aquí, Mai Thai River es una atracción familiar y tranquila para recorrer una parte del parque y conocerlo. ¿Os apuntáis?

— ¡Sí!

Nos ponemos en la fila y enseguida nos montan en un flotador. Nos montamos por parejas y disfrutamos del paseo.

— Hay una playa — digo cuando bajamos. — Podemos ir allí después de comer para relajarnos un rato.

— Vale — responden todos.

Paseamos por el parque en busca de nuestra siguiente atracción y pasamos por una que tiene toboganes y redes. Está muy chula pero es más para niños, es más, tiene una piscina para bebés, así que pasamos de largo.

Al lado hay unos toboganes gigantes.

— ¿Echamos una carrera? — Pregunta Melissa y corre a ponerse en la fila.

Naga Racer es la atracción perfecta para hacer todos una carrera en los toboganes de agua. Aquí no hay trampa, gana el que más resbale por el agua.

Llega nuestro turno, nos montamos en unas tablas y cuando nos dan luz verde contamos hasta tres y nos tiramos todos a la vez. Es difícil decir quién ha ganado, lo importante es que nos ha gustado mucho y nos hemos refrescado. Menudo calor hace.

— ¡Allí, allí! — Grita Sammy.

Nos coge a Melissa y a mí de la mano y vamos corriendo a una atracción que se llama Dragon.

Lo malo es que no podemos montarnos todos juntos porque son colchonetas de cuatro personas.

— Nosotras nos montamos juntas — dice Sammy cogiéndome a mí y a su hermana.

— Vale, chicas y chicos — dice Derek. — Damas primero.

Nos sentamos en el flotador, nos sujetamos bien y cuando los chicos de la atracción nos empujan gritamos mientras bajamos por un túnel. Una corriente de agua nos arrastra y damos vueltas hasta que salimos.

— Al menos la bajada será tranquila — digo viendo que ya está el túnel descubierto.

La corriente disminuye hasta que de golpe vuelve a aumentar, nos arrastra con fuerza y nos suelta en una piscina donde otro chico sujeta la colchoneta y nos reímos. Oímos gritar a los chicos y nos reímos con más fuerza.

Con cuidado bajamos de la colchoneta y nadamos hasta la salida.

— ¡Ha estado genial! Si podemos, yo quiero repetir — digo.

A continuación vamos a otra atracción, se llama Jungle Snake. Aquí podemos montarnos por parejas, los flotadores son de dos. Nos montamos nosotros primero, Derek se sienta detrás de mí y cuando estamos colocados, nos empujan y empezamos el recorrido en un túnel cerrado, segundos después el túnel se abre y una corriente de agua nos arrastra por un camino lleno de árboles, como si estuviéramos en la jungla de verdad. Terminamos en una piscina. Nos bajamos del flotador y esperamos nadando a que lleguen los demás.

— Ahora te montas con nosotros, preciosa — dice Tom cogiéndome del brazo y guiándome a una atracción que se llama The Vulcano.

Son flotadores de cuatro personas, así que me monto con mis hermanos cuando Derek, Melissa y Sammy salen disparados con la corriente. Llega nuestro turno y entramos en un túnel oscuro, segundos después parece que estamos en el interior del volcán y luces de colores lo hacen parecer una discoteca. Como en las demás atracciones, terminamos en una piscina donde ya nos están esperando los demás.

— ¿Una última atracción y vamos a comer? — Pregunta Sam.

— Sí, yo tengo hambre ya — dice Tom.

— Nosotras también — confirman las chicas.

Derek y yo asentimos. Hemos desayunado muy temprano para llegar pronto al parque. Imaginamos que había mucha gente y así es. De momento no estamos esperando más de veinte minutos en las filas pero hay bastante gente. Lo bueno es que las atracciones son cortas, así que los grupos van pasando rápido.

La siguiente atracción se llama Tower Of Power. Esta es individual, parecen toboganes de agua, sólo hay uno así que pacientemente esperamos nuestro turno. Primero se tira Tom, después Melissa, Sam, Sammy, Derek y finalmente yo.

Un chico me indica que me tumbe, que cruce las piernas y cruce los brazos también sujetándome los hombros. Cuando estoy lista, me empuja de los hombros y caigo corriente abajo. El tobogán es muy alto y grito de la emoción. Al llegar abajo atravieso un túnel, pero no es un túnel normal, ¡es un acuario! ¿Eso es un tiburón?

— ¿Había un tiburón? — Pregunto cuando la piscina me recibe.

— Parece que sí — responde Derek.

— Yo he visto una manta — dice Melissa.

— Tenemos que repetir — dice Sam. — Yo quiero verlo de nuevo.

Y repetimos cuatro veces más. Efectivamente hay un tiburón y una manta en el túnel/acuario.

Una vez que estamos satisfechos buscamos un sitio donde comer. Esta vez escogemos hamburguesa con patatas y refrescos.

Cumplimos lo prometido y nos vamos a Siam Beach, una playa de arena blanca y brillante que hay dentro del parque. Nos tumbamos a reposar la comida, pero duramos poco porque en cuanto vemos la piscina de olas no podemos contenernos y nos metemos.

The Giant es la siguiente atracción a la que vamos. Nos dan unos flotadores individuales y uno a uno nos vamos tirando. Derek y yo somos los últimos y cuando llega mi turno me empujan por la espalda y salgo a un círculo enorme. La corriente me arrastra y doy vueltas. En el centro hay un túnel, como una especie de embudo, pero la corriente no me lleva hasta ahí.

— Verás como tienen que venir a sacarme de aquí — me lamento.

Pero no. Mi flotador gira y recibo el túnel de espaldas. Veo la luz alejarse y la piscina de la salida me recibe.

— Seguro que has pensado que ibas a quedarte ahí eternamente, a que sí — dice Tom riendo.

— Pues sí, casi me bajo del flotador y me tiro por el agujero — me río.

Mekong Rapids es nuestra siguiente parada.

— Montaos con ellas — les digo a mis hermanos cuando veo que los flotadores son de cuatro plazas.

Asienten con la cabeza agradecidos y se tiran por los rápidos.

A las chicas de la atracción les da miedo que volquemos al ser sólo dos por no llevar suficiente peso, así que les decimos que no nos importa montar con otra pareja. Detrás nuestro hay un chico y una chica así que nos montamos con ellos. Gritamos sin parar mientras nos mojamos bajando por los rápidos.

En Kinnaree repetimos las parejas, montándome yo con las chicas y Derek con mis hermanos. Una corriente de agua nos empuja por túneles cubiertos, caminos descubiertos y llegamos a un embudo como el de una atracción anterior. El agua nos hace resbalar por las paredes hasta colarnos por el agujero que lleva a un tobogán y finalmente a la piscina.

— Hay una atracción nueva, se llama Singha — comenta Derek y vamos hacia allí.

Son flotadores de dos personas así que me monto con Derek.

Es un tobogán de alta velocidad con túneles cubiertos, caminos descubiertos, subidas alucinantes y bajadas aún más flipantes.

Nos gusta tanto que terminamos repitiendo cuatro veces más.

Tenemos un poco de tiempo antes de marcharnos así que repetimos en la atracción del túnel/acuario y por último en Dragon.

Pasamos por la tienda de recuerdos y mis hermanos me regalan un peluche de león marino y todos nos llevamos un recuerdo, a parte de hacernos otra foto con los leones marinos de verdad.


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