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Capítulo XXXIII

Derek

Se acerca el cumpleaños de Katy y mi madre me manda un mensaje para que la llame cuando salga de clase. Al terminar mi última clase del día hago lo que me pide y la llamo.

— Hola hijo, ¿cómo estás?

— Hola mamá, muy bien. Un poco agobiado con los exámenes.

— Te entiendo, a mí me pasó lo mismo y a tu padre también. Es algo por lo que tenéis que pasar.

— Y yo que pensaba que el instituto era lo peor — digo resoplando.

— Y lo es porque en la universidad estudias lo que tú quieres, tienes más libertad a la hora de organizarte y puedes ir a las fiestas que quieras.

— Antes también podía.

— Ya, pero seguro que te sientes mucho más libre que cuando vivías con nosotros — dice riendo. — No digas nada, yo te entiendo hijo, todos hemos sentido lo mismo.

— Es cierto pero os echo de menos — confieso.

— Nosotros también a ti y a tu hermana. La casa está muy vacía sin vosotros, y sin Luna. Me había acostumbrado a tenerla por aquí. ¿Cómo está?

— Bueno, un poco de bajón. Ella también está agobiada con los exámenes y, aunque en su trabajo le dijeron que le dejarían tiempo libre para estudiar en época de exámenes, cree que lo mejor es que de momento lo deje. No es lo mismo tener un par de días para estudiar los parciales que los finales. Ha tenido muy buena nota durante todo el curso, no quiere joderlo en el último momento y la entiendo.

— Claro que es entendible. Además es su primer trabajo y lo ha conseguido sin haber terminado el primer curso. Encontrará otro mejor o incluso puede que cuenten con ella más adelante si están contentos.

— No sé qué pasará, de momento tiene que hablar con su jefa.

— Ya nos contaréis qué tal. Pero bueno yo quería hablar contigo sobre el cumpleaños de tu hermana.

— Yo también. ¿Sabes si necesita o quiere algo en especial? — Pregunto.

— Desde que está viviendo con Alan lo único que no se ha comprado ha sido ropa. Seguro que le va a venir bien renovar un poco el fondo de armario.

— Eso se lo dejo a Luna, tiene mejor gusto que yo — respondo riendo.

— Me parece bien. Además quería proponeros que paséis el fin de semana aquí. Así pasamos tiempo juntos.

— Me parece bien, se lo comentaré a Luna aunque ella se quedará en casa con sus hermanos.

— Y sus cuñadas, ¿no? — Pregunta y por su tono me dice que ya lo sabía.

— Lo sabías, ¿verdad?

— Claro que sí, les veo por el pueblo. No hace falta que me digan nada, sus miradas hablan por sí solas — dice riendo.

— Ya las hemos conocido. Hace poco estuvieron en casa y nos las presentaron.

— ¿No te pareció un poco violento? — Pregunta.

— No, ¿por qué lo dices?

— Luna siempre ha estado con sus hermanos, nunca ha conocido a ninguna de sus parejas y bueno, conocerlas así de repente...

— Algo me dice que Luna ya se olía algo, pero no, no fue violento, al contrario, Luna quedó encantada con ellas y yo también, pegan mucho y parecen buenas chicas.

— Me alegro de que haya salido bien. Conociendo a Tom seguro que estaba muy nervioso.

— Aciertas — digo riendo — estaba como un flan esperando a que Luna llegase, pero ella lo hace todo fácil y fue muy amable con todos, ni una mala mirada, ni un mal gesto, todo fue bien.

— Es que ella es increíble. Me da rabia que lo haya pasado tan mal — dice con pena.

— Lo sé. Pero ahora está bien y está contenta porque Anna está viviendo en el piso de Dory.

— ¡No me digas!

— Sí. Anna habló con nosotros y Luna no dudó en llamar a Eliana y a sus hermanos, todos estuvieron de acuerdo y esa misma semana Eliana trajo el contrato y le entregó las llaves. Luna y yo la ayudamos a hacer la mudanza y... Eliana pasó el sábado con nosotros.

— ¿Y qué tal?

— Bien. No parece la misma que conocimos el año pasado. Estaba muy relajada, tranquila, amable, no la agobió para nada y cuando sintió que Luna ya estaba un poco superada por la situación, se marchó.

— Me alegra oír eso. De verdad hijo me alegro mucho. A lo mejor Luna quiere que poco a poco forme parte de su vida.

— No lo sé, puede ser. No hemos hablado de eso pero creo que tienes razón. Puede sonar descabellado pero es lo más lógico. Además, la última vez que la vimos cuidó mucho a Luna. Era su madre quien había fallecido pero ella se preocupó por Luna más que por sí misma y eso dice mucho de una persona.

— Parece que ha madurado de golpe, se ha dado cuenta de la situación y me alegra saber que todo lo hace al ritmo de Luna. Es humana después de todo — suspira.

— Y comete errores, como todos. No lo hizo bien y la odié mucho por eso pero hemos pasado por tanto y Luna ha avanzado tanto que hemos visto que el odio no nos lleva a ningún sitio.

— Estoy muy orgullosa de vosotros. Voy a llamar a Tom y Sam para ver si quieren venir a cenar por el cumple de tu hermana. Tened cuidado cuando vengáis.

— Te quiero mamá.

— Y yo a ti cariño.

Cuelgo y marco el número de Alan.

— Hola tío — responde.

— Ey. Me ha llamado mi madre para invitarnos a cenar por el cumpleaños de Katy. ¿Juegas este finde?

— No, el entrenador me ha dejado para el último partido de la temporada, quiere que descanse para que esté a tope, así que estoy libre.

— Vale pues si quieres podemos ir juntos a casa de mi madre.

— Por mí bien. ¿Quedamos el viernes cuando salgáis de clase?

— Perfecto.

Colgamos y marco el número de Luna. Hoy es el día de las llamadas.

— Hola amor — responde y la noto triste.

— Hola cielo, me ha llamado mi madre. ¿Te apuntas a un finde en Gig Harbor por el cumple de Katy?

— Claro que sí. ¿Cuándo nos vamos? — Pregunta.

— El viernes al terminar las clases.

— Perfecto. ¿Y qué le regalamos?

— Ropa — respondo divertido.

— Me encargo yo, ¿no? — Pregunta y se ríe.

— Por favor.

— No te preocupes, mañana mismo vamos a comprarle su regalo.

— Gracias pequeña. ¿Cómo estás? ¿Algo nuevo en el museo?

— No, de momento no. Hoy voy a hablar con MJ. No voy a atrasarlo más. Tengo que centrarme en los exámenes y este agobio por no saber si va a pasar algo me tiene agobiada y como es algo que iba a hacer tarde o temprano pues prefiero hacerlo ya.

— Haces bien amor, tienes todo mi apoyo.

— Gracias pequeño. Te veo luego en casa, voy a irme ya al museo.

— Te quiero — le digo.

— Yo a ti más.

Colgamos y voy al súper. Va a estar de bajón y me apetece hacerle una cena rica, poner unas velitas y ver una película.


Vuelve más temprano de lo habitual y eso sólo significa una cosa: lo ha hecho.

— Amor — voy a abrazarla y esconde la cara en mi pecho.

Ha sido una dura decisión pero es lo mejor, sus estudios son lo primero.

— No sé si he hecho bien — dice triste. — MJ no me ha confirmado nada sobre el viaje, a lo mejor me he precipitado y John se va con otro departamento. Me ha dicho que sí, que hay rumores sobre una posible expedición gorda de las que duran mucho tiempo pero aún no hay confirmación por parte del jefe el museo.

— Has hecho lo correcto, tus estudios son lo primero, siempre ha sido así — la animo.

— Sí, lo sé y MJ lo ha entendido. Me ha dicho que yo no lo sabía pero ella sí, sabía que a final de curso iba a dejarlo para centrarme en los exámenes y lo entiende. Me ha dicho que si en un futuro quiero volver siempre habrá un puesto para mí. Se lo agradezco pero...

— Pero te da miedo hacer siempre lo mismo. Volver cada inicio de curso y dejarlo al final.

— Sí. Seamos sinceros, me encanta este trabajo pero si lo dejo a final de curso para estudiar, no voy a volver en verano. Mientras sea estudiante quiero disfrutar de las vacaciones que me he ganado aprobando todo.

— Y tienes toda la razón del mundo, por eso creo que haces lo correcto. Anda, ve a darte una ducha — le digo besando su cabeza.

Mientras se ducha termino de preparar la cena, enciendo unas velas y espero a que salga.

Entra en el salón y me mira. Viene corriendo, me abraza y se pone de puntillas para besarme.

— Eres el mejor y no sé qué haría sin ti. Muchas gracias por todo.

— Haré lo que sea por ti.

La beso y la guío a su silla. La cena parece que la anima y al terminar, recogemos y nos metemos en la cama a hacer zapping hasta quedarnos dormidos.

Luna ha escogido ya varios conjuntos para Katy, son muy bonitos y muy de su estilo, seguro que le van a encantar.

— ¿Segura que no quieres comprarte tú nada?

— Segura, no veo nada que me guste.

Y así seguimos pasando por tiendas, escogiendo más ropa para Katy y al final nosotros nos terminamos comprando algo también. Un par de pantalones y algunas camisetas muy chulas.

Cuando ya tenemos todo comprado, pasamos a una tienda de videojuegos y a la librería y aumentamos nuestra lista de deseos. Anoto todos los libros que quiere Luna, se los regalaré todos, tiempo al tiempo.

Al volver a casa Luna dice que va a llamar a sus hermanos para decirles lo de la fiesta de Katy y aprovecho para envolver los regalos.

— Van a venir — dice cuando he terminado de guardarlos. —Pero Melissa y Sammy no, no están. Han ido a Nueva York a gestionar unos asuntos y vuelven en unos días.

— Han salido viajeras como tus hermanos.

— Sí, espero que lo lleven bien.

— Seguro que sí. ¿Llamamos a Justin y Christian?

— Imagino que Alan les habrá avisado pero si quieres vamos a casa de Anna y les llamamos desde allí.

— Vale.

Tocamos el timbre de la casa de Anna y nos abre con una sonrisa.

— ¿Molestamos? — Pregunta Luna mirando el interior de la casa.

— No, tranquila, Aidan no está si es a quien buscas. Está trabajando — dice riendo.

— No buscaba a nadie — responde Luna con la boca pequeña.

— Ya ya — responde Anna riendo.

— ¿Sabes lo de la fiesta de Katy este fin de semana? — Pregunto.

— Sí, me ha llamado Alan. He dicho que sí voy.

— Ven con nosotros si quieres — propone Luna.

— Os lo agradezco, de verdad, pero ya he quedado con Justin y Christian, voy con ellos al día siguiente y también vuelvo con ellos. Vamos a aprovechar a pasar el domingo con nuestras familias — explica.

— Hacéis muy bien — respondo — nosotros vamos a hacer lo mismo.

— Veníamos a llamar a Justin y Christian pero si ya has hablado con ellos pues no les llamamos — dice Luna un poco triste.

— Sé que quieres hablar con ellos pero no van a cogerte el teléfono. Me han dicho hace un rato que se iban al cine, pero tienen muchas ganas de verte. Y sí, también les he contado que ya estoy viviendo aquí y se han alegrado mucho.

— Y saben lo de... — deja caer Luna.

— Algo saben. Justin sí se acuerda de él y dice que le pareció muy guapo — Anna se pone roja según lo dice.

— Es que es muy guapo — confirma Luna y la miro. — No tanto como tú, por supuesto. Pero admite que ese uniforme le sienta como un guante.

— Oye — la tiro un cojín en plan broma y nos reímos. — Ya verás cuando tenga yo mi propio uniforme de fisioterapeuta.

— Pues me pondrás a mil, amore, aunque ya me pones así y mucho más cuando estás sin ropa — susurra y Anna se parte de risa.

— Ojalá yo tenga momentos como estos con él.

— Los tendrás, si es el indicado, los tendrás — le aseguro.

— ¿Os apetece quedaros a cenar? Os invito a unas pizzas.

— Claro — respondemos a la vez.

Anna pide las pizzas y observo cómo hablan de sus cosas. Me encanta verlas así.


En media hora llegan Alan y Katy con su coche. Hemos decidido ir en dos coches por si ellos o nosotros queremos quedarnos más tiempo o volver antes. Así que estoy esperando a que Luna salga. Me mandó un mensaje diciendo que tenía que entregarle unos archivos a Elizabeth pero no tardaba, así que me siento en el capó del coche y miro a la gente.

Van con ropa de los 80, seguro que hay alguna fiesta. Me gustaban pero no las hecho de menos, prefiero mil veces pasar la noche con Luna en nuestra casa viendo una película. Al fin y al cabo no todas las fiestas terminaron bien.

Veo a Luna salir del edificio y venir corriendo. Salta y la cojo en mis brazos.

— Yo también me alegro de verte — digo besándola.

— ¡He aprobado el trabajo de final de curso de Técnicas de Excavación! — Dice emocionada. — Elizabeth me ha dicho que no se aguantaba las ganas hasta la semana que viene y me lo ha dicho ya. Dice que he tenido la mejor nota de toda la clase.

— ¡Enhorabuena! — La abrazo y giro con ella en brazos. Sé que la encanta que haga eso. — Eres la mejor.

— Y también me alegro mucho de verte. Me hace ilusión volver a casa este fin de semana.

— A mí también.

— ¡Eh parejita! ¡Nos vamos! — Grita Katy. Han puesto su coche al lado del mío.

Luna se baja de mis brazos, corre al coche de Alan y se agacha para meter su cabeza por la ventanilla.

— Yo también te echo de menos puti — le da un pico a mi hermana y vuelve corriendo al coche muerta de risa.

— ¡Pero qué mierda de beso es ese! ¡Yo quiero uno con lengua! — Grita mi hermana y se parte de risa ella también.

Alan me mira y ambos sonreímos. Entramos en el coche y nos ponemos en marcha.

— ¿Has pensado en pedir el traslado de universidad? — Pregunta abriendo una bolsa de patatas.

— Sí, lo he pensado pero creo que de momento me voy a quedar aquí. Vivo contigo y es lo que quería, si me cambiaba de universidad era para estar más cerca de ti.

— Y ahora que vivimos juntos no hace falta que te cambies — dice pero no noto desilusión en su voz.

— No, la verdad es que no. Me gusta el programa que tiene esta universidad, mis profesores y mis compañeros también. Quizá en un futuro lo piense pero por el momento quiero seguir en mi universidad.

— Haces muy bien cariño, tiene muy buen programa y tus compañeros son increíbles.

— Gracias por entenderlo.

— No hay nada que entender. ¿Quieres? — Me ofrece patatas y cojo.

Pasamos el viaje cantando canciones y comiendo patatas.


Al fin llegamos a casa y para nuestra sorpresa están mis cuñados y los padres de Alan.

— Menudo recibimiento — dice Katy saludando a todos.

— Es lo menos que podíamos hacer, hace mucho que no venís — dice Lucy.

Saludamos a todos y entramos en casa.

— Además, quería proponer celebrar el cumpleaños de Alan antes. Te echamos de menos hijo y con tu trabajo te vemos muy poco — cuenta Lucy.

— Por mí no hay problema, salvo el fin de semana que viene que es el partido final, puedo cualquier otro fin de semana — responde Alan.

— Ya organizaremos algo entonces — dice Katy.

— ¿Vendréis a verme? — Pregunta Alan.

— Claro que sí, iremos todos — respondo. Ha hecho una temporada espectacular y merece que todos vayamos con él a celebrar su triunfo.

— ¿Podemos llevar a nuestras chicas? — Pregunta Tom y Katy les mira con la boca abierta.

— Claro que sí, yo os consigo dos pases más — responde Alan.

— ¿Ya no estáis en el mercado? — Pregunta Katy.

— No — responden sonriendo.

— Chicas con suerte — dice Katy y se ríe. — Me alegro mucho por vosotros pero tengo que darles el visto bueno.

— Ya lo ha dado Luna y creo que está encantada — dice Sam.

— ¿Lo sabías y no me has dicho nada? ¿Qué clase de mejor amiga eres? — Dice Katy haciendo que está indignada.

— Una que está muy liada — responde Luna. — Pero te prometo que están a la altura de estos dos dioses griegos.

Todos nos reímos pero noto como Tom y Sam se sonrojan un poco.

Mi madre saca algo de picar y un par de horas después todos se marchan. 

— Mamá, ¿cómo no me avisas? No tenemos regalo para Alan.

— Tranquilo hijo, está controlado. He hablado con Lucy y como lo hemos organizado todo a última hora, me ha dicho que necesitaba unas deportivas nuevas y se las he comprado en vuestro nombre.

— Gracias mamá.

— Eso y una colonia de las que le gustan a él.

— Te lo pagaremos, te lo prometo, Alan tiene gustos muy caros.

— No te preocupes, no me corre prisa.

Sonrío y la abrazo. Subo a mi habitación y me acuesto, estoy agotado.


Luna es la primera en llegar y se lanza a los brazos de mi hermana.

— ¡Quién es la reina que cumple años hoy? — Pregunta sonriendo.

— ¡Yo! ¡Yo! — Responde mi hermana dando saltos y me muero de risa. Cada vez que se juntan la lían.

— ¿Y quién te va a hacer el mejor regalo? — Pregunta.

— ¡Tú! ¡Tú! — Responde.

— Bueno, seguramente sea Alan, pero los nuestros te van a encantar.

— El regalo es que hayáis venido. Pasad — dice mi hermana y abraza a Tom y Sam. Y de paso toca sus brazos sintiendo sus músculos. — Sigo pensando que es una pena que ya no estéis en el mercado.

— Si hubieras tenido diez años más... — dice Tom y mi hermana se sonroja.

— Eso te pasa por hablar — susurro y se ríe. No tiene vergüenza.

Poco a poco van llegando todos y Luna y Justin se abrazan como si hiciera siglos que no se ven. Seguro que se echan mucho de menos, son muy importantes el uno para el otro.

Nos sentamos a comer y Anna enseña tu famosa tarta de tres chocolates, la ha hecho más grande para compensar la que no llevó en el cumpleaños de Justin.

— Quiero abrir ya los regalos — dice cuando sopla las velas. — Este año he aguantado mucho.

— Venga, dale — dice mi madre y se lanza a por todos los regalos.

Abre uno por uno y los nuestros le encantan, le hacía falta ropa y como Luna tiene un gusto parecido al de mi hermana acaba encantada. Pero el regalo que más le gusta es el de Alan. Le regala un anillo precioso con un corazón hecho de diamantes.

— ¿Esto no será...? — Pregunta mi hermana y mi madre abre mucho los ojos.

— No, tranquila, todavía no. Pero algún día, cuando termines la universidad lo podemos plantear y te regalaré un anillo mucho más bonito que este.

Se besan y todos aplaudimos. Le ha debido costar una pasta pero ahora gana mucho dinero y se lo puede permitir. Mi hermana está alucinada con el anillo, no para de mirarlo y la verdad es que es muy bonito.

Alan abre sus regalos y también le encantan. 

Katy y yo pasamos la noche en casa de mis padres y Luna se va con sus hermanos. Anna también se va a casa de sus padres y Justin y Christian también.

— ¿Vemos una peli como en los viejos tiempos? — Pregunta Katy.

— ¿Tienes hueco para palomitas?

— Siempre tengo hueco para palomitas.

— ¿Podemos unirnos? — Pregunta mi padre.

— Claro que sí, ¡peli en familia! Voy a hacer las palomitas.

Y con este simple gesto hacemos felices a mis padres.


— Ten mucho cuidado y escríbenos en cuanto llegues — pide mi madre.

— Lo tendré y te aviso en cuando estemos en casa.

Me duele despedirme de mis padres pero tengo que irme. Es duro, creo que por eso no vengo tanto a verles porque las despedidas son muy duras. Si yo siento esto con ellos no puedo imaginar lo que sintió Luna cuando dejó a sus hermanos en el aeropuerto.

— ¿Tú no vienes? — Le pregunto a mi hermana.

— He decidido quedarme unos días más. Alan tiene mucho que entrenar y yo puedo estudiar desde aquí. Papá y mamá me llevarán el miércoles a casa para hacer un examen y se quedan con nosotros hasta el día del partido — explica.

— Haces muy bien, cuida de ellos — le pido dándola un abrazo.

— Lo haré, cuídate tú y cuida a mi niña.

— Siempre.

Nos damos un último abrazo y me voy a recoger a Luna. Ya está en la puerta despidiéndose de sus hermanos y ellos me dicen adiós con la mano cuando Luna entra en el coche. Les digo adiós yo también y arranco.

— ¿Lista?

— Lista — responde sonriendo.

Es lo único que me anima después de despedirme de mis padres, volver a casa con Luna y saber que pase lo que pase estará a mi lado y superaremos todo juntos.


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