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Capítulo XXXII

Luna

Derek y Anna me esperan en la puerta del museo y me lanzo a sus brazos en cuando les veo.

— ¡He desenterrado otro fósil! — Grito emocionada.

— ¿En serio? — Aplaude Anna y me abraza de nuevo.

— ¡Eso es fantástico pequeña! Vas a llegar muy lejos — me da un beso y me alza en sus brazos.

— ¡Ha sido alucinante! Aunque no lo he hecho yo sola, me han ayudado, pero ha sido increíble. Lo hemos desenterrado, limpiado, hemos hecho un montón de fotos y hemos hecho el análisis previo — explico.

— ¿Y sabéis a que especie pertenece? — Pregunta Anna.

— Es un pequeño reptil. Una cría, diez metros más al este estaba su madre. ¿Os imagináis que a la madre la hubiese descubierto yo?

— Tendrías el mismo mérito que por la cría — interviene MJ. — Da igual el tamaño, lo importante es desenterrar algo. Salvo que desentierres tú sola un esqueleto entero de una especie grande tipo Rex, Carnotauro, etc...

— Algún día — suspiro.

— Seguro que sí. Vas a llegar muy lejos Luna, sigue así y serás alguien muy importante en nuestra área — dicho esto se marcha.

— Venga, os invito a cenar — cojo sus brazos y caminamos hasta el coche. — Ay no, mi maleta — digo corriendo de vuelta al museo.

— Me encanta verla tan feliz — oigo decir a Anna.

Salgo del museo, le doy mi maleta a Derek y abrazo de nuevo a Anna. A mí me encanta verla tan bien, vuelve a ser ella de nuevo aunque tiene muchas heridas internas que sanar. Derek la está ayudando un montón y yo haré también lo que pueda por ella. Se merece ser feliz.


— ¿Os apetece cenar hamburguesas? — Pregunto cuando llegamos a casa.

— ¡Sí! — Responden ambos.

Hago el pedido por una aplicación del móvil y me meto a la ducha. La verdad es que estoy un rato bastante largo pero lo necesito. El agua caliente relaja mis músculos, los viajes en coche son horribles, aunque hagamos turnos para conducir acabamos reventadas.

Al salir ya puedo oler la cena.

— La acaban de traer, ven — dice Derek cogiendo mi mano.

— Qué aproveche — digo.

— Gracias por invitarnos — agradece Anna.

— No hay nada que agradecer, es mi forma de celebrar mi éxito con vosotros — explico.

— Cuéntanos más cosas de tu viaje — me pide Anna.

— Es duro, me encanta este trabajo pero es muy duro. No tenemos horario fijo, estamos todo el día desde que amanece hasta que anochece y si surge alguna pista de que vamos por el camino correcto seguimos ahí.

— ¿Cuánto llevas sin dormir? — Pregunta Derek.

— Un día y medio, aproximadamente — según lo digo me parece una burrada. Pero no lo cambiaría por nada.

— Luna... — Empieza Derek, pero le corto.

— Ya lo sé, pero vi esa pequeña parte del fósil y no pude esperar. Avisé y me dejaron hacerlo sola. Si hubiera dicho me voy a dormir y mañana sigo, no me habrían dejado. Otro lo habría desenterrado y no podía perder la oportunidad. Estuve un par de horas yo sola pero me agobié porque era una zona rocosa y me daba miedo romperlo, así que pedí ayuda y entre todos, poco a poco, lo fuimos sacando. Después sí que lo limpié yo sola, hice las fotos que os he comentado e hice la extracción.

— ¿Y la parte del laboratorio también la hiciste sola? — Pregunta Anna asombrada.

— No, esa no — me río. — Sabéis que la parte del laboratorio no se me da muy bien. Ahí me ayudaron. Tampoco he dado demasiado temario como para saber qué tipo de producto usar con cada fósil y no quería cometer errores, así que ahí simplemente miré y ayudé cuando me dejaron. Lo que sí hice fue el informe, me ha quedado bastante profesional, mirad — saco mi móvil y les enseño la copia que me han mandado.

— ¡Increíble! — Aplaude Derek. — De verdad, es increíble nena.

— Qué envidia me das, ojalá sea tan feliz en mi futuro trabajo como tú — dice Anna.

— Y lo serás, verás como sí.

— ¿Y tus compañeros qué tal? — Sigue preguntando Anna.

Lo entiendo, ha estado tan centrada en Theo que no me ha preguntado nada desde que empecé en el museo. Pero no me importa, yo la cuento todo lo que ella quiera saber.

— Bien. MJ es mi jefa y es un encanto. Con ella me lo paso genial y aprendo muchísimo. Además, me cuida mucho, estoy muy a gusto. Lizzy es un amor de chica. Me ayuda en todo lo que puede y nos apoyamos mucho cuando estamos de viaje. Ella también echa de menos a su novio cuando estamos fuera — digo mirando a Derek.

— Es una buena chica — dice sonriendo.

— Me alegro mucho de que tengas buenos compañeros — responde Anna.

— Tengo uno que bueno... John. Es un poco borde y al principio pensé que no quería novatos en su equipo. Pero MJ nos explicó a Lizzy y a mí que ha pasado por una época muy mala y no sabe cómo gestionarlo. Yo le entiendo, así que le paso por alto todo lo que hace. En sus ojos veo que sufre y me da pena no poder ayudarle.

— Tampoco le conoces lo suficiente como para hacerlo — me apoya Derek. — Si MJ que es la que más le conoce no puede hacer nada por él, tú tampoco.

— Ya, lo sé. Pero eso no significa que no me duela verle así. No me gusta ver sufrir a la gente.

— Lo sé — responden al unísono.

— ¿Vosotros qué tal por aquí?

— Mucho que estudiar, muchos trabajos, lo mismo de siempre — responde Derek.

Mientras cenamos nos ponemos al día y, al terminar, nos sentamos en el sofá a ver una película pero estoy tan cansada que en los primeros minutos me quedo dormida.


A la hora de comer nos juntamos en la cafetería con Ashley, Josie, Megan y Charlie.

— ¡Anna! — Gritan todas al verla y se acercan a abrazarla.

— ¿Qué te ha pasado? — Pregunta Josie.

Miro a Anna y su cara me lo confirma, no ha venido a clase durante el tiempo que yo he estado fuera.

— Estábamos preocupadas por ti, todo el mundo nos preguntaba dónde estabas — cuenta Charlie.

— ¿Estás bien? — Pregunta Megan.

Anna levanta la mano y frena todas las preguntas.

— Estoy bien — responde. — He pasado una mala época. Pensé que Theo era un buen chico y resulta que no lo era. A parte de ser tóxico era muy mala persona y al final le dejé. Me costó, pero le dejé — explica.

— ¿Es cierto lo que dicen? ¿Está preso? — Pregunta Ashley y a Anna se le desencaja la cara.

— Sí — respondo. — Agredió a Anna y se le llevaron detenido. Tenía denuncias antiguas por agresión y malos tratos así que esta vez no se libra de entrar en prisión — explico, no quiero que Anna vuelva a pasar por eso contándolo ella y me lo agradece cogiendo mi mano.

— Lo siento muchísimo — dice Josie. — Joder si lo hubiera sabido...

— Todas sabíamos que Theo no era trigo limpio — dice Charlie. — En las fiestas se hablaba mucho de su reputación pero estabas tan feliz que pensamos que contigo era diferente.

— Si hubiéramos hecho algo, quizá tú... — empieza Megan pero se calla y agacha la cabeza.

— No habríais podido hacer nada. Está mal que lo diga pero es lo que pasó — Anna respira hondo y traga saliva. — Mis amigos intentaron advertirme, lo hicieron de mil maneras y no les hice caso. Les conozco desde hace mucho tiempo y Luna es mi mejor amiga. Si a ella no le hice caso, a vosotras tampoco. No habríais podido cambiar nada. Además, no merece la pena ponerse triste por lo que pasó, yo ahora estoy bien, estoy viviendo con Luna y Derek en su casa y me cuidan mucho. Gracias a ellos me he recuperado — dice con lágrimas en los ojos.

Sonrío y la abrazo. Las chicas se unen y le damos un abrazo grupal.

Una vez que lo hemos explicado todo comemos tranquilamente. Las chicas hablan sobre fiestas, exámenes y chicos y yo noto que Anna me mira mucho. Siento que quiere decirme algo pero no se atreve. No sé si es porque están nuestras amigas delante o porque es un tema delicado que no sabe cómo abordar. No voy a forzarla, cuando esté lista hablará conmigo.


Al final de la jornada Derek me envía un mensaje diciendo que se queda en la biblioteca con Oliver, va a ayudarle con Farmacología así que aprovecho para preguntarle a Anna si le pasa algo.

— La verdad es que sí, quería hablar contigo pero no sabía cómo. Lo primero de todo quiero pedirte perdón por lo que lo ha pasado, no quería escucharte, a ninguno en realidad, me cegué tanto que no fui capaz de ver quién era realmente.

— Tampoco podías saberlo — empiezo pero me corta.

— Déjame terminar, por favor — me ruega y asiento. — Os he hecho pasar una temporada muy mala y no sé cómo compensarlo. Me sigo torturando por lo de tu abuela, fui una amiga horrible y no podré perdonármelo nunca. Por eso me da tanta vergüenza hablar contigo sobre esto... Os agradezco mucho lo que Derek y tú habéis hecho por mí, de verdad, pero no quiero seguir molestando. Y sí, lo sé, para vosotros no es una molestia pero vosotros tenéis que vivir el amor en la intimidad y yo aquí sólo estorbo. Ya estoy mejor, estoy recuperada y me siento fuerte para irme a vivir sola. Y... había pensado... que quizá podría mudarme enfrente, al piso de...

— Sí — respondo, — claro que sí. No tienes que preguntar. Si pensabas que no iba a querer que tú vivieras ahí por lo que pasó estás muy equivocada. No hay nadie mejor que tú para vivir ahí, para llenarlo de buenos y bonitos recuerdos porque quiero que te quede bien claro que lo que pasó no fue culpa tuya. Por muy cegada que estuvieras no merecías que él te agrediera y manipulara así. Así que sí, ese piso es tuyo — saco mi móvil y marco un número sin pensarlo. — Hola Eliana — Anna se queda de piedra al oír ese nombre.

— Hola Luna — responde sorprendida. — ¿Qué tal?

— Bien, ¿y tú cómo estás?

— Bien, todo bien.

— Me alegro, oye, quería hablar contigo de una cosa.

— Soy toda oídos — responde.

— ¿Tienes ya inquilino para el piso?

— ¿Para el de tu abuela? No, aún no. Después de lo que pasó me da un poco de miedo volver a alquilarlo.

— Lo entiendo, pero tengo una inquilina perfecta. Mi amiga Anna.

— ¿Tu amiga no es la chica que...? — Pregunta pero no la dejo terminar.

— Sí, es ella. Pero tranquila, Theo está en prisión y Anna no va a dar problemas. Es mi mejor amiga.

— No hace falta hablar más. El piso es suyo. Dile que preparo el contrato y el fin de semana lo llevo para que lo firme. Puede ir llevando sus cosas si quiere.

— Gracias. Y, bueno, si quieres, cuando vengas a darle el contrato, puedes quedarte a comer.

— Me apetece mucho — responde y puedo notar su sonrisa. — Nos vemos el sábado.

Nos despedimos y cuelgo.

— El piso es tuyo, puedes ir llevando las cosas cuando quieras y el sábado firmarás el contrato.

— Muchas gracias, no sé qué decir.

— No digas nada y dame un abrazo.

Lo hace, me abraza tan fuerte que siento crujir mis costillas, pero no me importa, merece la pena con tal de verla feliz.

— ¿A tus hermanos les parecerá bien? — Pregunta.

— Por supuesto que sí, se lo preguntamos si quieres — saco mi móvil y les hago una videollamada.

— Hola preciosa — responde Tom.

— ¡Por fin llamas hermanita! — Dice Sam. — Te echamos de menos.

— Mentira — respondo y ambos se ríen.

— Sabes que sí — dice Tom.

Lo sé, sé que me echan de menos. Les noto algo raro, están demasiado sonrientes.

— ¿Qué tal todo? — Pregunto.

— Bien, todo bien. Aquí estamos un poco liados, lo de siempre — responde Sam. Sonríe y veo que mira ligeramente por encima de la cámara, como si alguien más estuviese ahí.

No voy a presionar, y tampoco quiero molestar si tienen visita, así que seré breve.

— Anna va a alquilar el piso de Dory y quiere saber si estáis de acuerdo.

— Claro que sí — responde Tom. — No hay nadie mejor que tú, así sabemos que el piso está bien cuidado.

— Me parece perfecto. Así también estáis las dos cerca por si necesitáis algo — responde Sam.

— Gracias chicos — dice Anna emocionada.

— No tienes nada que agradecer — comenta Tom, mira por encima de la cámara él también y sonríe.

— Bueno chicos, sólo llamo para preguntaros eso. Os dejo que veo que estáis muy... liados — digo observando sus expresiones y ambos sonríen.

— Iremos pronto a visitarte — dice Tom.

— Os espero con ganas.

Nos despedimos y colgamos.

— ¿Más tranquila? — Pregunto.

— Sí, pero tienes que saber otra cosa. Derek ya lo sabe porque le pregunté cuando estabas de viaje. Me dijo que no habría problema y tenía razón.

— Yo siempre tengo razón — dice Derek entrando en el salón.

— No te he oído entrar — digo levantándome para darle un beso.

— Soy muy sigiloso — responde sonriendo. — Hola Anna — se acerca y besa su mejilla. — Te dije que no iba a haber problema.

— Gracias por todo chicos.

— No hay nada que agradecer — respondemos los dos.


Hacemos caso a Eliana y poco a poco vamos llevando todas las cosas de Anna al piso.

El sábado ya está la mudanza entera hecha y mientras Anna firma el contrato un cerrajero cambia la cerradura.

— Es un placer hacer negocios contigo Anna — dice Eliana. — Toma, tus llaves. Bienvenida a tu nuevo hogar.

— Gracias — responde Anna emocionada.

— Y toma, para ti también hay una copia — dice entregándome las llaves.

— Gracias — respondo.

— No hay de qué. ¿Necesitas ayuda con algo? — Le pregunta a Anna.

— No gracias, Luna y Derek me han ayudado y ya tengo todo colocado y ordenado.

— Me alegro, espero que seas muy feliz aquí y lo llenes de buenos recuerdos.

— Es lo mismo que me dijo Luna. Estad seguras de que lo haré — comenta Anna muy segura.

— ¿Sigue en pie lo de comer juntos? — Pregunta Eliana.

— Claro que sí. Vamos.

Las tres entramos en casa y Derek saluda a Eliana.

— Huele de maravilla — dice Eliana.

— El mérito es de Luna, yo sólo vigilo que no se queme — ríe Derek y Eliana sonríe.

Sirvo unos refrescos y cuando la comida se termina de hacer, la sirvo.

La verdad es que no me siento incómoda, al contrario, estoy en paz. No me da miedo que mi madre venga, ni me hable ni me arrepiento de haberla invitado a comer. Se muestra agradecida, amable y tranquila. Parece otra mujer, no tiene nada que ver con la Eliana que conocí el año pasado.

— ¿Estás bien? — Me pregunta.

— Sí, perdona. ¿qué me habías dicho?

— Que si te va bien en clase y en el museo — repite Eliana.

— Sí, sí, todo me va bien — Estoy un poco preocupada porque los exámenes finales se acercan y necesito mucho tiempo para estudiar.

— ¿Has pensado en dejar el trabajo? — Pregunta Eliana.

— No, no lo he pensado, pero mis estudios son lo primero y si veo que no puedo con todo no me va a quedar más alternativa — digo triste.

— Bueno, no lo pienses ahora. Sigue disfrutando de la oportunidad que te han brindado y, cuando llegue el momento, habla con tu jefa — me aconseja.

— MJ es muy amable y seguro que te entiende — comenta Anna. — No te agobies antes de tiempo.

— Sí, tenéis razón — respondo.

— Además, si al final te vas, que no te de vergüenza preguntar si podrás volver más adelante. Si están contentos contigo seguro que no les importa. Todo es cuestión de hablarlo — dice Eliana y sonrío.

Ella me sonríe también y terminamos de comer. Sirvo un café y al rato dice que ya tiene que marcharse.

— Ha sido un placer poder pasar el día contigo. Es un sueño — dice sonriendo tímidamente.

— Me ha gustado que vinieras. No te voy a mentir, me sigue sin salir llamarte mamá, pero...

— Pero es un comienzo — me corta. — No hay nada que me gustase más que me llamases mamá pero entiendo que no soy esa figura para ti. Cualquier cosa que pueda hacer contigo o por ti será un honor. Quiero formar parte de tu vida sea como sea, pequeños momentos como este son los que me dan la vida — sus ojos se cristalizan y aparto la mirada. Ya son demasiadas emociones y parece entenderlo porque se despide de todos con un abrazo y se marcha.

— Lo has hecho bien — dice Derek y me abraza. 

Anna se une al abrazo y respiro hondo. Somos una familia y una pequeña parte de mí quiere que Eliana también forme parte de ella.


Falta poco para empezar los exámenes finales y estoy un poco agobiada. Mi trabajo me encanta pero es cierto que me quita mucho tiempo de estudio. Hay algunas asignaturas que las llevo al día e incluso sé más cosas gracias al museo, pero hay otras como por ejemplo laboratorio y geología que las llevo muy atrasadas, no se me dan muy bien y tengo que dedicarles mucho tiempo. Creo que lo mejor es hablar con MJ y decirle que voy a dejar el trabajo. Me duele pero mis estudios son lo primero. Si más adelante tengo la oportunidad de volver a trabajar con ella lo haré encantada, sino, ha sido una experiencia maravillosa.

La tarde pasa y sigo dándole vueltas en mi cabeza mientras catalogo todas las piezas, sé que es lo mejor. En unos días, cuando baje la carga de trabajo, hablaré con ella.

— Va a ser alucinante — dice John. Es la primera vez que le veo feliz.

— ¿Sabes algo nuevo? — Pregunta un chico.

No le he visto nunca en nuestro equipo, creo que es un chico de otro departamento del museo.

— No gran cosa. Sólo sé que dentro de poco nos iremos de viaje, pero no será un viaje de fin de semana o de unos días como hasta ahora. Va a ser una gran excavación, vamos a estar fuera varios meses, se rumorea que incluso un año — dice contento.

— Es lo que necesitas — dice el otro chico. — Alejarte de aquí te va a venir bien. Va a ser duro, no te lo voy a negar, pero tras el proceso tan duro de divorcio que has pasado lo mejor es que te vayas. Y si te dan opción de quedarte allí, quédate. Sabes que muchos de tus compañeros se han quedado a vivir en sitios donde hay mucho terreno que explotar.

— Tienes razón, si puedo me quedaré. Perder a mi hija en ese accidente fue lo peor que me ha pasado, pero encima que mi mujer me pidiese el divorcio...

— Lo sé amigo, lo sé.

La conversación se está poniendo demasiado íntima y es mejor que no escuche, no es asunto mío. Pero al fin entiendo lo que le pasa. Ha perdido a su hija y su mujer se ha separado de él, debe pensar que su vida es una desgracia, por eso está así con todo el mundo, salvo con ese chico. Me da pena pero ante eso no hay nada que pueda hacer para ayudarle, si a mí me ha dolido mucho perder a mi abuela no puedo imaginar lo que es perder una hija.

Lo que sí me ha quedado claro es que a lo mejor no hace falta que hable con MJ, si es cierto que se van a ir durante un año lo más seguro es que me despidan. Pues nada, esperaré a que me den la noticia.

Vuelvo a casa sintiéndome un poco extraña y cuando abro la puerta dos hombretones vienen corriendo y me levantan en sus brazos. ¡Mis hermanos! ¡Y... ¿sus novias?!

— Creo que tenéis mucho que contarme — digo levantando una ceja.

— Sí, la verdad es que sí — dice Tom. — Te presento a Melissa — coge su mano y sonríe.

— Es un placer conocerte por fin, tus hermanos me han hablado mucho de ti — dice ella. Me gusta su voz, es suave y delicada.

Me fijo en su aspecto y me gusta. Tiene los ojos color miel, pelo largo y negro como la noche. Lo lleva recogido en una coleta y hace que sus facciones se intensifiquen más. Tiene buen cuerpo y su sonrisa es sincera. Me gusta.

— Igualmente — respondo, — es un placer conocerte aunque mis hermanos no me han hablado de vosotras. Nada de nada — digo mirándoles a ambos y sonríen tímidamente.

— Lo sabemos — dice la otra chica.

— Te presento a Sammy — dice mi hermano Sam.

— ¿Es una broma? — Pregunto riendo. ¿Sam y Sammy?

— No, es pura casualidad — responde riendo. — Me llamo Samantha, aunque me gusta que me llamen Sammy.

— Es un placer — digo.

Me fijo en ella y tiene el pelo más corto que Melissa, pero negro también. Ojos color miel, facciones parecidas... Espera.

— Os parecéis mucho — digo extrañada.

— Somos hermanas — responden a la vez.

— No me lo puedo creer. Dos hermanas para dos hermanos — digo riendo y ellas me acompañan.

— Sí, como si fuera de película — dice Sammy.

— Os conocisteis en una inauguración, ¿verdad? — Pregunto. Me suena haberlas visto en España.

— Bueno... — empieza Melissa pero no sabe si hablar o no.

— Forman parte de nuestro equipo — interviene Tom. — Vinieron desde Nueva York para ayudarnos y nos han estado acompañando en todas las inauguraciones.

— Han sido de gran ayuda — aporta Sam. — Gracias a ellas ha salido todo adelante.

— Somos sus jefas de prensa, por así decirlo — explica Melissa. — Nos encargamos de la publicidad, redes sociales...

— Toda la campaña de marketing es nuestra — termina Sammy.

— No sería por ellas por lo que te enfadaste tanto aquella vez, ¿no? — Pregunto a Sam.

Una de las veces por las que discutimos fue porque tenía planeada una campaña de marketing y los inversores se la habían cambiado entera. Estaba desesperado.

— No, no fue por ellas. Al contrario, gracias a ellas conseguimos llegar a un acuerdo — explica Sam. — Melissa vio que mi idea tenía mucho potencial así que nos llamaron, les expliqué todo lo que tenía en mente y ellas le dieron forma para que pareciera atractivo a ojos de los inversores.

— Os lo agradezco entonces — digo mirándolas a ambas. — El negocio es muy importante para mis hermanos. Es su sueño.

— Lo sabemos — responden al unísono.

— Venga, contadme todo todo todo — pido.

Servimos la cena y me cuentan que desde que se conocieron han estado muy juntos por el trabajo, pero llegó un momento en que mis hermanos hablaron y se confesaron que les gustaban esas chicas. Se armaron de valor y cada uno pidió una cita a la que ahora es su novia. Ambas aceptaron y cita tras cita han establecido una relación. Ahora están viviendo todos en nuestra casa pero están buscando otra casa para que alguno de los dos se mude con su novia. Les da pena porque siempre hemos estado todos juntos pero ya es hora de que cada uno haga su vida y forme su familia.

Les miro embobada mientras cuentan su historia de amor. Tom es muy romántico y ha montado cada cita que me caigo de culo sólo con pensarlo: ramos de flores, cenas a la luz de las velas, paseos por la playa, viajes exprés de fin de semana... Me recuerda un poco a mis citas con Derek. Sam es un poco más bruto, pero tiene a Sammy enamorada, lo sé por cómo se miran. Sus citas han ido más por parques temáticos, motos de agua, patinaje... Me parece romántico igual, cada uno lo es a su manera y me alegro de que hayan encontrado buenas chicas, ojalá dure y sean sus futuras mujeres.

Melissa y Sammy parecen saberlo todo sobre mí porque me preguntan qué tal las clases, cómo me va en el museo y se alegran casi más que mis hermanos cuando les cuento lo del fósil que desenterré. Pero hay algo en mi voz que les hace notar que pasa algo. No dudo y se lo cuento.

— Bueno preciosa, sabíamos que no iba a durar siempre — dice Tom. — Es una experiencia más que has tenido, y una muy buena.

— No todos nos quedamos con el primer trabajo que tenemos — dice Melissa. — Además, tus estudios son lo primero.

— Es cierto que el primer año es el más duro por la adaptación a la universidad, pero créeme cuando te digo que según vas pasando de curso todo se vuelve más difícil, porque tienes trabajos mucho más prácticos y tienes que dedicarles mucho más tiempo. Quizá sea lo mejor ahora mismo — comenta Sammy.

— Quizá tengáis razón.

— Yo no esperaría — interviene Sam. — Sé que te encanta tu trabajo pero creo que cuanto antes hables con MJ antes sabrás si es cierto que se marchan, cuándo se marchan y a dónde.

— Sí, porque a lo mejor tu compañero John se va pero no con el equipo de MJ — comenta Tom.

— Tenéis razón. Cuando baje la carga de trabajo que tenemos hablaré con MJ. Es lo mejor.

Terminamos de cenar y mis hermanos y sus novias se retiran a sus habitaciones y nos dejan el salón para estudiar. Nos ponemos en la mesa grande y la llenamos de apuntes.

Rato después voy a la cocina a por agua y oigo a Anna hablar por teléfono, se la ve feliz y no para de caminar de un lado a otro y tocarse el pelo, parece nerviosa pero emocionada.

— ¿Con quién estará hablando? — Susurra Derek, me abraza por la espalda y apoya su barbilla en mi cabeza.

— No lo sé pero yo también tengo curiosidad.

— Ya nos lo dirá. ¿Nos vamos a la cama? — Pregunta.

— Sí, venga vamos a recoger.

Mañana tenemos que madrugar así que recogemos rápido, nos metemos en la cama y apagamos la luz.

— Esto me recuerda a cuando dormía en tu casa o tú dormías en la mía. ¿Recuerdas el morbo que nos daba que nos pudiesen pillar? — Susurra en mi oído y su mano acaricia la cara interior de mis muslos.

Tenemos tanto estrés y hemos pasado por tanto que necesitamos liberar tensiones. No necesito más para sentarme a horcajadas sobre él y devorar su boca.

— Tienes razón, me daba mucho morbo y me sigue dando.

— Además, seguro que tus hermanos han hecho lo mismo.

— O lo están haciendo en este momento — me río.

— No podemos ser menos.

Sujeta mis caderas y nos hace rodar hasta quedar encima de mí. Levanta mi camiseta y ataca mis pechos. Un pezón lo sujeta con una mano y tira de él mientras con su boca lame y muerde el otro. Me derrito de placer y me mojo al instante. Usa su mano libre para colarla entre mis bragas, tocar mi botoncito milagroso y sonreír al notar lo mojada que estoy.

Me incorporo un poco, me deshago del pijama y la ropa interior y me abro de piernas lista para recibirle. Derek hace lo mismo, se pone sobre mí y, mientras me besa, acomoda su glande en mi entrada y poco a poco me penetra. Estoy muy apretada y, aunque me cuesta acostumbrarme, no me duele, al contrario, me pone mucho notar cómo me dilata con su miembro. Pasa de mi boca a mi cuello y no para de besarme y morderme. No puedo más, alzo las caderas y empiezo a moverme.

— ¿Te duele?

— No, necesito liberarme.

— Eso está hecho, nena.

Empieza a moverse de una forma salvaje, no sé si agarrarme a sus hombros, a las sábanas, si arañarle, morderle o qué hacer. Siento que me va a partir por la mitad pero me da igual porque oleadas de placer invaden mi cuerpo, le siento por todas partes y cuando un orgasmo bestial me invade me besa para acallar el grito que se queda en mi garganta deseando salir.

Él sigue embistiendo sin piedad, sin pausa.

— Date la vuelta — dice saliendo de mi interior.

Me giro, alza mis caderas hasta quedar de rodillas sobre el colchón y me penetra de una vez.

Un calambre en mi bajo vientre me deja de piedra y no soy capaz de moverme. Es una sensación tan maravillosa que tengo un segundo orgasmo sólo con esa embestida.

— Eso es nena, córrete, córrete mucho para mí.

Sigue embistiendo y cuando soy capaz de tomar el control me agarro fuerte a las sábanas y me muevo con él. Conseguimos el ritmo perfecto y le noto temblar, su miembro palpita en mi interior y jadea.

— Vamos nena, no hay dos sin tres, córrete otra vez.

Esa orden es suficiente para que caiga derrotada sobre la cama cuando mi tercer orgasmo me deja con las piernas temblando.

Cae a mi lado y me abraza, apoyo la cabeza en su pecho y su corazón late a mil por hora.

— Cualquier día muero de un infarto — susurra riendo.

— Es la mejor forma de morir, un infarto por un orgasmo.

— ¡Y qué pedazo de orgasmo! — Gesticula como si gritara.

— Estoy seca, ¿quieres agua?

— Sí, por favor.

Me pongo la camiseta y unas bragas y voy a la cocina. Allí me encuentro a Sammy que bebe un vaso de agua y tiene otro listo para llevar a mi hermano Sam.

Sonríe cuando me ve y noto que se pone un poco roja.

— Buenas noches — susurro antes de que salga.

— Buenas noches reina — susurra ella de vuelta.

Me cae bien. Y Derek tenía razón. ¡Viva el amor y los orgasmos!


La semana pasa volando y, aunque mis hermanos quieren quedarse más tiempo, nos dicen que mejor vuelven en otro momento. Nos ven muy agobiados y no quieren molestarnos. Nos desean suerte con nuestros exámenes y prometen volver cuando terminemos.

Hoy Derek está en la biblioteca con Mark haciendo un trabajo y yo estoy terminando uno que tengo que entregar mañana. Estoy tan concentrada que me sobresalto cuando llaman al timbre. Es Anna.

— ¿Estás ocupada?

— No, pasa. Estoy terminando un trabajo. Cógete algo de beber mientras termino.

— Vale.

Va a la cocina, coge un refresco y se sienta en el sofá esperando a que termine. Tardo menos de lo que esperaba, recojo y me quedo mirándola. Está chateando con alguien y tiene una sonrisa preciosa en su cara, la veo feliz. Pasan cinco minutos y no se da cuenta de que sigo observándola, así que carraspeo, me mira y bloquea el móvil.

— Ya he terminado — anuncio.

— ¿Segura? No quiero entretenerte.

— Segura. ¿Qué tal todo?

— Bien, todo muy bien la verdad.

— Ya lo veo — digo sonriendo. — Te veo feliz.

— Lo estoy, pero tengo miedo. Necesito hablar contigo.

— Dime — me siento con ella en el sofá y la veo insegura.

— Es una tontería pero me da miedo que vuelvan a hacerme daño.

— No es ninguna tontería. Anna has pasado por mucho, ese chico era un maltratador pero no quiere decir que todos lo sean. Seguro que encuentras a alguien que te trate como mereces.

— ¿Y si ya lo he encontrado?

— ¿Has conocido a alguien? — Pregunto emocionada.

— Sí y no. Ay Luna tengo tanto miedo de volver a abrirme con alguien. Me gusta, me gusta mucho, es muy cariñoso, no me fuerza a nada, quiere que esté cómoda en todo momento, me escribe a todas horas, me llama cuando me nota preocupada...

— Parece buen chico — digo sinceramente.

— Sí, pero Theo también lo parecía y...

— Theo no era buen chico. No quería conocernos, no quería integrarse en tu entorno, te quería sólo para él y eso no era bueno. Espera, no me digas que este chico tampoco quiere conocernos — digo alarmada.

— No no, al contrario, está preocupado por qué diréis cuando lo sepáis. Sobre todo tú y Derek. Verás, es que... ese chico es Aidan.

— ¿Aidan? — Pregunto incrédula.

— Sí. ¿Recuerdas que nos intercambiamos los números aquel día que le vimos en la playa con sus amigos?

— Sí.

— Pues tras lo que pasó, como él me atendió en el hospital, me escribió unos días después para ver cómo estaba. Desde entonces hemos estado hablando, hemos quedado tres veces y... anoche quedamos de nuevo, me invitó al cine y al dejarme en casa me lancé y le besé. Me dijo que llevaba esperando eso desde la primera vez que quedamos, se lanzó y me devolvió el beso. En ningún momento quiso entrar en casa ni me preguntó si podía pasar la noche, nada de nada.

— Parece que quiere ir despacio. Quiere hacer las cosas bien. Aidan me parece un hombre estupendo, me alegro mucho por ti nena.

— ¿De verdad? ¿Crees que hago bien saliendo con él?

— ¡Pues claro! Sigue quedando con él, conócele y si surge algo más serio, adelante. Además, siempre me ha parecido que hacíais buena pareja — digo levantando ambas cejas.

— Sí, pero le veía mayor para mí.

— Tampoco es tan mayor. Además, seguro que tiene mucha experiencia en...

— ¡Calla! — Dice poniéndose roja.

— ¿Habéis estudiado ya anatomía? — Pregunto divertida y se sonroja aún más.

— No, eso aún no, pero sí me está ayudando con mis trabajos.

— ¡Oye eso es trampa! — Grito divertida y le tiro un cojín.

— Es una excusa para verle más — responde sonriendo.

— Vale, te lo compro.

Estamos riendo cuando Derek entra en casa.

— Señoritas — nos saluda dejando su mochila en el suelo. — ¿Me he perdido algo?

Miro a Anna y sonríe, asiente y se ríe.

— Anna tiene un amigo muy cercano, la cuida, la hace feliz y sé que es un buen chico.

— ¿Lo sabes?

— Sí, porque ya le conocemos. Es Aidan.

La cara de Derek es un poema y no puedo evitar reírme. Sé que le cae mal y por eso me río aún más. Puedo parecer mala pero seguro que ahora mismo está pensando que con la cantidad de hombres que hay en el planeta ha tenido que liarse justo con ese.

Derek se acerca y para mi sorpresa abraza a Anna.

— Me alegro mucho por ti Anna, de verdad. Es un buen chico y es perfecto para ti.

Ambas nos quedamos de piedra, no me esperaba para nada su reacción pero sonrío, ambas lo hacemos.

Anna ya está más tranquila así que se marcha a casa y en cuanto cierro la puerta me giro y miro a Derek.

— ¿Y ese cambio de actitud? — Pregunto. — No te caía bien.

— Y no me caía cuando no me dejó entrar a verte a tu habitación cuando estuviste ingresada. Pero desde aquel día de la playa reconozco que se ganó puntos para no caerme tan mal. Y cuando vi cómo trataba a Anna ese fatídico día y cómo se preocupaba por ti, por las tres, reconocí que bueno, no estaba tan mal. Anna podría encontrar a un chico mucho peor que él.

— Ya decía yo — digo riendo.

— En serio, me alegro por ella. No me parece mal tío, al fin y al cabo estaba haciendo su trabajo pero yo soy tu novio y quería verte. En fin, cosas del pasado. Me alegro de que esté feliz, sé que con él no va a pasarla nada. Porque si la pasa algo, si la hace daño, sé dónde trabaja.

— Mi chico protector — digo besándole.

Me río y le vuelvo a besar. Y de nuevo me río y vuelvo a besarle. Le parece gracioso pero cuando nota que una parte de mi risa es por él, por sus cambios de actitud y de pensar, empieza una guerra de cosquillas que sé que tengo perdida y terminamos haciendo el amor de forma apasionada en el sofá.


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