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Capítulo XXVII

Derek

Espero haber hecho lo correcto y que Luna vuelva mejor. Sinceramente creo que le va a venir bien estar alejada unos días así no piensa tanto en lo que pasó con su abuela y en lo que está haciendo Anna.

Es sábado y no tengo clase pero no me apetece seguir durmiendo, voy a una cafetería y desayuno. No sé qué tendrán los desayunos de los bares que están más buenos.

Un par de horas después vuelvo a casa y al salir del ascensor me encuentro el rellano lleno de cajas. Anda que ha tardado en alquilar el piso.

— Hola Derek — me saluda Eliana saliendo del piso de Dory.

— Hola. ¿Tenemos vecino nuevo? — Pregunto a ver si me cuenta algo.

— Sí, es un chico joven, va a la universidad como vosotros y es muy majo. Seguro que os lleváis muy bien.

— Mientras no arme mucho escándalo.

— No, no te preocupes por eso. He estado haciendo entrevistas y él es el que más me ha gustado. No tiene pareja y no le gusta hacer las fiestas en su propia casa. Además dice que está muy centrado en sus estudios y que pasa el día entero en la biblioteca así que no creo que le veas mucho por aquí.

— Ya veremos. Adiós Eliana.

— Oye Derek — me detiene cuando voy a abrir la puerta de mi casa. — ¿Cómo está Luna?

— Mal, está mal, Eliana.

— Ya me imagino, ha sido un trauma para ella encontrar así a su abuela. ¿Puedo pasar a verla? — Me pregunta esperanzada.

— No está. Se ha ido con sus compañeros del museo a una expedición. Va a estar fuera varios días — explico.

— Bueno me alegro, seguro que la viene bien y se despeja — comenta sonriendo. — Le das recuerdos de mi parte, por favor.

— Claro.

Ahora sí entro en mi casa. Me apoyo contra la puerta y respiro hondo. Sé que hace lo que puede pero no sé, hay algo en ella que me sigue sin gustar y por más que intente mantener una relación es imposible. Prefiero tener una relación cordial y educada y ya.

Saco mi móvil y llamo a Christian.

— Ey — saluda cuando descuelga.

— Hola, oye voy a ser directo. Tengo la cabeza en otra parte con todo lo que ha pasado y no sé qué regalarle a Justin por su cumpleaños.

— No te rayes por eso — me tranquiliza. — Sabes que le encantan las colonias, regálale una de la marca que usa y ya está, no te preocupes.

— Sí, una colonia nunca está de más — respondo ojeando una revista. — Oye — digo de repente al ver un artículo — ¿Justin tiene silla gamer?

— No, ¿por?

— ¿Tú crees que le gustaría? — Pregunto.

— Puede que sí. Nunca me ha pedido una ni me ha dicho que quiera comprársela pero seguro que le encanta.

— Vale, voy a mirar por internet y se la regalamos nosotros. Estoy viendo en una revista varias ofertas que hay en una web.

— Perfecto, pues ya tienes regalo — dice feliz — seguro que le va a encantar. Y si es de color azul mucho mejor.

— Hecho — es su color favorito. — Gracias Christian.

— A ti. ¿Cuándo vuelve Luna?

— En una semana.

— Cuando vuelva celebramos el cumple, estáis todos invitados a cenar en nuestra casa, así la conocéis.

— Me parece estupendo, nos vemos la semana que viene.

Me despido y cuelgo. Entro en la página web y encuentro la silla gamer perfecta, miro el envío y pone que tardan como mucho cinco días así que no lo pienso más y le doy a comprar. Bloqueo el móvil y me siento en el sofá. Creo que el fin de semana lo voy a pasar solo. Alan está fuera, Katy se ha ido con él y Justin está estudiando para un proyecto que tiene que entregar. Intento de nuevo contactar con Anna pero nada, no tengo suerte. Bloqueo el móvil y lo tiro sobre el sofá. ¿Qué cojones le pasa? ¿En qué está pensando? No la entiendo y eso me enfurece aún más.



Ya he llegado al hotel

Según leo el mensaje de Luna la llamo.

— Hola amor, ¿estás muy cansada? — Pregunto.

— Para ti nunca — responde y puedo sentir cómo sonríe un poco.

— ¿Qué tal tu día?

— Bien, el viaje ha sido largo y como la otra vez hemos ido directamente a la excavación. Están detrás de algo grande, MJ tiene muchas expectativas puestas y espero que le salga bien.

— Seguro que sí, y seguro que aprendes muchísimo.

— Eso espero.

Luna continúa hablando, contándome cosas pero desconecto por completo. ¿Será posible? Me acerco a la ventana y me asomo con cuidado de no ser visto.

— ¿Derek? ¿Sigues ahí?

— Sí cariño, perdona, es que no te vas a creer lo que estoy oyendo — digo cerrando la ventana.

— ¿Qué ocurre?

— Tenemos nuevo vecino — le cuento — se ha mudado esta mañana y según Eliana es un chico joven, universitario, muy majo, sin pareja y que pasa el día entero en la biblioteca. ¿Sabes lo que está haciendo? Follando — digo cuando los gritos de la chica se intensifican.

— No te puedo creer.

Ambos nos echamos a reír.

— ¿Están con la ventana abierta? — Pregunta.

— La acabo de cerrar, pero puedo verle el culo a él, están follando sobre la encimera.

— Madre mía, menudo veranito no espera.

— Y tanto.

Continuamos hablando sobre eso, me parece gracioso pero me pone un poco nervioso que esté así todos los fines de semana. Podría al menos cerrar la ventana.

La noche siguiente ya no me hace tanta gracia. Son las dos de la mañana y ahí siguen. Encima los gritos de la chica no se parecen a los de ayer. ¿Será otra chica? Bueno no es asunto mío, según Eliana está soltero, puede acostarse con quien quiera pero teniendo un poco de convivencia vecinal por dios. Media hora después oigo otro tipo de gritos, están discutiendo y me levanto de la cama cuando algo se hace añico. Me asomo a la ventana y estoy a punto de llamar a la policía cuando se vuelven a oír gemidos. Parece que lo han arreglado. Vuelvo a la cama y me tapo la cabeza con la almohada, la noche va a ser larga.

Por la mañana salgo de casa y estoy esperando al ascensor cuando la puerta de enfrente se abre. Una chica pelirroja sale y me da los buenos días. No sé si es consciente del espectáculo que ha dado. Entramos en al ascensor y noto cómo me devora con los ojos, me pone un poco nervioso. Las puertas se abren y dejo que salga ella primero.

— Adiós guapo — sale del portal contoneándose.

Dory debe estar maldiciendo en su tumba.

A la hora de comer me encuentro con Devon, Mark y Oliver.

— ¿Qué tal tío? — Me preguntan.

— Bien.

— ¿Cómo está Luna? — Pregunta Mark.

— Mal la verdad, se ha ido de viaje una semana con su gente del museo, espero que el cambio de aires le venga bien.

— Seguro que sí — comenta Devon. — ¿Qué tal la vida de universitario independizado?

— Muy bien la verdad. Vivir con Luna es una maravilla.

— Ya me imagino, te echo de menos pero no hace falta que vuelvas — bromea Devon y le doy con el puño en el hombro.

Yo también echo de menos las noches que pasábamos viendo series, es un gran chico, pero prefiero mil veces vivir con mi niña.


Cuando vuelvo a casa, una chica rubia sube conmigo en el ascensor y llama al timbre del nuevo vecino. No pierde el tiempo.

Salgo de la ducha y ya están los gemidos a todo volumen, me asomo y vuelven a estar en la cocina. No sé qué tendrán las encimeras que le gustan tanto. Por la noche llamo a Luna y se lo cuento, al menos parece que le hace gracia y se ríe, hacía días que no la oía reír.



He estado bastante liado estudiando esta semana pero reconozco que sin Luna se me ha hecho muy larga. Hoy por fin vuelve y he quedado en ir a recogerla al museo a las cinco de la tarde. Además Justin celebra su cumpleaños esta noche, ya he dejado nuestro regalo guardado en el maletero. Primero vamos a ir a casa para que Luna se de una ducha y se pueda arreglar. Estoy repasando los planes mentalmente cuando veo cómo un coche aparca y Luna sale del asiento del copiloto. Su cara se ilumina al verme y corre a mis brazos. La sujeto fuerte y la levanto, inhalo su aroma y sonrío. Con ella me siento en casa, ella es mi hogar.



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