Capítulo XXVI
Luna
Estoy sentada en una mesa con mis hermanos, Eliana y otros dos hombres. Están leyendo el testamento de mi abuela. Aún no me creo que se haya ido. Cuando me calmé me enseñaron el informe de su fallecimiento, no sabía que tenía un marcapasos. Perderla de repente me ha desestabilizado mucho, me ha roto por dentro.
No me estoy enterando de nada de lo que hablan, sólo hago lo que me dicen, miro a mis hermanos para que me hagan algún gesto de aprobación o negación y continúo obedeciendo.
Volvemos a casa y oigo a mis hermanos hablar con Eliana acerca del piso.
— Sé que pensáis que no es justo, pero no quiero deshacerme del piso y tampoco puedo hacerme cargo yo sola. Por eso quiero alquilarlo — se defiende Eliana.
— No te decimos lo contrario, pero deberías dejar un tiempo de luto. Piensa en cómo se va a sentir Luna cuando vea que un desconocido está viviendo en casa de su abuela — rebate Tom.
— Tienes razón, pero es ponerlo ya en alquiler o venderlo y entre las dos opciones prefiero el alquiler — sentencia Eliana.
No quiero seguir escuchando así que entro en casa.
— Hola pequeña — Derek viene a recibirme y me abraza. — ¿Qué tal ha ido?
— Eliana quiere alquilar el piso de mi abuela. Dice que no puede hacerse cargo ella sola y es alquilar o vender y no quiere deshacerse de él — le cuento.
— ¿No va a esperar? — Pregunta.
— No, no va a esperar.
— Lo siento nena — me atrae de nuevo hacia él y me abraza. — ¿Y el notario qué tal?
— No lo sé. Sinceramente no me he enterado de nada, tengo la cabeza en otra parte y no soy capaz de centrarme.
— Es normal preciosa — Tom entra en casa y me besa la cabeza. — Resumiendo, Dory le ha dejado la casa a Eliana, al fin y al cabo es su hija y se enteró de que no estaba viviendo en buenas condiciones.
— Dory era demasiado buena — la defiende Sam. — Con todo el daño que hizo su hija y aún así le ha dejado su casa para que tenga un sitio donde vivir.
— Para que ahora coja y lo alquile — se enfada Tom.
— Yo también estoy enfadada — susurra Luna — pero si me pongo en su lugar no sé si sería capaz de vivir en esa casa. Ya me está costando a mí estar aquí, imagínate a ella. Era su madre y aunque no se llevasen bien, se querían, y pensar que ha muerto en esa casa...
— Lo entendemos — responden mis hermanos.
— Tienes razón pequeña, siempre sabes qué decir — Derek me acuna suavemente entre sus brazos.
— A Luna le ha dejado todo su dinero. Tenía bastante ahorrado y le ha dejado todo para que lo use como quiera, para viajar, estudiar, comprar una casa... — explica Tom.
— No sé cuánto es, pero no quiero tocarlo — digo.
— Lo sabemos, nosotros lo vamos a gestionar todo. Lo pondremos en una cuenta a parte y lo tendrás siempre que quieras a tu disposición — me promete Tom. — ¿Vale?
Asiento con la cabeza y los tres me abrazan.
— No os lo he dicho, pero lo siento — todos me miran — vosotros también habéis perdido a alguien que os importaba mucho y no os he dado el pésame.
— No hace falta preciosa — Tom me atrae hacia sí y me abraza. — No hace falta.
— ¿Comemos algo? — Propone Sam y todos asienten, menos yo.
No tengo nada de hambre pero ya que se han esforzado en cocinar hago lo que puedo y como un poco, hasta que mi estómago amenaza con vomitar y paro. No me dicen nada, deben estar satisfechos con lo poco que he comido.
— ¿Seguro que estarás bien? — Pregunta Tom por la noche — Podemos quedarnos unos días contigo.
— No, no os preocupéis, estaré bien. Además, no tiene sentido que os quedéis porque tengo mucho trabajo que hacer.
— ¿Vas a ir a clase? — Me preguntan.
— Sí. Y al museo también. Prefiero estar ocupada aunque no sea capaz de centrarme, pero al menos estaré distraída y saldré un poco de aquí — me defiendo.
— Eso está muy bien, hermanita — me abraza Sam. — Pero no te fuerces, ¿vale? Si algún día no te levantas con fuerzas eres libre de quedarte en casa o de venirte a casa con nosotros.
— Lo sé, gracias chicos.
Me quedo en el salón y Derek les acompaña a la puerta.
— Derek... — comienza Tom pero le corta.
— Cuidaré de ella, no os preocupéis, y si pasa cualquier cosa os llamaré.
— Gracias — dice Sam.
Se despiden y se van. Acerco las rodillas al pecho y las abrazo. Derek se acerca a mí y se sienta a mi lado.
— Lo siento — digo empezando a llorar. — No dije en serio lo deno vivir aquí. Yo quiero vivir contigo no quiero que pienses que... — me calla con un beso.
— Mi amor ya lo sé. Sé que no lo decías en serio, pero si quieres que busquemos otro piso por mí no hay problema. Lo único que quiero es que estés bien.
— No, no quiero otro piso. Va a ser duro pero quiero quedarme aquí — digo decidida.
— Vale — acepta sonriendo. — ¿Te apetece comer algo? — Pregunta.
— No.
— Bueno, seguro que hay algo que sí te apetece comer — dice sonriendo.
Le oigo rebuscar en la cocina y enseguida oigo los ''pop pop'' de las palomitas haciéndose en el microondas. Tres minutos después sale con un bol lleno de palomitas y bolsas de patatas y doritos.
Sonrío ante su gesto, sabe que cuando estoy deprimida lo único que me anima es comer chuches.
— Hoy propongo un plan distinto. ¿Te parece que veamos las películas de Disney en orden cronológico? — Propone frotándose las manos.
— Me parece bien — respondo forzando una sonrisa.
— Genial — aplaude y coge el mando.
Pone la primera película y empezamos a comer.
Al terminar la tercera propone continuar en la cama y acepto. Intenta mantenerse despierto pero a mitad de la quinta película cae rendido y lo entiendo. Se ha hecho cargo de todo y ha organizado con mis hermanos el funeral. Ha estado pendiente del todo el mundo y cuidando de mí, debe estar agotado. Le beso la frente y me acurruco contra él. Cierro los ojos pero la imagen de mi abuela tirada en el suelo me bombardea así que los abro de golpe. Tengo asumido que no voy a poder dormir así que veo una película tras otra hasta que amanece y me levanto a preparar el desayuno.
— Buenos días — Derek entra en la cocina y me abraza. — Qué bien huele.
— Sólo con café y tostadas — susurro.
— Pero hechas con mucho amor, por eso huelen tan bien — siempre sabe qué decir para hacerme sonreír. — ¿Has dormido algo?
— No — niego con la cabeza.
Me mira pero no dice nada, se sirve una taza de café y coge sus tostadas.
— Al menos desayuna algo, ¿vale? — Me pide y me siento con él a comerme una tostada y una taza de café. — ¿Quieres que te lleve a la universidad?
— Te lo agradezco pero después tengo que ir al museo así que necesito llevarme mi coche.
— ¿Te encuentras bien para ir a trabajar?
— No me encuentro bien para hacer nada — respondo sinceramente — pero tengo que seguir con mi vida, con mi rutina, si yo no hago algo por continuar me quedaré estancada y no quiero. Cuanto antes empiece mejor.
— Pero no te fuerces, ¿vale? — Me pide colocando un mechón tras mi oreja.
— Vale.
Nos damos una ducha y nos marchamos cada uno a nuestro campus.
Todo el mundo se ha enterado de que ha fallecido mi abuela y varios compañeros de clase me dan el pésame. Incluso algunos me dijeron que el funeral fue muy bonito y me quedo con cara de póker. Parece que estuve tan en shock que ni me di cuenta de la gente que fue.
— Querida, lo siento mucho — me da el pésame Elizabeth cuando me la cruzo por el pasillo.
— Gracias.
— Tu discurso fue maravilloso, creo que no he llorado tanto en mi vida — según lo dice sus ojos se empañan con lágrimas.
— Lo siento de verdad, no era consciente de nada y parece que mucha gente de la universidad fue al velatorio y al entierro pero yo no recuerdo haber visto a nadie — me disculpo.
— Querida es normal. Varios compañeros tuyos y yo nos acercamos a ti pero tenías la mirada tan ida que no insistimos. Incluso tus amigas estuvieron contigo todo el velatorio, se iban turnando para no dejarte sola pero no reaccionabas — me explica. — Tuviste una reacción normal, al fin y al cabo fuiste tú quien... — deja la frase a medias.
— Quien la encontró — termino por ella.
— Sí, y eso es un trauma. Sinceramente pensaba que no ibas a venir durante esta semana a clase.
— Tengo que venir. Si me quedo encerrada en casa es peor, aquí al menos estoy entretenida.
— En eso tienes razón. ¿Vas a ir al museo? — Me pregunta.
— Sí, sí voy a ir. Además tenemos mucho trabajo.
— MJ se alegrará de verte, está muy preocupada por ti.
— ¿También estuvo?
— Sí, ella y Lizzy salieron corriendo cuando Derek las llamó. Tienes un gran novio.
— Lo sé, luego me disculparé con ellas.
— No tienes que disculparte con nadie, todos lo entendemos.
Me abraza y respiro hondo. El primer día está siendo duro.
A la hora de comer Megan y Ashley vienen corriendo a abrazarme. Sé que no hace falta pero me disculpo con ellas por no haber estado pendiente cuando vinieron a verme.
— No tienes que disculparte, lo entendemos — me dicen mis amigas.
— Nosotras sabemos lo que necesitas — dicen sacando unas bolsas con comida.
Sonrío al ver perritos calientes y un montón de patatas fritas con tarrinas de todo tipo de salsas.
— Esto es lo que comí yo cuando falleció mi abuela — me dice Megan. — Te anima el alma, ya lo verás.
— Y a mí me animan las patatas fritas, creo que es mi comida favorita — dice Ashley riendo.
— Gracias chicas.
Cogemos cada una un perrito y raciones de patatas y empezamos a comer.
Rato después llegan Josie y Bekah.
— ¿Cómo estás Luna? — Me pregunta Bekah.
— Tirando, ¿y vosotras?
— Bien, hasta arriba de trabajos — responde Josie.
Termino de comer y me cruzo de brazos.
— ¿Sabéis algo de Anna? — Las chicas se miran entre sí y guardan silencio. — Necesito la verdad, por favor. Contadme qué ocurre.
— Cuando volvimos del velatorio la vimos con Theo entrar en su fraternidad. Ambos iban vestidos de piratas — cuenta Bekah.
— Había una fiesta temática ese día — explica Josie.
Asiento con la cabeza y cierro los ojos. En ese momento no la eché de menos, no era consciente de la gente que estaba a mi alrededor pero ahora que lo pienso detenidamente estuvieron todos arropándome y consolándome salvo ella. Incluso Katy, Alan, Justin y Christian se quedaron conmigo en mi casa despiertos toda la noche. ¿Y ella estaba de fiesta? Bueno, a lo mejor nadie la avisó. No, no me lo creo. Derek seguro que la llamó y Katy y Justin también. Joder.
Aparco en el parking del museo y apago el coche, aún le doy vueltas a lo de Anna. No puedo creer cómo se ha distanciado de todos. Salgo del coche y MJ viene en cuanto me ve.
— Lo siento mucho — dice abrazándome. — ¿Cómo estás?
— Mal — respondo sinceramente.
— Ya me imagino. Sabes que puedes cogerte unos días libres, ¿verdad?
— Sí, lo sé pero no quiero, prefiero venir y estar distraída.
— Vale, como amiga te digo que te cojas esos días, pero como jefa te agradezco que hayas venido, hay mucho trabajo por hacer y... Sé que no es buen momento, pero la semana que viene salimos de expedición y me gustaría contar contigo.
— Te agradezco la oportunidad pero ahora mismo no puedo confirmarte nada — respondo sinceramente.
— Lo entiendo, de verdad que sí. Yo por si acaso dejaré todo el papeleo preparado y hablaré con la universidad. Cuando quieras te cuento lo detalles y si te animas salimos el día veintitrés de madrugada.
Asiento con la cabeza y me dice las tareas que tengo para hoy. Al menos la tarde la pasaré entretenida.
No sé si me va a gustar lo que voy a oír, pero necesito saberlo.
— Hola pequeña, ¿qué tal el día? — Pregunta Derek besando mi frente.
— Duro y largo. ¿Sabes algo de Anna?
— ¿Por?
— ¿Alguien la llamó? — Derek guarda silencio y le miro a los ojos. — Dime la verdad.
— Ven — coge mi mano y me guía al sofá. — Le mandé varios mensajes y estuve dos días llamándola, pero no contestó. Katy y Justin también lo intentaron pero ninguno tuvo suerte.
— ¿Sabes qué estaba haciendo? — Digo enfadada. — Ir a una fiesta. Mientras yo lloraba la muerte de mi abuela ella estaba con Theo en una fiesta de piratas en su fraternidad.
— Joder.
— MJ me ha dicho que quiere que me vaya con ella de expedición la semana que viene — suelto de repente.
— ¿Y qué le has dicho?
— Nada, le he dicho que no puedo confirmarle nada de momento. No sé si me encuentro con fuerzas para ir.
— Nena, ve — Derek coge mis manos y me mira a los ojos. — Te va a venir bien alejarte un poco. Sé que requiere mucho esfuerzo físico y mental pero creo que necesitas irte de aquí unos días.
— ¿Tú crees?
— Sí, nada me gustaría más que pasar contigo todos los días, pero no estás bien. Tu trabajo te encanta y pienso que para poder salir adelante tienes que reconectar con aquello que te gusta. Seguro que en esta expedición aprendes mucho y te dejan hacer algo más.
— No sé... Puede que tengas razón.
— Es mejor pedir perdón que permiso, y es mejor arrepentirse de lo que has hecho que de lo que no.
— Estás refranero — digo riendo. — No quiero dejarte solo después de todo lo que estás haciendo por mí.
— Por mí no te preocupes nena, estaré bien. Tengo mucho que estudiar, créeme no me voy a aburrir.
— Vale — cojo su cara entre mis manos y le beso.
Le hago caso y llamo a MJ, le digo que iré a la expedición y el día veintitrés de madrugada Derek me lleva al museo, me despido de él y entro al coche con MJ y Lizzy.
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