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Capítulo XVIII

Derek

Nuestro vuelo de vuelta sale más temprano así que pasan a recogernos antes. Me da mucha pena marcharme pero estoy muy orgulloso de haber podido hacer este viaje con Luna. Me prometo a mí mismo que en el futuro haremos muchos viajes más. Decía en serio lo de entregarle el mundo entero.

Despegamos y por la ventanilla le decimos adiós a la Torre Eiffel.

— Hasta pronto, París — susurra Luna.

— Volveremos. Y si no es aquí, a otro lugar, pero te prometo que viajaremos mucho.

— Lo estoy deseando.

Apoya su cabeza en mi hombro y nos alejamos de París.

Esta vez sí aguantamos despiertos todo el vuelo y creo que es porque a Luna le ronda algo la cabeza. No saberlo me pone nervioso y, aunque intenta ocultarlo, la conozco demasiado bien. Espero no haber hecho nada que la enfade o que la haya dolido.

— ¿Estás bien? — Pregunto en un intento de sonsacarle algo.

— Sí, estoy bien, un poco cansada.

— Duerme un rato, aún nos quedan muchas horas por delante.

— No, prefiero quedarme despierta sino luego el jet lag será peor. Además, mañana es Nochevieja y prefiero dormir todo el día para estar bien despierta por la noche.

No me convence pero no la presiono. Cuando esté lista me lo dirá.

Las puertas se abren y vemos a Tom, Sam y Dory, han venido al aeropuerto a recogernos y Luna corre hacia ellos.

— Cariño — dice Dory abrazándola. — ¿Lo habéis pasado bien?

— De maravilla, tengo muchas fotos para enseñarte y también regalitos para todos.

— No hacía falta que nos compraras nada, preciosa — comenta Tom abrazando a su hermana.

— Lo sé, pero quería hacerlo.

— Siempre tan detallista, hermanita — Sam también la abraza y yo les observo.

La relación entre Sam y Luna ha cambiado mucho en este tiempo. Ambos piensan más las cosas antes de actuar o decir algo y eso me enorgullece. Sus problemas los resuelven dialogando aunque hace mucho que no les pasa nada serio. Seguro que el susto que tuvimos el año pasado cuando ingresaron a Luna les ha hecho madurar. Eso y que las sesiones en conjunto en el psicólogo también les ha hecho mucho bien. Dejó la terapia cuando nos mudamos a la universidad, no parece seguir necesitándola pero nunca está de más contar con un buen psicólogo.

— Me alegro de verte, Derek — Tom alza su mano y cuando la agarro me atrae hacia sí abrazándome también.

— Vamos, tu madre te espera, tienes muchas cosas que contarle — Sam me palmea la espalda y juntos vamos hacia el coche.

El camino de vuelta se hace muy ameno mientras Luna cuenta todo nuestro viaje, no se guarda nada y todos escuchan atentos. Cuando quiero darme cuenta ya me han dejado en mi casa y mi madre sale a recibirme.

— ¡Hijo! Cuéntame todo, con pelos y señales.

— ¡Hola campeón! — Me abraza mi padre. — Dame la maleta, ya la subo yo a tu habitación.

Ayudo a mi madre a poner la mesa y nos sentamos a cenar.

— No teníais que haberme esperado, es muy tarde — digo viendo la hora, es casi medianoche.

— No nos importa, te íbamos a esperar despiertos y queríamos cenar contigo para que nos contases tu viaje.

Y eso hago, ahora es mi turno de contarles a mis padres todo nuestro viaje con fotos incluidas. Ambos abren la boca asombrados con las fotos tan bonitas que hemos hecho y se ríen con el vídeo de Luna y el Capitán Sparrow corriendo por el parque.

— Estoy muy orgullosa de ti hijo, eres un gran novio.

— Y un gran hombre — termina mi padre. — Un hombre como debe ser, hecho y derecho.

— ¿Dónde está Katy? — Pregunto de repente.

— Está con Alan y sus padres. Hoy cenaban con sus tíos.

— ¿Vendrá mañana?

— Imagino que sí, no lo sé aún. Ya sabes que tu hermana siempre cambia los planes a última hora pero no te preocupes, hay comida de sobra — me tranquiliza mi madre.

— Anda sube a descansar, debes estar reventado — me anima mi padre.

— Pues sí, la verdad es que sí. Hemos aguantado despiertos todo el viaje de vuelta, hemos hecho maratón de una serie y hemos estado entretenidos. Pero las horas de avión se notan.

— Déjalo, ya recogemos nosotros — me para mi madre cuando cojo los platos sucios. — Ya mañana si quieres me ayudas con los últimos preparativos, ahora a dormir.

— A sus órdenes, mi capitana.

Mis padres se ríen, le doy un beso a cada uno y subo a mi antigua habitación. Me pongo el pijama y creo que caigo dormido antes de tocar la almohada.


Me levanto bastante tarde, estaba agotado. Lo primero que hago es deshacer mi maleta y poner una lavadora con toda mi ropa sucia. Después me visto y bajo a la cocina.

— Hola mamá. Perdona prometí ayudarte...

— Tranquilo hijo, realmente no faltaba mucho por preparar, entre tu padre y yo lo hemos terminado enseguida. ¿Has dormido bien?

— Sí, estoy como nuevo.

— Me alegro. Tu hermana al final va a pasar el fin de año con Alan, sus padres y sus abuelos. ¿Por qué no subes a llamarla y os felicitáis el año?

— Buena idea.

Subo a mi habitación pero en vez de llamar a mi hermana hago una videollamada grupal.

— ¡Feliz año a todos! — Grito en cuanto contestan.

— ¡Feliz año! — Responden al unísono.

— Lo siento hermanito, me encantaría estar ahí contigo y con mamá y papá pero me han ofrecido pasar Nochevieja en un yate con los abuelos de Alan y no me he podido resistir... — se disculpa mi hermana.

— Lo siento tío, culpa mía — se disculpa también Alan.

— No hay nada que disculpar. Ver los fuegos artificiales desde un barco debe ser genial.

— Lo estoy deseando — responde mi hermana emocionada y, aunque debería molestarme que pase fin de año lejos de nosotros, no me importa. Verla así de feliz es lo único que quiero.

— ¿Vosotros qué haréis? — Pregunta Christian.

— Vamos a cenar en casa de Luna.

— Mi abuela también estará aquí — responde ella emocionada, aunque la noto un poco apagada. ¿No ha descansado bien?

— ¡Qué bien! — responde Justin.

— ¿Y vosotros? — Pregunta Anna.

— Lo celebramos aquí, en nuestra casa. Vamos a estar un poco apretados con las dos familias pero es lo que queremos, nos hace mucha ilusión — responde Justin. — ¿Y tú, Anna?

— Ceno con mi familia. Han venido mis primas y vamos a arreglarnos juntas — responde aplaudiendo.

Miro a Luna y sé lo que piensa. Qué feliz está Anna. ¿Será porque está lejos de ese chico? Ella no tiene intención de sacar el tema y yo tampoco.

— Chicos y chicas, espero que tengáis una buena salida y una mejor entrada en este nuevo año 2024. Os deseamos lo mejor, de verdad — se despide Justin.

— Igualmente — respondo. — Pasadlo todos muy bien y nos vemos a la vuelta.

Nos despedimos y colgamos la videollamada, aunque yo inmediatamente después llamo a Luna.

— Hola amor, ¿todo bien? — Me pregunta.

— Sí nena, ¿y tú? ¿Estás bien?

— Sí, muy bien.

— ¿Seguro?

— ¿Qué pasa Derek?

Responde con otra pregunta, eso no es buena señal.

— Te noto un poco apagada, y eso me preocupa.

— No tienes nada que temer y mucho menos que preocuparte, de verdad. Estoy bien. Sólo un poco cansada, tengo jet lag emocional — se ríe aunque sigue sin convencerme. — Te veo en un rato, ¿vale? Quiero terminar de ayudar a mis hermanos y después voy a arreglarme con mi abuela.

— Vale pequeña, te veo luego. Te quiero.

— Y yo a ti.

Colgamos pero no estoy nada tranquilo.


Segundos después de tocar el timbre Luna nos recibe con una sonrisa. Está preciosa con un vestido negro largo y unos zapatos de tacón. Se ha rizado el pelo y se ha hecho un recogido de media melena, seguro que idea de su abuela. La beso y paso a saludar a Dory, Tom y Sam. Todos están muy guapos.

Mi madre se marcha a la cocina con los demás para empezar a servir todo y aprovecho para coger a Luna de la mano y llevarla al salón.

— He intentado ser paciente, de verdad. Pero desde que despegamos ayer te veo muy rara. ¿Qué ocurre?

— No me pasa...

— Y no me digas que nada, porque es obvio que sí ocurre algo — me pongo serio pero en ningún momento adopto una pose amenazante. Sólo quiero que me diga qué le preocupa.

— Es que después del último fin de año me da miedo que ocurra algo que vuelva a joderlo todo. Estamos tan bien ahora que... — su voz se apaga y agacha la cabeza.

— Nena — susurro — no va a ocurrir nada. Y si ocurre pues lo solucionaremos, como hacemos siempre. Míranos, estamos todos aquí, en tu casa, y también está tu abuela. Eres la niña de los ojos de todos nosotros. ¿Qué tal si nos centramos en pasarlo bien y nos olvidamos de todo por una noche?

— Sí, me parece bien — responde con una sonrisa sincera.

Vamos a la cocina, ayudamos a servir la cena y descorchamos las botellas de vino. Cenamos, bebemos y cuando cambiamos de año, cantamos y bailamos. Dory a pesar de su edad es la única que se mantiene en pie a las 5 de la mañana.

— Sois unos muermos — dice riendo.

— Habla el alcohol, querida — responde mi madre riendo también.

Está claro que todos han bebido más de la cuenta.

— No puedo dejar que os vayáis así — dice Sam con voz de borracho.

— Muy cierto — continúa Tom, también borracho. — No tenemos más habitaciones pero el sofá es sofá-cama, podéis dormir aquí.

— Sí — se ríe Dory — los hermanos duermen juntos para dejarme a mí una cama. Pero os la cedo si queréis.

— No, por favor, la habitación para ti. Yo creo que sí, si no os importa nos quedamos en el sofá, al menos un ratito hasta que se nos pase esto.

Mi padre ya está medio dormido así que no dice lo contrario. Yo subo con Luna a la habitación y empezamos el año como mejor sabemos: con mucho amor.

El día siguiente lo pasamos más tranquilo. Mis padres se fueron a casa, se ducharon, cambiaron de ropa y volvieron a la hora de comer. Me trajeron ya de paso mis maletas y pasamos el día jugando a juegos de mesa: cluedo, trivial, parchís incluso las cartas. Si hubiésemos apostado dinero Dory nos habría fundido. Junto con Luna fueron las mejores de los juegos, son muy inteligentes y juntas son imparables.


— ¿Seguro que tenéis que marcharos ya? — Pregunta Dory.

— Sí, mañana empezamos las clases. ¡Se acabó lo bueno! — Responde Luna.

— Tened cuidado en el camino y avisad cuando lleguéis — dice mi madre.

— No te preocupes mamá, siempre tenemos cuidado.

— Yo voy a quedarme aquí unos días más con tus hermanos — comenta Dory. — Cuando vuelva a la ciudad os llamo y nos vemos.

— Genial — respondemos al unísono.

Nos despedimos, cargamos las maletas en mi coche y ponemos rumbo a Seattle.

Dejo a Luna en su residencia y regreso a la mía. Devon ya está en su cama.

— ¿Qué tal viajero? — Pregunta levantándose a saludarme.

— Agotado pero feliz — respondo.

— Eso está genial. Yo que tú me acostaría ya, esto no es el instituto, mañana empieza la tortura de nuevo y no os van a dar tregua.

— No será para tanto — digo no muy seguro al ver su cara. — Eh... vale, hasta mañana.

— Buenas noches amigo — responde Devon apagando la luz.

Y cuánta razón tiene. Es el primer día de vuelta a clases y ya nos están dando caña. Nos han mandado dos trabajos y uno de ellos encima es de Farmacología. Oliver se ofrece a ayudarnos y Mark y y yo pasamos todas las tardes de la semana encerrados en la biblioteca con él.

Este semestre se me va a hacer muy largo.


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