Capítulo XVI
Luna
— No llores cariño, ay qué lástima — mi abuela me abraza mientras lloro.
Parece que no voy a volver a verla, sólo me voy de viaje, pero odio las despedidas y creo que nunca voy a superarlas.
— Tranquila Dory — dice Sam — es que Luna es muy sentida.
— Odia las despedidas — aporta Tom.
— Ya... en eso nos parecemos mi niña — me consuela mi abuela. — Ahora limpia esas lágrimas y ve con tu chico a pasarlo muy bien. Haz muchas fotos y me las enseñas que yo nunca he visto París.
— Prometido — digo más calmada.
Nos despedimos de todos, pasamos el arco de metales y caminamos cogidos de la mano.
Cuando nos hemos alejado un poco me giro y les veo, aún siguen ahí y nos dicen adiós con la mano. Les decimos adiós y continuamos hasta la sala de embarque.
Nos llaman para embarcar, nos acomodamos en nuestros asientos y esperamos pacientemente el despegue.
La verdad es que no se está nada mal, no vamos en primera clase pero si en una vip que es más cómoda que la clase turista normal.
Una vez en el aire, Derek saca su tablet y vemos un par de películas hasta que nos traen algo de comer y nos quedamos dormidos.
Mis hermanos lo han dejado todo bien atado y hay un hombre en la salida que sostiene un cartel con nuestros apellidos. Él nos va a llevar al hotel.
Nuestra habitación ya está lista así que nos registramos en el hotel, dejamos la maleta y salimos camino a nuestro primer destino: la plaza Trocadero. Nos hacemos un selfi con la estatua del mariscal Foch detrás nuestra y seguimos caminando hasta llegar a la Torre Eiffel. Hay gente haciendo cola pero no tardamos en entrar.
— Es enorme — digo admirando su altura.
— Mira, hay ascensores — dice Derek cuando entramos. — ¿Cogemos uno?
— ¡No! — Respondo demasiado rápido.
— Es broma. Hay que vivir la experiencia entera así que vamos a subir andando.
— Y así admiramos las vistas — termino.
Coge mi mano y comenzamos el ascenso. Contemplamos los Campos Elíseos. Desde aquí arriba podemos verlos en su totalidad, el paisaje es precioso pero cuando llegamos arriba estamos exhaustos.
— Creo que he perdido un pulmón por el camino — comenta Derek riendo.
— Yo también, luego a la bajada lo recuperamos.
— No, para bajar sí que cogemos el ascensor.
— Rezaré entonces para que alguien los lleve a objetos perdidos — bromeo y ambos nos reímos.
Ha merecido la pena subir caminando. Las vistas son espectaculares aunque al llegar a la cumbre da bastante respeto. Con el viento que hace parece que nos movemos, como si se fuera a caer.
Cogemos el ascensor para bajar y cogemos unos crépes en un puesto ambulante que hay en una plaza. Nos sentamos a comer y reconozco que están deliciosos.
Terminamos y paseamos hasta nuestro siguiente destino: el Arco del Triunfo.
Un escalofrío recorre mi cuerpo al pensar que todos los nombres que hay grabados pertenecieron a personas que realmente fueron a la guerra y siempre serán recordados por sus hazañas. Salvo él, el soldado desconocido cuya tumba reposa a los pies el monumento.
En silencio rezo para que esté descansando en paz y su familia sí que supiera quién es y sus descendientes puedan venir a presentarle sus respetos.
— ¿Vamos? — Pregunta Derek y asiento.
— Nos toca los Campos Elíseos. Me muero de ganas de caminar sobre ellos.
Paseamos y contemplamos las vistas, creo que nunca he visto nada tan bonito como esto.
Continuamos paseando hasta que nos sentamos en una plaza, vemos el atardecer y, cuando ya es de noche, la Torre Eiffel se ilumina en millones de lucecitas que se reflejan por todo París. Miro a mi chico y le beso.
— Es el mejor regalo que podías haberme hecho.
Nuestra primera parada de hoy es Notre Dame y estoy muy emocionada por ir. De momento lo que más me impresiona es la cantidad de palomas que hay en la plaza, ¡está llena!
No podemos subir a las torres pero sí podemos entrar y ver la planta baja. Según la vamos atravesando me vienen recuerdos de la película de dibujos y me emociono al imaginar a Quasimodo y Esmeralda recorriendo los mismos pasillos que yo y a las gárgolas guardando, y jugando, con las campanas. Sobre todo me emociono al ver que han podido reconstruirla después del incendio que hubo en 2019. Me sentí devastada cuando lo vi en las noticias. Fue una conmoción a nivel mundial, tanto que mis hermanos y yo donamos dinero para su reconstrucción.
Salimos y corremos para llegar a tiempo al Louvre. No tenemos guía física pero sí una audioguía que nos va explicando cada cuadro y escultura del museo. Es enorme y vamos a tardar varias horas en verlo todo.
Al fin hemos llegado a la sección donde exponen el cuadro de la Gioconda y, bueno, la verdad es que me ha decepcionado bastante, me la imaginaba mucho más grande. Hemos tenido que ir haciéndonos hueco entre la gente para poder acercarnos, verla mejor y sacarle una foto.
— No es por nada, pero... — comenta Derek.
— Ya, ya lo sé — no hace falta decir más.
— Es bastante decepcionante, me quedaré con las ganas de saber si es cierto que te sigue con la mirada.
— Mira, eso mejor que no lo sepamos. ¿Te imaginas que hay alguien detrás del cuadro mirando y por eso parece que sus ojos se mueven? — Levanto la vista al notar su silencio.
— Eres un poco macabra, pequeña. Nunca se me habría ocurrido y ahora me da mal rollo.
— Creo que mejor nos vamos, ¿no? — Pregunto.
Derek asiente y continuamos nuestro recorrido hasta que salimos del museo. Paramos a comer en otro puesto ambulante y caminamos por los jardines reales hasta llegar al barrio Montmartre.
Hoy tenemos reserva en el Moulin Rouge, vamos a cenar allí viendo un espectáculo.
— Bendita Europa — digo cuando nos dejan pasar. — Ser mayor de edad con 18 años es lo mejor del mundo.
— Ya, no como nosotros, no nos consideran mayores hasta cumplidos los 21.
— Pero sí nos consideran lo suficientemente mayores para dejarnos vivir solos en un campus universitario.
— Bueno, solos no vivimos, tenemos compañeros — comenta riendo.
— Ya, peor me lo pones. Una panda de jóvenes adultos gobernados por sus hormonas y borrachos todos los fines de semana en fiestas universitarias. ¿Qué puede salir mal?
Ambos nos reímos y nos sentamos en la mesa asignada. Pedimos la cena y guardamos silencio cuando empieza el espectáculo. Casi no pruebo bocado porque estoy anonadada viendo todo, Derek me toca el hombro y me doy cuenta de que tengo la boca abierta.
— Deberías comer nena, no queda mucho para que tengamos que irnos.
— Tienes razón, lo siento. Estoy tan impactada que se me ha olvidado cenar.
Él ya ha terminado así que se recuesta sobre su asiento y pasa su brazo por el respaldo del mío. Termino rápido y disfruto del final del espectáculo.
— Vamos nena — me apremia Derek — el coche debe estar a punto de llegar.
— Ya voy, ya voy. Es que no sé muy bien qué llevarme — respondo un poco agobiada.
Estamos haciendo las mochilas con la ropa que nos vamos a llevar a Disney y faltan, literalmente, diez minutos para que llegue el coche que nos va a llevar al hotel del parque.
— No te preocupes, lleva ropa normal y cómoda, sobre todo cómoda. Vamos a andar mucho.
— Tienes razón. ¡Estoy tan nerviosa que me he bloqueado! — Comento dando saltos por la habitación.
— Vale, listo. ¿Lo tienes todo?
— Sí. ¡No! — Voy corriendo al baño y cojo mi neceser de maquillaje. — Katy me mata si ve que salgo en fotos sin maquillaje, y más en Disney.
— Sí, nunca se sabe a quién te puedes encontrar — bromea.
— Pues que sepas que a ese parque va gente famosa.
— Bueno, suelen ir más al de Orlando, pero venga va, lo acepto.
— ¿Y si ligo con el Pato Donald qué? Tendré que estar presentable — digo riendo.
— Sí sí, tú liga con quien quieras que ya me encargaré yo de demostrarles que estás conmigo.
— ¿Posesivo? Esta faceta tuya es nueva — susurro.
— Llámalo como quieras, pero sólo te digo, que si tú ligas con el Pato Donald me iré con Daisy si me pone ojitos.
— O morritos — termino y los dos nos empezamos a reír.
— Vaya par — me besa y coge ambas mochilas. — Vamos, el coche debe estar ya esperando.
Efectivamente, ya está en la entrada del hotel, guarda nuestro equipaje en el maletero y conduce rápido en dirección al parque.
Nos avisa de que ya hemos llegado, abro la puerta y siento que me infarto cuando veo el hotel. ¡Es tal y como lo había imaginado!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro