Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XIII

Derek

Dory ha cumplido su palabra y nos ha dejado ayudarla. Luna está en casa con ella ayudándola a limpiar y a empezar a preparar las cosas mientras yo recojo el pavo y las compras de última hora. Aparte de comprar vino, he cogido dos botellas. Espero que sea suficiente.

Hemos decidido hacer comida de Acción de Gracias en vez de cena ya que mis padres y mis cuñados tienen que volver a Gig Harbor así no tienen que conducir tan tarde.

Nosotros dormimos esta noche en la antigua casa de Luna, así por la mañana podemos ayudar a Dory a preparar la comida.

Subo la compra, ayudo a colocarla y Dory nos invita a cenar como agradecimiento.

— Cómo echo de menos tu comida — dice Luna saboreando cada bocado que prueba.

— Yo también echo de menos cocinar para ti y tus hermanos. Por suerte este año sí podré hacerlo — responde Dory emotiva.

Cocina de maravilla y verlas juntas es una alegría para mí. Ha tenido que ser muy duro para ella formar parte de la vida de su nieta y sus hermanos y de un día para otro tener que desaparecer.

— Entonces dormís hoy en tu casa, ¿verdad cariño? — Pregunta Dory.

— Sí abuela, hoy dormimos aquí. Así mañana puedo levantarme temprano y ayudarte con la comida.

— Podemos, yo me incluyo también — aporto sonriendo.

— Si es que eres un amor de chico — responde Dory cogiendo uno de mis mofletes.

— Hago lo que sea para veros felices.

Ambas me sonríen y se miran entre ellas. Veo el orgullo en los ojos de ambas y eso me pone muy feliz.

Al terminar de cenar ayudamos a Dory a recoger y prometemos venir temprano para ayudar. Nos despedimos y abrimos la puerta de enfrente. Cierro con llave detrás de mí y veo a Luna parada en el salón.

— Es tal y como recuerdo — susurra. — Sé que hemos estado aquí hace poco, pero, sigue siendo duro. Nada ha cambiado y aún puedo oír a mi padre corriendo por el pasillo, persiguiéndonos para hacernos cosquillas.

— Nena, tu padre siempre estará aquí, en esta casa, y aquí, en tu corazón — respondo tocando el centro de su pecho.

— Sí, tienes razón. ¿Nos ponemos el pijama?

Camina despacio hasta su habitación, abre la mochila que hemos traído y se pone el pijama. Hago lo mismo y me pongo delante de ella.

— ¿Vemos un rato la tele? — Pregunto colocando un mechón de su pelo detrás de la oreja.

— Sí — responde con una sonrisa.

Vamos al sofá, cojo una manta y se acurruca contra mí. Vemos un canal de dibujos animados hasta que se queda dormida. La observo dormir un rato, es preciosa. Acaricio su cabeza y rezo para que siempre esté así de tranquila y relajada.

Con cuidado de no despertarla la cojo entre mis brazos, la acuesto en la cama y la arropo. Me tumbo a su lado, beso su cabeza y la abrazo.

— Buenas noches princesa.


— Buenos días mi niño — me saluda Luna por la mañana.

— Te veo feliz — respondo. — Ven aquí.

La acojo entre mis brazos y la beso.

— Lo estoy. Me hace mucha ilusión pasar este día con Dory y nuestras familias.

— A mí también me hace ilusión. Que todos se lleven bien es maravilloso y poder disfrutar juntos de este día... no puedo pedir más.

— ¿Katy va a venir al final?

— No, los padres de Alan se van a pasar el día fuera y les han invitado.

— Qué suerte — responde sonriendo. — Me habría encantado que viniera pero lo va a pasar en grande.

Abrimos la ventana para ventilar la habitación y preparamos el desayuno. Tomamos rápido nuestro café y cuando Dory nos saluda por la ventana de la cocina, nos vestimos y vamos a ayudarla.

Mientras nosotros terminamos los entrantes ella prepara su salsa secreta.

— ¿Alguna vez me dirás la receta? — Pregunta Luna.

— Sí, en algún momento te la diré — responde Dory. — Pero más adelante, de momento quiero seguir cocinando para ti — ríe bajito.

— Aunque sepa la receta seguiré viniendo aquí a comer tu comida, acepto tupper también — ríe Luna.

— Vale, me has convencido. Derek, querido, ocúpate de lo que queda que voy a enseñar a mi nieta mi receta secreta.

Y así se ponen a cocinar juntas. Las observo y me encanta verlas así. Luna presta mucha atención a lo que le dice Dory e incluso toma nota de la receta. Una vez terminada, guarda su receta en el bolsillo y hace el gesto de cerrar la boca y tirar la llave. Dory se ríe y levanta sus pulgares. Sé que nunca me dirá la receta aunque tendré suerte porque podré comer la salsa cada vez que Luna la haga. Oigo a Dory decirle con qué platos queda bien y son bastantes así que me froto las manos y salivo al llegar el olor a mi nariz. Va a estar buenísima.

Dejamos todo listo y volvemos a casa a ducharnos. Luna dice que quiere ponerse guapa pero a ella le sienta bien todo lo que se ponga, siempre está preciosa porque ella es preciosa.

Elige un conjunto de top y falda larga que me recuerda al que usó en nuestra primera cita, cuando la besé por primera vez pero en esta ocasión es de color beige y hace juego con su pelo dorado. Se lo riza y lo deja suelto para que sus suaves ondas caigan en cascada por su espalda. Tiene el pelo muy largo pero le queda genial.

— Estás preciosa — le piropeo cuando está arreglada.

— Tú también estás muy guapo — se coloca a mi lado y me besa.

Es casi igual de alta que yo ya que se ha puesto tacones. Agarro su mano y salimos de casa. Llamamos al timbre de casa de Dory y nos abre con una sonrisa.

— Qué guapa estás Dory — beso su mejilla y se sonroja.

— Vosotros también estáis muy guapos. Luna, mi niña, estás preciosa — coge su mano y hace que gire sobre sí misma para verla bien. — Sí sí, preciosa.

— Gracias abuela, tú sí que estás guapísima.

Se abrazan y cerramos la puerta.

— Tus hermanos me han llamado, están a punto de llegar, tus padres vienen con ellos — dice mirándome a mí.

— Me lo imaginaba, así ahorran en gasolina. Siendo cuatro pueden usar un solo coche — comento.

— Pues sí, además así se hacen compañía en el viaje — aporta Luna.

Ponemos la mesa y justo cuando terminamos llaman al timbre.

— ¡Hola! — Saluda Dory. — Bienvenidos.

— Estás bellísima Dory Muchas gracias por invitarnos. ¿Dónde podemos dejar los platos? — Pregunta mi madre.

— En la mesa, ya está puesta — responde Dory.

— Hemos traído vino — oigo decir a mi padre.

— Y nosotros nuestra presencial — dicen Tom y Sam y Dory se ríe.

— Cómo echaba de menos vuestro sentido del humor — dice ella riendo.

Entran al salón y les saludamos. Somos pocos pero tenemos mucha comida, y mucho vino. Pavo, huevos rellenos, guarnición y cuatro botellas de vino.

— Podéis quedaros aquí a dormir si queréis — propone Dory — no quiero que cojáis el coche si vais a beber.

— No te preocupes, está controlado — responde Tom — yo he traído el coche y Sam lo lleva de vuelta.

Sam le mira y arquea una ceja, Tom le mira de reojo y se ríe.

Todos nos reímos con ellos y nos sentamos a comer.

Está todo buenísimo y cuando probamos el pavo y la salsa todos felicitamos a Dory.

— Creo que no he probado nada así de bueno en mi vida — comenta mi padre.

— Touché, tienes que pasarme la receta — pide mi madre y Dory sonríe. Seguro que le da apuro decirle que es una receta secreta y que por el momento sólo quiere que su nieta la sepa. Por suerte no vuelve a salir el tema y todos comemos entablando una agradable conversación.

— ¿Qué tal le va a Katy? — Pregunto cuando servimos el postre.

— Muy bien. Se ha ido con los padres de Alan a la cabaña que tienen a las afueras, van a pasar tres días allí — responde mi madre.

— La cabaña es preciosa — aporta Luna. — Y es enorme.

— Sí, a los padres de Alan les gusta hacer todo a lo grande — se ríe mi padre pero tiene mucha razón.

— ¿Le está gustando la formación que está haciendo? — Pregunta Dory. — Era organización de eventos, ¿verdad?

— Sí — responde mi madre. — Está muy contenta, dice que está aprendiendo mucho y está como loca por montar su propio negocio cuando termine.

— Le va a ir muy bien, estoy seguro. Katy tiene talento y mucho don de gentes, va a tener muchos clientes — comenta mi padre y todos estamos de acuerdo.

— ¿Y vosotros, queridos? — Pregunta Dory mirando a mis cuñados.

— Bien, ahora estamos tranquilos porque no tenemos que viajar en un tiempo — responde Sam.

— Sí, hemos decidido delegar a gente de confianza la gerencia de las sedes que tenemos en los otros países, queremos pasar más tiempo en casa. Parece raro que ahora que Luna se ha ido no queramos viajar, pero preferimos quedarnos en Gig Habor y mantener el local que tenemos abierto en el centro comercial — comenta Tom.

— Hemos pensado abrir un local aquí en Seattle. Hasta podríamos mudarnos aquí en el futuro. — aporta Sam.

— Sería maravilloso, así podéis estar cerca de Luna y de Dory, aunque os echaría mucho de menos en el pueblo — mi madre se pone triste. Tiene mucho cariño a Tom y Sam y si ellos se fueran del pueblo notarían su ausencia.

Desde que nos hemos ido a la universidad ellos han quedado mucho para salir por ahí, comer o cenar en casa del otro e incluso ir de compras y al cine. Somos una familia unida y ya es bastante duro que nosotros estemos fuera. Pero quizá sea una forma de que ellos hagan su vida también y puedan encontrar pareja.


— ¿Seguro que no queréis quedaros? — Pregunta Dory preocupada.

— Seguro, no te preocupes Dory, no he bebido así que yo llevaré el coche — intenta tranquilizarla Sam.

— Ya lo sé hijo, pero ya es tarde y no me gusta que conduzcáis de noche — insiste.

— Te avisaremos cuando lleguemos, además, Tom y Sam son muy buenos conductores — comenta mi madre — no tienes que preocuparte.

— Y por Luna tampoco — interviene mi padre — Derek es un gran conductor.

— Si no lo digo por vosotros sino por los que podéis encontraros en la carretera — a Dory se la ve realmente preocupada.

— Es mejor que nos marchemos ya, así no se hará más tarde. Gracias por la invitación, estaba todo buenísimo — se despide Tom.

— ¿Vosotros tampoco queréis quedaros? — Nos pregunta poniendo ojitos.

— Lo siento abuela pero es mejor que nos vayamos. Las vacaciones de Navidad empiezan en menos de un mes y tenemos mucho que estudiar y trabajos que terminar. — explica Luna.

— Lo entiendo. Avisadme cuando lleguéis, ¿vale?

— Hecho — respondemos al unísono.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro