Derek

— Joder — murmuro cuando ni Tom ni Sam me cogen el teléfono.

A parte del viaje a París quiero hacerle un regalo muy especial a Luna pero para eso necesito que mis cuñados me ayuden. A ver si mañana tengo más suerte. A lo mejor me precipito pero siento que tengo que regalárselo, va a ser un aniversario imposible de olvidar. Quien puede aconsejarme mejor es mi madre, así que la llamo.

— ¡Hola hijo! — Responde contenta mi madre.

— Hola mamá, perdona por las horas pero necesito hablar contigo.

— No te preocupes, sabes que nos acostamos tarde. ¿Qué ocurre?

— No te alarmes, no es nada malo. Se acerca nuestro aniversario y quiero hacerle a Luna un regalo muy especial.

— Ya sabía yo que algo de eso ibas a decirme. Soy toda oídos.

— Hemos acordado viajar a París. Cuando estuvimos en la última inauguración de sus hermanos, en España, hicimos escala en París para volver a casa y le prometí que iríamos.

— Me parece un regalo precioso, hijo — dice mi madre emocionada.

— Ya hemos hablado con sus hermanos y nos van a organizar todo el viaje, pero aparte quería regalarle algo especial. Quiero llevarla a Disneyland.

— ¡Dios hijo! ¡Qué pedazo de regalo! Escúchame, es muy caro, pero yo quiero ayudarte, y tu padre también — oigo a mi parte confirmarlo de fondo — así que cuando lo tengas hablado con los chicos, dímelo y te mandamos dinero. ¡Qué emoción! Me recuerda a los viajes que hacíamos tu padre y yo de jóvenes.

No llamé a mi madre con esa intención pero si quieren ayudar son bienvenidos.

— Muchas gracias mamá. ¿Crees que le va a gustar?

— Le va a encantar. Es muy fan de Disney ya lo sabes. Cuéntame cuando esté todo listo.

— Gracias mamá.

— ¿Lo demás todo bien? Las clases, tus compañeros... ¿Todo bien?

— Sí, todo perfecto.

Le cuento como me va en la universidad y le hablo de mis compañeros y noto que está feliz de que me vaya bien.

Rato después colgamos deseándonos buenas noches. Ojalá mañana pueda hablar con ellos.

— Perdona Derek, cuando vimos anoche tu llamada ya era tarde. ¿Pasa algo? — Pregunta Tom cuando descuelgo.

— No, tranquilo. Sólo quería hablar con vosotros del viaje a París. Quiero que me consigáis entradas y un hotel bonito para Disneyland. Quiero llevar a Luna por nuestro aniversario.

Ambos se quedan callados y oigo que susurran.

— Nos encargamos de eso, le va a encantar — dice Tom orgulloso.

— Eres un gran novio Derek, pero no la consientas que luego querrá mucho más — se ríe Sam.

— Luna no es así, no es materialista. Pero sé que siempre ha querido ir — respondo.

— También quiere ir al parque de Harry Potter — se ríen ambos.

— Bueno, poco a poco — río yo también. — Cuando sea más mayor y tenga mi sueldo ya me la llevaré allí.

— De verdad, eres un gran novio, le va a encantar — comenta Sam.

— Nos encargamos, cuando esté todo listo os mandamos la documentación y no te preocupes, tu regalo irá aparte, eso queda entre nosotros — termina Tom.

— Muchas gracias de verdad. Buscadme una buena oferta — les pido medio en broma medio en serio.

— ¡Hecho! — Responden al unísono.

Cuelgo y me tumbo en la cama. Sólo falta que busquen la mejor oferta y firmarlo. ¡Estoy muy emocionado! Me muero de ganar por ver la cara que pone Luna cuando lleguemos.

Los días siguientes los paso metido en la biblioteca con Mark. Oliver nos está ayudando con Farmacología y Devon nos ha echado una mano con Anatomía. La verdad es que es muy bueno y seguro que va a ser un buen médico. Sabía que la universidad era dura pero no pensé que tanto. Quizá sea por ser estudiante de primer año, la carga de trabajo no es la misma que en el instituto y habituarse lleva su tiempo. Menos mal que tengo las tardes libres para estudiar.

El día de nuestro aniversario ha llegado y estoy emocionado por ir a celebrarlo con Luna. Me he arreglado para la ocasión: vaqueros negros, camisa blanca y chaqueta negra. Sé que Luna va a ponerse el vestido gris que se compró y quiero estar a la altura.

— Pero bueno — silba Devon cuando entra en la habitación. — Yo iba a invitarte a una fiesta esta noche pero creo que tienes un plan mejor.

— Voy a cenar con Luna, hoy es nuestro aniversario.

— ¿Cuántos años? — Pregunta intrigado.

— Uno. Es nuestro primer aniversario.

— Yo recuerdo mi primer aniversario con Sophia. Qué bien lo pasamos — recuerda poniéndose nostálgico. — ¿Vais a hacer algo especial?

— Hoy de momento sólo pasar la noche juntos. Pero hemos organizado un viaje a París para Navidad y, esto es secreto eh, voy a llevarla a Disneyland.

— ¡Toma ya! — Aplaude Devon. — Eso sí que es un buen regalo. Vas a dejar el listón muy alto para los próximos aniversarios.

— Tengo buena imaginación, algo se me ocurrirá. Tengo que irme ya, pásalo bien en la fiesta.

— Lo haré, aunque tú lo pasarás mejor que yo — dice guiñándome un ojo.

Salgo de la residencia riéndome.

Aparco en la puerta de su residencia y antes de bajar del coche la veo abrir la puerta. Me deslumbra su belleza, está guapísima con ese vestido gris, lleva algo de brillantina pero mi chica brilla con luz propia. Esta vez se ha recogido el pelo en un moño desenfadado y está perfecta. Nunca me cansaré de decirlo. Bajo del coche y la cojo entre mis brazos. La beso con cuidado de no estropear su elaborado maquillaje y ella me agarra fuerte.

— Estás preciosa nena.

— Gracias, tú también estás muy guapo. ¿Dónde vamos?

— A un restaurante que te va a encantar.

Nos montamos en el coche y puedo ver la emoción en su mirada. Sus ojos grises brillan bajo la luna y cuando pienso que no puedo estar más enamorado de ella, me enamoro aún más.

Llegamos y se ríe al ver que el restaurante se llama Vito's, es italiano. Hice una reserva hace unos días y nos sientan en una mesa cerca de un ventanal. Nos ponen unas velas y al poco comienza la música en vivo. Comemos pasta carbonara y boloñesa y de postre tarta de chocolate.

Me quedaría aquí eternamente, viendo como Luna disfruta del relajado ambiente, pero se me ocurre una idea mucho mejor. Pago la cuenta, cojo su mano y la dirijo al coche. Conduzco un rato y aparco cerca de un camino de tierra.

— Esto me suena — ríe Luna cuando se quita los zapatos y camina descalza por la arena.

Antes de seguirla, abro el maletero y saco una manta.

Caminamos por la orilla mientras el agua moja nuestros pies. Quiero revivir el momento de nuestra primera cita, aunque es diferente, no estoy nervioso por si me rechaza cuando la beso, ahora estoy ansioso por agarrarla y no soltarla nunca.

Pasado un rato, extiendo la manta en la arena y nos tumbamos a ver las estrellas.

— Echo de menos Gig Harbor, aunque ahora mismo, aquí, contigo, lejos de la contaminación lumínica y viendo las estrellas con las olas del mar de fondo no quiero estar en ningún otro lugar — comenta.

— Yo tampoco. Echo de menos a mis padres y mi casa, pero prefiero mil veces estar aquí porque significa que falta menos para tener una vida contigo.

Se gira, me mira a los ojos y veo deseo y anhelo. Se acurruca contra mí y me besa, suave y lento.

— Es tan romántico, como de película — comenta. — Solos en la playa, bajo un manto de estrellas, vestidos de gala...

— Sólo falta... la escena final — comento bromeando.

— Me encantaría llegar a la escena final — susurra de forma sugerente.

— ¿Estás segura? — Asiente y muerde su labio. — No puedo negarme.

Me coloco encima suya y la beso. Mi más que evidente erección choca contra su punto sensible mientras flexiona las piernas y su vestido resbala por sus muslos. Muerdo su cuello mientras desabrocha mis pantalones y los baja poco a poco. Ayudo bajando mi ropa interior y quitando la suya. Así, tumbada, con las piernas abiertas y su vestido brillando bajo la luna está increíble. No hay nada en el mundo más provocativo que ella. No pierdo tiempo y me hundo en su interior mientras ambos soltamos un gemido mezcla de alivio y placer.