Capítulo VII
Derek
— Venga tío, tienes que venir. Esta va a ser una fiesta de verdad, no como la de bienvenida — insiste Devon.
— ¿La fiesta de bienvenida no fue una fiesta de verdad? ¿Entonces qué fue? — Pregunto curioso.
— Digamos que un ritual de iniciación para que los líderes de las hermandades y fraternidades encuentren nuevas presas a las que hacer de su primer año de universidad un infierno.
— Qué bien todo — bromeo. — En serio no puedo. Uno de mis mejores amigos debuta y no me lo voy a perder.
— ¿Debuta? — Pregunta.
— Sí. ¿Tu tía no te lo ha dicho? — Pregunto haciendo referencia a la dueña de El Grill. — Vaya, parece que esa noticia no ha llegado hasta sus oídos. A mi mejor amigo, Alan, le han fichado los Seattle SeawHakes.
— No te creo — saca su móvil y busca la plantilla del equipo de esta temporada. — No puede ser.
— Lo es — le digo enseñando una foto de todo el grupo de amigos juntos. — ¿Ves? Aquí estamos Luna y yo, con otra pareja de amigos, y Alan con mi hermana, su novia.
— Dios mío — empieza a reírse y aplaude. — Eres una caja de sorpresas. Empiezas a parecerme una persona muy interesante. Es broma, siempre me lo has parecido. Deséale suerte a tu amigo aunque seguro que no la necesita. Veré el partido, ahora me interesa más que la fiesta.
Chocamos los puños y divertido empieza a buscar más noticias sobre los fichajes de este año.
A las 17.00h aparco en la zona del parking que me dijo mi hermana. No hemos bajado del coche cuando ya la veo correr en nuestra dirección.
— ¡Me moría de ganas de veros! — Dice abrazando a Luna.
— Veo que la quieres más que a mí — comento en broma.
— Sabes que no, os quiero por igual — responde sacando la lengua y corre a mi lado a abrazarme.
— ¡Katy! — Exclama Anna saliendo de la parte de atrás del coche.
— ¡Te veo bien! La universidad os sienta de maravilla. Contadme, ¿hay chicos guapos por allí?
— Pues no me he fijado. No hemos salido mucho — explica Anna.
— ¡Venga ya! Habéis ido a una fiesta seguro que allí había mucha gente.
— Sí, gente interesada en lamerles el culo a los líderes de la universidad — comenta Luna.
— Los reyes, no te vayas a confundir delante suya — ríe Anna.
Katy nos mira sin entender nada.
— ¿En vuestro campus también los hay? Vaya, no fallan — empiezo. — Verás, según Devon, las fiestas de bienvenida son una especia de ritual de iniciación para que los líderes, o reyes — digo señalándolas — encuentren a sus próximas víctimas, a las que putear el resto del año vamos.
— Me alegro de no haber ido con vosotros a ese sitio, suena espantoso — Katy hace gestos de horror y nos reímos.
— No es tan malo como parece. Sólo hay que tener cuidado con quién vas e intentar rodearte de buena gente, como en todas partes — explica Luna.
Seguimos poniéndonos al día mientras Katy nos guía dentro del estadio. Abre la puerta del palco y me quedo fascinado, nunca había estado en un sitio así y se me pone el vello de punta. Ya siento la emoción de este deporte. ¡Cómo mola tener enchufe!
— ¡Justin! — Exclama Luna y veo que corre hacia sus brazos.
La sonrisa de Justin lo dice todo, la echa mucho de menos. Es increíble lo buen amigos que son, cómo conectaron desde el principio. Anna también corre a abrazarle y después a Christian.
— Me alegro de verte — abrazo a Justin y con mi otro brazo atraigo a Christian.
Sé que Justin agradece ese gesto porque me da palmaditas en la espalda.
— Os veo bien, mayores diría, os sienta bien — comenta Justin.
— Y a vosotros — comento — vivir juntos os sienta bien. ¿Ya te has mudado?
— Sí, hace pocos días — responde Christian. — De momentos son los más felices de mi vida.
Se besan y veo a las chicas hacer pucheros, están enamoradas de esa pareja y reconozco que yo también.
Media horas después Katy aparece con nuestras familias.
— ¡Luna! — Tom y Sam la levantan del suelo y la abrazan.
— Estás mayor hermanita — comenta Sam.
— Estás preciosa, como siempre — apunta Tom.
— Vosotros sí que estáis guapos. ¿Venís solos? — Pregunta Luna mirando detrás de ellos.
— Sí, ¿por qué? — Pregunta Tom.
— Curiosidad — responde no muy convencida.
Seguro que esperaba ver a las chicas que están volviendo locos a sus hermanos. Las he visto poco pero ha sido suficiente para saber que hay algo entre ellos. Reconozco esas miradas porque es la misma que tengo yo cuando veo al amor de mi vida.
— Cariño, estás más delgado — comenta mi madre cuando me ve.
— Típico comentario de madre. Hola mamá — la abrazo y después a mi padre.
— Yo le veo bien, ¿estás acudiendo al gimnasio? — Pregunta mi padre.
— No, no voy al gimnasio, será de levantar la mochila con los libros que pesan una barbaridad. Y no estoy más delgado mamá, estoy comiendo bien, lo prometo.
— Bueno vale, te creo.
Los saludos y abrazos continúan hasta que Katy anuncia que han saltado al terreno de juego. Todos vamos hacia la cristalera y miramos embobados a Alan. Poco después empieza el partido y mi estómago es un nudo de emociones. Estoy muy orgulloso de él.
¡Han ganado! Ha sido un partido impresionante y Alan se ha lucido.
Salimos del estadio y nos quedamos al lado del coche de Alan.
— ¿Pero qué? — Se queda de piedra al vernos.
— ¡Sorpresa! — Exclama Katy y todos aplaudimos.
Empieza a ponerse rojo y me río. No es muy fan de estas sorpresas y, aunque no lo parezca, no le gusta ser el centro de atención. Me acerco a él y choco su mano, cojo su brazo y le atraigo hacia mí, dándole un abrazo.
— Enhorabuena tío, has estado impresionante — le digo.
— Gracias. Yo... no sabía que vendríais, le dije a Katy que no os lo pidiera.
— Y no lo hizo — interfiere Luna. — Sólo nos avisó de que ibas a debutar y ninguno queríamos perdérnoslo.
— Porque sabíamos que lo ibas a hacer genial, has estado brillante — mi madre y Lucy le abrazan.
— Menudo partidazo, así se hace hijo — su padre también le abraza y parece que está a punto de explotar.
Oímos risas detrás de él y miramos. Está parte del equipo mirando. Alan se aclara la garganta y nos los presenta, son todos muy simpáticos y ponen a Alan en un pedestal. Dicen que con él el juego es mucho más fácil, que les ha ayudado muchísimo y son mejores desde que entró. No lo dudo. Nos hacemos fotos con todos, nos firman unos autógrafos y, por supuesto, le pedimos un autógrafo a la estrella de la noche.
— Vamos, he organizado una cena en nuestra casa, así la conocéis — dice Katy.
— ¡En marcha! — Aplaude Luna de camino a nuestro coche.
Ver su ático en persona no es igual que verlo en videollamada. Uauh, no tengo palabras para describirlo. Es enorme y nos hacen un tour, haciendo hincapié en el vestidor de Katy, es lo que más le gusta de su casa y es normal. Con lo que le gusta a mi hermana la ropa, los bolsos... la moda en general, esta es su habitación estrella.
Katy coge a Luna y Anna de la mano y se encierran en su habitación, a saber qué maldades irá a contarlas.
— Gracias por venir — me dice Alan. — Estaba muy nervioso pero en el fondo sabía que lo haría bien, por mí y por vosotros porque me estaríais viendo, aunque yo pensé que por la televisión, no en el palco.
— Eso sí fue idea de Katy.
— Es la mejor. No sé qué haría sin ella. Lo ha dejado todo por mí y no parece arrepentirse.
— Claro que no se arrepiente. Te quiere Alan, y está estudiando lo que le gusta. No ha dejado nada porque no está tan lejos de casa y está contigo. Tú eres su futuro.
— Y ella el mío — termina.
— ¿Nos ayudáis? — Preguntan nuestras madres entrando en la cocina y ambos asentimos.
Cuando las chicas salen de la habitación, terminamos de poner la mesa y nos sentamos a cenar. Es un lujo poder reunirnos todos de vez en cuando, no sabemos la suerte que tenemos de poder hacerlo.
Al despedirnos prometemos que nos veremos pronto.
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