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Capítulo VI

Luna

— ¿Te apetece venir a pasar el día conmigo? — Pregunto a mi chico en cuanto descuelga el teléfono.

— Claro que sí, ¿a Anna no le importa?

— No está. Se ha ido a pasar el día fuera con Josie y Charlie, así que estoy solita en mi habitación.

— Interesante — susurra. — Enseguida estoy allí.

¡Qué emoción! Me muero de ganas de pasar el día con Derek, aunque no estaremos solos del todo. Esta tarde iremos a ver a mi abuela. Tengo un nudo en el estómago de lo nerviosa que estoy. No la veo desde que volvimos de vacaciones y ahora que vivo en Seattle tengo que aprovechar para verla todo lo que pueda.

Veinte minutos después llaman a la puerta, abro y me lanzo a los brazos de Derek. Sus fuertes brazos me sujetan y siento que me derrito en cuanto me toca. Él es mi hogar. Devora mi boca como si fuera la primera y última vez que me besa y cierra la puerta de una patada.

— Hola amor — saluda en cuanto nos separamos.

— Hola — susurro.

— Tenía muchas ganas de verte. Te echo mucho de menos.

— Yo también, no sabes cuánto.

Me baja al suelo y cojo su mano.

— ¿Qué tal van las clases? ¿Cómo fue la semana? — Le pregunto.

— Bastante cañera, la verdad. Los profesores no se andan con tonterías.

— Ya, los míos tampoco. Aunque hay una profesora, Elizabeth Rogers, que me encanta. Su asignatura se llama Técnicas de excavación y me fascina todo lo que nos cuenta. Se nota que ella ha participado en unas cuantas. Me recuerda mucho a Jurassic Park.

— Me lo puedo imaginar — dice riendo. — Me encanta ver la pasión con la que hablas de ese tema. Vas a ser una gran paleontóloga.

— Ojalá. Me encantaría trabajar de ello. Aunque supondría tener que estar separados o mudarnos cada cierto tiempo — la verdad es que no lo había visto así.

Desde que soy pequeña ha sido mi sueño dedicarme a esto pero porque nunca he tenido nada que me atase. Sabía que mis hermanos al final aceptarían que yo trabajase fuera y, aunque son importantes para mí, no es igual que teniendo pareja.

Al final cada uno va a hacer su vida de una forma u otra, pero teniendo pareja y planes de futuro todo es más complicado.

— No pienses en eso ahora — dice Derek cogiendo mi barbilla con su mano. — Ya se verá. Cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él. ¿Vale?

— Vale. ¿Qué te apetece hacer hoy?

— Me apetece hacerte de todo — susurra.

— ¡Vaya! A mí también.

Me tiro encima de él y comienzo una guerra de cosquillas que sé que no voy a poder ganar.

Como pensaba, me ha ganado, aunque me ha dejado llevar ventaja durante un buen rato.

Nos hemos hecho unos sándwiches y hemos comido viendo una película. Nos recostamos en la cama y cierro los ojos, pero soy incapaz de dormir. El calor que irradia su cuerpo, sentir sus abdominales marcados bajo mi mano, su olor... Ese olor...

No puedo evitarlo, no quiero controlarme y beso su cuello. Le beso lento, le lamo, le muerdo y juego con el lóbulo de su oreja. Reacciona enseguida y, aunque tiene los ojos cerrados, suelta un gruñido. Se acomoda bien y levanto su camiseta. Hago un camino de besos desde su clavícula hasta su bajo vientre, le muerdo por encima del pantalón y cojo su más que evidente erección.

Me ayuda a bajarle los pantalones y la ropa interior y su longitud sale, me saluda y sonrío. No me cansaré nunca. Lo agarro con una mano mientras con la otra masajeo sus testículos. No aguanto demasiado hasta que lo meto en mi boca y lo saboreo. Es mi sabor favorito, todo de él es mi favorito. Juego con mi lengua y mis dientes suavemente y noto cómo se tensa debajo de mí. Cada vez está más grande y más dura y cuando voy a montarle, me coge, me gira y me deja de espaldas en la cama.

— Aún no, pequeña. Ahora me toca jugar a mí.

Y vaya si juega. Me besa, lame y muerde el cuello mientras con una mano masajea uno de mis pezones que se pone erecto al notar su toque. Noto cómo sonríe y sin tiempo que perder sube mi camiseta y ataca mis pechos. Lame, succiona y muerde de tal forma que me retuerzo de placer debajo de él. Me quita el pantalón y la ropa interior y enseguida noto un dedo dentro de mí. Un escalofrío me recorre la espalda y continúo retorciéndome. Su lengua me devora el clítoris y cuando no aguanto más me dejo ir.

Lentamente saca su dedo y sonríe.

— Esto no ha terminado — susurro.

Ahora soy yo quien le coge y le tumba sobre su espalda. Me coloco a horcajadas sobre él y lentamente me dejo caer.

— Vas a matarme, pequeña — dice entre gemidos y gruñidos.

— Sí — respondo — pero de placer.

Lentamente me muevo arriba y abajo, saboreando para centímetro de longitud, de grosor y disfrutando cada segundo que pasa. Cuando me he acostumbrado, pongo mis manos en sus pectorales y empiezo a moverme más rápido. Gemidos incontrolables salen de mi boca y perlas de sudor bañan mi frente y caen por mi espalda.

Esto es mucho mejor que el gimnasio.

Electricidad empieza a nacer en mi bajo vientre y noto cómo él se empieza a tensar, pero veo en su cara que está intentando aguantar, hasta que ya no puede más. Se incorpora, me agarra, nos hace girar y, dejándome sobre mi espalda, me penetra rápido y fuerte hasta que ambos explotamos en un gran orgasmo.


De camino a casa de mi abuela paramos en una pastelería para coger una bandeja de pasteles y en un restaurante italiano que reparte a domicilio para encargar la cena.

Derek aparca el coche frente al edificio de mi abuela y bajamos. Aún tengo mi juego de llaves así que abro el portal, esperamos al ascensor y cuando las puertas se abren en la planta correcta, llamo al timbre.

Oigo pasos al otro lado y la sonrisa de mi abuela al vernos es impresionante. Lo mejor que he visto en mi vida.

— ¡Cariño! — Dice abrazándome. — ¡Qué alegría veros! Pasad, no os quedéis ahí.

Entramos y en cuanto cierra la puerta le da un abrazo a Derek.

— Estoy muy feliz de que estéis aquí.

— Toma Dory, hemos traído la merienda — Derek le tiende la bandeja de pasteles y ella le mira con adoración.

— No puedo tener mejores nietos. Qué buena pinta tiene esto, vamos a comerlo — dice abriendo la bandeja y viendo los pasteles. — ¿Cómo estáis? ¿Y tus hermanos?

— Pues si quieres hacemos una videollamada y les vemos — propongo.

— ¡Sí! — Exclama Dory.

Saco mi móvil, abro el grupo que tengo con ellos e inicio la videollamada. Enseguida descuelgan y sonríen al ver dónde estamos.

— ¡Hola Dory! ¿Cómo estás? — Saludan mis hermanos.

— Ahora mismo muy feliz — responde mi abuela. — Ha sido una gran sorpresa verles.

— Normal, ahora podéis veros mucho más ya que los tres estáis viviendo cerca — dice Sam.

— Sí, quiero aprovechar todo el tiempo que pueda para verte — digo mirando a mi abuela y veo sus ojos brillar.

— Mierda, perdonad pero nos reclaman en el trabajo, tenemos una reunión en unos minutos — se disculpa Tom.

— No os preocupéis, ya estoy contenta por haberos visto.

Nos despedimos de ellos y cuelgo.

— ¿Qué tal todo? ¿Cómo os va?

— Bien, todo muy bien abuela. Estamos muy contentos de estar en la universidad.

— Qué mal que no hayáis podido estudiar juntos — dice con pena.

— Ya, pero no es un gran problema — explica Derek, — hablamos todos los días, nos vemos cuando podemos y estoy esforzándome para sacar buenas notas y que acepten mi traslado para el siguiente curso.

— Eres un gran chico Derek. Me dais mucha envidia.

— Abuela... Nunca te lo he preguntado, pero, ¿qué paso con el abuelo?

— No llegó a conocerte, cariño — cuenta con pena. — Murió cuando Eliana era muy joven. Tenía un problema de corazón y los tratamientos médicos no eran como ahora. Tomaba medicación pero un día su corazón se paró y no se pudo hacer nada.

— Lo siento mucho abuela — digo cogiendo su mano.

— No te preocupes cariño, eso fue hace muchísimo tiempo. Mira, te enseño fotos de cuando éramos jóvenes.

Y así pasamos la tarde, entre recuerdos, fotos y anécdotas de cuando conoció a mi abuelo, cómo al principio no quería salir con él, cómo terminaron casándose, teniendo a mi madre y lo mal que lo pasó cuando él murió. Desde entonces no ha vuelto a estar con nadie porque dice que no es capaz de amar a nadie como lo amaba a él, y si no puedes amar con todo tu corazón es mejor no hacer daño a la otra persona.

Mi abuela me parece una persona muy fuerte, ha estado sola todos estos años, ha pasado por mucho pero nunca se ha borrado la sonrisa de la cara.

A las 20.00h llaman a la puerta y la mirada de mi abuela lo dice todo, es la cena y no le ha gustado que nos gastásemos más dinero en ella.

Poco le dura el enfado porque la cena está buenísima y hay mucha cantidad, tanto que los tres terminamos repitiendo hasta terminar todo.

— ¿Seguro que no os queréis quedar a dormir? Es tarde y me da miedo que vayáis ahora con el coche — insiste.

— No pasará nada, no te preocupes — le tranquiliza Derek, — además, acompañaré a Luna hasta la puerta de su habitación, la dejaré sana y salva en casa.

— No lo dudo cielo pero, ¿y tú? Tampoco quiero que te pase nada a ti.

— No te preocupes abuela, Derek es un chico fuerte, si te quedas más tranquila te avisamos cuando estemos ya en las residencias, ¿vale?

— Vale cariño. — Me da un abrazo y soy incapaz de soltarla.

Al final ella extiende el otro brazo y nos abrazamos los tres.

Podríamos habernos quedado en mi antigua casa, Dory la sigue manteniendo y tengo las llaves, pero sé que si nos quedamos no vamos a estudiar nada y la semana que viene tenemos nuestro primer examen. Así que nos despedimos de mi abuela, prometemos venir a verla más a menudo y volvemos a casa.

Le enviamos un mensaje cuando estamos ya sanos y salvos en las habitaciones y nos da las gracias por ir a verla y nos desea suerte con los exámenes.

El domingo lo pasamos entero estudiando.


El jueves al salir del examen recibo una llamada de Katy.

— ¡Hola perra! — Saluda.

— ¡Hola puta! — Devuelvo el saludo.

Hacía mucho que no nos saludábamos así, lo echaba de menos.

— ¿Qué tal, cómo te va?

— Bien, acabo de salir de mi primer examen y no es por nada pero creo que lo he bordado — respondo orgullosa.

— Seguro que sí, eres un cerebrito — dice riendo.

— ¿Tú qué tal?

— Muy bien la verdad. Vivir con Alan es un sueño y en la academia estoy aprendiendo muchísimo. Pensé que al ser online no iba a estudiar nada pero al contrario, me concentro mucho mejor y estudiar algo que te gusta se nota, lo haces con otras ganas.

— Eso es muy cierto. ¿Has tenido ya algún examen?

— Sí, tuve una prueba la semana pasada y la bordé.

— Eres una crack — digo levantando el puño como si pudiera verme.

— Quería comentarte una cosa. Alan se estrena en su primer partido este sábado y, aunque está muy nervioso y dice que no quiere que nadie vaya a verle por si lo hace mal, creo que todos deberíamos ir.

— Claro que sí, no tienes ni que preguntar. Allí estaremos — digo con convicción.

— He conseguido entradas para un palco vip. Él no sabrá que estamos allí hasta que termine el partido. Empieza a las 18h pero podemos entrar a partir de las 17h. He hablado con tus hermanos, con mis padres y los de Alan y todos estarán allí. También mi hermano, Anna, Justin y Christian.

— Iremos todos a apoyarle, se merece todo lo mejor y lo va a hacer genial. No tengo ninguna duda. Si le han fichado a él es porque es el mejor — digo con sinceridad porque es lo que pienso.

— Yo también le digo eso, pero ya sabes, los nervios del estreno. También quería contarte mis planes de aniversario.

— Sorpréndeme.

— He reservado una suite en un hotel carísimo, tiene spa, sesiones de masaje y, como no, jacuzzi y ¡hasta una pequeña piscina privada en la habitación! — exclama emocionada.

— ¡Me muero de envidia! Tía es una pasada — comento asombrada.

— Se merece lo mejor. Además, los masajes y el spa le van a venir bien para relajarse un poco. Ha estado entrenando muy duro para sobresalir y que se fijen en él. Para que no se arrepientan de haberle fichado.

— Lo puedo imaginar. Además siendo el novato seguro que tiene miedo de no encajar bien o que le tengan más tiempo en el banquillo que en el campo.

— Exacto, el entrenador le ha dicho que cuenta con él, que es muy bueno y tiene muchas esperanzas puestas en él y los compañeros también. Me ha dicho que son todos muy simpáticos y que le han ayudado mucho, pero claro, no es lo mismo estar en los entrenamientos que en un partido. No sabe cómo reaccionarán si mete la pata.

— No tiene que preocuparse por eso. Mientras piense bien las jugadas, sepa reaccionar y juegue en equipo, el resto saldrá sólo.

Seguimos hablando, poniéndonos al día de nuestros estudios y le hablo sobre Ashley y Megan, sobre Bekah y le resumo nuestra primera fiesta universitaria.

También la tranquilizo diciendo que Derek ha hecho buenos amigos. Oliver, Mark y Devon le tratan muy bien e incluso estudian juntos y se ayudan mutuamente.

Eso la deja más tranquila. Ella me cuenta que no ha hecho amigos porque es lo que tiene estudiar online, pero su tutora es majísima y estuvo una mañana entera en videollamada con ella hablando sobre el curso y posibles salidas laborales. Está muy contenta y me alegro por ella.

Quedamos en vernos el sábado. No puedo creer que haya llegado el momento. Alan se estrena en su primer partido y vamos a ser testigos de cómo comienza su carrera al estrellato.


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