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❤️‍🔥 Introducción

— ¿Entonces realmente se están mudando juntas? —preguntó Jungkook, mientras le servía ramen a su madre.

Lee Young-Ae tenía cincuenta y tres años, pero como toda mujer coreana parecía mucho más joven. Era la mujer a la que Jungkook más admiraba en el mundo y a la única mujer que amaba de forma incondicional.

— Si lo haremos —respondió entusiasmada, sirviendo dos copas de vino.

Tener a su hijo una noche cada semana, era siempre revitalizante, Jungkook siempre tenía alguna aventura nueva que contar y adoraba el lazo que había logrado formar con su niño especial que era todo un hombre ya.

— Estoy muy feliz por ti —dijo el pelinegro besando su frente—. Llevan años juntas. Era hora que hicieran esto.

— Lo sé —su madre sonreía—. No fue fácil convencer a Sun-a, pero me ama, no pudo decir que no.

Jungkook sonrió sentándose junto a su madre—. Te ama con locura. Lo harán bien, y si no funciona, consideren vivir en casas separadas de nuevo antes de terminar la relación. Ustedes me hacen creer en el amor —dijo dramáticamente.

Su madre rió divertida.

— Oh, vamos. ¿Qué pasó con el chico ese que te invitó un café cuando estabas almorzando con tus compañeros de trabajo? —preguntó degustando el ramen hecho por Jungkook y gimiendo placenteramente ante lo sabores bailando en su paladar.

— Bueno, resultó que tiene novia —dijo con una mueca, metiéndose una bocanada grande de ramen.

Su madre frunció el ceño—. ¿Las personas infieles aún existen?

Jungkook caracajeo ante eso—. Sí lo hacen —respondió divertido, pero inmediatamente soltó una queja por un movimiento brusco con su hombro—. Auch, aún duele. Mierda.

— ¿Estás tomando calmantes? Aún no puedo creer que estuve tan cerca de perderte —dijo su madre acariciando su rostro.

Bueno, acariciando era el eufemismo del año. Ella estaba apretando su rostro y sus mejillas mientras Jungkook se quejaba y reía entre medio.

— Estoy bien, eomma. Sólo fue un susto —dijo con un puchero debido a las manos de su madre presionando su rostro.

La verdad era que no fue un susto. Bueno, sí. Pero jodidamente no le gustaría pasar por algo así de nuevo.

Ese día su estúpido teléfono se quedó sin batería y si bien estaba acostumbrado a despertarse a las siete y media todos los días, ese día, estaba agotado, por lo que ni siquiera se despertó de memoria. Era viernes, ya estaba más que agotado de la semana.

Así que efectivamente, se ducho a las corridas, se vistió rápidamente (gracias al cielo siempre dejaba su ropa preparada una noche antes) y luego salió, tomando su casco y subiendo a su vespa. Anteriormente a eso había llamado al trabajo avisando que iba "tarde, pero seguro". Así que, como era un buen empleado, decidió que parar por un café antes de llegar a la oficina no era una mala idea.

Al estacionar su moto y entrar para hacer la fila, el chico que atendía le hacía ojitos. Cómo cada mañana. Jungkook era solo un poco codicioso de esas miradas soñadoras. El chico se llamaba JiHoon, no era en absoluto su tipo, pero siempre sonreía de forma embelesada y cuando Jungkook se encontraba con su autoestima algo pisoteada o solo necesitaba un poco de dulzura, el chico hacía un buen trabajo.

Sí, demandenlo por querer un poco de atención vanal.

Todo hubiera sido genial si Jungkook hubiera encargado y pagado por su café, subido a su moto y llegado al trabajo, pero contrario a eso, Gyeongsang decidió temblar esa mañana. El suelo vibró bajo sus pies, y la cafetería favorita de Jungkook no fue una excepción. Las tazas tintinearon en las repisas, y los clientes se agarraron a las mesas para mantener el equilibrio. El ruido sordo del temblor llenó el aire, y Jungkook sintió cómo su corazón se aceleraba.

El miedo se apoderó de él. No era un temblor común; era como si la tierra misma estuviera enojada, retorciéndose y sacudiéndose. Las luces parpadearon y se apagaron, sumiendo la cafetería en la leve oscuridad momentáneamente. Los gritos de los clientes se mezclaron con el sonido del temblor, y Jungkook buscó refugio bajo una mesa. El suelo seguía moviéndose, y la adrenalina corría por sus venas.

Cuando finalmente el temblor cesó, Jungkook salió de su escondite, pero lamentablemente el segundo temblor volvió al instante. El suelo se agitó con más ferocidad, como si la tierra misma estuviera en cólera. La gente se amontonó, algunos intentando salir, otros buscando refugio debajo de las mesas. Jungkook perdió el equilibrio, cayendo bruscamente. El hombro derecho recibió el impacto primero, y luego parte de su cabeza golpeó contra el suelo.

La oscuridad lo envolvió, y su conciencia se desvaneció. Pero el dolor en su hombro y la confusión en su mente se mezclaron en un torbellino que lo mantuvo semi despierto. ¿Estaría todo perdido? La cafetería ahora era un caos de escombros y gritos.

El segundo temblor parecía más frenético y peligroso que el primero. Las luces parpadearon, y las estanterías se desplomaron, liberando una lluvia de objetos. Jungkook luchó por mantenerse consciente, pero la oscuridad jodía con atraparlo. El dolor en su hombro se intensificó otro poco más, y la sangre latía en su cabeza.

En medio del caos, el bonito chico JiHoon también estaba en peligro. Jungkook queria protegerlo, pero su cuerpo no respondía. El mundo seguía temblando, y él estaba atrapado en su propio abismo de dolor y confusión. ¿Había llegado su fin? Ciertamente se lo preguntó en ese momento. La fragilidad de la vida se manifestaba de manera brutal, y Jungkook se aferró a la esperanza.

Cómo buen dramático, pensó que aún no había conocido al amor, pero le vería la cara a la muerte pronto.

Intento ponerse de pie y socorrer al chico que parecía a punto de morir de un ataque al corazón, pero una explosión hizo que Jungkook se desplomara de nuevo y se desvaneciera, dejando atrás la cafetería en ruinas y la incertidumbre de un mundo que seguía temblando.

No supo cuánto tiempo pasó, pero lo bueno es que seguía vivo, lo malo es que estaba soñando despierto con un ángel de labios infernales que lo cargaba como si fuera pluma, mientras le sonreía y decía frases de calma como: "Te tengo, yo te cuido"

Ahora, la cosa era que Jungkook no entendía la fascinación de ciertas mujeres y hombres por especímenes como los bomberos, hasta que el tipo de mirada amable y hombros del tamaño de un placard lo depositaba en una camilla con sumo cuidado y él se aferraba a su cuello como si su vida dependiera de ello, mientras este le decía—. Bambi, ya puedes soltarme. Estás a salvo, te dije que me encargaría —y más encima su voz era sensual y amable. Como sus ojos y sus labios.

Jungkook estaba claramente en shock, la cafetería donde había estado esperando por su café, había tenido la peor parte del terremoto y la leve explosión que todavía hacía retumbar sus oídos.

— ¿Y si te suelto y desapareces? —dijo en shock.

El bombero le sonreía tan relajado y adorable que Jungkook le devolvío la sonrisa y luego se desvaneció a causa del sedante inyectable para llevarlo al hospital por una buena revisión. Y así como un sueño, había sido su primer encuentro.

— ¿Te enamoraste de un bombero? —cuestionó su madre divertida.

Jungkook rodó sus ojos—. Eso creo, apenas recordaba mi nombre. Creo que lo aluciné. Yo no tengo ojos de Bambi —dijo con su mentón en alto.

La noche con su madre continuó tan amena y divertida como siempre, preguntándose si cuando esta viviera con su pareja Sun-a estas noches quedarían atrás.

— ¿Estás loco? Solo seremos tres en vez de dos. Nuestras noches juntos seguirán siempre en pie. Al menos hasta que encuentres un novio. Te estás tardando —dijo divertida frente al televisor mientras miraban una comedia romántica.

— No es mi culpa que mi bombero esté allí afuera en algún lugar —dijo con sarcasmo mientras abrazaba a su madre y se acomodaba en el sofá con ella.

— ¿Entonces, estás segura que no habrá problema conmigo alquilando una habitación allí? Será momentáneo, mi compañero de apartamento será papá y obviamente su chica vivirá con él —dijo SeokJin suspirando.

Estaba hablando por teléfono con su tía.

— Tranquilo cariño, haz vuelto hace poco a Gyeongsang y necesitas asentarte. Tu tía está para ayudar, ya todo está solucionado.

— Bien. De todos modos prometo que en cuanto encuentre algo decente, dejaré de ser una carga —mencionó mientras cargaba su segunda maleta.

Su tía reía al otro lado de la línea—. Deja de ser tan dramático. Estarás pagando alquiler, no serás una carga sino una bendición. Te esperamos para mostrarse el lugar, SeokJin-ah.

Colgando el teléfono, agradeció tener a su tía en esta provincia. Volver de Los Angeles a Corea luego de seis años de residir allí y probar algo de suerte (o mala suerte) se encontraba solo un poco perdido. Fuera de su trabajo, SeokJin no estaba seguro que hacer con su vida. Por eso esta se basaba en trabajar demasiado, ir al gimnasio en sus ratos libres y cubrir la mayoría de turnos nocturnos que pudiera.

Pero ahora que iba a tener donde dormir, quizás evitar los turnos nocturnos sería una buena idea.

Jungkook salió de su apartamento esa tarde noche para ir a ver a su madre y su pareja Sun-a, ya llevaban dos semanas de exitosa convivencia y esa noche, llevaba el vino para la cena.

En el proceso en que bajaba las escaleras notó que alguien se estaba mudando. Luego de años de vivir allí, se sintió la vieja chusma del edificio al acercarse para ver a su nuevo vecino. Uno alto y guapo que entraba cargando un plasma como si no pesará nada. Y es que con esos brazos, seguramente el plasma no pesaba.

— Oh, lo siento ¿Estoy haciendo mucho ruido? —preguntó el sexy extraño.

Jungkook sonrió relamiendo sus labios. El tipo era hermoso.

— No, lo siento. Iba de salida y me pare como vieja chusma a ver quién sería mi nuevo vecino —dijo sin intenciones de coquetear, el chico no parecía patear para su equipo. Sólo se veía agradable.

— Oh, te entiendo. Soy Seo In-Guk, mucho gusto —dijo extendiendo su mano.

— Jeon Jungkook —se presentó—. Estoy en el cuarto B, justo arriba de ti. Si necesitas algo, solo pídelo —mencionó agradablemente.

El chico le daba una mirada más interesada, sonriendo de forma ladina y Jungkook supo, al instante, que su nuevo vecino no tenía problemas en patear para su equipo.

— ¿Por qué ojitos de Bambi sonríe tan feliz? —cuestionó Sun-a al ver a Jungkook.

El pelinegro rodó los ojos abrazando con cariño a la pareja de su madre—. Puede que haya conocido a un nuevo vecino candente en mi edificio —respondío sirviendo de inmediato una copa de vino para cada uno.

Su madre apareció en la cocina con una sonrisa de oreja a oreja—. Quiero más de esa novela, mi cielo —dijo besando la frente de Jungkook.

El chico sonrió, pero notó de inmediato que su madre tenía un juego de mantas en sus manos.

— ¿A dónde vas con eso? —preguntó curioso.

— Oh, esto. Bueno ¿recuerdas la casa al otro de la piscina que dejaste abandonada? —preguntó caminando hacia afuera, seguida por Jungkook y Sun-a.

— Sí. ¿Le dieron un buen uso? —cuestionó con tono que denotaba cierto jugueteo de palabras.

— Oh, sí que le dimos uso —respondió Sun-a adelantándose por ellos y golpeando la puerta principal de dicha casa.

Jungkook frunció el ceño confundido ante el golpe que había dado la pareja de su madre a la puerta, pero la misma se abría rápidamente y sus cejas casi volaron de su frente y su mentón casi tocó el piso.

— Tía. Young-Ae, no tenían que traerme un juego de-... Oh, hola. Mi nombre es Kim SeokJin.

Jungkook parpadeó. El hombre frente a él era ese exquisito espécimen de bombero que había salvado su vida dos semanas atrás. El chico que no había sido un sueño, fantasía o alucinación suya, sino un hombre real. Uno muy real y muy hermoso.

— Él es mi sobrino. SeokJin-ah volvió de los ángeles hace unos meses —dijo Sun-a—. Él es Jungkook el hijo de Young-Ae —mencionó señalando al pelinegro, quien intentaba dejar de babear para reaccionar al saludo y la mano extendida de ese pedazo de hombre de ensueño.

SeokJin llevaba una remera negra que se ajustaba a su cuerpo y a sus brazos. Un pantalón de chandal gris y su cabello sutilmente húmedo. Jungkook reaccionó tardíamente al saludo, pero su cuerpo se removió feliz ante el apretón de manos del castaño.

— ¿Te conozco de algún lado? —cuestionó rápidamente.

Y jodidamente no. Jungkook sintió su cuello caliente y negó—. No, no lo creo. Tengo uno de esos rostros —balbuceo.

Si su madre y Sun-a se enteraban que el bombero caliente que vociferó amar (superficialmente) era el sobrino de Sun-a que ahora vivía en la casa de la piscina, estas mujeres no lo dejarán vivir en paz. Y no gracias, no quería pasar por un momento así de incómodo.

— Mmm, quizás. Veo mucha gente todos los días, quizás si te vi parecido a alguien —mencionó el tal SeokJin como si nada.

Jungkook negó con su cabeza mientras su madre anunciaba que volvería adentro para terminar la cena.

— SeokJin, estás totalmente invitado a cenar con nosotros como bienvenida ¿Qué dices? —preguntó la mujer sosteniendo sus manos.

El hermoso espécimen sonrió cabizbajo—. Será un placer. Terminaré de mover mi cama y estaré ahí en diez. Gracias por el juego de mantas y por permitir quedarme aquí —dijo amablemente a ambas.

Ay, esa voz y esa sonrisa, era un sueño. Jungkook quería ser cargado otra vez por él.

— No tienes que agradecer. Esto también es una ayuda para nosotras, te dejamos terminar lo tuyo, puedes usar a Jungkook como ayuda con esa cama —dijo empujándolo dentro de la casa.

Unas palabras más y unas palabras menos y ellos estaban solos. Jungkook aún estaba parado en la puerta en shock.

— No necesitas ayudarme, puedo mover la cama solo. Sin embargo, puedo invitarte una cerveza —dijo amigablemente.

Jungkook trago saliva y negó—. Dejé mi copa de vino en la casa. Pero te ayudó —exclamó rápidamente mientras se acercó al hermoso espécimen, tomando la cama del otro lado—. ¿Hacia donde?

— Cerca de la ventana —respondió el tal SeokJin.

— ¿Cuál es el problema con la otra ventana? —cuestionó entre movimientos.

El hermoso espécimen sonrió—. Bueno, si traigo alguna cita aquí, aquella ventana sería de muy poca privacidad —admitió.

Jungkook tropezó torpemente a punto de caer y soltar la cama, pero se recompuso rápidamente cuando escuchó la voz preocupada del tipo.

— ¡Estoy bien! estoy bien —repitió en un susurro, bajando la cama—. Es un movimiento inteligente.

SeokJin comenzó a reír—. Sí. Sólo es una suposición, la verdad es que no he tenido tiempo de salir con nadie desde que volví —dijo tomando una cerveza de su refrigerador vacío y bebiendola, mientras su brazo se marcaba. Su garganta se movía  de arriba abajo y Jungkook sentía una sed totalmente diferente—. ¿Qué tal es la gente de Gyeongsang?

El pelinegro abrió sus ojos grandemente, aún más, porque estos eran inmensos.

— ¿La gente? —replicó, SeokJin asintió divertido—. ¿Cómo en "mujeres"?

— Emm sí. Mujeres —repitió divertido—. ¿No eres virgen o sí?

Jungkook comenzó a reír—. Umm, no. No soy virgen,  soy gay —dijo sin problemas.

Supuso que el tipo no era homofóbico porque su tía era la novia de su madre.

— ¡Oh! Gay... Gay —repitió SeokJin.

Jungkook asintió evitando reír—. Sip. Gay, muy gay, hombre. Así qué, no lo sé. Creo que las mujeres son agradables —respondió, intentando no desilusionarse.

SeokJin asintió en agradecimiento y Jungkook rascó su nuca sintiéndose un poco incómodo.

— Volveré con las chicas. Bienvenido de vuelta a... Corea —dijo llevando su cabello hacia atrás—. Y suerte con las chicas.

Retrocediendo se inclinó en despedida, listo para correr lejos del hermoso espécimen, pero el tipo lo llamó una última vez:

— Jungkook... —ah su voz era tan melodiosa para el pelinegro.

— ¿Mmm?

El castaño sonrió—. Tú eres agradable ¿Cierto? —preguntó con una sonrisa hermosa.

Jungkook sintió su presión arterial elevarse—. Eh... ¿Te ayudé a correr la cama, no? —replicó sin caer en el juego y saliendo rápidamente de allí antes de comenzar a coquetear con el sobrino de la novia de su madre.

Del que ni siquiera sabía su existencia hasta hace unos minutos y del que definitivamente no esperaba fuera su hermoso espécimen de bombero héroe. Oh mierda ¿Que tanta mala o buena suerte tenía que tener para que el universo le pusiera casi en bandeja de plata al tipo sexy que lo había rescatado?

Aunque era un heterocurioso coqueto de lo mejor y Jungkook huía lejos de esos. De lejos se veían más bonitos. Sabía por experiencia propia que un heterocurioso no servía ni para una buena follada y él no caería en ningún juego con Kim SeokJin.

Al menos eso esperaba, lo primordial sería contenerse y evitar naturalmente coquetear con el tipo. Él podría hacer eso. Totalmente podría, carajo. Siempre y cuando no sonriera tan hermoso y hablara tan suavemente.

Bueno mis lectoras Jinkukas y taejinas amantes de este par y otras de mi escritura e historias. Finalmente he estrenado Love Earthquake, ya que junto a Tarro de Miel con Mariposas, obtuvieron diez votos cada uno.

Espero haya gustado está introducción.

Lxs leo 🥹✨

Con amor niñita Nanykoo 💜

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