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XXIII : LUNA (I)

Dos días más pasaron, dos días en los que tanto las Omegas como las Alfas japonesas en la residencia de Twice se habían acercado de una forma que tenía a las tres chicas que las observaban, bastante sorprendidas.

Empezaba con Nayeon colgando de la espalda de Sana cada vez que tenía oportunidad y Momo dándole de comer a la menor del grupo cualquier cosa que quería que probara mientras las mejillas de esta no tardaban en sonrojarse violentamente.

Y terminaba con las Omegas dormidas en el sillón, con la cabeza apoyada de los hombros o las piernas de las Alfas que las mimaban como si aquello fuera lo más normal del mundo.

Y no es que a Jihyo no le diera gusto ver lo feliz que se encontraban todas compartiendo sin dramas innecesarios, con feromonas de felicidad rodeándolas a toda hora sin gritos o enfrentamientos, después de todo cada una se encontraba en su propio mundo.

Pero le preocupaba lo que aquel acercamiento pudiera ocasionar en algunas de las chicas cuando las dos que estaban fuera de casa volvieran.

No solo terminaría su paz, también más de una saldría herida inevitablemente y eso era lo que menos deseaba.

Todas eran conscientes de que tan pronto como la japonesa rubia cruzara la puerta, inundando la habitación con su fresco olor, el mundo rosa que estaban viviendo Sana y Nayeon se vendría abajo para la primera, y quizá para la propia Jeongyeon, quien tendría que ver como la Omega mayor se colgaba del cuello de la rubia sin que esta tuviera la fuerza de voluntad necesaria para negarse a ello.

De tal modo que si eso ocurría probablemente tendría que volver a lidiar con los problemas que las dos chicas, quienes por el momento no habían comunicado otra cosa más que estaban bien en la residencia Yoo; habían estado teniendo días anteriores.

Y definitivamente no estaba dispuesta a volver a ver eso, por lo que decidió intervenir antes de que sus chicas sufrieran.

Sin sospechar que la misma magia que corría por su sangre y había provocado aquel desastre, se encargaría de arreglarlo.

Su plan era muy simple, encarar a las dos mayores que le preocupaban, pues confiaba en que al menos cuando se trataba de Tzuyu, Momo actuaría de manera racional.

Estaba por anochecer cuando bajó las escaleras con dirección a la sala, donde seguramente se encontraría el par viendo algún programa de moda, sorprendiéndose cuando en lugar de la Alfa y la Omega se encontraban la Beta menor y la Alfa más joven, sentadas en la alfombra con un juego de damas en medio de ambas, riendo de alguno de los chistes que quizá Dahyun había contado.

¿Donde están? — Preguntó llegando junto a las dos chichas que tan pronto la escucharon, voltearon en su dirección antes de compartir una mirada confusa.

—¿Quienes? — Cuestionó Dahyun frunciendo ligeramente su ceño, creyendo que la mayor había descubierto alguna de sus travesuras, como por ejemplo su participación en la desaparición del yogur favorito de Nayeon de la nevera, aún cuando había sido idea de Chae.

Pero la joven Alfa no tenía idea de que la líder estaba muy lejos de enterarse de eso. —Sana y Nayeon. — Contó Jihyo, tomando una bocanada de aire para mantener su paciencia a raya.

—Aquí no. — Respondió Chaeyoung rápidamente encogiéndose de hombros sin apartar su mirada del tablero frente a ella, dejando a las dos chicas sorprendidas.

—¡Chae! — La reprendió Dahyun, mientras Jihyo continuaba observándola en silencio, procesando quizá aquella respuesta que pudo haber sido graciosa por lo obvia que fue, de no ser por los pensamientos que mantenían a la líder absorta en su mente.

Pero al caer en cuenta de su error, la Beta menor no tardó en corregirse. —Lo siento Unnie es que... ¡Gané! — Incluso Jihyo se sobresaltó por su repentina reacción de alegría que llamó su atención, sobretodo de la Alfa que observó el tablero con incredulidad.

—¡No puede ser! — Se quejó Dahyun en un lamentable gemido. —¿Como hiciste eso? — Cuestionó abultando sus labios en un mohín.

—¡Te dije que te ganaría! — Se jactó la menor con suficiencia, provocando que la presencia de Jihyo pasara a segundo plano en cuestión de segundos.

Jihyo rodó los ojos y mientras las dos chicas se encontraban discutiendo la sospechosa victoria de la Beta menor, decidió dirigirse a la zona de las habitaciones de las Alfas, deteniéndose frente a la puerta de la japonesa del medio, de donde salía una tenue luz por debajo, de alguna de las lámparas de la pelirroja quizá.

De un momento a otro le pareció escuchar ruidos, pero no era algo coherente como música o una conversación, lo que le pareció curioso y la animó a abrir la puerta, asomando únicamente su cabeza por esta. —¿Sana-chan? — Llamó dándose cuenta de que no se había equivocado cuando asumió que alguna de las lamparas estaría encendida, justo frente a la cama de la japonesa. —¿Pero que? — Murmuró para sí misma al ver la figura de la chica envuelta en sus edredones, y estuvo a punto de retirarse, resignada a dejar sus planes para otro día, cuando un nuevo quejido salió de los labios de la Alfa.

Por eso luego de fruncir el ceño y entrar, cerrando la puerta tras de sí, caminó hasta Sana, con la curiosidad al límite y los nervios a flor de piel tras cada paso. —Solo esta dormida y al parecer... — Dijo suspirando, percatándose de algo más cuanto estuvo frente a lo que debía ser el apacible rostro dormido de la japonesa.

Tanto sus mejillas como sus labios estaban más rojos que nunca, y una fina capa de sudor hacía brillar su frente, e impulsada por su instinto protector y su siempre acertada intuición, posó su mano en su frente, apartándola casi al segundo siguiente. —Tiene fiebre. — Dijo contrayendo su extremidad a a vez que el entendimiento atravesaba su rostro, hasta que la fina voz de la contraria se escuchó.

Omega... — Murmuró la Alfa removiéndose entre las sábanas, quejándose como si se encontrara en medio de una pesadilla.

—¿Sana? — La llamó Jihyo intentando despertarla, con el pensamiento de hacerla reaccionar lo antes posible para ayudarla, sacudiendo suavemente su hombro con el fin de lograrlo.

Omega... — Repitió la pelirroja, arrugando su entrecejo a medida que su respiración se agitaba, lo que convenció a la coreana de que lo que fuera que estuviera soñando, era lo suficiente grave para dejarla en ese estado.

—Está delirando. — Suspiró nuevamente, antes de ver como la Alfa se sentaba en la cama, sorprendiéndola con un fuerte abrazo que la hizo gritar. —¡Aah! — Su voz fue amortiguada por el agarre de la pelirroja que enterró su cabeza en su cuello inhalando profundamente antes de soltar un ronco gruñido que la ofendió y la hizo alejarse. —¿Que te pasa? ¡No me gruñas estúpida Alfa! — La reprendió con el ceño ligeramente fruncido, preguntándose que era lo que pretendía la japonesa con aquel extraño arrebato.

Mientras la japonesa volvía en sí luego de varios parpadeos, cayendo en cuenta de porque a su lobo le había disgustado aquel olor. —¿Jihyo? — Cuestionó, a la vez que el rubor en sus mejillas se intensificaba producto de la vergüenza.

—Si, sorpresa Sana-chan, ahora vuelve a la cama. — Pidió empujando los hombros de la Alfa hasta dejarla acostada otra vez. —Iré por algunas compresas para bajarte la fiebre. — Contó recibiendo a cambio, una mirada confundida.

—Pero no tengo fiebre. — Aseguró Sana, aunque no entendía porque la contraria había dicho tal cosa.

—Y yo no soy Beta. — Rodó los ojos la Beta. —¿Sabes que? — Dijo levantándose de repente, bajo la mirada apagada de la japonesa. —Ve a bañarte antes. — Ordenó con firmeza, escuchando como la japonesa simplemente bufaba. —¿Sabes donde está Nayeon? — Preguntó notando como el brillo iluminaba la mirada de la contraria con la simple mención de la Omega mayor.

Pero su alegría fue tan fugaz que enterneció su corazón, pues Sana no tardó en acercar sus rodillas a su pecho, abrazándose a sí misma con una expresión triste en su rostro, mientras Jihyo solo la observaba en silencio.

La Omega, se fue... — Contó, con un tierno puchero apareciendo en su boca para completar su expresión lastimera. —Con su madre. — Completó soltando un profundo suspiro.

Eso lo explica. — Murmuró para sí misma llevándose sus dedos al mentón, entendiendo el estado tan decaído de la contraria, antes de sacudir su cabeza y dar un par de aplausos para llamar su atención. —Ahora al baño, vamos. — Ordenó siendo obedecida al segundo siguiente por la tierna Alfa que sin borrar el puchero de su rostro se dirigió despacio al baño arrastrando los pies.

Y sólo cuando escuchó el agua de la regadera caer, salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Pensó en dirigirse a la habitación de la mayor de las japonesas para solicitar un poco de ayuda con su desanimada compatriota, pero una notificación en su teléfono la hizo detenerse a mitad del camino.

Desde la presentación y todos los momentos de angustia que habían debido enfrentar, optó por unirse a un blog informativos sobre lobos, nunca se había animado a comentar o publicar algo, simplemente era una participante anónima más, siempre al pendiente de los boletines que cada semana eran publicados por diferentes expertos en la plataforma y que le ayudaban a entender un poco mejor las personalidades de cada género.

Pero entre una preocupación y otra, con las promociones de su último Comeback y las repentinas actividades que se acumularon en sus agendas, había dejado de lado aquellas tardes que le dedicaba a la lectura de dichas noticias, y tras ver la aquella notificación, se lamentó el haberlo hecho.

—¿Luna llena? — Sus párpados se ampliaron al leer el título de la notificación, dando clic sobre el enlace que la llevo directo al artículo completo. —¿Justo hoy? — Cuestionó con incredulidad, sin detener su lectura o entender porque no había escuchado sobre ello antes. —Esto será un desastre. — Concluyó, llevando una de sus manos a su cabeza en medio de un profundo suspiro que estaba segura no era el único que escaparía de sus labios esa noche.

No sabía si sus mánagers estaban al tanto de eso, pero si no era el caso, entonces ella misma se encargaría de informarles, pues si algo le preocupaba era la seguridad de sus chicas y entre más ayuda recibiera, mejor.

No obstante, tenía que asegurarse de que las chicas que tenía cerca fueran las primeras en estar bien.

Y mientras en la residencia de Twice las chicas pasaban ratos divertidos y cómodos en los brazos de las demás, quien no lo pasaba tan bien era precisamente Mina.

Aunque fuera de la notable tensión entre ella y el Alfa de ojos Avellana, la japonesa no tenía palabras para describir los acontecimientos de los últimos días, ya había recibido varias lecciones en la residencia Beta, era cierto, pero que otro Alfa le diera lecciones a partir de su propia experiencia con su lobo como lo estaba haciendo Yoo Changjoon, le dejó muchas cosas que pensar.

Y no solo se trataba sobre el manejo de las emociones para no terminar perdiendo el control y trasformarse frente a todos, o del equilibrio de su parte animal y su parte humana, todo iba más allá.

Al igual que Jeongyeon, Mina había crecido en una familia amorosa, en la que el Alfa era protector y afectuoso, y pese a que su madre no era Omega, ella y su hermano eran testigos del cariño y respeto que su padre sentía por ella.

Pero fue algo que Changjoon le hizo entender desde otro punto de vista, uno más allá de su orgullo e instinto, el compromiso que un Alfa tenía consigo mismo de proteger, amar y hacer feliz a su pareja.

Un compromiso que de no cumplirlo no solo lo convertiría en un fracaso como lobo, líder y Alfa, sino que su propia naturaleza se vería afectada en el proceso.

Changjoon le hizo entender que la fortaleza de un Alfa no estaba en su fuerza de sus músculos, la intensidad de su olor o el tamaño de sus colmillos, sino en su capacidad de comprometerse a luchar por el bienestar e integridad de su Omega.

Entonces cayó en cuenta de varias cosas, la primera era el porque Jeongyeon, quien también había sido arrastrada con ella a esas lecciones, observando como su padre la llevaba al límite para después ayudarla a volver en sí misma, lo admiraba tanto.

La segunda era que definitivamente tenía mucho que aprender de aquel hombre como persona y como Alfa, pues del mismo modo que el castaño podía controlar a su lobo, sacarle provecho a sus instintos y tener consciencia de donde cuando usar su voz de Alfa sin ser cuestionado, invertía la misma fuerza en proteger a quienes amaba, en ayudar a aquellos cercanos a su corazón y odiar a quien realmente lo mereciera, lo que en sus propias palabras era un desgaste de energías innecesario.

Y la tercera tenía que ver con las razones que tuvieron los Yoo como familia para decidir intervenir en su impregnación, mismas que tenían que ver con sus ideales y la integridad de los involucrados en aquel proceso.

El problema era que más allá de todas esas lecciones, por alguna razón las inseguridades de Mina habían incrementado esos días, no es que fracasara en el control de su temperamento, dado que tenía el carácter para manejar eso, pero sentía que la única razón por la que lograba calmarse era por que cada vez que se perdía, hallaba la forma de conectar su mirada a la de Jeongyeon y volver a la realidad en la que el Alfa le indicaba que pasos seguir, y eso no le gustaba, al menos no tanto.

Porque si Jeongyeon se convertía en su salvavidas, ¿qué sería de ella cuando la Omega no estuviera cerca? ¿Sería capaz de comportarse o por el contrario sus instintos la cegarían?

Se sentía impotente y frustrada debido a eso, como si solo estuviera esperando el momento de sacar todas esas emociones, lo que a su vez le aterraba porque no deseaba lastimar a quienes la rodeaban, por mucho que camuflajeara aquel malestar.

Y eran inseguridades que cierto Alfa de ojos avellana no había pasado por alto, y que buscaría llevar al límite, hasta lograr su objetivo. —¿No puedes dormir pequeña Mina? — Mina maldijo cuando al entrar a la cocina escuchó la voz de Insoo a sus espaldas, debió haberle hecho caso a Jeongyeon y permanecer en la cama acurrucada a su lado, eso era millones de veces más agradable.

Pero como ya estaba allí, se dedicó a hacer lo que tenía previsto, tomar un vaso de agua y volver, algo sencillo si tenía un poco de autocontrol. —Le agradecería si nos evitaramos la conversación. — Pidió, dirigiéndose a la nevera con un vaso de cristal en su mano, rogándole al cielo porque el castaño decidiera dejarla en paz, su lobo había estado inquieto toda la noche por alguna razón, y honestamente no se sentía de ánimos para soportarlo.

No tengo problema con eso. — Insoo tenía un grueso libro en sus manos, Mina lo dedujo por el sonido de este cerrándose de un solo movimiento, creyendo que luego de eso, el mayor se retiraría y la dejaría tranquila de una vez por todas.

Pero grande fue su sorpresa cuando después de servir el agua en su vaso, el Alfa apareció a su lado provocándole un pequeño susto que casi tuvo como consecuencia, el dejarlo caer.

Sin embargo, hay algo que me gustaría preguntarte antes. — Contó Insoo, y sin otra opción que escucharlo, luego de tomar su agua de una sola vez, Mina lo miró con desdén, sospechando que no le gustaría lo que fuera que este deseara preguntar. —¿Hasta cuando seguirás guardándote esa rabia que sientes, solo por evitar conversaciones incómodas? — Soltó de golpe, y la mandíbula de Mina se tensó.

No sé de que habla. — Bramó, apretando sus labios a la vez que endurecía su expresión. —¿Ahora también inventará cosas sobre mi? ¿Es tan difícil aceptar que siempre seré superior a usted? — Interrogó sosteniendo la mirada, no se dejaría intimidar por el castaño, aunque este se haya cuenta de una de sus más grandes inquietudes.

Por eso luego de un par de segundos en silencio, decidió que lo mejor era alejarse, mantenerse lo mas lejos posible de Insoo y la absurda guerra que este había iniciado en su contra desde la primera vez que la vio.

Creyendo ingenuamente que con eso el castaño detendría sus ataques. —Puede que no sepa lo que se siente ser un Alfa puro... — Lo escuchó a decir, provocando que detuviera sus pasos sin atreverse a voltear. —Pero sé lo que la edad y la experiencia me han permitido, y me atrevería a jurar que no obtendrás ningún beneficio de eso. — La burla en su tono no pasó desapercibida para ella, ¿como osaba opinar algo sobre su vida como si de verdad la conociera?

Sus puños se apretaron al igual que su mandíbula, y una vena en su cuello se marcó, mientras la inquietud de su lobo aumentaba. Sabía que aquello solo era parte de las provocaciones de Insoo, quien intensificó su olor con el fin molestarla, pero no pudo evitar ponerse a la defensiva. —Usted, no sabe nada. — Declaró mirándolo por sobre su hombro, con sus ojos brillando en aquel atractivo azul, que sin darse cuenta había dejado en evidencia el control de su lobo sobre su razón.

—Solo hay dos enemigos de un Alfa, Mina. — Comentó el castaño ignorando su estado y las señales que le estaba enviando para que se detuviera de una vez, caminando hasta ella y rodeándola, analizando detalladamente su expresión y la forma en la que luchaba por controlarse. —Su miedo a lastimar a los que aman en un arrebato de su ira... — Agregó y con ello obtuvo una nueva reacción de la rubia. —Y la misma rabia que en este momento te está consumiendo y que no te deja dormir por las noches. — Continuó, viendo como su respiración empezaba a acelerarse. —¿Crees que no lo he notado? ¿Porqué estás tan molesta? — Cuestionó ladeando su rostro, mientras su maliciosa mirada se posaba en sus facciones. —¿Quién es el responsable de esa rabia que tanto deseas descargar en mi contra? — Se burló, y con eso todo el esfuerzo de Mina por controlarse, se fue por la borda.

—¡CALLESE YA! — Exigió tomándolo del cuello antes de estrellar su anatomía contra la pared más cercana, ignorando quejido que salió de sus labios, su único objetivo era detenerlo y si esa era la única forma, entonces lo haría.

—¿O que? — Logró decir Insoo, pese a la posición en la que se encontraba aún mantenía una sonrisa cargada en burla en su rostro, como si aquello no fuera gran cosa para él, aún cuando su rostro empezaba a tornarse tan rojo como el de la rubia. —¿Le dirás a Jeongyeon? De seguro ella no tiene idea de que la chica que la acompaña es una bomba de tiempo. — Agregó dedicándole una mirada desaprobatoria que no hizo más que aumentar su rabia.

Silencio. — Gruñó con furia, aunque sus ojos habían empezado a cristalizarse, pensando que tal vez el castaño tenía razón, que era una amenaza para Jeongyeon, y que la Omega no tenía porque salir perjudicada por ella.

—¿Me golpearás? — Cuestionó el castaño con burla, a pesar de que el agarre en su cuello se intensificaba, mientras la rubia simplemente le gruñía desde lo más profundo de su pecho mirándolo con rabia y el tentador deseo de callarlo de una vez por todas.

Pero ni siquiera cuando percibió eso y la escuchó, el contrario se inmutó. —No lo creo, ¿sabes porque? — Preguntó divertido, logrando que en un descuido Mina aflojara su agarre, dándole oportunidad de empujarla bruscamente hasta hacerla retroceder y soltarlo. —Porque esa misma rabia y miedo te hacen débil. — Afirmó masajeando su cuello despacio, avanzando en su dirección con una sonrisa socarrona plasmada en su rostro, viendo como la rubia retrocedía tras cada paso que él daba. —Y no importa si tienes los mismos dones de un Zeta, mientras no los controles, ellos te controlarán a ti. — Seguía diciendo provocando que la determinación que segundos antes brillaba en aquellos ojos azules poco a poco fuera transformándose en miedo y culpa. —Te volverán débil y una amenaza para todos los que amas. — Sentenció mientras Mina negaba y cubría sus orejas con sus manos.

Eso no podía ser verdad, no podía permitir que por sus problemas las personas que le importaban salieran lastimadas, tenía que haber algo que pudiera hacer, Insoo no podía tener razón.

—¡NO! — Gritó con su marcada voz de Alfa resonando en la habitación, dándole un último empujón al ojiavellana antes de salir corriendo de allí.

La adrenalina recorría todo su sistema y el dolor en su pecho era capaz de superar el que empezó a propagarse por sus músculos, por lo que de un movimiento se quitó su camisa lanzándola lejos de ella y corrió sin mirar atrás, como si supiera lo que se aproximaba.

Y como si lo hubiera esperado, su cuerpo fue cambiando de su estilizada figura de bailarina al de aquel gran lobo blanco que seguía sus instintos y buscaba alguna forma de callar las voces en su cabeza, mismas que empezaban a atormentarla y hacerla perder el sentido de orientación.

Mientras en el interior de la casa, una preocupada Jeongyeon seguida de sus padres bajaba las escaleras y llegaba a la cocina encontrando un silencioso Insoo con la mirada fija en la puerta, asimilando lo sencillo que había sido provocar a aquel impresionante lobo.

—¿Que fue eso? — Preguntó la chica, logrando que el castaño maldijera por lo bajo al escucharla, antes de dirigir su mirada al mismo lugar que él. —¿Mina? — Cuestionó al ver la prenda que momentos antes usaba la Alfa tirada en medio del patio, dirigiéndose a ella y tomándola entre sus manos sin pensarlo los veces.

Algo estaba mal, lo supo desde el instante en que despertó sin la rubia a su lado y escuchó esos ruidos extraños en la cocina, pero no quería sacar conclusiones apresuradas.

Y por suerte, o más bien mala suerte, Insoo estaba allí para hacerle saber lo que ocurrió, de algún modo. —Justo como lo predije, tu chica no pudo controlarse. — Comentó este con un peligroso tono de insinuación que la hizo fruncir el ceño, mientras se masajeaba el cuello.

Debido a la rapidez con la que pasó por su lado, Jeongyeon no se había dado cuenta de ello, pero ahora que lo veía a detalle, notaba las marcas que este tenía alrededor de su cuello, y estaba segura de que habían sido hechas por Mina, lo cual le alegraba mucho.

No obstante, no pudo evitar preocuparse por los motivos que llevaron a la japonesa a actuar de esa forma, algo muy grave debió ocurrir para que terminara por atacar al mayor, o en el peor de los casos, a defenderse de él.

No es verdad ¡¿QUE FUE LO QUE HICISTE?! — Le preguntó enfrentándolo sin una pizca de vacilación en su voz y mucho menos en su mirada, que fue atravesada por un destello de odio hacia él.

Sin embargo, el Alfa no se quedó atrás, luego de ser ligeramente empujado por la ojiverde, apretó los labios con fastidio. —¿Y porque asumes que hice algo? — Cuestionó haciéndose el ofendido. —Esa chica es inestable emocionalmente, es una Alfa pura después de todo. — Soltó mirándola con desdén.

Lo que provocó que la sangre de Jeongyeon se calentara pues si había tenido dudas sobre su culpabilidad, ahora estaba segura de que había sido él quien orilló a la japonesa a actuar de ese modo antes de terminar huyendo.

—¡DEJA DE MENTIR! — Gritó alcanzando a darle un par de golpes en el pecho, mismos que de no ser por la intervención de Changjoon, quien la tomó de la cintura levantándola de un solo movimiento para alejarla de él, se habrían prolongado y extendido hasta su rostro.

Jeongyeon, tranquila linda. — Pidió el alfa de ojos ámbar con la calma que le caracterizaba, liberando sus feromonas relajantes con el fin de ayudarla, sintiendo como la menor se retorcía en su agarre.

Descuida cariño. — Agregó Sunjin interviniendo por primera vez en la conversa, acercándose a la ojiverde para dejar un par de caricias sobre sus mejillas. —Ella estará bien. — Aseguró con suavidad en el momento que sus miradas se cruzaron, reconociendo aquel sentimiento de angustia en sus bonitos ojos.

Y aunque no podía negar que aquellas palabras y esa mirada cargada en de empatía habían ayudado en gran medida a calmar su furia, su resentimiento hacia el Alfa seguía latente, por lo que tan pronto apartó la mirada de su madre, se dirigió a él. —Si algo le sucede a Mina... — Espetó mirándolo con odio, aunque las lágrimas habían empezado a cristalizar sus ojos y un nudo se había formado en su garganta.

Insoo en cambio, la miró con curiosidad, elevando una de sus cejas evidentemente sorprendido por su valentía para amenazarlo de ese modo. —No te esfuerces en parecer fuerte, pequeña, sigues siendo solo una Omega, no podrás enfrentarme. — Se atrevió a burlarse, recibiendo una mirada desaprobatoria de parte de su hermano, que solo apretó la mandíbula con impotencia.

Pues adivina ¿Qué? No tendré que hacerlo yo. — Se apresuró a aclarar la Omega, aún siendo sostenida por su papá, quien compartió una mirada sorprendida con su esposa, sin entender a lo que se refería, hasta que continuó explicando todo. —Enterate que Mina no es la única Alfa pura de nuestro grupo y que si ella decide venir contra ti, no la detendré. — Sentenció devolviéndole la sonrisa burlona y el Alfa no pudo evitar tragar con dificultad, aunque se encargó de no mostrar temor frente a la decidida Omega, que tan pronto como dijo esas palabras, salió del agarre de un aturdido Changjoon y subió las escaleras seguida de sus padres.

Puede que si haya actuado de forma irresponsable y que no haya medido el límite de sus provocaciones, pero todo se trataba de un juego, además sabía que nada le sucedería a la rubia.

No podía ocurrirle nada, o definitivamente estaría perdido.

No me gustaría estar en el lugar de Yoo Insoo en estos momentos.

En otros temas, finalmente tendremos interacción de los lobos de todas, así que espero estén preparados.

Hetero el que no comente cuanto lo desea.
(⁠◕⁠દ⁠◕⁠)

No, en serio, se viene transformación y un capítulo súper largo, así que esperenlo...

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