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XXII : Lugar Seguro

Se supone que sería un actualización doble, pero mañana subo el otro.

Justo como había propuesto la japonesa en un principio, ahora caminaba de la mano de la Omega por la orilla aquel famoso río.

Nayeon se encontraba disfrutando de las luces de colores en el agua, un maravilloso espectáculo a la vista, mientras Sana, fascinada por la forma en la que aquellas luces iluminaban el rostro de la Omega, se había perdido en sus pensamientos sorprendiendo a la pelinegra que no entendió su repentino silencio, terminando por perderse en su mente también.

La coreana se preguntaba porque no se había detenido antes a mirarla más allá de su sonrisa, del brillo en su mirada y del cariño que siempre daba a todos.

Respondiéndose a sí misma que al igual que todos sus fans y la mayoría de las personas que las conocían a través de una cámara y se concentraban en la feminidad y elegancia de la menor de las japonesas y las habilidades de baile de la mayor, ella tampoco se había dedicado a conocer a Sana de otra forma que no fuera como compañera.

Y es cierto que habían compartido muchos momentos antes, eran años de convivencia que por muy concentrada que estuviera en Mina no perdían importancia, pero que Sana le abriera cada puerta, que le brindara su mano para ayudarla a bajar de el vehículo, que moviera su silla y que la tratase como si de una princesa se tratase, la dejó completamente fascinada.

Aunque claro, había algo que estaba pasando por alto y era el hecho de que tanto ella como la silenciosa chica a su lado habían cambiado mucho las últimas semanas.

Ella ya no era la chica que rogaba al cielo ser Alfa y Sana no había resultado ser la Omega que sus padres tenían previsto, ella había resultado ser una Omega a la que cuidar y proteger y Sana, una Alfa que en el camino de adaptación a su inesperado género parecía buscar algo a lo que aferrarse, algo que proteger y amar, y que a la vez le hiciera sentir que la madre luna no se había equivocado con su decisión.

¿Y como era que Nayeon sabía todo eso? Simple, la escena del puente le permitió conectarse con la pelirroja de una forma que había escuchado solo ocurría pocas veces, a pesar de que esta se alejó de ella, y a pesar de que la dejó alejarse mientras su lobo se quejaba en su interior.

Por un momento había logrado ver más allá de la Sana risueña y cariñosa que todos conocían y había encontrado algo más, un alma que anhelaba algo más grande que sí misma, algo que Nayeon entendió y deseó poder darle.

Pero por supuesto que jamás admitiría eso en voz alta, no cuando tenía un objetivo muy claro: ella sería la Omega de Mina, aunque fuera Sana quien se encontrara sosteniéndola, aunque fuera su calor el que la rodeara de aquella forma tan agradable, aunque fuera ella quien la impregnaría y aunque tuviera que enfrentarse a su propia naturaleza por conseguirlo.

De pronto sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de su celular, deteniendo su caminata y separándose de Sana para comprobar de quien se trataba antes de contestar.

—¡Hey Jihyo! — Saludó a la Beta, escuchando como esta mencionaba algo sobre la cena, con la mirada atenta de la Alfa sobre ella. —Si, nosotras ya cenamos, pero seguimos de paseo. — Respondió llevando una de sus uñas a su boca, antes de que Sana le impidiera el morderla como deseaba tomando su mano para entrelazar sus dedos, ignorando lo que eso le haría a su corazón, aunque sabía que su gesto tenía buenas intenciones.

“Si, si como sea, solo no vuelvan demasiado tarde de su cita ¿De acuerdo?”

Su aliento se congeló tan pronto como escuchó aquellas palabras de la Beta, y agradeció no haber elegido poner el altavoz pues de lo contrario su vergüenza habría sido mayor. —¿Pero que te pasa? — Reclamó entre susurros girándose para que Sana no lograra ver su rostro enrojecido.

Ignorando que hace rato había sido delatada por sus feromonas, y que en los labios de la Alfa, se encontraba bailando una divertida sonrisa, que solo por educación esta no permitió que terminara de formarse. 

“¡Vivan las novias!”
“¡Momo!”

Esta vez escuchó la voz de la japonesa mayor y el efecto en su cuerpo fue inmediato, su corazón se aceleró. —¡Estúpido mapache! Cierra la boca. — No es que tuviera algo en contra de la Alfa pelinegra, pero escuchar aquella palabra entre sus vitoreos, movió muchas cosas en ella, y le era más sencillo cubrir su nerviosismo con molestia, que admitirlo.

Fue una suerte que Jihyo siguiera tras la línea y luego de aquello lograra controlar a la energética y ocurrente Alfa.

“De acuerdo, hora de colgar, nos vemos mañana Unnie.”

Para cuando la Beta se despidió, Sana se había encargado de mantener su paseo en curso y habían llegado a una de las bancas disponibles en el lugar, arrastrándola consigo cuando se sentó, debido a que se negaba a deshacerse el agarre en sus manos.

—¿Todo bien Unnie? — Habló la japonesa mirándola expectante, sintiendo como la dulzura de su olor se intensificaba.

—Esa Momo ¿Como se atreve? Ya verá... — Murmuraba por lo bajo, ignorando por completo su pregunta, apretando su celular mientras se imaginaba el rostro de la japonesa mayor, entendiendo por un instante los métodos de disciplina que empleaba Jihyo.

En ese momento, según ella, la japonesa mayor no solo necesitaba un poco de disciplina, necesitaba mucha y estaba dispuesta a desquitarse con ella tan pronto la viera.

Todo hasta que Sana notó su acción y con su mano libre le quitó el aparato, sacándola de su mente y obligándola a mirarla. —Hey tranquila ¿Que fue lo que te dijo? — Preguntó la pelirroja con algo de preocupación en su mirada y una ligera arruga formándose en su frente debido a su ceño fruncido.

—Es que ella... — Nayeon realmente estaba lista para empezar a soltar sus quejas contra el mundo si era posible, contra las repentinas palabras de sus compañeras en aquella extraña llamada, con los reclamos perfectos para iniciar uno de sus dramas justo en ese lugar, en la punta de su lengua.

Pero cuando sus miradas chocaron y se dio cuenta de la calma en aquellos ojos dorados, sus labios se apretaron y suspiró decidiendo dejarlo pasar. —Nada, olvídalo. — Pidió posando su mirada al frente, por alguna razón, sus pensamientos la hicieron avergonzarse y le molestaba no entender el porqué.

Solo se trataba de Sana, la chica había sido testigo de muchas de sus escenas en el pasado, pero ahora, había algo diferente en ella, e iba más allá de su relación y de lo que sabían de la otra.

Era algo que la impulsaba a actuar con cautela y a la vez a olvidarse del mundo y dejarse llevar, llegando a la conclusión de que necesitaba visitar a su terapeuta lo más pronto posible.

Una pequeña sonrisa provocó que las comisuras de Sana se elevaran ligeramente, agregándole a su rostro aquella ternura que incitaba a cualquiera a apretar sus mejillas, tan adorable y atractiva a la vez, que Nayeon tragó despacio. —Bueno, esta bien ¿Hay algo más que quieras hacer? — Su pregunta provocó que la Omega la observara con curiosidad, ¿aún quería llevarla a otro lugar? —¿Ya tienes sueño? — Quiso saber a la expectativa de su respuesta.

Y sin cambiar su expresión de curiosidad, Nayeon enarco una de sus cejas. —De hecho no. — Respondió con sinceridad, pues cualquier rastro de sueño se había esfumado de su organismo gracias a aquella dosis de nerviosismo y rabia que experimentó momentos antes. —¿Tienes algo en mente? — Fue su turno de preguntar y cuando la mirada de Sana se iluminó a la vez que una traviesa sonrisa crecía en su rostro, se dio por respondida. —Bien, esa sonrisa me dice que si. — Contagiarse de su mueca le fue inevitable, pero no tuvo demasiado tiempo para disfrutar de eso cuando la Alfa la se levantó y gracias al agarre en sus manos la arrastró con ella.

—Ven conmigo. — Habló cuando iniciaron su caminata, parecía ansiosa y a la vez decidida mientras avanzaba, cuidando la fuerza de su agarre para no ser demasiado brusca con la Omega, brindándole aún la oportunidad de hablar.

—¿Que? ¿Pero a donde vamos? — Preguntó Nayeon observando como poco a poco el panorama a su alrededor iba cambiando. —No nos perderemos ¿Verdad? — Cuestionó al darse cuenta de que estaban por entrar a una zona boscosa, y con los antecedentes de ambas para las direcciones, no estaba segura de que tan buena era aquella idea.

Y Sana debió notarlo, pues cuando miró por sobre su hombro y se encontró con la vacilación en su mirada, distinguiendo un rastro de indecisión en sus feromonas, se detuvo brindándole una cálida y comprensiva sonrisa antes de voltear.

No te preocupes Unnie, yo jamás permitiría que algo malo te pasara, además sospecho que esto en verdad te gustará. — Nayeon quería asociar la reacción de su cuerpo con aquellas palabras, aquella hermosa promesa que le sacó una amplia sonrisa, pero la verdad era que fueron los sentimientos en la mirada de Sana junto al agarre en sus manos, mismo que la alfa se había encargado de extender a sus dos extremidades, lo que provocó que sus orejas se calentaran y su corazón volviera a acelerarse.

—¿Como es que... — ¿Lo haces parecer tan fácil? Trató de decir, antes de que la japonesa la interrumpiera alejándose de su agarre y dándole la espalda.

—Sube a mi espalda. — Ofreció de repente, inclinando ligeramente sus rodillas para facilitarle las cosas, sin darse cuenta de la forma en la que los párpados de la Omega se ampliaron.

—Puedo ir sola, de verdad. — Se negó retrocediendo sin darse cuenta, jamás habría imaginado que la cordialidad de la japonesa llegara a ese punto, y tampoco que se encontraría avergonzándose por ser llevada en su espalda, después de todo era algo que entre todas hacían cada que tenían oportunidad.

Por favor, así no te cansarás y podremos volver antes. — Insistió la Alfa sin levantarse, apoyándose de una de sus manos para no caer cuando se volteó a mirarla de nuevo.

Nayeon mordió su labio dudando sobre si aceptar o no, la verdad era que si se moría por ser cargada por Sana, imaginar el calor de su cuerpo cubriéndola y su olor tan cerca de ella le agradó al instante, pero era precisamente eso lo que la hacía dudar, el que aquella cercanía le gustara demasiado.

No obstante un nuevo vistazo al rostro de la japonesa y la sincera disposición que brillaba en su mirada, tan transparente y alejada de segundas intenciones, terminó por convencerla. —Solo porque conoces el camino ¿De acuerdo? — Aclaró rápidamente, reprimiendo la sonrisa que bailaba en sus labios.

—De acuerdo. — Apoyó Sana sonriendo triunfal, antes de girarse, sintiendo como la mayor subía a su espalda rodeando su torso con sus piernas, y sus hombros con sus brazos, mientras ella la sostenía y hacía todo por que se encontrara cómoda, que sintiera todo el calor de su cuerpo protegerla del frío y que se mantuviera segura en sus brazos.

Y aunque seguía firme en su decisión de no revelarle sus sentimientos a Nayeon, extraños pensamientos llegaron a su mente ¿Como sería la situación si fuera la Omega quien diera el primer paso?

¿Y si fuera Nayeon quien la besara como tanto deseaba en el puente, entonces que haría?

¿La alejaría o por el contrario disfrutaría de ello, por efímero que fuera?

No podía estar segura de si su respuesta a eso era positiva o negativa, pero si algo podía asegurar era que cada segundo al lado de la pelinegra, se sentía demasiado mágico como para no guardarlo para siempre en su memoria.

Nayeon por su parte, iba bastante cómoda, incluso se atrevió a recostar su mejilla en un lugar demasiado cercano a su cuello, ignorando que debido a eso el cuerpo de la Alfa se estremeció y su corazón amenazó con salirse de su pecho debido a la rapidez con la que empezó a latir.

Fue tal el efecto que la Omega tuvo en ella que perdió la noción del tiempo y solo cuando llegó frente a aquella cascada sobre la que brillaba una media luna, se dio cuenta de que habían llegado a su destino.

—¿Es aquí? — Preguntó Nayeon con voz suave, casi adormilada debido a lo cómoda que se encontraba, acariciando los oídos de Sana cual delicado terciopelo, devolviéndola a la realidad.

Si, es un lugar que muy pocos conocen al parecer. — Rió nerviosa, inclinándose para que la mayor bajara, suspirando aliviada tan pronto como sus cuerpos se separaron, pero no porque estuviera cansada, sino porque ya no corría el riesgo, de que la Omega notara el estado en el que la había dejado su cercanía.

—¿Y cómo lo encontraste? — Preguntó Nayeon, contemplando el entorno sin poder contener su asombro y sonrisa, aunque la realidad era que la imagen de Sana en medio de aquel lugar que parecía pertenecer a otro mundo, la había atrapado por algunos segundos.

Algo que por supuesto, nunca se atrevería a aceptar en voz alta.

Mi oído me ayudó. — Contestó la Alfa, sonriendo con orgullo por haber logrado impresionar a la Omega, deleitando su vista con el hermoso paisaje a su alrededor, que iluminado por la tenue luz de la luna le daba un toque casi mágico.

Es hermoso. — Comentó la pelinegra, adelantándose unos pasos a ella, la fresca brisa de la noche movía su oscuro cabello y con ello, algo despertó en la japonesa.

Lo es, además... — Empezó a decir, sin apartar su mirada verdosa de los rasgos ajenos, como si la propia naturaleza y la noche se estuvieran encargando de favorecerla sin que ella lo imaginara. —La forma en la que cubre todos los sonidos del exterior... — Se acercó hasta ella, haciendo algo que dejó a Nayeon pasmada en su sitio.

Con cuidado se paró tras ella y la abrazó por la espalda, apoyando su mentón en su hombro, cerrando sus ojos luego de aspirar de cerca su dulce olor.

Y aunque seguía sorprendida y con la mente en blanco, aún así la pelinegra se las arregló para responder. —Es como, un llamado de la naturaleza. — Dijo completando la frase que hizo sonreír a la Alfa, antes de animarse y unir sus manos sobre su abdomen correspondiendo su muestra de afecto.

Sana no había planeado hacer aquello, el deseo de abrazar a la Omega, rodearla con sus brazos y sentir su calor surgió desde lo más profundo de su ser, apagando por un segundo su razonamiento, incitándole a seguir sus instintos y hacer lo que realmente quería en ese momento. —Un lugar seguro. — Agregó, agradeciendo por primera vez a la luna por haber decidido convertirla en Alfa y por poder disfrutar de la compañía de la Omega, por efímero que fuera.

Pero sobretodo por haber encontrado ese mágico lugar que a partir de ese día, estaba segura sería uno más de los secretos que las unían.

En cuanto a Mina se refería, la rubia japonesa había perdido la cuenta de las veces que debió contenerse para no lanzarse sobre aquel “desagradable” integrante de la familia Yoo.

Todo había iniciado cuando bajaron las escaleras, después de instalarse en su habitación.

Se suponía que Jeongyeon le daría un recorrido por los espacios de la casa en la que tenía tantos hermosos recuerdos de su niñez con su familia, pero el indeseado Alfa no las dejó a solas en ningún momento, soltando comentarios fuera de lugar, tan despectivos sobre los Omegas que según él había conocido y que le habían pagado injustamente al abandonarlo, unidos a las provocaciones que la rubia no había pasado por alto.

Ella entendía el sentido de competitividad y posesividad de un Alfa, lo había experimentado las últimas semanas más que nunca en su vida, sin embargo los gruñidos y la forma en la que el olor del castaño se intensificaba cuando se encontraban en la misma habitación, le parecía igual de molesto que absurdo, por lo que no podía evitar que su lobo se sintiera ofendido ante sus inútiles intentos de provocarla.

Hasta que la hora de la cena llegó y Jeongyeon y ella tuvieron que acompañarlos a todos en el comedor.

Todos eran testigos de la sonrisa del Alfa así como de su intensa y para nada discreta mirada sobre Jeongyeon, después de todo las feromonas incómodas de la Omega dejaban en evidencia su estado, pero por algún motivo todos parecían ignorarlo, y por no irrespetar la residencia Yoo, Mina contuvo el gruñido que deseaba dirigir al mayor.

Y supuso que fue casi tan sutil para ocultar su rabia como lo estaba siendo Insoo para mirar a Jeongyeon como un trozo de carne, pues Seoyeon que era otra de las que empezaba a incomodarse por la actitud de su tío, intentó sacar una conversación que desviara la atención de todos y disminuyera la tensión que ya no podía ocultarse entre la rubia y el otro Alfa.

Siendo totalmente en vano cuando el hombre, sin apartar su mirada de la ojiverde, mordió su labio de una forma tan obscena, que Mina explotó.

—¡BASTA! — Bramó levantándose de la mesa, dando un fuerte manotazo junto a su plato, con el rostro completamente enrojecido de furia y la mirada brillando en un tono azul que alarmó y a la vez maravilló a Jeongyeon, quien se sobresaltó igual que su madre y hermana al notar que estaba al borde de una transformación frente a todos, con las manos cerradas en puños y la mandíbula apretada, sin aparar sus ojos del contrario.

Minari... — La llamó en un intento de evitar la escena que muy en el fondo, y gracias al molesto de su tío, había estado presintiendo todo el rato que llevaban allí.

Pero en cuanto hizo ademán de levantarse para acercarse a ella, la rubia la detuvo. —Por favor Unnie, no te acerques a mi ahora. — Le pidió sin volverse a mirarla, con la voz tornándose más profunda, pero sin perder su toque cariñoso, algo que cambió cuando se dirigió al Alfa. —Y usted detenga esto de una vez. — No era una orden y tampoco era una petición, la Omega pudo deducirlo tan pronto como la mirada profunda de la chica brillo, era una firme advertencia que la rubia estaba dispuesta a llevar al límite.

Y eso le asustaba, pues no estaba segura de hasta que punto Insoo o su padre permitirían aquello.

Estaba rogándole al cielo porque el mayor la ignorara y decidiera detener cualquier juego que cruzara su mente, le aterraba la simple idea de Mina enfrentándolo, y no porque no confiara en sus capacidades, pero debió haber sospechado que para el mayor, fastidiarle la vida era mucho mas divertido que dar su brazo a torcer.

—¿Me hablas a mí? — Cuestionó haciéndose el desentendido, señalándose como si no hubiera esperado aquel reclamo. —Porque no sé a que te refieres. — Agregó, llevando la copa de cristal hasta sus labios, escondiendo tras ella una descarada sonrisa que no hizo más que enfurecer a la japonesa.

No permitiré que continúe viendo a Jeongyeon de ese modo, ella es su sobrina. — Reclamó, con los músculos de su mandíbula y cuello marcándose tras cada palabra que salía de su boca, decir que estaba eufórica era poco, y la intensa oleada de feromonas con su fresco olor, que invadió el lugar, fueron prueba de ello.

—Y la miro como tal, niña. — Volvió a decir Insoo, contradiciendo sus palabras con toda la intensión de seguir molestándola. —¿Lo ves hermanito? Por esto no se puede confiar en un Alfa puro, son tan celosos y posesivos que no paran de imaginar cosas. — Comentó con serenidad, dirigiendo su mirada descarada al rostro de su hermano antes de volver a posarla en la rubia, quien no podía creer que en serio estuviera sugiriendo eso.

Mina, estoy seguro de que esto es un mal entendido. — Intervino Changjoon y una risa sin gracia salió de los labios de la japonesa, a la vez que dirigía su mirada cargada de incredulidad al Alfa de ojos ámbar, estaba convencida de que ni siquiera él estaba creyéndose sus propias palabras. —Tranquila pequeña. — Pidió el hombre, provocando que ella mordiera su labio con frustración.

Quizá no le había creído una palabra, pero era un hecho innegable que se encontraba en su casa, bajo sus reglas, y Mina no podía faltarle el respeto de ese modo, porque ella no era así, porque era perfectamente capaz de controlar las emociones de su lobo y por la preocupada mirada de Jeongyeon y su familia sobre ella.

No podía actuar como una Alfa impulsiva que cedía ante la primera provocación y terminaba causando alboroto y desastre a su paso, no, ella era mejor que eso.

Todo eso fue lo que paso por la mente de la rubia en una fracción de segundo, misma que sintió como una eternidad, y que casi la hace ceder.

Pero estando a punto de dar marcha atrás y pedir permiso para retirarse, dejando de lado aquel incómodo momento, el Alfa de ojos avellana volvió a hablar. —Eso, escucha las sabias palabras de un Alfa estable, niña. — Sugirió con un claro tono de burla, misma que era evidente en su expresión y su mirada. —Podrías aprender mucho de él. — Rió, dejando a la vista su perlada dentadura, la sonrisa más sardónica que la rubia había visto jamás.

Fue entonces cuando todos los intentos que había hecho por calmarse, se fueron al demonio.

No iba a permitir que alguien la humillara y mucho menos un Alfa que nunca estaría a su nivel, ella era una Alfa pura y ese instante, lo demostraría.

—¿Así que de eso se trata? ¿Una lección? — Su rostro adoptó una expresión neutral antes de volver a posar su mirada en Insoo, con una nueva emoción brillando en sus ojos azulados. —Conozco muchas de esas. — Comentó con tranquilidad, enderezando su cuerpo a la vez que elevaba una de sus comisuras en una sonrisa que llamó la atención de todos, pues estaba llena de burla, algo que por algún motivo alertó a Jeongyeon, ya que era evidente que su orgullo estaba hablando por ella.

—Mina, no... — Habló la Omega haciendo caso omiso a la petición que la rubia le había hecho momentos antes, levantándose de su asiento y tomando su antebrazo para llamar su atención, sin tener éxito alguno pues la Alfa estaba decidida en mantener aquel duelo de miradas con el castaño, sin borrar la sonrisa de su rostro.

Y por supuesto que Insoo se aprovecharía de eso. —Pues honestamente, lo dudo mucho. — Confesó esbozando la sonrisa que no estaba ni cerca de significar algo bueno, pues aunque Jeongyeon estuviera acostumbrada a su odiosa presencia, no podía decir lo mismo de aquella maliciosa expresión. —Por lo poco que controlas tus emociones, es evidente que no eres ni siquiera la mitad de fuerte que... — Siguió diciendo con el fin de provocarla, siendo interrumpido cuando la chica bufó fastidiada.

—¿Porque no lo comprueba usted mismo? — Las palabras salieron de la boca de Mina antes de que ella misma pudiera evitarlo, pero cuando su tono se tornó más grave de lo que era normal en ella, Jeongyeon supo que algo realmente malo estaba pasando, esa no podía ser Mina.

Mina, por favor, detente. — Pidió, pareciendo tener éxito cuando tomó el rostro de la rubia con sus manos y su mirada no huyó de la suya, permitiéndole encontrarse de frente con los ojos de su lobo, que hicieron aullar a su Omega en su interior, pues la intensidad en ellos estremeció todo su cuerpo.

Pero por supuesto que no todo sería tan perfecto, su conexión de miradas fue más fugaz de lo que habría deseado.

—¿Y perder mi tiempo? — En ese punto Insoo también se había levantado de su asiento, con sus pupilas brillando en dos llamas naranja rojizo, una clara manifestación de su lobo en su exterior, provocando que Mina volviera a enfocarse en él.

—¿O no quiere que todos vean como pisoteo su orgullo? — Retó la rubia, mirándolo con burla, pasando su lengua lentamente por sus colmillos que recién empezaban a aparecer, sintiendo una leve punzada en sus encías, sensación que ignoró debido al calor del momento y a las ganas que tenía de arrancarle la cabeza a aquel molesto Alfa.

Siendo la señal que esperaba Jeongyeon para armarse de valor y enfrentarla de manera definitiva. —¡MINA! — Gritó tirando con fuerza de su hombro para hacerla reaccionar, consiguiendo voltearla.

Al mismo tiempo que un golpe proveniente de la cabecera de la mesa resonaba por todo el comedor. —¡SUFICIENTE! — Bramó Changjoon con su grave voz de Alfa, dando fin a aquella disputa y teniendo todas las miradas sobre él al segundo siguiente, mismas que contemplaron con asombro, las brillantes pupilas doradas de su lobo.

Siendo entonces cuando la japonesa se dio cuenta de lo que estuvo a punto de hacer, así como de la extraña punzada en sus encías. —Lo siento mucho señor Yoo, yo no...

—Esta bien Mina. — La detuvo levantando su mano, cerrando sus ojos por algunos segundos, logrando de ese modo que al abrirlos, regresaran a la normalidad. —Hablaremos sobre esto mañana, por el momento creo que todos hemos tenido suficientes emociones el día de hoy. — Señaló, turnando su mirada de la apenada japonesa al altivo Insoo, quien no se encontraba tan contento por ser interrumpido en el mejor momento de su acalorada discusión, pero se limitó a guardar silencio. —Y lo mejor será descansar. — Sentenció volviendo a su lugar luego de soltar un pesado suspiro.

Papá... — Pronunció una preocupada Jeongyeon, recibiendo una cálida sonrisa de mayor que bastó para que sus palabras murieran en su boca.

Era de suponer que la ojiverde se preocuparía por su reacción, el que lo obligaran a intervenir a él y su lobo, dejaba claro que lo que se aproximaba no sería fácil. Pero si en algo tenía razón en Alfa es que por esa noche habían tenido suficiente e incluso él, quien parecía no tener problemas en controlar a su lobo, necesitaba asimilar un par de cosas.

Por lo que manteniendo la sonrisa en su rostro, transmitiéndole una reconfortante calma, se levantó de su asiento dirigiéndose hasta ella para dejar un beso sobre su frente. —Hablaremos mañana, cariño. — Dijo al separarse, las feromonas a su paso estaban cargadas de algo que la ojiverde no supo descifrar, pero le obligaron a mantenerse en su sitio y obedecer sus palabras mientras lo veía salir del comedor seguido del resto de la familia, sin que fuera incómodo para su lobo.

En la habitación, solo quedaron ella y la rubia que después de reaccionar no se había atrevido a mover un músculo, quizá con el temor de empeorar la situación para sí misma, preguntándose que tan molesta y decepcionada debía sentirse la Omega en ese momento.

Jeongyeonnie... — Intentó hablar luego de unos minutos, empezando a sentirse incomoda por los pensamientos que la invadían.

Pero grande fue su sorpresa cuando sin siquiera volverse a mirarla, la Omega la detuvo. —No digas nada, Mina. — Ordenó con dureza, antes de girarse para abandonar la habitación sin importarle si la seguía o no.

Y al verse sola en el lugar, lo único que pudo hacer la Alfa fue suspirar dejándose caer sobre la silla más cercana, llevando sus manos a su rostro con frustración apartando los mechones que intentaban cubrir su rostro cuando con ambas manos peinó su larga cabellera hacia atrás.

Y analizando lo que estuvo a punto de hacer, provocando al molesto de Insoo y cayendo en su absurdo juego, llegó a la conclusión de que si había sido una estúpida, de que tanto Jeongyeon como su papá tenían razones para molestarse y echarla de su casa cuando quisieran.

Pero también era cierto que tenía buenas razones pata justificar su comportamiento, no porque Insoo fuera un idiota, que lo era sin duda alguna, también se debía a la forma en la que acosaba a Jeongyeon, y si los demás no querían verlo, no era su problema, ella solo había protegido su integridad y si le preguntaban, volvería a hacerlo si de ese modo la incomodidad de la mayor desaparecía.

Y fue con ese pensamiento que se dirigió a la habitación que compartían, abriendo la puerta despacio antes de asomar su cabeza, solo para encontrarse con la Omega sentada en la orilla de la cama, sumida en sus pensamientos y la mirada fija en la ventana. —No lamento nada de lo que dije, pero admito que no fue la mejor forma de... — Empezó a decir cerrando la puerta detrás de sí cuando entró, dispuesta a dar las explicaciones que fueran necesarias para que Jeongyeon no pensara que estaba siendo una Alfa paranoica y posesiva.

Sin embargo la mirada de Jeongyeon, que se giró tan pronto como sintió su olor, la detuvo en seco. —Esta bien Minari, no es eso lo que me... — Pidió la castaña en medio de un suspiro. —Ven aquí pequeña Alfa. — Mina seguía en su sitio, por lo que le extendió su mano invitándola a acompañarla, mientras una pequeña sonrisa aparecía en su rostro.

Una petición que sin esperar demasiado, la rubia obedeció, sentándose a su lado siendo sorprendida con un abrazo que dejó la cabeza de la Omega recostada en su hombro y sus brazos alrededor de su cintura. —Me asustaste ¿Sabes? Creí que te transformarías en cualquier momento, Seoyeon y mamá igual lo sintieron. — Comentó sintiendo como Mina correspondía su abrazo con timidez, dejando sus palmas abiertas sobre su espalda mientras sus pulgares de movían suavemente.

Yo, en serio, no quise asustarlas, es solo que él... — Respondió esta creyendo que existía algún tipo de reproche en las palabras de la Omega, encorvando sus hombros con timidez, movimiento que enterneció a Jeongyeon.

—¡Shhh! Lo sé Pingüina, él es un pesado, y casi logra lo que quiere. — Mencionó provocando que la confusión invadiera la mente de la Alfa.

—¿Eh? — La escuchó cuestionar, como si aquel pensamiento no hubiera cruzado su mente.

Quiere provocarte hasta hacerte cambiar, para demostrar su estúpida teoría sobre la inestabilidad de un Alfa puro, el que no pudo ser. — Se apresuró a aclarar Jeongyeon que no tuvo otra opción de apartar su cabeza de su hombro para encontrarse con su aturdida expresión.

—¿Como? ¿Él quería ser Alfa Puro? — Preguntó una incrédula Mina que no tardó en ladear su rostro, intentando encontrar la lógica en todo aquel enredo. —Pero creí que eso solo era posible si tenías dos padres Alfa. — Continuó diciendo parpadeando repetidamente, con la mano de Jeongyeon aventurándose hasta su larga cabellera rubia.

Fueron los hombros de la Omega los que se movieron esta vez antes de responder. —No conozco muy bien la historia, pero un Alfa puro le hizo mucho daño una vez. — Contó, absorta en la actividad que realizada su mano, jugando con el cabello de la Alfa. —Además según papá, jamás ha tenido suerte con sus Omegas. — Agregó negando despacio, lo que provocó que el ceño de Mina se frunciera.

—¿Y eso que? — Cuestionó logrando sorprenderla. —No lo justifica en ningún sentido. — Aclaró, sintiéndose incluso ofendida por tal excusa, mientras Jeong luchaba por no reírse de su evidente molestia debido a lo adorable que lucía. —Tal vez todos lo dejan una vez conocen su horrible personalidad. — Soltó con desagrado provocando que los párpados de la Omega se ampliaran.

Un mohín había provocado que sus labios rosados de abultasen, lo que la distrajo momentáneamente. —Minari... — La llamó intentando que la contraria se calmara, antes de que se lanzara a sus labios, pero la rubia seguía seguía bramando lo mucho que detestaba al Alfa de ojos avellana.

—¿Y que me dices de su olor? ¡Apesta! — Exclamó con indignación y una mueca de repulsión en su rostro. —No lo soporto Jeongyeonnie, en serio no lo soporto. — Afirmó enfocándose de nuevo en el rostro de la Omega. —Siento que en cualquier momento voy a... — Mencionó deteniéndose cuando los labios de la Omega se posaron sobre su mejilla de repente, logrando que incluso sus orejas enrojecieran.

Había sido ella la sorprendida esta vez, ser callada de aquella forma, que no era precisamente la que Jeongyeon tenía en mente, no solo la hizo olvidarse de lo que iba a decir, sino del porque estaba molesta segundos atrás.

Quieta lobita, ya pasó. — Murmuró la castaña dándole unas palmadas en la espalda, intentando reconfortarla, algo difícil para la Alfa que sentía su respiración chocando directamente contra la piel de su cuello, a la vez que sus feromonas relajantes la rodeaban.

Por lo que sonreír mientras la acercaba más a su cuerpo, fue inevitable. —Eres una tramposa ¿Sabías? — Cuestionó, cerrando sus ojos, embriagada por la dulzura de su olor, sin borrar la sonrisa de su rostro.

Escuchando como una suave risa brotaba de los labios de la Omega. —Solo aprovecho mis encantos para calmar a esta furiosa Alfa frente a mi. — Contradijo esta, sintiéndose orgullosa por haber logrado tener aquel momento para ellas luego de un día tan pesado.

Una alegría que llegó hasta Mina y dejó todas sus defensas por el piso. —Y me dejas a tus pies en el proceso. — Confesó dejando un beso sobre su cien.

Jeongyeon se sintió tan amada en ese instante que no resistió el impulso de besar sus labios, tomándose su tiempo para degustar la suavidad y el sabor que los componía, con la mano de Mina bajando hasta su cintura mientras la suya se abría camino desde su espalda hasta llegar a su cuello, donde se detuvo dejando ligeras caricias que nublaron la razón de la rubia.

Y habrían seguido de no ser porque les faltó el aire. —¿Lo hago? — Jadeo contra los labios de la japonesa, que agradeció que se separaran, porque empezaba a sentir que su voluntad flaqueaba ante la dulzura de aquellos labios, y no quería cometer demasiadas locuras el mismo día.

Definitivamente lo haces. — Sus labios dejaron un cariñoso beso sobre su frente, disfrutando del calor que le brindaba su cuerpo, deseando prolongar aquel instante donde solo existían ellas dos, para siempre.

Encontrando el mismo deseo en los ojos de Jeongyeon, que iluminados por la tenue luz de nocturna, asemejaban las únicas estrellas de su cielo.

Como la tormenta que se avecina es fuerte, necesitábamos más calma por aquí.

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