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XX : Consecuencia Destinada (I)

Extrañaba los dramas 2yeon, y como se que ustedes también lo esperaban, bienvenidos a: Love&DNA.

Advertencia: este capítulo obtiene desde celos y drama hasta tensión SaNayeon y romance JeongMi. Aunque el Minayeon se nos coló.

Justo como predijo Jeongyeon, en el momento que Nayeon, quien se encontraba en la sala acompañada de Jihyo, se dio cuenta de que Mina viajaría con ella, las cosas estuvieron a punto se salirse de control.

Sabía que la mayor no se atrevería a golpearla o lastimarla de forma física, pero ver su expresión de enojo y ofensa, la hizo temer. Pues tan pronto como la rubia dejó su maleta junto a la puerta y la ayudó a dejar su bolso a su lado la pelinegra se dirigió hacia ellas echando fuego en la mirada.

—¿Alguien sería tan amable de explicarme que sucede? — Habló una vez estuvo frente a las dos chicas que por un lapso de segundo cruzaron miradas sin saber que hacer o decir.

Mina bajó la cabeza, evitando las miradas de ambas, sintiéndose incómoda por no saber que responder sin que alguna terminara malinterpretando todo, mientras Jeongyeon lo único que deseaba era evitar un problema con la mayor pues además de que compartían habitación, la ansiedad por el viaje a casa de sus padres era suficiente para ella.

Iré a Suwon, te lo conté anoche. Respondió liberando un suspiro.

Notando como una mueca de incredulidad y burla se formaba en el rostro de la pelinegra, que asintió detenidamente. —Es verdad, me contaste que visitarías a tu familia, incluso bromeé con respecto a eso. Recordó Nayeon, preocupando a la Beta que se acercó a ellas intrigada por el tono que utilizó. —Lo que no me contaste es que precisamente Minari, iría contigo. — Espetó con recelo, provocando que la incomodidad de la rubia aumentara al sentir sus feromonas de rabia inundar el lugar.

Alertando a la misma Jihyo, que al notar como el cuerpo de la japonesa se tensaba, dedujo que algo andaba mal. —¿No se lo contaste? — Intervino, dirigiéndose a la castaña, que se encogió de hombros en respuesta, restándole importancia.

Como si no conociera el carácter de Nayeon y los dramas que esta era capaz de hacer.

Lo que ninguna sabía era que una de las razones que tuvo la castaña para ocultar esa información, era precisamente evitar esos episodios en los que todos terminaban con dolor de cabeza. —No tenía porque hacerlo. — Admitió casi con cinismo, dejando a Jihyo sin palabras.

Sin embargo no hubo demasiado que la Beta pudiera reclamarle, pues la reacción de la Omega mayor fue inmediata. —Espera ¿Tú también lo sabías? Preguntó una sorprendida Nayeon, que si antes estaba molesta ahora estaba furiosa, pues se sintió traicionada.

Y aunque en otro momento la líder habría usado su fachada para no sucumbir en los berrinches de la mayor del grupo, verla tan furiosa y con una razón aparentemente razonable, la hizo titubear, aunque se esforzó por ocultarlo tomando una profunda respiración antes de responder. Mánager Unnie habló conmigo y me contó sobre esto, además...

Nayeon ni siquiera la dejó terminar, interrumpiendo sus palabras con una falsa risa que acompañó de una sonrisa indignada. —¡Wao! Definitivamente estas mejorando Jihyo, ocultándole cosas a tus mejores amigas. — Exclamó con un marcado tono de sarcasmo que provocó que Jeongyeon rodara los ojos con fastidio.

Hey espera, a mi no me hablas así ¿Correcto? — Exigió la líder al darse cuenta de que la verdadera escena estaba por empezar, olvidándose de los motivos que la contraria pudiera tener y preparándose para ponerla en su sitio y jalar sus orejas de ser necesario.

Y aunque habría sido interesante escuchar la respuesta de Nayeon, y ver que tan buena seria su actuación, con ojos nublados y todo, Jeongyeon no se sentía de ánimos para presenciarlo ese día. —Ni siquiera entiendo porque actúas de ese modo. Soltó de golpe, teniendo la mirada indignada de la pelinegra y de la nerviosa rubia sobre ella al segundo siguiente, sin inmutarse ni un poco.

Convirtiéndose en el nuevo objetivo de sus ataques. —Tú mejor ni hables, es más ni siquiera me dirijas la mirada ¿Quieres? Exigió moviendo su cabello cual diva, haciendo ademán de ignorarla de no ser porque la castaña no estaba dispuesta a quedarse con eso.

—Como si me afectara. — Se burló Jeong, consciente de lo mucho que aquellas palabras la molestarían.

Y fue entonces cuando el caos que tanto había querido evitar Mina, se desató.

—¡¿QUE FUE LO QUE DIJISTE AVESTRUZ?! — Inquirió Nayeon antes de lanzarse sobre la castaña, obligando a la rubia a intervenir y tomarla de la cintura, levantándola para alejarla de una relajada Jeongyeon.

Parecía que la castaña estaba disfrutando de aquello y eso le dio más miedo que cualquier otra cosa, pues no tenía idea de como manejar a una agresiva Nayeon y una aparentemente despreocupada Jeongyeon.

—¡Hey! ¡YA! — Pidió alejándose con la furiosa Omega en sus brazos. Dejando a una estupefacta Jihyo congelada en su lugar, pues finalmente Mina había tenido la voluntad para detener a la Omega, y su corazón se enterneció de tal forma que no pudo evitar sonreír orgullosa.

Aún cuando la Alfa no estaba del todo segura de tener éxito en aquella tarea. —Nayeon Unnie, tranquila. — Insistió forcejeando con la chica que no parecía tener intensiones de obedecerle, pues la mitad de su cabello cubría su rostro y lanzaba patadas y golpes como si realmente estuviera dispuesta a lastimar a alguien.

—Y tú ni siquiera deberías hablarme, estoy muy molesta contigo también. — Se quejaba Nayeon entre jadeos y forcejeos que si bien sabía no servían de nada contra la fuerza de Mina, sentir como la apretaba contra su cuerpo empezaba a resultarle mejor ganancia. —Eres una Alfa mala Minari ¿Porque te irás con ella? — Puchereo quedándose quieta y aprovechándose de su posición para voltearse y abrazarse al cuello de la rubia, donde se encargó de dejarla bien marcada con su olor.

Siendo esta vez el turno de Jihyo para rodar los ojos y negar. —Por favor Unnie no hagas drama. — Pidió bufando al ver que en lugar de prestarle atención, Nayeon apretaba su agarre en el cuello de la Alfa. —Y suelta a Minari de una vez que ya llegaron por ella. Agregó escuchando como un auto se estacionaba frente a la residencia, la Uber en la que las chicas viajarían.

Pero ni siquera eso fue suficiente para convencer a Nayeon de alejarse de la japonesa. —No me hables unicornio, me desconcentras. — Exigió mirando por sobre el hombro de la rubia al par de chicas.

Tenía muy claro que la impregnación no había sido elección de ninguna, ni por muchas vueltas que le dio e intentó buscar algún culpable encontró algo, además de que no tenían opción serían impregnadas por quienes habían acordado hacerlo en la oficina de su CEO, y para su mala suerte no había sido a ella a quien le tocaría irse con Mina.

Pero su objetivo era fastidiar un poco a Jeongyeon, y por el color que invadió el rostro de la castaña además de las feromonas que estaba liberando, celebró para sus adentros al darse cuenta de que lo estaba logrando. Por eso aprovechó y añadió un poco más de drama a su perfecto teatro. —Por favor Minari, no te vayas. — Suplicó mirándola con su mejor expresión tierna, abultando sus rojos labios en un mohín que le hacía honor a su título de fake maknae y era capaz de dejar a cualquier mortal de rodillas.

Y en el caso de Mina la hizo contener la respiración, pues por primera vez esa mañana su lobo se hacía sentir en su interior, despertando su instinto protector dispuesto a hacer todo por que aquella hermosa Omega y su ternura jamás fuera lastimada, sin embargo algo le faltaba. —Pero Unnie yo... — Intentó decir sintiéndose mareada debido a las dulces feromonas que la contraria liberaba.

Y aunque para Jihyo las intenciones de la Omega mayor pasaron desapercibidas, para la castaña que pudo sentir la intensidad de sus feromonas en el aire no fue así, por lo que no pudo evitar cerrar sus puños y apretar los dientes a causa de la rabia. —Te espero afuera Myoui. — Espetó sin darle tiempo a la japonesa de responder algo cuando salió dando un fuerte portazo.

No sabía si la rubia era consciente del objetivo de Nayeon o no, pero no se quedaría a verlo, no cuando sentía que su lobo tomaría en control de su cuerpo en cualquier momento a causa de la rabia y los celos.

Un nuevo dilema de desató en la mente de la Alfa que al percibir la amargura en su olor, por lo general dulce, deseó con todas sus fuerzas salir tras ella y abrazarla hasta que todo volviera a la normalidad en su relación y su olor.

Pero seguía presa de los brazos de Nayeon, y al parecer la Beta había tenido la misma idea, pues al ser la única con la posibilidad de hacerlo, salió tras la castaña, dejando a la rubia sin otra opción que suspirar profundamente.

Ella es lo que me falta, escuchó en su cabeza, identificando aquella profunda y susurrante voz como la de su lobo, con la mirada destellando en un intenso azul, fija en la puerta ahora cerrada.

Hasta que la voz de Nayeon la devolvió a la realidad. —¿Lo ves Minari? No deberías irte con ella, ni siquiera te esperó. Dijo la pelinegra, no había ni un rastro de malicia en sus palabras, pero Mina no pudo evitar sentirse atacada.

Y empezaba a preocuparle lo sensible que empezaba a volverse el tema de Jeongyeon, pues aunque no perdía las esperanzas de resolver las cosas pronto, el proceso se estaba convirtiendo en una tortura.

Mas no deseaba que la chica frente a ella se preocupara, o más bien fue su orgullo el que no le permitió demostrar lo mucho que le afectaba la situación. —Esta bien Unnie, no te preocupes solo... — Suspiró forzando una sonrisa que cuando sus ojos se encontraron con los contrarios, se convirtió en una mueca genuina, por lo que en ese momento decidió concentrarse solo en ella. —Volveremos pronto ¿Si? — Prometió apartando una de sus manos de la delgada cintura de la pelinegra hasta su mejilla, terminando de despejar su rostro de los mechones que no habían vuelto a su sitio.

Decir que la acción derritió el corazón de Nayeon es poco, pues la suave caricia que terminó con la mano de Mina en su mejilla, todo bajo su cariñosa mirada, fue la mejor recompensa que pudo imaginar, y provocó que se le hiciera más difícil soltarla. —No quiero que te vayas. — Susurró sorprendiendo a la rubia con un nuevo abrazo, que con la Omega escondida en su cuello lo único que se le dificultó al corresponderla fue maniobrarse para no caer con ella en brazos.

Vamos Unnie, no será mucho tiempo. Habló soltando una suave risita, dejando una nueva caricia en el cabello de la Omega, sintiendo como esta se apretaba más a ella.

Necesitaba salir lo más pronto posible de la casa si quería tener algún avance positivo con Jeongyeon, pero con la mayor negándose a soltarla tenía que poner en práctica su inteligencia.

Un par de ideas cruzaron su mente durante aquellos segundos, pero sabía que ninguna sería lo suficiente convincente para la Omega, por eso optó por elegir una que no solo le ayudara en ese momento sino que Nayeon no pudiera rechazar. —De acuerdo, se me ocurre algo. — Contó, escuchando como la mayor negaba aún oculta en su cuello. —Si prometes no hacer berrinches y portarte bien con todas, te daré un regalo cuando vuelva, podemos ir a donde quieras si... Propuso sintiendo como la Omega salía de su escondite y la miraba con sus ojos rebosantes de felicidad.

Sí, estaba dispuesta a comprometerse si eso significaba recibir aquella brillante mirada y poder viajar con Jeongyeon lo más pronto posible, sin la carga de ningún desastroso drama en su conciencia.

—¿En serio? — Exclamó Nayeon colgándose de nuevo a su cuello cuando la vio asentir.

Una vez más la rubia tuvo que esforzarse por no caer con ella encima, pero no pudo evitar que un par de risas escaparan de sus labios ante la contagiosa euforia de la Omega, definitivamente era preferible una Nayeon alegre que una furiosa, y esa era la prueba. —Es una promesa, solo tienes que soltarme ahora. — Mencionó procurando esconder su desesperación.

Y creyó que había fallado, pues la pelinegra la miró con los ojos entre cerrados, analizando cada una de sus facciones, sin embargo al no encontrar ningún rastro de mentira en sus ojos terminó por ceder. —Esta bien, esperaré aquí y me comportaré. — Prometió dando un par de aplausos con emoción.

Todo estaba resuelto para Mina, o fue lo que pensó antes de que la contraria pusiera una última condición. Casi se tropieza con sus propios pies en el momento que el dedo índice de la Omega la señaló de forma acusatoria. —Eso si, yo elegiré el lugar. Sentenció Nayeon, y pese a que Mina no estaba del todo segura de que era una mala idea, no se detuvo a pensar en que su respuesta podría generarle otras consecuencias en el futuro.

Me parece justo. — Aceptó sellando su trato con un formal apretón de manos que Nayeon se encargó de convertir en un emotivo abrazo, antes de liberarla finalmente.

La Omega estaba feliz, Mina lo notó no solo por el brillo en sus ojos azules, su sonrisa y sus feromonas eran lo suficiente obvias para llegar a aquella conclusión, por eso consideró que sería bueno aprovecharse un poco de eso.

Una sonrisa juguetona apareció en su rostro mientras tomaba la correa del bolso de Jeongyeon para colgarlo en su hombro, antes de girarse en dirección a la sonriente pelinegra con su otra mano posada en su propia maleta. —Además, sé que Sana te cuidará bien. — Comentó mordiendo su labio para ocultar su sonrisa.

No es que fuera una experta en relaciones, ni la más indicada para identificar cuando alguien gustaba de otra persona, pero si algo la caracterizaba era lo observadora que era, y si algo había notado había sido precisamente la forma en la que la Alfa pelirroja miraba a la chica frente a ella.

Era una mirada diferente, especial, y aunque no había descubierto si eso le agradaba o disgustaba del todo, conocía lo suficiente a Sana como para asegurar que en su ausencia estaría al pendiente del bienestar de la Omega.

Pero por supuesto que no había hablado sobre eso con nadie aún.

—¿Que fue lo que dijiste? — Cuestionó Nayeon, totalmente desconcertada, con sus ojos ampliados y sus mejillas envueltas en un calor que se extendió en todo su rostro y cuello, pero que por suerte Mina no notó por estar al pendiente de su equipaje. —¿Como que... — Tartamudeó, viendo como la rubia se preparaba para salir.

—Hasta luego Unnie. — Se despidió la Alfa, confundiéndola más pues si sus palabras la habían dejado en aquel estado, su actitud y la sonrisa que esta le dedicaba logró dejarla peor, y sin ninguna respuesta.

Espera Minari a que te... — Alcanzó a decir, siendo tarde cuando la japonesa ya cerraba la puerta a sus espaldas, mientras su cabeza era un enredo de emociones y preguntas. —¿Porque me dijo eso? Esta loca, si definitivamente. — Murmuró sentándose en el mueble más cercano, llevando una de sus manos a su pecho, sintiendo la fuerza con la que estaba latiendo su corazón, traidor pensó con la fiel creencia de que su órgano vital la dejaría en evidencia en cualquier momento si seguía reaccionando de ese modo.

Y todo eso solo provocó que allí, en medio de la sala sus dudas empezaran a salir de sus labios sin control. —¿Será que se dio cuenta de algo? ¿Y si Sana le contó? — Susurró llevando su índice a su boca, estaba segura de que tendría que adelantar la visita a su manicurista si continuaba mordiendo sus uñas de aquel modo, pero era lo único que conseguía mantenerla cuerda. —No es posible, ella no es de ese tipo de persona. — Se respondió a sí misma, sustituyendo su dedo por su labio inferior a la vez que suspiraba. —Pero entonces ¿Porque? — Volvió a cuestionarse, levantándose del sofá para dirigirse hasta la ventana y ver como la Alfa subía al auto mientras uno de sus escoltas guardaba el equipaje.

Todo es culpa de Jeong, si ya verá. — Concluyó después de un par de segundos más, según su reflexión si Mina no hubiera tenido que irse con ella no habría mencionado a Sana y no la habría dejado con aquellas interrogantes atormentándola, ni con aquellos nervios perturbándola.

Y se concentró tanto en culpar a la Omega, que el resto de sus sentidos pareció nublarse un momento, de tal modo que no se dio cuenta de que alguien más había llegado a la sala. —¿Hablando sola Unnie? — Dijo la chica a sus espaldas, observando lo mismo que ella veía a través de la ventana.

—¡Sana! — Exclamó dando un pequeño salto en su lugar, dirigiendo su mano a su corazón que esta vez tenía doble motivo para acelerarse, antes de voltearse para encontrarla vistiendo una cómoda pijama, con un vaso de agua en una de sus manos y su teléfono en la otra, mirándola con sus ojos llenos de cariño y algo de preocupación. —Oye no hagas eso. — Pidió a la vez que trataba de regular su respiración, sin poder evitar que los sucesos recientes la atacaran con mayor intensidad ahora que la japonesa estaba frente a ella.

Lo lamento Unnie, no quise asustarte. — Se disculpó la pelirroja con genuina sinceridad, riendo suavemente como de costumbre, antes de fruncir el ceño de repente. —¿Quieres un poco de agua? Estás roja. — Señaló y no fue hasta que Nayeon observó su reflejo en el vidrio de la ventana que entendió el porque de su comentario.

Su rostro se había vuelto a calentar al igual que sus orejas y parte de su cuello, dejando como resultado la imagen que ahora tenía a Sana mirándola con tanta preocupación. Lo que provocó que de pronto se desquitarse con ella. —Yo... ¿Tu también? — Cuestionó a la defensiva, confundiendo a la Alfa que se sorprendió de su respuesta, pero no se atrevió a hacer nada más que observarla con sus ojos muy abiertos. —¿Que les pasa a todos? Claro que estoy bien, estoy perfectamente y no necesito de tu agua. — Aseguró pasando a su lado sin llegar a rozarla siquiera, murmurando cosas que a medida que subía las escaleras la Alfa entendía menos.

Mientras ella pestañeaba repetidas veces, procesando lo que terminaba de ocurrir. —De acuerdo, eso fue extraño. — Dijo para sí misma, dejando su teléfono en la mesa del centro para tomar el control del televisor y buscar algo que ver en ella, escuchando como segundos después la puerta de entrada de habría y una pensativa Jihyo entraba.

La Beta apenas y le ofreció una mueca de sonrisa antes de dirigirse a su lado y recostarse en su hombro liberando un profundo suspiro sin explicación alguna, y Sana no pudo evitar pensar que esa mañana todos estaban actuando demasiado extraño.

Sin sospechar como terminaría el día.

Mina tomó una bocanada de aire antes de subir al vehículo que compartiría por las siguientes dos horas con la Omega, uno de los Betas que las escoltarían le ayudó a dejar el equipaje en su lugar mientras la Omega ingresaba en este sin dirigirle una mirada.

Fue una suerte que Jihyo hubiera salido a hablar con ella cuando la dejó a solas con Nayeon pues conocía el efecto que las palabras de la Beta tenían sobre todas cuando pasaban por momentos similares, y ayudó a que la castaña no la pateara tan pronto la vio salir, pero no a que su actitud distante cambiara mucho.

Por eso tan pronto como ingreso en el interior del vehículo y tomó asiento al lado de la chica, supo que tendría que armarse de mucha paciencia si quería resolver eso.

Después de la cena, en la que casi no probó bocado, se la pasó pensando en que decir y que hacer para que Jeongyeon se detuviera a escucharla aunque fuera un minuto, rogando porque en ese viaje el universo le diera una oportunidad de redimirse y recuperar a su cariñosa Unnie.

De ese modo, pasó una hora de camino. Con la mirada fija en el paisaje exterior y su cabeza hecha un desastre de pensamientos, la actitud de Jeongyeon había pasado a segundo plano cuando cayó en cuenta de que estaba por presentarse ante los padres de la Omega como la Alfa que la impregnaría, aunque no fuera su Alfa.

Le preocupaba que impresión se llevarían de ella los coreanos al volver a verla, los recuerda de una ocasión en la que Jeongyeon la presentó como la futura Omega más adorable del mundo y estos se mostraron amables y cariñosos, sin embargo ahora el panorama había cambiado y había pasado a ser la posible Alfa de su hija.

Una alfa muy confundida con respecto a sus sentimientos por dos Omegas, allí se originaba su verdadera preocupación.

Pero no pudo seguir dándole vueltas a aquel tema, pues sintió que la Omega a su lado empezaba a removerse, llamando su atención. Jeongyeon se la había pasado todo el camino tratando de ignorar el leve rastro del olor de Nayeon que quedó en el cuerpo de Mina y que estaba segura esta había dejado allí a propósito, pero la verdad era que ni a ella ni a su lobo le agradaba que el fresco olor de la Alfa estuviera siendo alterado por otro, y mucho menos por el de una Omega que no era ella.

Además cayó en cuenta de que no sería bien visto por sus padres, sobretodo el protector Alfa Yoo Changjoon. —Mina. — La llamó siendo que ya la rubia la estaba mirando, atenta a sus palabras. —Quitate tu abrigo y abrazame. — Soltó deshaciéndose ella primero de la chaqueta que había elegido usar ese día.

—¿Huh? — La escuchó, decir que había logrado sorprenderla era quedarse corto, pues la expresión de la rubia se transformó en una mueca de sorpresa que pasó de la misma a la confusión.

Y en cierto modo la entendió. —No puedes llegar a casa de mis padres oliendo a otra Omega, Minari, fracasarías antes de poner un pie en el interior. — Explicó con el rostro serio, sin endurecer su tono, no podía hacerlo cuando tenía sobre ella aquella mirada confundida, que muy a su pesar se veía adorable.

Fue entonces cuando Mina comprendió lo que ocurría, por un momento pensó que la Omega estaba bromeando, estuvo a punto de sonreír creyendo que se trataba de uno de sus chistes, que pasar tanto tiempo en compañía de Momo había causado algún efecto en la coreana, pero respiró tranquila al escuchar esa explicación. —¡Oh! De acuerdo. — Aceptó, obedeciendo las indicaciones de la castaña, quitándose su abrigo, que tal como había mencionado la mayor, tenía en el un leve rastro de Nayeon.

Y una vez lo dejó del otro lado del asiento, lejos del olfato de Jeong, tragó saliva sin saber como llevar a cabo lo que la contraria había pedido. No entendía porque de repente tenía dudas sobre abrazar a la Omega, era la misma con la que había dormido tantas veces, conocía el calor de su cuerpo, la textura de su cabello y la suavidad de sus manos, pero en ese momento sentía que tenía que hacerlo por obligación, y la sensación no le gustó para nada, sin embargo luego de salir de su debate interno, volvió a hablar. —¿Puedo? — Preguntó suavemente, haciendo un ademán con sus brazos que la contraria entendió.

Puedes. — Contestó Jeongyeon, ocultando una pequeña sonrisa que se asomó en sus comisuras al notar su nerviosismo. Sonrisa que se convirtió en un inaudible suspiro cuando la rubia paso un brazo por sus hombros y la acercó a su cuerpo sin llegar a lastimarla. —Había olvidado lo fuerte que eres ahora. — Comentó atreviéndose a recostar su cabeza en el hombro redondeado de la Alfa, notando gracias a la ausencia de tela en sus brazos lo marcados que eran ahora sus músculos, sorprendiéndose de que con todo y eso mantuviera su delicadeza a la hora de tratarla.

Pero Mina entendió sus palabras de otra forma. —Lo lamento no quise lastimarte. — Se apresuró a disculparse, creyendo que había sido demasiado brusca, escuchando como Jeong hacia un sonido de negación y la miraba.

Tranquila. — Dijo, quedando maravillada al tenerla tan cerca de nuevo. —No lo decía por eso, solo... — Suspiró apartando la mirada, consciente de que estaba a un paso de perderse en sus ojos sin oportunidad de salvarse.

No obstante, Mina no estaba dispuesta a permitirle alejarse otra vez. —Espera ¿Puedo comentarte algo? — Cuestionó la japonesa dirigiendo sus dedos a su mentón, tomando su rostro para volver a conectar sus miradas, encontrando dudas en aquellas orbes verdosas mientras las suyas suplicaban por su atención.

Jeongyeon le mantuvo la mirada, con vacilación, preguntándose como era posible que con solo mirarla de ese modo ya la tuviera a su merced. —No creo que... — Trató de negarse, llevando su mano a la de la japonesa para apartarla, siendo sorprendida cuando la rubia entrelazó sus dedos, dirigiendo ambas extremidades a su pecho justo sobre su corazón.

—Por favor. — Suplicó suavemente, sin darle tiempo de negarse cuando volvió a hablar. —No tienes idea de lo difícil que ha sido para mí estar así contigo. — Se lamentó Mina, agradeciendo que el sonido del motor permitiera que únicamente la Omega la escuchara. Mientras la castaña sentía como su lobo aullaba en su interior al ver lo afectada que se veía la Alfa. —Tan distantes y actuando como si todo estuviera bien, cuando las dos sabemos que eso esta lejos de ser real. — Agregó Mina, mirándola cual ciervo indefenso que suplicaba por un poco de cariño, removiendo cada sentimiento que sentía por ella en su corazón.

Sentimientos que se negaba a dejar en evidencia. —No hay razón para que te sientas de ese modo. — Aseguró, aparentando más calma de la que su corazón y su lobo sentían en ese momento.

Y un bufido de frustración salió de los labios de la japonesa al escucharla. —Es evidente que la hay, porque nunca imaginé que extrañaría tanto a alguien hasta que te alejaste de mí. — Confesó elevando la voz, sin importarle si alguien más la escuchaba, lo único que deseaba era sacar de su pecho lo que por tantos días la había estado molestando. —Extraño sentirte junto a mí, que me mires, que me hables, que tus manos acaricien mi rostro y que que me abraces sin razón aparente. — Su mentón tembló y Jeongyeon no tenía idea de si se debía a la frustración o porque estaba a punto de llorar, pero prefirió mantenerse en silencio, analizando cada una de sus palabras, sintiéndolas como suyas propias aunque fueran dagas que lastimaban su estúpido orgullo.

Se había pasado tantos días al pendiente de su propio dolor, de sus sentimientos heridos, que no se detuvo a preguntarse como estaba pasándola la rubia, sin darle una oportunidad de explicarse, y ahora que lo hacía, se sentía aturdida por tantos sentimientos que estaba dejando a la vista. Incluso Jihyo le preguntó ¿Que estaba sucediendo entre ella y Mina? Algo que por evitar responder, aseguró que resolvería, sin estar completamente segura de eso. —Joder yo... Te extraño demasiado Jeongie. — Musitó Mina dejando que la única lágrima que no pudo retener escapara de sus ojos grisáceos.

Siendo esa la señal que necesitaba para salir de su aturdimiento. —Yo... No tenía idea de eso. — Confesó acercando su mano hasta el rostro ajeno, limpiando su mejilla antes de dejar un par de caricias sobre esta.

—¿Porque? ¿Acaso no me extrañas también? — Cuestionó Mina mirándola con tristeza, apartando la mirada antes de tomar una bocanada de aire que le ayudó a seguir hablando. —Y como si no fuera suficiente ahora no solo ocurre lo de tu inmunidad a los supresores, sino que debo presentarme ante tus padres y no tengo idea que hacer con ello, siento que perderé la cabeza en cualquier segundo. — Admitió, sintiendo como un gran peso caía de sus hombros, escuchando como la mayor reía suavemente, un sonido que le encantó pues lo había extrañado mucho, pero que no entendió porque volvía precisamente en ese momento. —¿Porque te ríes? — Cuestionó con su ceño ligeramente fruncido, deseando saber si la mayor se burlaba de ella o se reía de algo más.

—¿Es eso lo que te preocupa? — Le preguntó Jeong y Mina no supo si fue por la forma en la que le habló, tan suavemente y sin dejar de sonreír, o por la pregunta en sí, pero no pudo evitar sonrojarse, usando la mano que esta mantenía en su rostro para ocultarse, volviendo a escuchar como una suave risita salía de los labios de la Omega.

Oye, esta bien. — Insistió esta, aprovechándose de su posición y la mano en su rostro para hacerla mirarla. —No te preocupes por mis padres, los conociste hace un tiempo ¿Recuerdas? — Cuestionó, sorprendiendo a Mina con la naturalidad de sus palabras y la repentina dulzura de su olor.

Lo hago. — Respondió vacilante, para terminar por expresar otra de sus preocupaciones a la atenta ojiverde. —Pero no se si recuerdas que en ese momento yo no era precisamente la Alfa que impregnaría a su hija. — Señaló con obviedad, obteniendo una divertida sonrisa como respuesta.

Tienes razón. — Apoyó la castaña asintiendo despacio, acomodando un mechón detrás de su oreja antes de mirar sus ojos otra vez. —Pero te prometo que todo saldrá bien. — Garantizó tan segura, tan tranquila, y dedicándole una mirada tan transparente que por un momento Mina se sintió como la chica a la que antes Jeongyeon no paraba de proteger.

Pues era la misma mirada que le indicaba que siempre la cuidaría, que sin importar el problema, la situación o el lugar, ella estaría a su lado, brindándole su cariño incondicional y su apoyo, aún cuando sus opiniones fueran diferentes.

Y aquel era precisamente uno de esos momentos. —¿Segura? — Cuestionó, pues sin importar lo que la Omega le dijera no podía evitar preocuparse por lo que pasaría, basándose en el lógico razonamiento de que si ella estuviera en el lugar de los padres de Jeongyeon habría hecho todo por asegurarse de que su preciada hija estuviera al lado de un buen Alfa.

Una inquietud que tanto Jeongyeon como su lobo, percibieron en su olor. Confia en mí. — Pidió liberando feromonas relajantes que de inmediato ayudaron a que los músculos de la Alfa perdieran la tensión en ellos.

Y aunque el sentimiento de inquietud seguía latente en su pecho, igual que una espina en su piel, Mina no podía negar que gracias a las acciones de la Omega, este había disminuido en gran medida. —Bien. — Accedió tomando una profunda respiración, sonriendo de forma inconsciente, contagiando a la castaña.

Bien, y sobre lo otro... — Musitó, mordiendo su labio con nerviosismo. —También te extrañe Minari. — Confesó antes de esconder su cabeza en el hueco de su cuello, para que la japonesa no se diera cuenta de su sonrojo, aún cuando era consciente de que sus feromonas y el sonido de su corazón la delataron.

Sin embargo, después de escucharla Mina quedó en el mismo estado, con su rostro completamente rojo y su brillante sonrisa más grande que nunca, lo que a su vez le dio la valentía para recostar su mentón en la cabeza de la castaña, que se deleitó con su olor pues su nariz se encontraba rozando directamente la fuente de este.

Y aunque Mina sentía cosquillas cada vez que el aliento de la Omega chocaba en su piel, se concentró en disfrutarlo por lo que les quedaba de camino, algo que Jeong le facilitó cuando se acurrucó sobre ella permitiéndole mimarla como ninguna sabía tanto deseaba.

La japonesa la rodeó por completo con sus brazos, sacándole todo el provecho que le brindaba su fuerza para sostenerla sin llegar a lastimarla. Dejando ligeras caricias en su brazo, espalda y cabello. Caricias que provocaron que la Omega terminara por quedarse dormida de un momento a otro debido a la mezcla de sus feromonas felices y relajantes.

Ahora que finalmente había logrado conversar con la castaña su tranquilidad había vuelto, la falta de tensión en sus músculos fue la prueba de ello, y solo esperaba que continuara así, que Jeongyeon tuviera razón y sus padres no le odiaran a primera vista y que su torpeza no volviera a arruinarlo todo.

Después de la partida de la rubia, Nayeon había decidido encerrarse en su habitación utilizando como excusa el obedecer su petición, aún cuando sabía que su verdadero objetivo era huir de la Alfa de cabellera rojiza quien ahora, gracias a las palabras de Mina, con solo mirarla y sonreírle la ponía de los nervios.

Pues no pudo sacarlas de su mente ni siquiera cuando se acostó sobre su amplia cama y se puso sus auriculares intentando distraerse.

Todo en lo que podía pensar era en aquellos ojos ámbar con destellos verdosos y dorados en ellos, aquella sonrisa cariñosa y un olor a cítricos que aceleró repentinamente su corazón.

No entendía nada, ni los nervios, ni la emoción de su corazón, ni mucho menos a su lobo, que parecía llenarse de felicidad de solo pensar en la japonesa pelirroja.

Eran efectos cuyo significado no quería confirmar pues eso la pondría en un dilema.

Se suponía que su lobo estaba feliz con Mina, que de solo pensar en ella, ella misma se sentía en las nubes, pero sólo bastaba con recordar la existencia de Sana para que su mundo de ensueño al lado de la rubia cambiara y ya no fueran ojos grises azules ni cabello rubio blanco lo que anhelara, sino esos cálidos ojos ámbar verdosos y aquel sedoso y ondulado cabello rojizo.

Tal vez fue el abrazo que compartieron lo que la hizo sentir tan rara, o esa delicadeza y adoración con la que Sana la trató, la forma en la que acarició su mejilla, o como la miró y la hizo extrañarla cuando la dejó. Algo que aunque Mina era capaz de igualar, seguía siendo diferente.

Porque su piel reaccionaba diferente, porque el aire se sentía diferente cuando cada una estaba a su alrededor.

Porque cuando estaba frente a Mina se sentía en paz, pero con solo cruzar su mirada con la pelirroja su cuerpo entero entraba en alerta.

Alerta a sus movimientos, a sus miradas, a cada roce de sus cálidas manos en ella, quizá por curiosidad, quizá por un incontrolable arrebato de su lobo, lo que era seguro era que lo disfrutaba y conservaba en sus recuerdos de una forma que la sorprendía.

Fue así como pasó un par de horas hasta que con la frustración de no conciliar el sueño siquiera, se quitó sus auriculares y soltó un gruñido casi infantil antes de levantarse de la cama y volver a salir.

Entre una de sus muchas conclusiones, la de que aquellos sentimientos de incomodidad y nerviosismo que la atacaban cuando estaba junto a Sana no podían seguir atormentándola era la que más le preocupaba, por eso estaba dispuesta a encarar a la chica y convencerse a sí misma que su presencia no le afectaba en lo absoluto.

Pero toda su valentía se fue por la borda al llegar a la planta baja y encontrarse con una escena que la dejó sin aire.

Sana y Momo estaban lo suficiente aburridas y animadas como para correr por horas, y Dahyun había tenido la suerte de toparse con ellas en el momento que habían decidido hacer un poco de ejercicio en medio de la sala, por lo que fue arrastrada por el par japonés a su improvisada rutina de entrenamiento.

Todo iba normal hasta ese momento, por supuesto que al ser Alfas las tres en algún momento desearían competir por su fuerza y agilidad en cada actividad, además las dos Omegas que se encontraban en la casa y las propias Betas contaban con ellas para protegerlas de cualquiera que deseara lastimarlas, algo muy razonable a su parecer.

No obstante ninguna de las tres contaba con que precisamente la Omega mayor bajaría las escaleras en el mismo momento que las japonesas ayudaban a la pequeña Alfa coreana con una de sus pesadas barras y una de ellas se desconcentraría de solo ver la figura de la chica observándolas atentamente.

Solo bastó una fracción de segundo para que Sana se olvidara de lo que estaba haciendo y sonriera completamente embobada en dirección a Nayeon, para que Nayeon, gracias al top deportivo que esta usaba quedara fascinada por los músculos en sus brazos y su marcado abdomen.

Y para que un par de voces externas a ellas las sacaran de su burbuja. —¡Agh! — Se quejó Dahyun al sentir como la barra se hacía más pesada de uno de los lados.

—¡SANA NO LA SUELTES! — Le gritó Momo a la pelirroja cuya expresión se llenó de terror a la vez que volvía a la realidad e intentaba ayudar a la pelinegra, sin embargo no pudo evitar que la Alfa más pálida se llevara un golpe en su hombro, que si bien había sido superficial, dejaría una marca temporal.

—¡¿QUE ESTÁ PASANDO AQUÍ?! — Nayeon parpadeó cuando escuchó la voz de Jihyo a sus espaldas y retomó su camino, huyendo a la cocina para dejar el problema en manos del desastroso trío, escuchó la voz de Jihyo reprenderlas y la voz de Momo culpar a Sana, lo que la hizo sentir mal y morder su labio.

Había sido su culpa que Sana se distrajera después de todo, por eso no le pareció justo que la culparan, mordió su labio mientras se apoyaba del mesón de granito en la cocina y luego llevó su pulgar a su boca, mordiendo su uña con nerviosismo intentando decidirse entre salir a defender a la pelirroja o quedarse allí y esperar que todo pasara.

Siendo sorprendida por el olor a Limón y Cereza que llegó a su nariz segundos después. —¿Ya estás mejor Unnie? — Preguntó Sana al entrar en la habitación.

Su tono ligeramente ronco se escuchaba genuinamente preocupado y fue solo con levantar la mirada y encontrarse de frente con su imponente figura que la Omega se dio cuenta de que su mirada y expresión coincidían con ella. —Sana... — Susurró llevando su mano a su pecho en señal de susto, sintiendo como su corazón se aceleraba bajo su palma.

Por favor deja de mirarme así, suplicó en su mente apartando la mirada de la Alfa sintiendo que en cualquier momento sus piernas de debilitarían y su corazón se saldría de su pecho. —¿Esta todo bien? — Volvió a hablar la japonesa y Nayeon mordió su labio, buscando un vaso antes de dirigirse hasta la nevera intentando fingir que su presencia no le afectaba.

Y dada su posición se perdió de la sonrisa que amenazó con aparecer en el rostro de la Alfa. Pues gracias a sus fuertes feromonas, Sana no tardó demasiado en darse cuenta de su estado, prefiriendo no comentar nada al respecto para no incomodarla.

El único movimiento que realizó fue dirigir su mano cerrada en un puño hasta su rostro, para cubrir su sonrisa y aclarar su garganta, sin apartar su mirada de la figura de la Omega.

Mientras que Nayeon no paraba de reprocharse por su terquedad en su mente, aquello definitivamente había sido una mala idea. Nunca debió haber salido de su habitación, nunca debió creer que podría controlar su nerviosismo frente a Sana y lo más importante, jamás debió ver su torso semi desnudo, pues algo le decía que esa imagen tardaría en salir de su mente. —Si, yo solo vine por un poco de agua. — Respondió sin voltearse, sintiendo su garganta cada vez más sedienta a medida que vertía el agua en el vaso.

Escuchó como la japonesa hacía un sonido de afirmación a la vez que se acercaba más a ella, aunque fueron apenas un par de pasos, pero se olvidó de eso cuando de una sola vez ingirió todo el contenido de su vaso. —¿Como esta Dubu? — Volvió a hablar decidiendo mirar de nuevo a la menor, sus nervios seguían allí y su corazón no parecía tener intenciones de calmarse, pero fue como si con aquel vaso de agua no sólo su garganta se hubiera refrescado, algo de su valentía también volvió a ella, aunque estaba por descubrir que eso no bastaría.

Sana no respondió de inmediato, se quedó absorta en su rostro por algunos segundos, analizó la forma en la que sus labios se apretaban, como sus cejas se elevaban y la forma en la que su mirada temblaba a pesar de la seguridad que aparentaba, y no pudo hacer más que sentir admiración hacia ella, pues no dejaba de sorprenderla. —Estará bien, solo fue... — Respondió, deteniéndose con una idea rondando su cabeza. —¿Tienes algo que hacer ahora? — Cuestionó de repente, sorprendiéndole a ella y a sí misma, pues no solo se arriesgaba a un rechazo por parte de la Omega, estaba arriesgándose a que su relación volviera a tornarse tensa.

Mientras Nayeon intentaba entender que estaba sucediendo. —¿Que? — Cuestionó creyendo que no había escuchado bien.

Pero parecía que Sana ya no tenía control de sus palabras, y quien fuera que las dirigiera sólo deseaba una cosa. Algo que no se detendría hasta conseguir. —Esta por iniciar el Otoño y me preguntaba si te gustaría acompañarme al río Han. — Confesó encogiéndose de hombros y rascando su nuca con nerviosismo, sin dejar de mirarla. Confirmándole que no se trataba de una broma.

No sabía de donde había salido aquella ocurrencia, ni como pudo arreglárselas para hacerla tan creíble, pero ya era tarde para echarse para atrás. —Podríamos no sé... Sería bueno irnos acostumbrando a convivir más, antes de, ya sabes. — Agregó vacilante, refiriéndose a su próxima impregnación, provocando que una tierna sonrisa se dibujara en el rostro de la pelinegra.

Nayeon estaba sorprendida, pero era mayor su emoción y su lobo tampoco le puso demasiadas quejas al ver la forma en la que actuaba la Alfa. —Seguro ¿Porque no? — Contestó antes de tener tiempo de pensar algo más, viendo como un atractivo brillo iluminaba la mirada de la pelirroja.

Y estaba segura de que el chillido de emoción que salió de sus labios se escuchó en toda la cuadra. Sin embargo al ver que una vez la euforia del momento pasó y la Alfa recuperó la compostura, nadie más entró en la cocina, supo que nadie estaba interesado en lo que ocurría. —¿En serio? — Cuestionó la japonesa cual niña pequeña, antes de aclarar su garganta, negándose a hacer algo vergonzoso frente a la Omega. —Digo, es fantástico, iré a darme un baño y luego... Te espero. — Propuso escuchando una suave risita de la contraria, que asintió sin dejar de sonreírle con cariño.

Todo el nerviosismo de Nayeon se había transformado, y en cuestión de segundos pasó de la sorpresa a la confusión, hasta llegar a la ternura y la emoción que ahora llenaba su pecho. —Me parece bien. — Afirmó dejando el vaso en el fregadero, pasando por el lado de la Alfa que le devolvió la sonrisa como pudo.

—Es... Perfecto. — Fue lo último que dijo antes de verla dirigirse escaleras arriba, estaba pasmada, su Unnie había aceptado salir con ella, lo que significaba que tendría una oportunidad de confirmar sus sospechas, finalmente comprobaría que efecto tenía en Nayeon.

Ahora solo necesitaba elaborar un plan que tuviera el resultado que necesitaba.

No sé que poner aquí, ando con la cabeza vuelta un caos, pero ¿Que les ha parecido?

Les cuento que las Sanayeon tendrán cita en el siguiente capítulo, sin embargo aún no tengo nada en mente para eso, al menos nada concreto, so... Acepto sugerencias, quizá eso agilice la próxima actualización, solo digo...

Ahora, espero estén linduras, gracias por leer.

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