IX : LOVE = HOME
Este capítulo llega a ustedes gracias a la sorpresa que nos dio Mi Reine Minari con su MelPro.
Así que agradezcamos tremendo arte que nos regaló reproduciéndolo sin parar.
Luego de la conversación que había tenido Mina con sus padres, en la que había aclarado la inocencia de su hermano en el secreto sobre su origen, ella misma había contactado al pelinegro y retomado la hermosa relación de hermanos que tenían.
Por lo que mientras Jihyo terminaba de hablar con las Omegas sobre lo ocurrido esos últimos días, ella salió de la habitación a atender la llamada telefónica que recibía de este.
— Hola Oppa. — Saludó con alegría, sonriendo enormemente a pesar de que sabía que este no podría verla, pero el simple hecho de hablar con su hermano le provocaba una felicidad que no estaba dispuesta a ocultar.
“Hey pequeña Pingüina, solo te llamo para decirte que ya me enteré de que vuelven a Seúl esta tarde y desde ya te informo que voy a secuestrarte.”
Sus párpados se ampliaron por la sorpresa, pero su asombro no se debía a las intensiones del chico sino a que este supiera sobre su regreso, aún cuando ella terminara de enterarse minutos atrás. — Oye pero eso no es posible apenas y... — Empezó a decir soltando un suspiro, quizá había olvidado cual era el precio de ser una reconocida IDOL. — No me digas ¿Lo publicaron? — Preguntó pasándose la mano que tenía libre por su largo cabello rubio, peinándolo suavemente hacia atrás deseando no haberse acostumbrado a la paz que estar en aquella residencia le había proporcionando, libre de cámaras y periodistas, aunque extrañara mucho a sus fans.
“Uno de tus gerentes llamó a casa, así que tranquila.”
Una oleada de alivio la recorrió apenas escuchó al chico hablar desde la otra línea, al menos podía estar tranquila con respecto a la confidencialidad de su Empresa.
Mas su cerebro traidor se concentró en algo más. — ¿Así que estas en casa? No creo que pueda ir allá, no he hablado con mamá y papá los últimos días y no estoy lista para...
Ella misma detuvo sus palabras al escuchar la escandalosa risa de su hermano del otro lado, y estaba segura de que se reía de ella, aunque no entendió el porque hasta que este se calmó y se lo explicó.
“A veces pienso que envejecerás antes que yo por tantas preocupaciones bebé Pingüina.
Pero bueno el caso es que no iremos a casa de mamá y papá, ya que tal ves pase por su nuevo departamento y lleve a los chicos.
También extrañan a sus hermanas.”
La rubia guardó silencio por breves segundos, recordando cada episodio que gracias a su hermano había vivido junto a los siete chicos, haciendo una mueca debido a lo caótico que siempre terminaba todo. — Admito que tus fiestas son súper geniales y que verlos sería increíble, sobretodo para las chicas pero... — Por eso no estaba del todo de acuerdo con esa idea, considerando como estaban las cosas en ese momento. — No creo que sea prudente hacer una fiesta precisamente hoy, Oppa. — Confesó rascando su nuca con vacilación.
“¿Quien dijo algo de fiestas si estará el abuelo allí?”
Sus párpados se ampliaron y su mueca se convirtió en una sonrisa divertida. — ¿Tú y la palabra reunión en una sola oración? Me cuesta creerlo. — Bromeó entre cortas risitas que hicieron bufar a su hermano al otro lado de la línea.
“Ten algo de fé en mi, soy el Worldwide Handsome, nada me sale mal”
— Oppa... — Habló en modo de advertencia, escuchando el suspiro del mayor.
“De acuerdo, pero mejor hablemos esta noche ¿Si?
Ya quiero conocer a esa nueva hermanita Alfa que tengo ahora”
Le fue inevitable no sonreír ante la ocurrencia del Omega, sintiéndose agradecida de no haberlo perdido como hermano a pesar de que su lazo de sangre fuera nulo. — Tan molesto. — Volvió a bromear haciendo reír al mayor esta vez.
“Hasta la noche bebé Pingüina, te quiero”
— Adiós Oppa, también te quiero. — Se despidió rogando al cielo que lo que fuera que planeaba este, saliera bien.
“Por supuesto que si”
Y luego de soltar una risita ante las últimas palabras del Omega, decidió volver con el resto de sus compañeras para enterarse de que era lo que habían organizado, y la hora exacta de partida de aquel lugar.
Después de lo ocurrido en la habitación con Mina y Nayeon, luego de que Jihyo terminara de hablar con las Omegas y todo quedara aclarado y de que todas hicieran sus maletas, una pensativa Sana se encontraba en el estacionamiento de la residencia.
Su mirada fija en la nada, con uno de sus brazos apoyado en el costado de su maleta y el otro sobre su rodilla flexionada. Lo que había pasado con la Alfa no dejaba de repetirse en su mente, y se preguntaba porque hasta ahora se daba cuenta de que se sentía de ese modo por la coreana. — Hola ardilla. — Escuchó a sus espaldas, volteando inmediatamente para encontrarse con aquel rostro que aceleró su corazón.
Ella y la mayor del grupo jamás habían tenido una relación tan cercana como para que su cuerpo reaccionara de ese modo, de echo todas estaban acostumbradas a ver a las dos coreanas mayores encima de Mina, pues si bien era cierto que a Nayeon le interesaba una japonesa, también era cierto que no era precisamente ella.
Nayeon y ella jamás habían tenido ningún tipo de acercamiento que le diera a entender o le hiciera sentir algo que no fuera amistad o el cariño de hermanas que sentía por todas.
Pero ahí estaba, poniéndose de pie solo para tenerla frente a ella al segundo siguiente, con un nudo formándose en su estómago, sus manos sudando y su corazón a punto de salirse de su pecho, todo a causa de aquella tierna sonrisa y aquel dulce olor a Frutilla y Caramelo inundando su olfato.
— Nayeon Unnie yo... — Murmuró tragando con dificultad, incapaz de controlar el nerviosismo en su voz, que había vuelto a la normalidad y le sacó una nueva sonrisa a la Omega.
Se preguntaba que estaría pasando por su mente en aquel momento, si se encontraba odiándola o si sentía miedo de ella, algo que entendía a la perfección.
Si embargo cuando la Omega, que se había mantenido mirándola en silencio sin dejar de sonreír, se lanzó a sus brazos rodeando su torso y recostando su cabeza en su hombro, cualquier duda, miedo o preocupación que tuviera simplemente desapareció.
Como si con aquel abrazo, con aquella cercanía, con aquel simple gesto, la Omega le dijera que la perdonaba, que confiaba en ella, pero sobretodo, que la había extrañado.
Por eso decidió arriesgarlo todo, dejando salir aquellas palabras que habían estado atascadas en su garganta desde el primer segundo que la vio esa mañana. — Te extrañe mucho. — Susurró dejando un beso en su cien, escuchando como la mayor reía suavemente y se acercaba más a su cuerpo disfrutando de su olor, antes de alejarse para mirarla.
— ¡Lo sé! Todos extrañan a las chicas bonitas cuando no están, pero ya volví y más hermosa que antes. — Todas sabían lo Diva que era la mayor del grupo, y en cierto modo estaban acostumbradas a aquella faceta de la pelinegra, pero Sana recién descubría lo afortunado que debía ser un mortal para disfrutar de aquello frente a sus ojos.
Recién se daba cuenta de que era todo un privilegio ver como Im Nayeon movía su cabello y sonreía pretendiendo ser presumida, sólo para verse mucho más tierna, y si a eso le añadían el brillo en su mirada mientras posaba con orgullo, Sana bien podría sentirse en frente de una deidad. — ¿Estás bien tú? Me pareció que también querías un abrazo ¿No es así? — La escuchó preguntarle, sacándola de su mente, para darse cuenta de que el tiempo que se había mantenido en su mente había bastado para que la Omega se alejara un par de pasos de ella.
Se sintió aturdida, como si el sin fin de emociones en su interior estuvieran por consumirla, la presencia de la Omega abrumándola de tal forma que se olvidaba de su propia existencia, algo con lo que su lobo parecía estar muy satisfecho. — ¿Yo? ¡Si! Lo siento. — Dijo apartando su mirada de la contraria, conteniendo la respiración para calmar los deseos que sentía de volver a tenerla entre sus brazos.
Una cosa con la que la Omega no le colaboraría, pues se acercó a ella reduciendo considerablemente la distancia entre ambas, de tal modo que su cercanía le permitió acariciar suavemente su mejilla. — Eres una Alfa tan bobita Sanake. — Le susurró dulcemente, mirándola de una forma que Sana creyó la desarmaría.
— ¿Eso crees? — Preguntó acercando su rostro más cerca de aquella cálida palma, cerrando sus ojos solo para abrirlos después y mirarla tan intensamente que bastó para dejarle claro que ya había caído por ella.
Vio como la Omega asentía a modo de afirmación, con una pequeña sonrisa completando el cuadro de ternura que ella disfrutaba con gusto. — Si, pero tranquila, sigues siendo igual de adorable que antes. — Una risita de sus labios y el mundo de la japonesa dio un vuelco.
Y su mejor reflejo fue tomar la mano que seguía dejando caricias en su mejilla para dejar un beso en su dorso y ser ella quien acariciara el rostro de la Omega esta vez, sin permitir que se rompiera su conexión de miradas. — En cambio yo, creo que tú eres más linda ahora Unnie. — Dijo sinceramente, anhelando que ese mágico instante fuera eterno y mantener para siempre a la Omega bajo su protectora mirada y su tacto.
— Gracias pequeña ardilla. — Respondió la pelinegra de vuelta, suspirando ante la comodidad que aquellos ojos, aquel olor y aquella delicada caricia le hacía sentir.
Por un breve segundo todo a su alrededor dejo de existir, toda la realidad de Sana fueron aquellos ojos de océano y todo el universo de Nayeon fue de color ámbar, por un breve segundo sus lobos se encargaron de dejarles claro algo por lo que tendrían que luchar, mi mate. (✓)
Hasta que un grito con la inconfundible y potente voz de su líder las sacó de su burbuja. — ¡CHICAS! ¡Mánager Unnie ha llegado! — Y tan pronto como ambas la escucharon se apresuraron a ir en su dirección, con la mayor sintiendo sus mejillas calentarse ante la insistencia de la Alfa por cargar su equipaje también, mientras esta sonreía satisfecha y caminaba tras ella sin esfuerzo alguno.
Se habían despedido de todos los Betas con los que habían compartido ese tiempo en el lugar momentos antes, por lo que su partida fue rápida, solo la doctora Jung y sus dos fieles acompañantes estuvieron presentes para verlas irse, y de algún modo les alegró pues no querían ponerse más tristes.
El viaje en auto fue tranquilo, para suerte de Jihyo las Omegas mayores decidieron irse con ella y Chae en una camioneta y Tzuyu se fue con las Alfas, aunque más bien con Momo, que no la dejó sola desde que volvió a verla, y que no permitió que nadie la alejara de ella.
Llegar a Seúl les generó una sensación de nerviosismo y emoción a todas, aunque por diferentes razones.
Todas deseaban conocer el nuevo lugar, pero el caso de las Alfas y las Omegas iba mas allá, principalmente por como sería su convivencia a partir de ese día, y en el caso específico de Mina su complicada situación familiar, con una nueva madre Alfa y unos padres en los que ya no confiaba.
Pero ese era uno de los asuntos que enfrentaría la rubia después, ya que la cada vez más notable tensión entre Sana y ella, empezaba a preocuparla, y sabía que debían hacer algo para resolverlo pronto, pues no quería dañar su amistad con ella y mucho menos que la convivencia se volviera incómoda con el resto de sus compañeras.
Se suponía que iniciarían una nueva vida manteniéndose igual de unidas que siempre, y aquella definitivamente no había sido la mejor forma de empezar a hacerlo.
Por eso tomó la decisión de hablar con Sana apenas se instalaran, estaba dispuesta a disculparse si eso significaba no estar mal con la pelirroja.
Aún cuando no tuviera idea de porque su lobo se sentía tan celoso de ver a Nayeon con ella, si con Jeongyeon se sentía en casa, aún cuando su orgullo le gritara que no cediera.
Fue una suerte que no tuviera que hacer mucho por lograrlo ya que fue la misma Sana quien la buscó.
Habían hecho una parada en la empresa antes de irse al departamento por ordenes de su CEO, que luego de tantos días sin verlas quería comprobar que estuvieran bien, por lo que la pelirroja le pidió un par de minutos antes de dirigirse con el resto a la oficina del Beta.
Se notaba nerviosa e incluso indecisa y si Mina no la hubiese conocido tan bien, podría haberse reído de ella, pero sabía que incluso antes de la presentación a Sana le costaban las disculpas, y ahora que tenía un orgullo de Alfa que mantener, de seguro se encontraba luchando con este.
Por eso espero pacientemente a que hablara. — Bien, lo que quería decirte Minari es que... Lo siento ¿Si? — Sus palabras salieron con mas energía de lo que había planeado, o lo que Mina había esperado, pues tan pronto como habló pareció que el aire en sus pulmones se había agotado, ya que la vio tomar aire antes de seguir. — Yo sé que no fue tu culpa que Nayeon eligiera abrazarte a ti aún cuando... ¡Aish! — Su voz fue perdiendo fuerza y la rubia miró a un lado para no sentirse peor consigo misma. — Solo no quiero estar mal contigo, eso no me gusta y lo sabes. — Terminó de decir jugando con sus manos, a donde dirigió su mirada.
Mina la miró confusa, era cierto que admiraba la madurez de su Unnie, pero eso no cambiaba que se sintiera mal por lo ocurrido en DAEGU. Sin embargo sacudió su cabeza decidiendo seguir el ejemplo de Sana y deja todo en el pasado. — Bueno si te soy sincera tampoco quiero estar mal contigo Satang. — Confesó, teniendo la brillante mirada de la mayor en su rostro otra vez. — Se que debió ser incómodo pero... Ni siquiera yo esperé que ella hiciera eso. — Y era cierto, su intensión jamás había sido hacerla sentir mal, aún cuando desconocía su interés por la mayor. — Yo solo quería saludarlas y...
Sana levantó su mano pidiéndole con ese gesto que se detuviera, lo que hizo sin rechistar o llegar a ofenderse. — No tienes que decirlo Mina-chan, todas sabemos lo cariñosas que son contigo, es solo que... No se que pasó. — Fue ella quien llevó una mano a su cuello para masajear aquella zona, mordiendo su labio, mientras todo su lenguaje corporal y algunas de sus feromonas le aclaraban a Mina el porqué.
Si por algo era conocida la menor de las japonesas era su habilidad para observar y analizar lo que ocurría a su alrededor, siempre entendiendo lo que ocurría antes que el resto, aún cuando a veces se lo guardara para si misma. — Quizá... — Murmuró con una idea rondando su mente, una que por el leve olor que se mezclaba con el de la mayor, prefirió confirmar antes de contarla. — ¡Nada! Mejor olvidalo ¿Que dices si empezamos de cero? — Su sonrisa de encías apareció en frente de la pelirroja que la devolvió, lanzándose a sus brazos en el momento que extendió su mano para cerrar el trato.
— ¡Claro que si Minari! — Exclamó Sana, colgando de su cuello, dándose cuenta de lo alta que se había vuelto la menor, deseando aprovechándose de eso ahora que habían aclarado todo. — ¿Me cargas? — Preguntó sintiendo como Mina sostenía su cintura para no dejarla caer o en consecuencia caerse junto a ella.
— ¡No te aproveches de mi! — Lloriqueo mostrándose inmune al tierno puchero de la pelirroja, que aunque dejó que apoyar su cuerpo en el de ella no soltó el agarre, caminando en un medio abrazo a su lado mientras sonreía con alegría, feliz de que la incomodidad y tensión entre ellas haya terminado.
Retomando su caminata hasta la oficina del Beta donde seguro las esperaba una furiosa Jihyo por haberse tardado, confirmando su sospecha de que en efecto el olor de Sana se había mezclado con uno a Frutilla que conocía bien, pero que decidió dejar de lado en cuanto llegaron a la oficina del Beta y tuvieron todas las miradas sobre ellas.
— ¡Oh! Que bueno que llegaron las dos que faltaban. — Exclamó JYP levantándose de su silla como abriendo sus brazos con regocijo, algo por lo que las japonesas no pudieron evitar extrañarse.
— ¿Todo está bien PD-nim? — Fue Mina quien hablo, con el ceño levemente fruncido y una de sus cejas elevadas de forma interrogante, buscando una respuesta en el resto de sus compañeras, posándose en la líder al mismo tiempo que Sana.
— Chicas, por favor sientense. — Les pidió Jihyo, ninguna paso por alto su tono de voz y su mirada de advertencia con algo de temor, como si supiera algo que ellas no, y eso no pudo hacer más que intrigar a la rubia que fue la más atenta, además el ceño fruncido de las Omegas mayores no advertía buenas noticias y pudo haber apostado su vida a que si Jihyo también fuera Alfa sus feromonas se lo habrían confirmado.
— Gracias Jihyo, y respondiendo a su pregunta, todo está excelente chicas. — Empezó a hablar el que parecía el único feliz en aquella habitación, volviendo a su lugar, con una sonrisa en su rostro y aquella alegría que todas conocían bien. — ¿Que creen? En dos días empiezan con las grabaciones. — Informó provocando varias reacciones en todas.
Jihyo fue la única que mantuvo una expresión neutral, mientras las Maknaes se veían claramente sorprendidas y las mayores profundizaron su ceño. — ¡¿DOS DÍAS?! Pero eso es... — Empezó a decir Nayeon, contando con el respaldo de Jeongyeon y Momo, mientras la pelirroja y la rubia solo observaban en silencio.
— Si, no fue la mejor noticia del mundo. — Fue lo único que comentó la líder suspirando pesadamente mientras cruzaba sus piernas, consciente de que todas tenían razón en sorprenderse y molestarse, por lo que acepto en silencio sus miradas de reproche.
Cosa que llenó de confusión al CEO. — ¿Porque noto tanto desánimo?
Y considerando que el humor de las Omegas mayores no era el mejor, aquella pregunta pareció rebozar todos sus límites pues la castaña explotó. — ¡¿SERÁ PORQUE NO TENEMOS NI UNA HORA EN SEÚL?! ¡NI SIQUIERA HEMOS VISITADO A NUESTRAS FAMILIAS! — Gritó poniéndose de pie, sorprendiendo al CEO que se tensó, mientras Mina y Jihyo se apresuraban a levantarse también en un intento de calmarla.
Mas era obvio que como Alfa, las feromonas de Mina demostraran su estado de alerta. — Jeongyeonnie, tranquila. — Pidió mirando a la Omega que reaccionó en cuanto sus miradas se encontraron y volvió a su lugar cruzándose de brazos mientras Mina dirigía su mirada de pocos amigos al Beta.
— Mina... — La llamó Jihyo, que dejo un apretón en su hombro al acercarse a ella, rogando porque no empeorara las cosas.
Razón por la cual la Alfa volvió a su lugar al lado de la pelirroja que rodeo sus hombros en un medio abrazo y la miró, ahora más tranquila. — Lo siento.
La líder le ofreció una suave sonrisa y un asentimiento, antes de volverse al CEO e indicarle que continuara hablando, demostrando una vez más, su sentido de liderazgo.
— Como decía todo está listo y empezaremos a grabar pasado mañana. — Contó JYP soltando un suspiro nervioso, pues empezaba a preocuparle lo temperamentales que eran ahora las chicas, algo que en cierto modo entendía. — Sé que están ansiosas por ver a sus familias pero tenemos trabajo que hacer aquí, y...
Estaba consciente de que tras la presentación todo lobo necesitaba el calor de la familia para aprender a adaptarse a la vida que empezaban, pero antes de que pudiera decir algo más, la voz de Jihyo lo interrumpió.
— De acuerdo, lo hemos entendido. — Dijo la pelinegra poniéndose de pie, dandoles una mirada rápida a todas para que la acompañaran, lo cual no fue tan difícil.
— ¿Podemos irnos ya? — Preguntó Momo, que permanecía de la mano de Tzuyu, mirando al sorprendido Beta con firmeza.
De un momento a otro el coreano se sintió pequeño ante aquella dura mirada, aunque sabia que no era la única que tenia sobre él, podía sentir perfectamente las miradas de las mayores del grupo clavadas en el como dagas en su cuello, pero hizo todo por no mostrarse afectado. — Si, sólo... — Aclaró su garganta, levantándose para sentirse menos nervioso estando a su altura, pero fue en vano.
— Entonces gracias por su tiempo PD-nim, nos veremos en dos días. — Escuchó decir a Momo, que sin siquiera esperar respuesta salió de la oficina junto a la Maknae, mientras una a una iban tras ella.
Sintió un extraño escalofrío recorrer su espalda en el momento que Jeongyeon paso frente a su escritorio, pues su mirada no daba a entender nada amable, siendo el mismo caso de Nayeon, quien ni siquiera se molesto en ocultar la amargura de su olor al salir.
Mientras que Mina, quien fue la única que se quedó en la oficina junto a Jihyo, fue la única que hablo antes de salir. — Con permiso, PD-nim. — Dijo sonriendo de forma divertida, mientras la Beta la imitaba negando despacio.
¿Que porque sonreían? La forma en la que Nayeon y Jeongyeon siendo Omegas lo hicieron temblar quizá, o la forma en la que su cuerpo se paralizo con la mirada y la voz de Momo tal vez, aunque también podía ser denido a la expresión desconcertada que tuvo al final, que disfrutaron en todo su esplendor.
Mientras que el Beta se quedó estático en su sitio. — ¿Propio? — Respondió cuando las dos chicas ya habían cerrado la puerta frente a sus ojos, solo entonces volvió a sentarse. — ¿Pero que fue eso? — Cuestionó al aire haciendo una mueca, sorprendido de haberse dejado intimidar por unas niñas.
Aunque cuando esas chicas podían ser igual de rudas que hermosas, eso no era algo de lo que alguien pudiera escapar.
En el camino a las camionetas ninguna dijo nada, pero Jihyo estaba segura de que en el momento que salieran de la empresa, las quejas de las chicas no tardarían en llegar, y una vez más, ella debía encontrar una forma de calmarlas.
Aún cuando también sabía que tenían toda la razón.
Anteriormente las Alfas habían viajado con ella, pero esta vez ese fue uno de los detalles que supo no podría controlar cuando vio como Jeongyeon subía a la misma camioneta en la que estaba Mina, mientras Nayeon subía a la que había visto subir a Momo, Tzuyu y Sana antes.
Mina se encontraba sumida en sus pensamientos, con sus ojos cerrados y sus brazos cruzados sobre su pecho, y en la posición que su cabeza reposaba cualquiera podría creer que estaba dormida, pero fue el sentir como un conocido olor a vainilla se intensificaba para que saliera de su estado. — ¿Estas bien Jeong Unnie? — Pregunto al ver a la Omega llegar a su lado con sus mejillas ligeramente enrojecidas y su ceño aún fruncido, por su sorpresa se notaba que no se había dado cuenta de que se había equivocado de auto hasta que la vio y Mina no pudo evitar sonreírle.
— ¡Mina-ssi! Lo siento, sólo me sorprendí, pero estoy bien. — Se apresuró a responder Jeong mordiendo su labio con nerviosismo, sin entender porque era que la mirada de la rubia la hacia sentir tan pequeña, o porque ni siquiera podía mantenerle la mirada.
Era el primer encuentro a solas que tenían después de una semana y desde lo ocurrido esa noche de Luna Madre y lo ocurrido esa mañana cuando su lobo no dejaba de emocionarse y desear lanzarse a los brazos de la Alfa, la castaña no sabía como reaccionar.
— ¿Segura? — Le preguntó Mina suavemente, notando su estado y liberando feromonas que ayudaran a calmarla, justo como en la oficina del Beta, viéndola suspirar al segundo siguiente mientras le devolvía la sonrisa.
Podía ver el agradecimiento en sus ojos, pero había algo más en su mirada verde, esa picardía que ella mejor que nadie conocía a la perfección, y que le advirtió lo que se aproximaba.
— Segura, pero si me abrazas estaré mejor. — Soltó de golpe, usando su mejor expresión inocente para convencer a la Alfa.
Mina rodó los ojos, levantando una de sus cejas sin poder creerse aquello, la verdad era que si se moría de ganas por abrazar a la castaña y no dejarla ir jamás, pero jugaría un poco con ella. — Eso es manipulación. — Dijo con su característica voz neutral, escuchando como la mayor se quejaba.
— Sólo soy una Omega que quiere cariño Minari. — Chilló Jeongyeon haciendo uno de sus famosos pucheros de patito bebé, siendo esa un arma contra la que la Alfa no podría luchar.
Adorable eso fue lo que cruzó por su mente, soltando un derrotado suspiro, que hizo celebrar a la Omega, pues sabía que había ganado. — De acuerdo adorable Omega, ven aquí. — Dijo Mina haciéndole espacio a su lado donde no tardo en sentarse, disfrutando de aquella frescura de la Menta mezclada con las Almendras que provenía de su cuello cuando se acurrucó allí, mientras la rubia la rodeaba con su brazo y acariciaba su cabello y espalda.
Imagen que encontraron Jihyo, Dahyun y Chaeyoung cuando subieron al vehículo minutos después.
Mientras en la otra camioneta, una situación similar se desarrollaba.
Sana se había quitado sus zapatos y calcetines una vez más, disfrutando de la libertad que sentían sus pies al estar de ese modo, relajando sus músculos luego del incómodo momento que había presenciado en la Irónica del CEO con Jeongyeon y Mina.
Creyó que después de aclarar las cosas con la rubia las cosas se calmarían, que los episodios de tensión y enfrentamientos terminarían, sin sospechar que apenas iniciaban.
Desde que habían salido de la residencia de los Betas en DAEGU se había dedicado a chatear con sus fans, le divertía mucho la creatividad que tenían estos y le encantaban sus mensajes de apoyo y cariño, y era lo que se disponía a seguir haciendo, cuando la puerta de la camioneta se abrió y el olor de la Omega mayor la golpeó. — ¿Nayeon Unnie? — Cuestionó al ver a la chica frente a ella.
No quería ilusionarse, después de todo lo que había ocurrido no deseaba ahondar demasiado en el tema de la fascinación de su lobo por la Omega, pero cuando dio un rápido vistazo al interior del vehículo y noto como solo se encontraban ellas dos y Momo junto a Tzuyu en los asientos del fondo, concentradas en la laptod de la menor, su corazón se permitió llenarse de ilusión.
— ¿Tienes lugar aquí Sanake? — Y esa pregunta definitivamente aumentó mucho esa alegría que se mezclo con sus feromonas, que de no haberlas controlado habrían invadido todo el espacio.
— Seguro. — Respondió ofreciéndole una pequeña sonrisa a la Omega que no tardo en sentarse a su lado, demasiado cerca de ella y sus pies descalzos, pero decidió dejarlo pasar para volver a concentrarse en su pacífico rostro, que justo ahora se veía afectado por una emoción que no pudo descifrar con claridad. — ¿Te encuentras bien? — Preguntó teniendo la mirada azul de la Omega sobre ella al segundo siguiente, olvidándose por completo de su celular y todo lo demás.
— Me temo que no tierna Alfa, pero esto ayudará. — La japonesa estuvo a punto de preguntar a lo que se refería cuando la pelinegra terminó de acercarse a ella y la abrazó usándola como una almohada humana.
Dos cosas quedaron claras para Sana entonces, la primera, a la Omega le encantaba invadir el espacio personal, y la segunda, le encantaba que estuviera invadiendo el suyo en aquel momento. — Bueno para eso estamos Unnie. — Habló sonriendo ampliamente, permitiéndose disfrutar de aquel agradable abrazo que la hacían sentir en casa, rodeando el cuerpo de la pelinegra con cuidado de no hacerla sentir incómoda y arruinar todos sus avances.
Aunque más tarde esa noche cuando Sana se fuera a dormir, se daría cuenta de una tercera cosa, la que sería su cable a tierra y se encargaría de destruir cada una de sus ilusiones.
Que sin importar cuan cerca estuvieran ella y la Omega ahora, Mina siempre tendría una ventaja en el cariño de Nayeon.
Al mismo tiempo, en otra parte de la capital coreana, un par de chicos luchaban contra el sistema de seguridad de un departamento al que claramente no tenían autorización de ingresar.
— ¿Estas seguro de que esto es legal hyung? — Preguntó el menor de ellos mirando a los lados con el temor de ser atrapado y la adrenalina recorriendo su pequeño cuerpo de Omega, que temblaba mientras agradecía al cielo por usar ese supresor que no permitía que sus feromonas los delataran.
El pelinegro lo miró de reojo, haciendo un nuevo intento por abrir aquella puerta, regalándole una pequeña sonrisa antes de dirigirse a él. — ¡Claro que si pequeño Kookie! Ya deja de ser tan miedoso, Tae llegara con Nam. — Removió un poco el cabello castaño del menor, desordenándolo en el proceso mientras el menor simplemente se alejaba de su tacto intentando volver a peinarse, haciendo un mohín ante la mención del par de Alfas.
Jungkook se estaba arrepintiendo de haber accedido a ayudar a su hyung a sorprender a sus hermanas, pues de todo lo que esperaba, el cometer aquel delito de allanamiento de morada no cruzó por su mente.
Ni siquiera deseaba saber que había hecho o dicho el pelinegro para convencer a sus mánagers de dejarlos sin asegurarse de que en serio alguien los esperaba, pero lo que mas le asustaba al pequeño Omega era la reacción de su Noona cuando se entrerara de eso. — Pero es que las que me preocupan son las chicas, no quiero que Nayeon o Jihyo Noona se molesten y... — Empezó a decir siendo interrumpido de inmediato por el mayor.
— ¡Descuida! Yo te protegeré de esas dos si algo sale mal, recuerda que una es Omega y la otra Beta ahora. — Uno de los brazos del Omega mayor rodeo sus hombros, y Jungkook deseo poder creerle, pese a lo poco alentador del panorama, algo que cambió tan pronto la luz verde de la cerradura electrónica apareció frente a ellos. — ¡Listo! ¿Lo ves Kookie? ¡Te lo dije! Todo salió bien. — El mayor prácticamente lo arrastró con él al interior del lugar, donde se encontraron con algo que les gusto mucho, sobretodo al mayor.
Jungkook se dedico a detallar solo aquello que realmente llamaba su atención, como la gigante TV en la que sus videojuegos se verían increíbles, los cómodos sofás perfecto para que más de seis personas se sentarán sin problemas, o la pecera junto a la ventana donde varios peces se movían de un lado a otro.
El resto era casi como estar en el antiguo departamento de las chicas, a donde había ido solo a petición de su hermana mayor y donde los colores rosa, pastel y blanco predominaban en las paredes, cojines, alfombras y sofás.
Pero el que parecía no recordarlo era precisamente Seokjin, que a diferencia del castaño, se había tomado la molestia de pasar a la amplia sala y la lujosa cocina, de donde salió cuando volvió a escucharlo hablar. — Pero que lindo es todo aquí, se nota que son unas consentidas. — Comentó el pelinegro comiendo una manzana como si hubiera sido invitado y no un invasor.
Sin embargo el castaño no tuvo tiempo de cuestionar sobre el origen de la fruta cuando un ruido en el exterior llamó su atención. — ¡Oh! Son las chicas, hyung. — Informó viendo como una a una las chicas junto a sus gerentes bajaban de los vehículos, estirando sus músculos y analizando la propiedad desde el exterior.
Fue entonces cuando el mayor reaccionó, tomándolo del brazo después de terminar su manzana. — Bien Kookie preparate para sorprenderlas. — Habían terminado detrás de uno de los sofás y el pequeño Omega sólo pudo rogar al cielo porque su hermana o la líder del grupo no se molestara con él.
Las chicas pasaron 16 minutos de camino, lo sabían por la ocurrencia de las Dubchaeng de poner un cronómetro para calcular que tan lejos estaba esta residencia de la anterior, y con las paradas incluidas, la respuesta fue de 10 minutos exactos.
Por lo que no supieron si alegrarse molestarse más con su CEO por no trasladarlas allí antes.
Jihyo fue la primera en bajar de la camioneta tan pronto como uno de los gerentes de informó que habían llegado, encontrándose de frente con aquella estructura que vio días antes en las fotografías.
Su primer pensamiento fue de nostalgia, porque a simple vista era muy diferente de su antiguo lugar, pero eso no duro demasiado, pues su mirada volvió al vehículo de donde bajaban las chicas que la acompañaron y al otro vehículo que recién llegaba.
Mina ayudaba a bajar a Jeong como esta pudiera lastimarse solo haciendo algo que hacían casos diario desde su debut, mientras Momo intentaba cargar a Tzuyu en su espalda aún con las quejas de esta última, mientras Sana cargaba el equipaje de Nayeon y Dahyun llevaba a Chaeyoung en su espalda, quien usaba una extraña boina y usaba un parche en su ojo, uno que la líder no tenia idea de donde había sacado, pero dejó de lado, mirándolas como toda una madre orgullosa.
No habían tenido una discusión en los últimos 20 minutos y eso si que era hermoso, nada de caos, nada de drama, nada de dolores de cabeza para ella, hasta que tuvieron que entrar.
Los gerentes les habían explicado la distribución de las habitaciones y les entregaron una tarjeta a cada una, la que funcionaba como llave y como identificación, y por obvias razones las Alfas fruncieron el ceño ante la idea de estar bajo vigilancia 24/7 pero no dijeron nada.
Por lo que después de que todas bajaron y los gerentes se marcharon dejándolas a solas frente a la propiedad, caminaron a la entrada siguiendo los pasos de Jihyo.
A pesar de que todas tenían sus tarjetas era mejor dejar que la líder hiciera los honores y si había algo que ella consideraba irregular podría manejarlo mejor de lo que la harían incluso las mayores.
Todas se encontraban sumidas en sus conversaciones, pero como siempre, no podía faltar el comentario de la japonesa mayor que hiciera reír a todos. — Finalmente después de una semana podremos disfrutar de nuestro nuevo hogar ¡Si que si! — Celebró extendiendo sus manos en alto mientras Jihyo negaba y procedía a accionar la tarjeta, escuchando sonido de abierto y viendo el brillo de la luz verde que lo indicaba.
Las reacciones de sorpresa fueron similares, y sus brillantes sonrisas iluminaron la habitación, lo que tenían ante sus ojos les agrado a todas y si reaccionaban de ese modo solo viendo la sala, entonces Jihyo estaba segura de que el resto de la residencia les encantaría.
Y era lo que se disponían a hacer las Dubchaeng cuando un grito las sorprendió a todas. — ¡SORPRESA! — Las voces de Jungkook y Seokjin que aparecieron detrás del sofá lanzando confeti, detuvieron el andar de las más bajitas e hicieron gritar a las tres mayores, lograron asustarlas momentáneamente.
— ¿Jungkook? ¿Seokjin? — Nayeon fue la primera en hablar, siendo esa la única forma en la que se alejara de Sana, dando un paso al frente posicionándose justo al lado de Jihyo.
Y por la forma en la que ambas fruncieron el ceño, el tembloroso castaño fue el primero en responder. — Ho-hola Noona. — Dijo sintiendo como el supresor que había tomado esa mañana empezaba a perder efecto y sus feromonas nerviosas dejaban en evidencia su creciente nerviosismo.
Caso contrario al de Seokjin que sonrió ampliamente extendiendo sus brazos mientras caminaba en su dirección estrechando su cuerpo en un abrazo. — ¡Hola conejita casi cuñada! — Saludó, inconsciente de las reacciones que despertaría en la segunda mayor y la japonesa del medio.
Pero quien si se dio cuenta de ello fue la Alfa de rubia cabellera, que frunció el ceño por su comentario y por su presencia allí. — ¿Jin Oppa? ¿Que haces? — Cuestionó la japonesa llegando al frente al segundo siguiente.
El pelinegro la miro y sin decir nada la rodeó con sus brazos sin importarle si le correspondía o no, la había extrañado suficiente esos días como para perder la oportunidad de demostrárselo.
Separándose tan pronto como consideró oportuno. — No lamento haber invadido su nuevo hogar chicas ¿Les gustó la sorpresa? — Habló, sabiendo que les debía una buena explicación a todas, sobretodo a la líder y su mirada de juicio, pero quizá lo haría después.
— Sólo si tienes comida chef Myoui. — Ninguna se sorprendió del comentario de Momo, pues del mismo modo que Mina y el pelinegro se llevaban bien, Momo y Sana amaban tenerlo cerca por las cosas deliciosas que preparaba.
Por lo que Jihyo, Nayeon y el resto de los presentes dieron por terminado el cuestionario cuando los vieron chocar las palmas en modo de celebración.
La sonrisa de Jin simplemente creció, contagiando a Mina y la misma Alfa que fue la primera en corresponder su abrazo, mientras las demás empezaban a subir una a una las escaleras. — ¡Lo sabes Momo-chan! — Dijo Seokjin, escapándose con la nombrada camino a la cocina, siendo esa la única forma de que esta liberara a la Taiwanesa, que recibía ayuda de Dahyun con su equipaje cuando el timbre sonó y Mina al ser la única en la sala aparte de las Maknaes, fue a abrir encontrándose con los rostros de otros cinco chicos que traían muchas bolsas en sus manos.
— ¿Llegamos a tiempo? — Preguntó Namjoon sonriendo al ver a su pequeña cuñada ahora no tan pequeña frente a él.
Mina estuvo a punto de decir algo, pero antes de que pudiera hablar la pequeña Alfa con olor a Galleta y Madera pasó por su lado lanzándose a los brazos del moreno.
— ¡Namjoon Oppa! — Exclamó Dahyun en medio del abrazo, siendo alzada por el mayor, mientras Mina invitaba al resto a entrar y Jihyo bajaba las escaleras seguida de Jeongyeon.
— Hola pequeña Alfa. — Respondió Namjoon, feliz de volver a ver a su hermanita.
Y mientras los dos Alfas Kim compartían un abrazo, el último de los chicos que entraba a la amplia sala posaba su grisácea mirada en una tranquila morena que se mantenía en silencio observando la escena.
Misma que lo dejó cautivado con su dulce olor a Chocolate de leche y le sacó una brillante sonrisa. — ¡Tzuyu-ah! ¡Que bueno verte! No sabía que te habías presentado como Omega, una muy linda. — Todos notaron como gracias a su encantadora sonrisa y poco sutil guiño, la menor del Girl Group se ponía nerviosa, mientras que cierta Alfa de cabellos negros, que salía de la cocina lo miraba con el ceño fruncido y los puños apretados.
Momo se había regresado al escuchar el timbre sonar y encontrarse con aquello definitivamente no le agrado.
Yoongi era de los más callados y por lo general se encargaba de disfrutar de pasar el rato riendo de las locuras de sus 15 acompañantes cuando se reunían, pero tratándose de su amigo más cercano, no era extraño que se uniera a las bromas. — Creo que no debiste decir eso solecito. — Le dijo al pelirrojo que al ver su sonrisa divertida y seguir su línea de visión se encontró con una Alfa Pura dirigiéndose a él con una mirada poco amable, sintiendo como el único apoyo que recibía era la palmada del Alfa con olor a Fuego y Kiwi en su hombro.
— Aquí vamos de nuevo. — Murmuró la líder apretando el puente de su nariz y suspirando pesadamente, llamando la atención de Namjoon que la miró a través del abrazo con su hermana.
Sin tener idea de lo que se avecinaba.
¿Comentarios sobre este capítulo?
— Esta Alfa Sana nos cambiaría por la Omega Nayeon.
— La descripción de la historia empieza a tener sentido.
— Jin es un invasor de propiedades en sus ratos libres.
— ¡Momo celosa!
— Y si me reí de este CEO igual que Mina y Jihyo.
Saludos.
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