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Capítulo XLIV

— Te tengo pequeña, tranquila — digo sujetándola para que no se caiga.

Se ha puesto de tan mal humor que se ha levantado y no sé cómo se ha contenido para no ir hacia Eliana y echarla a patadas de aquí. Ha estado increíble, ha sacado una fuerza descomunal para enfrentarse a esa mujer y aquí está, de una pieza, o al menos eso espero. Me siento con ella en el sofá y la acuno mientras Sam la acaricia la espalda. Ninguno decimos nada, Tom nos mira y se marcha a la cocina. Minutos después regresa.

— Toma preciosa — le dice a Luna con voz suave.

— ¿Qué es? — Pregunta mi chica con un hilo de voz.

— Una tila.

— No estoy nerviosa.

— Hazme caso, te vendrá bien.

Ella puede creer que no está nerviosa pero parece que no es consciente de que no ha parado de temblar desde que se ha cerrado la puerta de casa. Es una reacción normal pero entiendo que Tom le de algo para que se relaje, visto su historial es mejor prevenir. Luna obedece y poco a poco se toma la tila. Parece que realmente le viene bien porque cada vez tiembla menos.

— Creo que es mejor que subamos a la habitación — propongo.

— No. Aquí estoy bien — se sobresalta un poco al responder.

Puede que haya metido la pata al proponer que subamos a la habitación. A lo mejor allí se siente encerrada y lo último que querrá ahora es quedarse sola con sus pensamientos, pero no va a estar sola, yo estaré con ella en todo momento.

— Hermanita, Derek tiene razón. Sube a tu habitación y descansa un poco — me ayuda Sam.

— Pero...

— Preciosa, ve.

Parece que lo que dice Tom va a misa porque Luna se levanta sin rechistar más y se encamina hacia la habitación.

— Derek — me llama Tom.

— Lo sé — respondo sin dejarle terminar. Cuidaré de ella como he hecho desde que la conozco.

Cierro la puerta tras de mí y voy hacia la ventana.

— Voy a correr las cortinas — le anuncio, — hace un día precioso.

Me giro y Luna está tumbada en la cama, inerte. Bueno al menos si mira hacia la ventana podrá ver la calle, las nubes, los pájaros... Quizá eso la distraiga. Me tumbo a su lado y le acaricio los brazos. A simple vista puede parecer que se ha dormido con los ojos abiertos pero no es cierto. Su respiración es un poco agitada y puedo oír su cerebro funcionando a mil por hora. Estoy totalmente convencido de que está repitiendo en su cabeza la conversación con Eliana, una, y otra y otra vez. Lo sé pequeña, yo tampoco entiendo por qué lo hizo. Por más que lo repito yo también no logro comprenderlo. Sólo llego a una conclusión, no la quería. Es muy mala persona por haberla abandonado y por mucho que diga que ha sido lo mejor, que no habría sido una buena madre y que no habría sido feliz no estoy nada de acuerdo. Una hija necesita a su madre. Tom y Sam lo han hecho maravillosamente bien pero hay cosas que sólo una madre puede enseñar.

Minutos después Luna cambia de postura y me da la espalda, me acurruco contra ella y la acaricio el pelo, es mi método infalible cuando está nerviosa o preocupada, espero que en este momento cumpla su cometido.

Y lo hace, poco a poco su respiración se vuelve más lenta, se ha dormido. Me alegro de que haya funcionado porque ahora mismo es la única forma que tengo de apoyarla, ya que si no ha abierto la boca en todo este rato es porque no quiere hablar.

La tapo con una manta y en silencio salgo de la habitación sin hacer ruido.

Tom y Sam están sentados en el sofá en completo silencio.

— Se ha dormido — anuncio ante sus miradas atentas.

— Quería evitar que pasara esto, lo hemos hecho tan mal — se martiriza Tom frotándose la cara.

— No, no digas eso. No os martiricéis más por favor. Erais muy jóvenes cuando os hicisteis cargo de Luna y lo habéis hecho lo mejor que habéis sabido, y dejarme deciros que habéis criado a una mujer increíble.

— Tendríamos que haberle dicho que su madre estaba muerta — Sam no se da por vencido y sigue dándole vueltas.

— Discrepo — intervengo y ambos me miran. — Vale, no lo habéis hecho como deberíais pero en este caso una verdad a medias era mejor que una mentira.

— No te entiendo — dice Sam frotándose las manos.

— Eliana habría aparecido igualmente, parece que es cosa del destino, así que pensad, si Luna creyera que su madre estaba muerta y descubre que no es así os culparía y rompería vuestra relación, porque sentiría que podía haberla buscado y por vuestra culpa no lo hizo — espero tener razón con mis palabras.

— Tienes razón, no sé lo que digo, estoy bloqueado — confiesa Sam.

— Todos lo estamos — se sincera Tom. — No pensé que Eliana fuera a aparecer, o en todo caso si nos la encontráramos sería en Seattle, ni de coña me imaginé que iba a estar aquí.

— Sí que parece cosa del destino — bromea Sam. — Hemos recorrido medio mundo y nos la hemos tenido que encontrar en este pequeño pueblo.

— Yo creo que las cosas pasan por algo, esto va a servir para uniros mucho más, vuestro vínculo ahora será irrompible — comento para animarles.

— ¿Tú crees? — Pregunta Tom. — Porque yo no estoy tan seguro. Me da miedo la reacción de Luna.

— Ha pasado por mucho, temo que se rompa definitivamente — confiesa Sam. — Esto ha sido demasiado para ella.

— Preferiría mil veces que me dejara de hablar antes de que se rompiera emocionalmente. No soporto verla mal — dice Tom con lágrimas en los ojos.

— Ey chicos, por favor no os pongáis en lo peor. Luna es una mujer muy fuerte y va a superar esto, ya lo veréis. Lo que tenemos que hacer es apoyarla y tratarla como si no hubiera ocurrido nada.

— No podemos hacer eso... — Comienza Tom pero le corto.

— Escuchadme bien, si algo he aprendido es que a Luna no le gusta que le traten como si fuera una muñeca de cristal. Cuando tuvo el problema de salud durante el juicio lo pasó muy mal porque nadie la decía nada, todo el mundo cuchicheaba a su alrededor y la miraban con pena — digo refiriéndome a nuestros amigos. — No lo hacían con mala intención pero tenían miedo de que si le contaban todos los sucesos, todas las declaraciones, volvería a estar mal. Ninguno vimos que estábamos consiguiendo todo lo contrario.

— En eso te doy toda la razón — me señala Tom con el dedo. — Quise aislarla del mundo pero eso sólo hizo que estuviera más nerviosa.

— Tenemos que darla tiempo, todo el que ella necesite, pero debemos estar ahí — y pienso estarlo. Si por mí fuera hacía ahora mismo las maletas y me la llevaba de aquí a un lugar donde empezar de cero.

— Le daremos todo el tiempo que necesite, pero no podemos obviar que Eliana le ha confesado en su cara que la abandonó, que no la quería y que lo volvería a hacer — relata Tom enfadado.

— Eso es lo que no entiendo, si dice que lo volvería a hacer, ¿entonces por qué insiste tanto? — Pregunto confuso.

— Eliana dijo que sí la quería, que aún la quiere, pero yo creo que es mentira. Si quieres a una persona no le haces eso — continúa Sam.

— Depende de las circunstancias — interviene Tom.

Imagino que se refiere a las relaciones. Si estás en un momento en el que no sabes lo que quieres y lo único que haces es marear y dañar a esa persona entonces entiendo que te alejes por su bien y por el tuyo. Pero ¿de un bebé?

— En este caso dan igual las circunstancias, no se abandona a un bebé y menos por los motivos que ella decía. Podía sentir que nuestra familia la superaba, yo reconozco que no se lo puse fácil y lo más lógico sería que se hubiera alejado pero llevándose a Luna consigo — sentencia Sam.

Y tiene toda razón porque sus palabras hacen que pensemos sobre lo ocurrido y nos mantengamos en silencio.

A lo largo de la tarde vamos subiendo por turnos a la habitación de Luna para comprobar cómo está. Sigue en la misma postura pero sé que ya no está durmiendo. Me encantaría sacarla de la cama y ponerle el mundo a sus pies para que viera que puede con esto y más, pero no es el momento. Debe ir a su ritmo.

— ¿Pedimos cena? — Propone Tom. — Si hay algo que anima es la comida.

— Por mí perfecto — responde Sam — quiero hamburguesa, patatas fritas, Nuggets, palitos de mozzarella, patatas con bacon...

— Vale — le corta Tom — es más sencillo que digas que quieres la carta entera.

— Quiero la carta entera — responde Sam bromeando y los tres nos reímos.

— Pues mientras pides vamos a escoger una peli — le toco el hombro a Sam y vamos al salón. — Veamos, ¿Fast and Furious?

— No, la base de esas películas es la familia.

— ¿Mamma mía? — Esa le encanta.

— ¿Una niña que no tiene padre por culpa de su madre y al final termina teniendo tres? Mejor no.

— ¿Harry Potter? Con esto no puedo fallar — digo orgulloso.

— Sus tíos le odian y sus padres están muertos. A parte de que sufre bulliyng por parte de un niño malcriado y odioso.

Joder, no lo había visto así. Harry Potter era mi saga comodín cuando Luna estaba mal pero visto de esa forma...

— ¿Divergente?

— No — niega Sam con la cabeza.

— ¿Y si ponemos una de miedo? — Propone Tom cuando entra en el salón. — En su estado seguro que ni se asusta.

— ¡Ya está! — Exclamo. — Avatar.

— Nos parece bien — responden los dos hermanos asintiendo con la cabeza.

Menos mal, porque nunca se me había hecho tan difícil escoger una película.

Cuando tocan el timbre subo a la habitación a por Luna. Toco antes de entrar pero no responde así que abro la puerta.

— Luna cariño — la llamo y me siento con ella en la cama. — Tus hermanos han pedido cena y vamos a ver Avatar. ¿Te unes? — Le pregunto.

Se gira, me mira y obediente se levanta de la cama. Coge mi mano y en silencio bajamos al salón. Cenamos viendo la película y la comentamos, salvo Luna, ella no habla en ningún momento.

Cuando terminamos recogemos y Tom prepara chocolate caliente. Luna sonríe cuando le ofrece la taza, pero no dice nada.

— ¿Nos vamos a dormir? — Pregunto al ver que se frota los ojos.

Asiente y coge mi mano. Miro a sus hermanos y aprietan la mandíbula, están muy preocupados. Subimos a la habitación, nos acostamos y Luna vuelve a quedarse inerte sobre la cama solo que esta vez con los ojos cerrados. Yo no estoy preocupado, estoy acojonado.

El domingo no es un día muy distinto, si no la sacamos de la cama se quedaría ahí tirada todo el día. Lo pasamos en gran parte en el salón viendo sus series favoritas y las comentamos, pero ella no dice nada. Sólo hace acto de presencia y cuando la hablas te mira y te sonríe, pero tiene la mirada perdida.

— Está en shock — le digo a sus hermanos en la cocina. — Me mata verla así.

— Debemos darla tiempo, volverá — dice Tom intentando guardar la calma pero se ve a la legua que está de los nervios.

— No debemos presionarla, la conocemos y estamos seguros de que volverá — ratifica Sam mirando a Tom.

Ni cuando Eliana apareció estaban tan acojonados.

— Voy a casa a por ropa limpia y vuelvo — anuncio.

No espero a que me confirmen si puedo quedarme, simplemente salgo de casa, me monto en el coche y me dirijo a la mía.

Al llegar me cruzo con mi madre y quiere que le cuente todo.

— Mamá, por favor, ahora no — intento frenarla.

Subo a mi habitación, cojo una mochila y empiezo a guardar ropa sin realmente fijarme en lo que es.

— Derek, por favor — insiste cogiendo mis manos.

— Ha sido horrible, mamá. Eliana confesó en su cara que no la quería, que la abandonó porque fue superior a ella, no se veía capaz de llevar una familia y por eso decidió abandonarla a ella. Se excusa diciendo que no era feliz y que Luna tampoco lo sería. La dijo que lo volvería a hacer — exploto. — Esa ha sido la base principal de la conversación.

— ¿Cómo está Luna? — Pregunta con miedo.

— En shock. Está en shock. No habla, hace todo de forma robótica, no es ella misma — no puedo evitarlo y empiezo a llorar.

— Maldigo a esa mujer, ojalá no hubiera aparecido en nuestras vidas — dice mi madre con lágrimas en los ojos. Me abraza y me desahogo con ella. — Lo siento mucho mi niño, siento mucho lo que he hecho.

— No es culpa tuya — digo recobrando la compostura. — Deja de culparte porque así no vamos a acabar bien ninguno. Debo irme.

— Cuida de ella — me pide.

Sólo asiento con la cabeza y salgo rápido en dirección al coche. Sé que he sido un borde con mi madre pero ya le contaré más a fondo lo que ocurrió. Ahora sólo quiero ir con Luna.

— Se ha acostado hace un rato — anuncia Tom en cuanto me abre la puerta.

Asiento y subo las escaleras de dos en dos. Está hecha un ovillo bajo la sábana, dándome la espalda. Me pongo el pijama, me meto en la cama, la abrazo y rezo a dios para que mañana vuelva en sí. Sino, no sé qué vamos a hacer.


— ¡Despierta dormilón! — Abro de golpe los ojos y me encuentro con una sonriente Luna. — ¿Listo para ir a clase? Yo ya me he duchado, qué fresquita me he quedado, ya me he activado para el día.

Dice todo con una mezcla entre atropellada y robótica. No estoy entendiendo nada.

— Buenos días a ti también — respondo intentando que no vea que estoy preocupado. — Pues voy a activarme yo también.

Me doy una ducha rápida y cuando vuelvo veo a Luna delante del espejo. Se ha quedado petrificada mirando su reflejo, no hace ningún movimiento y su mirada está perdida. Mierda, espero que no se vea a Eliana cuando se mire en el espejo, la verdad es que son parecidas. Oye ruidos provenientes de la cocina y vuelve en sí. Termina de vestirse de manera mecánica y yo hago lo mismo.

— Vamos a desayunar — pide — qué hambre tengo.

Coge mi mano y bajamos a la cocina.

— ¡Buenos días! — Exclama contenta y sus hermanos la miran como si hubieran visto un fantasma.

— Buenos días preciosa, ¿tortitas? — Pregunta Tom.

— Sí, por favor.

— ¿Batido? — Pregunta Sam.

— Obvio — ríe Luna.

Le sirven el desayuno y ambos me miran mientras ella come. Me interrogan con la mirada pero yo sólo niego, es muy raro. Estamos unos momentos en silencio hasta que Sam decide romperlo.

— ¿Has dormido bien, hermanita?

— Sí — responde Luna con voz robótica.

Ambos vuelven a mirarme. A eso me refería.

— Cojo mis cosas y nos vamos — sonríe pero no llega a sus ojos. Aún así le devolvemos la sonrisa.

— Está mal, muy mal — dice Sam nervioso.

— A esto me refería cuando he negado con la cabeza — explico en voz baja — parece que está bien, pero no. Pasa de estar feliz a quedarse pillada de repente. Cuando está ida responde con una voz robótica que parece no ser suya, como si la hubieran poseído.

— Sigue en shock. Está intentando salir, pero está siendo difícil — nos comenta Tom. — Ella quiere verse bien, quiere estar bien. Así que si aparenta estar bien...

— Al final se lo creerá — termino.

— Y los demás también. Pero no nos creemos una mierda — sentencia Sam.

— La tendré vigilada — susurro cuando oigo bajar a Luna.

Y eso hago. Los días pasan y, aunque Katy quiere creer que Luna ''ha vuelto en sí'', que ya es ella misma, no es cierto.

Sí, habla con nosotros, come bien, duerme, participa en clase... Pero no le sale nada natural. Parece un robot.

Está completamente bloqueada.

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