Capítulo XL
Quedan pocos días para volver a la realidad y no tengo ninguna gana. Luna se lo está pasando genial y quizá haya conseguido no pensar en lo que nos espera a la vuelta, pero yo no puedo evitarlo, no sale de mi cabeza. Puedo imaginar lo que contiene ese papel. A lo mejor es sólo una respuesta estándar que indica que los datos son erróneos o que no hay constancia de un progenitor femenino en ningún archivo. Pero sé que no es así. Tengo un mal presentimiento que me dice que la vida de Luna va a cambiar de una forma horrible. Sólo queda poco más de un mes para terminar el curso. Estamos a mediados de Abril, en Mayo son los exámenes, la graduación y la respuesta de las universidades. Son muchos acontecimientos en muy poco tiempo y a Luna se le va a hacer todo cuesta arriba. Sólo espero que esté lo suficientemente centrada para aprobar los exámenes finales con tan buena nota como siempre y, ojalá, la admitan en la universidad que quiere. Irse del pueblo, alejarse de Eliana, es lo mejor que puede hacer. Así que por ella y por mí necesito hacer este viaje más inolvidable aún. Entro en internet y busco rutas, encuentro una que tiene muy buenas reseñas y por las fotos parece un lugar precioso. Está un poco lejos pero va a merecer la pena. Primero tenemos que ir 40 minutos en coche, aparcarlo en un mirador y después subir 15 minutos caminando y llegaremos a un lago donde hay una cascada.
— Qué preciosidad de sitio. ¿Dónde es? — Pregunta un voz somnolienta detrás de mí.
— Buenos días princesa — la siento en mi regazo y le doy un suave beso en los labios. — Es una ruta que he encontrado en internet. Tiene muy buenas reseñas y parece que es un sitio al que no va mucha gente.
— ¿Se lo proponemos a los demás? Aunque esté lleno de gente me da igual, sólo por ver esa cascada en vivo y en directo merece la pena ir — comenta ilusionada.
— No hay más que hablar — respondo feliz de que le guste mi idea. — Vamos a comentárselo a los demás.
Cojo su mano y juntos salimos de la habitación.
— ¡Hola! — Saluda Katy en el pasillo.
— Nena, Derek ha encontrado un lugar de ensueño, mira — dice Luna enseñándole las fotos a mi hermana.
— ¡Pero si parece sacado de un cuento! — Exclama Katy, le arrebata el móvil a Luna y baja corriendo las escaleras. — ¡Chicos, mirad donde vamos a ir hoy!
Oímos murmullos mientras bajamos las escaleras riendo por la reacción de Katy y, antes de llegar al último escalón, ya tenemos una respuesta.
— ¡Han dicho que sí, yuju!
— Es una crack — comenta Luna a mi lado riendo.
— Y tanto. Buenos días — saludo entrando en la cocina — pues vamos a desayunar, preparamos la nevera con comida y bebida y nos marchamos.
— Perfecto — responden al unísono.
— No perdamos más tiempo entonces — Luna bebe su taza de café y se pone manos a la obra.
Hacemos unos bocadillos, guardamos bolsas de patatas y chucherías, hielos, la bebida, vasos de plástico y cuando tenemos todo guardado subimos a cambiarnos. En menos de una hora ya estamos en camino.
No conduzco yo así que aprovecho para llamar a mi madre y Luna llama a sus hermanos.
— ¡Hola mamá! — Exclamo contento cuando responde.
— Hola hijo — uy, la noto la voz muy rara, — ¿qué tal? ¿Qué tal lo estáis pasando?
— Muy bien, ¿y vosotros qué tal? — Pregunto tras oírla sorber por la nariz.
¿Ha estado llorando? ¿Está llorando ahora?
— Mamá, ¿estás bien? — Pregunto preocupado.
— Sí, estoy bien.
— ¿Seguro? ¿Estás llorando? — No me ando con rodeos, necesito saber qué pasa.
— No hijo, no te preocupes. He debido resfriarme. Anoche salimos tu padre y yo a cenar y llovió mucho a la salida del restaurante. No teníamos paraguas y nos calamos. Tu padre está igual — dice tras unos instantes de silencio y no sé si creerla. — Cuéntame, ¿qué habéis hecho estos días? — Pregunta intentando cambiar de tema.
Quizá sea mejor que no insista, sólo conseguiré preocuparme más, agobiarla a ella y preocupar a todo el mundo y no lo veo necesario ahora mismo.
— Al principio aquí también llovió así que aprovechamos a jugar a unos juegos de mesa que nos dejó el dueño. Al día siguiente ya hizo buen tiempo así que pasamos el día jugando en el lago, hicimos barbacoa y hemos aprovechado para hacer turismo, una ruta y hemos visitado las ruinas de un castillo.
— ¡Qué bien suena todo! Qué envidia me dais. Aún recuerdo mi viaje de fin de curso, me alegro muchísimo de que os hayáis animado a hacerlo, es algo que no olvidaréis nunca — dice más animada.
— Y tanto, y eso que aún no sabes dónde vamos hoy.
— Cuéntame.
— Vamos a un lugar de ensueño, una zona con un lago y una cascada.
— ¡Ay como en un cuento de hadas! Haced muchas fotos, ¿prometido?
— Prometido.
— Te quiero hijo, pasadlo bien — comenta despidiéndose.
— Yo también te quiero mamá. Mejoraos.
Cuelgo y Luna cuelga a la vez que yo.
— ¿Todo bien? — Me pregunta.
— Sí, todo perfecto — respondo.
Llegamos al aparcamiento que hay y vemos otros coches aparcados, no son muchos y me alegra. Al menos sabemos que no hay mucha gente arriba. Cogemos las cosas y empezamos a subir. Se nota que estamos en plena naturaleza y, aunque hay algunos tramos de la ruta que son complicados de subir con las mochilas y la nevera, al final lo conseguimos. Las chicas hacen fotos a todo lo que pueden, quieren inmortalizar estas vistas y no paran de saltar y aplaudir de lo emocionadas que están. Cuando llegamos al final, lo graban con el móvil. Ante nosotros se encuentra una majestuosa cascada, efectivamente parece un lugar de ensueño. El rincón más escondido de un bosque donde viven las hadas, los duendes y demás seres de la naturaleza.
Vemos un hueco perfecto frente a la cascada, colocamos nuestras cosas, sacamos las toallas, nos quedamos en bañador y vamos corriendo al agua. El primer valiente en tirarse es Alan, salta sin pensarlo aunque dura dos segundos en el agua. Ya me imaginaba que estaba fría, al fin y al cabo es agua que baja de la montaña. Con calma vamos entrando poco a poco y, aunque nos cuesta horrores, al final conseguimos meternos.
Cerca nuestro hay una pareja nadando y otra con un niño pequeño jugando con una pelota. Luna les mira y sonríe al pequeño. «Algún día esos seremos nosotros, pequeña» pienso. Nadamos durante un rato y antes de comer decidimos dar un paseo por la zona. Hay unas escaleras cerca de la cascada que, supongo, nos llevarán hasta la cima. Nos aventuramos a subir y, efectivamente, llegamos a lo alto de la cascada. Las vistas son impresionantes y no hay nadie, así que decidimos comer aquí. Lo malo es que no hay ninguna zona con sombra, así que al terminar proponen volver al sitio anterior. Anna, Justin y Christian sacan las cartas, Alan y Katy van en busca de una zona que usar como baño y Luna y yo damos un paseo.
— Mira — dice Luna pasado un rato — parece que podemos entrar tras la cascada.
Me asomo y sí, hay hueco entre el agua y la piedra.
— Vamos — cojo su mano y nos guío hacia el interior. — Parece una piscina privada — comento.
Hay una zona donde el agua apenas cubre así que nos sentamos, es un sitio muy íntimo.
La pareja que nadaba a nuestro lado está comiendo y la familia se ha marchado. Miro a Luna y ese bikini azul cielo le queda de muerte. Con las manos se moja el cuerpo y veo cómo las gotas de agua resbalan por su piel, tiene el pelo mojado y le cae sobre el pecho. Joder, va a pensar que estoy enfermo porque me pongo duro sólo con verla.
— ¿Te pasa algo? — Pregunta en un susurro. Me lo ha notado.
— Sí, tengo un problema muy grande. Me pones demasiado y ahora mismo te arrancaría ese bikini y te haría el amor de tantas formas que derrumbaría la montaña.
Veo cómo se sonroja cada vez más y se da aire con la mano.
— Me has puesto a cien — confiesa. Con las manos se echa más agua por el cuerpo. — Lo que dices suena muy bien y me da mucho morbo, pero tengo miedo de que alguien nos vea. Este sitio es íntimo pero cualquiera que camine por los alrededores nos puede ver, incluida tu hermana y nuestros amigos.
Tiene toda la razón y se lo hago saber.
— Tienes razón — comento más centrado.
— Pero eso no quiere decir que no pueda aliviarte. Vigila que nadie nos vea.
Se coloca de rodillas frente a mí y con sus hábiles manos acaricia mi pene por encima del bañador. Joder, podría correrme sólo con su toque.
Con cuidado saca mi miembro y se ríe al verlo completamente erecto y duro. Acaricia mi base y mi longitud y sin previo aviso lo mete en su boca. No me avergüenza decir que no tardo más de dos minutos en terminar, lo que Luna hace es magia pura.
— Ven — pido cuando he recuperado el aliento — siéntate entre mis piernas.
El agua nos llega casi por el pecho y la recuesto sobre mí. Ya hice esto mismo en su cumpleaños pero en agua fría es distinto. Sus pezones están completamente erectos y la sensación es completamente diferente. Tiembla con sólo rozarlos, vigilando que nadie nos vea, saco un pecho del bikini y lo acaricio con mis dedos, lo aprieto un poco y tiro de él mientras con mi otra mano bajo hasta su braguita. Primero la acaricio por encima del bikini, después me cuelo en su interior y la acaricio suave y lentamente.
— No te reprimas — susurro cuando la oigo contenerse — con el ruido de la cascada nadie nos oye.
Muerdo su cuello y la penetro con un dedo mientras sigo tirando y acariciando su pezón. Se derrite entre mis brazos mucho antes de lo que pensaba.
— ¿Nos damos un baño? — Pregunta jadeando.
— Mejor — respondo acalorado.
Se gira hasta quedar frente a mí y me besa.
Salimos nadando a la vez que Katy y Alan vuelven. Oigo a Luna reírse y por la cara que ponen las dos sé que se han entendido con sólo mirarse. Ellos han hecho lo mismo, no me hace falta un máster para entenderlo.
— Este lugar es precioso — dice Anna.
Hemos subido a la cima a ver el atardecer y tiene razón, nunca voy a olvidarlo.
— Hagámonos unas fotos — propone Christian. — Unos selfies, hay unas vistas espectaculares.
— Si salen bien podemos poner una como foto de grupo en el chat — dice Justin.
— ¡Sí, venga! — Aplaude Luna.
Nos colocamos y tras hacer muchas fotos nos decidimos por una, han salido todas genial pero una en concreto es perfecta. Con mucha pena por tener que despedirnos de ese sitio nos marchamos a casa. Quién sabe, quizá podamos volver en otro momento.
Queremos despedir nuestras vacaciones a lo grande y celebrar el cumpleaños de Anna, así que hacemos una despedida como merece, al más puro estilo americano: primero regalos, después fiesta en el lago, barbacoa, música, alcohol, juegos y un mítico baño son el cierre perfecto a esta semana inolvidable.
Con mucha pena hacemos las maletas y tras devolverle las llaves al dueño volvemos a la realidad.
— Alan, ¿puedes dejarme en casa de Katy y Derek? Tengo que coger una maleta antes de volver a casa con mi hermano — pide Luna.
— Claro, sin problema, os dejo allí a todos — responde Alan.
— Te llevo yo a casa después — comento.
— Me parece perfecto.
— Jolín, ya casi hemos llegado. ¿No se os hace a vosotros el viaje de ida muy largo y el de vuelta muy corto? — Pregunta Katy triste.
— Sí — responde Luna — pero es porque estamos tan emocionados que parece que no pasa el tiempo. Sin embargo a la vuelta la depresión post-vacacional nos viene empujando, por eso tardamos menos.
— ¿Depresión post-vacacional? — Pregunto divertido.
— Sí, ¿tú no la tienes?
— La verdad es que sí, desde anoche viene empujándome — respondo sincero.
No es que no me guste mi vida, estoy muy contento y feliz, pero es cierto que volver a la realidad es difícil. Quizá cuando seamos más mayores y viva con Luna no me importará volver de vacaciones porque al fin y al cabo volveremos a nuestra casa, juntos.
— Gracias por traernos Alan. Nos vemos pronto — se despide Luna.
— Gracias tío — me despido chocando nuestras manos.
— Enseguida entro — comenta Katy.
Cojo a Luna de la mano y entramos en casa.
— Noto algo raro, hay como... mucha tensión, ¿no? — Susurra Luna.
— Sí... — No me da tiempo a terminar la frase.
— ¿¡Te crees que soy gilipollas!? ¡No sé cómo has podido ocultarme esto! — Grita mi madre.
— ¿Con quién está hablando? — Pregunta Luna aterrada.
— Sh, calla pequeña — le pido poniendo un dedo en sus labios.
— ¡No, no, no, ahora me vas a escuchar tú! ¡Bastantes mentiras tuyas me he tragado! ¡Seguro que nada de lo que me has contado es verdad! Ni si quiera tu nombre es real.
Silencio.
— Ya... Un diminutivo, claro. Sé sincera, ¿pensabas decírmelo en algún momento? — Dice hablando fuerte pero sin gritar.
Mierda, espero que no hable con quien creo.
— ¿No? ¿¡NO!? Ahora entiendo muchas cosas. ¿¡Sabes lo que ha sufrido por tu culpa!? — Silencio. — ¿¡Que no era culpa tuya?! Hace tiempo me di cuenta de que le pasaba algo pero nunca imaginé que fuera esto. ¡Me has utilizado! ¡No intentes darle la vuelta a las cosas, aquí lo pone bien claro!
No aguanto más y entro en el salón, Luna viene detrás de mí y la escena que nos encontramos no es para nada lo que esperábamos. Mi madre se gira al oírnos entrar y se queda muda, tiene una expresión agresiva y enfadada que pasa al terror cuando nos ve. Puro terror.
Bajo la mirada y lo veo en su mano, es el documento de Luna, el que escondimos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro