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Capítulo XI

Me imaginaba que algo estaban planeando, Katy sólo sale temprano por la mañana cuando necesita contarle algo a Luna o tiene que hacer algo urgente. Estaba convencido de que me decorarían la taquilla, tal y como hicimos con Luna pero reconozco que aún así me ha sorprendido ver que se toman tantas molestias, está brutal. Les doy las gracias a todos y beso a mi chica, soy muy feliz y me duele la cara de tanto sonreír.

El día se me pasa volando, los profesores me felicitan y aunque no damos mucho temario sí nos advierten que tenemos que ponernos las pilas, lo que queda de curso es muy duro y si queremos conseguir nuestros sueños debemos esforzarnos al máximo. Además, el mes que viene es la feria de universidades y nos aconsejan pensar qué nos gustaría ser en el futuro. Todos los profesores quieren que saquemos las mejores notas en sus clases, que seamos los mejores alumnos, así será más fácil entrar en la carrera que queramos, pero la feria puede llegar a ser estresante para nosotros, son muchos datos, muchas carreras, universidades y cada representante va a venderlas de tal manera que querremos ir a todas. Por eso nos piden que nos lo tomemos con calma y pensemos bien las cosas. Miro a mi chica y está sonriendo al profesor. Ella siempre ha tenido muy claro lo que quería ser en la vida y eso me encanta. Si fuésemos a la misma universidad, ¿querría vivir conmigo? Verla despertar todas las mañanas, tomarnos juntos un café, estudiar juntos por las tardes, pasar las noches viendo pelis... Ella es mi futuro y sería un sueño empezar una vida con ella.

El entrenador nos da libre toda la semana y me parece raro porque el primer partido es la semana que viene.

— ¿Creéis que tiene algo importante que hacer? — Pregunta Justin sentándose en las gradas.

— ¿Más importante que el primer partido de la vuelta? No lo creo — responde Alan.

— Quizá sí. A lo mejor tiene que hablar con su abogado — apunto. — ¿Creéis que habrá hecho algo? ¿Denunciar o... No sé, algo?

— Puede ser — responde Justin — es muy raro, con lo pesado que se puso en la reunión hablando de estrategias, jugadas e insistiendo en la importancia del primer partido de la vuelta.

— Es la única explicación que le encuentro — me froto las manos y les miro. — Bueno chicos, me voy. Os veo esta noche.

— Adiós tío — dice Alan chocando mi mano.

— Luego te veo — se despide Justin.

Entro en el coche y arranco. ¿De verdad el entrenador habrá dado el paso y habrá presentado cargos? Eso ayudaría mucho en el juicio contra Luke. Cuantos más testigos y pruebas haya mejor, así, por mucho dinero e influencia que tenga su familia, no podrá librarse de ésta.

El olor llega según abro la puerta, no sé qué estará cocinando mi madre pero huele de maravilla.

— Hola mamá — saludo entrando en la cocina.

— ¡Hijo!¡Feliz Cumpleaños de nuevo! — Se acerca a mí y me da un beso y un abrazo.

— Gracias mamá. ¿Qué estás cocinando?

— Carne asada, tu favorita. Espero haber hecho suficiente para todos.

Me asomo al horno y miro a mi madre.

— Suficiente para todo el barrio, dirás.

— Ya sabes que somos de buen comer, sobre todo Tom y Sam.

Se me cae el alma cuando menciona a los hermanos de Luna. No tenía ni idea de que les había invitado.

— ¿Van a venir?

— Les invité ayer, sé que es un poco precipitado pero me dijeron que seguramente sí iban a poder. Les aprecio mucho y si vienen pasaremos un buen rato.

Lo dudo.

— Voy a darme una ducha.

Salgo de la cocina y voy directo al baño. El agua caliente relaja mis músculos e intento dejar la mente en blanco, pero no puedo. ¿Luna sabrá que mi madre les ha invitado? Ha pasado más de una semana desde aquella fatídica mañana pero no veo que su relación mejore en algo. Creo que van a marcharse dentro de poco y no me gustaría que se fueran con la tensión que hay, más que nada porque sé que Luna, aunque no lo diga, se arrepentirá.

Luna es la primera en llegar, está súper sexy con sus vaqueros ajustados y su camisa negra de vuelo.

— Estás preciosa mi niña — le doy un beso y miro a su espalda.

— Tú estás muy sexy — me responde mordiéndose el labio. — ¿Qué pasa? — Pregunta dándose la vuelta.

— Nada, miraba a ver si venía alguien contigo.

— Mis hermanos no vienen — me dice en voz baja.

No me da tiempo a preguntar nada más porque mi madre sale corriendo de la cocina en cuanto oye a Luna.

— ¡Luna, cariño!¿Cómo estás? — Se dan un abrazo y sonríen.

— Muy bien, ¿y por aquí qué tal todo?

— Estupendamente. ¿No han podido venir tus hermanos? — Pregunta mi madre con cierto tono de decepción.

Veo cómo a Luna le cambia la cara aunque intenta disimularlo. Mi madre parece que no se da cuenta, yo sí.

— Me disculpo de su parte, su reunión se ha alargado y no creen que les de tiempo a venir. Aún así nos desean una buena noche y me han dado su regalo — dice levantando una bolsa.

— No hacía falta que me compraran nada, ya me han dado mi mejor regalo, tú — digo cogiendo su mano.

— Bueno técnicamente ellos no me trajeron al mundo — responde entre risas.

— Pero gracias a ellos estás en este pueblo.

— Eso es verdad.

Al menos he conseguido sacarle una sonrisa.

Los demás llegan a los pocos minutos y Katy insiste en abrir los regalos antes de cenar, ella es así de impaciente. Me da un paquete y al abrirlo me encuentro con la colonia que quería, Justin y Alan me regalan unas entradas para el fútbol, Anna unas deportivas, que ya me hacía falta cambiarlas y Sam y Tom un videojuego de coches. Cojo el paquete de Luna y por la forma sé que es otro videojuego pero al abrirlo me quedo petrificado.

— No puede ser — digo en un susurro.

Alan y Justin se levantan y abren la boca tanto que se van a desencajar la mandíbula.

— No jodas tío — exclama Justin.

— ¡Encima la versión Deluxe! — Alan le choca la mano a Luna. — Se nota que también te gustan los videojuegos.

— Sí — responde riendo — pero a ese en concreto jugará Derek sólo, yo le veré desde la distancia.

— Pero nena, si dicen que éste no es survival horror, no es de terror — le digo riendo.

— Da igual, he visto la demo y es angustia pura y dura.

Todos nos reímos. Da gusto hablar con otra persona que entienda de estas cosas y sobre todo que se interese por lo que regala. Le dije que ése juego me gustaba, ella sabe cuál es la saga y no le gusta pero me emociona que por mí se haya informado tanto.

— Toma hijo — me dice mi padre.

El paquete pesa bastante y por la forma no sé adivinar qué es. Lo abro y automáticamente les digo que lo devuelvan, no necesito un ordenador nuevo.

— Lo necesitarás cuando vayas a la universidad — replica mi madre.

— Muchas gracias, de verdad.

Les doy un abrazo a todos y un beso a mi chica, se han pasado, no tenían por qué regalarme nada y menos aún gastarse tanto dinero.

— Ahora, ¡a comer! — Mi madre empieza a servir la cena y todos coincidimos en que está buenísimo.

Anna trae su famosa tarta de tres chocolates y la comemos después de pedir mi deseo y soplar las velas. Siempre pedía el mismo deseo, que mi sueño se hiciera realidad aunque no tenía muy claro cuál sería. Ahora sí, y para mí, mi deseo tiene mucho más sentido ahora.

La noche no podía terminar de mejor forma, Luna va a dormir conmigo. Saca del maletero su mochila y sube las escaleras conmigo. Me sorprende que entre directamente en mi habitación en vez de irse a la suya, la verdad es que me siento aliviado porque deseo dormir con ella.

— Tu madre me ha dado permiso — me dice antes de que abra la boca.

— Pues si a mi madre le parece bien, a mí me parece mejor — la rodeo con mis brazos y la beso. Pido permiso con mi lengua para entrar y ella me lo concede. Se pega más a mí y me besa más profundo. La temperatura está subiendo muchísimo en segundos.

Empiezo a caminar lentamente hacia la cama llevándola conmigo pero, justo cuando estamos a punto de tumbarnos, el sonido de su móvil nos corta el rollo. Lo ignoramos pero vuelve a sonar una, y otra, y otra vez. Se acerca malhumorada a vér qué pasa y su expresión pasa de malhumorada a triste y de nuevo enfadada. Bloquea el móvil y lo tira encima de la cama.

— ¿Pasa algo?

— No, mis hermanos que quieren hablar conmigo.

— ¿Saben que vas a dormir aquí?

— Sí. Les avisé de que iba a dormir aquí y sabían que no me lo iban a poder impedir, es parte de mi regalo.

— Me encanta que pases la noche conmigo pero a lo mejor hay algo importante que necesiten decirte. Quizá algo de su reunión.

Me mira con cara de culpabilidad y sé que ha mentido a mi madre.

— No hay ninguna reunión, ¿verdad?

— No. Siento haberos mentido, yo no les dije que no vinieran, fueron ellos quienes se negaron. Me dijeron que no querían fastidiarte el cumpleaños y que yo estuviera incómoda así que decidieron no venir. La reunión era sólo una excusa para que tu madre no hiciera preguntas.

— Lo entiendo, pero a lo mejor lo que tengan que decirte sí es importante.

— Sea lo que sea puede esperar hasta mañana — dice convencida.

Cuando da por terminada la conversación no hay nada más que hacer.

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