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Capítulo LIX

Han pasado algunas semanas desde la graduación y, por primera vez en mucho tiempo, puedo confesar que me encuentro bien. Estoy tranquila, estoy en paz.

La celebración de la graduación duró hasta altas horas de la madrugada. Normalmente ese restaurante lo cierran antes pero ese día hicieron una excepción. Yo lo agradecí, porque me lo pasé genial y disfruté mucho de mi abuela.

Dory se quedó unos días más con nosotros y la despedida fue un poco dura. Insistí en que se quedara más tiempo pero no podía, ella tiene su vida en Seattle y, aunque vive sola, tiene sus actividades. No trabaja pero le gusta estar siempre activa haciendo cosas. Va al gimnasio y hace pilates incluso se ha apuntado a clases de zumba con sus amigas. No lleva muy bien el ritmo pero ellas se lo pasan muy bien y cuando terminan se van a merendar a la cafetería que tiene la hija de una de ellas. Me alegra verla tan feliz y en parte estoy deseando irme a la universidad porque así podré verla más a menudo. Al menos tendré algún familiar cerca.

Mis hermanos son otra cosa. Nos seguiremos viendo, no tan a menudo pero sí hablaremos y haremos videollamada siempre que podamos. Después de las vacaciones, cuando me marche a la universidad, ellos continuarán con su negocio y es posible que vuelvan a viajar. El otro día les oí hablar con los inversores acerca de una posible expansión en Alemania. Me alegro de que les vaya tan bien.

Alan y Katy ya tienen casa. Han aprovechado estas semanas para ponerse las pilas e ir a ver varios apartamentos en Seattle y el club les ayudó a encontrar la casa perfecta. Es una casita baja, independiente, con una sola planta y, aunque no está cerca del estadio, está muy bien comunicada con el estadio, el centro de entrenamiento de Alan y con la escuela de Katy. Ella encontró una muy buena que acepta tanto la modalidad online como presencial. Así que cuando ella pueda asistirá a clase y si se da el caso de que tenga que irse, podrá continuar estudiando online y sacarse su título. Esta academia, además, tiene varias especialidades, otro punto a favor para elegirla. Al principio Katy quería organizar fiestas, bodas, cumpleaños, pero al ver lo bonita que fue la inauguración se dio cuenta de que también quiere organizar eventos. Le va a llevar unos años estudiar todo pero va a salir súper preparada. Estoy segura de que le va a ir muy bien.

En cuanto a Justin y Christian, ellos están muy felices. Christian ya ha hablado en el trabajo para pedir el traslado y, por el momento, parece que se lo conceden, sólo falta saber si han aceptado a Justin en la escuela de programación que él quería. Yo espero que sí, me haría mucha ilusión que otra pareja de mis amigos se fuera a independizar. Porque sí, ellos quieren vivir juntos. ¡Esto va en serio!

Derek por fin ha podido vivir una temporada de paz y tranquilidad. Poco a poco conseguimos volver a nuestras vidas y él, aunque no lo diga, lo agradece. Lo ha pasado muy mal por mí y se merece ser feliz. Sé que conmigo lo es, pero yo también quería volver a como estábamos al principio: sin familiares que aparecen de repente, sin abusonas que luego se arrepienten, sin juicios... Sólo nosotros siendo adolescentes.

En cuanto a mí, me encuentro bien, en paz conmigo misma y con los demás. Al graduarme empecé a ir más de seguido a ver a mi psicóloga y me ha ayudado bastante. Ha sido muy duro rememorar todo lo ocurrido este último año. El problema con Mary ya lo tenía superado pero me ha ayudado a perdonarla y a olvidar. Confieso que soy un poco rencorosa pero, después de leer la carta de mi padre y salir del bache he decidido que no quiero vivir con odio, con rencor, no quiero vivir sintiéndome mal.

Está claro que hay cosas que son muy difíciles de pasar por alto, como todo lo que hizo Luke, y por más que he buscado un motivo por el que lo hizo no encuentro ninguno válido. Mi psicóloga dice que la envidia es muy poderosa, que por envidia se pueden llegar a hacer muchas cosas y si a eso le sumas el sentimiento de poder y superioridad que siempre le ha dado su familia... Se creía que era dueño de todo, de todos y que podía hacer lo que quisiera. El karma le ha llegado y le ha dado en las narices, ha entendido que no puede hacer lo que quiera, cuando quiera y con quien quiera, porque por ese motivo está donde está. Pero dudo que lo haya comprendido. Seguro que está rabioso y con deseo de venganza, pero a mí me da igual. Ese monstruo no forma parte de mi vida y lo voy a guardar en un cajón, voy a tirar la llave y va a desaparecer para siempre.

Lo que me pasó durante el juicio fue un cúmulo de todo, por algún lado tenía que salir la ansiedad que sentía. Ahora tengo dos mantras que repito cada día: «No es malo pedir ayuda» y «no es culpa mía». Siempre he pensado que puedo con todo yo sola pero no es cierto. Con ayuda todo es mucho mejor, se sufre menos y se sale antes del problema. La solución siempre es más fácil de encontrar cuando tienes gente a tu lado que te quiere y te apoya y yo por suerte la tengo.

Actualmente tengo otro frente abierto que estamos tratando en la terapia y que creo que es algo inminente: mis hermanos tienen pareja.

No me lo han dicho directamente pero se les ve. Reciben llamadas todos los días que no son de su negocio, bajan la voz cuando las reciben, sonríen como dos adolescentes cuando chatean por mensaje... Son muchos indicios y yo no soy tonta. Seguro que son las chicas que vimos en la inauguración. Creo que quieren esperar a presentármelas, supondrán que aún es pronto, después de todo lo que ha pasado, pero no lo es. Agradezco quizá que esperen un poco de tiempo para que así yo aprenda a gestionar todo de otra forma. Estoy en ello y de momento me va bastante mejor de lo que creía.

Y todos lo han visto, porque hace poco me enfrenté a una prueba de fuego. Una noche cenando con mis amigos en el Grill me encontré de frente con Eliana y no salí huyendo, no tuve ansiedad, no nos gritamos, no pasó nada. Nos saludamos, me felicitó por haberme graduado y yo le di las gracias y también le dije que la vi. Se disculpó porque no respetó mi decisión pero se excusó diciendo que necesitaba ver cómo cerraba esa etapa de mi vida. Yo no me enfadé con ella sino que simplemente lo acepté. Sigo sin querer que forme parte de mi vida, pero, no me molesta que se interese por mí, siempre y cuando lo haga con calma y respeto, sin invadir mi intimidad ni acosarme como antes. Es lo que más me está costando aceptar en la terapia, he aprendido a tolerarla pero hay algo dentro de mí que me impide tener una relación con ella. Empiezo a pensar que de verdad se arrepiente de lo que hizo y, quizá en un futuro, tengamos algo más de relación.

Pero no quiero pensar ahora en eso, estoy muy emocionada porque, aunque hicimos un viajecito de fin de semana para despedirnos todos los amigos, ahora empiezan nuestras vacaciones de verdad. ¡La familia Jones-Miller nos vamos a la playa!

Mis hermanos hablaron con Olivia y Ted y como nosotros queríamos pasar una vacaciones en familia y ellos también, pensaron que era buena idea irnos todos juntos. ¡Y qué gran idea! ¡Y Dory también viene!

Encontraron una casa enorme, de dos plantas, con escalera de caracol, cinco habitaciones, tres baños, cocina americana con un salón enorme y lo que más me gusta de todo, una terraza gigante. Tenemos más casas alrededor y estamos en primera línea de playa.

Es una pena que no puedan venir las familias Brown y Bécquer, pero Alan y sus padres se van de crucero y Justin se va de vacaciones con sus padres y con Christian.

Ahora estoy terminando de hacer las maletas, mañana tenemos que estar en el aeropuerto temprano. Yo quería ir en coche, me encantan los viajes en coche pero cuando me dijeron que había 46 horas de camino se me quitaron las ganas. Justo cuando cierro la maleta oigo que mi hermano me llama desde la planta de abajo.

— ¡Luna! ¡Luna, corre ven! — Grita Tom.

— ¡Ya bajo! — Me dirijo corriendo a las escaleras y las bajo de dos en dos. — ¿Qué pasa? ¿A qué viene tanto grito? — Les pregunto cruzándome de brazos, como si les estuviera regañando, cosa que les hace mucha gracia.

— Han llegado las respuestas de las universidades — dice Sam y nervioso me entrega los sobres.

Me han contestado todas a las que mandé las solicitudes pero mi corazón se para cuando veo el sobre con el sello de la Universidad de Seattle. Le doy el resto de sobres a Tom y temblando abro el que más me interesa. Respiro hondo y leo la carta entera.

— ¿Y bien! — Preguntan expectantes.

— Me... Me han...

— Preciosa... — Comienza Tom pero le interrumpo.

— ¡ME HAN ACEPTADO!

Me lanzo sobre los brazos de mis hermanos y los tres saltamos de alegría. Estoy tan feliz que creo que me va a explotar el corazón.

— Enhorabuena cielo, ¡sabía que lo conseguirías! — Me felicita Sam.

— ¡Qué orgulloso estoy de ti, preciosa! ¡Nuestra hermanita va a ir a la universidad! — Me felicita Tom también.

— Si yo he recibido las respuestas, imagino que los demás también, ¿verdad? — Pregunto.

— Es lo más normal, suelen mandarlas todas a la vez — responde Tom.

— Entonces Derek ya las habrá recibido. Voy a llamarle.

Subo corriendo a mi habitación y oigo las voces de mis hermanos a mis espaldas:

— ¿No abres el resto de sobres? — Preguntan.

— ¡No! ¡No me interesan!

Y es verdad. La única respuesta que podría interesarme es la Universidad de Washington pero no mandé solicitud porque no me gustaba el programa que tenían. Cojo mi móvil y llamo a Derek pero no me lo coge, lo intento otra vez pero obtengo el mismo resultado.

— Derek no me contesta, voy a ir a verle — anuncio feliz y salgo de casa.

Conduzco rápido pero con cuidado, quiero llegar cuanto antes a la casa de mi chico.

Cuando llego aparco el coche y voy corriendo a tocar el timbre.

— ¡Hola cariño! ¿Cómo estás? — Pregunta Olivia dándome un abrazo. — Te veo muy feliz, ¿te han aceptado? — Con esa pregunta ya sé que a Derek le han llegado los sobres también. Asiento con la cabeza y aplaude. — ¡Cuánto me alegro! ¡Enhorabuena!

— ¡Muchísimas gracias Olivia! — Se hace a un lado y entro. Derek está sentado en la escalera y no tiene una expresión muy feliz. Me acerco a su lado y me agacho. — Hola amor, ¿cómo estás? — Levanta la cabeza pero no sonríe. — Derek, ¿qué pasa? — Agacha la cabeza y me da miedo preguntar, pero tengo que saberlo. — ¿En qué universidad te han aceptado?


Continuará...

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