Único
Dedicado a: ForEris
Jin se había cansado de las personas banales, citas con piezas de ajedrez, chicas y chicos perfectamente puestos bajos los estándares de sus padres, lo odiaba, personas pegajosas, sobreactuadoras, destilando "ternura" por cada poro. Sencillamente lo llenaban de aburrimiento y grima. Él quería más, necesitaba acción, algo que impulsase a su pulso a sobresaltar sus sentidos y que su tórax dejara salir a toda velocidad a su corazón. Emociones que él en su monótona vida no conocía aún. Hasta que todo lo que probó en aquella noche en la que conoció ese chico que sería su inicio y fin.
Podía dar con lujos de detalles las escenas que en esa tarde brillante de luna llena conoció a ese hombre que en estos días lo llenaban de aquella excitante sensación de vida que había perdido. Sabía lo que decían de Jungkook, la fachada de delincuente que traía hacían que lo prejuzgaran sin siquiera conocerlo bien. Sabía que los miraban fatal, cada que salían a las afueras de esa ciudad dónde los sueños se rompían. Le gustaba el miedo que le traían a su ahora novio, quién estaba tatuado hasta dónde a él le fascinaba, una fiera por fuera pero todo un caballero. Alguien decente hasta sus límites, excitante, delicioso para sí.
Aunque pareciese el mismísimo Satán; Jungkook era todo lo que a Jin atrapaba, perfectas palabras endulzadas por todo su cuerpo, noches llenas de risas y charlas amenas. ¿Qué podía hacer si se había enamorado de todo lo que odiaban de Jeon?. Nada, nada podría hacerle ya que al corazón no le impones nada, sino del revés.
Sus dedos recorrían aquellos brazos salpicados en sudor y tinta, el cigarro recién acabado a su lado, las botellas vacías, ropas regadas por todo el cuarto adornando el hermoso desastre que era su relación. La luna era más testigo de su amor enjaulado que el sol. Se preguntaba si él siempre fue un imán para esa clase de personas, conocía el concepto dulce e inocente que destilaba por sus poros, tan decente y corrompible, pero él era más que eso. Mucho más, se recostó completamente dándole la espalda a su amado esperando que este lo sumiera a su cuerpo en un abrazo cómo siempre lo hacía.
Esas corrientes que se incrustaban en su bajo vientre y se lanzaban a cada espacio de su piel cuándo Jungkook cruzaba su piel con la suya era una sensación adictiva. Su corazón exclamaba latidos presurosos y sus mejillas se pintaban de un carmín leve en cuánto sintió la desnudez de su novio pegarse contra sí, sentir el bombeo leve pero insistente de su caja roja cerca de su espalda, el cálido aliento meterse entre su nuca y parar en su hombro que era besado con suavidad, cada pequeño momento era magnifico para él y quería, no, necesitaba guardarlo dentro suyo.
Seokjin respiraba tranquilo pasando ese aroma dulce hasta su interior, su pecho sincronizaba un compás didáctico para su mente tan transitada de pensamientos. Sentía el suave toque de su chico, el enlace de sus dedos y sus piernas enredadas uniendo cada centímetro de sus dermis sin dejar espacio a ninguna forma de separación, pues para Jungkook, Jin era su chico, su dolor, su manto de suave terciopelo escondiendo las agujas que temía que lo hicieran sangrar tan dentro.
La balanza del atajo entre sus sueños y esperanzas que iban en equilibrio entre la posesividad que ese chico causaba en sí. La ambrosía de tenerlo entre espasmos, entre el tiritar de su placer y su ego inflándose cada que su nombre salía cuál bala de esos esponjosos y rojizos belfos que lo hacían sentir millonario.
Jin lo aceptó cómo él no lo haría consigo mismo, el si acariciaba sus miedos precipitando su insomnio, él era su pesar que pasaba filosas hendiduras entre sus débiles venales de sanidad que lo lanzaba entre el malabarismo del abismo y la tranquilidad. Esquivaba la proporción de la superficialidad de sus palabras, de su odio constante.
No comprendía como ese chico estaba a un beso de distancia de salvarlo o matarlo.
Giró hasta afrontar a esos orbes brillantes y esa sonrisa preciosa, paseo sus yemas por esa quijada suave dejando salir a su vez una leve mueca en forma de risa, sus sueños los acomodó en aquellas lunas que traía en esas pecas Jin. Ese cabello rubio acababa con su vacía inspiración de las sobras bajas de lo malo, lo obscuro que antes consumía su alma, el sacaba antes a bailar a la locura, de ahí esa canción que todos cantaban. Pero ese chico cambiaba todo, su piel era un hotel de lujo que él adoraría habitar por la eternidad.
Jeon Jungkook un gran director en ascenso, con un futuro en las grandes salas, tatuado hasta el carnet de vida, su aura algo fría y distante le creaba problemas pero esos mismos los logró pulir con Seokjin a su lado. No había nada que él no pudiese hacer si tenía a su precioso novio a su lado.
Jamás olvidaría cómo lo conoció, ese chico algo brusco pero dulce que era el estilista que suplantaría a su hermana en el set, ese chico que sabía más de moda que las revistas, el mismo que jamás usaría zapatos gucci con algo de prada. Un chico acostumbrado a los lujos y vida simple que llegó a robarle cada pedacito de su oscurecido corazón que gracias a él renació.
Porqué Jeon decía que jamás lo picaría el bichito del amor, era inconcebible para su persona, pero si algo admitiría es que cuándo estás destinado a alguien nada en el mundo lograría separarlos por mucho.
— ¿Aún despierto? — le dijo en aquel leve tono algo ronco pintándose una somnolienta sonrisa, observando a su novio girarse y quedar ambos rostro a rostro.
— No logro dormir bien — respondió Jin delineando la fina textura de aquel rostro que adoraba observar — estoy nervioso — confesó escondiéndose en ese hueco formado entre el cuello de su contrario y sus miedos.
— ¿De qué?. No temas Jinnie, todo saldrá bien, los atuendos son perfectos, todos están listos. No temas precioso.
Un beso casi imperceptible ante sus cabellos colaba sus pensamientos tan obscurecidos por el miedo.
Pero ¿quién no los tendría si al día siguiente serían los premios más importantes de cine en Vienna.
— Está bien, descansemos amor — dijo acercando la sábana sobre sus ansiosos cuerpos.
El día llegó tan aprisa, Seokjin estaba muy nervioso puesto que faltaban minutos para ir a la alfombra roja con su novio, el mismo él cuál se había declarado homosexual hacía tan poco y que él era su pareja, el mismo que lo llevó a su hogar y le presentó a su única familia que era su hermana, el mismo que sin miedo y luego de ser completamente aclamado por su primer y exitoso proyecto de cine declaró en televisión que estaba enamorado de él y nadie más.
A veces Jin se cuestionaba porque Jungkook era así, cuándo comenzaron a hablar todo era frío y distante de parte de Jeon, lo entendía en cierto punto también, venia de una relación tóxica y muy conflictiva. Pero con los meses y al pasar horas charlando algo comenzó a aflorar en ellos. La falta de modestia inexistente, la amenas miradas, la calidez de sus pieles gritando por sentirse hicieron que los 6 años que cumplían justamente hoy fuesen como un soplido de un deseo que Jin fue el afortunado de que se le cumpliera.
— Amor vamos que llegaremos tarde, te ves hermoso — dijo Jungkook ingresando al cuarto — vamos Jinnie.
Lo tomó de las manos sin darle tregua a réplica, se lo llevó, luego ingresaron a la limusina rumbo a su destino. Jeon mantenía una conversación en el teléfono y Jin se arreglaba su cabello, sentía que sus cabellos claros no eran los mejores para la ocasión pero no le dio tiempo de cambiárselo de color.
— ¿En que piensas tanto SeokJinnie? — Jeon lo sacó de sus pensamientos posando una mano sobre su muslo —, te ves tan despampanante que se que opacarás a todas las actrices — un beso se coló en su cuello haciéndolo relajarse más.
— No pienso en nada, no sé me siento nervioso, lo siento Kookie.
— No te disculpes, ya llegaremos — lo besó suavemente profundizando su olfato en ese aroma que el degustaba con enorme placer.
Jin asintió acurrucándose entre los brazos de su novio. Los minutos fueron nada en lo que llegaron.
— ¿Listo? — dijo Jungkook arreglando su cabello negro, observando los flashes.
— No. — respondió sincero Jin muriendo de nervios.
— Sólo no sueltes mi mano y estaremos bien amor — lo impulsó el mayor haciéndolo salir del automóvil.
Jin sólo asintió sonriendo levemente para caminar, el sujetar de su pareja era sólido pero al avanzar sintió menos su presión, los flashes se disparaban desesperándolo al igual que los gritos, cuándo quiso abrazar a Jungkook notó que ya no estaba. Observó a todos los lados y se vio solo en medio de la gran alfombra roja y destellante.
Sintió que debía hacer algo y cuándo se disponía a salir de allí un leve silencio se instaló en el ruidoso lugar.
— Ahora estoy sin habla, al borde estoy sin aliento — observó Jungkook aproximarse sosteniendo una extraña flor blanca en sus mano derecha, y la izquierda estaba escondida en su pantalón a medida que su melodiosa voz le indicaba dónde estaba— , nunca pensé que atraparía este bichito del amor otra vez, sin esperanzas, perdidamente enamorado al instante — prosiguió aproximándose más confundiendo demasiado al nervioso Kim — , nunca pensé que sería picado por este bichito del amor otra vez, no puedo sacar tú sonrisa de mi mente, pienso en tus ojos todo el tiempo, eres hermoso pero ni siquiera lo intentas.
— ¿Kookie? — lo miró arrodillándose y por su parte los huesos de Jin comenzaron a temblar, se olvidó de los flashes, de los sonidos, personas de todo, sólo vio un anillo y su corazón al igual que sus piernas colapsar.
— ¿Te casarías conmigo Kim Seokjin? — en realidad no sabía si de verdad lo dijo o fue su imaginación.
Atinó a derramar leves lágrimas y balbuceos pero sus besos y abrazo fueron suficientes para sellar su amor.
Jin olvidó que estaban en público y se lanzó en los brazos de su amado, fueron catalogados de los amantes de diamante, puesto que su amor fue una ensoñación del poeta, los medios los amaban dieron cobertura a toda su relación, su eterna relación.
Y Jungkook agradeció que ese bichito del amor lo hubiese picado aquel día.
Artl-her
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