Meliodas miró de reojo a sus dos hermanos, quienes se divertían escándalosamente mientras él bebía de aquel vino blanco que había hurtado de la nueva habitación de Estarossa.

Zeldris y aquel albino lujurioso se encontraban cogiéndose a una chica de Camelot que había entrado al castillo con la intención de buscar al rey Arthur.

Estarossa le daba por el culo, mientras el azabache se encargaba de penetrar duramente su húmedo coño rosado. Ambos hermanos llevaban un rato aprovechándose de ella, quien había dejado de lado las lágrimas y gritos desesperados por unos gemidos placenteros.

Meliodas estaba sólo de espectador en ese momento, pero muy en el fondo sabía que pronto sería su turno en cuanto sus hermanos llenaran el útero de la joven de mucho esperma.

El rubio iba a darle la mejor de las noches a esa chica y de sólo pensarlo se ponía muy duro.