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Capítulo LXXIX

— Ha sido una conversación breve — dice Derek sentándose en mi cama.

— Perdona — digo sobresaltada, — no te oí entrar. Sí, últimamente son conversaciones breves, están muy liados y yo también. Cuando terminemos los exámenes al menos estaré más disponible para hablar con ellos cuando tengan un rato libre.

— Esta semana va a pasar enseguida, ya lo verás.

— Eso espero.

— ¿Puedo dormir contigo? — Me pregunta acariciándome el pelo.

— Claro que sí — le contesto sonriendo. Le hago un hueco en la cama y me acurruco contra él. — Buenas noches mi niño.

— Buenas noches princesa — me besa la cabeza y enseguida me quedo dormida.


Unos golpes en la puerta me despiertan por la mañana. Abro los ojos y veo a Derek dormido a mi lado. A lo mejor han sido imaginaciones mías, cierro los ojos e intento dormir un rato más, pero los golpes en la puerta vuelven a sonar.

Me levanto con cuidado de no despertarle y abro la puerta. Una sonriente Olivia me da los buenos días. Cierro la puerta y salgo al pasillo con ella.

— Buenos días cielo — me dice sonriente.

— Buenos días — le respondo sonriendo yo también.

— Perdona que te haya despertado pero tengo planes para hoy. Quiero que paséis toda la mañana estudiando porque por la tarde vamos a decorar la casa.

— ¿De verdad? — Le pregunto emocionada.

— Sí, nos vendrá bien a todos distraernos un rato. Además, ver la casa decorada y bonita con muchas luces de Navidad os animará en esta semana de exámenes.

— Vale, voy a despertar a Derek y a Katy y bajamos a desayunar.

— Gracias cariño — da media vuelta y se encamina a las escaleras.

— Espera, Olivia — se gira en cuanto me oye. — Yo... quería pedirte disculpas.

— ¿Por qué? — Pregunta en voz baja acercándose a mí de nuevo.

— Por dormir con Derek. No queríamos faltaros el respeto ni nada parecido, de verdad. Si no os parece bien yo lo entiendo y no volverá a pasar — le digo agachando la cabeza.

— Oh, cariño — dice riendo, — no nos molesta. Ya sois mayores y hacéis una pareja preciosa. Mientras todos nos respetemos no pasará nada.

— Muchas gracias — respondo aliviada.

Menos mal, no todos los padres se toman bien que sus hijos duerman con sus parejas en la misma cama. Sobre todo porque no son tontos y seguro que saben lo que pasa tras esas puertas cerradas. Olivia es distinta, ella confía en nosotros. Yo se lo agradezco muchísimo, porque dormir con Derek es lo único que me tranquiliza, cuando está a mi lado en la cama me siento segura y duermo bien.

Entro en la habitación para despertar a mi chico. Aún es temprano pero tenemos mucho que estudiar, mañana empiezan los exámenes y tenemos que estar preparados.

— Buenos días mi rey — le digo llenando su preciosa cara de besos.

— Buenos días princesa — dice abriendo uno de sus preciosos ojos. — ¿Pasa algo?

— No, tranquilo. Ha venido tu madre a despertarnos. Quiere que empecemos ya a estudiar porque esta tarde vamos a decorar la casa.

— ¿Mi madre nos ha visto durmiendo juntos? — Pregunta un poco alarmado.

— No, porque no ha entrado. Pero seguro que ha ido a tu habitación y no te ha visto allí. — Se levanta de golpe cuando le detengo. — No te preocupes, he hablado con ella. Me ha dicho que no les importa, que ya somos mayores y mientras todos nos respetemos iremos bien. Además, ha dicho que hacemos una pareja muy bonita — le digo acariciando el inicio de su barba.

— Y tiene toda la razón, eres muy bonita — me acerca a él y me da un beso. Uno de los que sólo Derek sabe dar.

— Se refería a la pareja que hacemos — le digo riendo.

— Ya, pero si hacemos una pareja bonita es por ti, porque tú eres preciosa.

— Zalamero.

Me acerco de nuevo a él y le beso yo también. Le muerdo el labio inferior y le beso con más pasión. Me siento arder por este chico, le devoraba entero.

— Mejor bajamos a desayunar, porque como siga besando tu tan apetecible boca, no podré parar nunca.

— No pares entonces — me atrae más hasta colocarme a horcajadas sobre él y me vuelve a besar. Sus manos aprietan mi culo y estamos tan pegados que se me corta la respiración. Muerdo mi labio inferior y me río.

— Eres un poco travieso.

— Soy muy travieso, y te encanta.

— También es verdad. Vamos, traviesillo, tengo que despertar a tu hermana.

Me bajo de su regazo y salgo deprisa de la habitación porque como me lo piense dos veces, echo el pestillo y no salimos de la cama en todo el día.

Entro en la habitación de Katy y me la encuentro completamente tapada, tanto que no veo su cabeza.

Me siento en la cama y empiezo a zarandearla.

— Nena, buenos días. Despierta — no me hace caso, al contrario, no se mueve. Intento quitar la manta pero la tiene bien agarrada. Continúo zarandeándola pero no me responde, así que intento otra táctica. Localizo su culo y le doy unos azotes.

— Mmm sí, sigue mmm — responde con la voz ronca.

— ¡Serás guarra! — Le digo riendo.

— Has empezado tú — dice sacando su cabeza de debajo de la almohada.

— No sé cómo no te asfixias ahí debajo.

— Deberías probarlo, se está muy calentito.

— Anda, vamos a desayunar. Tu madre quiere que estudiemos por la mañana y decoremos la casa por la tarde.

— No quiero — vuelve a meter su cabeza bajo la almohada, me acerco a ella, meto la mano bajo la manta y empiezo a hacerle cosquillas en los pies. — ¡Vale vale! Ya me levanto, eres cruel — dice riendo.

Bajamos a la cocina y los tres desayunamos un café bien cargado y unas tostadas.

Pasamos toda la mañana estudiando en mi habitación. La presencia de Derek me distrae, tenerle tan cerca es una tortura sobre todo cuando muerde el boli. Desearía ser ese boli ahora mismo.

Luna, céntrate. Primero estudiar, después exámenes y por último podrás ser ese boli.

Decido poner un poco de distancia y me concentro.

Bajamos a comer y continuamos estudiando un rato más.

Olivia abre la puerta de la habitación justo cuando estamos recogiendo. Por suerte nos ha dado tiempo a estudiar lo que nos faltaba y a repasar algunas cosas. Estoy muy contenta, me siento muy preparada y Derek y Katy también.

— Llegó el momento, ¿estáis listos? — Pregunta Olivia emocionada.

— ¡Sí! — Respondemos los tres a la vez.

Navidad es mi época favorita del año. Sin mis hermanos me siento muy triste pero prometí seguir adelante y pienso cumplir mi promesa. Quiero decorar la casa, me apetece llenar todo de luces de colores para sentirme alegre.

Ahora ésta es mi casa y quiero dejarla bonita.

Bajamos al salón y veo un montón de cajas en el suelo. Las abrimos y hay muchas figuritas, decoraciones, espumillón, bolas de colores y una caja enorme que debe ser la del árbol.

Derek y Ted se ponen con ella mientras nosotras cogemos las cajas pequeñas y subimos a la planta de arriba.

Ponemos un árbol pequeño en cada habitación. Son esos árboles que traen las luces incorporadas y sólo hay que enchufarlos.

Ponemos figuritas por todas partes y con un spray y unas plantillas dibujamos muñecos de nieve y copos en todas las ventanas. También dibujamos estrellas y arbolitos.

Bajamos a la planta de abajo y hacemos lo mismo, dibujamos en todas las ventanas y cuando terminamos nos ponemos a jugar con el espumillón.

— ¡Chicas! — Grita Ted, — ¡ya podéis venir!

Juntas entramos en el salón y me llevo las manos a la boca. En la televisión de pantalla plana veo las caritas de mis hermanos.

— Hola preciosa.

— Pero... ¿cómo?

— Hemos conectado el ordenador a la televisión — me susurra Derek.

— No queríamos perdernos esta oportunidad, mira — mueven su portátil y me enseñan un árbol de Navidad que tienen en su habitación. — Vamos a decorar juntos.

— Muchas gracias — les digo a todos.

Es el mejor regalo que podían hacerme. Decorar junto a mis hermanos, por muy lejos que estén ahora les siento a mi lado.

Mientras decoramos nos cuentan cómo les va por Nueva York. Tienen mucho trabajo aunque ya están terminando allí. Las obras han ido muy rápido y con el año nuevo van a inaugurar el local.

Una vez lo inauguren, pasarán allí un par de semanas para ver qué tal funciona todo y después viajarán hasta Italia.

Están muy emocionados y me alegro mucho por ellos.

Poco a poco vamos decorando el árbol, es bastante grande y nos lleva un buen rato.

Me encantan las bolas y las figuritas que tienen. Las bolas tienen muchos colores y algunas tienen brillantina. Las figuritas son de ángeles, estrellas, Santa Claus y minicalcetines.

Colocamos a la vez una gran estrella en la cima del árbol y aplaudimos.

— Aún no hemos terminado — dice Olivia sacando unos calcetines de una caja.

— ¡Mi calcetín! — Lo cojo entre mis manos y no puedo evitar que las lágrimas acudan a mis ojos.

— Se lo dimos a Olivia antes de marcharnos. Ahora vives allí y tu calcetín debe estar contigo. Así, Santa Claus te dejará chuches a ti también.

Asiento emocionada y colocamos los calcetines en el árbol.

— Te veo feliz, hermanita — dice Sam emocionado.

— Lo soy, y ahora más aún. Gracias por regalarme este momento, lo necesitaba.

— Nosotros también — dice Tom emocionado.

Charlamos un rato más con mis hermanos y cuando colgamos, me acerco a Olivia y a Ted y les doy un abrazo.

— Gracias — les susurro.

Ellos me responden con un fuerte abrazo.

Me giro y voy a abrazar a Katy y Derek que ya me esperan con los brazos abiertos.

— Sois los mejores.

— Lo sabemos — dice Katy con orgullo.

Pensé que no iba a ser capaz de disfrutar de la Navidad, pero gracias a Ted, Olivia, Derek, Katy y mis hermanos sé que no será así. 

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