Capítulo LVI
Me despierta el dulce aroma del café recién hecho. Cuando abro los ojos, Derek no está en la cama. Debe estar en la cocina haciendo el desayuno. Pienso en lo que pasó anoche y me sonrojo. ¡Lo he hecho de verdad! No me arrepiento de nada, al contrario, creo que es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Me estiro y me desperezo en la cama. Al sentarme noto molestias ahí abajo, imagino que será normal.
No lo pienso mucho porque Derek entra en la habitación con una bandeja llena de tazas de café, tostadas, mantequilla y mermelada.
— Buenos días princesa — dice con una sonrisa.
— Buenos días mi chico. ¿Has dormido bien?
— Sí, ¿y tú? — Dice sentándose en la cama y besando mi cabeza.
— También. ¡Qué rico todo!
Se mete en la cama y empezamos a desayunar. Me encanta el olor del café recién hecho, ahora mismo no tengo frío, pero seguro que fuera sí lo hace así que nos viene bien tomar algo calentito.
Cojo una tostada y le pongo mantequilla con cuidado de no manchar las sábanas.
Oh oh, ¡las sábanas!
— Derek, las sábanas...
— Tranquila, están lavadas y se están secando al lado de la chimenea. — Le miro sin responder, ¿se habrá quitado la mancha? — Tranquila, no hay mancha.
Uf menos mal, ya puedo respirar aliviada.
— ¿Estás bien? ¿Te... duele? — Me pregunta con cautela.
— Sí, estoy bien, y no, no me duele — es una verdad a medias. Más que dolor es molestia pero no quiero decírselo.
— Genial — dice sonriendo.
Cuando terminamos de desayunar, se levanta y coge la bandeja.
— Vístete, vamos a dar un paseo, pero abrígate bien, fuera hace mucho frío.
Baja a la cocina a dejar la bandeja y yo voy al baño a lavarme los dientes y la cara. Cuando salgo, Derek se ha puesto un chándal y una sudadera y entra al baño a lavarse.
Yo escojo lo mismo, Katy ha guardado un chándal de los gorditos, menos mal, y una sudadera gorda. Cojo mi abrigo nuevo, una bufanda y nos vamos.
Según salimos, me estremezco, hace un frío horrible. Hace sol pero no calienta mucho.
Me agarra la mano y empezamos a caminar. La verdad es que la finca es enorme y está muy bien cuidada. Salimos de la propiedad y entramos al bosque por un camino.
Se respira tanta tranquilidad, tanta paz y el aire es tan puro que respiro hondo hasta llenar mis pulmones. Tengo la nariz roja del frío pero me da igual.
— ¿Dónde estamos exactamente? — Le pregunto mientras caminamos.
— Estamos a las afueras del pueblo vecino, a una hora de casa, más o menos. Es un sitio perfecto, perdido en el bosque.
Cuando nos adentramos un poco más, doy un apretón a la mano de Derek y le hago detenerse. Tiro de su brazo hacia abajo y nos escondemos tras unos arbustos.
— ¡Mira! — Le digo susurrando.
Es una cierva, está comiendo y no ha advertido nuestra presencia. Y no está sola, su bebé la acompaña. Son muy bonitos.
Les observamos en silencio mientras comen. Cuando se marchan, sonrío, ¡menuda experiencia!
— Nunca había visto un ciervo — le digo mientras les veo alejarse.
— Yo tampoco, son muy bonitos, ¿verdad?
— Sí.
Continuamos caminando y vemos conejos, pájaros y llegamos a un campo de flores. Es enorme y hay tal mezcla de olores que si pudiera me los llevaba todos. Huele de maravilla.
Me agacho para olerlas por separado y Derek me hace una foto, y otra, y otra.
— ¡Oye! — Le digo riendo.
Cuando me levanto, se coloca detrás mía, me agarra por la cintura y nos hace un selfie.
— Ya tengo fondo de pantalla — dice sonriendo.
— ¡Yo también quiero!
Saco mi móvil nuevo y nos hago otro selfie, sólo que esta vez ambos sacamos la lengua. La pongo de fondo de pantalla y me encanta. Le hago una foto al campo de flores y la pongo como pantalla de bloqueo.
— Es precioso, ¿verdad? — Digo admirando las miles de flores que hay.
— Sí, es lo más bonito que he visto — dice, pero me está mirando a mí.
Le abrazo y apoyo la cabeza en su pecho mientras él apoya su cabeza sobre la mía. Un par de mariposas revolotean a nuestro alrededor y le miro. Me siento libre y feliz como esas mariposas y él debe sentirse igual, porque agacha su cabeza y me besa. Le devuelvo el beso y me aprieta más aún contra él.
— Deberíamos volver ya, no vayamos a encontrarnos con algún oso.
— Aquí no hay osos — digo muy segura — ¿no?
— No lo sé. Estamos en un bosque, puede haber de todo.
Por si acaso, camino a paso ligero hasta que volvemos a casa.
Derek dejó la chimenea del salón encendida y se agradece el calorcito que hace.
— ¿Te apetece un baño en el jacuzzi para entrar en calor? — Me pregunta mientras cuelga los abrigos en la entrada.
— Sí, claro. — Le cojo de la mano y subimos las escaleras. — Pero antes necesito ir al baño.
Cojo mi bikini y entro al baño. Qué liberación cuando me siento en el váter, me estaba haciendo mucho pis. Al limpiarme me estremezco, aún siento molestias. Pensé que se me iban a ir pasando según avanzase el día, pero veo que no es así. Estoy preocupada por si Derek quiere repetir porque tal y como me siento... No voy a poder.
Me pongo el bikini y salgo del baño. Derek ya se ha puesto el bañador, ha encendido la chimenea y está llenando el jacuzzi.
Cuando está listo, entra y me ofrece su mano. La cojo y entro yo también. Cuando siento el contacto del agua caliente con mis partes íntimas me estremezco y junto las piernas, pero intento disimularlo sonriendo. En vez de sentarme, me recuesto, así me molesta menos.
Al poco empiezo a sentir alivio, el agua caliente es una maravilla y todo mi cuerpo ya ha entrado en calor. Miro al chico que está sentado en frente de mí y le sonrío. Él me devuelve la mirada, pero en vez de sonreír, se está mordiendo el labio y me mira con deseo.
— Derek... — cojo aire — pequeño sé que seguramente tienes ganas, y yo también las tengo pero...
Me coge con sus brazos y me sienta en su regazo. — Pero te duele.
— No, no es eso, es que... espera, ¿cómo lo sabes?
— Me lo he imaginado. Además, he visto la cara que has puesto cuando te has sentado. — Me muerdo el carrillo, me ha pillado. — Tranquila amor, que te duela ahora es lo más normal del mundo.
— ¿Seguro que no te importa que hoy no hagamos nada?
— ¡Claro que no! Yo soy feliz estando aquí contigo. Además, sí hemos hecho algo, hemos visto ciervos, pájaros, conejos y te he hecho unas fotos con el móvil en las que sales preciosa. Y ahora estamos dándonos un baño relajante. ¿Qué más se puede pedir?
Que el tiempo se pare y estar siempre así, en tus brazos, los dos solos.
Le doy un beso y me recuesto sobre él. — Parece mentira como pasa el tiempo. Nunca pensé que fuera a estar así con alguien.
— Yo tampoco — me responde, — me has descubierto un mundo nuevo. Me haces desear cosas que nunca antes desearía. La necesidad de protegerte nunca la había sentido con nadie. — Me gira para que le mire a los ojos. — He podido tener pareja pero a ninguna la he querido como a ti. Me has hecho descubrir lo que es el amor.
Joder, qué bonito. ¿De verdad que esto está pasando? Porque parece un sueño.
— Tú me has hecho creer en el amor — le digo acariciando su mejilla, — y haces que no me de miedo ser yo misma. Eres increíble, Derek.
Ambos nos besamos con tanta pasión que parece que el mundo desaparece, sólo estamos él y yo, y es lo único que me importa.
Después nos damos una ducha los dos juntos, pero no pasa nada especial. Sólo jugamos un poco con el jabón y me da un par de azotes.
— Mientras te secas el pelo voy preparando la comida — me besa la mejilla y sale del baño.
No pensé que supiera cocinar pero me está sorprendiendo. Es un chico muy espabilado y sabe hacer de todo.
Cuando bajo las escaleras me atrapa el aroma de la sopa de pollo de Tom.
— ¿Mis hermanos han dejado tupper? — Le pregunto riendo.
— Sí — me responde riendo él también — y nos viene de lujo con este frío.
Y tiene razón, la sopa está buenísima y nos sienta de maravilla. Cuando terminamos, recogemos y nos tumbamos en el sofá, ponemos la televisión y nos arropamos con una manta.
Ojalá pudiéramos quedarnos más tiempo, pero el fin de semana llega a su fin. Recogemos la casa, hacemos las maletas y con mucha pena, nos montamos en el coche y nos vamos.
— No me quiero ir — digo con cara triste.
— Yo tampoco — pone su mano sobre mi muslo y lo aprieta — pero ya nos escaparemos en otra ocasión, hay muchos sitios donde podemos ir.
Parece una tontería, pero sólo eso hace que sonría de nuevo. No puedo esperar a volver a escaparme con Derek. Ha sido una experiencia maravillosa.
Cuando llegamos a mi casa, saca mi maleta del coche y me acompaña a la puerta.
— Se me hace un mundo tener que despedirme ahora de ti — dice apoyando su frente sobre la mía.
— Ya... a mí también. Pero mañana volvemos a vernos.
— Sí, por suerte podemos vernos todos los días.
Apoyo la cabeza en su pecho y le abrazo. Él me devuelve el abrazo y me aprieta contra él. Sin separarnos, agacha su cabeza y roza sus labios con los míos. Me da un beso suave, romántico y cuando su lengua entra y juega con la mía, aprovecho para morderle el labio.
Tras besarme la frente se marcha.
— Oh qué bonito — dicen mis hermanos.
— Seréis cotillas — les digo riendo.
— Tortolitos — dice Sam poniendo ojitos.
— ¿Lo habéis pasado bien? — Pregunta Tom cogiendo mi maleta.
— ¡Sí! Sé que soy una pesada, pero muchas gracias de nuevo por todo. Ha sido un fin de semana increíble — les digo y corro a abrazarles. Les doy un beso a cada uno y sonrío.
— Me alegro de que lo hayas pasado bien — dice Tom.
— Yo también, pero te veo distinta, hermanita — dice Sam con una sonrisa pícara.
— ¿Distinta? Son imaginaciones tuyas, hermanito — digo riendo.
Acto seguido corro escaleras arriba. ¿Será verdad que se ha dado cuenta?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro