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XXIX: Toma aire y no grites (Final dos)

N/A: Este es uno de los finales. Hay dos diferentes y no tienen nada que ver uno con el otro, solo parte del principio. Puedes leer el final que quieras primero, simplemente le he puesto final 1 y 2 porque no sabía como nombrarlos.

~

Eife había dado las órdenes: Kafette y su grupo entrarían por el lado izquierdo del castillo del reino; Joliven, Merilas y su grupo por el derecho; y Eife, Lissan y su grupo entrarán en el castillo para acabar con el líder. Todo saldrá bien.

El reino era más pequeño, y por tanto, el castillo también lo era. Por suerte no parecía estar muy protegido, así que sería fácil entrar por sorpresa, parece que no esperaban a nadie.

Merilas

—Principito, ¿estás listo para patear culos? —preguntó burlón Joliven mientras se ataba el pelo en un moñito. El aludido miró a su novio algo embobado por la acción pero asintió.

—Muy listo. Vamos a destruirles. —sonrió decidido. Joliven se rió y le despeinó.

—Cuánta sed de sangre. Wow. Si no fueras tan adorable incluso darías miedo. —le sacó la lengua pellizcando su mejilla. Merilas le apartó la mano pero no pudo evitar sonreír.

—Estate quieto que nos van a mirar raro. —dijo dando un vistazo a las personas que iban con ellos. —Cuando quieras, da las órdenes. —el mayor era el encargado del escuadrón. Joliven asintió y dió una orden con la mano para que avancen.

—Intenta no morir. —le dijo antes de irse a otro lugar junto a los arqueros. Merilas rodó los ojos.

—Sé que no dejarás que lo haga. Así que intenta no morir tu. —dijo con burla pero dejando ver algo de preocupación. El pelinegro le hizo una mueca burlona en respuesta.

—No puedo morir si sigues vivo, eres mi razón de vivir. No te preocupes por eso. —su tono era burlesco pero lo que decía era sincero, y el corazón de Merilas se derritió por eso. Ese bastardo hacía de su corazón un desastre. Se dieron una sonrisa cómplice antes de separarse e ir a sus puestos.

Se escucharon unas trompetas, lo que indicaba que Eife y Lissan ya habían irrumpido en el castillo.

Era la hora.

Todo el reino había sido alertado y empezaba la batalla real.

Eife

La joven mandó a dos de su escuadrón para deshacerse de los guardias de la entrada del castillo. Una pésima protección debía decir, solo dos. Con una facilidad incluso graciosa, consiguieron rajar el cuello de los guardias, impidiéndoles gritar y alertar a alguien.

—¿Estás listo? —preguntaba Eife a Lissan mientras veía como se desangraban. Lissan asintió tomando su mano.

—Estamos listos. —le dio un apretón y besó su dorso. La rubia sonrió.

—No te separes de mi. Vamos a estar juntos defendiéndonos mutuamente, ¿vale? —dijo ella. Lissan asintió de nuevo.

—No te dejaré ni aunque me lo pidas. —rió. Eife le imitó.

—No mueras. ¿Promesa? —dijo ella extendiendo su meñique. Lissan sonrió.

—Solo si tu tampoco. —dijo entrelazando los meñiques. Eife asintió sonriente. —Promesa.

Cuando las dos personas de su escuadró dieron la señal, Eife y los demás salieron de su escondite hacia la puerta principal. Algunos dieron unos golpes consiguiendo abrirla y colarse dentro.

Fue todo un poco caos al principio, y muy fácil ya que nadie esperaba esa interrupción. Pero en cuanto alguien pudo, hizo sonar la ''alarma'' avisando al reino de que había una emboscada. Pronto algunos enemigos llegaron con armas para intentar luchar, pero ellos estaban más preparados.

Merilas

Ellos no estaban en el castillo en sí, estaban fuera pero cerca. No querían matar a inocentes, pero si alguien quería entrar en el castillo a ayudar o alguien venía a por ellos, tendrían que derramar sangre. Y así fue.

Varias personas estaban yendo a por ellos, caballeros con sus armaduras. En realidad eran más de lo que habían imaginado ya que en un principio estaban bastante tranquilos.

Merilas intentaba esquivar los golpes de espada que estaba recibiendo, consiguiéndolo con algo de esfuerzo, bastante esfuerzo. Había mejorado, era cierto, pero no era tan bueno como los demás. Por suerte su ''ángel de la guarda'' estaba atento en todo momento y le salvaba de unas cuantas siempre con una sonrisa burlona. Aunque también había conseguido acabar con algunos él solito, y estaba orgulloso de ello.

Se despistó en un momento y recibió un corte en el muslo, superficial pero escocía mucho. Tocó la zona afectaba con una mueca y al levantar la mirada vio la espada del atacante alzada de nuevo, listo para darle otra estocada. Pero la espada cayó inerte al suelo, seguido del cuerpo del enemigo. Merilas respiró tranquilo, ya estaba viendo su final.

—¿Por qué te has quedado parado? —un alterado Joliven llegó a él. —¡Casi te mata!

—¡Me había paralizado! —dijo del mismo modo. El mayor se obligó a relajarse. Merilas estaba vivo así que no pasaba nada, todo estaba bien.

—Ten cuidado. —dijo acariciando la mejilla del menor y dejando un pequeño besito en ella. El pelirrojo se sonrojó y asintió.

Unos pasos apresurados los sacaron de su burbuja. Joliven se giró al escucharlos y con su daga le dio de pleno en el estómago al enemigo.

—Me quedaré a tu lado, creo que es mejor. —dijo Joliven en posición de ataque. No solo era bueno con el arco. Merilas le agradeció en silencio, se sentía mejor con él al lado, se había convertido en una especie de lugar seguro para él, y a Joliven le pasaba lo mismo con el menor.

Eife

Ambos jóvenes hacían un muy buen equipo, casi como si hubieran estado destinados a ello. Y así juntos, abriéndose paso y buscando en habitaciones, acabaron llegando al lugar donde se escondía el ''líder'' del lugar.

El hombre estaba en la sala del trono escondido, siendo escoltado por cuatro guardias. Era un cobarde que ni siquiera salía a luchar por su reino.

No tardaron tanto en deshacerse de los cuatro hombres que custodiaban al hombre, solo les costó un rasguño en el brazo de Eife y en la mejilla de Lissan.

—¡Por favor! ¡Dejadme vivir! ¡Piedad! —suplicó el hombre de rodillas. Eife puso una mueca de confusión y desagrado.

—¿Por qué debería? —preguntó como respuesta. El desconocido se puso en pie afligido.

—Porque sé que eres una buena persona. No matarías a alguien inocente. —dijo con una expresión de falsa persona buena. A la rubia le producía asco y odio el hombre. A parte de ser cruel con su pueblo, se atrevía a llamarse inocente después de asesinar a los reyes. No con sus propias manos pero lo mismo era.

—Mandaste matar a mi madre y al rey Laenoi. —dijo acercándose de modo amenazante. —Sé como eres con tu reino... ¿Te atreves a llamarte inocente después de todo eso? —el hombre retrocedió con algo de miedo.

—Por favor... No quiero morir. —pidió en un hilo de voz. La amarga risa de Eife se hizo sonar en la habitación.

—¿Lo vas a hacer? —Lissan habló en su oído. Estaba sorprendido por la fría actitud de su prometida, él sentía algo de pena por el hombre, parecía arrepentido.

—Claro que sí. —dijo obvia mirándole. —La gente como él no va a cambiar. Es una sucia rata. Y si no lo paramos ahora va a seguir jodiendo. —la joven estaba indignada. Lissan le miraba aún sorprendido pero asintió de acuerdo, pensando que en realidad sí tenía razón.

De un momento a otro Eife se encontraba en el suelo tirada, después de haber sentido un fuerte golpe. No se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, pero en el suelo había unas gotas de sangre. Alarmada miró arriba y la escena, que era confusa y aterradora.

Lissan y el hombre estaban bastante pegados, y de alguno caía sangre... ¿Pero de quién? ¿Quizás de ambos?

En unos segundos el líder de Meluvnia cayó al suelo sujetando su estómago ensangrentado, y Lissan respiró hondo, dejándose caer junto a Eife.

—¡Que susto me has dado! —dijo la chica agarrando su cara y empezando a revisarle para ver alguna nueva herida. Lissan rió un poco.

—Mientras hablabas, había sacado una pequeña daga e iba a apuñalarte. —explicó. —Esta vez lo he impedido. —sonrió victorioso y aliviado. Eife sonrió con los ojos algo llorosos del alivio y le abrazó.

—Dios mío... —murmuró. —Si te hubiera pasado algo... —el mayor se separó de ella para mirarle a los ojos.

—Pero no ha pasado nada. Estoy bien, y tu estás bien. —le decía. El hombre en el suelo no dejaba de agonizar y empezaba a ser molesto, así que Eife volvió a clavarle esta vez su propia espada, logrando que se calle.

—Qué molesto. —dijo ella con una mueca divertida. Lissan rodó los ojos y la besó.

—Vayamos a informar que hemos ganado. Todos estarán bien, ya lo verás. —dijo tomando su mano con seguridad y esperanza. Eife asintió. La verdad había sido más fácil de lo que habían pensado.

(Aquí cambia el final)

Joliven

Unos hombres intentaban acorralar a la pareja, quizás llevarlos hasta un lugar más apartado y acabar con ellos, pero eso no iba a funcionar, no con el pelinegro ahí.

El mayor se dio cuenta de eso a tiempo y agarró a Merilas con rapidez, escondiéndose junto a él en un hueco que había cerca de una calle estrecha, quedando muy juntos. Joliven le tapó la boca a su chico para que no hablara porque sabía que iba a soltar alguna queja por la acción tan repentina.

—Shh... —se adelantó aún con la mano en su boca. —Esperaremos a que avancen y les dispararé desde atrás. —le sonrió y quitó su mano. Merilas asintió en respuesta.

Los dos hombres que les seguían pasaron de largo algo confusos al haberlos perdido de vista. Justo como planeó el mayor. Con rapidez, Joliven cargó una flecha en su arco y le dio a uno de los dos. Eso llamó la atención de su compañero, que miró alrededor buscando en la dirección de donde vino la flecha sin mucho éxito. El hombre restante también tenía un arco y este sí apuntaba hacia donde estaban ellos. 

—¿Nos apunta? —el menor estaba nervioso por la acción de Joliven. 

—Lo intenta, pero no nos ve. —se burló Joliven asomándose un poco para mirarles. Merilas con curiosidad también se asomó, tropezando con el pie del pelinegro y cayendo al suelo a la vista de los hombres. Suficiente para que el enemigo consiguiera clavar una flecha en el muslo del chico. 

—¡Ah! —gimió de dolor Merilas cuando la punta atravesó su piel. Joliven abrió los ojos viendo todo y sin pensarlo mucho lanzó una flecha entre ceja y ceja al hombre que se había atrevido a atacar a su novio, atacó también con velocidad a los restantes. Asegurándose de que los hombres estaban desangrándose en el suelo, se giró y se agachó junto al menor, que se retorcía aguantando su pierna. 

—¿No sabes que la curiosidad mató al gato? —le reprochó Joliven dándole un golpecito con su mano en la cabeza. El contrario le miró molesto y con los ojos llorosos por el dolor. Realmente no era una herida grave, por eso no estaba tan preocupado, aunque Merilas opinaba lo contrario sintiendo que iba a morir en cualquier momento. 

—¿Me disparan y lo único que haces es pegarme en la cabeza? —se quejó con molestia notoria en la voz. Joliven soltó una risita y le besó la frente.

—¿Mejor un besito? —se burló. Merilas le seguía mirando molesto, pero no iba a mentir, el beso sí le relajó. —No es una herida grave, no te quedarás sin pierna. —dijo palpando la herida. La punta estaba incrustada en un lateral del muslo izquierdo. —Una pena... Tardarás un tiempo en poder sostenerte bien y así poder subirte encima de mi p...

—¡Joliven! —le interrumpió sonrojado golpeando su pecho. El mayor se carcajeó.

—Es que estoy triste, me gusta que estés encima. —hizo un puchero forzado viéndose realmente entristecido. —Creo que me prendí... —soltó de pronto. Merilas rodó los ojos dispuesto a cambiar de tema, ignorándole. 

—¿Qué hacemos con esto? —señaló su pierna con la flecha sobresaliendo. 

—Hay que dejarla ahí. —los ojos del herido se abrieron con terror. —No pongas esa cara. —sonrió divertido, le hacía gracia el poco conocimiento de Merilas con respecto a las heridas. —Si la sacamos es posible que te desmayes o algo así por pérdida de sangre. La flecha sirve como de tapón para que me entiendas. —la cara de Merilas era un poema.

—Pero...

—Es incómodo, lo sé. —le sonrió acariciando su pelo para calmarle. —Cuando volvamos las enfermeras la sacarán y te curarán. Ahora no tenemos lo necesario y no quiero que te desmayes, quiero verte los ojitos. 

—Deja de ser tan cursi. —se quejó sonrojado, aunque en realidad le gustaba, pero eso no tenía porqué saberlo nadie. —¿Tengo que ir con todo esto aquí hasta el castillo? ¿Y si alguien me da un golpe y se hace más profunda?

—Oh... No te preocupes por eso. —le sonrió con seguridad, guiando sus manos hasta sostener la flecha. —Toma aire y no grites. —dijo sin darle tiempo de procesar nada al menor, que ahogó un grito cuando Joliven partió parte de la flecha con sus manos. Miró a Merilas y podía jurar que estaba más pálido de lo usual. Por algún motivo todo esto le parecía demasiado divertido, deseaba estar con él cuando la enfermera le saque la flecha por completo y ver sus muecas de dolor. —De este modo el palo es más corto, ¿ves? De nada bonito.

—Casi me desmayo. —se quejó soltando un largo suspiro sosteniendo su pecho. —Vámonos de aquí. 

—Sí, deberíamos. 

Joliven se puso en pie y observó a Merilas aún en el suelo. Cruzaron una mirada y fue suficiente para que el pelinegro subiera al joven a su espalda y lo cargara hasta la entrada del castillo. Claro que aún debía estar alerta por si acaso, aunque había sonado la señal acordada que indicaba una victoria así que iba más tranquilo.

Eife

La rubia que se encontraba sonriente hablando con Kafette se puso seria de golpe al ver a Merilas siendo cargado por su vasallo.

—¿Qué ha ocurrido? ¿Estáis bien? —preguntó acercándose junto a la castaña también preocupada. Joliven les sonrió para restar importancia.

—Alguien no sabe obedecer y le han disparado por metiche, pero está bien. —respondió el chico. Merilas detrás de él rodó los ojos, haciendo reír a las chicas. —Sé que has rodado los ojos, no te hagas.

—Aww. —soltó Kafette enternecida juntando sus manos. —Que bien os conocéis. 

Después de confirmar que efectivamente, habían derrotado al líder del lugar, Lissan concretamente, volvieron al castillo de Eife, listos para celebrar aquella victoria.

El camino fue bastante calmado ya que todos estaban agotados, incluso en algún momento Merilas y Eife se durmieron. Al llegar la chica salió dando un salto de emoción y casi corriendo hasta la cocina para decirles que prepararan un banquete, había que celebrar la victoria y que no había ninguna pérdida, porque todo había salido bien, justo como esperó. Luego se dio una ducha rápida y aunque quería estar cómoda, recordó que era la reina, así que se puso un vestido bonito y no tan cómodo.

Merilas

Joliven le ayudó a bajar del carro y aún cargándolo a su espalda le llevó hasta la enfermería. Informó a la mujer de lo ocurrido y se quedó sentado en una silla a su lado mientras veía como la enfermera procedía a curarle. 

El menor agarraba la mano de Joliven con fuerza e intentaba no llorar frente a la desconocida, y daba fugaces miradas de odio a su novio, que le miraba como si fuese lo más divertido que había en ese momento, aunque siendo sinceros, probablemente lo era.

Una vez fue curado y la enfermera se fue de allí, ambos se quedaron a solas, sus manos aún juntas con Joliven dejando lentas caricias de confort a su chico.

—No quiero volver a tener algo clavado en mi. —se quejó el menor con los ojos cerrados recordando el dolor de la flecha. Joliven no pudo evitar soltar una risa.

—¿Estás seguro de eso, bonito? —preguntó con tono pícaro. Merilas abrió los ojos sintiendo el calor subir a su rostro. Soltó su mano y le intentó pegar desde su lugar.

—Deja de ser un pervertido. —dijo riendo tratando de hacer ver que eso le molestaba. Joliven también reía. 

—Sabes que no va a ser posible. —hizo una pausa y apartó los ojos del color verde intenso que le miraban con amor. Joliven no pensó que alguna vez alguien pudiera mirarle de ese modo, con esa adoración con la que el menor le miraba. —Debería darme una ducha. 

—Yo también. —se quejó Merilas con un suspiro. —Siento que apesto, y además estoy sucio.

—Podemos ducharnos juntos. —propuso con una sonrisa. Merilas le miró entrecerrando los ojos. —Es solo para ayudarte. —rodó los ojos el mayor.

—Está bien. Pero como hagas algo raro gritaré. —advirtió señalándole con el índice. Joliven levantó ambas manos en señal de inocencia sin poder evitar la risa.

Eife

Estaba emocionada y alegre. De verdad que no dejaba de dar saltitos y de ir de aquí para allá, como si nada hubiera ocurrido. Parecía un cachorro que descubría el mundo por primera vez. 

Divisó a Joliven y Merilas, y por supuesto que fue hacia ellos igual de alegre.

—Hola chicos, ¿todo bien? —preguntó Eife con una sonrisa. 

—Estaré mejor en cuanto encuentre el vino. —sonrió Joliven. Eife rió.

—Yo cojeo un poco pero no ha sido para tanto, estoy bien. —responde Merilas apuntando su pierna herida. Ella asintió felizmente.

—Oh. —la rubia notó algo después de estar un rato mirándoles. —¿Llevas la ropa de Joliven? —su tono fue divertido. El bajito se sonrojó levemente.

—Sí... Es que me di una ducha...

—Nos dimos una ducha y no tenía más ropa aquí. —interrumpió el mayor con una sonrisa de satisfacción al puntualizar que se habían duchado juntos y con eso conseguir avergonzar a Merilas. Eife rió y asintió. Esos dos hacían buena pareja.

—¿Tenías ropa limpia Jo? —preguntó burlona la chica haciéndose la sorprendida. 

—A veces la limpio, sí. —dijo en un mismo tono burlón. 

Después de unas pocas risas más, Eife volvió con Lissan y Kafette, ambos se habían quedado charlando de cualquier cosa mientras la reina caminaba de aquí para allá saludando a todos.

Avanzada la noche, algunas personas se habían retirado a sus aposentos a descansar, pero los más jóvenes querían continuar hablando un rato más, y comiendo alguna cosa que había por ahí. Acabó siendo un buen día después de todo.

Al día siguiente Merilas y Joliven se encontraron con la joven reina. Eife se extrañó al verles un poco más serios de lo esperado, incluso nerviosos. ¿Habría pasado algo?

—¿Le preguntas tu? —murmuró Merilas hacia Joliven, mirando a Eife de reojo.

—Pregúntalo tu, eres tú el que no se puede separar de mi... De todas formas no te culpo. —respondía Joliven en el mismo tono. Eife les miraba sin entender ya que desde donde estaba solo se escuchaban unos murmullos.

—Eres un idiota. —se quejó el pelirrojo. Eso sí lo escuchó.

—¿Pasa algo chicos? ¿Para qué queríais verme? —preguntó al fin la chica acercándose a ellos. 

—Sucede que Merilas no estará aquí en este castillo con nosotros para siempre, y por ello tenía una petición que hacerte. —sonrió inocente empujando con delicadeza al menor hacia delante. 

—Traidor. —susurró Merilas suspirando después de mirar con odio a su novio. Joliven solo tenía una sonrisa divertida como respuesta.

—Te escucho. —dijo Eife sonriendo por la escenita. 

—Ehhh... —pensó en las palabras ideales. Tampoco era la gran cosa, pero se ponía nervioso para todo. —¿Puedo llevarme a Joliven conmigo? —preguntó directamente. Eife le miró con sorpresa.

—¿Llevártelo? —preguntó elevando una ceja.

—Sí. ¡Me quiere secuestrar! —respondió Joliven con una mueca de terror exagerada. Merilas le golpeó en el brazo y Eife solo se rió.

—¿Seguro que te quieres llevar a este tipo? Míralo. —preguntó ella burlándose del mayor mientras le señalaba, este parecía muy ofendido, claro que estaba dramatizando como siempre.

—Seguro. —sonrió Merilas. Joliven cambió su expresión a una alegre y abrazó al chico por los hombros.

—Bueno, no puedo negarme. —dijo ella viéndoles. —Además, ya no estamos en peligro, al menos no como antes, y con Kafette me las apañaré. —asintió. —Solo venid a visitarnos seguido porque os echaré de menos. 

—Claro que sí. 

Así pues, Joliven volvió con Merilas a Agrand. No podrían casarse como Eife y Lissan pero eso no era necesario para sellar el amor que ambos sabían que sentían el uno por el otro, era suficiente el poder permanecer juntos.

Por otro lado, Eife estaba animada y con ganas de casarse con Lissan, y el chico no parecía oponerse a nada de lo que la otra decía, así que no tardaron en empezar a organizar la boda.

Al final sí salió todo bien.


FIN


~

Aquí está el otro final, es un final feliz porque me dio demasiada pena el otro :') y con este me quedo con un buen sabor de boca, además prefiero este

Aún quedan dos capítulos extras que será una explicación de como Lissan y Joliven llegaron a formar parte de la vida de Eife

Espero que os haya gustado y muchas gracias por leer <3

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