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02 | Victory and Death.

PARTE DOS.


Algunos meses después...


Las manos de Luka envolvieron a Chloe en un cálido abrazo haciendo que ella carcajeara sin pensarlo y se removiera entre las sábanas. Desde que ella había visto su rostro, su mundo era brillante, repleto de luz, era como tocar el paraíso cada vez que quería y no tenía la necesidad de expresar su dicha en voz alta.

Lo que había comenzando como algo inocente y sin experiencia fue subiendo de nivel. Al principio unas miradas tímidas se convirtieron en unas provocantes, cada vez que un lugar indicaba soledad significaba tomarse de las manos para brindarse apoyo en unos tiempos que, aunque indicaran luz, eran difíciles. Y cuando había suficientes sombras para cubrirlos de las miradas ajenas, siempre se besaban.

El cielo estaba nublado y no había algún rayo de sol que se filtrara por su ventana para que obligara a Viperion a despertarse. No bostezo ni sintió su cuerpo pesado al abrir sus ojos, al contrario, ya no quería dormir, pues fue un beso de la mismísima Chloe Bourgeois lo que lo despertó más temprano que de costumbre.

Él le siguió el juego con gusto, le dio un beso fugaz en la frente y después ella le besó los labios haciendo que todo su mundo parara. Su corazón dejo de palpitar de súbito, hubo una explosión dentro de él, se sintió como los fuegos artificiales en un carnaval con tan sólo un mínimo toque.

Chloe era la única que podría hacerle perder la razón. Amaba sentirse así, acorralado y enamorado en medio de una partida de la que nadie debía enterarse, no le importaban las consecuencias de lo que ocurriera, sólo vivía el momento, uno que transcurría con demasiada velocidad.

En un abrir y cerrar de ojos ella lo miraba atenta, acariciándole su mejilla viendo su rostro sin máscara. Los meses ya habían transcurrido desde aquel hecho que marcó el principio de muchas cosas, pero no se cansaba de admirarlo, sentía que cometía una travesura y que él era su cómplice voluntario.

―Podría acostumbrarme a esto ―murmuró Chloe.

No se cansaría de lo que fuera que estuviera viviendo con Viperion. Era más que una amistad y más que un simple sentimiento, le gustaba, lo amaba, y quizás por eso no sabía cómo definirlo.

―Y yo podría hacerlo todo el día ―le contestó sonriendo.

Duraron varios segundos viéndose, el silencio comenzó a hacerse su aliado y no generaba incomodidad, sentían una tranquilidad absoluta que les hacía mantener la esperanza de que algún día podrían vivir sin restricciones.

Son rebeldes con una causa, y las rebeliones nacen con esperanza.

―De nuevo hoy hay junta ―habló Chloe después de un tiempo. Su tono de voz demostraba cansancio y miedo, el momento ya no estaba lejos, lo que significaba que el fin de la guerra, su coronación y la huida estaban cerca.

―El ataque a Papilio está a nada de comenzar ―La voz de Viperion demostraba los mismos sentimientos que los de la ojizarca.

―Lo sé. ―Suspiró.

―¿Y cuándo nos iremos?

La pregunta del millón. Una que aun no lograban definir porque su futuro no estaba escrito.

―Espero que hoy nos digan la fecha exacta ―ella le contesto haciendo una mueca.

Su calma terminó gracias a unos insistentes toques en la puerta de la habitación brindaba a Luka. Chloe casi paró de respirar y él afinó su oído para escuchar a la persona que requería su presencia.

―¿Viperion? ―Otro toque se escuchó―. ¿Estás ahí?

Los ojos de Chloe lo miraron con temor al escuchar la voz de Wayzz al otro lado de la puerta.

―Mejor me voy a mi habitación ―murmuró ella por lo bajo moviendo las sábanas.

―No ―le ordenó con el mismo tono―, harás mucho ruido, recuerda que tu puerta rechina.

―Pero Wayzz está afuera ―agregó un poco más fuerte sentándose sobre la cama, Viperion hizo lo mismo y se quedaron en silencio hasta que más toques comenzaron a escucharse.

―No hagas ruido, Chloe ―volvió a susurrar―, yo me encargo.

―¡Ya te oí! ―gritó Wayzz desde el otro lado de la puerta―. ¡sé que estás adentro!

―No tardo ―dijo por última vez, para luego levantarse de la cama y en un movimiento rápido se volvió a colorar su máscara, después caminó hacia el espejo más cercano; este era uno que estaba al lado del televisor con forma ovalada. El portador se examinó y desacomodó su cabello largo para lucir mucho más adormilado y preparo una cara de cansancio absoluto para no delatarse.

Sin duda debía ser un actor.

Chloe aguantó una risa mientras se escondía entre las cobijas. Por su parte, Luka ya estaba abriendo la puerta, de tal forma de que sólo se apreciara él y casi nada de lo que había en el fondo de la habitación.

―Maestro, que sorpresa verlo por aquí ―saludó Viperion seguido de un bostezo demasiado convincente―, ¿todo bien?

Wayzz se vio contrariado, al parecer esperaba otra cosa, pero aun así mantuvo su postura firme.

―Venía a avisarte de la junta, no quiero que llegues tarde ―le indicó―, la mayoría de todos los portadores asistirán y no puedes darte el lujo de faltar por quedarte dormido.

Luka volvió a bostezar.

―Ya no soy un aprendiz como para que me trates así. Seguro ahí estaré molestándote hoy, no tienes nada de qué preocuparte.

―Sigues pareciendo un niño que no se lava la cara después de levantarse ―regañó su maestro―. Madura.

―Estaba dormido y no dejabas de hacer ruido ―se quejó Luka poniendo empeño en lucir molesto―. ¿Quieres decirme algo más?

―En realidad si ―admitió el humanoide de piel verde disparando todas sus alarmas―. ¿Quién está contigo? Escuche voces.

Los ojos de Luka se agrandaron más de lo que debería. Respiró profundo para calmarse y volvió a su típico semblante de aburrimiento.

―Nadie ―se apresuró a contestar.

―¿Y porque no abres la puerta?

Buscando calmar sus nervios volvió a rodar los ojos mientras bufaba y abrió toda la puerta permitiendo que se viera el pasillo de su habitación.

―¿Lo ves? No hay nadie.

―¿Entonces sí puedo pasar?

―¡No! ―exclamó rápidamente a lo que Wayzz lo miró con una ceja alzada―. Es decir..., no creo que te guste ver toda mi habitación, me acabas de despertar y esta hecha un desastre. ―Volvió a bostezar muy disimuladamente creyendo que eso evitaría notarse atrapado, pero sólo lo delataba aún más.

Wayzz rasco su cara aburrido y dijo a secas:

―Bien, te veo en un rato allá.

Viperion pudo respirar con tranquilidad y negó con la cabeza sin creer que su actuación había servido. Vio al kwami alejarse en el pasillo y comenzó a cerrar la puerta haciendo una mueca ante un rechinido.

―Cierto, olvide algo que decirte ―dijo Wayzz mirándolo por encima del hombro deteniendo su última acción―. Dile a Chloe que le mando saludos, supongo que en tu habitación se siente mucho más segura que en la de ella.

Y sin más siguió con su camino dejando a un Viperion boquiabierto.



Ambos caminaban a través de los pasillos a paso rápido escuchando el eco de su andar. Su respiración se iba haciendo cada vez más entrecortada gracias a la rapidez con la que caminaban, no les daba tiempo de pensar en otra cosa que en lo sucedido esa mañana con el maestro Wayzz, ocasionando que, no pusieran atención a los detalles. No notaron que seguía nublado y todo se tornaba cada vez más oscuro cuando esos pasillos estaban siempre iluminados. Lo amarillo ya no resaltaba y la luz se veía demasiado opaca, las sombras resultaban en todo el lugar, algo que no era común, pero iban tan sumidos en sus pensamientos recordando las palabras de Wayzz que muy apenas tenían cabeza como para seguir respirando.

―¿Crees que lo sepa? ―le preguntó Chloe a Viperion acompañando el sonido de sus pasos. Se sintió cobarde, no se atrevió a pronunciar «relación» en voz alta.

―Lo más probable. ―El rostro de Viperion estaba repleto de incógnitas porque no sabía cómo sentirse al respecto. Una parte de él se sentía liberado y otra amenazado, no por nada Wayzz era un maestro que estaba considerado como uno de los más leales de toda la Orden―. Él no es de rodeos y si lo sabe no sé que haría con esa información.

El kwami podría ser muchas cosas, pero no era un boca floja.

―Espero que no diga nada.

De nuevo Chloe se sentía pequeña ante el mundo. ¿Porqué cuando siente que esta tocando el cielo un golpe de la realidad la hace regresar de su sueño? No lograba entender porque el universo siempre le pruebas como esas, todos saben que lo único que realmente quiere es a Viperion y su libertad junto a él.

―¿Para que crees que sea esta junta y por qué exigió tu presencia temprano? ―volvió a preguntar Chloe casi susurrando, como si temiera de su respuesta.

―Se supone que es para hablar sobre el ataque, pero ahora...

Viperion calló y ambos tragaron en seco, no tuvieron necesidad de decir su pensamiento en voz alta porque, para ellos, era más que obvio. Sin decir nada más siguieron con su camino por aquel interminable pasillo y cuando vieron la puerta de la sala donde sería la reunión. Comenzaron a imaginar miles de situaciones donde involucraban interrogatorios y sintieron un hueco en el estómago.

Se rozaron las manos en un intento de brindarse confianza. Luka suspiró y Chloe preparó argumentos sin mucho trasfondo en caso de que les hicieran preguntas.

Y cuando entraron evitaron las miradas de todos a toda costa, no querían sentirse amenazados ni mucho menos mostrarse inferiores. Casi temblando, cada uno tomó su respectivo lugar en la Cámara de Representantes y se miraron de reojo esperando que sus nuevas sospechas no fueran ciertas.

Wayzz había exigido su presencia y podría ser que el objetivo de la junta involucraba el ataque a Papilio, pero también estaban en peligro de que los hayan delatado y tuvieran un juicio en frente de personas influyentes de toda la Corona Bourgeois.

―Buen día, Viperion ―La voz de Wayzz hizo que diera un brinco en su lugar. Suspiró temblando, luego sintió que su maestro estaba sentándose junto a él como de costumbre.

―Ya me habías saludado ―contestó el portador cortante, distrayéndose con sus manos y con cualquier otra cosa que no obligara a mirarlo a los ojos.

―Para los demás es la primera vez que nos vemos hoy ―murmuró en un tono que no supo identificar. Sonaba como una especie de complicidad que desconocía.

―¿Ahora que mosca te pico?

Viperion se notaba cansado. Su cansancio trataba de ocultar un nerviosismo y sus incontables ganas que tenía de vomitar.

―Tu respuesta es la pregunta que quieres decirme.

Luka se animó a mirarlo con una ceja alzada.

«Con razón Tikki prefiere a Plagg ―pensó―. De seguro Wayzz ni se entiende a si mismo cuando habla».

Y fue así que encontró la confianza suficiente para preguntarle:

―¿Qué fue lo que quisiste decirme esta mañana?

Wayzz lo miró divertido. Había dado justo en el clavo y todo porque su curiosidad no lo ayudaba.

―Que sean más cautelosos ―le advirtió mirándolo seriamente―, las paredes oyen, Viperion, y si alguien que se tome muy en serio esa regla los descubre no podré hacer nada por ustedes.

El menor suspiró sabiendo a lo que se refería.

―Jódete ―contestó sin saber que decir.

―Tu eres el que ya está más que jodido.

―Eso no es un secreto... ―susurró.

Después de eso, llegó el Maestro Fu haciendo el mismo escándalo de siempre seguido del Maestro Su-Han. Sus miradas transmitían preocupación. Viperion al estar tan alejado de la guerra por ser el guardia de Chloe lo hacían perderse de muchas noticias que ocurrían en el campo de batalla, ya sea de muertes o actualizaciones, pero lo que había escuchado si era alarmante; la cantidad de planetas que se estaban perdiendo en silencio era increíble. El problema de los informantes persistía, y al parecer, Noir estaba teniendo problemas para comunicarse.

No tardó mucho en llegar el Rey Bourgeois. Los años ya le estaban jugando una mala pasada, sus arrugas en su rostro eran cada vez más evidentes y su cabello se estaba tiñendo de blanco, su sonrisa ladina se veía mucho más forzada con el paso de los días sumando el hecho que su quijada parecía estar caída.

La última vez que estuvo en la Cámara de Representantes trató a los portadores como si fueran basura, gritó creyendo que imponía autoridad, pero ahora, toda esa chispa dentro de él se estaba acabando.

―Buenos días ―saludo André con su voz ronca y un tono suave―. Iniciemos con esto de una buena vez, ¿qué es lo que paso ahora?

Directo al grano. Ya no le daba tantas vueltas al asunto.

―Noir, mi rey ―se apuró a decir Plagg con rapidez―. Noir nos tiene un extraño mensaje.

Con sólo mencionar a aquel misterioso informante captaron toda la atención de Chloe.

―¿Y qué esperan para descifrarlo? ―bramó André sin lograr comprender―. Pueden hacerlo sin convocar toda una junta.

―Ese es el problema ―contestó Pollen―. El audio está cortado. Son palabras lo que tratamos de entender.

―Entonces reprodúzcanlo.

Todos esperaban esa orden. Plagg se movilizó entre la mesa que tenía diferentes mapas de color morado y amarillo haciendo alusión a Akuma y a los Bourgeois para reproducir de nuevo el audio enviado por Noir hace no poco más de dos horas.

Comenzó con interferencia, se escuchaban susurros en él y una respiración agitada sobresalía

Desde lo negro de Cattus ―La grabación inició con su clave para poder identificarlo. La voz se escuchaba era distorsionada, esto con el fin de no poder identificarlo―. Soy Noir. Hace poco escuché rumores sobre Akuma y la ausencia de diferentes infiltrados como yo. Tengan cuidado. Hay..., muchas Sombras en Cattus ―murmuró, casi como si estuviera teniendo cuidado de que no lo escucharan.

Con Cattus se refería a un planeta. Pero eso no tenía para nada de sentido, se suponía que Cattus había sido liberado del control de uno de los Akumatizados más letales y los Bourgeois ya recuperaron el planeta.

Más interferencia comenzó a escucharse y la respiración comenzaba a hacerse más silenciosa justo antes de que lo que decía se cortara en pedazos

―Las Sombras ya e-están aquí. T-todos. No. Muerte. Victoria. Akumas. Papilio. Trampa. No.

Y con eso finalizó la transmisión de Noir.

Muchas personas comenzaron a murmurar notándose sorprendidos por algunos hechos que mencionaba el informante. Unos que, a ojos de muchos, podían resultar mentiras.

―¿Sombras? ―preguntó sin entender Viperion a Wayzz―. ¿A que se refiere con Sombras? ¿Son nuevas especies de armas o qué?

―Los Akumatizados ―dijo Wayzz pensativo―, nosotros les decimos así, pero en Akuma se les conoce como Sombras. Noir lo informó hace poco, "las sombras" de Akuma se están fortaleciendo por una causa que se desconoce.

El azabache asintió pensativo. No se había dado cuenta de lo tan alejado que estaba sobre el tema de la guerra. El destino lo había alcanzado.

―Es todo lo que tenemos, señor ―dijo el kwami de piel negra afilando sus ojos verdes. Luego miró a todos los presentes haciendo que un silencio profundo invadiera la sala.

―¿Nadie más de los infiltrados se ha reportado? ―preguntó Chloe asustada, más que nada temiendo que a Noir le pasara exactamente lo mismo.

La maestra Pollen quien se encontraba sentada cerca de ella negó con la cabeza

―Lo más probable es que si estén interfiriendo en nuestras redes, como dije hace algunos meses ―prosiguió la humanoide―. Los analistas se equivocaron, en realidad alguien de Akuma sabe de la existencia de Noir y de todos los demás infiltrados.

Algunos jadearon ante semejante afirmación. Ya no había duda de que alguien estaba saboteando sus comunicaciones. Jamás había pasado algo como eso, ¿por qué ahora?

―Sin duda hay un infiltrado ―confirmo Tikki más para sí misma que para alguien más.

Ese hecho indicaba un peligro inminente que pondría en riesgo el ataque a Papilio.

Toda la sala comenzó a llenarse de murmullos de líderes indignados ante la incompetencia de los analistas y de portadores buscando una solución al problema. Chloe miró a Viperion preocupada, la situación que se les presentaba los ponía en desventaja para atacar a Papilio, porque si habían accedido a su sistema de datos, de seguro ya sabían en qué consistía el plan armado desde hace casi un año.

―¿Qué sugieren hacer? ―preguntó Chloe callándolos a todos―. Ya sabemos que Akuma va un paso adelante, no sabemos si tienen el conocimiento de nuestro próximo movimiento, pero, sin duda, esto cuenta como una derrota que debemos solucionar pronto. Como saben, cualquier decisión que se tome debe decidirse por toda la Corona.

―Los analistas no detectaron nada ―murmuró Tikki sin poder creerlo. Su fe ciega hacia los Bourgeois no la dejaba ver con claridad―, debe de ser una especie de virus que está en nuestro sistema de inteligencia o alguien de Akuma en realidad está en esta sala.

De nuevo, el silencio los invadió, muchos se miraron incómodos casi temiendo de su propia sombra.

No importaba la clase social, desde ese momento todos eran sospechosos para ser el informante de Akuma.

―¿No podemos ponernos en contacto con ese tal Noir? ―Una voz chillona e infantil resonó por la sala. Todos los presentes buscaron con la mirada la persona que había hablado y Viperion casi rio al percatarse que Ladybug fue la que se animó a tomar la palabra. Con todo eso de sus conclusiones precipitadas causadas por Wayzz no se había dado cuenta que ella estaba acompañando a Tikki―. Tengo entendido que esa persona manda transmisiones para comunicarse, pero, ¿qué pasaría si nosotros lo contactamos?

―¿Y tu quien eres? ―pregunto André mirándola con el mismo desprecio con el que miraba a Luka cada vez que se veían.

―Soy Ladybug, mi rey. ―Le sonrió de forma cortes sin percatarse el veneno en las palabras del viejo.

―¿Ya eres una portadora? ―le preguntó curioso.

―No, pero su ascenso es en unas semanas ―contestó Tikki poniendo una mano sobre el hombro de Ladybug―. Ella es mi aprendiz.

André movió la cabeza entendiendo quien era. Quizás estaría haciendo una nota mental para recordar su nombre o la olvidaría por considerarla alguien insignificante.

―Hipotéticamente, ¿qué haríamos si logramos contactar a Noir? ―habló Plagg interrumpiendo la presentación de la pequeña.

―Podríamos preguntarle nuestras dudas, y con un poco de suerte, tendríamos su advertencia mucho más clara ―dijo ella.

―La suerte no existe ―contestó Plagg serio, ocasionando que recibiera una mirada de desprecio de Tikki.

Mientras tanto, Chloe ya estaba formulando un plan en su cabeza. Desde que Ladybug había sugerido esa ingeniosa idea encontró una salida al tema del informante.

―Yo puedo hacer contacto con Noir ―hablo Chloe después de un tiempo levantando un poco más el volumen de su voz―. Tengo los medios necesarios para poder localizarlo, y si no interceptan nuestra señal, podríamos tener una buena conversación con él.

Se mostraba segura de si misma. No le veía fallos a su plan. Tenía la forma de contactarlo y la confianza suficiente como para preguntarle lo que sea, lo difícil vendría después, la apuesta estaba en decidir qué hacer con la información proporcionada.

Y su idea le sonó a la mayoría interesante, pero a Viperion le resultó llamativa.

¿Porqué jamás había escuchado nada de Chloe sobre ese tal Noir?

Tenía una mala espina.

―¿Qué opinas, papá? ―se animó a preguntar la chica. Sus ojos azules viajaron hasta André que parecía estar sumido en sus pensamientos, pero regresó al mundo real justo cuando sintió la mirada persistente de su hija.

―Es una idea arriesgada ―le dijo.

―No tenemos otra alternativa.

Y sólo había una cosa que podría perder en el intento.

El Rey le dio la razón y el debate siguió sin que André tuviera mucha participación, lo cual generaba incertidumbre. Algunos portadores buscaron culpables mientras que los aliados de la Corona se notaban molestos porque si Civium caía, todos ellos caerían con él.

La Cámara estaba en un punto de alerta máximo y de desconfianza que hizo que todos los presentes olvidaran el verdadero objetivo de la reunión: se suponía que debían hablar sobre los últimos detalles del ataque a Papilio, y también, sobre la enorme cantidad de planetas que estaban perdiendo.

La trampa estaba en frente de sus narices. Perdieron el enfoque y la distracción de los infiltrantes había funcionado. La misma estrategia que planeaban usar en Papilio dentro de algunas semanas estaba siendo jugada en su contra y no sabían por qué. Era tal y como jugar contra sí mismo en una gran partida de ajedrez donde ambos reyes eran los únicos que están a salvo. Uno no aparece ni es mencionado, mientras que otro permanece entre las sombras de la luz.



La reunión terminó después de una hora más de gritos e insultos. El descontento reinó en toda la Cámara de Representantes ocasionando que ambos se sintieran hartos tratando de encontrar un momento de paz para pensar. Chloe y Viperion iban caminando con su usual rapidez, pero esta vez no por su manía de siempre llegar tarde a los lugares, sino porque su futuro dependería de lo que estuviera pasando.

Sonaba egoísta, pero sabían que el ataque a Papilio era una perfecta distracción para escaparse sin hacer mucho lío, y entre más pronto sucediera mejor, la coronación de Chloe ya estaba siendo anunciada, y quizás si el plan del final de la guerra resultaba usarían el ascenso de ella como motivo de celebración.

Suspiró. Todo estaba transcurriendo demasiado rápido y no podían evitarlo.

―¿Cómo planeas hacer contacto con Noir? ―dijo Luka mientras doblaba hacia la izquierda para seguir el camino hacia la habitación de Chloe.

―Lo conozco ―se limitó a contestar siguiéndole el paso.

―Chloe, todos lo conocemos, pero la tarea que tienes es demasiado arriesgada.

―Lo conozco y no de la misma manera que tú ―le aclaró sonriendo. Lucía confiada, mucho más de lo normal―. Él es mi amigo. Nos conocemos desde que éramos niños ―dijo como si no fuera nada del otro mundo―, o bueno, desde que él era un niño ―murmuró haciendo cuentas y recordando que ella ya era una adolescente rebelde mientras que Noir era un niño curioso haciendo de las suyas en la cocina.

Viperion no dijo nada. A esas alturas cualquier ayuda era útil para poder escapar más rápido del lugar, pero se le hizo interesante que Chloe mencionara a Noir como un niño, así que pregunto:

―¿Cuántos años tiene?

Chloe resopló aturdida aumentando la velocidad de sus pasos.

―Tiene la edad de Bug ―susurró, sabiendo que Viperion no se lo tomaría para nada bien.

―¿Me estás diciendo que el ataque a Papilio y nuestro futuro depende de un niño? ―inquirió casi indignado alzando su voz.

―Algo así ―le respondió tratando de sonreír, pero en vez de eso, terminó tensando su mandíbula.

―Genial ―ironizó.

Sin nada más que decir llegaron a la puerta de la habitación de Chloe. Ella ya estaba a punto de abrirla muy concentrada en lo que estaría por pasar, y refunfuñando, miró a Viperion por encima del hombro.

―Yo hablaré sola ―le dijo―. Quédate aquí o ve con Wayzz.

Luka la miró confuso.

―¿Por qué no puedo entrar contigo? ―preguntó indignado.

―Su identidad debe de permanecer en secreto. No puedo traicionar su confianza, y creme que no te gustaría tenerlo de enemigo. ―Rio un poco recordando que solía ser alguien demasiado vengativo, pero también de buen corazón.

―No entiendo porque tanta seguridad ―agregó con confusión―. Sabes que yo no diré nada.

Eso era más que cierto, sin embargo, Chloe era leal y mantenía firme su palabra. No podía compartir lo que sabía de su amigo por nada del mundo.

―La posición de Noir es algo inestable ―comentó buscando que la entendiera―, sé que no logras comprender mis razones, pero cuando todo esto acabe te prometo que te explicaré. Por mientras sólo confía en mí, ¿sí?

―Sigo sin entender ―admitió fingiendo serenidad―, pero sabes que siempre confiaré en ti.

Ella le sonrió.

―Noir está arriesgando su pellejo ―continuó moviendo la perilla de la puerta―, lo menos que puedo hacer es protegerlo de esta forma.

―Bien, cuando acabes ya sabes donde verme.

Ella asintió sonriéndole sabiendo a lo que se refería y después cerró la puerta.

Mientras que Luka, por primera vez dudó de ella.




Chloe no esperó más. Entre todos sus tiliches comenzó a buscar el comunicador que Noir le había dado en caso de emergencia. Era uno que él había fabricado como una especie de muñequera, su amigo siempre lo llevaba consigo porque de esa forma podía comunicarse con otras personas para seguir su trabajo de infiltrado, y cuando le dijo lo que haría hacia apenas unos años atrás, le entregó ese aparato para hablar.

Al principio se hablaban cada noche, después cada semana hasta que, con esfuerzo, intercambiaban palabras en un mes, fue así que perdieron por completo la comunicación.

Ser un informante no era tarea fácil. Muchos eran hackers, como Noir, que trabajaban desde la comunidad de su casa, mientras que otros eran personas que se sentían decepcionadas de Akuma y trabajaban en el lugar. No desertaban, se quedaban ahí para buscar la forma de comunicar cualquier cosa que resultara útil para la Corona.

Aunque muchos vieran confiada a Chloe en la tarea que ella misma se auto designo tenía miedo de que Noir ya no le contestara.

Cuando encontró el objeto presionó un botón y comenzó a hablar rezándole a alguna luna para que su amigo estuviera vivo y pudiera recibir su mensaje.

―Aquí, Bee. Noir responde ―dijo acercando el comunicador a su boca―. Aquí, Bee. Noir, por favor, responde.

Desde lo negro de Cattus ―Una voz grave se escuchó al otro lado de la línea y su respiración se notaba tranquila, al oírlo, Chloe casi gritó de la emoción―. ¿Qué estás haciendo, Bourgeois? No pensaba recibir esta transmisión hoy.

«Sí, a mí también me da gusto volver a escucharte», dijo Chloe para sus adentros mientras rodaba los ojos.

―Trato de contactarte, genio ―le contestó con obviedad.

¿Por qué estás contactándome? ―Su voz sonaba preocupada―. ¿No lograron recibir el mensaje?

―Tu grabación está cortada y se entiende muy poco, por eso estoy aquí, para tratar de averiguar que era lo que tratabas de decirnos.

Noir no contestaba, pero luego, la misma interferencia que se había escuchado en la junta con susurros incluidos comenzó a escucharse.

Tengan cuidado con las Sombras ―fue lo que Chloe alcanzó a escuchar cuando las otras voces pararon un poco―, esperen un poco más para el ataque a Papilio ―la misma interferencia se hizo presente ocasionando que la voz de Noir se escuchara cada vez más entrecortada―. Es una trampa, Chloe.

―¿Por qué es una trampa? ―inquirió ella casi gritando al notar que la voz de Noir se hacía cada vez más lejana. Comenzó a sentir impotencia de no poder escuchar ni entender lo que decía. El futuro de ella dependía de eso y la señal de Noir estaba siendo bloqueada―. ¡Contéstame! ¡Repítelo, Adrien! ¡No te escucho!

Estaba casi por comenzar a llorar. Sentía que estaba perdiendo a su mejor amigo con cada segundo que pasaba.

Ellos saben lo mismo. Están haciendo lo mismo que nosotros para que caigamos.

La misma interferencia se escuchó, hasta que la voz de Adrien Agreste se perdió.

―¿Noir? ―repitió Chloe al escuchar sólo el silencio del comunicador―. ¿Sigues ahí?

No obtuvo ninguna otra respuesta.

Suspiró derrotada.

Lo único bueno de eso es que había confirmado que alguien estaba interfiriendo con las comunicaciones y que el ataque a Papilio era una trampa por alguna razón desconocida. ¿Lo malo? No sabía si Adrien está bien.

Casi corriendo, fue hasta la oficina de su padre. Llegó entre trompicones y en el camino casi cae gracias a su vestido. Cuando hizo acto de presencia parecía ser que las estrellas estaban de su lado pues el Maestro Fu también estaba en el lugar, y fue así, que recordando las instrucciones que Noir le había dado cuando le regaló el comunicador reprodujo la grabación de tal forma que sólo se escuchara la voz del informante.

El rey y el principal maestro de la Orden ya estaban informados de lo que estaba pasando. Lo único que podía hacer era esperar el uso que le dieran a la información recién recibida. También le pregunto a su padre si Cattus no había sido atacado, pero los últimos informes decían que no había presencia de Akuma en el planeta y Adrien había dicho que sí la había en la grabación presentada en la Cámara de Representantes.

No podía hacer nada. Esperaba que donde quiera que estuviese Adrien se encontrara a salvo.



Chloe no olvidaría el trato que había hecho con Viperion, así que cuando terminó de informarle a su padre lo que había pasado fue directo hacia su lugar especial.

Ya un poco más calmada se dio cuenta que estaba oscureciendo mucho más temprano. El cielo se estaba coloreando de morado que hasta podía saborearlo. Sonrió un poco. Por fin estaba teniendo un momento para descansar, se había sumido tanto en sus problemas que no se había dado cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo, y sin prestarle mucha atención a la extraña hora del anochecer, siguió caminando.

Se dirigió hacia el su punto de reunión que no estaba tan alejado del campo de entrenamiento de Civium y mucho menos de su residencia. No tardó en adentrarse al bosque que estaba a las afueras de las instalaciones. Caminó esquivando rocas buscando con la mirada a Viperion. Fue sólo cuestión de tiempo para que lo viera recargado en uno de los árboles con la mirada perdida.

Corrió hacia él e intercambiaron miradas como si fueran las únicas personas en el mundo.

Una ráfaga de viento sacudió un poco sus emociones que los tenían casi temblando desde la mañana. El futuro que planeaban estaba a días de distancia, el ataque a Papilio estaba cerca de efectuarse. Cada segundo significaba estar más cerca de la felicidad y cada maldita orden acatada al fin estaba dando frutos. No importaban las normas absurdas de los portadores ni que se convertirían en los más buscados por el mismísimo rey. Con que estuvieran juntos, todo estaba bien.

¿Cómo podría decirse lo tanto que se amaban sin miedo al futuro o sin sentirse los seres más egoístas del universo? No lo sabían, pero lo descubrirían juntos o morirían en el intento.

Lo demás ya fue historia, una que, sin duda, seguían escribiendo.

Desde que Viperion le había revelado su rostro a Chloe se veían en ese lugar para perderse un rato. Cada uno tenía más responsabilidad y a veces bastaba una mirada para indicar que todo estaba bien.

Pero siempre que se veían ahí entre árboles frondosos escondiéndose en sus sombras como dos amantes ocultos de la sociedad les hacía sentir asco.

Lo único que querían era poder vivir sin que los condenaran. ¿Acaso eso era algo malo?

―¿Pudiste contactarlo? ―pregunto Viperion viéndola con curiosidad al ver tan perdida en sus pensamientos, como si le diera vueltas a algo que él, por supuesto, no sabía.

«Lo había olvidado, Chloe estaba repleta de secretos», pensó.

―Sí, pero interceptaron la señal ―dijo como si no fuera algo nuevo.

―Eso significa que la teoría de Pollen era cierta.

Ella asintió.

―Me dijo que el ataque a Papilio era una trampa. Que debíamos de esperar porque Akuma estaba teniendo una estrategia parecida a la nuestra.

―¿Y sabes a lo que se refiere?

Negó con la cabeza.

―No tengo ni la más mínima idea.

Pero Luka creía que le estaba ocultando algo. De la nada ella era amiga de un infiltrado y ahora ella no entendía por completo el mensaje.

De seguro le estaba ocultado un detalle. Creía que le estaba mintiendo, así como siempre lo hizo al reprimir sus sentimientos o como cuando finge querer ser una reina. Sin embargo, lo único que salía de los labios de Chloe era la pura verdad.

―¿Qué hiciste con la información? ―volvía a interrogar con el mismo todo de interés.

―La grabación ya la escuchó mi padre y el maestro Fu ―le avisó―. Supongo que mañana habrá otra junta para ver qué pasa.

De nuevo quedaron en silencio. Chloe pasó un mechón rubio por detrás de su oreja y desvió la mirada al sentirse observada por Luka. No entendía lo que le pasaba, pero se sentía un extraño peso en el ambiente que no le gustaba en lo absoluto.

―Dame unos pocos días más ―pronunció el de mechas color aqua viéndola ahora con dulzura y tomando las manos de su contraria, tratando así de calmar sus latidos frenéticos y sus incontables dudas sobre ella―. Un jodido día más para seguir soportando esta mierda y sólo seremos tú y yo, Chloe.

Ya no quería seguir siendo un secreto o una mentira ni ocultarse como lo estaban haciendo.

Viperion le acarició la mejilla con la mano derecha, diciendo sin hablar que él quería lo mismo que ella, pero deberían ser pacientes o todo por lo que lucharon estaría perdido.

Y a él ya se le estaba acabando la paciencia.

Cuando estaban juntos explotaban, hacían una colisión indescriptible que sólo ellos conocían. Eran su lugar seguro de todo lo que veían en la guerra entre los Bourgeois y Akuma. Un refugio con nombre. Un hogar sin techo. Sólo dos personas perdidas tratando de sobrellevar las atrocidades de la guerra.

―Ya no puedo verte así. Ya no puedo verte aquí.

El enmascarado lo dijo con tanto dolor que la rubia se vio obligada a desviar la mirada.

Casi nunca hablaban de eso, y cuando lo hacía, demostraban que no todo era color de rosa en su relación.

Querían gritar su amor al mundo, y si para eso deberían de huir lo harían con gusto.

―Mañana será cuando sepamos la fecha ―repitió Luka sus palabras con más fuerza que antes―. Después me despediré de mis amigos y estaré aquí al anochecer cuando el ataque a Papilio comience.

Los ojos azules de la chica brillaron con mucha emoción.

―¿Lo dices en serio?

Viperion asintió.

―Sólo es cuestión de tiempo para que la guerra termine. Tu padre está llevándolo bien y los Maestros están más preocupados por los asuntos de los portadores y no de Akuma.

Ella lo vio como algo bueno. En parte lo era. Pero la extraña energía que todos los portadores sintieron que no era normal. El flujo que conectaba a todos los seres como él les advertía que algo estaba por pasar. Sumando el hecho de lo dicho por Noir todo indicaba que ese algo estaba por iniciar.

―Puede que otra guerra se desate ―admitió el blondo con culpa, pero su deseo de ser libre en medio del caos era mucho mayor.

―¿Qué es otra más, Luka ? ―preguntó Chloe con sorna. Sus labios se curvearon hacia arriba al demostrar su lado irresponsable, uno que el mencionado amaba más de lo que le gustaría.

Lo único que les importaba era su relación imposible. Nadie más. Sólo ellos.

Su primer acto egoísta.

―¿Sabes? ―El chico la tomó de la mano indicando que caminaran de regreso―. Amo que digas mi nombre, Bourgeois.

―A mí también me gusta hacerlo, Couffaine.

Él rio viendo al cielo.

―Odio decirte Viperion frente a todos ―comentó Chloe sin dejar de mirar hacia el frente. Sus pasos eran elegantes y se movían con una gracia que le fue inculcada desde pequeña―. Ladybug siempre se burla de tu nombre.

―El de ella no está mejor.

Era un nombre original, pero jamás lo admitiría en voz alta.

―¿Cómo piensas contar de lo nuestro? ―La voz de Chloe sonó hueca al recordarla―. Ella te ve como su hermano mayor, Luka, ¿crees que le afecte o que nos delate?

―No lo creo ―dijo con calma, encogiéndose de hombros―. Bug es demasiado inteligente como para no notar nuestra cercanía, de seguro ya lo sabe o lo sospecha.

―Es lista, pero no deja de ser joven.

Un punto a favor de la Bourgeois, pero eso no quitaba el hecho que su amiga era justa. Lo único que esperaba era que entendiera el sentimiento llamado amor.

―Vale, no tienes que recordarme que Bug y yo somos la pareja de hermanos desastrosos y tú eres la mamá gruñona.

Chloe rio un poco y le apretó la mano a Luka. No rechistó ante el comentario burlón del Couffaine. Eso significaba que le había agradado el recién ganado título.

―La voy a extrañar ―admitió.

A ambos les costaba admitirlo porque esa chicuela a veces era un dolor de cabeza, pero sí, seguro la echarían de menos.

―Encontraremos la manera de volver a verla ―dijo Luka.

―O ella nos encontrará primero.

Él no lo contradijo. Bug siempre estaba llena de sorpresas.

Continuaron su en completo silencio, disfrutando de su compañía y de esos escasos momentos de paz que les quedaba de regreso. Dentro de una hora estarían hablando de cifras sobre muertes y las pérdidas monetarias de sus respectivos organismos. Caos e intereses. Mientras ellos sólo pueden verse de reojo e intentar parecer profesionales.

―Te veo después ―le dijo Chloe con una sonrisa llena de calma, soltándole la mano.

Algo en su interior se removió al sentir que eso no llegaría a ser posible. Su lucha interna y principalmente todas sus dudas fueron reflejadas en los ojos azules de Luka, pero aun así le sonrió de vuelta y la tomó de la mano como si fuera algo común entre ellos.

En el momento que los labios de Luka hicieron contacto con los de ella, él sintió miedo.

Aun así, jugó con su cabello rubio para tratar de olvidar el sentimiento y la atrajo más hacia él temiendo que huyera por su necesidad de sentirla una vez más.

Disfruto saborear cada milímetro de los labios rosados ​​y jugar con su lengua entre movimientos acelerados.

Querían más.

Necesitaban más.

Pero aún no era el momento.

Decidieron calmar todos los sentimientos que explotaron en su interior y se vieron, de nuevo, como si fueran las únicas estrellas en el universo. La guerra, los maestros, el rey Bourgeois, Akuma, las Sombras, todos podrían irse al carajo. Sólo existían ellos. Sólo podían pensar en ellos; y tal vez, ese era el problema.

Un destello de un color brillante resaltó entre todo el cielo. Chloe se separó de él para apreciarlo un poco mejor. Lo que alguna vez parecía algo morado ahora era rojo, sombrío, demasiado oscuro. Un trueno cayó, cada lugar repleto de luz en Civium estaba prácticamente repleto de oscuridad. La luna y el sol ya no existía. A plena tarde parecía haber oscurecido, tampoco había estrellas, se perdieron tal y como nunca hubieran existido.

Una corriente descontrolada de viento sacudió los arboles que los rodeaban y las hojas se movieron susurrándoles al oído que algo malo estaba por pasar.

Viperion y Chloe se miraron con miedo. Nada de eso era normal y los efectos en el cielo no parecían ser causados por el poder de algún portador fuera de control.

Otra ventisca mucho más fuerte que la anterior los azotó con ímpetu. Gracias a esa acción se vieron obligados poner sus manos en frente de sus rostros para evitar que la tierra y la mugre que acompañaba al viento les dañara la vista.

Después sintieron mucho frío, uno demasiado común con el que aprendieron a familiarizarse.

Los instintos de Viperion se activaron. Su oído se afiló mas de lo normal y un familiar cosquilleo le recorrió toda la espalda hasta llegar a sus labios. Un crujido de una rama se escuchó, parpadeó, logró escuchar su propia respiración, y luego, una explosión se escuchó mientras el cielo era iluminado, y, sin pensarlo mucho tomó la mano de Chloe como reflejo.

―Corre.

Fue lo último que dijo para comenzar a huir de lo que sea que estuviese llegando.

No miraron hacia atrás. Sus ojos estaban puestos en el cielo, allí veían las explosiones reflejadas como luces monstruosas que iban creciendo cada vez de magnitud. Eran como truenos que no dejaban de escucharse martillando sus oídos con cada paso que daban.

El olor a ceniza los alertó. Luka miró a Chloe por el rabillo del ojos al sentir una fuerza mucho más cerca, suspiró tembloroso mientras sentía la onda expansiva recorrerle todo su cuerpo. Su esqueleto crujió y su mano sintió el frío de la soledad al ya no sentir la mano de Chloe cubriéndolo.

En un abrir y cerrar de ojos lo único que su sentido del olfato le permitía oler era tierra y sangre. Vio una sombra demasiado familiar a lo lejos que no logró distinguir, mientras que atrás se veía un espectáculo de luces amarillas por doquier haciéndolo experimentar el miedo por primera vez.

A Civium por fin había llegado la guerra.



Civium ardía.

No todo, por supuesto, pero lo suficiente para que el humo y el fuego llenaran sus pulmones. Chloe lo inhaló y tosió sin saber muy bien donde estaba. Soltó un indudable quejido y recordó que el apocalipsis había llegado a su planeta en un momento crucial de la guerra.

Se levantó como pudo, casi cojeando y sin darse cuenta que tenía una gran herida en el rostro. Buscó con la mirada a Viperion a su alrededor, pero no lo encontró, lo único que había era fuego a su alrededor, un profundo color carmesí iluminando lo que alguna vez había sido un bosque.

Sintió pánico.

Su vista viajó hacia el norte, notando que todas las viviendas de los portadores y el campo de entrenamiento también ardía. Todos los portadores estaban ahí; entrenando o enseñando, y ahora muy posiblemente estuvieran...

Contuvo un sollozo.

Otra explosión lejana se escuchó y su cuerpo brincó en su lugar al esperar un impacto que no llegó. Volvió a mirar el cielo y otra luz apareció en forma de mariposa.

Ahí fue cuando entendió todo.

Akuma estaba ahí, matando a los suyos y dejándola sin escapatoria.

Gimió de dolor, su pierna también estaba herida, no supo cómo fue ni cuánto tiempo había durado inconsciente, pero aun así caminó sintiendo que todo le daba vueltas y el mismo suelo subía y bajaba a la par de que más explosiones se encontraban cerca.

Su tobillo punzaba, no quería ni mirar hacia sus piernas porque de seguro estaba sumamente herida, pero fingía que nada le importaba, lo único que realmente la mantenía respirando era encontrar a Viperion.

Debía estar vivo.

No podía morir.

Su cabello estaba sobre sus ojos y sus labios sabían a metal, el sabor la mantenía viva, se preocupaba en repetírselo para ser capaz de sentir algo que no fuera agonía, culpa o pánico. El pasto comenzaba a terminar, el calor que todo su cuerpo sentía por estar rodeada de pequeños incendios la hacía sentir pequeña, y justo cuando la temperatura comenzó a bajar vio un sendero que la llevaría directo hacia su hogar.

Levantó su vista y extrañamente el intento de castillo estaba a salvo.

Alzó una ceja sin entenderlo. Ese lugar debía ser uno de los blancos principales para Akuma si es que querían adueñarse por completo del planeta.

Pero su mente estaba nublada, no tuvo el suficiente tiempo para entenderlo porque escucho el llamado de alguien.

Miró hacia todos lados dándose cuenta que no quedaba nada de lo que había conocido en el pueblo. Fue así que entendió que ella sobrevivió por el poder que tenía. No uno que le permitía crear objetos o destruir valles enteros.

No.

Sólo estaba viva porque ella era la heredera, la siguiente reina de la Corona Bourgeois.

Se sintió impotente. Prefería pensar que había sido suerte, pero no, ella jamás tenía suerte, el universo era el que la ayudaba para seguir con su destino escrito en piedra.

―Ayuda ―decían a pocos metros de ella.

Era una voz femenina, una que reconoció a pesar de escucharse como un susurro.

―Por favor, ayuda.

Con necesidad, Chloe comenzó a caminar en círculos tratando de encontrar la dueña de la voz. Su vista comenzaba a hacerse un poco más borrosa, pero aun así logro distinguir entre ramas y tierra el cuerpo de una humanoide de piel amarilla.

Fue hasta ella sin meditarlo mucho. La tomó de la mano para brindarle apoyo, aunque la verdadera ayuda estaba muy lejos de llegar. Tosió al oler de nuevo a ceniza y trató de lucir fuerte, era lo mínimo que debía hacer.

―Resista, por favor ―susurró forzando su agarre con el de la persona que yacía moribunda entre sus brazos―, la ayuda llegará pronto, alguien la atenderá.

Sus palabras trataban de transmitir esperanza, pero caían como balde de agua fría para la mujer mayor que cada vez perdía más sangre por su herida en el pecho. La persona frente a ella tosió sangre y le sonrió a su salvadora buscando tranquilizarla, como si la muchacha fuera la persona que estuviera muriendo lentamente a manos de un atentado.

―No permitas que pase, Chloe ―susurró gastando sus últimas energías.

Su voz sonaba igual de delicada y decidida como en las reuniones del Consejo.

―¿Qué va a pasar? ―cuestionó Chloe con lágrimas en sus ojos. Inhaló de nuevo buscando calma al sentirse perdida, el olor a humo la mareaba, pero la tranquilizaba.

―Tú ya lo sabes ―dijo la mujer enmascarada seguido de un quejido agudo que alarmó aún más a la chica.

―Y‐yo no sé nada ―tartamudeó sin entender―, no sé de qué me habla.

―Claro que lo sabes. ―Tosió de nuevo―. No permitas que lo haga, Chloe, por favor.

―No sé de qué me está hablando.

De sus ojos azules escurrieron lágrimas de impotencia. ¡No podía ayudarla y encima ella sabía más cosas que ella!

Chloe ya no dijo más, pero en su mirada se veía el desconcierto que sentía al ver los ojos prejuiciosos de su maestra sobre ella, sus ojos reflejaban miedo a no poder huir y estar en una situación parecida con él.

No necesitó decir alguna palabra para que la moribunda entendiera que era verdad.

Ella no sabía nada.

―Entonces huye ―le dijo Pollen y Chloe la miró sin entender―. Huye con él y no regreses. ¡Si no puedes impedirlo no sigas con esto! ―Tosió con más fuerza y una lágrima también resbaló por su mejilla.

Chloe supo a lo que se refería con «él» y le sonrió sin dejar de apretar su mano para hacerle entender que no se iría de su lado hasta que cerrará los ojos.

―¿Qué es lo que está pasando? ―susurró―. ¿Qué es lo que debería saber?

Pollen la miró triste.

―Los portadores fueron acusados de traición sin pruebas por la Corona. ―Gimió―. Y todos estamos siendo asesinados como si no fuéramos nada, como si nuestro sacrificio hubiera sido en vano.

La mirada azulada de Chloe se perdió.

Pensó en Luka. Recordó a Bug. Vio en su memoria a cada portador que conocía y una lágrima también resbaló lentamente por su mejilla.

No tenía palabras.

―¿Porqué? ―murmuró sin entender.

―Ordenes de tu padre ―dijo Pollen entre dientes soportando el dolor―. Prométeme que detendrás esto, por favor.

―Lo haré ―murmuró sin pensarlo, permitiéndose acumular todo el odio posible hacia André―, lo haré, lo prometo.

―Gracias, mi reina.

Ella asintió sintiendo su pecho removerse y la miró por última vez; acaricio sus manos y notó que la mirada de Pollen se estaba perdiendo en la nada.

Su hora había llegado.

―Descanse.

Los ojos color ámbar de Pollen se cerraron poco a poco, hasta que el agarre que la unía con Chloe se rompió.

Los escuadrones la pasaban de largo mientras ella reprimía sus lágrimas, las gotas de lluvia que comenzaban a caer limpiaban el lugar, luego olió el humo ocasionado por un incendio en una de las casas lejanas y supo que Civium estaba cerca de la muerte.



Chloe quería morir y no era broma.

Cuando dejo a Pollen descansando y siguió con la búsqueda de Viperion vio a más cuerpos inertes sobre el suelo.

Diversos disparos se escuchaban a lo lejos de ella. Eran ráfagas, quizás algo más que era desconocido para ella. No importaba lo que fuera, de todas formas, Chloe se quedaría como la culpable de toda esa masacre, una que la estaba haciendo sentir impotente, no podía hacer nada, su orden o su poder aun valía mucho menos que cualquier decisión que tomará su padre.

La Corona Bourgeois fue la que acuso a los portadores de traición según Pollen y Chloe era uno de los miembros más importantes. Se suponía que cualquier tipo de decisión debía ser pasada por encima de ella, también de los maestros como Fu o Su-Han, pero ellos eran traidores, obviamente la Orden de los Guardianes no estaba enterada de nada.

Justo en un momento crucial de la guerra, todo ya no valía nada.

Seguramente el infiltrado de Akuma había avisado de esa decisión. Un momento vulnerable para la Corona sería la perfecta distracción que buscaban para entrar a Civium sin ser detectados.

Todo estaba cobrando sentido. Diversas acciones pasadas estaban tomando importancia en el ahora. No existían efectos ni sensaciones que indicaban peligro, sólo era la cruda realidad, una en donde muchos inocentes morirían y en la que ella está buscando a Viperion para ayudarlo a huir.

¿Él ya lo sabría? ¿Pensaría que ella tuvo algo que ver con la muerte de los suyos?

Ni ella entendía que era lo que había pasado. Sus oídos a duras penas funcionaban y sus sentidos estaban recuperándose de la explosión.

Suspiró.

Civium ya no estaba repleto de luz. Ya no había un sol que la cobijara por las mañanas y una luna que velara por su amor prohibido, sólo estaba ella contra la persona que acusó a los portadores de algo que estaba segura que no había pasado.

También esperaba que Viperion no creyera en palabras ajenas a ella.

A lo lejos divisó una sombra irreconocible, una que seguía a la ceniza y al color rojo de las llamas mientras se movía. Era una danza impecable, hipnotizante, tenían los movimientos delicados de un portador, pero la brutalidad de un asesino.

Chloe lo observó difusa, perdida en sus pensamientos y aturdida. Los ojos brillantes de la criatura la observaron y Chloe pudo jurar que la sombra sonrió.

Se quedó ahí, sin hacer nada, viendo como la sombra se movía hacia ella hipnotizándola. Las explosiones ya no eran tan lejanas, podía distinguir diferentes gritos ahogados de guerra y el sonido del fuego quemarse con cualquier cosa frente a la inminente destrucción.

«¿Sería esto lo que Noir quería advertirnos?»

La sombra se acercó cada vez más y Chloe se preparó.

Sabía lo que tenía que hacer al tener un rival fuerte frente a ella, pero no estaba segura si funcionaría. Estaba sin opciones y sólo tenía un intento para derrotarlo. Estaba allí, sin nadie a su lado, con sus amigos muertos o quizás habían logrado su cometido. Suspiró. Probablemente todo hubiera salido mejor si Viperion siguiera con ella.

Quiso recordarlo más, tener presente a la persona que se ofreció ser su amigo cuando bien se sabía que estaba prohibido, quería recordar su sonrisa y su perfecto rostro con o sin máscara, pero la mirada del desconocido era intimidante lo que hizo que olvidara la voz de Viperion en su cabeza. Podía verlo no muy lejos de ella. El humo coronaba su rostro negro y rojo, aunque a él no parecía importarle. Ya no era una sombra, en realidad si era una persona.

Había escuchado que los Akumatizados eran como sombras y por eso se les decía de esa forma en territorio enemigo. Esta era la primera vez que veía uno en carne y hueso.

Quizás no sería la última o no era del todo la primera.

Su aparente rival ya había apartado su capa; su postura clamaba que quería comenzar una batalla. No se había dado cuenta que estaban en una de las plazas que aún no se incendiaban por completo mientras que la sombra estaba caminando de un lado a otro mientras la esperaba para luchar.

Tomó aire saboreando las cenizas y caminó hacia él, determinada, sin miedo a morir a manos de alguien del bando contrario.

―¿Dónde está tu ejército, Bourgeois? ―le gritó en cuanto estuvo tan cerca como para oírlo.

Su voz era arrogante, gruesa, oscura; más que nada repleta de un odio que ella aun no experimentaba.

―Ocupado derrotando al tuyo ―respondió, esperando que los sentimonstruos si estuvieran haciendo su trabajo.

A duras penas podía concentrarse para decir una oración coherente, pero debía conseguir tiempo, algo que ya no tenía.

―Fue muy amable que tus portadores muertos te enviaran sola y me ahorraran el gusto de pelear con alguien de mi calibre ―dijo él―. Ni siquiera eres una portadora, sólo eres una simple princesa.

La malicia goteaba en cada una de sus palabras buscando desconcentrarla y le mostró sus dientes afilados. La clase de ira que irradiaba era una que advertía venganza, era del tipo de personas que devoraba a las personas y retorcía cada pedazo de ellas hasta que las volvía irreconocibles.

―¿Quién eres? ―le preguntó Chloe lo suficientemente alto para que el aun desconocido detuviera sus pasos.

―Soy muchas cosas, querida ―le contestó―. Un simple peón como tú, un portador, una sombra, un asesino... Puedo ser lo que tú quieras de todas esas opciones, cariño. Nací para serlo.

Ella rio.

―Algo me dice que eres media sombra ―se burló.

Eso fue grosero sin razón, el tipo de cosa que hubiera hecho que Wayzz pusiera sus ojos en blanco, pero no se arrepentía. Burlarse del enemigo era costumbre y una buena táctica.

―Soy muchas cosas ―murmuró―, pero puedes decirme Kurtzberg.

―Kurtzberg ―le repitió en son de burla sin poder creer que en serio las sombras tuvieran nombre―. Antes de matarme quiero que me digas una cosa ―dijo Chloe calmada, se cruzó de brazos y fingió indiferencia. Ya se estaba resignando a que moriría a manos de alguien que decía ser una de las sombras de Akuma.

―Tú sólo pregunta y ya ―le contestó.

Kurtzberg se movía hacia el costado con una oscura gracia que era extrañamente parecida a la de un portador.

Los rumores eran ciertos. Las Sombras eran portadores corrompidos.

―¿Qué es lo que está pasando? ―Chloe se animo a preguntar, a lo que él rio sin aparente causa.

―¿No lo sabes? ―agregó divertido.

―Si lo supiera no le estuviera preguntando a la persona menos indicada.

Por alguna razón, la sombra volvió a reír como si la situación fuera de lo más divertida del mundo.

―Pronto la galaxia se transformará ―dijo cuando paró de reír―. Los portadores morirán. Todo es parte del plan. Todo está por cambiar ―repitió con mucha más fuerza―. Cada decisión que has tomado te ha llevado a este momento. Tú debes decidir qué hacer a partir de ahora.

―¿Y si no qué? ―preguntó ella.

―Mueres ―dijo, a Kurtzberg se le acabó la paciencia, vio a Chloe tan indefensa que, sin esperar más se abalanzó hacia ella, una risa cruel y rasposa salía de su garganta mientras corría a través de la plaza dejando que una espada oscura tomara el absoluto control de sus movimientos.

Chloe siguió esperando, no se inmutó, dio un familiar paso hacia atrás y sintió como una figura la envolvía en sus brazos mientras estaba en el aire. Cerró sus ojos respirando con tranquilidad. Estaba esperando algo como eso. Y los abrió cuando su salvadora la dejó sana y salva a una distancia prudente de la sombra.

De nuevo estaban en el bosque o lo poco que quedaba de él.

―Eso fue arriesgado ―regañó Ladybug viéndola con absoluta desaprobación.

―No eras exactamente la persona que esperaba ―contestó Chloe sonriendo, esperaba que Viperion fuera la persona que la salvara―, pero con un poco de suerte creí que alguien estaba viendo todo y me ayudaría con ese loco.

La azabache le sonrió triste.

―El maestro Plagg dice que la suerte no existe.

―Que bueno que te enseñe lo contrario.

Ladybug carcajeó un poco y vio a Chloe.

―¿Sabes que está pasando? De repente todos los sentimonstruos comenzaron a atacar a los portadores, no logró encontrar a nadie y todo se está volviendo cada vez más confuso.

Chloe se sorprendió, Ladybug tampoco sabía.

La rubia puso su mano sobre el hombro de la pequeña y dijo con pesar:

―No lo sé ―mintió.

Ella no soportaría ver la mirada de decepción de Ladybug en su rostro, ya no tenía tiempo para explicarle y creyó falsamente que cuando se enterara de lo que supuestamente pasó, ella buscaría la verdad y la encontraría.

―Corre y escóndete ―ordenó Bug―. Debemos tenerte a salvo si queremos salir de esta.

Chloe asintió.

―Buena suerte ―le dijo con una extraña sonrisa, dudó un poco en darse la media vuelta, y luego, se perdió entre los árboles mientras corría.

Ladybug se notaba confundida, nadie le había resuelto sus dudas, y aparentemente, nadie sabía que rayos era lo que estaba pasando.

Dirigió su vista a la plaza. Vio a la sombra caminar a través de los escombros y sintió un extraño hueco en el estómago. Ya no tenía más opciones, era pelear o ver como la sombra seguía creando caos en su hogar.

No tenía dudas de que él era uno de los responsables de las miles de muertes de los suyos, de sus hermanos portadores.

Sintiendo que la adrenalina se apoderaba de ella se encaminó hacia la sombra. Ajustó su antifaz rojo y el calor de las llamas cerca le acarició cada poro de su piel. Las cenizas se incrustaron hasta lo más profundo de su alma. Y el olor tan conocido de tierra y sangre la despertó.

Estaba lista. Había nacido para luchar y proteger a los portadores.

―Vaya, vaya, pero miren a quien tenemos aquí ―dijo la sombra cuando la vio acercarse.

«Esa voz...»

―¿Ya estás a nada de ser una portadora? ―le preguntó con sorna a Ladybug, estaba buscando desconcentrarla.

―¿Y tú quién eres?

El rio.

―Te diría que podría ser lo que tu quisieras creer, pero tú, tú sabes quién soy en realidad, Ladybug.

La mencionada negó sin entender.

―Jamás te he visto en mi vida, basura de Akuma. ―Sonrió de lado―. ¿Cómo sabes mi nombre?

―Las sombras ayudan a esconder mi verdadero yo ―admitió acercándose a ella luciendo indefenso―, pero a estas alturas creo que deberías saber que soy la persona que rompió reglas contigo.

―Sólo fue un beso ―susurró  alguien en su oreja.

Escuchó un recuerdo, uno que se había esmerado en enterrar porque la lastimaba. Le había fallado a la Orden, a ella misma, a todos en general, mientras él, cuando se convirtió en portador se fue como todos a buscar suerte abandonándola en el acto.

Sus piernas flaquearon y tuvo que esconder todas las emociones que comenzaban a acumularse en su pecho.

―¿Quién eres? ―repitió ella sonando quebrada.

―Ya lo sabes. ―Sonrió.

―No podrías ser la persona que creo.

Lo negaba y lo haría para evitar entrar en crisis.

Él era dulce y atrevido. Kurtzberg es un maldito y un asesino. No necesitaba conocerlo para saberlo.

―Soy él, pero reinventado.

―Mentira ―masculló Ladybug con rabia. Sus puños cada vez se estaban volviendo blancos, sus nudillos dolían, pero debía resistir, no se dejaría llevar por sus sentimientos otra vez.

―Créelo, mon amour.

Ella hizo una cara de asco.

―Yo no soy amor de nadie ―le dijo seria, luego se puso en posición de combate esperando su ataque.

―Claro que sí.

―Mi corazón alguna vez le perteneció a alguien, pero sin duda tú no eres esa persona.

Lo que había enterrado estaba saliendo a flote. El recuerdo de la persona que le había robado un beso y la había hecho dudar incontables veces de si misma estaba nublando su mente, cada vez sus acciones eran controladas por sus sentimientos, y eso no debía pasar.

―Bien ―contestó cortante―, mi nuevo nombre es Kurtzberg.

―Caprikid sonaba mejor. ―Sonrió triste, sintió como si hubiera perdido a alguien.

―Puedo percibir el poder ―le dijo ignorando su último comentario. Ladybug podía apostar que la sombra había cerrado sus ojos para poder sentirla―. Y no tienes lo suficiente como para detenerme, así desarmada como estás.

Ahí era donde se equivocaba. No estaba desarmada.

Ningún portador jamás lo estaba.

Ella cerró sus ojos preparando sus manos para comenzar a crear. Se visualizó a sí misma callando las voces de sus sueños, dirigió todas sus fuerzas hasta sus dedos, y el equilibro del peso fue soportado por sus rodillas. Sintió que algo despertaba en ella, cada lección de Tikki aparecía en su cabeza, cada consejo de Viperion lo repetía y cada aplauso de Chloe la animaban a seguir. Ella lo recordaba, y podía hacer que él olvidara.

―Comencemos con esto. ―Escuchó la voz de Caprikid en su oído.

Abrió sus ojos y su última batalla comenzó.



Cada pasa que había dado desde que vio la mariposa en el cielo pesaba más que el anterior. No llevaba una eternidad perdido, pero si lo suficiente como para preocuparse.

«¿Qué estaba pasando?», era la pregunta que se repetía de forma constante en su mente.

Había visto a demasiados portadores muertos en el camino al azar que tomó. El olor a sangre lo mareaba. Jamás pensó que Akuma pudiera ser tan poderoso en un territorio como Civium.

Para su suerte, aun no se encontraba con ningún sentimonstruo y tampoco lograba ver a Chloe por ningún lado.

¿Estaría bien? ¿Ya estaría a salvo de las garras de Akuma?

Debía estarlo, sin ella todo por lo que había luchado estaría perdido, y el sueño de ambos también.

Luka no sabía nada. En realidad, no tenía ni las mínima idea de lo que estaba pasando.

Todos los olores que se mezclaban a sus alrededores lo ayudaban a mantenerse cuerdo. El impacto de la explosión lo perdió un poco, pero estaba haciendo un esfuerzo considerable para no caer rendido en el suelo. La guerra había llegado a Civium. Akuma estaba ahí y la Corona estaba cayendo, no se necesitaba ser tan inteligente, con ver el panorama se notaba a leguas que las fuerzas de Akuma resultaron ser mucho mayores que la de los portadores y los escuadrones.

Le era muy difícil enfocar, pero como podía lo lograba, y a lo lejos, entre el camino de tierra y árboles quemados, diviso una sombra que podía reconocer con los ojos cerrados, era una con la que tuvo que familiarizarse al ser el guardia de Chloe.

Pero había algo diferente.

Demasiado diferente que lo hizo creer que no era la persona que creyó.

Y si lo era.

No parecía ser una persona con una sombra común y corriente. De forma literal era una sombra que la acompañaba al ambiente perfecto de incendio y el cielo morado.

―¿Quién eres?

Una de las preguntas que constantemente se repitieron ese día, o esa noche, había perdido la noción del tiempo.

Luka lo dijo demasiado alto que sus oídos retumbaron al escuchar el sonido de su voz. Respiró profundo buscando una forma de hacer que sus sentidos regresaran a la normalidad, mientras que a la par maldecía a la bomba que ocasionó toda su confusión en medio de todas las dudas que estaba teniendo.

―La pregunta aquí es: ¿Quién eres tú? ―dijo la sombra con un tono de voz distorsionado, pero familiar.

―Yo sé perfectamente quien soy ―contrataco recomponiéndose, pero la sombra lo ignoró.

―Puedo sentir dudas en ti. Hay muchas dudas atormentándote, portador ―complementó susurrando, como si estuviera cantando una canción.

―Y yo puedo sentir que estás a punto de ser aniquilado ―bramó Viperion.

―Más calma, portador. ―Rio―. Se supone que personas como ustedes no asesinan.

―Personas como yo asesinamos a personas como tú.

―¿Y quién soy yo? ―le respondió la sombra con otra pregunta.

―Una sombra ―contesto simple rezando a los astros que sus sentidos se estabilizaran.

―Creí que serías más inteligente, Viperion.

―Las sombras no me dejan ver tu carita ―murmuró aturdido―, si me dejaras verla podría adivinar fácilmente y terminaríamos con este absurdo juego.

―No hace falta terminarlo.

―¿Porqué?

―Todo ya va a terminar.

Viperion no respondió.

―Sé que quieres saber que está pasando. Así que te lo diré ―pauso―, te han traicionado, para ser más específicos la Corona Bourgeois te ha traicionado.

―Eso no es cierto ―murmuró como reflejo―. Lo estás diciendo para desconcentrarme.

―¿Ves todo este caos? Los portadores podrían defenderse sin problema, pero ellos fueron acusados falsamente de traición gracias al audio de un infiltrado.

«Noir», repitió.

Sus instintos casi no fallaban.

¿Chloe le mintió y por eso dudó de ella cuando habló con él?

―Akuma atacó en su momento de debilidad por cortesía del infiltrado que no podían identificar ―alardeó―. Me presentó, yo soy el infiltrado.

―Un gusto ―ironizó―. ¿Cómo te llamas?

―Tengo un nombre, pero decírtelo arruinaría toda la diversión.

Viperion chasqueó.

―Es mentira todo lo que dices.

―Sé que amas a Chloe ―dijo la sombra, haciendo que Viperion diera un paso hacia atrás―, yo sé muchas cosas, y sé que ella te traiciono.

―Ella jamás haría eso.

La sombra al parecer sonrió.

―Créelo.

La voz de la sombra repentinamente se hizo mucho más vieja. Después Viperion ya no logró verla hasta que sintió un fuerte impacto contra su pecho. Una figura oscura estaba frente a él, miró hacia abajo y notó como comenzaba a sangrar, dirigió su vista hacia su asesino y lo último que vio fue la cara de un rey que había estado entre las sombras de la luz.

Y un grito desgarrador se escuchó.



Chloe sintió que toda su vida transcurrió en un chasquido de dedos. Lo que pensó que sería una eternidad fue efímero, lo que debía durar para siempre al final fue algo fugaz.

Cuando vio a Viperion platicar con esa sombra no podía creerlo. Miles de respuestas a sus interrogantes fueron respondidas con tan sólo ver la maldita sombra.

Pero lo único que importaba era él.

Viperion.

Luka.

Después de huir del tal Kurtzberg corrió hasta dar con Viperion. Lo distinguió de inmediato haciendo que por un momento se tranquilizara. No tuvo necesidad de acercarse para saber que era él. Y también distinguió a la sombra con la que hablaba haciéndola sentir la persona más inútil del mundo.

Pero cuando vio venir el siguiente movimiento gritó lo más fuerte que pudo al ver como una espada le atravesaba el pecho a Luka.

Un pitido se escuchó en su oído y cayó de rodillas sobre la tierra sin pensarlo.

Y lo escuchó, logró escuchar a Viperion susurrarle antes de que todo fuera silencio.

―Me siento bien haciendo lo incorrecto ―puntualizó él con una sonrisa―, y ya sabes que me siento mal haciendo lo correcto.

―Me encanta que me conozcas tan bien, abejita.

―¿Qué mierda es la paciencia, Chloe?

―Amo que digas mi nombre, Bourgeois.

―A mí también me gusta hacerlo, Couffaine.

―Nunca nos convertiremos en polvo.

―Quiero ser amada, ya no quiero correr y esconderme nunca más.

―Nunca vamos a morir, seremos estrellas.

―Nunca vas a estar demasiado lejos si me aferro a ti.

―Te amo.

―También te amo.

Y todo terminó de una manera tan vil que no tuvo tiempo de hacer nada.

Su garganta ardía, sus ojos ya ardían, todo ardía como un verdadero incendio en su máximo esplendor. Perdió el control de todo, de las opiniones de las personas que más amaba, y por supuesto, de Luka.

Corrió hacia él cuando vio su cuerpo caer sobre el suelo. La sombra que lo había asesinado desapareció. No quedaba rastro del verdadero traidor, que para su suerte, era de su misma sangre.

Ahí entendió que en realidad la suerte no existe.

Cuando Chloe lo acurrucó en sus brazos Viperion la miró.

Era una mirada repleta de culpa, de miedo, de perdón, de confusión, de impotencia...

―Quédate conmigo un momento más ―dijo Chloe con lágrimas en los ojos acariciándole el cabello―, por favor, no me dejes, no te vayas.

Él la miró con dolor.

―Te amo, Luka.

Fue una cobarde por decírselo hasta ese día.

Miles de gotas saladas resbalaron sobre su mejilla. Sus ojos se convirtieron en una cascada sin final al ver a Viperion, a su único héroe, a la única persona que realmente la había amado, indefenso entre sus brazos.

―Por favor, dime algo ―suplicó―, sé que estarás bien, por favor, dime algo, Luka. Sólo dime que estarás bien.

La mirada desesperante de Chloe hizo que el desviara la suya. Se sentía engañado, no podía sacarse las palabras dichas por la sombra haciendo que Viperion no tuviera el valor de decirle que también la amaba. Sólo cerró los ojos y se sintió sin esperanza, ocasionando que se entregara a su peor enemigo: el silencio.















UN DÍA DESPUÉS.

Nieve.

Ladybug miró abajo, a la tumba. Su corazón era una piedra en su pecho.

Ya no palpitaba. Ya no mostraba ningún signo de estar viva, sólo le recordaba lo cobarde que había sido.

El bullicio en su cabeza no daba tregua alguna, pero al fin no escuchaba entre sueños los gritos de dolor de los portadores.

Estaba lista para irse, no tenía a ningún amigo esperándola en una nave para huir de ese lugar. En pocas palabras estaba perdida, sin nadie con quien ir.

Ganó la oportunidad de vivir gracias a aquella cosa, la sombra de lo que alguna vez había sido Caprikid.

¿Por qué haces esto? le pregunto cuando él le retiró su espada de su cuello.

Le estaba perdonando la vida, no la asesinó cuando pudo, y según ella, lo merecía.

Lo hago por amor le contestó.

Le dio la oportunidad de vivir, le perdonó lo que había hecho. Según él, ella ganó la batalla, pero perdió.

Se sentía como victoria y muerte. Estaba sola, excepto por la nada oscura que había quedado en Civium. Quería saber si alguien había sobrevivido, si estaban a salvo sus amigos o sus maestros, pero lo único que podía hacer era esconderse.

Ella debería haber estado en la Orden. Debería haber estado con Viperion. Debería haber ayudado. Debería haber desconfiado de Chloe...

En cambio, le creyó, siempre creyó ciegamente en ella y cuando le dijo que no sabía que era lo que estaba pasando por supuesto que le creyó.

Pero ella los traicionó.

¿Qué ganaría la Corona acusando a los portadores de traición? Cuando Kurtzberg le explicó lo que pasaba se sintió como una tonta. No sabía si debía confiar en él, pero habiendo visto al día siguiente como la nieve sin alguna razón cubría los restos de los portadores entendió que era cierto.

Chloe lo sabía. Debía saberlo, ¿verdad?

Ladybug traía puesta una capucha negra que le cubría la mayor parte del rostro, la encontró cerca de su hogar ya destruido, su vestimenta se movía a la par del viento sacudiendo todas sus emociones, mientras ella no podía hacer más, simplemente se dedicaba a observar en absoluto silencio las ruinas de lo que alguna vez fue el Templo de la Orden.

No hubo funerales, nada que los despidiera como los guerreros que fueron.

Sostenía en sus manos su máscara, su última conexión física con los portadores y a su servicio como aprendiz. Era tan difícil renunciar a ella, a pesar de que tenía que hacerlo para vender la estafa de su falso entierro.

Se arrodilló, dejó la máscara sobre la superficie blanca y resistió el impulso de volver a tomar el antifaz.

Quien quiera que encontrara el objeto asumiría que estaba muerta.

Y luego, sólo hubo silencio.

Un profundo silencio la acogía, la envolvía haciéndola sentir culpable.

No fue como en su pesadilla, que había humo por doquier y oscuridad hasta el más mínimo rincón, sólo había una extraña paz con olor a muerte e injusticia.

Todos murieron ese día, y ella también lo hizo.



Un día.

Sólo les faltó un día para que pudieran ser libres, y tal vez, salir ilesos de esa matanza.

Una civilización, una persona, y un mundo destruido en una noche bastó para que un amor verdadero fuera demolido como si no fuera nada; fue como ningún otro dolor que hubiera conocido, fue pasar a amar demasiado a alguien a anhelar a un fantasma.

Le dieron amor, pero también se lo arrebataron.

Se sintió hecha pedazos miraba mientras las ruinas de lo que alguna vez fue el hogar de los portadores. Había sido fuerte por demasiado tiempo que nunca pensó lo mucho en lo que necesitaba a su otra mitad.

No quedó nada de lo que había conocido. Él había sido el único refugio seguro, y ella lo había visto desvanecerse con una mirada de duda.

Ahora debía salir adelante y huir sin él.

¿Cómo podría? ¿Cómo sería capaz de sentirse viva después de verlo morir en sus brazos?

Nadie puede conocer el dolor, porque Chloe, al igual que los portadores, se prohibió sentir algo más que odio hacia la persona que asesinó a su única esperanza de libertad.

Aunque siguiera respirando, ella murió junto a él. Su mundo se desmoronó justo una noche antes de que ambos huyeran.

Ahora ya no escaparía.

Tenía un nuevo propósito y era encontrar al asesino de Luka.

No se tragaba el cuento que ya había muerto.

Fue así que en el día de su coronación salió con la cabeza en alto y su broche de abeja decorando su cabello para sentir a Viperion con ella.

No estaba dispuesta a quedarse con los brazos cruzados, porque aunque todo es injusto en el amor y la guerra siempre debía haber un triunfador.



















Alguien llego cuando la nieve cubría la mayoría de aquel planeta. Vio una máscara roja como el último destello de esperanza de la Corona y la tomo entre sus manos tratando de enterrar su pasado perdido entre las memorias de su difunta amada. Sabía a quien le pertenecía y detuvo el impulso de su yo interno para susurrar el nombre de la niña.

Se centro únicamente en abrirse a las sombras.

Después de recordar su pasado le llevo la máscara a su nuevo maestro para enseñársela como prueba de que todos los portadores habían muerto.

Esa sombra era alguien silencioso dispuesto a encontrar la verdad de la nueva reina.


¿FIN?

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