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01 | Space and Dust.

PARTE UNO.

Viperion se quejó en voz baja al sentir algunos rayos de sol en su cara. Bostezó un poco tratando de encontrar energías para la reunión que tenía hoy y rascó su cara con fuerza creyendo que esa acción eliminaría su cansancio, luego se removió un poco entre las sábanas blancas y sintió sus labios como si estuvieran cosidos.

―Buenos días ―murmuró somnoliento, después con su mano derecha tanteó el cuerpo a su lado reposando sin ningún problema. Abrió sus ojos con pereza permitiéndose ver a Chloe, la persona a la que Wayzz le encargó cuidar en un intento de molestarlo, y que de nuevo, se había convertido en la invasora de su habitación.

Algunos mechones rubios caían sobre su frente, la chica respiraba tranquila y daba a entender que estaba completamente calmada. Los rayos de sol que se filtraban cada vez con mayor intensidad hacían que luciera mucho más hermosa. Viperion sonrió. Aunque ser un Portador signifique no poder tener la capacidad de sentir, eso no le impedía notar que Chloe Bourgeois era una belleza andante.

―Ya despierta ―volvió a susurrar―. Arriba, dormilona, ya es hora de levantarse ―insistió tratando de simular un tono cantarín, aunque también se le notaba adormilado.

Lo cierto es que Viperion no sabía cómo habían llegado hasta esa posición. La relación entre Chloe y él había comenzado en un intento de matar el aburrimiento al ser los más jóvenes de la Cámara de Representantes, y gracias a ello, comenzaron a hablar de temas oficiales y entablaron una relación de simples conocidos, pero todo comenzó a tornarse cada vez más incómodo cuando Wayzz, su maestro, se dio cuenta que charlaban demasiado a tal grado de siempre estar juntos por doquier, y para molestarlo le designó la tarea de ser una especie de guardia personal para Chloe.

Al comienzo tuvieron sus roces, la actitud de Viperion resultó ser más insolente de lo que aparentaba, luego supieron congeniar y establecer límites para llegar a tal grado de estar en una situación aparentemente embarazosa, pero en realidad era un acto demasiado inocente que llevaban haciendo desde hace bastante tiempo. Chloe sólo entraba a la habitación de invitados que le dio al chico justo cuando se convirtió en su guardaespaldas, se acostaba junto a él en silencio y no decían absolutamente nada, sólo se observaban hasta ser vencidos por el sueño, tal y como fue la noche anterior y la anterior a esa.

―Ya voy, ya voy. ―Chloe extendió sus brazos tratando de despertarse; su voz sonaba apagada, su cabello sí que estaba enmarañado y sus labios también estaban resecos. La sonrisa del chico se ensanchó al saber que tenía el privilegio de ver a la siguiente reina de la Corona Bourgeois como una persona normal―. No pensé que me quedaría aquí toda la noche ―confesó la rubia seguido de un suave quejido.

―Considéralo una travesura más. ―Bostezó Viperion restándole importancia―. Sentí que llegaste anoche, pero me dio flojera levantarme ―admitió el azabache como siempre suele decir, después se rascó la nuca y se dio cuenta que se había dormido con su uniforme puesto. Suspiró cansado. Esperaba que Wayzz no se diera cuenta de ese detalle o lo atosigaría con preguntas incómodas.

―Lo noté ―expresó la rubia y soltó otro bostezo mucho más alto, después de unos minutos ella se acurrucó mucho más cerca de Viperion y le preguntó―: ¿Cómo dormiste?

―Bien ―contestó―, últimamente he estado perdiendo el sueño ―admitió fingiendo una mueca―, soñando con las cosas que podríamos ser.

Y no mentía.

Chloe, a pesar de estar más dormida que despierta, se ruborizó al escuchar semejante comentario tan cursi y tan mal formado que tuvo que aguantar una carcajada.

―Por todos los astros, ¿de nuevo vas a estar de empalagoso? ―Él asintió con una sonrisa burlona y ella se limitó a rodar los ojos―. Apuesto a que no vas a dejar de decir cursilerías y cuando salgas de esta habitación vas a volver a tomar tu actitud insolente.

La rubia quiso mostrarse indiferente y restarle importancia a lo que dijo Viperion porque él era un portador, y los portadores tenían estrictamente prohibido establecer lazos por el poder que tenían y si su juicio llegaba a ser nublado por emociones, la galaxia estaría perdida. No tener sentimientos podía sonar fácil, pero también ilógico.

Se suponía que Viperion no tenía amigos, sólo conocidos. Los escuadrones conformados por sentimonstruos eran sirvientes mientras que los portadores eran peones en la guerra que se desataba contra Akuma; lo que significaba que personas como él eran otros simples soldados con poderes ilimitados que portaban máscaras y apodos por sus creencias milenarias.

Cada día morían miles, como si sus vidas no valieran nada y su sacrificio fuera en vano.

Ella sabía que Viperion no quería luchar y no quería olvidar su nombre brindado por sus padres justo antes de que se lo llevaran, pero tener poderes desde pequeño significaba ser un portador, que, por ende, era propiedad de la Corona desde el preciso momento que demostró tener señales de vida.

Si lo veía de esa forma, desde siempre Viperion le perteneció.

Sacudió su cabeza mentalmente, al parecer el Portador se dio cuenta que Chloe estaba pensando de más y le regaló una sonrisa cálida haciendo que ella se perdiera en los ojos azules tan tranquilizantes del chico. Dejó de pensar un poco en la Corona y trató de encontrarle un nombre perfecto al portador forzándose a ignorar la máscara que le impedía admirar su belleza por completo. Su nombre debía ser uno que encajara a la perfección con su personalidad. Chloe deseaba saberlo, no quería decirle «Viperion» porque sonaba como algo irreal, sin embargo, el juramento de los aprendices al convertirse Portadores jamás debía romperse: «Ocultar su nombre y crear uno nuevo para mantener las bajas apariencias».

Como odiaba esa ley.

―Me encanta que me conozcas tan bien, abejita ―él canturreó en un intento de sonar dulce burlándose de como Chloe no dejaba de observarlo, parecía que quería memorizar cada detalle del rostro de Viperion.

Chloe infló sus cachetes al escuchar semejante apodo y él no dejaba de observarla atento, aunque le diera gracia estaba estudiando las reacciones de ella para entenderla y también para entenderse a sí mismo, porque, ¿cómo podía saber que sentía si siempre le prohibieron hacerlo? Obviamente ella le atraía, pero no entendía a qué grado, porque sin saberlo, en su rostro parpadeaban señales de amor que aún no lograba identificar.

Ambos dejaron de sentirse cansados por su sueño no tan reparador e ignoraron los rayos de sol, sólo con disfrutar de su presencia despertaron sin dudar.

―Sabes que conocerme tan bien es incorrecto ―advirtió Chloe con cierto temor en su voz, alejándose entre las sábanas del portador.

Las reglas de los portadores ya las tenía muy presentes desde que comenzó a considerar a Viperion como un amigo, no necesitaba que se las repitieran para que supiera que estaba en peligro porque los maestros podían llegar a ser especiales en ese tipo de temas.

―Me siento bien haciendo lo incorrecto ―puntualizó él con una sonrisa―, y ya sabes que me siento mal haciendo lo correcto.

Ella bufó.

―Es insano conocerte tan bien. Puedes mentir todo lo que quieras, Viperion, pero sé que siempre ves todo como si fuera un juego.

―¡No miento! ―exclamó riendo―. Todo lo que mata me hace sentir vivo, y tú, me destrozas mientras respiro.

Él sentía el amor en sus manos al pronunciar esas palabras dichas sin pensar, lo llevaban a un río a punto de convertirse en mar, y quemaba por dentro, pero lo llamaba.

Chloe desvió su mirada de inmediato y se levantó de la cama al sentir sus mejillas calientes, aunque sabía que Viperion era pésimo con los halagos, siempre le causaban un extraño cosquilleo imposible de ignorar; también se percató que ella durmió con el vestido que había usado un día anterior y recordó como Civium, el planeta donde residía y era la capital de todos los Bourgeois, entró en alerta.

Siguió caminando mientras miraba a Viperion por el rabillo del ojo; lo vio envuelto entre las sábanas blancas con una expresión neutra y ya no de burla; se veía tan indefenso que tuvo que suspirar al sentirse tentada a hacer cosas indebidas.

―Ya cálmate ―le dijo con una sonrisa, aunque también estaba tratando de mantenerse en sus casillas para no hacer algo de lo que se arrepentiría después―. Hoy habrá otra junta con el Consejo y debes mantener tu reputación como portador rebelde.

―Claro ―ironizó. A Viperion le molestaba un poco que lo vieran como alguien irresponsable, pero lo único que hacía era llevar a cabo misiones a su manera―, y tú debes seguir con tu papel de princesa.

Era un tema que casi no se hablaba con nadie más por ponerla de mal humor. Como era de esperarse, con Viperion fue diferente, después de todo se hicieron "compañeros" ante la orden de Wayzz y tarde o temprano Viperion se enteró de lo que ella pensaba sobre ser la siguiente reina.

Ella planeaba escapar, no sabía ni como ni cuando lo haría, pero huiría con o sin ayuda de Viperion. Eso era un hecho, ya no una simple idea.

―Sabes que odio ser una princesa ―contestó tratando de ocultar sus sentimientos mientras tomaba de su mesita de noche su bolso con el que había llegado en la madrugada.

―A mí me gusta que lo seas. ―Sonrió en un intento de convencerla de que no huyera―. Ser el niñero de una princesa como tú tiene sus ventajas, puedo comer todo lo que quiera si se lo pido a tu chef.

Ella soltó una risa ligera; una de las más bellas imágenes que se quedarían guardadas en la mente de Viperion. El cabello suelto y hecho un lío hacían que la verdadera humanidad de Chloe saliera a flote; nada de maquillajes ni sonrisas ensayadas en un espejo, sólo era ella siendo ella misma frente a lo que sea que fuese Viperion.

Cuando se calmó siguió caminando a la salida, aunque tuvo que parar porque Viperion le hizo otra pregunta.

―¿Por qué viniste a dormir otra vez a la habitación de invitados?

«Específicamente conmigo», quiso decir.

Viperion sólo le dijo que sintió cuando alguien se acostó a su lado, pero no tuvo el valor de preguntarle porque lo hizo.

―Sólo quería verte ―confesó ella mirándolo de una forma que Viperion no supo describir, únicamente sintió que algo dentro de él se removió cuando escuchó su respuesta.

Viperion sabía que había más razones ocultas porque Chloe estaba repleta de secretos, pero también no era un experto en el sentimentalismo como para entender que significaban varias acciones.

―Te veo allá ―gritó ella cerrando la puerta al darse cuenta de su error, dejándolo con más preguntas que respuestas.

Los dedos de Viperion tamborilearon sobre su regazo. Comenzaba a notarse ansioso porque Chloe aun no llegaba a la reunión, todos los maestros y representantes del algún planeta ya estaban en la sala del Consejo, faltaban unos cuantos, ella, y su padre.

Un escalofrío le recorrió la columna vertebral al recordar la sombra con la que tuvo que familiarizarse de André Bourgeois. Seguía a todos lados a Chloe, la cuidaba como si fuera una muñeca de cristal a punto de romperse. La ayuda que le pidieron para vigilarla y mantenerla controlada comprobaba la absoluta sobreprotección que el Rey demostraba hacia su hija. Cuando se percató de ello pensó que ella era alguien inservible, pero cuando se enteró de todo el panorama que la envolvía entendió que era algo preocupante. Desde que Chloe nació siempre había estado atada de manos, sin opciones, siempre destinada a ser la siguiente reina, y por esas razones entendía porque quería escapar.

El nombre de la dueña de sus pensamientos comenzó a repetirse en su cabeza y de forma involuntaria comenzó a mover su pierna compulsivamente. Si André llegaba y ella no estaba a tiempo se llevaría un regaño seguro.

Quiso distraerse y eso significaba poner atención a la plática de varios portadores que llegaron por la mañana, durante un tiempo los estudiaba para tratar de comprenderlos, pero a estas instancias él ya se sabía el cuento de siempre, de seguro se estaban quejando de la falta de recursos y su necesidad de imponer poder. Ellos sólo mantenían la compostura porque había varias personas presentes con principios, si no fuera así ya estuvieran presumiendo sus cifras de muertos y apostando.

―Viperion. ―La voz tan calmada de Wayzz lo sacó de su ensoñación y mordió su labio inferior―, ¿y la señorita Bourgeois?

El recién nombrado suspiro sabiendo que si ella llegaba tarde sería su culpa.

―No tarda en venir ―se apuró a contestar.

El humanoide de piel verde se acercó más a él para comenzar a tener una conversación mucho más privada. Sus ojos verdes lo examinaron con seriedad y el menor torció la boca.

―Se supone que tú eres el que debe estarla cuidando ―murmuró su maestro.

―Soy su guardia, no su niñero.

―Es lo mismo.

Viperion rodó los ojos.

―Maestro, la princesa quiere su espacio. No puedo estar pegado a Chloe como su padre quiere porque ella así me lo dijo desde el momento que me asignaron esta tarea.

Jamás olvidaría las palabras dichas por Chloe con completa severidad cuando se enteró que lo tendría que soportar cada día de su existencia. Y él siempre haría lo que ella quisiera, sin importar nada.

―Su padre es tu rey, lo que significa que debes acatar sus órdenes.

―Y como es costumbre, siempre lo hago ―ironizó moviendo sus manos.

―Cumple con lo que te encargue ―advirtió―. Zass diría...

―¿Qué es una mala idea? ―lo interrumpió―. ¡Estoy de acuerdo! Chloe quiere espacio y se lo doy, siempre he permanecido junto a ella las veinticuatro horas del día como si fuera un perrito faldero, y eso que no estamos en un planeta donde la noche se alarga. ―Bufó mientras pasaba su mano por su cabello―. Es más, ¿si no te gusta lo que hago porque me tienes aquí?

El de raza kwami se vio obligado a ignorar por completo su pregunta.

―Zass jamás supo ponerte límites ―le dijo Wayzz apuntando con el dedo índice.

―Y otra vez volvemos a lo mismo ―bramó receloso, puso sus ojos en blanco y se cruzó de brazos, esperando el mismo sermón de siempre.

―Creas lazos con cada ser vivo que te topas y sabes perfectamente que eso no se debe hacer.

―Si, mami, ya lo sé. ―Fingió un puchero―. Y de seguro olvidas todas esas reglas bárbaras cuando estás platicando con Tikki, pero claro, para tu suerte Plagg se pone celoso y te hace enojar gratis ¡O ya sé! Cuando Dussu o Trixx te miran de una manera no tan profesional por supuesto que eres el "Don, Sigue las Reglas". ―Le sonrió con insolencia al ver que su contrario quedó boquiabierto―. Mira, que tierno, hasta el nombre te queda.

Su asombro no duró demasiado, la mirada del kwami volvió a la misma tranquilidad de siempre y pronunció aún más calmado que antes:

―Eso es diferente.

―Claro que no lo es ―le aclaró con molestia―. Jodete tú y tus estúpidas reglas.

―Lo dices como si las hubiera puesto yo.

―Parece que sí.

Ambos tuvieron que desistir de su pequeña discusión porque Chloe se hizo notar en la sala haciendo que todas las personas en ella callaran, algunos no tardaron en corear un "buenos días" y ella sólo les sonreía por pura cortesía sin ni siquiera dirigirles la palabra.

Lucía hermosa, nada parecido a como Viperion la había visto en la mañana. Llevaba puesto un vestido amarillo con encajes blancos haciendo alusión al escudo de toda la Corona. Estaba ligeramente maquillada con su cabello suelto acompañado de su típico broche de abeja. Las ventanas de cristal del salón dejaban que algunos rayos se filtraran haciendo que ella pareciera el mismísimo sol irradiando toda su luz.

Viperion sonrió, no podía sentirse más orgulloso de ver como Chloe se mostraba al mundo como realmente era.

―Trata de cerrar la boca ―le susurró Wayzz―, casi y babeas.

―Cállate ―contestó sin dejar de parecer un tonto por su sonrisa boba que iluminaba toda su cara.

Pensó en las palabras de su maestro y se aclaró la garganta para tratar de despertar. Chloe lo miró curiosa, pero no se acercó a él, se dedicó a observarlo en silencio mientras imaginaba como podía ser la cara de Viperion muy debajo del antifaz.

Él ajustó su máscara de color aqua al sentirse vigilado y la recorrió por inercia sintiendo la diferencia de texturas entre las escamas y los colores; la pintura no estaba tan desgastada como había pensado y los colmillos que agregó como algo extra se seguían sintiendo firmes. Suspiró divertido, quizas su teoría era cerca y ella quería saber cómo era su verdadero rostro.

Wayzz se había alejado para charlar con una kwami que conocía a la perfección, su nombre era Tikki, una maestra muy sabia que le enseñaba a una de sus amigas preferidas: Ladybug. Quiso recordarla más a detalle porque era una chicuela que siempre daba problemas, pero, no podía concentrarse en sus propios pensamientos porque la mirada azulada de Chloe perforándolo hacía que perdiera el aliento por completo.

―Ya no sé si tú eres el que la seduce o ella a ti ―le dijo Wayzz en el oído asustándolo por completo.

―¿Eres bipolar o qué? ―el azabache le contestó molesto al humanoide tratando de ignorar la insistente mirada de Chloe―. Hace unos minutos estabas criticando mi relación con ella y ahora pareces Cupido.

―Cupido murió en la guerra ―aclaró su maestro.

―El intento de Cupido, querrás decir. Ese embustero repetía lo que dicen las leyendas y "juntaba a personas por toda la eternidad" con sus absurdos helados ―replicó Viperion imitando una voz aguda.

―Ese gordinflón mentía ―admitió Wayzz―, pero me caía bien.

―Sin duda eres un completo bipolar. Me dices que está mal crear lazos y aun sigues sin superar que Cupido dijo que Tikki y Plagg están hechos el uno para el otro, pero claro, por supuesto que te cae bien.

―¡Obvio que lo que dijo es una completa mentira! ―exclamó el kwami riendo.

―No lo es ―dijo Viperion con la misma gracia.

Wayzz podía aparentar ser un Maestro que se esmeraba por seguir las reglas. Podía decir todo lo que quisiera y leer cuantos libros le permitiera su vista, pero en el fondo deseaba lo mismo que Viperion: ser libre y poder mostrar sus sentimientos. Quizás por eso el Maestro Fu los había seleccionado como maestro y portador después de superar su etapa como Aprendiz. Prefería verlo de esa forma, no le gustaba pensar que quizás había sido un error.

Volvió a resoplar y el de máscara aqua ya iba a comenzar a demostrar su impaciencia con algún comentario sarcástico que planeaba sacarse de la manga, pero calló al ver que los maestros más importantes y longevos de toda la Orden de los Guardianes entrar con la elegancia que los define.

El primero en la fila era el Maestro Fu con su típico semblante de serenidad, caminaba encorvado con ayuda de su bastón y saludaba a todos con la chispa que hacía que muchas personas lo amaran. Seguido de él estaba el Maestro Su-Han, un hombre alto, calvo y con cejas bastantes notorias; ambos estaban vestidos con una túnica roja con el símbolo de la Orden.

Viperion admiraba demasiado a ambos, ellos alcanzaron a vivir en la época en donde las máscaras no eran requeridas para ser un Portador, en ese entonces aún se usaban sus nombres reales (razón por la que a ellos no tenían alguno inventado), y las relaciones no estaban prohibidas por la Orden.

Los aprendices y jóvenes portadores como él no tenían tanto conocimiento de porque decidieron usar todas esas medidas tan estrictas, pero se dice que el nacimiento de Akuma fue un error de una relación fallida entre Portadores que terminó en tragedia.

En resumidas cuentas, todos los presentes pagaban los errores del pasado sin conocerlos del todo.

―Prométeme una cosa, Viperion ―expresó Wayzz sin dejar de ver el espectáculo que armó Fu.

El chico asintió alejado de la realidad, sólo esperó a que su maestro hablara.

―Pon atención y no distraigas a la princesa ―pronunció más serio de lo normal.

―Me estás pidiendo dos ―contratacó él, viéndolo con una sonrisa ladina.

―Sólo hazlo ―masculló molesto.

―Lo intentaré ―puntualizó encogiéndose de hombros y Wayzz tensó su mandíbula.

―Recuerda que estamos aquí para vencer a Akuma.

―Para eso estamos en la galaxia, ¿verdad? ―le contestó irónico, más que nada cansado de siempre escuchar lo mismo.

―Así es.

Viperion pensó que lo único que le faltaba a los portadores era una frase notoria que deseara suerte o indicara un mantra para que le pudieran recordar su absurdo destino.

Quiso ahogarse en su miseria con sus propios pensamientos, lo hacía la mayor parte del tiempo cuando se sentía solo y le recordaban una y otra vez que Ladybug no era una amiga, o cuando el Maestro Fu le dijo que Chloe y él no debían ni considerarse conocidos, el propio universo al que pertenecía le exigía que cumpliera esa orden, pero el espacio en que creció Chloe le hacía anhelar una oportunidad de poder sentir algo.

Sólo quería una oportunidad.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos gracias a la sombra que perseguía a su querida conocida rubia. Disipó sus deseos y prestó atención a lo que, según él, valía la pena.

Todos callaron abruptamente cuando notaron que el rey Bourgeois entró a la sala, los presentes esperaron a que el mayor les saludara para así poder dirigirle la palabra. Si esa acción no se hacía, nadie podía hablarle, esto gracias a una norma impuesta hacía varios años atrás.

Para la suerte de todos, no lo hizo.

No saludó ni dijo absolutamente nada, por lo tanto, nadie podía hablar, solamente Chloe ya que pertenecían a la misma clase social.

El semblante de André daba mucho que decir, se veía molesto, ansioso y algo contrariado. Muchos decían que en sus primeros años de gobierno fue alguien simpático, sin embargo, a esas alturas André lucía como un abuelo que lo consumían las arrugas, esa época dorada de la que tanto le hablaron debió de haber sido hacia mucho tiempo.

Al notar su estado de ánimo, Viperion tragó saliva y notó que Chloe se encogió en su lugar evitando a toda costa la mirada de su padre.

―Vamos atrasados ―murmuró el Rey con voz ronca―, ¡se supone que para estas fechas ya deberíamos tener la delantera contra Akuma! ―gritó posicionándose al lado de su hija―, el plan debe de marchar a la perfección, no podemos perder más tiempo en temas irrelevantes. El ataque a Papilio debe ser como lo estipulamos o sino terminaremos perdiendo. El final de la guerra está cerca, sólo es cuestión de tiempo.

André se tomó un segundo para respirar. Los años le estaban cobrando factura, ya no podía gritar todo el día como dicen que llegó a hacer cuando la Guerra Hiperespacial estalló.

―El ataque a Papilio va a ser dentro de unos meses o un año, no lo sabemos con exactitud ―espetó Chloe, haciendo un intento de sonar firme y no dudar en frente de él, teniendo en cuenta que si su padre no saludaba ella sería la portavoz de todos los que se mantenían en silencio.

―Todos sabemos eso, mi niña, pero estamos perdiendo planetas. Akuma ha comenzado a iniciar negocios sucios en los planetas acuáticos y está esclavizando a otros cuantos.

―No sólo son los acuáticos, nuestras principales bases están cayendo sin que nos demos cuenta, nos llegan reportes meses después y no sabemos porque, por esto Civium entró en alerta anoche.

Otra vez el silencio fue invadido en la sala. André miró a los Portadores con su semblante calmado, Viperion al sentirlo siempre tan de cerca supo diferenciar su calma fingida y su calma absoluta, y justo cuando sus miradas se encontraron, supo que no estaba ni cerca de estar tranquilo.

No lograba entender como Chloe podía verlo a los ojos.

―¿Por qué no hablan, cobardes? ―exclamó sonriéndoles de forma torcida―, ¿no tienen nada que decir?

Chloe trató de ignorar el berrinche que su padre estaba por armar y frotó su sien buscando calmarse.

―No los saludaste, por eso no pueden contestarte.

El rey resopló.

―Creo que eliminaré esa cláusula ―murmuró para sí mismo―. ¡Buenos días, cobardes, Civium les dice hola!

«El cobarde es él. Sólo se encierra en su oficina y no hace nada por detener esta guerra», pensó Viperion apretando sus puños, aunque por fuera se notaba indiferente como los demás ante el grito del Bourgeois. Sin embargo, Chloe lo miró tratando de que se calmara y asintieron en silencio para después seguir con lo suyo, centrándose en sus asuntos.

Algunos otros maestros pudieron respirar después de que su rey dijera eso, pero otros se notaban molestos por la actitud irritante del que se decía llamar su gobernante.

―Civium es tu hogar, padre ―continuó Chloe tratando de hacerlo entrar en razón―, y todos los presentes merecen un poco más de respeto ―dijo con obviedad―. Regresando al tema inicial y al que todo presente le debe de importar, creo que todo está claro; el ataque a Papilio será cuando recuperamos la mayor parte de los planetas que ha estado esclavizado Akuma. ―Su mirada se posó en un pequeño aprendiz que acompañaba a la maestra Dussu; el niño se veía perdido, pero con ganas de aprender―. Para los que no lo sepan y hayan olvidado algún detalle, Papilio es el planeta donde se encuentra la base de todo Akuma, así como Civium lo es para la Corona Bourgeois.

El pequeño le sonrió agradecido y ella le regresó el gesto mientras que Viperion miraba enternecido la escena.

―Regresando al ataque ―prosiguió Chloe―, Akuma por obvias razones se vería amenazado al perder planetas y lunas ocasionando así que nosotros tomemos la delantera. Ellos estarían distraídos mientras que nosotros estaríamos enviando tropas con discreción al planeta para que cuando sea el momento indicado, ataquemos a su base principal y demos fin a esta guerra gracias a nuestra distracción ―dijo, procurando hacer hincapié en esa oración―, nosotros perdimos el enfoque durante mucho tiempo, pero ahora, haremos que Akuma lo pierda.

Si es que se lo permitían.

―Ahora nosotros somos los que hemos estado perdiendo bastantes frentes y nuestras principales fuentes de información no se dan cuenta ―continuó Tikki, la humanoide de piel roja de la que habló Wayzz algunos minutos atrás.

Esa frase interrumpió los pensamientos de Viperion. No estaba enterado de ese detalle. Desde que lo retiraron de la batalla por su gran capacidad de hacer lazos, había perdido el hilo de la guerra.

Noir ha sido el único que ha dado información precisa ―complementó Plagg viendo los mapas que se encontraban en el centro de la mesa, como si estuviera viendo algo escondido entre todos ellos.

Chloe sintió su pecho llenarse de orgullo y tranquilidad. Jamás pensó que los rumores resultarán ciertos ni mucho menos que Noir fuera el único que quedara en pie. Le alegraba que siguiera dando de que hablar, ese siempre había sido su más grande sueño.

―A veces el informante la consigue más tarde de lo usual ―dijo otra kwami de piel amarrilla―, pero sin él o ella, no nos entraríamos de las constantes pérdidas que ha habido hasta el otro lado del Borde Exterior.

―Pollen tiene razón. No podemos confiarnos de sólo una fuente de información, hemos estado poniendo toda nuestra confianza en Noir ―meditó―, ¿qué ha pasado con los demás? Si no me equivocó teníamos más de veinte informantes infiltrados en las redes de Akuma ―concluyó preocupada.

Viperion asintió tomando nota mental de lo que decían viendo como Chloe apretaba sus labios mirándolo agitada.

A veces sentían que eran los únicos en su propio espacio, pero ahora no resultó ser de esa forma.

―No sabemos con exactitud qué es lo que ha estado pasando. Los infiltrados avisan mucho más tarde o no tienen forma de comunicarse ―puntualizó Tikki con simpleza.

―A decir verdad, creo que alguien está interfiriendo ―contestó Pollen segura de sus palabras.

―Quizás los servicios de inteligencia de Akuma interceptan sus señales ―dijo el Maestro Su-Han.

―No lo creo. Parece más como si nosotros no quisiéramos escuchar ―insistió la de piel amarilla.

―Obviamente queremos, ¿por qué no deberíamos? La información es más que un tesoro en tiempos de guerra, la necesitamos para terminar lo que alguna vez iniciamos ―replicó Fu apurado.

―Ya lo sé, Maestro Fu, lo sé ―murmuró Pollen con una sonrisa cálida, pero luego volvió a retomar su actitud fría―, quiero creer que todos aquí queremos terminar esto de una buena vez, la Guerra Hiperespacial ha durado más de lo que creímos, los Portadores ya no somos lo que fuimos cuando la galaxia estaba repleta de paz, ahora sólo somos soldados, muchos de los nuestros han crecido siéndolo.

―¿A qué quieres llegar? ―interrogó Plagg.

―Creo que al igual que nosotros, Akuma tiene infiltrados en toda la red Bourgeois ―pausó―, o peor, en las mismas instalaciones y puede que esa persona este aquí... ¿No se dan cuenta? Nos vemos saboteados mientras este reducido círculo de personas son las únicas que tienen autorizado saber cierta información confidencial. Sólo ciertos portadores y en algunos casos sus aprendices saben algo, los líderes y los de clase alta también; obviamente ellos no dirían nada porque sus posiciones se verían afectadas.

André estalló de risa cortando toda inspiración del pequeño discurso de Pollen.

Fue una risa hueca, fría, como si ninguna de las conclusiones que mostraban señales de alerta hubieran hecho efecto en él. Viperion sintió otro escalofrío recorrerle toda la espalda, si eso hubiera pasado hace un año, todos hubieran tenido que reír, afortunadamente y por decisión unánime esa ley se eliminó.

―No lo creo, Pollen. Todas son conclusiones precipitadas, son simples corazonadas.

―Maestra Pollen, alteza ―aclaró ella hablándole con la misma indiferencia.

―¡Vaya, no me había enterado que ha ascendido! ―gritó André con una sobreactuada emoción―. Felicidades.

Las felicitaciones más falsas que todos habían llegado a presenciar.

Pollen había recibido muchas críticas porque ya tenía el título de Maestra, pero no se animaba a entrenar a nadie por razones desconocidas.

―Gracias. ―Asintió y apretó la mandíbula al saber que esa felicitación era más que nada una burla.

―Siguiendo con lo suyo..., veo imposible que Akuma tenga infiltrados, Civium tiene el mejor sistema de seguridad que nuestros programadores pudieron realizar ―espetó André sonando orgulloso.

―Al igual que Papilio ―señalo Viperion pensativo―, y nuestros analistas supieron encontrar un falla a su fortaleza para evitar a los Akumatizados.

Ellos eran portadores corrompidos por el poder de la mariposa, eran personas que tenían fama de asesinos y en su mayoría alguna vez llegaron a ser  aprendices que habían desertado de la orden en busca de mucho más poder.

André lo miró de forma despectiva con mencionar a esa basura.

―Aun así, es imposible.

Y como siempre, el rey crecía que nunca fallaba.

―Señor, con todo respeto, sólo estamos diciendo las posibilidades más altas porque no tiene sentido que nos esté pasando esto. Cuando Noir y los demás informantes comenzaron con la infiltración siempre recibíamos información a tiempo y hasta éramos capaces de comparar fuentes. Ahora estamos a ciegas y nos vemos obligados a confiar en Noir sin saber la veracidad de lo que nos informa.

Pero Pollen era amada u odiada porque jamás desistía.

―Papá, tienes que escucharla, podemos contratar más analistas para analizar si la red de Papilio cambió como la maestra dice o contratar cazarrecompensas y así encontrar a los demás informantes.

Pollen le dio la razón y la gracias con una sonrisa, después más portadores y líderes hicieron lo mismo haciendo que André torciera la boca al verse superado.

―Bien, creo que la Cámara ha decidido, buscaremos fallas en la red de Akuma, y si las hay contrataremos o buscaremos más informantes.

No era lo que estaban pidiendo, ellos necesitaban estar seguros, no podían confiar en simples analistas.

―Algo es algo ―dijo Plagg dirigiéndose a Pollen quien analizó la opinión disfrazada de orden.

―Es aceptable ―contestó ella, dando por finalizado ese tema.

«Que sea lo que el multiverso quiera», dijo Viperion para sus adentros esperando que esa decisión no cause repercusiones en el futuro.

―¿Además del ataque a Papilio de que otro tema querías hablar, padre? ―inquirió Chloe mucho más calmada.

―Por mi parte sería todo ―confesó André.

Esa oración fue el desencadenante del momento menos favorito de Viperion en ese tipo de reuniones.

―Si me lo permiten, yo quiero hablar sobre el aumento de nuestras tropas, mi rey ―dijo Xuppu con rapidez, otro de los kwamis que se encontraban en la sala―, como sabe, se han presentado un gran aumento en las bajas desde que Akuma consiguió máquinas para atacarnos.

«Gran excusa», pensó el azabache rodando los ojos y se lamentó por todas las "vidas" perdidas.

―Sí, me lo han dicho un par de veces ―le contestó André.

«¡Más veces de las que ellos deberían!»

De nuevo, Viperion se sintió decepcionado. Muchos veían a la Cámara de representantes como algo serio, cualquier ciudadano que tuviera el registro nombrándolo ciudadano de la Corona Bourgeois lo pensaba de esa forma porque la prensa así lo decía, pero en vez de estar conformada por personas honestas, sólo había maestros y líderes ávaros que querían subir de rango o decían que necesitaban más tropas de sentimonstruos a su mando para apostar el mayor número de bajas posibles.

Los sentimonstruos eran una especie de soldados creados como si fueran experimentos fallidos, criaturas que fueron creadas por una portadora longeva con el poder del pavorreal. Gracias a ella los portadores lograron obtener un papel importante en la lucha armada a tal grado de ser considerados la mano derecha del rey, además que un miembro que decidió dejar la Orden es el que ahora maneja todo Akuma los unía por completo a la lucha.

O eso es lo que se dice.

El Rey no tardó en marcharse al verse aburrido de lo mismo, esos asuntos ya no le incumbían.

Mientras que los ojos azules de Viperion demostraban todo lo que quería hacer: irse y dejar de escuchar peleas tontas sobre intereses políticos. Él no pertenecía ahí, no tenía aun voz ni voto cuando debatían como lo hicieron algunos de sus maestros; jamás lo habían dejado ser un general con completa libertad como los Portadores de su edad porque el Maestro Fu sabía y conocía la facilidad de Viperion para crear lazos, y eso, según él, era un grave problema.

Chloe tampoco tenía nada que hacer ahí, así que sin hacer mucho ruido salió de la reunión, varios kwamis como Pollen imitaron su acción y Viperion lo notó enseguida, y como buen guardia, salió de ahí ignorando por completo la risa burlona de Wayzz.

La siguió por un pasillo que conocía a la perfección. Caminó por toda la alfombra roja con detalles dorados y veía de reojo el signo de la corona de los Bourgeois en las paredes blancas.

Vio a una melena rubia no tan lejos y aumentó el paso.

―¡Chloe! ―exclamó haciendo que ella dejara su andar. Viperion se apuró para posicionarse al lado de ella y continuar caminando.

La rubia no dijo nada, estaba esperando a que su contrario hablara.

―Entonces..., eso salió bien, considerándolo todo ―le dijo Viperion con gracia.

―Ustedes en realidad no han cambiado ―contestó, refiriéndose a todos los portadores y maestros en general.

―¿Eso es algo malo? ―cuestionó sin dejar de sonreír.

―En parte.

―Creo que por primera vez concuerdo contigo.

Ambos intercambiaron miradas y volvieron a dirigir sus orbes hacia el frente sin decir nada. Sus manos no se tocaban mientras caminaban, pero sentían una atracción que los hacía querer dejar atrás lo incorrecto, era fricción les rozaba la punta de sus dedos, y Chloe cuando lo notó, aguantó su respiración.

No lograba saber hasta cuando iba a poder lograr eliminar todo lo que sentía por Viperion y lo que parecía ser que él sentía por ella. Cada rincón solitario  la tentaba, siempre que estaban solos deseaba hacer algo más.

―¿A dónde vamos? ―preguntó él después de casi un minuto de un silencio demasiado incómodo.

Chloe regresó a la realidad y logró calmarse un poco por la lucha interna que estaba teniendo. Como pudo logró sonreírle a su compañero sin reparo alguno y él no sospecho nada.

―A visitar a una buena amiga.


Los Portadores vivían en una de las áreas más alejadas de la población de Civium en pequeñas cabañas hechas con uno de los materiales más resistentes que el concreto, y desde que ella tiene uso de razón esas viviendas han logrado subsistir a lo largo de generaciones. No es como si fuera alguien vieja, al contrario, era joven porque estaba a nada de dejar de ser una aprendiz para convertirse en una portadora.

Suspiró de alegría al imaginarse con su máscara terminada liderando tropas para hacer el bien, después despejó su mente dejando de visualizar su casa y se concentró en su meditación.

Antes solía considerar ese tipo de ejercicio como algo aburrido y sin chiste, pero cuando comenzó a escuchar voces del futuro en sueños, se empeñó en aprender más de ese arte para controlar lo que sea que le estuvieran advirtiendo.

Y más en esos tiempos donde todos ya eran capaces de ver un futuro brillante sin guerras y muerte. Sus labios se curvearon hacia abajo al sentirse incrédula al imaginarse un universo sin guerras, ella quería creerlo y se forzaba a hacerlo sólo porque los maestros estaban cada vez más seguros de que la Guerra Hiperespacial terminaría pronto, pero los gritos que escuchaba en sueños no la dejaban tranquila, eran susurros lejanos que no podía descifrar y aparecían cada vez que dormía. No era la única capaz de escucharlos, más portadores y aprendices escuchaban aquellos murmullos al igual que ella. Su maestra no tenía esa capacidad de oír lo que sea que le estuvieran advirtiendo, pero le creía, y la joven le creía a Tikki cuando le decía que todo acabaría pronto y ya no había nada que temer, porque por momentos ella podía sentir la victoria entre sus dedos, y luego la muerte misma aparecía mientras dormía arrebatándole lo que más quería.

Aunque también había algo más ahí, algo dentro de ese caos que estaba más cerca de lo que quería imaginar; era un sentimiento que ella no lograba entender y la esperaría con los brazos abiertos justo en el momento de su peor soledad, y también sentía el amor de dos personas que huirían en medio del inicio del fin.

Ladybug conocía a esas personas demasiado bien y quizás era lo único bueno que lograba sentir, pero también le preocupaba.

Los poderes de un portador son ilimitados y si son cegados por la ira, la tristeza o el amor resultaban quedar en la ruina, por lo que la mejor decisión que ella podía tomar era esperar a que ellos hicieran lo que tuvieran que hacer.

Quiso averiguar más, frunció el ceño y se esforzó por encontrar algo más en su mente, pero algo la desconcentró, escuchó gritos ahogados de aprendices mucho más jóvenes que ella dándole a entender que sus amigos habían ido a verla.

Le asustaba que cuando pensara en ellos siempre aparecieran sin avisar, restándole importancia abrió sus ojos viendo así la pared de color mármol frente a ella. Se levantó con la delicadeza que le enseñó su maestra y caminó hacia la salida de su habitación haciendo a un lado el mantel que simulaba ser su puerta, fue entonces que vio a Viperion y a Chloe entre el campo verde con el que ya estaba familiarizada y sonrió sin pensarlo demasiado.

―¡Hola, su alteza! ―gritó ella ondeando su mano derecha en son de saludo―. ¡Hola, Viperion!

Los recién mencionados le sonrieron un poco a la chica. Ambos querían también recibirla con la misma alegría, pero siempre existía algo que los reprimía, y demostrar demasiada emoción al ver a alguien significaba amistad, y no era algo muy bien visto en los campos de los aprendices porque estaba prohibido según la Orden.

Ladybug se estaba arriesgando mucho al saludarlos y platicar con ellos porque no era nadie comparada con Chloe o con el guardia de la princesa, y como lo espero, llamo la atención de otros Aprendices como ella que estaban haciendo quien sabe que cosas y burlándose de la pequeña azabache por su “ingenuidad”, pero ella les lanzó una mirada despectiva y por arte de magia todos olvidaron su existencia.

Su reputación en el campo de eentrenamiento era muy bien conocida.

―A veces me asusta tu espontaneidad, Ladybug ―le recriminó Viperion mientras la miraba harto de que siempre hiciera lo mismo cuando los veía, aunque también divertido.

―Y tú me das lástima ―le contestó posicionándose frente a ellos―. Por lo visto sigues siendo la mascota de la siguiente reina.

Chloe tuvo que aguantar una risa y Viperion apretó sus labios.

―¡Oye, todavía que me preocupo por ti me dices eso! ―gritó el de máscara aqua ofendido poniendo de forma dramática su mano sobre su pecho―. De seguro Tikki te regañaría si te viera gritándonos así.

―Lo se. ―Se encogió de hombros restándole importancia―. No es nada nuevo.

―Y por supuesto que aprendiste del mejor romper las reglas, ¿verdad, Bug? ―La sonrisa y la mirada cómplice de la rubia hacia Ladybug hizo que el chico rodara los ojos.

Sep, Viperion es una mala influencia para todos.

Él bufó y Chloe lo miro pícara entendiendo su molestia.

―Pensé que tomarías de referencia la máscara de tu otro maestro ―le sugirió la Bourgeois refiriéndose a su compañero mirando el nuevo avance de la máscara de la aun aprendiz―, ¿cómo vas con tu diseño, pequeña?

―¡Mírala! ―exclamó emocionada apuntando con su mano derecha su antifaz, luego rio enseñando los dientes y sintió la mirada de sus amigos expectantes sobre ella―. Ya no es gris, hace poco comencé a pintarla de rojo y ya estoy llegando al tono que me gusta.

―No tengo ni la menor idea de cómo quieres diseñar tu máscara ―dijo Viperion tomándose más tiempo en analizarla―. Sólo es roja y no tiene detalles ni nada por el estilo, ¿cómo la vas a terminar?

―Si te digo ya no sería una sorpresa, pero soy buena y te diré que amo lo simple. Mi diseño me define como persona o es así como lo cree mi cabecita ―expresó sin dejar de sonreír―, y, por cierto, ¿qué tal les fue en la Cámara de Representantes? Tikki me dijo que hablarían de algo muy importante hoy. ―Su mirada inocente pasó a ser una llena de malicia al notar que Chloe y su guardia hicieron gestos extraños―. No me digan, ¿volvieron a regañar a Viperion?

―Ahora no fui yo ―le contestó inocente―, tu queridísima amiga pudo hacerle frente a su padre y, por suerte, salió bien.

No pudo gritarle como lo hacía en sus sueños, pero hacerlo ceder junto con el apoyo de otros Portadores si se había sentido bien.

―Uy, al parecer la princesa ya está casi lista para ser reina ―agregó Ladybug.

Chloe asintió con una leve sonrisa ya que, según ella, no podía explicarle a tan sólo una niña que no quería ser nada de la Corona y que tenía planes de escapar.

―¿Y qué hay de relevante? ―preguntó animosa la de máscara roja―. ¿Van a dejar dirigir a Viperion tropas otra vez? ¡Cuando sea portadora puedo ser tu comandante y tu serías general! ¿Te imaginas? Seríamos el dúo dinámico más envidiado de la galaxia.

Todos carcajearon; una de las cosas que más amaban de Ladybug era que jamás dejaba de soñar con los ojos abiertos.

―No creo que Tikki lo acepte ―contestó Chloe calmada.

Por alguna extraña razón, cuando ese pequeño grupo de amigos se reunía, ella tomaba el papel de la voz de la sabiduría, una especie de madre que cuidaba a su hijo mayor para que no le metiera ideas a la hija menor.

―¡Que importa! ―exclamó la menor―. Zass no quería dejarte con Wayzz y aquí estás vivito y coleando aguantándolo.

―Bug, sabes que no fue así ―aclaró Chloe―, el Maestro Fu fue el que lo ordenó.

―Lo sé, pero si lo digo de esa forma creo que es mucho menos humillante para ti ―comentó dirigiéndose a Viperion.

―¡Hey! ―le gritó dramático―, si me haces enfadar puedo ir a decirle a Tikki que me consideras tu amigo y puede castigarte.

―No creo que lo hagas ―dijo una Ladybug muy segura frunciendo el ceño.

―¿Porqué? ―inquirió él cruzando sus brazos en un intento de parecer mucho más amenazante.

―No eres ese tipo de personas ―Chloe habló―, y si lo fueras, créeme que no serías mi guardia.

―Tú entiendes el terrible sufrimiento de no poder caminar gracias a las ampollas ―intervino Ladybug―. ¡Tikki me puso a hacer todos los ejercicios descalza! ¿Entiendes? ¡D-E-S-C-A-L-Z-A! Me obligó a saltar y correr entre rocas porque olvide su cumpleaños. ―Fingió un puchero―. Si Tikki se entera jamás nos lo perdonaría, porque bien sabes que si vas de chismoso tú también te hundirías conmigo, así que calladito te ves más bonito.

―Oblígame ―la retó.

―Si le dices algo a Tikki tendré que delatarte a ti también ―siguió la pequeña azabache sin desistir de la recién lucha de miradas que había comenzado.

―¡Mira como tiemblo! ―exclamó Viperion aparentando que sus piernas se hacían gelatina―. Si lo dices, Chloe, que por cierto, es la siguiente reina, se vería implicada.

―Me tiene sin cuidado. A ella no le harían nada porque ya lo dijiste, es la siguiente reina. En cambio, a ti pueden dejarte en Civium por el resto de tus días. Verías mi ascenso como niño regañado y yo podría ir a pelear mientras tu mueres de aburrimiento.

Viperion iba a rechistar, pero Chloe le ganó la palabra.

―A Viperion le gusta ser mi guardia, si después de mi coronación él sigue aquí deberá acompañarme hasta la eternidad si así lo deseo.

La cara del Portador se desencajó. Ser su guardia lo había alejado de su verdadero propósito en el universo y no estaba en sus planes serlo por el resto de sus días.

―¿No has pensado que la eternidad es mucho tiempo? ―le preguntó temeroso tratando de ocultar un inevitable sonrojo.

―No es suficiente para nosotros ―contestó Chloe.

La rubia carcajeó simulando inocencia, él le regresó el gesto mientras su cara era iluminada por una sonrisa ladina, después, por sólo un segundo se convirtieron en las únicas personas que habitaban en él.

La mirada azulada de la chica parecía que traspasaba la máscara que portaba su contrario y Viperion no fue capaz de desviar la mirada, le gustaba sentirse expuesto frente a ella.

No sabían que era lo que exactamente sentían, las mariposas en el estómago comenzaron a hacerse más evidentes y perdieron el habla al verse sorprendidos por lo que pasaba a su alrededor, pero no todo pudo ser tan perfecto en su burbuja de color rosa, su mágico momento se vio interrumpido gracias a que Ladybug carraspeó.

―¡Oigan, hay menores presentes! Tengan un poco más de compasión por esta alma en desgracia.

Lentamente dirigieron su mirada hacia la pequeña que los miraba de brazos cruzados con una ceja alzada.

―Cuando tengas un amigo que no seamos nosotros entenderás nuestra relación ―le dijo Chloe divertida regresando a la inevitable realidad.

Era sorprendente ver que el entrenamiento de Tikki resultó ser suficiente como para retener los impulsos de la chica de tener una pareja, porque si, Ladybug era alguien que amaba romper las reglas, pero el tema de las relaciones era algo sagrado por cómo se lo habían enseñado.

―Claro ―ironizó―. Cuando los entienda estaré amargada y fea. Con ustedes es más que suficiente para romper las reglas.

Ahora fue el turno de Viperion de observarla curioso, sus ojos la vieron tan seguro de eso que para aliviar su curiosidad se vio obligado a preguntar:

―¿En serio no tienes amigos? ―le cuestionó.

―Los tengo a ustedes y eso es más que suficiente para mí, los demás son sólo conocidos porque son unos idiotas, tal y como lo dicen las reglas.

―¿Ni siquiera hay un chico? ―insistió Chloe de nuevo, pero la chica negó rápidamente moviendo su cabello negro.

―¿Por qué yo querría a un chico?

Lo dijo de una manera tan inocente que Viperion tuvo que aguantar una buena carcajada al ver que ella seguía siendo una niña mientras que Chloe la miraba con ternura.

―Parece que ahora quieren apretarme las mejillas como a una bebé, ¿qué fue lo que hice esta vez?

―Nada ―le dijo el blondo riendo―, tú sigue las reglas, no seas como nosotros.

El turno de bufar fue de Ladybug a la par de que escuchaba voces y gritos lejanos acercándose a ellos haciéndole recordar que tenía entrenamiento esa tarde.

―Te admiro ―le dijo Chloe dándole golpecitos en el hombro―, no puedo creer que te esmeres en seguir esa ley.

Tampoco era un secreto que haya sentido atracción por cierto pelirrojo mucho mayor que ella, pero eso quedó en el pasado, él se fue como todos justo cuando se convirtió en portador.

―Bueno, creo que recibir un halago de la princesa es bueno, así que gracias ―le contestó Ladybug a Chloe recordando las palabras de su maestra y olvidando el pequeño recuerdo de su extraña relación con Caprikid.

―¿Desde cuando tienes modales? ―de nueva cuenta había hablado Viperion sólo para burlarse de Ladybug.

―Desde que nací, a diferencia de ti ―contrarrestó ella enseñándole la lengua.

Viperion y ella abrieron la boca para insultarse y averiguar quién cedería primero, sin embargo, las voces que la pequeña había escuchado con anterioridad se hicieron cada vez más fuertes haciendo que volviera a recordar su entrenamiento. Hizo una mueca, Viperion volvió a su estado de aburrimiento usual al ver como más pequeños se acercaban y Chloe la miró esperando su despedida.

―En fin, fue un gusto verlos, pero debo ir a los entrenamientos para morir.

―¡Yupi! ―exclamó Viperion irónico―. Mándame la información del funeral y con gusto voy.

La de máscara roja contuvo su respiración mientras apretaba sus puños.

―Me estás dando una razón para sobrevivir, Viperion, y sólo es porque quiero seguir respirando para cuando sea hora de ver como los gusanos se comen tus sesos.

―Ya déjala que se vaya ―interrumpió Chloe a Viperion jalándolo ligeramente del brazo―, pareces un niño.

―Anda, mascotita, haz caso o sino haces enojar a tu ama ―masculló ella sin dejar de caminar hacia atrás, de nuevo sonrió como si hubiera hecho una travesura mientras que Viperion miró a Chloe tratando de lucir inocente al ver que aun no deshacía el agarre de su brazo. Luego miró a Ladybug divertido y dijo:

―Sin duda Chloe es la señora, dueña y ama de mi corazón ―comentó lo suficientemente fuerte para que Ladybug lo escuchara haciendo que el rostro de la rubia se coloreara de todos los colores posibles.

―¡Que asco de frase! ―gritó la pequeña horrorizada sin dejar su andar―. ¡Mejor me voy, intento de Romeo! ―volvió a exclamar un poco más fuerte porque ya había una distancia considerable que los separaba―. ¡No vaya a ser que me pegues tu vómito verbal!

―¡Romeo era amigo de Cupido y él también murió! ―le contestó con el mismo volumen el guardia de la princesa, también quiso agregar otra cosa, pero la azabache estaba muy lejos, de seguro no lo escucharía.

Mientras tanto, la aprendiz blanqueó los ojos y se dio la media vuelta para seguir el camino que todos los demás aprendices llevaban. Observó el pasto verde tan familiar y un olor extrañó invadió sus fosas nasales, esperó un poco más para mirar hacia atrás porque creyó que Viperion le gritaría alguna cosa que la hiciera revolotear de enojo y con gusto volvería a ellos sólo para despedirse de una mejor forma, pero no escuchó ningún llamado. Impaciente, se dio la vuelta notando como Viperion y Chloe platicaban mientras caminaban en sentido contrario al de ella.

Sonrió un poco, ambos parecían como si se conocieran de toda la vida, eran más que un guardia y una princesa, quizás no eran amantes, o eso era lo que quería creer para no preocuparse de más por ellos. No tardó en recordar los sentimientos que aparecían en sus pesadillas y otro escalofrío le recorrió la columna vertebral al ver las sombras de sus amigos alejarse.

―Tengo un mal presentimiento sobre esto ―murmuró con pesadez para luego solamente escuchar el silencio de su mente.

El taconeo rápido de Chloe sonaba a través de todo el pasillo que recorrían. La especie de castillo-mansión que tenía la Corona Bourgeois a pocos minutos de los campos de entrenamiento de los portadores era gigantesco. Viperion jamás se cansaría de ver las paredes blancas y los detalles dorados que le hacían recordar el escudo de los Bourgeois, porque sin duda, el hogar de Chloe era más que una maravilla.

Jamás olvidaría cuando se hizo de forma oficial su guardia y por órdenes de Wayzz tuvo que estudiar un mapa antes de entrar porque el lugar era un laberinto, y conociéndolo, de seguro se perdería. Había sido un milagro que las escaleras no se movieran o sino terminaría más que perdido dentro de la fortaleza que demostraba tener toda la Corona.

Soltó un suspiro cuando los pasos constantes de Chloe lo molestaron, el silencio no era lo suyo, así que recordando un poco algunos acontecimientos que habían pasado con anterioridad se vio obligado a repetir la misma pregunta a su acompañante y guía:

―¿Por qué me llevaste con Ladybug? ―le dijo Viperion a la rubia por enésima vez.

Ella sólo reía, negaba, acomodaba su cabello y seguía caminando a un lugar desconocido para el portador. Después de todo, Chloe era la que caminaba y él sólo la seguía para mantenerla a salvo de “cualquier peligro que asechara el lugar”. Una excusa más de Wayzz para molestarlo, todo el universo sabía que Civium era uno de los planetas con mayor seguridad.

Quizás era una condena que estaba destinada a suceder, gracias a esa orden se convirtieron como uña y mugre sin siquiera desearlo.

―¿Por qué me llevaste con Ladybug? ―preguntó de nuevo haciendo que Chloe soltara un largo suspiro.

Claro que ella también tenía su límite y tampoco era de su agrado el silencio.

―Para que quitaras tu cara de niño regañado ―contestó después de un tiempo―, de la Cámara saliste asustado, te veías incómodo, aunque demostraras lo contrario, y para que volvieras a ser tú mismo obviamente tenía que llevarte con tu hermana menor para que bromearas un rato.

―No somos hermanos ―le dijo riendo.

―Eso todos lo sabemos, pero créeme que si lo fueran destruirían todo lo que tocaran.

Él sonrió.

―No puedo dudarlo, abejita.

―Deja de llamarme abejita ―reprocho ella a la par de que le indicaba que dieran vuelta a la derecha hacia un pasillo repleto de cuadros familiares de los Bourgeois―, es un sobrenombre muy usado.

―¡Tonterías! ―gritó él―. Abejita es perfecto para ti, siempre acompañas tu cabello con tu broche de abeja aunque tengas tu cabello suelto. ―Ella calló al saber que Viperion tenía razón―. ¿Lo ves? Todo en ti grita a que serías una hermosa abeja reina si así lo quisieras.

―¿Esa es tu forma de decirme que no quieres que escape? ―interrogo ella riendo.

―Si, lo digo de esa forma porque sé que no te gusta hablar de eso, abejita.

―Deja de decirme abejita ―le ordenó con un poco más de seriedad tratando de dejar el tema de su escape atrás.

No le gustaba hablarlo, pero siempre estaba en su mente.

―Abejita ―repitió levantando su brazo tocando el broche de abeja de Chloe, luego le acarició su cabello tratando de tranquilizarla y como si nada hubiera pasado siguió con su andar junto a ella olvidando el tema de su escapatoria.

―Cállate.

―Bien, abejita.

Ella resopló sin lograr entender el apodo tan cursi de Viperion y de nuevo un silencio para nada cómodo los invadió.

Para matar el tiempo perdido el portador observó caminando los cuadros familiares de los Bourgeois a través de generaciones. Todos tenían marcos dorados con detalles excéntricos adornando las fotografías, las personas que aparecían en las eran familiares de Chloe por obviedad, tampoco había que ser un tonto para dudarlo, todos tenían los ojos azules y el cabello rubio, algunos otros no lo tenían tan marcado debido con quienes contraían matrimonio, pero claro, el gen de la realeza de alguna forma terminaba sobresaliendo.

―¿A dónde vamos ahora? ―quiso saber de forma inconsciente Viperion sin dejar de observar las fotos.

―Iré con mi padre ―anunció Chloe―, si quieres puedes ir a comer algo o ir a molestar a Wayzz.

―¿Estás segura?

Ella sonrió a forma de agradecimiento por su preocupación. Viperion sabia como Chloe se sentía constantemente amenazada por André.

―Sé que sobreviviré a su sermón, no te preocupes. ―Los ojos de Viperion desistieron y al final aceptó―, ve a molestar a alguien por ahí, ya sabes que no tienes la obligación de estar siempre pegado a mí.

―Según Wayzz si debo hacer eso.

―¿Y tú desde cuando acatas sus órdenes?

Él carcajeó, ni el mismo lo sabía, sólo quería encontrar una excusa para estar con ella.

―Iré a comer ―le avisó Viperion deteniendo sus pasos resignándose a separarse―, luego ya veo que haré.

La rubia se dio la media vuelta para verlo y asintió mientras sonreía.

―Te veo en la noche.

Sin decir más tomaron caminos separados. Chloe fue hacia la habitación de su padre recibiendo una extraña platica sobre las estrategias que estaba siguiendo y Viperion comió junto a Wayzz fastidiándolo como era costumbre, también volvió a visitar a Ladybug después de verla entrenar hasta que Tikki apareció arruinándoles la diversión.

El día transcurrió con una normalidad que desconocían. Chloe hizo sus actividades como princesa y se esmeró por hacerlo bien.  Después de que terminara la charla con su padre habló con algunos líderes de otros planetas con los que se encontró de camino hacia el comedor para mantener las buenas relaciones de inversiones que tenían. También leyó ciertos libros que André le encargó como parte de su proceso en convertirse en reina y avanzó algún otro que en realidad era de su interés. Fue un día ajetreado cumpliendo con su deber de princesa, y aunque siempre sonriera como le enseñaron a hacerlo desde pequeña o pensara ya como un miembro de la Corona listo para dar el primer paso, en su cabeza se repetía una y otra vez: «Por esto, no quiero ser reina».

Desde su adolescencia se canso de siempre estar atada de manos y de ser controlada por su padre a su gusto. No necesitaba que alguien le dijera que ropa ponerse o que tipo de peinado usar, ella tenía el poder decidir porque era su vida, y André no lograba entenderlo. Él ya era alguien viejo que había sido padre a ya una gran avanzada edad y por obvias razones su estilo de vida no era nada parecido a las chicas del siglo actual. Tampoco puede decir mucho de su madre, ella murió cuando era tan sólo una niña, pero no duda que hubiese tenido ideas demasiado parecidas a las de André.

Aun recuerda cuando comenzó a contradecirlo casi cumpliendo los quince años. Se defendía con un sarcasmo digno de un premio y siempre terminaba teniendo suficientes argumentos como para que la llamaran malcriada.

Cuando era pequeña se resignaba a cumplir órdenes y se quejaba en silencio, maldecía en su mente y nunca pensaba en voz alta por el miedo que sentía hacia André, pero todo tiene un límite, y ella lo alcanzo cuando casi la obligaron a casarse a tan temprana edad.

Obviamente el compromiso no se llevó a cabo, pero se prometió que jamás la volverían a usar como muñeca de exhibición.

La solución que tenía era huir antes de su coronación que sería justo después del ataque a Papilio. No sabía como lo lograría y la única persona que sabía de su maquiavélico plan era Viperion.

Esperaba que cuando fuera el momento quisiera ayudarla.

Se talló sus ojos despertando de su ensoñación y se dio cuenta que estaba oscureciendo. Su hombro clamaba descanso, quien sabe cuanto tiempo duró recargada sobre el pilar admirando a la nada.

Caminó hasta su habitación casi arrastrando sus pies rezando a los astros para que no se encontrara con algún otro líder con el que tuviera con quien platicar para no dañar la imagen de su padre. Y eso podría sonar un poco hipócrita porque cuando escapara la Corona Bourgeois estaría al borde de la locura por su ausencia.

Apretó sus labios imaginando mil situaciones que podrían ocurrir en su huida y aumentó la velocidad de sus pasos sintiendo al destino pisarle los talones. En cuanto más pronto llegara a su habitación se sentiría mejor, podría ver a Viperion, platicar un rato y olvidar todo lo que había transcurrido a lo largo del día.

Y precisamente eso le generaba millones de interrogantes. A veces se preguntaba porque le gustaba tanto la compañía de su guardia, y con «a veces» se refería a «siempre»; cada minuto del día lo tenía más que presente imaginando cualquier extraña situación que los involucrara. Al principio asumió que quizás le agradaba estar con él porque podía ser casi tan libre como quería, pero luego entendió el sentimiento que albergaba dentro de ella y la asustó.

De todas las personas del universo escogió enamorarse de él, un portador que tenía prohibido sentir y que, para su mala suerte, debía estar junto a ella por órdenes de su padre.

No sabía que sentir al respecto. Por un lado, le emocionaba, pero también se sentía asustada.

Entró a su habitación deshaciendo su postura firme y encorvó su espalda. Cerró la puerta con cuidado pensando en que lo único que quería hacer era dormir, con eso en mente notó que el ventanal estaba abierto, las cortinas blancas se movían a la par de aire y fácilmente podía escuchar los sonidos del exterior. No tuvo necesidad de asustarse, era más que obvio que la persona que estaba allí era Viperion.

Sonrió un poco rodando los ojos. Caminó más calmada poniendo sus ideas en orden y volviendo a su postura firme, después con su mano derecha movió la cortina y notó que, en efecto, Viperion era la persona que estaba ahí.

―Buenas noches ―saludó ella notando que él miraba a la nada, estaba recargado sobre el balcón con una expresión de tranquilidad envidiable.

―Hola, abejita, ¿qué tal te fue hoy? ―le contestó Viperion desviando su mirada directo a los orbes de Chloe, sus ojos azules tenían un extraño brillo que no sabía como describir, no estaba segura si la luz de la luna o de la ciudad era lo que lo hacían resaltar más que de costumbre.

―Bien, no puedo quejarme ―mintió, después siguió con su camino y se recargó sobre el balcón igual que él ―. ¿Qué me dices de ti?

―Moleste a Wayzz y visite a Bug de nuevo. Ya sabes, lo de siempre.

―No me sorprende ―dijo tratando de sonreír.

―¿Qué tal te fue con tu padre?

Chloe hizo un puchero mientras suspiraba.

―Mi padre ya quiere comenzar a planear la coronación ―contestó a modo de susurro.

―Entonces…, hoy no fue un buen día.

Sin duda sentía que el mundo estaba en contra de ella, todo lo que deseaba fue aplastado por la indudable realidad, y por ello, cuando recordó lo que pasó a lo largo de su larga jornada prefirió omitirlo para hacerse creer que todo estaba bien, que podría seguir soñando con su futuro ideal, aunque nada aparentaba prometerle su vida deseada.

―¿Y qué piensas hacer? ―preguntó el chico viéndola preocupado.

―No lo sé.

Después de decir eso se desplomó. Cayo al suelo sentada sin tener idea de que es lo que haría. Su vestido blanco podría mancharse, una “señorita” como ella no podría cometer un acto como ese, pero, a decir verdad, no le importaba. Dejó que su mirada se perdiera entre las estrellas que iluminaban con su luz natural los alrededores como si eso le ayudara a encontrar una salida.

―¿Aun quieres escapar? ―quiso saber Viperion casi susurrando con una mirada que no dejaba estar repleta de preocupación.

Ella yacía sentada con la vista perdida en algún punto desconocido para él, y después de un par de segundos Chloe asintió a modo de respuesta sin mirarlo.

El portador trago grueso y decidió sentarse su lado, tembló un poco y sintió indecisión, pero aun así decidió tomar la mano de Chloe para brindarle apoyo.

―Bueno, cuando sea el momento ya tienes a alguien que te cubra ―comentó tratando de animarla.

Lo hizo de cierta forma. Su corazón comenzaba a palpitar con fuerza cada segundo.

―Te acusarían de cómplice ―agregó ella sonriéndole triste a modo de agradecimiento.

―No me importa ―le dijo con una extraña determinación―. Si escapar es lo que quieres te apoyaré, jamás lo dudes.

Chloe sintió un nudo en su garganta. Por alguna razón quiso abrazarlo y agradecerle todo lo que estaba haciendo por ella, pero no podía. Y Viperion solo la miraba atento, como sin nada más le importara más que hacerla feliz.

―¿Por qué haces esto? ―inquirió ella frunciendo el ceño buscando la forma para hacer que sus ojos no se cristalizaran, no sabía si era la emoción de saber que Viperion le demostraba su apoyo o porque en serio no sabía cómo agradecerle.

―Porque es lo que quieres.

De nuevo se miraron como si fueran las únicas personas en el universo. Chloe trataba de calmarse, pero perforaba a Viperion con su mirada, lo veía como un rompecabezas, su mente era un lío, no tenía cabeza como para pensar en un ingenioso plan sumando que quería llorar entre los brazos de Viperion, y aun así internamente se preguntaba cómo era la verdadera cara de su amado.

El suavizo su mirada al entenderla. Los ojos azules de Viperion se suavizaron y dijo:

―Y también quieres ver mi cara, ¿verdad? Por eso no dejas de mirarme.

Chloe se ruborizó, sus mejillas las sintió calientes y se vio obligada a desviar la mirada asintiendo en un movimiento muy sutil. Viperion aguantó su respiración, no estaba pensando con claridad, pero cuando estaba con ella, para su fortuna, todo le dejaba de importar. Una idea fugaz apareció en su mente solucionando otro de sus deseos.

―Cierra los ojos ―Viperion le ordenó.

―¿Qué es lo que quieres hacer?

―Sólo…, cierra tus ojos.

Chloe asintió mientras mordía su labio inferior. Nerviosa y sin saber que es lo que podía pasar, comenzó a cerrar sus ojos, asegurándose de mantenerlos totalmente cerrados depositando toda su confianza en Viperion.

Al ver como la chica cerraba sus ojos, el portador llevó las manos a su máscara para comenzar a quitarla sintiendo como el aire fresco chocaba por completo con su cara. Se sintió desnudo, de alguna manera su antifaz se había convertido en una parte de él.

Inhaló y exhaló profundo, y todo el aire que contuvo se perdió al ver a la persona que se encontraba frente a él.

Chloe.

Sonrió de lado.

Ella era más que hermosa.

A pesar de que sus ojos estaban cerrados, sus perfectas pestañas sobresalían sin problema.

Soltó un suspiro tembloroso, no sabía que podría pasar a continuación. Temeroso, miró a su alrededor verificando si alguien no los estaba viendo, y por alguna razón la suerte estuvo de su lado, no vio a nadie que pudiera interrumpir su hermoso momento.

Por su parte, Chloe estaba nerviosa. No sabía porque Viperion la trataba de esa forma y mucho menos pensó que él estaría cumpliendo su deseo que ni siquiera había sido dicho en voz alta. De repente, la rubia se sobresaltó al sentir como la mano del portador tomaba una de las suyas sintiendo como encajaban a la perfección, eran casi como dos piezas que debían juntarse para jamás separarse. Ambos sintieron un cosquilleo que incitó a Viperion levantar la mano de Chloe lentamente para colocarla sobre su mejilla disfrutando de la calidez que le ofrecía. Ambos aguantaron la respiración, lo demás pasó demasiado en un abrir y cerrar de ojos.

Viperion le permitió tocar cada rincón de su rostro sin rechistar, sintió su nariz, sus cejas, sus pestañas, cada detalle que sentía trataba de guardarlo en su memoria, imaginando un rostro completo que jamás podría ver con libertad.

La mente de la Bourgeois trataba de imaginar la cara completa de Viperion, aunque sus nervios la estuvieran traicionando y estuviera viviendo el momento demasiado rápido.

Pero, cuando logro sentir sus ojos y no una máscara estorbándole rio de felicidad.

La rubia le revolvió el cabello azabache haciéndolos carcajear. De nuevo y un poco después, las manos de Chloe volvieron a ser dirigidas por el chico acariciándolas con suavidad.

Todo parecía irreal y no pudieron evitarlo. Viperion lo sabía, lo supo desde el momento que otra idea mucho más loca cruzó por su mente.

Así fue que decidió bajar las manos de Chloe con suavidad. Cuando deshicieron el agarre ambos sintieron el aire fresco haciéndolos sentir frio, pero pronto lo recompensaría.

Él puso manos a la obra para hacer que todo volviera a la “normalidad” y Chloe aun podía escuchar los latidos de su corazón indicándole que explotaría como una bomba de tiempo por los nervios que sentía.

―Abre tus ojos ya ―dijo Viperion después de unos cuantos segundos con un extraño tono de calma que ella desconocía.

Temerosa, y aun escuchando en su mente cada palpitación de su corazón, abrió sus ojos azules pensando que vería a Viperion con una máscara y una sonrisa solitaria, quizás le diría eso había sido divertido o se iría sin decir nada; había demasiados escenarios formándose en su cabeza que jamás llegó a imaginar la realidad.

Cuando ella recuperó su vista por completo, lo vio.

Ahí estaba él con una sonrisa en el rostro que podría iluminar toda la noche. Tenía su mismo cabello azabache con ligeras mechas de color aqua. Aún seguía teniendo esa mirada de diversión con la que tuvo que familiarizarse. Era el mismo, Viperion estaba frente a ella y seguía siendo la persona de la que se había enamorado sin notarlo, pero la única diferencia era que desde ese instante pudo ver su rostro con completa libertad.

La quijada de Chloe se desencajó, una especie de sonrisa fue dibujada en toda su cara y chilló de la emoción.

Sus ojos se cristalizaron de la emoción y tuvo que resistir el impulso de abrazarlo.

―Viperion..., eres tú.

Él la miro enternecido y dijo:

Luka.

―¿Luka? ―contestó ella sin entender, su ceño fruncido la delataba.

―Ese es mi nombre ―le dijo para después entrelazar sus dedos―. Mi verdadero nombre es Luka.

Chloe cubrió con sus manos su boca para tratar de evitar un fuerte grito, lo vio tan vulnerable que ya no pudo soportarlo más. No se resistió a abalanzarse sobre el para abrazarlo, fue una acción demasiado rápida que no midió su fuerza e hizo que Viperion quedara sobre el suelo justo debajo de ella mientras Chloe apretaba mucho más el agarre.

―Luka ―repitió incrédula, permitiéndose saborear cada letra de su nombre―. No puedo creerlo.

―Y yo tampoco.

La voz de Viperion hizo que regresara su alma a la tierra de los vivos. Noto la extraña posición en la que estaban y de nuevo se sonrojó.

Pero una situación llevó a la otra.

Dos personas enamoradas en una situación como esa pueden desencadenar diferentes hechos, y ellos únicamente se dejaron llevar.

Todo se resumió en tan solo un momento.

Luka jamás había besado en su vida a nadie, pero habiendo sentido los labios de Chloe sobre él lo hicieron clamar por esa droga de nuevo. La mezcla del deseo retenido durante meses y el placer de por fin ser capaces de romper las reglas rozaban cada punta de sus dedos. Fue el instante en que el mundo y las reglas dejaron de existir porque ellos se convirtieron en estrellas, veían todo tan lejano, como si ellos fueran astros quemándose a miles de kilómetros de la realidad. Ambos eran el sinónimo de la explosión, lo mismo que perder la vergüenza, el equivalente a sentir sin jamás haberlo hecho.

Cada beso los hacía sentir vivos, cada caricia los quemaba, todo lo que los ahogaba los hacía sumergirse en su mundo sin miedo del que no querían salir. Se dejaron llevar tanto que no se dieron cuenta cuando ya habían entrado a la habitación entre trompicones y Chloe ya se había despojado de su vestido y Luka ya no traía puesta su camiseta.

Los labios rosados de Chloe llamaban a los ya inflamados de Luka, descansaban un poco recompensándose con suaves toques que los hacían escapar jadeos silenciosos que iban subiendo de intensidad.

―No quiero que esto termine ―pronunció ella apoyando su barbilla en el hombro de su contrario dándose cuenta que ambos estaban temblando y ella ya yacía recostada entre las sábanas blancas que había compartido con Luka en la mañana.

―Yo tampoco.

Ambos se quedaron así en otra fracción de segundo recordando lo que les impedía estar juntos, Luka soltó un largo suspiro y Chloe murmuró:

―No debe terminar. No puede terminar.

Nadie hablo de terminar lo iniciado, pero era casi un hecho de que tendrían que hacerlo.

―No puedo arriesgarte ―Luka le dijo recuperando el aliento―, si nos descubren todo estará perdido.

―Lo sé ―dijo. Respiró un poco en el hombro de su contrario y se le ocurrió otra idea, o más bien, una reinventada―, pero hay otra opción.

―No la hay.

Ella volvió a abrazarlo prometiéndose que jamás lo soltaría.

―Podemos escapar juntos ―sugirió con una sonrisa―, pero necesitamos ser pacientes.

―¿Qué mierda es la paciencia, Chloe? ―le preguntó él cansado mientras dejaba un beso sobre el cuello de la rubia haciéndola estremecer.

―Créeme que no lo sé.

Y así fue como su verdadera historia estaría por comenzar.

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