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00.5, the last mision part i: the prophecy

          MALIA SE ENCONTRABA SENTADA JUNTO A LA CARRETERA esperando por algo, no sabía qué o a quién, sólo tenía la vaga sensación de que debía permanecer allí un rato más, mientras tanto jugaba con el césped frente a ella y miraba un banco vacío del otro lado de la calle, aguardando a que llegara alguien. El calor de esa mañana estaba haciéndola sudar horriblemente y ni siquiera podía protegerse del sol, que comenzaba a ponerle la piel rosada por tanto exponerse bajo su luz. Suspiró sonoramente y observó cómo un autobús se acercaba a toda velocidad para luego detenerse junto al banco vacío, escuchó cómo el chofer abría la puerta del transporte para que descendieran tres ancianas que vestían ropa holgada y cubrían sus ojos con gafas oscuras. Sin mediar palabras, las tres señoras tomaron asiento al unísono, la del medio sacó un ovillo de lana de una bolsa y se puso a tejer plácidamente, las otras dos se aseguraban de que la lana no se enredara.

      Todas se quedaron viéndola a ella.

      El cuerpo de Malia dio una sacudida, extrañamente se les hacían familiar aquellas tres ancianas y lo que hacían, pero no podía deducir de dónde, salvo que un mal presentimiento le aseguraba que no se traían nada bueno.

      La que se había sentado en el extremo derecho sacó una afilada tijera de tela y lentamente la fue acercando a la lana.

      "¡No!". Fue lo primero que quiso gritar la castaña sin saber por qué, pero no podía hacer más que observar cómo la señora estaba por cortar el hilo, en su sueño ni siquiera lograba moverse aún cuando deseaba cruzar la carretera y arrebatarles el ovillo.

      Crash.

      La anciana había cortado el hilo.

—Malia. —La suave voz de Luke logró traerla de regreso a la realidad.

      Se había sentado junto a ella en la cama y la sostenía de los hombros, seguramente la había zarandeado un poco para que despertara, su expresión de preocupación le hizo pensar a la castaña que su pesadilla la había llevado a hacer alguna cosa mientras dormía, tal vez había gritado o pataleado para poder moverse y despertar, alarmando al rubio.

—Tuve una pesadilla —dijo mientras se incorporaba.

—Lo sé, no dejabas de moverte. ¿Estás bien?

      Malia se llevó las manos al rostro y se frotó los ojos mientras se debatía sobre si decirle o no a Luke que acababa de soñar con las Moiras, que presentía que algo malo estaba por pasar ahora que ellas habían cortado el hilo. Los malos presagios abundaban dentro de su cultura y el campamento, cualquier señal significaba peligro, y no veía por qué espantar a Luke con sus locas teorías. No las había visto en persona, a lo mejor el haberlo imaginado en su sueño no significaba nada más que eso: un sueño.

—Estoy bien, no te preocupes. —No obstante, se abrazó a él con fuerza.

—Pensé que no ibas a despertar en un largo rato —repuso mientras envolvía sus brazos alrededor de ella.

—Lo siento, ¿qué hora es? —preguntó contra su hombro, absorbiendo el cálido aroma dulce del rubio para relajarse.

—Creo que ya van a ser las cinco.

—Lamento haberte despertado —susurró.

—No lo hiciste, estaba procurando que Travis y Connor no salieran a escondidas.

      Malia suspiró por lo bajo.

—Se suponía que me tocaba a mí hacer guardia.

      Desde que se habían propuesto cuidar de los Stoll, estos no hacían más que atraer problemas. Siempre terminaban envueltos en alguna riña con la cabaña de Ares —Malia ya no tenía cómo defenderlos de ellos después de la última vez— o robaban objetos valiosos del ático en la Casa Grande, escondiendo los trofeos que traían los campistas y que Quirón amablemente los guardaba por ellos allí. Eran demasiado revoltosos y siempre debían ponerle diez ojos encima si querían que todo fuera medianamente bien.

—Estabas muy cansada, prefería que durmieras esta vez. —Malia observó desde el hombro de Luke la litera donde descansaban los hermanos, ambos dormían plácidamente sin deseos de meterse en problemas.

—¿Te quedas conmigo? —propuso ella, aunque Luke dormía en el suelo junto a su cama, casi siempre terminaban durmiendo juntos por las pesadillas de Lia o las guardias que debían hacer por aquellos imanes del caos. Así que era casi tradición que ambos se durmieran pegados uno al lado del otro.

—Siempre —respondió él.

      Aún abrazados se acomodaron sobre el colchón tratando de no hacer demasiado ruido por si despertaban a otro campista, ya que la cama se ubicaba cerca de la ventana, ambos se quedaron observando el cielo casi anaranjado que les estaba regalando el final de la madrugada.

—¿Qué soñaste esta vez? —inquirió Luke, acariciaba con sus dedos el brazo de Lia, provocándole un suave cosquilleo que le ayudó a relajarse.

—Nada en particular —excusó ella.

—Gritaste que no y luego mi nombre —insistió—, parecía grave.

      Realmente no recordaba haber llamado a Luke en medio de su pesadilla. ¿Acaso había creído que el mensaje de las Moiras era por él? Esperaba que no, de lo contrario ya empezaría a entrar en desesperación por querer buscar la forma en que aquellas ancianas se hubieran equivocado.

—No fue nada, en serio. —Trató de sonar lo más segura posible—. Duerme ya, ¿sí? Yo haré el resto de la guardia.

      Y Luke se quedó dormido entre los brazos de Lia, aún tenían todo un día por delante para que él volviera a preguntar sobre su pesadilla.















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      Malia tuvo que pedir permiso al señor D y a Quirón para que la dejaran ayudar en algunas clases —los horarios a los que iban los Stoll—, pero sobre todo que le permitieran participar como ayudante de Katie Gardner, la joven castaña hija de Deméter, tras el incidente con los Stoll y la cabaña cuatro la semana anterior, cuando a Travis y a Connor se les ocurrió poner conejos de chocolate en el techo de césped que tenía su cabaña. Katie no era malvada, pero sí demasiado autoritaria cuando se lo proponía y defendía lo suyo con mucha pasión, y Malia temía que su pasión ahora fuera torturar a los hermanos de Luke con un doble entrenamiento. Veía a Connor gatear sobre el fango y a Travis corriendo más adelante para saltar un muro, ambos con el rostro rojizo de tanto esfuerzo y sudaban a montones, pero no notó ningún cambio en su rutina, ningún truco con las plantas que pudieran entorpecer el recorrido de sus pequeños Stoll. Comenzó a sentirse avergonzada por pedirle a su amiga Gwen que los siguiera de cerca.

—Sé lo que haces —dijo Katie detrás suyo, sus profundos ojos verdes la observaron fijo.

—Intento ver que ningún campista se lesione —repuso ella, cruzándose de brazos y regresando la vista al entrenamiento.

—Malia, no soy idiota —rio ella—. Es muy noble lo que haces, todos sabemos lo mucho que tú y Luke cuidan de ellos. —Señaló a los Stoll—. Sé que no estás obligada a estar en todas las clases si no quieres, básicamente has nacido en el campamento, pero te juro que no les haré daño.

      Sintió una preocupación menos sobre sus hombros, al menos había semidioses que no querían dañar a los Stoll.

—Sé que lo han tenido difícil con los hijos de Ares, pero no todos somos como ellos.

—Lamento lo que hicieron con tu cabaña.

—Sí, ellos ya se han disculpado con nosotros. —Asintió Katie—. Sospecho que porque tú y Luke han tenido algo que ver con eso.

—Tal vez un poco —admitió.

—Te prometo que no les haré nada, sólo estoy aquí en calidad de mentora. Si existiera algún problema entonces lo resolvemos el viernes a las seis de la tarde.

      Los benditos eventos de captura la bandera. Sí. Malia siempre debía "resolver" sus asuntos con Clarisse todos los viernes sin falta, casi como una tradición.

—De acuerdo.

—¿Y a ese qué le pasa? —dijo Katie, miraba algo sobre el hombro de Malia.

      Harry se acercaba corriendo a toda prisa llamando a Haywood.

—¡Malia! ¡Malia! —jadeó cuando finalmente se detuvo junto a ella—. Tienes que venir conmigo —habló rápido—. Luke... Hermes... su padre, le acaba de dar una misión.

      El corazón de la castaña dejó de latir.

—¿Qué? —dijo Travis, que había aparecido a su lado en cuanto oyó los gritos de Harry—. ¿Mi padre le dio una misión?

      Para los campistas era un halago, una señal de orgullo, significaba un momento único e importante. Para Malia sólo significaba una cosa: perder. De alguna forma las dudas que había tenido sobre su último encuentro con Hermes finalmente habían sido reveladas; después de todo sí le tenía preparada una misión a Luke.

      Malia, Harry y los Stoll llegaron al camino de las cabañas y se detuvieron cuando encontraron al rubio junto al centauro.

—Hermes me ha dicho que tiene una misión especial para ti, Luke Castellan —habló Quirón, su voz se notaba algo seria y monótona.

      Ella simplemente se quedó allí de pie, aferrada a Travis y Connor, mientras Quirón se llevaba a Luke a la Casa Grande para explicarle a detalle lo que su padre había demandado. Ni siquiera era capaz de procesarlo sin sentir un vacío en su pecho. No significaba que no creía a Luke capaz de lograr la misión, el rubio estaba mucho más capacitado que cualquier otro campista para regresar victorioso de lo que fuera, lo que no creía era saber que Hermes había tramado algo verdaderamente serio para él, recordó algo sobre el árbol de las Hespérides del que le había hablado en su cumpleaños meses atrás y en la forma en la que parecía haber incluido a su hijo para que formara parte del plan. Parecía no, realmente lo había incluido como el responsable para encarar aquella aventura.

      La ansiedad iba a consumirla.

—¡Es genial! —exclamó Connor, una gran sonrisa se dibujó en su rostro—. Papá sabe que Luke es capaz de todo.

—Lo es, Connor. —Aseguró Malia, quería lucir contenta como ellos—. Oigan, Luke no saldrá en un rato, tiene que escuchar a Quirón y luego hablar con el Oráculo, los buscaremos en cuanto termine.

—No quiero volver a esa clase, Katie me da miedo —confesó Travis.

—No les hará nada, ¿sí? —Le acarició el cabello rizado.

—Si lo hace, Malia va a patearle el trasero el viernes —agregó Connor.

—Suficiente tengo con Clarisse, no agreguen a más personas a la lista sin avisarme antes, ¿bien? —Los Stoll asintieron de acuerdo con el plan y luego se marcharon, aunque ella lo decía en serio, no quería pelear con muchas más personas, pero esperaba que entendieran que estaban a salvo.

      Poco tiempo después, comenzó a morderse las uñas mientras merodeaba por el pórtico de la Casa Grande a la espera de su amigo, sabía lo que ocurriría después; Luke tendría que alistarse para salir a primera hora mañana, aunque no sin antes elegir a las dos personas que lo acompañarían en su travesía. Tenía la vaga sensación de que el rubio iba a pedirle que la acompañara, pues siempre hablaban de intentar lograr hacer que ella saliera del campamento, y también sabía lo que diría Quirón al respecto.

      No.

      Malia nunca tendría el permiso para salir de allí ni aunque atravesara el bosque de Long Island corriendo, a caballo o volando, ya que el señor D o Quirón —o ambos— lograrían hacerla regresar antes de que tocara la carretera. Pero tampoco estaba lista para decirle adiós a Luke y esperar a que volviera a la semana siguiente o quién sabe por cuánto tiempo estaría lejos. No lo soportaría esa vez, mucho menos sin saber qué podría llegar a ocurrirle.

      Maldito Hermes, ¿es así como me pagas el estúpido favor que decías deberme?

      La próxima vez que fuera a encontrarse con aquel diosecito de cuarta le haría pagar por lo que siempre le hacía pasar con sus hijos; por arrebatárselos. Ni siquiera esperaría a encontrarlo, ella misma iría en persona a enfrentarlo para dejarle algunas cosas en claro y, de ser posible, cruzarle la cara de una bofetada.

—Malia —llamó Luke, entre tanto pensar y pensar ni siquiera escuchó que ya había salido de su reunión.

      La castaña no lo dejó seguir hablando, se abalanzó sobre él y le rodeó el cuello con sus brazos, atrayéndolo en un fuerte abrazo el cual no pretendía deshacer en un largo rato.

—Iré contigo —le susurró al oído—. No te dejaré solo allá afuera.

      Luke la abrazó con más fuerza.

—Lo sé, de todas formas no planeaba irme sin ti, te elegiré esta tarde aunque Quirón quiera negarse.

—Como sea que suceda estaré ahí siempre.

—Castellan —llamó Quirón, se encontraba bajo el marco de la puerta sentado en su silla de ruedas—. El Oráculo espera.

—Lo sé, voy en un segundo.

—¿Aún no has hablado con el Oráculo? —Creyó que todo ese tiempo allí dentro había sido en parte por haber estado en el ático escuchando la predicción de su misión.

—Te vi por la ventana y no me pude resistir —respondió—, te noté algo nerviosa a través del vidrio.

—Pues lo estoy, aunque no deberías preocuparte por eso, vete ya.

—¿Me esperarás? —Quiso saber.

—Aquí estaré cuando salgas. —Aseguró con una sonrisa.

      Él le devolvió el gesto, lo que fue suficiente para que Malia volviera a sentirse segura y tranquila, olvidando todo lo que había ocurrido antes hasta ese punto, incluido la pesadilla y esa rara sensación en el pecho que le hacía pensar que cosas malas iban a ocurrir. Confiaba en él, podía lograr cualquier cosa que se propusiera.






















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      Luke se asomó al ático con sigilo y precaución, intentando ser lo más precavido posible, tomándose un momento para acostumbrarse al cálido aire y el intenso olor a madera podrida. No sabía qué le asustaba, había pasado por allí decenas de veces para cerciorarse que los Stoll no se llevaran nada que no fuera de ellos, y ahí estaba él sin otro objetivo más que no fuera el de hablar con el Oráculo para saber qué le depararía en la misión de su padre. A lo mejor sí temía que algo malo le fuera revelado. Meneó la cabeza intentando despejar los pensamientos negativos, enfocándose en el recuerdo del rostro de Malia para poder continuar caminando hacia lo profundo del ático, en el abrazo que le había dado cuando él la pescó mordiéndose los dedos por los nervios, no pudo evitar sentir ese tirón en el pecho que le dijo que saliera a verla.

      Sin dudas aquella joven lo traía loco.

      Mientras merodeaba, se encontró con algunos de los trofeos que escondían entre los escudos viejos y abollados: casi patea la empuñadura de una espada por error, que alguien una vez dijo que había pertenecido a un tal Leroy, había una cabeza de hidra de peluche y cabezas de monstruos capturadas dentro de frascos grandes. Luke se les quedó viendo, los recordaba de algunas clases sobre monstruos cuando intentaban hacerles entender a los campistas más jóvenes lo peligrosos que se veían, y sobre todo porque Connor una vez se guardó uno bajo la cama para asustar a algunos campistas por la noche, Malia lo atrapó antes de que pudiera usar la cabeza como máscara.

      Finalmente halló al Oráculo sentado en un taburete junto a una de las ventanas, era el escuálido cuerpo de una mujer vestida como hippie; traía polvorientos collares de cuentas alrededor de su delgado cuello y pulseras alrededor de sus muñecas, con una diadema adornando lo alto de su cabeza, aún con aquellos cómicos accesorios le daba escalofríos de sólo ver aquella momia frente a él, pero sea cual fuese la forma aún debía preguntar.

—Soy Luke Castellan. —Cerró la boca en cuanto supo que se había escuchado muy estúpido lo que acababa de decir, luego carraspeó la garganta y agregó:—. Vine para que usted pudiera cerciorar mi misión. —No obtuvo una respuesta inmediata, empezó a creer que tal vez existía algún otro idioma o un paso a paso para poder comunicarse con el espíritu de Delfos.

      Sin embargo, el Oráculo despertó.

      De su boca comenzó a brotar una espesa niebla verdosa y el ático se oscureció levemente, dándole una apariencia más tenebrosa de lo que ya era. Luke pasó saliva y aguardó en silencio, no había forma de que el Oráculo lo dañara, pero algo en ese ser, en el color verde brillante de sus ojos, le hizo recordar a su madre antes de que él abandonara su hogar años atrás.

      "Ella te ama, Luke. No importa quién fue o quién es ahora, tu madre siempre te amará. Sabe que te has marchado para poder protegerla y para poder protegerte a ti también, te conoce mejor que nadie, seguramente confía en que te has sabido mantener a salvo todo este tiempo lejos". Había dicho Malia una vez, desde entonces él decidió creer aquello también. Quería creer que May Castellan confiaba en que él pudiera estar a salvo, pero en cierta parte lo dudaba, pues el estado de su madre era delicado.

      Se encontró con que la niebla estaba revelando una imagen, la silueta de alguien para que hablara con él.

      Malia Haywood lo observó fijamente como hacía cada vez que intentaba explicarle algo en el entrenamiento para que no se lo olvidara.

El fruto deseado será hallado, y con él perecerá lo amado —habló pausadamente, intentando que cada palabra fuera lo más clara posible para que él escuchara debidamente su futuro—. Bajo el relámpago se sellará el destino y de la cicatriz vendrá el rencor —continuó—. Del sacrificio deberás elegir entre la traición o la salvación. Mas no habrá recompensa justa al final.

      Y la neblina se disipó.

—¡Malia, espera! —gritó, quería que se quedara más tiempo para explicarle, pero la figura de la castaña ya no estaba, aunque supuso que era meramente estúpido obligarla a quedarse, pues así funcionaban las predicciones.

      Ahora debía intentar descifrarla.

      Traición. En cuanto oyó aquella palabra de inmediato recordó lo que Halcyon Green había visto sobre su futuro, aún conservaba su diario y escribía en él casi todas las noches, aunque jamás pudo resolver lo que les había dicho a Thalia y a él antes de que Hal diera su vida por ellos.

      Aunque le preocupaban más palabras dentro de la profecía, no podía seguir dándole vueltas solo, necesitaba hablarlo con su castaña para poder encontrarle algún sentido.

      En cuanto regresó al exterior, halló a Malia de pie junto a Quirón, su rostro enrojecido y los ojos cristalizados le dieron a entender que habían estado discutiendo seriamente algo con el centauro. Y ya se hacía la idea sobre qué.

—Luke, ¿cómo te fue? —dijo ella, olvidando los minutos pasados.

—Encontraré el fruto que pidió mi padre —respondió—. ¿Eso es bueno, no?

      Quirón no lució menos preocupado que antes.

—Claro, claro. Con un semidiós de tu calibre por supuesto que llegarás al árbol de las Hespérides. —Le dio una palmada en el hombro—. ¿Qué más te ha dicho?

       Luke procedió a recitar lo que Malia —el Oráculo en realidad—, le había dicho en el ático.

—¿Perecer? —inquirió la castaña con preocupación—. ¿Traición? —Como había esperado, a ella también le preocupaba lo mismo que a él.

—No olviden que por lo general las profecías esconden más de un significado —aclaró Quirón—. No siempre son lo que parecen. —Tenía esa mirada severa que le decía a Luke que no estaba contento con su misión, presentía en su interior que el centauro ya le había encontrado cierto sentido a las palabras del Oráculo.

—Iré contigo. —Sentenció Malia—. No dejaré que nadie te traicione.

—Ya hemos hablado de esto, Malia —repuso el profesor.

—No dejaré que Luke vaya con personas que podrían traicionarlo. —Su mirada filosa debió de intimidar un poco a Quirón, que de inmediato pareció repensar sus palabras.

—Estás apresurándote a sacar conclusiones de algo que no podría ser. Hablaré con el Oráculo hoy mismo para saber qué podemos hacer para ayudar a Luke.

     Se despidió de los mestizos para ingresar a la Casa Grande, dejando a Luke y Malia a solas en el pórtico.

—Iré contigo, sí o sí. —Se veía más convencida que antes desde que la palabra traición salió de los labios del rubio.

—Es un hecho.

      Luke quería contarle a Lia cómo su padre había contactado al señor D y a Quirón para dejarles saber que debía de hacer esa misión, quería explicarle todas las dudas que tenía sobre lo que acababa de oír y esperar que la sabiduría de la castaña lo ayudara a encontrar un punto lógico, pero la presencia de los Stoll y Annabeth no le dio tiempo de explayarse.

—Iremos contigo —hablo la pequeña Annie antes de que él pudiera decir algo.

—No me parece posible —replicó, sacudiéndole el cabello rubio mientras sonreía—. Pero aprecio la oferta.

—No era una oferta.

—Ella tiene razón, Luke. O vamos todos o no va nadie —dijo Travis.

—No podemos ir los cinco a la misión. —Aclaró Lia, pidiéndoles a todos que tomaran asiento en la mesa donde Quirón y el señor D jugaban al pinacle—. Es un mal augurio, se permiten sólo dos personas para acompañar a Luke.

—¿Tú también irás, Lia? —preguntó Connor.

—Así es, a como dé lugar.

—Entonces yo también voy —dijo Annabeth—. No dejaré a Luke solo, ya hemos viajado a muchos lugares juntos.

—Presiento que esta vez no será como antes, Annie.

—Si va Malia entonces volverán los tres a salvo, ella sabe pelear —le dijo Connor a la pequeña rubia.

     Luke y Malia intercambiaron una rápida mirada, transmitiéndose confianza.

—Además —repuso la castaña—, necesito que alguien mantenga a salvo a Travis y Connor mientras no estamos en el campamento, es una tarea difícil pero me parece que eres la persona correcta, Annabeth.

—¿Lo harías por nosotros? —preguntó Luke.

     Los ojos de Annabeth se llenaron de lágrimas, asintiendo. Luego saltó a los brazos de Luke para darle un fuerte abrazo.

—Nos volveremos a ver cuando menos lo esperen —aseguró él—. Les enviaremos mensajes Iris todos los días.

      Aunque estuvieran temerosos por el futuro —Malia no sabía qué le iba a deparar el mundo humano si lograba salir del campamento y Luke temía por la profecía—, se pusieron de acuerdo en silencio para hacer que los jóvenes se sintieran bien con su partida, que supieran que darían lo mejor de sí para volver con ellos tan pronto pudieran. Intentaron hacer bromas un rato más hasta que Quirón regresó a reunirse con ellos.

—El Oráculo ha hablado —dijo, tétrico—. Malia, debes acompañar a Luke en su misión.





























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Recta final porque sí, me dio amsiedat y ya quiero empezar la parte uno como es debido :)

Queda un cap más y listo!

Espero que les haya gustado.


━Rose.

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