Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

029


Emily.     𝔡𝔢𝔳𝔬𝔱𝔦𝔬𝔫𝔦𝔰.      𝐿&𝒟.



Draco la había besado. Él lo había hecho. Fue un beso corto y pequeño, pero lo hizo; la besó. Y Emily no paraba de pensar en ese momento, en el que sus labios tocaron los de él...

Seguía sintiéndose en las nubes y cada que recordaba en cómo se sintieron sus labios sobre los suyos sentía un cosquilleo en el estómago.

Y cuando la tocó...mientras Ted moría frente a ellos; sus dedos sobre su intimidad moviéndose, su aliento sobre la piel de su cuello. Estaba en el cielo, o en el infierno.

— ¿Dormiste bien? —preguntó Elliot mientras dejaba un plato con comida frente a ella.

— Sí, ¿y tú? —alzó la vista para verlo mejor.

— No me quejo —encogió solo un hombro—. Aunque pareces pulpo.

— Ni siquiera amaneciste a mi lado.

— Tengo cosas que hacer, Emma —dijo y le dio un mordisco al pollo—. No todos tenemos la suerte tuya.

— ¿Suerte mía? —arqueó la ceja divertida.

— Dormir sin tener que levantarse por las mañanas —cerró los ojos e hizo un sonidito de placer—. Daría mis genitales por poder dormir hasta la tarde.

Emily rompió en una carcajada, y se dio cuenta que hace tiempo que no reía así.

— ¿Qué te detiene?

— El trabajó.

— Lo malo de matar gente.—bromeó.

— Hey — la señaló con el dedo índice—, ya no tienes el derecho de reprochármelo.

— Tienes razón.

— ¿Cómo te sientes respectó a eso?

Ella encogió los hombros y frunció los labios.

— Trato de no pensar en eso.

— Haces bien —señaló la comida—. Ahora come.

Se sentía hambrienta a decir verdad, así que Emily pinchó el pollo rostizado y se lo llevó a la boca.

— No sabía que cocinabas.

— Cuando mi mamá se lleva a los elfos no me queda de otra.

Elliot cogió El Profeta y comenzó a hojearlo.

— ¿Y Lily?

— Lily está salva y sana.

— ¿Cuándo volveré a la mansión?

— Uhm, no lo sé.

— ¿No lo sabes?

Se rascó la nuca mientras bebía de su vaso. Claramente se le veía incómodo y había algo que escondía.

— Malfoy se encarga de eso.

— ¿Y él? —preguntó distraídamente—. ¿Cuándo vendrá?

Era lo que se había estado preguntando desde que abrió los ojos. Draco no había aparecido en todo el día, ni una señal de él.

— No debe tardar.

— ¿Dieron con Potter?

— No, el desgraciado se sabe esconder muy bien. Suponemos que no está en Londres.

— ¿Hay algo bueno en ese maldito periódico?

— No, nada —le sonrió desde el otro punto de la mesa—. Cosas estúpidas.

— Déjame ver.

— No hay nada que ver aquí —aseguró y tiró el periódico al otro lado del departamento.

— Yo quería verlo.

Él se encogió de hombros restándole importancia.

— ¿Viste algo raro mientras estuviste en su casa?

— Nada fuera de lo normal. Bueno, a decir verdad ni siquiera salía de la habitación.

— ¿Entonces te mantenías en la habitación todo el día?

— Sí, salí como tres o cuatro veces.

— Bien —levantó la varita y la movió levemente—. Escríbeles a tus padres.

Un pergamino, pluma y tinta fresca aparecieron frente a ella.

— No les des mucha información, solo lo necesario; que estás bien, a salvo y, que no les escribiste por... No sé, inventa algo.

— ¿No saben que yo...?

— No, Emma —negó con la cabeza—. Nadie lo sabe.

— ¿Ni las chicas de la mansión?

Él mordió su labio inferior y volvió a negar.

— Nadie.

— De acuerdo.—repitió.

— ¿Podemos hablar?

— Sí. ¿Sobre qué?

Se puso en pie y se acercó a ella. Cogió la silla de Emily y la giró para que quedaran frente a frente; colocó las manos sobre los brazos de la silla y se inclinó un tanto, con sus narices rozándose entre sí.

— Me encantas, ¿sabes eso?

— No, no lo sé.—bromeó.

— ¿Cómo te lo puedo demostrar?

Ella se encogió de hombros con expresión inocente.

— Si fueras mía y solo mía... Emma, yo te pondría sobre esta mesa y te comería toda.

Un escalofrío traspasó el cuerpo de Emily, y su piel se erizó.

— Pero no lo eres, y nuestro acuerdo quedó en el olvido, ¿cierto?

— Yo —quedó silenciada un tiempo y se remojó los labios—. Supongo que sí...

— Aún así... sabes que estoy para ti en todo lo que quieras y cuando quieras.

— Lo sé —asintió con la cabeza—. Gracias.

Tenía tiempo que sabía que el trato con Elliot había acabado. Desde el momento que se acostó con Draco y se hizo una completa adicta a ese cuerpo.

Ambos eran diferentes, en todo: la manera en la que le hablaban, como la trataban y como ella se sentía con ellos. Con Draco se sentía viva, en llamas y con la adrenalina corriendo por sus venas siempre, con Elliot se sentía segura, en casa y en paz.

Él dejó un beso casto sobre la frente de la chica que se prolongó por más tiempo, hasta que...

Un carraspeó se escuchó desde la entrada del departamento. Elliot se hizo a un lado y entonces ambos giraron la cabeza encontrándose con Draco, el cual tenía los brazos cruzados sobre su pecho y el hombro apoyado sobre el marco de la puerta.

Traía puesta una camisa negra de cuello alto y unos pantalones al igual negros que se ceñían perfectamente a su cadera y unas botas negras militares —que le llegaban un poco más abajo de la rodilla—. Las mangas estaban remangadas, mostrando los músculos de sus antebrazos.

La boca de Emily se le hizo agua con esa imagen...

Él era el diablo en vivo y en persona. Y ella quería follar con el diablo.

«Oh, Dioses».

A pesar que todo lo que quería hacer era correr a él y aventarse a sus brazos, se mantuvo sobre la silla con el semblante neutro.

— Avery, te buscan en la mansión.

— Vengo de la mansión.—replicó el ojiverde.

— Pues vuelve otra vez y no regreses hasta mañana.—ordenó.

Elliot bufó de mala gana y se despidió de Emily con la mano para después desaparecer por completo.

Con pasos lentos, pero seguros y confiados, Draco se acercó a la mesa. Le echó un vistazo a la comida que permanecía sobre los platos y arqueó una ceja rubia.

— Qué feo se ve todo.—dijo, pero eso no evitó que cogiera un pedazo de pollo y se lo llevara a la boca.

Emily se obligó a no reír.

— ¿Dónde estabas? —preguntó.

— ¿Por qué? —preguntó él, mientras se sacudía los dedos.

— Porque quiero saber.

Él giró a verla.

— No me gusta que cuestionen lo que hago.

Ella repiqueteó sobre la mesa con sus uñas.

— Solo es una simple pregunta.

— Una pregunta que no me gusta.

— ¿Dónde estabas?

Él resopló mientras ponía los ojos en blanco.

— Arreglando unas cosas, ¿y usted?

— ¿Qué cosas? —inquirió con la ceja enarcada—. Y deja de hablarme de usted.

— Ay, Dios.—se sostuvo el puente de la nariz.

— Me dejo abandonada sin una maldita explicación, tengo el derecho de cuestionarlo.

— Pero regrese por usted.

— No me es suficiente.—se puso en pie y colocó ambas manos sobre las caderas.

— No la recordaba tan exigente —él paseó la mirada por el cuerpo de Emily—. No me gusta su atuendo.

— No tengo otra cosa que ponerme.

— Cierto.—chasqueó los dedos y una pequeña maleta apareció en el rincón del departamento.

Emily no le quitó los ojos de encima, y él esbozó una sonrisa ladina.

— No discutamos.

— ¿Entonces qué quiere hacer?

Él comenzó a acercarse a ella, tanto que Emily tuvo que alzar la cabeza para verlo a la cara.

— ¿Qué quiero hacer?

— Sí —dijo con la voz entrecortada—. ¿Qué quiere?

Besarla.

Ella dejó de respirar por unos segundos, hasta que Draco se inclinó y atrapó sus labios en un beso hambriento y ansioso.

El mundo se detuvo, el tiempo se detuvo también; todo se detuvo y desapareció, solo existían ellos, besándose, probándose por primera vez.

Sus labios se movían en sincronía con lentitud y cuidado, como si quisieran grabar cada detalle de ellos.

Él acarició los labios de Emily con la punta de su lengua y ella abrió la boca dándole el paso. Entonces él deslizó la lengua dentro de su cavidad bucal y comenzó a recorrer su boca con su lengua, a conocerla y a marcarla.

Aferró los dientes a su labio inferior y tiró de él con suavidad para después succionarlo un tanto. Sus manos fueron directamente a su cadera y tiró de ella, pegándola más a su cuerpo.

Emily nunca en su vida se sintió tan en calma y, sin embargo, en llamas; todo al mismo tiempo. Sabiendo en lo más profundo de sus huesos, que él era a quien había estado esperado toda su vida.

— Muéstrame tus sueños y te mostraré mi alma, Emily —dijo entre besos mientras la llevaba a la habitación más cercana—. Pídeme que ponga el mundo a tus pies y así lo haré.

Le dio un puntapié a la puerta y ésta se abrió, entonces Draco se separó por aire y se le quedó viendo con los ojos brillantes y las mejillas sonrosadas.

Ella enganchó las manos en el borde de la camisa de Draco y tiró de ella con suavidad, dejando al descubierto las cicatrices sobre su abdomen —ya viejas— y unos nuevos hematomas de color púrpura y amarillentos. Lo miró a los ojos y él hizo lo mismo.

— Tócame, Em, y hazme tuyo.

Emily colocó la mano sobre la mejilla pálida con un leve rubor rosado y la acarició lentamente mientras bajaba a su clavícula y después a su torso. Acarició las cicatrices con cuidado y después traspasó los hematomas.

— ¿Fue algún hechizo tuyo? —bromeó, recordando la vez que tenía un hematoma sobre la cara hecho por él mismo.

Draco negó lentamente con la cabeza.

— No.

Siguió bajando la mano hasta que llegó al borde de su pantalón y los desabrochó.

— Tenemos todo el tiempo, ¿cierto?

— Todo.—murmuró él.

Sus manos tocaron una dureza sedosa, y el cuero de Draco se sacudió.

Por favor —suplicó él—. No pares.

Entonces Emily bajo sus pantalones junto su bóxer y dejó al descubierto su miembro que ya estaba erecto;  las venas palpitantes y la punta rosada, mojada por el semen pre-seminal.

Se remojó los labios y se concentró en su cara mientras cogia su pene con la mano y comenzaba a tocarlo con lentitud.

Habían tantas pequeñas reacciones por todo su cuerpo. Se le aflojó la mandíbula y sus labios se entreabieron. Las líneas de su cara se volvieron más marcadas y los tendones de su cuello se estiraron cuando Emily cerró la mano alrededor de él.

Echó la cabeza hacia atrás y su cuerpo grande y poderoso tembló. Emily se fijó en lo rápido que se había vuelto su respiración cuando deslizó la mano hacia abajo, hacia donde sus cuerpos estaban casi unidos. Entonces Draco se estremeció de pies a cabeza.

Emily apretó la mano, sintiéndose un poco más confiada por la reacción de Draco a su contacto.

— ¿Eso está bien?

— Cualquier cosa que hagas está más que bien.—su voz salió grave y pesada por el deseo.

Emily rió con suavidad y volvió a hacerlo. Movió la mano arriba y abajo, y las caderas de Draco empujaron contra su mano, hacia ella. Emitió un pequeño jadeó bajo, profundo y oscuro, que le provocó a Emily una oleada de placer.

— ¿Ves lo que tu contacto me hace? —preguntó, sin dejar de mover las caderas al ritmo de la mano de Emily.

— Sí.—susurró.

Su pene se veía enorme entre la pequeña mano de Emily, se sentía caliente al tacto y las venas palpitaban sobre la piel de ella. La boca se le hizo agua y se preguntó: «¿Cómo era posible que todo eso entrara en su interior?»

Siguió masturbando al príncipe oscuro, frotando su pene de arriba a abajo y de vez en cuando acariciando su punta con la yema de su dedo.

Él abrió los ojos y agachó la cabeza para encontrarse con los ojos de Emily, y ella casi cae hacia atrás cuando vio el deseo claro en esos ojos platas.

Draco inclinó un poco más su cuerpo y besó lentamente los labios de Emily mientras que su mano serpenteaba por el costado de su cuerpo.

— ¿Estás lista?

Se le cortó la respiración, pero aún así consiguió asentir con la cabeza.

— Sí.

Draco cogió sus caderas con las dos manos y tiró de ella para acercarla más a su cuerpo y comenzar a besarla nuevamente de una forma más apasionada. Las manos de Emily abandonaron el pene erecto de él y subieron hasta sus hombros donde se aferró a ellos mientras retrocedían lentamente hasta la cama.

Antes de acostarla, Draco se separó y deslizó la camisa de ella fuera de su cuerpo y después le quitó los pantalones, dejándola en sostenedor y bragas; eran sencillas, demasiado sencillas.

Él sonrió mientras miraba la lencería de Emily.

— ¿Qué edad tienes, Em?

Ella se ruborizó un tanto tras la pregunta de Draco.

— Veinte.—respondió.

— Tu lencería parece de una niña de diez.

Ella cruzó los brazos sobre su pecho.

— Me es cómoda.—dijo.

— Entonces me gusta.

Volvió a unir sus labios una vez más, esta vez recostando a Emily sobre la cama con suavidad y bajando aquellos besos por su cuello y pecho. Desabrochó el sostén y lo deslizó por sus manos hasta dejar los senos de Emily —enrojecidos e hinchados— a la vista.

Lamió alrededor del pezon de Emily y después lo succionó con lentitud agonizante; mordisqueó un poco y miró a Emily a la cara.

De los labios de la mestiza brotó un jadeó leve cuando Draco comenzó a bajar por su estómago dejando besos húmedos y se situó entre sus piernas.

Ella exhaló cuando su pulgar presionó contra su clitoris, rozando la tela que ya estaba oscura y húmeda.

— Hmm —tarareó cuando su dedo índice tocó la humedad de Emily—. ¿Tanto te mojas por un psicopata asesino?

.—admitió, mordiéndose el labio inferior.

— ¿Quieres que te los quite, Em?

Asintió energéticamente con la cabeza.

Enganchó su dedo en el elástico y empujó la tela hacia un lado. Estaba reluciente, brillante y regordeta para sus propios ojos, demasiado adelantada, considerando que, apenas habían hecho nada.

Él deslizó un dedo entre sus pliegues, maravillándose de la forma en que la punta de su dedo se hundía tan fácilmente entre sus pliegues, separándolos y deslizándolos hacia atrás y adelante hasta que Emily echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, porque el placer fluía, la llenaba y vibraba a través de ella.

Draco agregó un segundo dedo para aumentar el placer; un dedo dentro y el otro frotando levemente por encima.

— Joder.—gimió ella cuando Draco intento meter el segundo dedo.

— ¿Mi pene te entra todo, pero no dos de mis dedos? —se burló con la voz cargada de deseo.

Emily movió las caderas desesperada, sintiendo el dolor punzante y el placer aumentando con cada segundo que pasaba. Draco empujó nuevamente el segundo dedo y entró solo por la mitad.

— Shh.—siseó él cuando Emily gimió y trató de moverse nuevamente.

Colocó la mano sobre su cadera para mantenerla quieta, sacó los dos dedos de su interior y comenzó a frotar su clitoris de lado a lado y luego en círculos.

— Relájate.—le pidió.

Entonces sus dedos se movieron nuevamente a su entrada y empujó su dedo índice y el de en medio en su interior. Esta vez entraron por completo y de una sola estocada. El aire se atascó en los pulmones de Emily, y ella se mordió el labio inferior tratando de evitar otro sonido más.

— ¿Así? —murmuró él—. ¿Se siente bien?

Él curvó los dedos en su interior, frotando varias veces aquel punto dulce que la llevaría a la locura.

«Oh, joder. Estaba en el jodido cielo».

Necesito saber si te gusta, amor.

Me gusta, Draco. Por favor, no te detengas.—suplicó sin voz.

— ¿Qué diría —comenzó a hablar sin detener los movimientos de sus dedos— aquella Emily buena e inocente que llegó a mi mansión, al verte tan jodidamente abierta y a mi merced?

Sacó los dedos completamente de su interior y luego volvió a penetrarla con fuerza. Sus estocadas eran rápidas, fuertes, agresivas, y Emily estaba a punto de volverse loca.

— Diría que estoy jodidamente loca y que me iré al infierno.

Una exquisita risa brotó de los labios del príncipe oscuro. Ascendió hasta los labios de Emily y dejó un casto beso sobre ellos.

— Te besaría todo el jodido día.

— ¿Y lo harás?

Él enganchó los dedos en el borde de sus bragas y tiró de ellas hacia abajo, dejándola desnuda al completo.

Asintió lentamente. Sus pupila dilatada hasta tal punto que sus ojos grises parecían negros y sus labios estaban hinchados y rojizos por tantos besos.

Él no había besado a alguién en tanto tiempo...Y ahora la estaba besando a ella.

La miraba con devoción y adoración, con los ojos llenos de deseo y lujuria; diciéndole mil cosas y, a la vez nada.

Se cernió lentamente sobre ella, cogió su pene con su mano y acarició la entrada de Emily con éste. Lento, muy lentamente empujó las caderas y su pene entró en la profundidad de Emily, empapándolo con su humedad y recibiéndolo en su calidez.

Meció las caderas contra las de ellas una y otra vez, hasta que marcó un ritmo constante donde Emily empezó a sentir placer y de sus labios brotaban gemidos llenos de placer. Gemidos que lo volvían loco a él.

Con una mano cogió las ambas manos de Emily y las posicionó arriba de su cabeza mientras que sus estocadas se volvían cada vez más fuertes.

Tan. Jodidamente. Apretada.—gruñó y pegó los labios al cuello de la mestiza, succionando su piel y lamiéndola al mismo tiempo.

Un latigazo de excitacion recorrió todo su cuerpo cuando Draco salió hasta dejar solo la punta en su interior y volvió a estallarse con fuerza dentro de ella. Sus estocadas eran agresivas, fuertes y rápidas. En la habitación lo único que se podía escuchar eran los gemidos que brotaban de los labios de ambos y su piel golpeándose una contra la otra.

— Voy a hacer que te corras tan duro, Em, que perderás la consciencia.—prometió para después morder la piel de su mentón con suavidad.

La mano de Draco abandonó las muñecas de ella y las colocó sobre su cuello, apretándolo con la fuerza necesaria para llevarla a la locura.

Ella abrió la boca para dejar salir un gemido cuando él aferró la otra mano a su cadera y tiró de ella con fuerza hacia donde sus cuerpos estaban unidos, entonces él se inclinó un poco y mientras maldecía, dijo:

— Maldita y sucia mestiza —escupió dentro de su boca, haciendo que Emily explotara por el placer proporcionado—. Follando con un puto asesino.

Por alguna razón, aquellas palabras no la ofendían, no. Era todo lo contrario, la prendían y la excitaban más.

— Más —pidió ella—. Dame más, Draco.

— Te encanta, ¿no es así?

— Sí, joder —puso los ojos en blanco y se mordió el labio inferior—. Me encantas. Joder. Me encantas.

Emily lo detuvo con una mano en su pecho. Sólo una mano, y él se detuvo, completamente a sus órdenes.

— Te quiero más profundamente.—dijo.

Draco jadeó lentamente y se deslizó fuera de ella. Emily se giró sobre su estómago y levantó su trasero para él, ofreciéndose.

Hizo un sonido bajo de necesidad. Ella arqueó las caderas más alto, invitándolo a tomar, a darse un festín.

Su control se hizo añicos. Estuvo sobre ella en un instante, levantando sus caderas más alto mientras se envainaba en un solo empujón. Emily gritó entonces, un sonido de tal placer que supo que hizo eco en por toda la casa, sintiendo que él golpeaba el punto más profundo de ella.

Draco la penetró, una mano se movió desde su cadera hasta su cabello, tirando de su cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su garganta.

Ella se entregó a él, y la falta de control fue embriagadora, tan placentera que apenas podía soportarlo. Empujó más fuerte, tan profundo con este ángulo que ella podría haber estado gritando de nuevo, podría haber estado sollozando.

La otra mano de Draco se movió entre sus piernas, su pene golpeándola, su cabello agarrado como riendas en una mano, su placer en la otra.

Ella estaba completamente a su merced, y él lo sabía, estaba gruñendo de deseo, golpeando con tanta fuerza que sus bolas la golpearon. El tacto sedoso la hizo estallar. Su clímax se estrelló sobre ella, fuera de ella, sus músculos internos apretándolo con fuerza.

Draco maldijo y gimió, el sonido hizo eco a través de la habitación, y se volvió completamente salvaje cuando la liberación lo encontró y llegó a su orgasmo. Ambos cayeron sobre la cama, completamente satisfechos y cansados al mismo tiempo.

— He hecho un desastre contigo.—dijo él, aún con la respiración agitada.

— Me gusta.—lo calmó ella, sonriéndole.

Emily se acercó más a él, colocó la cabeza sobre su pecho y enrolló la mano alrededor de su cuerpo.

Se sentía bien. Tan jodidamente bien.

Él comenzó a trazar círculos sobre la espalda desnuda de la mestiza.

— Quiero montar un altar para arrodillarme y adorarte cada día de mi vida —le dijo con voz ronca—. Porque soy devoto a ti y eres mi adoración.

La piel de Emily se erizó tras esas palabras.

— Si vamos a hacer esto debo contarte algunas sobre mi.

Ella colocó las manos sobre el pecho de Draco y la barbilla sobre sus manos.

— Puedes hacerlo cuando te sientas listo.

— Me siento listo.—aseguró él, remojando sus labios.

— Entonces te escucho.

Su manzana de Adán se movió de arriba abajo cuando tragó saliva.

— Conocí a Arabella Rowle en mi cuarto año de Hogwarts —comenzó a hablar lentamente, tomándose su tiempo—. Fue transferida de Durmstrang a Hogwarts con catorce años y desde ese entonces, yo dejé de competir con Granger para hacerlo con ella.

La mano de Draco permaneció sobre la cabeza de Emily sin moverla; su mirada perdida como si estuviera divagando en su memoria.

— Aunque mi madre me había dicho varias veces que, los sangre pura son amigos y no enemigos, eso no evito que yo tratara de molestarla todo el tiempo. Cuando su calificación era una 'S' yo trataba de ganar una 'E'. Y constantemente era así.

» En Hogwarts, tal vez no lo hacían con esa mentalidad, pero nos enseñaban a competir uno con otros; ella pertenecía a Ravenclaw, yo a Slytherin, y es por eso que ella era una bruja con una mente extraordinaria, mucho más inteligente que yo.

— ¿Y era bonita? —inquirió.

Él la vio a los ojos y asintió.

— Era preciosa —suspiró—. A mis quince años, mi mente cambió un tanto; ya no la miraba como una competencia, la miraba con otros ojos. Me gustaba y, aunque no lo aceptaba, hacía de todo para ganarme su confianza. Mis notas empeoraron un tanto solo para que ella fuera la mejor de la clase, deje de molestarla y comencé a acercarme más a ella.

» Antes de las vacaciones, comenzamos a salir. La invité a la mansión, mi madre estaba encantada con ella al igual que mi padre. Poco a poco comenzamos a convivir con su familia y, en fin —suspiró—, ellos eran seguidores de Voldemort al igual que nosotros, eso fue lo que más nos unía. Cuando me convertí en mortifago, ella me ayudaba, me cuidaba y trataba de consolarme siempre...

» Arabella era una mujer que, pensaba con la cabeza y no con el corazón, aunque yo era su novio, ella tuvo la excelente idea de conquistar a Granger. Así que lo hice, o traté de hacerlo, porque sinceramente era imposible para mi cortejar a otra persona que no era Arabella.

» Comenzó la batalla y yo ya era cercano a Granger, nos veíamos de vez en cuando para... bueno, acostarnos y, segun compartir información de nuestros bandos. Ella me contaba cosas de la Orden y yo le daba información falsa de los mortifagos.

» Todo iba excelente, Arabella y yo nos comprometimos meses antes de la guerra y —sus ojos se cristalizaron un poco. Él parpadeó para ahuyentar las lágrimas—, Voldemort ganó la batalla, subimos al poder; mi padre se convirtió en ministro de magia y yo la segunda mano del Señor Tenebroso, junto a mi prometida la cual me ayudaba en todo y Granger quien me daba información importante.

— ¿Granger sabía de tu compromiso con Arabella?

— Sí, ella lo sabía todo. Al principio me acerqué a ella diciéndole que quería remediar mis errores con ella. Claramente, no me creyó, pero Granger era muy amable para su propio bien y decidió darme una oportunidad. Comenzamos como amigos y poco a poco la comencé a seducir —puso los ojos en blanco—. Le dije que sólo la deseaba y ella aceptó que ella me deseaba a mi, así que hicimos el trato que nos acostaríamos y aportaríamos información, solo eso.

Emily tarareó levemente, escuchando cada palabra saliente de los labios del rubio. Era obvio que le dolía contarlo, es por eso que Emily estaba agradecida con él por abrirse con ella.

— Sabía que tenía una relación con Arabella y ella tenía una con Weasley, así que era algo casual —hizo comillas con los dedos—. Todo iba excelente, siempre estabamos un paso más adelante que la Orden, gracias a la información que me proporcionaba Granger.

» Sin embargo, a Voldemort no le agradaba tanto que mi prometida fuera mi primera opción en todo, que la ponía por encima de todo y, que algunas veces, rechazaba una que otra misión solo porque ella me lo pedía.

— Estabas enamorado.

— Sí, lo estaba...

— ¿Y qué pasó después?

— Semanas antes de que se desatará la guerra en Hogwarts, Arabella desapareció; la estuve buscando hasta que Voldemort me mandó a llamar y cuando llegue me entere que él tenía a Arabella secuestrada —otro pesado suspiró—. Él dijo que ella no era buena para mi, que se entrometía mucho en mi trabajo y que necesitaba alejarme de ella.

La mano de él abandonó la cabeza de Emily, desvío la mirada y tragó duro.

— ¿Y entonces, Draco? —inquirió con el corazón retumbando en su caja torácica.

— Me obligó a matarla —exhaló con fuerza—. Utilizó la maldición Imperius contra mi, y lamentablemente yo... Yo no era tan fuerte como para resistirme a la maldición. Levante la puta varita, apunte a mi prometida y la maté a sangre fría, sin siquiera parpadear ni respirar. Lo hice como si ella... Como si ella no fuese nada para mi.

A Emily se le atascó la respiración, abrió un tanto los ojos y su corazón se rompió en pedazos al ver a Draco tan consternado.

— No fue tu culpa, Draco. Tú no quisiste hacerlo.

— Me costo mucho darme cuenta de ello, pero cuando mate a Voldemort con mis propias manos, me di cuenta de la diferencia de matar en tus cinco sentidos y no bajo la influenza de la maldición Imperius.—humedeció sus labios y empezó nuevamente a acariciar el cabello de Emily.

— ¿T-tú mataste a Voldemort?

— Potter me ayudó inconscientemente cuando fue en busca de los Horrocruxes y los destruyó casi todos... Solo le faltaba la maldita serpiente y esa le fue imposible destruir. Así que lo hice yo y después lo maté a él. Me tome mi tiempo para hacerlo, pero los disfrute.

Los ojos grises de Draco se oscurecieron un tanto cuando mencionó eso. Después prosiguió hablando.

— Después del secuestro de Arabella, días antes de la guerra, quedé con Granger, me acosté con ella, le saqué toda la información posible y durante el acto la dormí y la encerré dentro de esa habitación que hay en el tercer piso de la mansión Malfoy.

— ¿Por qué?

— Porque estaba enojado y quería que Potter y sus amigos sintieran lo que yo sentí cuando perdí a Arabella, quería que creyeran que estaba muerta, pero de alguna manera se enteró de que no lo está.

— ¿Ella sigue allí?

— Sí.

— ¿Despierta?

— Sí.

— Merlin...—murmuró.

— Sé que es cruel, pero —se encogió de hombros— no me importa.

— Pero ella...

Él la interrumpió.

— No me importa, Emily. Y no trates de convencerme que está mal.

Ella aceptó con una exhalación, pues sabía que era un caso perdido tratar de convencerlo que estaba mal y que no debía hacer eso.

— No te bese por ella, por Arabella.

— ¿Qué tiene que ver?

— Compartir un beso es como compartir tu corazón y tus secretos más personales; con un beso se puede decir cosas que con palabras es imposible, y cuando comencé todo ese juego con Granger, le prometí a Arabella que no probaría los labios de ninguna mujer más que los de ella.

Ella se sintió tan apenada al recordar cuantas veces le había exigido besarlo.

— No es necesario besarnos si...

Quedó silenciada una vez más cuando Draco colocó la palma de su mano sobre sus labios para callarla.

— Y entonces, cuando yo estuve bajo la maldición Imperius con la varita apuntando a su corazón, ella me dijo que esa promesa solo se podrá romper cuando encuentre a alguien a quien de verdad sienta que merezca darle mi corazón y compartirle todos mis secretos. Entonces apareciste tú, Em... y me di cuenta que merecías saber todo sobre mi y que podía compartir mi corazón contigo.

Ella ahuecó su rostro con sus manos y unió sus labios en un beso profundo. De repente, ella se sentía nuevamente mojada y lista para tenerlo nuevamente en su interior.

— Hazme el amor nuevamente.—murmuró sobre sus labios.

— ¿Por qué no me follas tú esta vez?

Ella golpeó su hombro con suavidad.

— Hicimos el amor, no follamos.

— Entonces hazme el amor.

Eso fue lo único que Emily necesitó para subirse sobre el regazo de Draco. El cabello cayéndole sobre la espalda, las manos apoyadas sobre su pecho y el pene de Draco —erecto nuevamente— en su interior.

Se sentía aun mejor así, sin nada que los protegiera. Su pene palpitaba en su interior y se sentía exquisito.

Comenzó a mover las caderas de lado a lado y luego en círculos, sintiendo como con cada segundo que pasaba, él se ponía más duro en su interior.

Su pene golpeaba el punto perfecto para que el placer fuera más que suficiente. Sabía que en cualquier momento ella llegaría al orgasmo por segunda vez en la noche, pero no le importó, siguió moviéndose cada vez más rápido.

— Sostente de la cabecera.—exigió con voz autoritaria.

Y ella no dudó al hacerlo. Apoyó las manos sobre la cabecera y dejó que Draco tomará el control. El hombre colocó ambas manos sobre sus caderas, la marca tenebrosa a la vista al igual que el tatuaje sobre su cuello, y entonces la embistió una vez.

El cuerpo de Emily rebotó hacia arriba por la estocada de Draco, la cual fue lenta, pero con fuerza.

— Más.—gimió ella.

Entonces él volvió a embestirla de la misma manera.

— Más.

Otra estocada impacable, haciendo que sus senos rebotaran y de sus labios brotaran gemidos.

— Más, más.

Draco la penetró una y otra vez, hasta que marcó un ritmo constante y sus movimientos se sincronizaron.

Él atrapó su seno en su boca, succionó su pezon y lamió alrededor de su areola sin detener sus embestidas.

Una y otra y otra vez, hasta que sus cuerpos se empaparon de sudor; el cabello de Emily se pegó a su espalda y su voz salía ronca.

— ¿Estás cerca?

— Sí —gimió—. No te detengas.

Pero él lo hizo, detuvo sus movimientos de repente y tiró de ella hacia abajo. Atrapó sus labios una vez más, porque sentía que nunca tenía suficiente de ella y de sus besos, porque no estaba satisfecho con probarlos una vez, necesitaba más y más.

Ellos hicieron el amor toda la noche, probaron sus labios, se lamieron en lugares íntimos y ahogaron sus gemidos entre sus labios. Se llevaron una y otra vez al orgasmo y no se detuvieron hasta que el amanecer se abrió paso al cielo y el sol tomó su lugar.


—-

Holi, holi. YA VIERON? Me andan funando por tiktok MEMEO

¿Como están? ¿Qué hacen?

Opiniones sobre el nuevo cap? >>>>

No olviden seguirme en Instagram: badmalfoy7

Las tqm.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro