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Emily.                         𝔦𝔫𝔦𝔱𝔦𝔲𝔪.                         𝐿&𝒟.


A primera hora del día, la puerta comenzó a sonar. Un hombre de cabello largo, alto y vestido de negro le pidió a la familia Cresswell abandonar su hogar y reunirse con las demás personas en el centro del callejón Diagon.

De inmediato la familia Cresswell se vistieron y salieron al exterior, apareciéndose en el lugar mencionado.

El lugar estaba llenó de magos y brujas de todas las edades, pero lo único que llamó la atención de Emily eran los mortifagos que se encontraban ahí. Algunos llevaban máscara, otros simplemente se paseaban con el rostro descubierto.

El callejón Diagon estaba dividido entre las familias de sangre pura y las mestizas. Aquellas que eran de sangre pura se encontraban del lado izquierdo; todos bien vestidos y con la mirada altiva, mientras que los mestizos se encontraban del lado derecho, sus ropas no eran las mejores y algunos tenían heridas visibles en su rostro, manos y brazos.

Emily restregó las manos sobre su vestido, tratando de eliminar el sudor de sus manos mientras sentía su corazón golpear dentro de su caja torácica con agresividad.

Sus ojos viajaron por todo el lugar, buscando a dos de sus amigos, pero nadie conocido ante sus ojos se encontraba en aquel lugar.

Sintió a alguién tirando de su vestido y bajo la mirada para ver a su hermanita, la cual tenía los ojos cristalizados.

— ¿Qué pasa? — le preguntó.

— ¿Por qué estamos aquí?

— No lo sé, Feyre.

La niña de cabello castaño asintió y giró hacia su madre, pidiéndole que la alzara.

Una voz resonó en todo el lugar, llamando la atención de la gente. Todos alzaron las miradas y voltearon a los lados, buscando de dónde provenía aquella voz. Sin ningún resultado, las personas comenzaron a murmurar entre ellas.

— ¡Magos y brujas! — la voz volvió a sonar —. Se preguntarán por qué están aquí reunidos y pronto le daremos la respuesta. Cómo sabrán, Lucius Malfoy ha fallecido.

Emily recordó que hace exactamente una semana, una noticia sobre la muerte de Lucius Malfoy había tomado lugar entre su gente. Se decía que el hombre falleció de una muerte natural. Sin embargo, Emily no creía que fuera cierto. Nada de lo que decían ellos era cierto, todo era mentira.

— Su hijo Draco Malfoy tomará su lugar en el ministerio, como ministro de Magia.

La respiración de Emily comenzó a acelerarse ante lo obvio. Todos sabían que si algún día el señor Malfoy muriera, su heredero tomaría su lugar, pero ese no era el problema... El problema era que Draco Malfoy era aún más desquiciado y malvado que Lucius Malfoy. Y ahora todos estaban en sus manos.

Escuchó un fuerte estallido y minutos después tres nubes espesas y negras aparecieron volando sobre el cielo, para después posicionarse sobre el suelo y caminar entre las personas. Severus Snape, Draco y Narcissa Malfoy estaban entre ellos. Caminando con la espalda recta y la mirada al frente.

El rostro de Draco Malfoy estaba cubierto con una máscara gris, la cual se le conocía como la máscara de los mortifagos, mientras que Narcissa y Severus se encontraban con el rostro descubierto; la mirada gélida y altiva.

— La ultima petición de su ministro Lucius Malfoy fue clara; su heredero deberá contraer matrimonio para tomar el puesto de ministro.

Emily se dio cuenta que la voz provenía de Severus Snape, el hombre cuyo cabello era largo, negro y grasoso.

— El día de hoy cada familia de sangre pura y mestiza recibirán una visita, en donde tendrán que llenar un formulario para validar si son dignas para el matrimonio — informó —. Solo treinta y cinco mujeres podrán llegar a la mansión Malfoy, para convivir con el heredero y así ganarse su corazón. Sin embargo, cada cierta fecha el joven Malfoy decidirá quién volverá a sus respectivas casas y quién seguirá en la mansión Malfoy.

Emily tragó duro. Su corazón se aceleró aún más y sus manos se humedecieron en sudor. No esperaba esto. No quería esto.

Giró a ver a su madre, la cual no quitaba la vista de al frente y miraba con odio a las personas. Su padre estaba al lado de su madre, con mirada gélida y el ceño fruncido.

Nadie se sorprendió. No se escucharon murmullos, tampoco cambiaron de expresión... Todas las personas a su alrededor parecían unas estatuas.

— Eso es todo — concluyó —. Esperen las visitas y sean amables.

Dicho eso, Snape y los dos Malfoy, volvieron a esfumarse en tres nubes negras y espesas, las cuales volaron sobre el cielo y después desaparecieron.

Los pocos mortifagos que quedaron, comenzaron a acercarse a toda la gente; pidiéndole que escribieran sus nombres y apellido sobre una hoja, para después desaparecer.

Todos volvieron a respirar, algunos dejaron salir un gran suspiró y otros chillaron.

— Tenemos que irnos a casa.— dijo su padre y los cuatro se cogieron de la mano para poder aparecer en su humilde hogar.

No era una gran casa, todo lo contrario, era una casa pequeña de dos pisos y dos habitaciones.

Al entrar, su padre dejó salir una gran bocanada de aire y se sentó sobre el sillón mientras que dejaba descansar sus codos sobre sus rodillas. Tenía la expresión preocupada, y Emily sabía que así era.

Nadie se esperaba esto.

Amanda cogió asiento junto a Atticus y empezó a acariciar su espalda, en un intento de calmarlo.

Emily dudó en acercarse, pero minutos después ella también se sentó junto a su padre.

— ¡No puede ser verdad! — gruñó.

— Atticus, ¿qué vamos a hacer?

— No hay nada qué hacer, Amanda.

— ¡Podemos irnos, Atticus! ¡Debemos irnos!

— Ya saben quiénes somos.

— ¿Emily vivirá en la mansión Malfoy? — preguntó Feyre, con lágrimas sobre sus mejillas.

— No, Feyre — aseguró Emily —. No viviré en la mansión Malfoy.

El ambiente en su casa estaba denso, tanto que podría cortarlo con un cuchillo. Le costaba respirar y aunque lo único que quería era llorar, se negaba a hacerlo.

Empuñó las manos y esperó una respuesta por parte de su padre, la cual minutos después llegó.

— Lo siento mucho, Emily — musitó —. No hay nada que podamos hacer.

Emily asintió con la cabeza, sintiendo las lágrimas derramarse por sus mejillas. Se puso de pie y emprendió sus pasos hacia la habitación.

No sabía por qué sus padres reaccionaban de tal manera, igual nada era seguro. De treinta y cinco niñas, ella seguramente no entraría. Habían mujeres mucho más bonitas que ella y más agraciadas.

Su mente voló a Thomas, y se preguntó si él estaba también en el callejón. Si estaba preocupado por ella.

Pensó en mandarle una carta, pero era poco probable que sus padres la dejaran salir ahora, y no contaba con ningún búho para poder hacerle llegar la carta sin necesidad de salir.

Escuchó un ruido abajo seguido de una voz, y con rapidez comenzó a bajar las escaleras; viendo a su amiga Lily en el umbral de la puerta hablando con su madre.

— ¡Lily!

— Oh, Emily — si madre se hizo a un lado, dejando pasar a la chica —. ¡Te estuve buscando!

— Vamos a mi habitación.

Ambas subieron y se encerraron en el dormitorio de Emily. Lily tenía una gran sonrisa y los ojos brillosos a causa de eso.

— ¿Lo puedes creer? — chilló —. Hay posibilidad de convertirnos en una Malfoy.

— ¿Y eso tendría que emocionarme, Lily? — atacó—. No hay nada de emocionante en eso. No quiero volverme una Malfoy.

— ¡Tú estás loca! Solo imagínalo, Emily. Nunca más nos evitarán por no ser sangre pura. ¡Tendremos mucha ropa y comida!

— Si tener amigas, ropa y comida debo ser una Malfoy, entonces estoy bien con la poca ropa que tengo.

— Tú no quieres participar por Thomas.

— No es cierto.

— Claro que lo es, y todos lo sabemos, Emily.

— ¿Lo has visto? — cuestionó.

— No, no le visto desde el día de ayer.

— ¿No estaba en el callejón?

— Seguramente — se encogió de hombros, restándole importancia —. Pero el callejón estaba tan lleno que me fue imposible buscarlo.

— Sí, tienes razón.

— Solo vine para comentarte esto, Emily. Ya debo regresar a casa, pues tengo que arreglarme.

— ¿Lily, podrías hacerme un favor?

— Claro.— aceptó, sonriente.

Emily buscó una pluma y la remojó en la tinta fresca, para después ponerse a redactar una corta carta a Thomas donde le pedía verse esta noche.

— Dásela a Thomas.

— ¿Debo tocar y preguntar por él?

— No, simplemente tírala bajo la puerta. Su familia la verá y se la entregará.

— Bien. Entonces nos vemos en la mansión Malfoy.

La familia Cresswell estuvo toda la tarde esperando la dichosa visita. Las manos de Amanda temblaban mientras servía en los platos la sopa y arreglaba la mesa.

Entonces sonó el timbre de la casa, y Emily detuvo sus movimientos.

Sintió como un peso de posicionaba sobre su pecho y le costaba respirar ante eso.

Su madre con manos temblorosas abrió la puerta, dejando ver a un hombre alto, con el rostro cubierto y unos papeles en la mano izquierda. Entró sin siquiera pedir permiso, cogió una silla y tomó asiento.

— ¿Atticus Cresswell?

— Soy yo.— dijo su padre y se acercó al señor.

— ¿Emily Cresswell?

Dio unos cortos pasos al frente y se presentó.

— Siéntate, niña.— espetó el hombre, haciendo que Emily pegará un respingo y se sentará sobre la silla más próxima a ella.

— Estoy aquí para validar si la señorita Creswell es digna para contraer matrimonio con el joven Malfoy. Le preguntaré cosas y usted tendrá que responder. Respuestas cortas y precisas, sin divagaciones y sin mentiras.

Emily asintió temerosa.

— ¿Escuchó? — ella volvió a asentir —. Entonces hablé.

— Sí, escuché.

— Empecemos — se aclaró la garganta y sus ojos viajaron sobre la hoja de papel que tenía al frente —. ¿Nombre completo?

— Emily Jane Cresswell Smith.

— ¿Sangre pura, mestiza o sucia? — arqueó una ceja en su dirección.

— Mestiza.

— ¿Eres traidora de la sangre?

— No, señor.

— ¿Edad?

— Veinte años.

— ¿Estatura?

No entendía muy bien por qué tenía que hacerle preguntas tan tontas, pero se limitó a contestar cada una de ellas, como; color de pelo, color de ojos, complexión, frio o calor, lado preferido de la cama.

Su madre le ofreció al señor un vaso de agua, el cual fue rechazado al instante.

— Bien — dijo apuntando la última cosa —. Ahora lo más importante, ¿es virgen?

Su madre dejó salir un chillido, y Emily abrió los ojos con sorpresa mientras que su padre se limitaba a mirarla con atención.

— Sí.— respondió Emily.

— Eso es todo — concluyó y se levantó —. Mañana serán avisados si su hija es digna.

Ninguno de los cuatro volvieron a hablar en toda la noche, se limitaron a cenar y a verse de vez en cuando a la cara.

Todo se sentía incómodo, tenso y raro. Lo único que Emily pedia era no ser digna como ellos lo llamaban.

Una luz parpadeante proveniente del exterior, despertó a Emily de su sueño. Se frotó los ojos y estiró los brazos, luchando contra el sueño que la dominaba. Se aproximó hasta la ventana e hizo a un lado las cortinas que privaban al sol de despertarla por la mañana.

El cielo seguía estando oscuras y algunas estrellas lo salpicaban dándole luz a la calle. Emily bajo la mirada y vio a Thomas con una lámpara y una sonrisa sobre su rostro.

Le sonrió de vuelta y cogió un abrigo con rapidez mientras abría la puerta con total sigilo y bajaba las escaleras hasta llegar a su cocina.

Al salir de la casa el frío viento golpeó su cara, haciendo que su piel se erizara ante el tacto. Se aproximó a Thomas y con un abrazo lo envolvió, buscando calor en su cuerpo.

— Hola, Emily.— susurró cerca de su oreja.

— Thomas.

— ¿Me permites? — cogió su mano y ambos comenzaron a caminar.

— ¿Estuviste en el callejón, Thomas? — cuestionó mientras llegaban a una casa abandonaba y se adentraban en ellas.

Los dos se sentaron sobre el suelo, mirándose a los ojos.

La luna se colaba por la ventana y alumbraba el lugar, permitiéndoles ver sus ojos brillosos y sus sonrisas.

Todo era mejor cuando se encontraba junto a Thomas.

— Sí. Algunos mortifagos vinieron a buscarnos por la mañana.

— A nosotros también.

— Todo estará bien, Emily. No te preocupes.— se acercó a ella y la envolvió en un abrazo protector.

— Thomas, yo no quiero...

— Lo sé, pero no hay nada más por hacer. Este mundo no es nuestro, nunca lo fue.

— Deberíamos pelear.

— ¿Pelear, Emily? ¿Ya olvidaste lo qué pasó cuando pelearon contra los mortifagos?

— Pero Thomas, esto no es justo.

— Nadie dice que lo sea, Emily, pero pelear contra ellos es imposible. ¿Dónde está el gran Harry Potter? Nadie sabe de su paradero. Ha abandonado a todos para ponerse seguro a él y a los Weasley.

Emily aún tenía esperanza en Harry Potter. Tenía la esperanza de que algún día todo esto acabaría. Pensó en refutar, pero no quería pelear con Thomas.

— Bueno. Olvidemos esto.— le pidió mientras se posicionaba frente a él.

El chico asintió mientras acercaba su cara a la de ella y juntaba sus labios en un pequeño y tierno beso, haciendo que todo a su alrededor se sintiera mas lento.

— ¿Crees qué me acepten? — preguntó, interrumpiendo el beso.

— No lo sé, por eso es mejor aprovechar la noche. ¿No crees? — arqueó una ceja y sonrió mientras buscaba algo en una bolsa de tela.

Emily vio cada movimiento de Thomas, esperando a ver qué buscaba en aquella bolsa. Cuando por fin encontró lo que estaba encontrando, se puso de pie y sacó una manta de color azul.

— ¿Para qué es eso? — cuestionó, con una risa nerviosa.

— Para disfrutar la noche, Emily.

— ¿Disfrutar la noche? — su mente maquinó hasta darse cuenta sobre qué hablaba Thomas —. Yo... Thomas, no creo que esto sea bueno.

— ¿No? Yo creo que sí.

— No, no — ella se puso de pie y llevó sus manos hacia sus brazos —. Lo siento, pero debo irme.

— ¿Irte? — preguntó y rió —. Merlin, Emily, no tenía pensado hacer nada contigo. Solamente recostarnos y platicar.

— ¿Sí? — él asintió —. ¿Estás seguro?

— Claro que lo estoy — aseguró y se recostó sobre la manta —. Ven aquí.

Dubitativa, Emily se acercó y se recostó junto a él mientras que Thomas la envolvía con uno de sus brazos y se cernía lentamente sobre ella.

— ¿No íbamos a platicar?

Él ladeó la cabeza y arrugó la nariz.— Podemos platicar sin hablar.

— ¿Cómo es eso? — preguntó, realmente nerviosa.

Él volvió a acercarse a ella y junto sus labios en otro beso. Sus manos subieron por el costado de Emily y llegaron a su cuello, acariciandolo con suavidad.

Sus labios sobre los de Emily eran precisos, rápidos y constantes mientras que sus manos viajaban por su cuerpo acariciando cada centímetro de su piel.

Emily se erizó ante el tacto y envolvió sus dedos entre el cabello de Thomas.

Él bajó sus besos por el cuello de Emily, hasta llegar a su pecho.

— Thomas — habló —. Thomas, para.

— Emily, he esperado por ti mucho tiempo. Probablemente te irás y probablemente te casarás con ese estúpido, ¿por qué no aprovechar esta noche? — la miró a los ojos, esperando una respuesta.

— Porque no quiero hacerlo y debes respetar mi decisión.

— La he respetado por mucho tiempo, cariño.

— Mejor me voy.— le dio un empujón y se arregló el abrigo.

— ¿Me dejarás así?

— Hablamos mañana.

— Mañana no estarás aquí, Emily. Y te arrepentirás por no permitir que esto pase.

— ¿Cómo estás tan seguro? — lo encaró. Su pecho subía y baja con rapidez debido a su respiración acelerada —. ¿Acaso te han dicho que yo seré la elegida?

— Puede que no seas la elegida, pero momentos como estos son muy pocos.

— ¡Momentos como estos hay muchos, Thomas! — exclamó —. Si me quieres respetarás mi decisión y esperarás.

— Es mejor que te vayas.— cruzó los brazos sobre su pecho y su mirada se tornó oscura y furiosa.

— ¿No te disculparás?

— ¿Por qué hacerlo?

Sus ojos se cristalizaron y sintió su corazón partirse por la mitad.

— ¿Nos veremos mañana?

— No, Emily. Me cansé de esperar por ti.

— ¿Estás seguro, Thomas?

— Sí, estoy muy seguro.— se agachó, cogió la manta y salió de la casa abandonada sin siquiera mirar atrás.

Limpió las lágrimas que habían sobre sus mejillas y retomó su camino hasta llegar a su casa. Entró con cuidado y subió a su habitación para llorar hasta el amanecer.

Tenía sueños con Thomas. Quería una boda junto a él y una familia. Él era el hombre de sus sueños y ahora se los había arrebatado. No la quería, simplemente la deseaba.

Sus lágrimas empaparon su almohada y su corazón palpitó de dolor, hasta que sus ojos se cerraron y entró en un sueño profundo.

No olviden votar y dejarme saber su opinión sobre la nueva historia. Deséenme suerte y reprendan los bloqueos de escritor. *llora*

Pd; los capítulos se ponen buenos desde el cap 5 :) lo prometo.

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