6.
¿Por qué esconderle aquella nota a su esposo?
Sinceramente SeokJin desconocía el porque esconder aquella nota que el pelirubio le había extendido antes de su partida. No lo entendía. Sí bien no decía nada malo, Jin se encontraba simplemente sentado y en silencio en su escritorio con la mirada pérdida en alguna parte de la gran oficina de su esposo, quién no tardó en darse cuenta de su mirada tan extraña.
—¿Jinnie? —lo llamó tiernamente, intentando llamar su atención —Jinnie, ¿estás bien? —volvio a insistir.
Jin, aún se hayaba pérdido en alguna parte de aquella reunión de la mañana, donde aquél pelirubio no dejaba de observarlo constante y discretamente, generando le gran intriga.
Por alguna extraña razón su rostro se le hacía conocido, sentía que lo había visto antes en alguna otra parte pero no recordaba donde, ni cuando, algo verdaderamente frustrante pues tenía demasiada intriga sobre ese hombre bastante bien parecido.
—¿Amor? —soltó una vez más su bello esposo, captando por fin su atención.
—¿Q-qué? ¡Ehh! —contestó confundido —Mande HoSeokie —agregó con una sonrisa de media luna.
—¿Estás bien amor? —algo dentro de aquél pelinegro le decía que había algo extraño en el comportamiento de su lindo esposo pero no sabía qué era por supuesto.
—S-si, si estoy bien —se apresuró a contestar, sintiendo los latidos de su corazón acelerarse por mentir.
Porqué desde luego no estaba bien, él mismo lo sentía.
—¿Y bien? —preguntó un tanto enredado TaeHyung, mientras salían tranquilamente de empresas Jung —¿Que decía la nota que le diste a Jinnie?
—¿T-te te diste cuenta? —contestó confuso YoonGi, no se percató que había sido tan descuidado —¿Crees qué el tal HoSeok se haya dado cuenta?
TaeHyung negó lentamente con la cabeza —En ese momento él me estaba mirando a mí —soltó un poco risueño.
Con serenidad ambos se adentraron a su auto, admirando una última vez aquél complejo donde yacia Jin ahora con vida.
—Tenemos que buscar donde ir a dormir —con la prisa de ver a Jin, se olvidaron ambos completamente de que tenían que encontrar un lugar donde estar.
—Busquemos una casa —mencionó un poco distraído TaeHyung —Los Hoteles no me gustan.
—De acuerdo —agregó el pelirubio sin mucho ánimo y totalmente pérdido en sus pensamientos.
—¿Por qué tan complaciente hyung? —preguntó asegurándome de usar la palabra que él detesta utilice.
—Porqué tienes un contrato que hacer —me recuerda con diversión sobre su rostro, lo cuál me alegra pues lo último que quiero es verlo mal por lo que estaba pasando con Jin.
—Bien, lo haré porque ahora somos socios —cante risueño.
Los ojos oscuros y penetrantes de Min, se dislumbraron por mi reciente broma.
A lo largo del recorrido a la casa donde nos quedaríamos, nuestra conversación se entró en aquél contrató que habíamos hecho con Jin, pues teníamos mucho papeleo que hacer, ya que en ningún momento lo consultamos con la carga de trabajo de nuestras respectivas empresas, claro estaba también que era una muy buena inversión que desde luego contaría con más de un socio, algo realmente bueno pues el costó de cada uno sería menor.
—Llegamos —la casa frente a nosotros, era prácticamente del tamaño de mí departamento y el departamento de Min, juntos.
La casa de dos pisos frente a nosotros, era de un perfecto y pulcro color blanco, el jardín frente a la casa, era extenso, totalmente rodeado de un hermoso pasto verde claro, el cuál parecía recién cortado y regado.
—¿Y esta casa? —pregunté con un poco de ignorancia, pues jamás había oído que YoonGi, hubiera venido a Daegu.
—Ese día que Jin aceptó casarse conmigo, la compré —menciona con una sonrisa triste sobre su rostro —Cuando me enteré que supuestamente murió, mi madre la iba a vender pero me rehuse a creer que él estuviera muerto, así que no permití que la vendiera, por lo menos no hasta que viera su cuerpo inerte frente a mí, luego los días, semanas, meses y años pasaron sin una sola noticia de él, así que supe que él en verdad estaba vivo.
Intentó acomodar lo más que puedo el vendaje sobre mi cabeza pero me es difícil pues no puedo moverlo por mi mismo o podría hacerme daño, según palabras de mi doctor. Quiero verme lo más presentable para Jin, cuando regresé de casa de sus padres, lo cuál espero sea pronto, ya que apesar de haberse ido tan solo media hora, ya lo extrañó.
Dentro de mi pecho los latidos de mi corazón están acelerados, siento clara y perfectamente como si mi corazón quisiese salirse de adentró.
Un mal presentimiento, lo llama mi madre.
Mis padres, se encuentran fuera de la habitación, con cara de pocos amigos. Hasta hace solo unos minutos yacian en el cuarto conmigo pero tan pronto el teléfono de mi padre sonó ambos salieron al pasillo, para tener más privacidad.
Sus ojos están fijos sobre mí, me miran con tristeza.
Algo no está bien, es lo primero que pienso y siento.
Calmadamente mi madre se adentra al cuarto con su mano entrelazada a la de mi padre, ambos se miran con duda y nerviosismo.
—¿Qué pasa? —preguntó un tanto inquieto, ya que no me agrada nada el rumbo que esta tomando está conversación.
—Escucha amor, tienes que ser fuerte —es lo primero que menciona mi madre, pasando su suave y tersa mano sobre la parte baja de mi barbilla, algo que de pronto detesto, pues ya no soy más un niño chiquito.
—¡¿Que es lo que está pasando?!
Estoy comenzando a alterarme, algo que no es realmente bueno por mi condición.
—Tranquilo hijo —las palabras de mi padre, son calmadas de igual manera que las de mi madre pero aún así alcanzó a percibir su preocupación en ella —Te vamos a decir lo que está pasando pero tienes que mantenerte tranquilo, ¿de acuerdo? —asiento fingidamente.
—Jin...
—¡¿Jin?!
Ahora entiendo la llamada tan extraña que recibio mi padre, así como las miradas entre él y mi madre.
Mi cabeza está comenzando a punzar constante e insesantemente —¡¿Que pasó con él?! —tan pronto como puedo darme cuenta, ya estoy sacando mis pies fuera de la delgada sábana.
—Cariño, no te levantes —clama mi madre con suavidad, impidiendome levantarme, junto con mi padre.
La máquina al lado izquierda de la gran cama, está comenzando a sonar más y más rápido y fuerte. Tanto que se está convirtiendo en un sonido tortuoso.
Todo a mi alrededor se está nublando —Mamá, por favor —una punzada, dos punzadas, dentro mi pecho, punzadas que me están quemando horriblemente —¿Que es lo que pasó con Jin? —vuelvo a preguntar está vez, un tanto mareado.
—Llama al médico, por favor —le pide entre sollozos a mi padre, quién inmediatamente sale de la extensa habitación. Una vez él ha desaparecido de nuestro campo de visión, mi madre me mira con tristeza —El automóvil en el que iba Jin, a casa de sus padres, tuvo un accidente...
Mi respiración esta comenzando a entrecortarse —¿Y él? ¿Cómo está él? —preguntó, intentando mantenerme sereno.
—Cariño... —susurra con ternura, sujetando fuertemente mis manos entre las suyas —Falleció... —esas últimas palabras de mi madre, son como un cuchillo fuertemente clavado sobre mi pecho.
Perdiendo todo control sobre mí, sobre la situación, me levantó rápidamente de la cama, apartando a mi madre a mi pasó, saliendo lo más rápido que puedo de la habitación, corriendo lo más que puedo hacía el ascensor.
Porqué eso no es cierto. Él está bien, está vivo. Algo dentro de mí me lo dice.
Las puertas del ascensor comienzan abrirse frente a mí pero antes de que pueda entrar, soy fuertemente sujetado por la espalda, con las pocas fuerzas que tengo logró zafarme de aquél agarré, velozmente volteó y frente a mí hay tres enfermeros —contando al que acabó de derribar— listos para tomarme e inyectarme algún tranquilizante.
—Amor, por favor —mi madre se encuentra detrás de aquellos enfermeros, mi padre la está sujetando firmemente para que no corra hacía a mí —Por favor, no hagas ésto más difícil.
Quiero gritarle a mi madre que ella no sabe nada de lo que estoy sintiendo justo ahora y que nunca lo sabrá pero mis palabras quedan atoradas en mi garganta en cuánto inmediatamente dos de los tres enfermeros frente a mí, intentan acorralarme contra las puertas del ascensor, lo cuál logra alterarme aún más, pues apesar de que logró golpear a uno en el rostro, el otro me ha tomado totalmente desprevenido y me ha inyectado un calmante que prontamente me noquea y caigo al suelo cuál costal de papas. Siento los brazos de mi madre rodearme como si estuviera muriendo.
—Jin... Él, está vivo —es una de las pocas palabras que logró susurrar antes de caer inconsciente.
—¿YoonGi?
—Sigo aquí —contestó, tan pronto me doy cuenta que me perdí en viejos recuerdos, recuerdos demasiado dolorosos.
—No te vayas así. Mejor enséñame el estudio, tengo un contrato que hacer —una sonrisa cuadrada y perfecta aparece sobre su rostro ya maduro a comparación de hace unos años.
—Bien, vamos.
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