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3.

Son alrededor de las 6 de la mañana, al menos eso es lo que parece por los pequeños rayos de luz de sol que están comenzando a iluminar la zona norte en el cielo. El cielo ya está tomando su clásico azul claro de verano, las escasas nubes sobre el son claras y blancas, como un algodón. El aire frío de la mañana es algo reconfortante para YoonGi, ya que puede sentir claro como es que los bellos de sus brazos largos empiezan a herizarse por el contacto directo del aire con su piel.

—¡Hace frío! —exclama el pelinegro al otro lado del auto de YoonGi, quién desde a noche no ha dejado de seguirle.

—Taehyung pensé que íbamos a ir a Daegu cada uno por su lado, en su propio auto —suelta el rubio, intentando que el tono de su voz no suene grosero.

—Me temo mucho que pensaste mal —menciona el menor mirando a YoonGi directamente a los ojos, la cual es una mirada divertida —. Abre que me congeló —pide, sacándole inevitablemente una pequeña sonrisa al mayor.

TaeHyung ni siquiera le puesto atención a las palabras del rubio.

Desde la estancia de YoonGi en el departamento de TaeHyung la noche anterior, el menor se dedicó a engañarle. Preparó tranquilamente su maleta en su presencia mientras conversaban sobre lo que harían al llegar a las empresas Jung. Le compañó hasta el estacionamiento con todo y maleta con el pretexto de dejar su equipaje de una vez en el auto, con la pequeñísima omisión de que sería en el auto de YoonGi, de igual forma que pasaría la noche en su departamento y que finalmente se irían en el mismo auto hasta Daegu.

—¿Por qué no puedes manejar tú, tu auto hasta Daegu? —pregunta Min, observando como lentamente TaeHyung subía al auto.

—¿Porque ir solo sí puedes contar con mi excelente compañía? —cuestiona, al mismo tiempo en que enciende el aire acondicionado con una sonrisa enorme sobre su rostro.

Y ciertamente YoonGi podía negarle eso, después de todo ambos se habían acompañado en los momentos buenos y malos, muy a pesar de los años y lo que ambos habían perdido.

—Es bueno que hayamos podido convencer a los padres de Jin de quedarse aquí, en vez de ir a Daegu —agrega Tae, mientras abrocha con cuidado su cinturón de seguridad.

—Sí, debemos saber que ocurrió estos años con Jin... —menciona el contrario, sujetando bien entre sus manos el cinturón de seguridad a su lado, pasándolo lentamente por la parte delantera de su cuerpo.

—¿Y tú? ¿Cómo estás? —Escuchando las preguntas que TaeHyung le está haciendo, YoonGi permanece en silencio.

El trayecto pronto se volvió tranquilo y callado. El mismo rubio no ha respondido a las preguntas de TaeHyung y él tampoco ha pedido que lo hiciera, debido a que sabía que entendía a la perfección el porque de su silenció.

El sol está comenzando a caer diferectamente sobre el auto, dislumbrando velozmente la vista, haciendo al mayor bajar la visera de su lugar, en tanto TaeHyung intenta acomodarse fallidamente sobre el asiento.

Los nervios en ambos son evidentes, no saben cómo es que van a reaccionar una vez que tengan frente a ellos, a Jin.

Dejando pasar una hora y media, entre música, leve plática y una que otras risas, por fin su trayecto parece estar finalizando en las empresas Jung, con nada más que un gran manojo de nervios.

Recordando las palabras del investigador privado, YoonGi espera que Jin acompañe a su esposo al trabajo como varias veces suele hacerlo. Aunque ciertamente el solo pensar en aquello le produce a YoonGi un dolor estomacal. Su, Jin, ya no es más su, Jin, ahora es de otra persona, algo que sinceramente nunca penso que podría llegar a pasar.

"Debimos habernos casado en secreto como él lo había dicho, por mucho que fuera una broma, sin importarnos qué así no se hicieran las cosas."

Son las únicas palabras que rondan por su mente una y otra vez desde que se entero que Jin estaba vivo y casado...

—YoonGi, mira —Rápidamente y sin poder evitarlo, el rubio dirige su mirada hacía donde apunta el dedo índice de TaeHyung y grande es su sorpresa, pues es Jin, tomado de la mano de aquel, que es ahora su esposo. Se ve lindo, realmente atractivo. Trae puesto un pantalón de mezclilla de color azul fuerte que hace juego con una camisa blanca y unos tenis del mismo color. Está sonriendo.

—Se ve feliz... —murmura, conteniendo las lágrimas en sus ojos que amenazan con salir.

—No tan feliz, como lo estaba contigo —TaeHyung, en un intento por hacerle sentir mejor dice aquello, aunque es imposible poder tomar en cuenta sus palabras.

No evitandolo, los recuerdos junto a Jin abordan la memoria del pálido y siendo consciente de todo aquello, sonríe con tristeza.

—Tan sólo disfrutamos de nuestro amor dos meses o tres... —pausa, sintiendo como las lágrimas en sus ojos caen por sus mejillas, no tardando en mojar sus labios —. Él, lo ha disfrutado un año —No creyéndolo, vuelve a hablar —. Creó que lo mejor será que sólo vayas tú, que sólo tú hables con él. Dile de sus padres, háblale de ti, pero omiteme a mí —pide en un susurro ahogado.

—No voy a hacer eso. Ese no es el Min YoonGi que yo conozco, el que él conoció, el cual lo estuvo buscando con desesperación hasta el punto de encontrarlo. No te cansaste, no te rendiste nunca y esté no va a hacer el momento de hacerlo, no te voy a dejar de ninguna manera.

—Te abrazaría pero sabes que odio las demostraciones de amistad —resoplando, YoonGi limpia cuidadosamente las lágrimas que han dejado rastro en sus mejillas algo regordetas.

—No tienes ni que decírmelo —bufa TaeHyung, dándole un último vistazo a su mejor amigo, a muchos metros de ellos —¿Vamos?

—Vamos.

Los latidos de mi corazón están bastante acelerados, oigo como resuenan en mi pecho velozmente, mi mano izquierda permanece tomada a la de Hoseok cosa que me está haciendo sentir aún más nervioso. Siento un leve bochorno dentro de mi camisa blanca, siento como comienza a extenderse hasta las palmas de mis manos algo que por supuesto no pasa desapercibido para Hobi.

—¿Te sientes bien lindo? —pregunta, mientras se detiene lentamente, tomándome de la otra mano también.

—Sí, sólo tengo algo de calor —me excusó, divisando el ascensor que ya se encuentra a solo un par de pasos de nosotros.

Con sólo un asentimiento por parte de mi bello esposo, nos encaminamos hasta el asensor, adentrándonos de inmediato una vez que las puertas del mismo se abren. Parados dentro alcanzó a percatarme de la presencia de un hombre de un metro ochenta y tantos, de tés pálida que me llama la atención. No lo había visto por aquí antes pero mi corazón late de manera descontrolada al verlo, es como si absurdamente lo reconociera.

—¿Tienes alguna una reunión? —preguntó, inmerso en la imagen de aquél hombre de cabellera rubia.

—Mmm, no lo sé. Recuerda que ayer no me dejaste venir a trabajar lindo —los recuerdos de la noche anterior invaden mi mente deprisa, soltando un suave suspiro —¿Te gustó nuestro aniversario? —pregunta, mientras toma parte de mi cintura entre una de sus manos, acercándome calmadamente hasta a él, hasta estar a sólo unos centímetros de la comisura de sus labios.

—¡Vamos! —exclamó tan pronto las puertas del asensor se abren de par en par, convirtiendo su agarré en mi cintura en una agarré de nuestras manos —Y a tu pregunta, sí. Me gustó mucho nuestro aniversario —completo mientras caminamos a su oficina.

La oficina de Hobi esta muy bien iluminada, los rayos del sol pegan maravillosamente por todos lados, hasta el más mínimo rincón esta iluminado por la luz del sol, eso es algo que le fascina completamente a él y a mí también sólo que no tanto como a Hobi. Su oficina espaciosa le permite tener no sólo un escritorio para él, sino uno también para mí. Pese a que no suelo venir mucho a la empresa desde nuestro departamento suelo encargarme de recursos humanos y me enorgullezco de decir que hago muy bien mi trabajo.

—Tengo un gran problema —musita mi ya no tan sonriente esposo —¿Me podrías ayudar Jinnie? —asiento levemente —Gracias, te lo compensaré —pausa, dándome un ligero apretón de manos —Tengo una junta en 5 minutos en la sala 2 pero también tengo a los dueños de dos muy importantes empresas de Seúl, esperando para hablar conmigo —en el poco tiempo que tenía de trabajar en la empresa nunca había visto tan apurado a HoSeok —¿Podrías atenderlos?

—Claro, yo me encargó —¿qué tan difícil puede ser?

—Eres un encantó, amor —comenta velozmente, antes de salir de la oficina.

Enseguida, salimos de la oficina. Hobi con un bonche de papeles entre sus manos, mientras que yo nada más traigo conmigo un manojo de nervios. Pese a que había visto miles de veces a mi esposo atender y cerrar tratos tranquilamente, nunca me imaginé que yo podría enfrentarme a algo así pero no pensaba defraudarlo.

Mi mirada observa como Hobi desaparece en un no tan pequeño pasillo, hacía las salas de juntas —Leah —llamé a la peliroja fuera de la oficina.

—Están por llegar, señor —me informó, antes de que pudiera formularle mi pregunta.

—No me digas señor —le reproche risueñamente —Me haces sentir viejo —bromeé.

—Lo siento Jin —se disculpó junto con una corta reverencia.

—No pasa... —el tan común timbrazo del asensor que sonaba cada que alguien llegaba, captó totalmente mi atención —nada —finalice, al ver las puertas del ascensor abrirse tortuosamente lento.

—Son ellos —anuncia la peliroja, parándose pronta y tranquilamente de su cómoda silla —¡Bienvenidos! —saluda eufóricamente a los recién llegados.

Todo mi cuerpo esta inmóvil desde el mismo momento en que aquél pelirubio que había visto hace tan sólo unos minutos abajo, apareció detrás de las puertas del asensor y empezó a encaminarse hasta la recepción.

Sus ojos parecen cristalizados, como si quisiera llorar o como si hubiese llorado, su acompañante es un hombre muy bien parecido de cabellera negra, ambos tienen un semblante intimidante, me es imposible no recordar al gato negro al que alimentó por las noches.

El pelirubio vestía un elegante traje gris, mientras que el pelinegro vestía un elegante traje negro que se le veía muy bien, a pesar de no traer corbata.

—¡Bienvenidos! —exclamo dedicándoles una sonrisa, al igual que una reverencia.

La distancia entre nosotros es poca, tanto que me permite aspirar el perfecto olor a café amargo al que huele uno de los dos.

Los ojos del pelirubio están posados completamente sobre mí, algo que ya me hubiera molestado en cualquier otra circunstancia, sólo que no ahora, su mirada me parece tan familiar, siendo que lo acabó de conocer.

—Gracias por recibirnos sin previa cita —agrega el pelinegro, interrumpiendo el muy reciente juego de miradas entre el pelirubio y yo —Soy Kim TaeHyung —me permito quitar la mirada del pelirubio para observar mejor al pelinegro, quién me sonríe cortésmente.

—Un placer —lentamente me acercó un par de pasos al frente, dándole un ligero apretón de manos y como una pequeña excusa para percibir mejor su aroma pero él no es el dueño de tan delicioso aroma a café amargo.

En silencio y con cuidado me aparte de el pelinegro.

—¿Y usted es? —hablé, al sentir aún sobre mí aquellos ojos oscuros y penetrantes.

—Min YoonGi —esta vez, el pelirubio es el que se acerca hasta a mí, estirando su mano hasta a mi.

—Un gusto Min YoonGi. Mi nombre es Kim SeokJin —en el preciso instante en que mi mano y la del pelirubio se tocaron una corriente eléctrica nos hizo apartar nuestras manos con una sonrisa nerviosa sobre nuestros labios —Lo siento—me disculpé, notando la perfecta sonrisa y el tan espectacular olor a café amargo que emanaban de él.

—No, por favor no te disculpes.

—Pospongamos el apretón de manos, para después —mencioné entre risas —Por favor, adelanté —señalé la entrada a la oficina.

—No, no, por favor adelanté —señaló, haciendo que los latidos de mi corazón aumentarán.

Mi cabeza sólo podía concentrarse en aquel hombre, en definitiva está reunión sería aún más complicada de lo que había pensado.

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